Gyn

Todo comenzó de la manera más absurda que se pueda imaginar. Habitualmente dos días por semana acudía a una fisio cuyo local se encontraba en un edificio en el cual tenían su sede distintas asociaciones ya fueran de tipo cultural, de vecinos u otras actividades.

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Todo comenzó de la manera más absurda que se pueda imaginar. Habitualmente dos días por semana acudía a una fisio cuyo local se encontraba en un edificio en el cual tenían su sede distintas asociaciones ya fueran de tipo cultural, de vecinos u otras actividades. El edificio pertenecía al ayuntamiento el cual era responsable de su mantenimiento.

Una de esas asociaciones impartía en su local clases de gimnasia de mantenimiento, a una de esas clases acudían maduras también conocidas como “milf” esa clase era la primera del día y parte de estas mujeres debían de ir antes de incorporarse a su trabajo. La protagonista de esta historia debía de pertenecer a este grupo.

En varias ocasiones mientras esperaba que llegara la fisio veía a esta mujer a la que llamare SARA,  salía del local vestida con ropa deportiva cargando con una mochila  y se dirigía al baño femenino, tras diez minutos salía vestida con ropa formal para ir a trabajar. La ropa con la que salía del baño no le hacía justicia, le ponía como mínimo 10 años más y le daba un aspecto de madura a punto de jubilarse.

Esa rutina era la que seguía los días que yo la veía, a lo largo de los días empecé a notar ligeros cambios en el vestuario que usaba en las clases cada día era más provocativo y realzaba mas sus encantos , era todo lo contrario al que utilizaba cuando se iba.

El último día cuando salió de la clase lucia unas mallas ajustadas y un top que no dejaban nada a la imaginación, sabía lo que tenia y como explotarlo, sabía calentar al personal. Su cuerpo rotundo y sudado junto con el aroma que desprendía provocaba una reacción en los bajos instintos de uno. Pedía guerra y habría que buscar la forma de llegar a ella sin forzar la situación, debía de ser ella la que iniciase el acercamiento.

Transcurridas varias semanas un día cuando se dirigía al baño tras la clase se acerco a mí y tras presentarse me pidió si la podía ayudar con una prenda de vestir ya que no era capaz de cerrarla sin ayuda. Era extraño que pidiese mi ayuda y no a de una de sus compañeras. Era el primer paso y lo había dado Sara, la paciencia había tenido recompensa.

Me fui con ella hacia el baño y nos metimos en el baño adaptado para minusválidos que era el de mayor tamaño y más cómodo para cambiarse y estar dos personas. Primero entre yo y detrás lo hizo Sara, cerró la puerta y paso el cierre. Dejo la mochila en el suelo y me pregunto si me molestaba que mease primero puesto que estaba meandose. Antes de responder ya se estaba bajando las mallas y las bragas dispuesta a sentarse a orinar. Ya sentada en el wc me miro a los ojos y me pregunto sonriendo si la causa del bulto que crecía bajo mis pantalones era ella o simplemente la extraña situación en la que estaba. Habíamos llegado al punto de no poder dar marcha atrás así que saque mi pene de su jaula y le dije que lo comprobara ella misma.

Según lo toco con su mano empezó a moverse con vida propia, en ese momento le dije que ya conocía la respuesta y que estaba esperando a que le diera mimos. Sara no se hizo de rogar y empezó a deslizar una mano a lo largo retirando la piel que recubría el glande mientras su otra mano se dedicaba a jugar con las pelotas apretándolas y dándoles suaves masajes.

Al  descubrir el glande pudo ver como brillaba por causa del liquido pre seminal, si seguía con esa rutina no tardaría mucho en conseguir que me corriera en su mano o en cualquier otro sitio de su cuerpo. Mi excitación era máxima y no sabía donde llegaría. Antes de poder advertirla ella ya solucionara el problema por su cuenta, se había introducido el pene en la boca y parecía un bebe chupando del biberón. Sara no tardaría demasiado en recibir su ración de leche calentita.

Sabía bien lo que hacía y recibió su premio el cual casi la ahoga, lo cierto es que no recordaba cuando había descargado tal cantidad de leche en una mamada que había sido espectacular. Después de tragar todo y relamerse se levanto del wc e iba a coger papel para secarse cosa que le impedí. Se quedo mirando para mí sin saber cómo actuar. La senté de nuevo y comencé a desatarle las deportivas para sacárselas, con estas fuera cogí uno de sus pies y le quite el cajetín para seguidamente deslizar la lengua por su planta y chupar sus deditos uno a uno. Proseguí con el otro pie, la respiración de Sara se aceleraba y su sexo comenzaba a brillar.

Lo siguiente fue retirarle las mallas y su braga, al sacar esta de las mallas le dije con el dedo que eso no estaba bien y le recrimine el usar bragas tipo abuela que lo único para lo que valían era para bajar la excitación de cualquiera tras lo cual las rompí y tire en la papelera. Sara me lo recrimino preguntándome que se iba a poner.la respuesta fue contundente “NADA”

Ya desnuda de cintura para  abajo la cogí y la senté en el lavabo dejando su sexo a la altura de mi boca para comenzar a lamerlo. Succionaba sus labios menores, mordía su clítoris, introducía la lengua en la entrada de su vagina, a la vez que mis manos se deslizaban debajo de su sujetador y me dedicaba a masajear sus jugosas tetas y retorcía o tiraba de sus pezones los cuales estaban duros como piedras.

La frecuencia  de los jadeos de Sara iba en aumento y su volumen llamaría la atención de sus compañeras de clase, no parecía importarle lo más mínimo solo quería disfrutar de algo que hacía tiempo que no sentía,” un orgasmo”. Iba en camino de disfrutarlo y yo intentaba que lo alcanzara y se rindiera a su condición de viciosa la cual tenía escondida y coartaba su felicidad. Vivía de acuerdo a las normas de los demás a pesar de su infelicidad.

Cuando al fin tuvo su orgasmo su cuerpo se contorsiono de una manera increíble, sus ojos quedaron en blanco y dejo de respirar durante casi un minuto. La magnitud de su orgasmo fue enorme, la fuerza del mismo llego a las paredes frente a ella y el resto me lo quede yo, me había empapado con su corrida. Tras recuperarse nos adecentamos un poco y salimos del baño, la cara de Sara era totalmente distinta irradiaba felicidad y llevaba escrito en la frente su satisfacción física. Había roto las reglas que le imponía la sociedad y por fin era ella misma y disfrutaba.

La verdad era que había vuelto a la vida y desconocía como iba a continuar. Si seguía en mi orbita le podía asegurar que experimentaría cosas nuevas algunas de las cuales le desagradarían pero terminaría aceptándolas y disfrutando. Se trataba del inicio de su perversión en lo que hasta ese momento consideraba tabú, disfrutar de su cuerpo y con su cuerpo.