Gusti

Sexo entre varones, muy caliente sesión y final inesperado...

He tenido el agrado de recibir varios mensajes en los que se felicita por mis anteriores relatos. Debo agradecer ante todo, pero asimismo deseo decir que nunca escribo para el halago personal, sino para el disfrute de muchos lectores que ciertamente suman miles en este hermoso sitio. Es momento oportuno para reconocer a TODORELATOS la posibilidad de haberme brindado espacio para mis escritos y agradecer a los lectores que han tenido a bien leerlos. Es una modesta forma de expresarme en esta sección tan particular y tan cara mis sentimientos. ¡Gracias a todos! Es correcto aclarar igualmente, que no todos los relatos enviados con mi firma son verídicos, otros que sí son reales, ha sufrido los obvios cambios de nombres y lugares a fin de no comprometer a sus protagonistas, pero no el contenido que siempre describe lo efectivamente ocurrido.

Como ya habrán leído en mis anteriores llegué a esta posición muy tardíamente en mi vida, pues soy maduro, pero no por ello puedo descalificar la inmensa satisfacción que me provocó descubrir "mi otro yo". Como muchos de ustedes lo hice por medio del mail, no así del chat, pues a veces te llevas cada sorpresa. Entré por curiosidad en un sitio web y seleccioné hombres que buscaban hombres. Mi sorpresa fue mayúscula cuando a los pocos días comencé a recibir mensajes de quienes ofrecían "su amistad ocasional". Con cuidado fui respondiendo a quienes me agradó su perfil o sus gustos y así mi primer encuentro fue con un pasivo muy joven, cuyo nombre es Gustavo o "Gusti" como él agrada lo nombre. En ese entonces ignoraba que se trataba de un adolescente de 17 años, es decir que esto se inició menos de un año atrás.

Gusti tiene actualmente 18 años. Es delgado, de 1.70 de estatura, cabellos muy cortos, pero con una hermosa cola muy bien formada. En nuestro primer encuentro me confesó que era "su primera vez", ya que él venía de algunas desilusiones pues nunca pudo concretar más allá de una felatios que debió realizar y unas pajas a sus "compañeros" del momento, pero nada de penetrarlo. Y en ello radicaba su temor de esa "primera vez".

Le dije bajo promesa que nada malo le ocurriría conmigo, y que sería tan suave como fuera posible para que esa experiencia fuese inolvidable. Nos entendimos de inmediato y de a poco fui tratando de romper todo aquello que le pudiera significar molestia alguna.

Lo acaricié tiernamente en sus cabellos, hombros y poco a poco su resistencia se fue quebrando para entrar a ofrecérseme casi por entero. Cuando besé sus labios, literalmente se derritió y se me entregó en un abrazo desenfrenado y comiéndome la boca a besos y caricias por todo mi cuerpo.

Gusti se "estaba largando a la pileta", como decimos, y lo ayudé cuanto me fue posible. Cuando en medio de jadeos y besos toqué su entrepierna, noté el bulto duro de su pija que pugnaba por esas caricias, pero en piel y no por sobre la tela de su texano. Destrabé su cinturón, bajé la cremallera y corriendo hacia abajo el pantalón, dejé sólo el slip el cual de a poco fue bajando entre forcejeos de sus propias manos, dejando al aire una hermosa pija que saltó hacia arriba como movida por un resorte invisible. Ni lerdo ni perezoso la tomé y la sobé a todo su largo. Suspiró largamente al percibir ese contacto dérmico pero se dejó hacer. Mis dedos al llegar al glande contactaron con "la miel previa" y eso me emocionó pues no lo esperaba tan pronto, pero luego supuse que su excitación venía desde el inicio y lo comprendí de inmediato. Su juventud se anteponía a mi madurez pero no estábamos para medir cronologías sino para vivir una momento de éxtasis sexual que prometía ser bastante movidito.

Cuando estuvimos totalmente desnudos, nuestras manos exploraron las geografías corporales en una especie de coreografía dactilar, no dejando casi epidermis sin tocar. Obvio que ciertas zonas fueron más gratificadas (léase testículos, vergas y anos). Ahora esas vergas lucían poderosas erecciones y parecían querer salirse de ambos cuerpos. La de Gusti era ciertamente un portento y creo sin dudas que no habría homosexual que no la introduciría en su cuerpo con toda felicidad, pero lamentablemente él gustaba de los varones y esos 18 centímetros de largo por 4 de grosor eran un verdadero desperdicio, y llevado vaya a saber porque demonio sexual, me asaltó la idea loca de tragármela entera por el culo. Claro es, que para ello debía proseguir con "el ablande" y de allí a comenzar a mamársela casi con delirio pues él hacía lo mismo con la mía, nos llevamos a un desenfrenado oral que terminó con las pijas duras, húmedas y brillantes. Jadeantes, nos detuvimos a tomar un ligero respiro, pero el deseo pudo más y unos instantes después sólo se oía los chupetazos cuando una pija se salía sonoramente de una boca. Nos dimos mamada tras mamada hasta saciarnos, pero ahora la lujuria se había instalado entre esas cuatro paredes y nos provocaba a cosas más carnales. Lo tomé de las caderas y poniéndolo boca arriba en medio del lecho, levanté sus piernas sobre mis hombros y le apoyé mi glande mojado. Se contusionaba como víbora y se lo veía desesperado por tragarse mi garcha. Se la patinaba en la puerta del culo y no se la entraba. Se ponía tenso del deseo. "Si, sí... ¡entrame machito, entrame!", suplicaba entre suspiros, pero lo quería hacer desear de verdad. Bajé sus piernas, me arrodillé en el lecho y volviendo a izar sus piernas sobre mis hombros, hundí mi boca en ese oscuro hueco que marcaba el límite entre el afuera y el adentro. Brincaba como descosido cuando mi lengua hurgaba ese recoveco aún virgen. Abriendo con dos dedos su receptáculo oscuro mi lengua ingresó unos milímetros lamió ardorosamente las paredes de tierno tejido. Dio un grito ahogado y empujó su culo contra mi boca. Lo inundé de saliva y lengua durante un buen rato. Gemía profundamente y se contusionaba hasta donde le era factible, pero yo no dejaba de lamerle el orto.

Cuando lo tuve altamente excitado, regresé a ponerlo con sus piernas sobre mis hombros y con la pija en su puerta. Empujé como tentando el terreno. Percibí que se tensaba y le di pellizcos en las tetillas con lo cual logré se relajara y entonces di un suave pero firme empellón y mi glande entró. Dio un respingo y quiso retraerse. Lo retuve de las piernas y lo atraje hacia mí. Sola, mi pija se adentró hasta un cuarto y se quejó pero no cejé y le enterré otros milímetros. Estaba hasta la mitad y di comienzo al vaivén. Se quejaba y gozaba a un mismo tiempo. Estaba siendo desvirgado y él sabía que no toda mi pija estaba en su canal rectal. Un tiempo me dediqué a disfrutarlo de ese modo hasta que en subiendo mi deseo le estampé un tremendo pijazo y se la enchufé hasta los pelos. Parecía que se iba a desmayar pero estaba ciertamente gozando de su primera penetración.

Le extraje la pija totalmente y bajando sus piernas me acosté a su lado. Su pecho subía y bajaba rítmicamente.

-"Me arde, la tenés muy gruesa", atinó a decir por lo bajo.

Por toda respuesta le di un beso en los labios y masajeé su verga durísima.

-"No te olvides que es tu primera vez. Cuando lo tengas bien dilatado mi verga te parecerá un juguete", le respondí para tranquilizarlo.

-"Ayyy, no, la tenés inmensa y tengo el culito cerrado; si me la seguís dando seguro me lastimás", respondió todo mimoso.

-"Vos me lastimarás si me metés este pinchilón", le decía sin dejar de sobársela y tanteando una posible respuesta de su parte.

-"Si sabés que no penetro", me respondió secamente.

-"Bueno, pero conmigo podés hacer una excepción, ¿no?" y dejé colgado el sentido de mi respuesta.

-"En serio ¿te gustaría probar?".

-"Claro, si yo también soy virgen" (le mentí) -"Y me agradará probar qué se siente con una pija dentro del culo" (afirmé mi pedido).

-"Uyyy, es precioso, duele pero es muy satisfactorio" y agregó "Cuando me clavaste entera tu pija, parecía que me desmayaba del dolor".

-"Sí, pero la aguantaste", respondí.

-"¡Te deseaba con toda mi alma!" y me besó frenéticamente en la boca mientras apretaba mi verga por el medio del tronco. -"La tenés durísima" –agregó-

-"¿Querés probarla de nuevo?", pregunté haciéndome el tonto.

-"Ay, sí, pero metela despacito para que no me duela", y se acomodó boca abajo a lo largo del lecho.

Tomándolo de sus caderas hice que levantara el culito firme. Puse gel lubricante y me enfundé el condón. Me acomodé encima de él y guiando la pija con dos dedos apunté decididamente hacia ese culo que me aguardaba ansiosamente. Un leve empujón y el glande entró fácilmente. Se quejó pero casi de satisfacción al sentir que mi pija dura comenzaba a entrarle. Poco a poco y en medio de un dúo de jadeos y gemidos mi pija iba siendo tragada por ese hermoso, firme y goloso culo de Gusti. Cuando se la había entrado un poco más de la mitad, comenzó a recular suavemente y él sólo se la fue enculando hasta los pelos. Se quejó por lo bajo: -"Ufff... que trozo mamita... ¡me matás!". A todo ello había iniciado la jodienda y entraba y sacaba mi garcha de ese culo lubricado provocándole exhalaciones de gozo que ni siquiera con mujeres había percibido anteriormente. Las paredes de su ano, pese al condón de por medio me lucían muy suaves y húmedas, quizá por la propia lubricación del látex o por que ciertamente Gusti tenía la propiedad de humedecerse... Eran cálidas y hospitalarias e invitaban a mantenerse adentro hasta que viniera la lechada. Entraba y salía con mucha facilidad pese a que le estaba rompiendo el culo por primera vez. ¿Sería la bendita dilatación de la calentura masculina?... Me pedía una culeada lenta, suave y duradera, pero la leche se me estaba arremolinando y en cualquier momento acabaría. Me contuve todo lo que pude recibiendo sus culadas hacia atrás y hacia delante como deseando recibir entera pero poco a poco lo que le tenía metido en el culo. Obvio que eso hacía que la leche me comenzara a bajar y aumenté la culeada mientras lo oía gemir a cada pijazo.

-"Uyyy... es glorioso como me cogés... ufff que cacho de pija me hacés entrar", decía entre suspiros y pasaba su mano por mis huevos duros. Más me excitaba y era cuestión de momentos que largaría la leche tan retenida, pero no sé cómo la retenía, ya que la percibía en la punta de la pija.

-"¡Adentro mi macho!... ¡metela bien adentro!.. -Quiero sentirla entera!... -¡Ajjjj que placer me provocás con esa pinchila divina que tenés!... -¡Ayyy!... ¡más dame más!", gritaba por lo bajo.

Se la encajé hasta los huevos y acabé a chorros. Me quedé adentro unos instantes y la extraje todavía dura.

-"Quiero ver cuánta te saqué", manifestó. Me tomó la verga por la mitad y observando la lechada que llenaba el condón dijo: -"Mamita que manera de acabar".

Era verdad. Había largado más leche que lo común y me sentía pleno de satisfacción. Pero Gusti no se quedó con ello, sino que retirando el látex lo vació sobre sus labios y tras beberse el contenido se prendió a mi pija casi mustia para lamerla y quitarle todo resto de semen ante mi tamaña sorpresa, ya que nunca hubiera imaginado que Gusti llegara a ese extremo de calentura, pasión y desenfreno sexual, pero los hechos lo demostraban llanamente.

Luego de ello, frenamos un poco la acción para bebernos una gaseosa y comer un rico emparedado, lo que nos repuso las energías perdidas en semejante jodienda, es decir, las mías en particular pues Gusti no había largado leche todavía.

Por si alguien llegaba nos pusimos cada uno un pantalón short y permanecimos unos 20 minutos en la pequeña cocina degustando la comida y la bebida y haciendo algunos comentarios de lo bien que la estábamos pasando.

Regresamos al dormitorio, Gusti puso un vídeo porno y nos deleitamos con las calientes escenas que se sucedían. Las pijas acusaron el impacto de esas escenas y estuvieron tiesas en pocos minutos. Gusti la vérmela así la tomó por el medio y comenzó a masturbarme. Obvio que con ello y lo que se veía en el televisor se me puso a mil de dura. Correspondí a sus toqueteos hasta dejarle la picha bien dura. Sin decir nada me levanté, tomé un profiláctico de la mesita de luz, se lo coloqué, apliqué gel en mi ano y sin palabras me acomodé para recibirlo.

Gusti no se hizo esperar y montándose por detrás me apuntó decididamente al culo. El primer empujón me hizo doler pero me lo aguanté. En el segundo y apretando firme con su glande logró penetrarme el mismo ya que mi anillo cedió ante esa presión.

Cuando quise quejarme media pija estaba adentro y me sentí como transportado a una tierra de maravillas. Si él había gozado con mi picha adentro, no quiero dejar de decir lo que yo percibía hasta en la última de mis fibras nerviosas. Eran oleadas de un placer totalmente diferente a todo lo que había experimentado hasta ese preciso momento.

Su pija iba y venía por el interior de mi culo y eso, me estaba poniendo descontrolado. Empujé el culo hacia atrás y fue en el preciso momento en que él lo hacía hacia delante. La verga se me coló hasta los pelos y lancé un grito de dolor: ¡Me había tocado el fondo del culo y creía que me iba a lastimar!

Detuvo al momento su mete y saca y preguntó:

-¿Te dolió?

-Huuuuy... me dolió hasta el alma", respondí ahogado.

Pero a un mismo instante prosiguió con la culeada, aunque más lentamente. Ya no sentía dolor. Estaba como anestesiado en el fondo del canal y parecíame que habitaba un limbo del que descendi cuando percibí sus poderosos chorros de semen que se estampaban en mi culo.

Sacó su pija aún dura y chorreando leche y se acostó a mi lado mientras me daba tiernas caricias.

Cuando nos recompusimos, la jornada había avanzado. Nos culeamos dos veces más mutuamente y lo demás lo dejamos para otro oportunidad en que utilizamos unos lindos chiches, de lo cual les contaré en el siguiente relato.

Chichonero