Gustavo Labrador

Tres cortas historias con los mismos protagonistas.

VIÑETAS

Relatos cortos que involucran a Gustavo Labrador.

A petición y dedicado a Sofía Sierra.

Léanse por separado

SIN MAS PREAMBULOS: GUSTAVO LABRADOR

~ Gustavo Labrador

~ ¡Gustavo Labrador!

~ Disculpe –finalmente la secretaria respondió a su petición

~ ¿Qué si en su sistema aparece Gustavo Labrador?

~ Un momento

~ Como dijo su apellido, disculpe –recalcó nuevamente la recepcionista.

~ ¡Labrador! Esta vez la voz se escuchó con más fuerza y con un dejo de enojo.

~ No, No existe ese apellido en el sistema, lo lamento. Contestó finalmente la mujer al otro lado de la línea.

~ Bueno, aun así, muchas gracias. Se oyó como respuesta y colgó.

No podía ser cierto. Él le había dicho que trabajaba allí, porque habría de mentirle. Con temor a perder la cordura, la paciencia y algo más, se dispuso entonces a buscarlo en el directorio telefónico.

~ La torre, laboratorios ¡Labrador! Finalmente la voz se alzó en el silencio del apartamento.

~ Antonio, David, Filomena, Héctor… ¡Rayos! Exclamó con enojo

~ ¿Por qué esto siempre me sucede a mi? Dijo con enojo a su gato gris de ojos verdes, que acababa de aparecerse en la sala.

Por su mente entonces solo pasaba una sola idea ¿Por qué cuando parecía haber hallado al hombre de su vida todo era un engaño? Ahora creía más fervientemente que ese hombre en realidad no existía y que todo había sido fruto de su imaginación, como tantos otros hombres que habían pasado por su vida.

La vida siempre le había parecido en el pasado vacía y sin sentido. Bueno, hasta que encontró al hombre de sus sueños. Ya llevaba varios años de casada, tenia dos lindos niños y precisamente el varón se llamaba como él: Gustavo

Sofía se hallaba en la cocina del apartamento preparando unos huevos. Era de noche y pronto llegaría el amor de su vida.

~ Gustavo… ¿Por qué gritas?

El chico había venido gritando en voz alta que él era el campeón mundial, ya que le había ganado en un juego de play Station a su hermana tres años menor que él.

~ Lo siento mamá. Dijo apenado el niño, quien se había dejado llevar por la emoción del juego.

~ No importa, ve y dile a tu hermana que se lave las manos, y tú también. Sonrió Sofía acercándose al chico y despeinando su cabello.

El niño corrió a su habitación y en pocos minutos llegaron nuevamente a la cocina mostrando las manos en alto, para que atentamente su madre se las revisara.

~ Bien, están limpias. Ahora

En ese momento precisamente sonó el timbre de la puerta y la niña corrió a abrirla.

~ ¡Papa! ¡Papa! ¿Qué me trajiste? Fue lo primero que dejo salir la niña de sus labios

~ Bueno, espera… El hombre buscó algo entre sus bolsillos y se lo dio

~ ¡Gracias! ¡Gracias! Gritó contenta la niña.

~ Espera, Gustavo; para ti también hay algo. Dijo rápidamente el hombre a ver el rostro sombrío que puso su hijo. Inmediatamente también le puso en sus manos un caramelo idéntico al de la niña. Sabía que si los caramelos eran diferentes las peleas no se harían esperar.

~ ¡Gracias papa! La alegría en su voz fue más que evidente.

~ Hola cariño, ¿Cómo estuvo tu día? - Preguntó el hombre acercándose a su ocupada esposa.

~ Algo trajinada, pero nada que un beso no pueda remediar. Los ojos de Sofía buscaron los de su amante y el tan ansiado beso no se hizo esperar.

Durante la cena de aquella noche, al igual que la de tantas muchas, Sofía no dejaba de sonreír entusiasmada; su mirada no se apartaba de la de su esposo. Se sentía la mujer más feliz del mundo, había encontrado el hombre de sus sueños, después de tantas luchas y desilusiones.

~ ¿En que piensas? Preguntó tarde en la noche el esposo a su esposa.

~ En nada, ¿Porque? Respingo la mujer.

~ Por nada, buenas noches Sofía

~ Buenas noches Raúl.

Sofía era afortunada, pues tener el hombre de su vida, después de haber perdido al primero, era toda una hazaña. Ella así lo sabia, y Gustavo labrador aunque nunca iría a abandonar su corazón, si le permitiría aceptar un nuevo ser amado, por lo menos en el tiempo que durara su vida terrenal.

~ ¿Doctor entonces que me recomienda? El hombre de cabello oscuro y ojos azabaches y profundos, le suplico a su psicólogo una explicación coherente a su recurrente sueño.

~ Bueno… Titubeo el medico de barriga prominente. - Se que esto no es muy común, y he de decirte que sino estoy sorprendido, estoy muy asombrado por lo que desde tu ultima visita me ha acaecido.

El hombre joven abandonó su diván, para poder ver con exactitud la extraña expresión de su medico psiquiatra de cabecera.

~ No le entiendo… murmuró algo asustado al ver el extraño color que había tomado el rostro del hombre, el cual nunca cambiaba de la tonalidad pálida, pero que ahora era rosácea.

~ Yo tampoco… bueno no mucho, y he de confesarte que es la cosa mas extraña que me ha sucedido en toda la vida. Los ojos nerviosos no dejaban de pasear por todo el consultorio.

Gustavo lo observó por un instante bastante confundido, pero después el hombre prosiguió.

~ ¿Cuál es el nombre de la chica que cada noche aborda tu sueños? Preguntó con cierto miedo en la voz.

~ Sofía Sierra

~ ¡Rayos! Interrumpió el hombre gordo.

Después de estar callado por un minuto volvió a hablar.

~ ¿Y como dices que es?

~ Bueno, es muy hermosa, cabello negro rizado y piel color canela, de ojos profundos y oscuros; cada noche me hechiza con su mirada. Dijo soñadoramente el paciente – Pero usted lo sabe, no entiendo. ¿Cuántas veces se lo he dicho?

~ Muchas, muchas, lo se. Contestó rápidamente el doctor. – Increíble… increíble… Ahora murmuraba algo demente el doctor

~ ¿Pero es que no me piensa decir que es lo que esta pasando? Gustavo no deseó seguir en aquella pulcra sala y se dispuso a irse. Era bastante evidente que el hombre no estaba en sus cabales aquel día.

~ ¡Un momento! Gritó el medico mientras lo tomaba del hombro y lo hundía de nuevo en el sillón. – Ya vengo.

Como un rayo el obeso cruzó la sala hacia la salida. Gustavo no dejaba de pensar cual era el motivo para aquella extraña actuación aquel día.

Un momento después el medico entraba con alguien. Allí estaba ella, con su mirada profunda, su piel canela y su cabello color azabache. Parecía un sueno. Los ojos de los dos no se separaron y fue el medico el que los interrumpió.

~ Ella es Sofía Sierra, dijo señalándola a ella – él es Gustavo Labrador, dijo señalándolo a él.

Pero era muy claro que no necesitaban presentación, ya que habían estado visitándose cada noche en sueños durante los últimos seis meses. El Psiquiatra sintiendo que estaba perturbando un momento especial salió del consultorio mientras murmuraba

~ Necesito un psicólogo

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