Gustavo

Ansiosa espero la llegada del próximo mes...

HOLA AMIGOS, ESTA VES, LES VOY A CONTAR ALGO QUE ME PASÓ EN MI TRABAJO.

Quienes ya han leído algunos de mis relatos, en determinada sección aquí en todorelatos.com, sabrán quien soy, y para los que no saben, me presentaré.

Mi nombre es Narendra, mis amigos me llaman cariñosamente, NANYNN. Soy enfermera de tiempo completo en una institución del gobierno aquí en México, con el turno vespertino.

Bien, creo que con eso, ya puedo empezar a narrarles mi aventura en cuestión.

Cierta tarde, al presentarme a trabajar, me comunicó la jefa de piso que no había quien se quedara en el área de hospital, que por favor me trasladara a esa área. No con mucho gusto fui, pues mi área es muy tranquila, es en Medicina Preventiva. Y en hospital casi no me gusta trabajar, pues se encuentra una con muchos casos que en ocasiones deprimen el estado anímico. Pero, ese día no fue así, para nada

Llegué a hospital y me asignaron los encamados más tranquilos (no tan enfermos), de dos cubículos, los del fondo del pasillo, que significaban 6 pacientes, 3 por cubículo. En uno había tres mujeres y en el otro 3 hombres, de los cuales, había uno muy joven, 19 años.

Este muchacho, en cuanto entré me preguntó si yo sería la enfermera que lo atendería ese día, le dije que sí, a lo que él me respondió con una sonrisa, "que bueno, porque la otra enfermera, tiene cara de sargento mal pagado", y usted se ve que no tiene mal carácter, me ruboricé un poquito sin saber a ciencia cierta por qué

Bueno, veamos –le dije- que tiene este jovencito… tomé la tarjeta de su cama para saber qué tenía para empezar a atenderlos, y empezaría con él. Pero me dijo que prefería ser el último en ser atendido, para esto, su cama estaba ubicada al fondo del cubículo.

Bien, entonces regreso más tarde, bye… me despedí.

Después de haber atendido a las mujeres en sus curaciones etc, etc, etc. Me dirigí nuevamente al cubículo de los hombres, para terminar la rutina.

Cuando llegué, atendí al primer paciente, que sólo debía darle su medicamento, al igual que al otro, y cuando llegué con el jovencito… Guauuuuuu, estaba completamente dormido y con una erección en plena potencia. Esto, hizo que mi conchita palpitara y se contrajera de gustito. Tomé la tarjeta de registro, y empecé a leer dando ocasionalmente una miradita a aquel bulto que se veía debajo de las sabanas.

La tarjeta indicaba que había que darle curación de una herida en la pantorrilla derecha por herramienta de trabajo.

Tomé el material de curación y corrí la sabana, suavemente, para evitar despertarlo con brusquedad, tomando por la orilla de la parte de arriba la sabana, la corrí hacia abajo, y al estarlo haciendo, él despertó y con una sonrisa muy dulce, y en voz baja me dijo, "con cuidadito por favor". Sonreí, y terminé de correr la sabana hasta los pies de él. Su bata de paciente estaba abierta por lo que pude ver de inmediato aquel trozo de carne palpitante que se erguía majestuoso hacia el techo, amenazante, orgulloso, hermoso, y muy prometedor. De manera descuidada le dije también en voz baja: Niño, ¿en qué estabas pensando o soñando? No respondió, sólo me señaló mis senos.

Me sentí alagada que a mis 48 años, un jovencito se hubiera fijado en mis senos. Le pregunté: ¿te gustan los senos grandes? Sonrió y afirmo con la cabeza. Lo curé y al terminar de curarlo con mucha delicadeza, le dirigí una larga sonrisa y sin poderme contener, le tomé su verga y le regalé un suave apretón en la base, junto a sus huevotes peludos. Suspiro y suspiré también.

Le dije al oído, sin soltarle la verga, regreso más tarde. Y al termino de la frase, le di un besito en la punta de aquella verga hermosa de aproximadamente 20 centímetros. Él ya con confianza aprovecho y me dio también un pequeño apretón de tetas mientras le daba el besito.

Terminé el turno, y cuando me disponía para ir a despedirme del muchacho, mi sorpresa fue mayúscula cuando me dijeron que tampoco había llegado el personal del turno nocturno -que son dos enfermeras-, sólo había llegado el médico, y el chofer. Que por favor me quedara a hacer el turno nocturno. El médico empezó su visita de rutina y le dio de alta a las mujeres y a los dos señores del cubículo donde estaba el jovencito, dejándolo todavía hospitalizado para vigilar su evolución en la herida. En los demás cubículos no había ya nadie hospitalizado, habían sido dados de alta por la tarde.

Esto, como podrán imaginar, me llenó de gozo y alegría. Tendría la oportunidad de poder estar junto a Gustavo –así se llama- toda la noche.

Impaciente empecé a ordenar el material que debía usarse con prontitud. El médico al no haber pacientes qué atender, se fue a su cubículo de descanso, el chofer se fue a su ambulancia a ver televisión y se quedó dormido al poco rato. Yo, mhnnnn… adivinaron, me fui a ver a Gustavo al cubículo. Cuando llegué, estaba recostado sobre su lado izquierdo para no lastimarse la herida. Me sonrió cuando me vio entrar y me dijo: Pensé ya no regresarías para despedirte. No me voy a ir en toda la noche, porque me quede a trabajar el turno.

Me senté en la orilla de la cama, y destapé aquel cuerpazo de 19 años, surgiendo de inmediato los 20 centímetros de gruesa, jugosa y palpitante verga. Sin poderme contener, la tomé con mi mano derecha y con la izquierda levanté sus huevotes peludos y le planté un beso en la punta de la verga, él lanzó un quejido de gozo, y yo, continué dándole besitos en la verga, recorriéndola toda. Y ya sin control, me la metí en la boca, para ese momento me di cuenta que no se había bañado todavía, y tenía un fuerte olor a verga de macho, pero era un olor embriagador, no era olor sucio, sino a olor de macho. Esto, enervo mis sentidos y me la metí toda en la boca, hasta la garganta, el olor había acabado de despertar mis ganas de verga. Casi me arqueo cuando me llegó al fondo de la garganta, pero era tan hermosa aquella verga, que no me importó nada, y seguí mamandola con fruición, mientras con las manos acariciaba aquel cuerpo joven, me fui acomodando entre sus piernas para mamarle mejor su enhiesta verga. Mhnnn que delicia, una verga jugosa; porque no paraba de destilar líquido preseminal, y yo golosa lo recogía con la punta de la lengua y me relamía para que los labios me quedaran llenos de aquel juguito sabroso.

De pronto, explotó en una venida tan abundante, que me salía por la comisura de mis labios, sin poder contener toda aquella venida de leche caliente, escurriéndole hacia los huevos, mismos que me apresuré a lamerlos para no dejar caer nada, para poder tragarme todo ese esperma espeso, y no desperdiciar nadita de nada

Huy… pero qué niño tan bramudo, ni con la mamada que le acababa de dar, se le bajo la verga, sino al contrario, creo que le di más vida, porque no se le bajo, siguió tan fuerte y parada, como al principio. Al ver esto, me sonreí y le dije: ¿Te quieres coger mis tetas? Siiii, me contestó. Bien, entonces, ten, cógetelas, me abrí el uniforme y levanté el sostén para meterme por debajo aquella hermosura de verga entre mis tetas enormes. Saliendo por encima de mis tetas la cabeza de su verga yo se la chupaba cada vez que salía. Fueron así, como cinco minutos para que me bañara de una caliente y sabrosa venida, me baño las tetas y yo acomedidamente, levanté mis tetonas y recogí la leche con la lengua para tomármela. Gustavo me dijo que todavía quería más, que me la quería meter. Pero, pensando en que lo podría lastimar, le dije que mejor no, que mejor cuando saliera del hospital nos veríamos donde él quisiera, pero me contestó que cuando él saliera, se iría nuevamente a su rancho, que queda muy lejos de ahí.

Claro que yo quería tener esa chulada de verga dentro de mí, así que, no me hice del rogar, y levantándome el uniforme hasta la cintura, me bajé los calzones que por cierto, estaban empapados de mis jugos, y me subí a la cama, sentándome encima de él.

Mhnnnnn, que delicia. Aquella verga fue penetrándome tan suavemente como yo me fui dejando caer sobre ella, fue algo tan lindo, tan hermoso, que no pude aguantar mucho y lo bañe con mis juguitos, él al sentirme que me estaba vaciando sobre de él, me tomó de las tetas y me jaló sobre su cara para mamármelas, no me opuse, claro que no, al contrario, le suplicaba que me las mordiera, que las chupara, que les hiciera, lo que él quisiera. Así nos fuimos adaptando en un ritmo acompasado de mete y saca. Pero yo quería sentir esa verga más fuerte y me la saqué de golpe y Gustavo me dijo que no, que él todavía no terminaba, pero yo le dije: No papito, es que quiero que me la metas por el culoooooo… ¿siiii???? ¿Me das por el culito? Por donde quieras mi enfermerita preciosa, métela en tu culote apretado. Me levanté un poco para sacarla de mi panocha y tomándola con la mano, la dirigí hacia mi hoyito del culito… Mhnnn, que fuerte se sentía esa cabezota de verga en la entrada de mi culito, pero así seguí avanzando hasta meterme todos los 20 centímetros de verga, quedándome un rato quietecita, hasta que el hoyito de mi culo, se adapto a aquel monstruo de verga. Entonces si, una vez adaptado, comencé a moverme suavemente y él levantaba su cadera para no dejarme ir, fue una cosa maravillosa tener aquel pedazo de verga en mi culo, sentada sobre Gustavo, con la verga metida en mi hoyito, me movía hacia delante, y hacia atrás, mientras él me pellizcaba los pezones, yo me daba masaje en mi clítoris y en ese movimiento cadencioso, empezamos a sentir los dos, la inevitable venida, mhnnn, si mi niño, si, dame, dame verga, dame tu leche por favor, quiero que me inundes el culo papito, dame tu vergaaaaaa ahhhhhhhhhhhhhhhhh, yaaaaaaaaaaaaaaaa, yaaaaaaaaaaaaaa, ahí viene también mi venida papito, yaaaaaa, ahhhhh, si, dale a esta vieja caliente la verga por el culo, eso es, así, dale, rómpele el culo, dale mucha verga y leche papito, dale la leche a esta vieja caliente… siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa ahhhhhhhhhhhhh hhhhhhhhhhhhhhhhhh

Así, nos venimos ambos al unísono, quedándome recostada sobre su pecho, disfrutando las palpitaciones de su vergón en mi culito, y dándole el tiempo suficiente para que fuera perdiendo su vigor, y se hiciera chiquito dentro de mi culito. Esa, fue una experiencia maravillosa, sentir cómo se iba haciendo pequeño dentro de mi hoyito del culo. Creo que ha sido el palo más sabroso que nunca haya echado jamás.

Tal vez no sea un relato muy caliente el que les acabo de narrar, pero a mí, me dejó plenamente satisfecha. Gustavo, al siguiente día que me presenté a trabajar, ya había sido dado de alta, pero me dejó un ramo de rosas en central de enfermeras con una nota que decía:

Para la enfermera más hermosa de la clínica, NANYNN, próximo mes regresaré a revisión con el médico y espero podamos VERNOS, para SALUDARLA. Esas letras en mayúsculas, me dijeron mucho, y ¿saben? Estoy esperando que llegue el día. Bye y luego les cuento lo demás.