Gusano XX

Fin de la primera parte de la serie...una verdadera atrocidad es la que sufre el gusano por la vieja insolencia hacia el Amito...acepto ideas en mi correo para una secuela...

Gusano (XX)

Atrocidad

Al menos la primera media hora de mi nuevo año de vida la había pasado siendo ensartado brutalmente por el culo.  Aquellos treinta minutos interminables, eternos, habían transcurrido para mí en medio del más terrible dolor físico y de la más profunda humillación moral.

Roto por dentro, había quedado convertido en un guiñapo, en un miserable agujero cuya única utilidad de ahí en adelante sería la de servir de diversión a mi Dueño.  Estaba destruido, muerta para siempre en mí la hombría.  El Dios Rubio me la había arrancado…ahora él era el Dueño de todo lo que hasta hacía tan pocos minutos había sido yo…ahora Jordan era de verdad el Amo y Señor de mi cuerpo, de mi existencia, de mi alma, de mis pensamientos…

Y ahí estaba yo, completamente desnudo, con el culo abierto, sintiendo un gran vacío por dentro, mientras la lefa de mi Amo se escurría a través de mi ano destrozado y resbalaba por mis muslos.  Y ahí estaba yo, puesto de rodillas a los pies del Dios que acababa de violarme, con su poderosa verga entre mi boca, mamándosela suavemente para limpiársela de los rastros de la violación, tragándome poco a poco la mezcla de semen, sangre y mierda con que había quedado manchada la hermosa y potente tranca de Jordan, aquella tranca arrogante con la que el Dios acababa de arrancarme la hombría para siempre.

Los chicos a nuestro alrededor se torcían de risa y comentaban con asombro y también con asco y mucho desprecio cómo era que yo me esmeraba tanto en mamar aquella verga tan manchada y en tragarme la tan repugnante mezcla que evidenciaba el placer que había sentido Jordan y el dolor, los destrozos y la humillación que yo había tenido que soportar sin protestas, únicamente para ganarme de nuevo el honor de seguir siendo el gusano rastrero del Adonis Rubio.

—   ¡Será cerdo este marica! – espetaba uno de los Morrison – ¡No más verlo como se traga su propia mierda!

—   Pues bien puto que sí es… – afirmaba Jerry –…miren como mama la verga que le partió el culo…

—   Jajajaja… – se carcajeaba Andy –…eso fue que le encantó que le dieran verga por el culo….jajajaja…

—   Yo siempre dije que este gusano idiota era marica… – afirmó Wil –…y seguro que se la mama así para que a Jordan se le vuelva a poner bien tiesa y lo vuelva a clavar por el culo…

Cada carcajada y cada palabra de los chicos me humillaba más, me hundía más en ese vacío tan profundo de saberme maricón para siempre, de sentir mi culo destrozado, lleno de semen y abierto sin remedio.  Mi único consuelo era saber que en esos momentos estaba de rodillas a los pies de Jordan, con su verga entre mi boca y que él estaba satisfecho con mi entrega.

Con los ojos llenos de lágrimas, con mi boca colmada por la hermosa verga de mi Amo, levanté la mirada y me encontré con sus ojos azules que me miraban desde arriba con suficiencia, con arrogancia, con plena superioridad.  ¡Qué hermoso era Jordan!  ¡De verdad un Dios!  ¡Y yo estaba de rodillas a los pies de ese Dios hermoso, arrogante y viril!

Suspiré con adoración y un sollozo me sacudió todo el cuerpo.  Y no puede evitar cerrar los ojos, temiendo que el atreverme a mirarlo a la cara, se lo fuera a tomar Jordan como una insolencia y que eso me causara un doloroso castigo.  Pero en cambio de golpearme, el Dios me ordenó:

—   ¡Mírame, gusano!

Sin tener más opción que obedecer, abrí mis ojos de nuevo, mirando hacia arriba para encontrarme otra vez con el azul de su mirada.  Jordan me sonrió y yo me estremecí de adoración en el mismo instante en que él me ordenaba:

—   ¡Empieza a tragar, gusano!

Y de inmediato empezó a soltar un potente chorro de meo que fue inundando mi boca y que debí ir tragándome con celeridad, al tiempo que lo veía sonriéndome con arrogancia.

—   Me estoy meando – le anunció Jordan a los chicos.

Y los cabrones estallaron en carcajadas al tiempo que algunos iban comentando lo que pensaban sobre tanta humillación que yo estaba soportando:

—   ¡Qué cerdo es ese gusano hijoputa!

—   ¡jajajaja…miren al puto cómo traga…jajajaja…!

Y cuando ya las últimas gotas de su meo habían atravesado mi garganta, Jordan me empujó la cabeza hacia atrás y me sacó su hermosa verga de la boca, me la restregó un poco por los pelos y me ordenó:

—   ¡Bésame la verga, gusano!

Ni qué decir tengo que acerqué mis labios un poco temblorosos y le deposité un beso suave sobre su glande descapullado y rojo.  Los chicos se torcieron otra vez de risa pero a mí no me importó.  Sin inmutarme por las burlas de aquellos cabrones, intenté posar un segundo beso sobre aquella hermosa verga con la que Jordan acababa de violarme, pero él me lo impidió soltándome una violenta bofetada y ordenándome que me apartara mientras se guardaba la polla entres su corto pantalón.

Con los ojos llenos de llanto, me volví a buscar su mirada y con un tono de súplica, de profunda reverencia, le imploré:

—   ¿Te pu…puedo…te puedo besar tus pies…por favor?

—   Naaa, gusano… – me dijo con una sonrisa – ¡Anda y ponte en la mesa de nuevo!

—   Po…por favor…por favor Jordan, dé…déjame besarte tus pies…por fav…

No alcancé a terminar mi súplica.  En medio de las risotadas de los otros chicos y ante mi insistencia, Jordan levantó su pie derecho pero no para que yo se lo besara, sino para asentarme una violenta patada por la cadera, haciéndome caer al suelo entre gemidos y temblores, al tiempo que un terrible dolor volvía a sacudirme todo el cuerpo, esta vez por fuera y por dentro de todo mi ser.

—   ¡Que te pongas en la mesa, gusano hijoputa!

Aquella era para mí una absurda y triste paradoja.  En ese instante anhelaba como nada en el mundo poder besarle los pies a Jordan, deseaba al menos ese consuelo…quería sentir en mis labios la piel tibia y suave de sus plantas para poder liberarme al menos un poco de tanto dolor y de tanta crueldad.  Y en cambio de ello había logrado que el Dios me pateara aumentando aún más mi dolor y remarcando más mi humillación.

Sollozando y sin pensar en qué me tenía reservado mi Amo, empecé a arrastrarme con lentitud hacia el centro del living, acercándome a la mesa.  Pero al parecer mi lentitud exasperó al Dios, que impaciente por hacerse obedecer, se dedicó a soltarme patada tras patada por el culo, haciéndome chillar al tiempo que me increpaba y me ordenaba darme prisa en ir a ponerme de nuevo sobre aquella puta mesa sobre la que no hacía mucho me había violado.

Terminé por izarme yo mismo para volver a tenderme sobre la rústica madera, de nuevo con mi pecho y mi barriga pegados al mueble y mi culo en pompa.  Sentí en ese momento que una corriente de aire helado me entraba por el ano roto y me congelaba las tripas con un pánico que no sabía explicar aún.

—   ¡Tú, cucaracha! – espetó Jordan con arrogancia – ¡Le vas a comer el culo al gusano y se lo vas a dejar bien limpito, sin rastro de mi lefa!  ¡Y tú comadreja…le vas a comer la verga a cada chico que vaya pasando!

—   Pe…pe…pero…ni…niño…Jordan… – gagueó la comadreja casi con un sollozo.

—   ¡¿Qué quieres comadreja hijoputa?! – le preguntó Jordan con altivez.

—   Pu…pues…es…que…yo…so…solo….le mamo…yo solo le mamo la…verga de…de us…de usted…ni…niño…Jordan…

Los chicos estallaron en carcajadas.  En ese momento sentí cómo la lengua de la cucaracha empezaba a repasarme por los muslos, sin duda recogiendo el semen de Jordan que escapándose a través de mi ano destrozado, a esas alturas rodaba por aquella parte de mi cuerpo.  Los sollozos me sacudieron de nuevo y sentí que quería morirme en ese momento, para evitar que siguieran puteándome, que siguieran usándome y humillándome.

—   ¡¿Qué putas estás diciendo, comadreja hijoputa?! – gritó Jordan – ¡¿Me vas a desobedecer?!

Oí que la comadreja estaba intentando decir algo pero solo gimoteaba y gagueaba como si se le hubiese olvidado hablar.  Para entonces, la cucaracha había pegado su boca a mi ano y me lo chupaba con decisión, al tiempo que me introducía su lengua y lamía con esmero, seguramente tragándose toda la repugnante mezcla que en ese momento estaría colmando mi destrozado culo.

—   ¡Mira comadreja hijoputa que si piensas desobedecerme, voy a ordenarle a Pretty que te arranque las pelotas, te corte la polla y te confeccione un coño con su navaja! – amenazó Jordan.

Aquello causó un alborozo desmedido de los chicos que empezaron a pedir entre carcajadas que aquel bruto musculoso le hiciera a la comadreja lo que Jordan había dicho.  Oí que el miserable se soltaba a llorar sin consuelo y pensé que tal vez enseguida el Dios le ordenaría a Pretty que me hiciera a mí lo que había anunciado para aquel infeliz.

Ya nada parecía importarme en lo absoluto.  Si ya Jordan me había reventado el culo, pues que hiciera de mí lo que le divirtiera más, que me rebanara con la navaja de Pretty, que me castrara, que me azotara, que me quemara vivo, todo iba a darme igual.  Tal vez lo único que lograría el Dios sería hacerme chillar de nuevo como un puerco.

—   Bueno chavales… – dijo Jordan calmando un poco a aquella bola de cabrones que se carcajeaban como posesos – ¿Quién quiere seguir reventándole el culo al gusano?

¡¿QUÉ?!  ¡¿QUÉ PUTAS ERA LO QUE OÍAN MIS OÍDOS?!  ¡¿A caso Jordan pretendía que aquella aglomeración de sádicos fuera a violarme también?!  ¡¿Qué putada era esa?!  Intenté levantarme de la mesa para echarme a los pies del Dios y suplicarle que no me hiciera eso.  ¡Era preferible que me entregara a Jeff para que el manteco hijoputa me torturara hasta hacerme morir!  Pero ya no tenía fuerzas casi ni para respirar.

Y para completar, seguramente al intuir que yo iba a oponer alguna resistencia, Jordan le indicó a Pretty que fuera a machacarme un poco y aquel bruto obedeció con presteza asentándome un par de puñetazos violentos en los costados, acabando de dejarme preso de una dolorosa parálisis.

—   ¡Voy yo! – gritó Ronald imponiendo su voz sobre el alboroto que armaban los chicos – ¡Así, si Jordan no esclavizó bien al gusano, lo pongo de esclavo yo, que ya quiero tener mi propio esclavo bien puto para machacarlo todos los días!

Los otros chicos volvieron a estallar en carcajadas celebrando la ocurrencia del nene y lo animaron para que fuera también a violarme.  Y el chico acogió con entusiasmo la aprobación de sus compinches, desenfundó su larga verga ya bien tiesa y dio un par de pasos poniéndose en posición muy cerca de mi culo.  Enseguida oí el ruido de una bofetada estrellándose en el rostro de alguien, al tiempo que Ronald ordenaba:

—   ¡Aparta tu hocico, gordo asqueroso, que voy a partirle el culo a este gusano maricón!

Escuché cómo la cucaracha gemía por el golpe que le había endilgado el nene al tiempo que dejaba de sentir su lengua relamiéndome mi ano.  Enseguida, sin esperar ni un segundo, Ronald se repegó a mi trasero, me agarró por los pelos obligándome a levantar mi cabeza y sin ningún miramiento me clavó su alargada verga de un solo golpe.

Esbocé un gemido hondo…ya no tenía fuerzas ni para gritar.  Aunque debo confesar que la verga del nene no me causó ni la quinta parte del dolor que sentí cuando Jordan empezó a violarme.  Pero eso sí: el sentimiento de humillación era ahora más profundo, más doloroso aún.

Ronald se dedicó a follarme exactamente igual a como lo había hecho Jordan, metiéndome su verga de una sola estocada para luego sacármela de golpe y volver a clavármela con todo el sadismo de que era capaz.  Y al cabo de un rato de estarse en esas, animado por las carcajadas de los otros chicos, se puso en la tarea de follarme a saco, causándome un terrible ardor en el ano.

Tardó demasiado en correrse el nene, a pesar de que el ritmo al que me clavaba era endemoniado.  Pero no sería fácil, para un chico que ni habría cumplido sus trece años, largar su tercer polvo en una misma jornada.  Y cuando estuvo a punto de eyacular, lo anunció a los gritos y me lo hizo saber además asentándome un puñetazo por los riñones que me estremeció de dolor.

—   ¡Joder…uffffff…que me corro….joder…joder…uffffff…me corro…uffffff…!

Creo que perdí la conciencia por unos instantes.  Cuando volví en mí, ya Ronald había soltado mis pelos y yo había caído como un fardo pegando mi pecho y mi barriga a la rústica madera de aquella puta mesa en la que me habían violado dos veces esa misma noche.

—   ¡Límpiame la verga con tu asquerosa lengua, comadreja maricona! – ordenó el nene.

Y seguramente mientras la comadreja le comía la verga a Ronald con eficiencia, sentí que la cucaracha de nuevo pegaba sus labios a mi ano y se ponía a lamérmelo con entera dedicación.  No pasó mucho tiempo antes de que otro chico se me acercara.  Esta vez era Dan, el amigo de Andy, un machito futbolero muy guapillo y muy cabrón.

Traía su polla tiesa asomándole por la bragueta de sus vaqueros y en cambio de ir a clavármela por el culo, me la ofreció para que le hiciera una mamada.  Casi me sentí agradecido con el chico, pues creí que pasaba de violarme y prefería darme la oportunidad de darle placer con mi boca.

Como pude, sobreponiéndome a los horribles dolores que me acalambraban cada músculo de mi cuerpo, abrí la boca y me dediqué a mamarle la verga a Dan de la mejor manera que podía en esas circunstancias.  Pero no me tardó mucho la ilusión de que este chico pasaba de violarme.

El muy cabrón sólo quería que se la lubricara un poco al tiempo que esperaba que la cucaracha terminara de limpiar la lefa de Ronald de mi culo repasándomelo con la lengua.  Cuando consideró que ya todo estaba listo, se situó junto a mi trasero y me la clavó de golpe, iniciando a follarme a lo bestia, con su verga bien gorda aunque no tan larga como la de Ronald.

Esta vez sí que tuve ánimos para gritar.  Aquel chiquillo cabrón había terminado de rasgarme el ano y no le importaba en lo más mínimo, pues desde la primera estocada hasta la última no paró de serrucharme con una violencia pareja, que con cada embestida me hacía sentir como si me estuvieran desvirgando de nuevo.

Terminó por correrse casi en la puerta de mi ano y como lo había hecho el otro nene, también le dio su verga a la comadreja para que se la chupara limpiándosela de los rastros de la violación.  Cuter, dócil y diligente como siempre, volvía a pegar su boca a mi culo para limpiármelo de la lefada de Dan, cuando a través del raudal de lágrimas que nublaba mis ojos, observé que los mellizos Morrison se me acercaban luciendo cada cual su poderosa verga en pie de guerra.

Uno de aquellos mantecos hijos de puta, se situó junto a mi cabeza y el otro se puso a mi culo.  Y los dos cabrones me clavaron de manera simultánea, el uno por la boca y el otro por el ano, negándome hasta la posibilidad de chillar, por tanto dolor y tanta humillación.

Atorado por la potente tranca de uno de los mellizos, obligado a mamársela con esmero, sentía que el otro manteco hijoputa estaba literalmente reventándome el culo a pollazos, destrozándomelo sin misericordia, violándome con más brutalidad y más sadismo que el que ninguno de los otros chicos había usado.

Creo que me desmayé un par de veces mientras los Morrison me violaban al mismo tiempo por la boca y por el culo.  Y cuando el que me hacía mamarle eyaculó como un caballo en mi garganta estuve a punto de ahogarme por la cantidad de semen que el maldito manteco me obsequió.  Supongo que la cucaracha se vio también en apuros para tragarse con prontitud toda la bestial cantidad de lefa que el otro mellizo había depositado en mi ano.  Y no quiero ni imaginarme las que pasó la comadreja para limpiarles la verga a esos dos hijoputas mantecos tan cabrones y tan demasiado hijoputas.

Y enseguida de los Morrison vino el maldito cabezón, que igual a como había hecho follándome la boca hacía un rato, se dedicó a darme puntazos en el ano, arrancándome chillidos que hacían las delicias de los chicos.  Los muy cabrones se reían como endemoniados al tiempo que aquel nerd inútil, intentaba violarme con una brutalidad que no hubiera podido adivinarse en su expresión de rata de biblioteca.

Después de completar los destrozos de mi ano, habiendo logrado metérmela efectivamente no más de una media docena de veces, el muy estúpido terminó de correrse sobre mis nalgas, rociándomelas con al menos cinco trallazos de semen bien abundantes.

¡Qué putada era aquella!  Yo no podía parar de llorar.  El dolor en mi culo era atroz y quería morirme…o al menos deseaba tener el consuelo de desmayarme mientras aquellos sádicos terminaban de violarme.  El castigo que se había ideado Jordan era demasiado brutal, demasiado cruel.  Y lo peor aún no venía…!qué tormento tan doloroso era ese!

Luego del cabezón Scott, el siguiente chico debió esperarse unos buenos cinco minutos hasta que la cucaracha terminó de lamerme todo el trasero, tragándose el semen de aquel maldito nerd y dejándome en condiciones para volver a ser ensartado por el ano.  Vino ahora Andy.

El muy cabrón no paraba de carcajearse.  Y cuando ya estuvo a punto mi culo para que él lo usara, no se comportó ni con un tris de consideración.  Me hundió su hermosa verga, aquella que tantas veces yo había mamado y consentido, con una violencia comparable solo con la que había usado el Morrison que me había clavado por el ano.

Y se tardó una eternidad serruchándome, haciéndome chillar, implorándole que se corriera lo antes posible.  Sus carcajadas lo obligaban a detenerse de tanto en tanto, dándome un respiro que sin embargo resultaba siendo no más que la prolongación de la tortura a la que me sometía aquel sádico del que yo había creído estar enamorado.

Debí desmayarme al menos cuatro veces mientras Andy me violaba.  Y debió pasar casi una hora para que el cabrón terminara por eyacular muy adentro de mi ano, regándome las tripas con su semen caliente como el plomo derretido.

Y hubiera querido que me dejaran en paz al menos por un par de minutos antes de que viniera el siguiente chico a violarme.  Pero el muy salido, en vez de ir a darle su verga a la comadreja para que se la limpiara, vino a dármela a mí para que fuera mi lengua la que recogiera los rastros de la brutal violación.

Ya yo no tenía ánimos para nada.  Así que sin poder evitar llorar como un condenado, abrí mi boca y me tragué la morcillona verga de Andy, que aunque roja de toda la sangre que me había arrancado del ano, aún se veía también manchada de semen y de mierda.

—   ¡Eso gusanito llorón…chúpamela bien chupada, que ya sabemos cómo te gusta mamármela! – me ordenó el nene.

Hubiera querido rebelarme y morderle la polla a Andy como había hecho con Jeff el día que me anunció que me violaría.  Hubiera querido arrancarle con mis dientes aquella hermosa verga que hasta hacía tan poco tiempo yo había idolatrado y consentido con tanto mimo y que ahora acababa de violarme con tanta saña.

Pero en cambio de eso me resigné a mamársela con suavidad, lamiéndosela con esmero para poder limpiársela muy bien y terminar por tragarme nuevamente la repugnante mezcla que evidenciaba todo el tormento que había sido para mí aquella violación tan brutal.

En esas estaba, llorando a mares y mamándole la verga a Andy, cuando sentí que otro de los chicos venía a ponerse atrás de mí.  Esta vez el turno era de Jerry, que en cambio de clavarme su verga de golpe, me la hundió despacio, como si quisiera atormentarme de una manera especial.  Y se dedicó a follarme sin prisas, agarrándome firmemente de las caderas para culear sobre mi trasero con parsimonia, hasta que terminó por eyacular bien adentro de mi culo y se salió para darle su polla a la comadreja.

¡Y acá venía lo que me faltaba!  ¡El último de aquello sádicos!  ¡El que yo menos quería que fuera a violarme!  Mientras Jerry seguía follándome el culo sin ninguna prisa, se me acercó el maldito de Wil con su verga en pie de guerra, puso su glande sobre mis labios y me dijo con una sonrisa:

—   ¡Bueno maricón, mientras el chico te parte el culo, tú puedes mamarme la verga que eso te encanta! – me espetó para humillarme – ¡Y si eres listo, hasta puedes lograr que me corra en tu boca y luego te haga el favor de dártela por el culo!

Casi le agradecí al maldito sádico que me dejara mamársela, pues supuse que si hacía que eyaculara en mi boca, iba de verdad a librarme de que me follara mi ya muy destrozado ano.  Encajé como pude su muy larga y gorda polla en mi garganta.  No me fue muy fácil, pues la verga de ese hijoputa pesado tenía una curva bien pronunciada hacia uno de los lados, lo cual me impedía tragármela sin que su glande presionara una de mis amígdalas, causándome un fuerte dolor.

No obstante, me apliqué con labios y lengua a tratar de darle placer a Wil, mientras sentía que mi ano seguía siendo penetrado por la verga de Jerry.  Y debí tardarme algo más de quince minutos mamándole, llorando sin poder contenerme, terriblemente humillado al verme en la obligación de sentir en mi boca la verga arrogante y altiva de aquel hijoputa al que tanto había odiado.

Cuando al fin logré que el cabrón empezara a estremecerse con los primeros síntomas del orgasmo, mi llanto aumentó considerablemente, pero ello no me impidió que reforzara el trabajo de mis labios y mi lengua, hasta que sentí que la verga de Wil vibraba con fuerza y empezaba a inyectarme semen a presión hasta casi ahogarme.

¡Pero maldita suerte la mía!  El maldito hijoputa se había corrido mucho antes de que Jerry terminara de follarme el culo.  Así que no tuve más opción, obligado por el mismo Wil, que mantenerme con su verga entre mi boca, chupándosela suavemente y lamiéndosela sin parar, acosado por el sádico que me daba de puñetazos en los pulmones cada que sentía que mi boca dejaba de acariciarle la polla.

Y cuando Jerry concluyó al fin eyaculando en mi culo, ya Wil volvía a tener su polla tan tiesa como si no se hubiera corrido en toda una semana.  Así que tan pronto como la cucaracha terminó de limpiarme el ano con su lengua, sin casi dejarme rastro de la lefa del otro chico, el maldito hijoputa me anunció que ahora le había llegado su turno de ir a violarme.

Creo que aguanté nada más los primeros cinco minutos desde que Wil me la clavó en el ano.  A partir de ahí tuve la fortuna de desmayarme acosado por el dolor.  Y cuando recobré la conciencia, el maldito hijoputa ya había terminado y ahora con su verga bien limpia, me la ponía en los labios y me ordenaba besársela al tiempo que intentaba reanimarme a punta de tortazos por la cabeza.  Y para evitarme que siguiera jodiéndome, no tuve más opción que hacer lo que me mandaba ese sádico y me dediqué a colmarle la verga de besos.