Guía de excursionistas

Casi me matan de placer entre las primas mexicanas.

Guía de excursionistas.

Criado en las montañas de León, soy un chico de 19 años que conoce a la perfección cualquier desfiladero de éstas. Por iniciativa del ayuntamiento de mi pueblo, me convertí en guía para excursionistas. Desde hace mucho tiempo, los visitantes a nuestro pueblo son numerosos, debido al gran interés cultural, gastronómico y paisajístico de la zona.

Un día, temprano, desde el ayuntamiento me comunicaron que al día siguiente llegarían turistas que habían elegido la opción de adentrarse en los senderos del bosque y explorar grutas. No era mi fuerte, pero sabía dónde estaban las grutas a la perfección. Y claro, dinero es dinero, así que esperé inquieto a que llegasen al pueblo esos excursionistas a los que tendría que enseñar las verdes montañas de la zona.

Por la mañana temprano apareció un minibús con 12 personas. La mayoría era chicas, y no parecían españolas. Mi inglés es bastante básico, aunque me defiendo con palabras sueltas que he ido aprendiendo en estos dos años que llevo trabajando con excursionistas. Se instalaron en el hostal del pueblo y luego se presentaron ante mí 6 chicas solamente.los demás, según me explicaron, se encargaban de estudiar fauna y flora, por lo tanto, irían con otro guía. Una de ellas, que hablaba bastante bien mi idioma, aunque con acento latino, se presentó y me puso al corriente de todo. Eran un grupo de estudiantes americanos que venían a hacer una tesis sobre grutas con lagos subterráneos. Tanto ella como otra de las chicas, eran las únicas que hablaban español, pues eran mexicanas. Las otras cuatro, nada de nada. Las chicas se veían muy bien. Al parecer, todas estaban muy buenas, unas rubias, otras morenas, pero todas estaban muy apetecibles.

Cargaron sus mochilas a sus espaldas, y salimos enseguida. Estaríamos fuera 2 días. Una noche a la intemperie, con casetas de campaña que ellas mismas aportaban y regresaríamos al pueblo al día siguiente por la noche.

El camino fue largo hasta llegar a la primera gran gruta. Una ojeada rápida y seguimos, pues el lugar no era muy hondo, y necesitaban una gruta larga, ancha y con suficientes metros de lago para sus experimentos. Caminamos entonces hacia la siguiente. Bajamos un gran desnivel y llegamos a una gruta que sí tendría las características que buscaban. La llamábamos "Gruta de la Bruja", pues las leyendas decían que allí habitaban brujas que vagaban por los bosques en la noche. Historias para asustar a niños.

Montaríamos el campamento justo a la entrada de la gruta, aunque primero querían reconocer la gruta un poco por dentro. Estábamos seguros allí, pues por esa zona es difícil ver animales peligrosos, ni cazadores, ni siquiera a alguna persona por los alrededores que fuese a pasear, dado lo abrupto del terreno.

Las chicas tenían muchas ganas de comenzar a husmear en la gruta, y tan pronto como pudieron, se internaron en ella. Yo iba el primero, seguida de Susana, la mexicana que había hablado conmigo por la mañana y con la que departí durante el trayecto hasta allí. Detrás todas las demás. Llegamos al principio del primer lago. El agua brotaba de la pared y formaba un lago, no muy profundo, pero precioso, al que todavía llegaba la luz del sol. No fue suficiente para ellas, y continuamos entrando más en la gruta. Tras unas peligrosas rocas, un gran lago se asomaba a nuestros ojos. La verdad es que era la primera vez que lo veía, pues como dije antes, las grutas no son mi especialidad, aunque sé donde están todas ellas. Las potentes linternas que traían consigo, ayudaron a iluminar el lugar. Una gran habitación de piedra se presentaba, en la que solo reinaba el lago, bastante profundo a medida que una de las chicas iba midiéndolo con un extraño aparato.

Nos quedamos en él. Las chicas comenzaron a sacar trajes de buceo de sus mochilas y a desvestirse. Mientras, yo me acomodé en una piedra a la espera de lo que fuesen a hacer. Sin saber para donde mirar con tanto cuerpo descubierto a mi alrededor, opté por mirarlas a todas. Se quitaban la ropa y aparecían bikinis diminutos. Grandes tetas eran lo que tapaban. La verdad es que casi todas tenían los pechos bastantes grandes. Solo Susana los tenía más pequeños que las demás, pero igual de apetecibles. Los culos eran todos diferentes. Grandes, pequeños, carnosos, medios… había para todos los gustos. Las chicas me estaban comenzando a poner dura la polla.

Susana se acercó a mí y me pidió que si podía ir trayendo las cosas de fuera, y montar el campamento aquí dentro, pues había espacio suficiente para las 4 tiendas de campaña. Yo no estaba de acuerdo, pero poco a poco, mientras ellas comenzaban a buscar lo que estuviesen buscando, que ni sabía lo que era, entré los bártulos, aunque con dificultad cada vez que salía de la gruta, pues parecía que nunca salía por el mismo sitio. Conseguí meterlo todo antes de que ellas saliesen del agua. Solo una de las chicas, Sam se llamaba, se quedó sin entrar al agua, sujetando una cuerda guía para las demás.

Cuando salieron, las chicas me ayudaron a montar las tiendas. Efectivamente, solo cabían 3 tiendas allí, y por lo tanto, la mía no se montó. Concluí que debería pasar la noche en el saco de dormir, fuera de una tienda. Bueno, no pasaba nada, pues allí dentro, ningún animal podría hacerme nada.

Ellas mismas prepararon una fogata, con ramas que yo había traído del exterior al meter las cosas dentro de la gruta. Un mechero y papeles, y encendió perfectamente junto con la madera. Prepararon comida de lata y cenamos. Con la luz de la hoguera, la habitación de piedra se veía preciosa. El agua aparentaba cristalina, y sobre todo, limpia. No estaba fría, más bien caliente. Era extraño, pero cierto. El agua brotaba tibia, nada de fría ni congelada, como debía ser. Ellas hablaban entre sí, y me dejaban al margen, pues mi inglés era rudimentario para una conversación. Cuando Sam, Elizabeth, Roxanne y Sandy se fueron a sus tiendas respectivas, se quedaron junto a mí las dos chicas mexicanas. Susana y Rose resultaron ser familia. Eran primas que nacieron en Estados Unidos en el seno de familias inmigrantes de México. Vivían en Florida y estudiaban Geología en la universidad, por eso estaban allí. Al ser mexicanas, se les denotaba sus raíces. Morenas de piel, pelo negro, ambas eran de cuerpo normal, no estaba ni flacas ni gordas. Rose tenía más pecho que su prima, aunque su prima era más linda de cara. Eran súper amables conmigo, elogiándome por mi físico y hasta diciendo que era guapo. Me ponía rojo de vergüenza. Y entonces fue cuando me propusieron compartir su caseta conmigo. Era pequeña, pero no habría problema para dormir los tres dentro de ella. Al principio me negué, pero tras los alegatos y los por favor de ambas chicas, acepté sin mucho que hacerme de rogar, pues me apetecía dormir calentito, junto a dos chicas, la verdad.

Primero se acomodaron ellas, y luego yo. Coloqué mi saco de dormir sobre una grande que ellas compartían. Riéndose entre ellas, me obligaron a sacar el saco fuera de la tienda y compartir el suyo. Cuando me metí, la verdad es que era grande, y cabíamos perfectamente los tres en él. Hablaban en inglés, a sabiendas de que yo las entendía poco, o nada. En esto que Rose, que era la que permanecía en el centro, se giró hacia mí, y me dijo que mejor fuese yo quien durmiese en medio, para que no pasase frio. Un calor sofocante recorría mi cuerpo. Y más, cuando Rose subió sobre mí y pasó al lado contrario, dejándome en medio de ellas. Noté sus pechos sobre el mío. Y ella tuvo que notar como mi polla estaba ya morcillona con el solo hecho de estar allí dentro con ellas dos.

See you tomorrow, se oyó desde las otras casetas, pegadas a la nuestra debido a la falta de espacio. Risas salían de ambas casetas de campaña, excepto de la nuestra. Nosotros permanecíamos callados, a la espera de que alguno rompiese el silencio. Fue Rose, quien sino, habló nuevamente. Alegando que hacía calor, se quitó su camiseta y la dejó sobre el saco, a nuestros pies. Con la luz de la hoguera transparentando a través de la tela de la caseta, pude ver como se deshacía de ella, y la arrojaba. Se metió de nuevo en el saco, y se giró sobre mí, acercándose y rozando sus tetas desnudas en mi brazo.

-"Sí, hace mucho calor, es verdad" se oyó desde mi otro lado. Giré la cabeza y Susana, apartando el saco de dormir, hizo igual que su prima. Se quitó la camiseta y arrojándola al fondo de la caseta, volvió a meterse en él. Al igual que su prima, como si estuviese planeado, giró su cuerpo dejando sus tetas, más pequeñas, al roce de mi cuerpo. Me puse muy nervioso, pues nunca me había encontrado en una situación como esa. No era mi primera vez con una mujer, pues aparte de que tengo novia, he estado con varias chicas de mi pueblo y de pueblos de alrededores, pero sí era la primera vez que estaba con dos chicas en la misma "cama", por decirlo de alguna manera.

Primero Susana colocó una de sus manos en mi pecho, sobre la camiseta. Lo recorrió del todo, y luego la pasó justo por debajo de ésta. Sus manos estaban calientes, al igual que yo me estaba poniendo, pues mi polla ya estaba en su máximo auge. Una mano se posó sobre mis pantalones, justamente sobre mi polla. Supuse que era la de Rose, y la miré fijamente. Me sonreía apoyada sobre mi hombro. Su prima seguía recorriendo mi pecho, hasta que me pidió que me quitase la camiseta, que estaba sudando. Normal, una tocándome el pecho, y la otra masajeándome sobre los pantalones mi polla erecta. Era normal que sudase. Ambas se apartaron un instante de mí y me la quité. La boté sobre las de ellas, en nuestros pies y me recosté. De nuevo Rose puso su mano sobre mi polla, y Susana recorría mi pecho. Pero una vez que llegó a mis pantalones, las llevó más allá. La metía despacio por debajo del pantalón, hasta que consiguió que yo mismo me lo desabrochase. La dejé con más libertad y metiendo la mano bajo la de su prima, agarró mi polla bajo los slips. Al darse cuenta, Rose metió su mano también del todo, y luchó con su prima por mantener agarrada mi polla y frotarla a modo de hacerme una paja. Llegaron a un acuerdo silencioso por el cual se la repartieron. Una vez cada una, mientras la otra seguía inspeccionando más abajo y masajeaba mis duros testículos. Me sentía en la gloria, pues Susana me besaba el cuello, y Rose ya besaba mi cara, mientras ambas me tocaban la polla. Rose fue la primera a la que besé. Sus tetas caían sobre mi pecho mientras Susana seguía besándome el cuello. En inglés le dijo algo a su prima, que dejó de besarme, giré la cabeza para Susana y comenzó ella entonces a besarme, recogiendo la saliva que su prima había intercambiado conmigo.

Rose mantenía entonces ella sola sus manos en mi polla. Susana recorría nuevamente mi pecho con una de sus manos, y con la otra me acariciaba el cabello. Sentí entonces unos dulces y carnosos labios en mi polla. Ni me había enterado que Rose había descendido hasta allí debajo. Un pequeño lengüetazo de bienvenida y toda para adentro. Aferraba sus labios en el cuerpo de mi polla, apretando fuertemente. Notaba sus dientes raspar suavemente el tronco de mi miembro viril al mismo tiempo que su lengua regalándome sumo placer.

Seguíamos en silencio, solo roto por las bocanadas de aire que tomaba Rose cuando sacaba mi polla de su boca, y también roto por el sonido de los besos con Susana. De pronto, llegaron a mis oídos sonidos inconfundibles. Gemidos de mujer desde fuera de la tienda. No sabía exactamente a quien pertenecían, pero seguro que lo estaba pasando muy bien.

Seguí metido en mis problemas. Rose saco su cabeza del saco de dormir, y apareció justo encima de mí. Se acomodó y ella solita, se llevó mi polla a su coñito. Sentí algo de vello cuando la cabeza de mi nabo rozó la entrada de su coñito. La insertó de golpe. Se dejó caer sobre ella nada más sentir el glande hinchado atravesando sus labios. Susana, mientras tanto, seguía besándome, acariciando ahora los dos cuerpos que se presentaban justo a su lado. Tocaba mi pecho y apretaba los pezones de su prima, mientras Rose cabalgaba ya sin poner ninguna pega a lo que su prima Susana le hacía en las tetas.los primeros gemidos se dejaron oír al cabo de un rato. No le importó que sus compañeras de universidad la oyesen, pues desde fuera, gemidos femeninos acompasaban los suyos. Susana aprovechó para tocarse mientras seguía besándome los labios. Su coñito estaba empapado cuando acerté a llegar a él con mis dedos. La ayudé a masturbarse sin que dejase de besarme, mordisqueándome los labios y chupándome la lengua como si de mi polla se tratase. Rose por el momento seguía saltando y gimiendo sobre mí, dejando que sus tetas botasen bruscamente detrás de la cabeza de su prima, que seguía pegada a mi boca. Un estruendoso orgasmo se oyó en el habitáculo cuando Rose, sin dejar de cabalgar sobre mí, apretaba el ritmo, para segundos después, acabar relajándose y hasta incluso parando de cabalgarme la polla. Indicaba que era el turno de su prima. Sin pérdida de tiempo, volvió a su lugar en el saco. Girada de costado hacia mí, comprobó como su prima Susana me montaba a igual manera que ella lo hizo instantes antes. Susana guió mi polla a su cuevita. Ésta si estaba completamente rasurada, pues ningún atisbo de vello llegué a encontrar en mi llegada con la mano anteriormente para ayudarla.

Se sentó guiando mi polla y la alojó en su interior, húmedo y caliente de excitación. Comenzó con unos movimientos circulares, que acabaron en subidas y bajadas brutales, sin importarle que pudiese hacerme daño. Mi polla salía enteramente de su coño y entraba como guiada por un sendero transparente. Y vuelta de nuevo. La hincaba lo más profundo que podía. No tardó nada en venirse, pues entre sus toqueteos anteriores, los míos y ahora la rozadura de mi polla, acabó en un orgasmo, más silencio que el de su prima, pero más virulento si cabe, pues saltaba y saltaba hasta que dijo basta, y se desplomó sobre mi cuerpo. Seguí bombeándola yo, pues el final de mi orgasmo estaba próximo. Levantando su cuerpo con mi cintura, hundía y sacaba mi polla de su coño a tal velocidad, que le dejé lleno el coño de leche sin decir nada, solo suspirando de placer y agotamiento.

Al rato se bajó. Nos besamos un largo tiempo los dos. Rose parecía estar inerte. Desnuda sobre el saco de dormir, se giró al lado opuesto de donde estábamos y se durmió.

Susana no tardó mucho en dormir también. Se seguían oyendo gemidos desde las otras tiendas, pero con menos intensidad que antes. Conseguí dormir aunque me costó mucho.

Por la mañana, cuando desperté, las chicas no estaban. Al salir de la tienda tras vestirme, me encontré con Rose, que era la encargada de agarrar la cuerda guía para sus compañeras. Tras estar todo el día seguido entrando y saliendo del agua, por la tarde, recogimos las cosas y volvimos al pueblo como si nada hubiese pasado.

Al llegar, sus otros compañeros nos esperaban en la plaza mayor del pueblo. Saludos entre todos. Lo más impactante fue ver como Susana besaba en la boca a uno de los chicos que la esperaba allí. Me di cuenta de que era su novio por lo que decían, aunque entendiese poco de inglés. Yo volví a mi casa y tuve una noche de sexo placentero y duro con mi novia.

Nunca más las volví a ver desde que me fui a casa. Al día siguiente ya no estaban en el pueblo cuando aparecí por el bar a desayunar. Pero no me importó. Nunca olvidaré lo que las dos primas mexicanas me hicieron en una de las mejores excursiones que he realizado nunca.

FIN.