GUERRERAS DE LA NOCHE. Capítulo 1

Maana, una chica de 23 años una noche se ve envuelta en una serie de sucesos que le confieren poderes extraños. Descubre, además, que no es la única: a su alrededor comienza a descubrir otras mujeres que pelean desnudas con diferentes poderes en la noche y que este mundo no es como creía que era.

Capítulo 1: Revelación en la penumbra

Ocurrió la noche después de la catástrofe. Sus secuelas fueron retransmitidas por televisión dejando un importante impacto en la audiencia. Y también un misterio.Una situación intrigante e inconclusa que, de no ser parada, involucraría a más gente: sería una masacre.

Con estos pensamientos en mente Manna apagó el televisor de su cuarto intentando serenarse. Había empezado hace poco a meditar siguiendo el consejo de una amiga para superar el estrés que le ocasionaba el caos de su vida. Ya era de noche, así que razón de más para hacerlo, pues le ayudaría a dormir. No estaba dispuesta a sufrir otra maldita noche de insomnio.

Comenzó a sentarse en la mullida alfombra a los pies de su cama. Apagó las luces para sentirse en un ambiente más íntimo y conectar con ella misma, dejando encendido únicamente el flexo de su mesita. El el ambiente en penumbra se acomodó aún más cuando cerró la ventana para desaparecer un momento de la realidad.

Cuando cerró los ojos ya sentada, se dio cuenta de que en la intimidad de su cuarto nadie podía verla, así que se desquitó poco a poco el pijama. Se deshizo de la camiseta suave, dejando sus desnudos, blancos y suaves pechos al descubierto. El tacto del aire en esa zona le dio una sensación de libertad que disfrutó.

Así, se quitó el pantalón entre cabriolas en el suelo y siguiendo esta filosofía las bragas de encaje que llevaba y que suponían su lencería más preciada. Aunque dudó en estas últimas porque se sentía insegura sin ellas por si en un momento dado entraba su madre (no tenía pestillo la puerta de su habitación) dedujo que por la hora era imposible que la reclamaran.

Este gesto se sintió muy libertador, mucho más que el del sujetador así que disfrutó de esa sensación de libertad y contacto con el mundo sin impedimentos.  Su blanquecino y esbelto cuerpo se adaptó al mullido soporte. Sus piernas poco a poco se colocaron en posición de loto relajadas y sintió un cosquilleo en el coño que le hacía contacto directo con esta. Agradeció incluso esa divertida sensación y empezó a concentrarse en su respiración y a perderse en su interior.

Sintió luego de un rato cómo su libertad aumentaba. Todas sus sensaciones se maximizaban en medio de la calma. Su relajación la envolvía y se sentía capaz de todo. Sentía que era una con su cuerpo y mente. Aprovechó el momento también para aceptarse y pactar una tregua con sus inseguridades y culpas que a menudo acudían a molestarla. Por lo menos en equellos minutos no.

Algo que nunca pasó pese a llevar meditando cerca de dos meses ocurrió. Algo que nunca había sufrido. "Este será el camino que me dijo Sofía que ocurriría", pensó.

Su ser se ramificó hacia el mundo cuando siguió avanzando. Seh undió con la realidad como un único ente. Todos los chakras  de los que tanto le habían hablado y leído parecieron alinearse. Toda negatividad desapareció en el proceso y fue consciente de que su responsabilidad para con su cuerpo y mente era hacerse feliz a ella misma. Darse el placer y el gusto de vivir. En aquel estado tan libio y vivo, abrió los ojos deseosa de hacerlo de una manera que había experimentado muchas veces.

Pero aquella iba a ser especial. Nunca se había sentido tan viva. Deseaba culminar el momento. Con parsimonia abrió los ojos y estos le revelaron una puerta adornada con el póster de un grupo de música. Bajó los ojos hacia su vientre, sintiéndolo en el proceso. Adelantó una mano y dio a parar con una vulva levemente mullida con forraje negro. Sabía qué botón accionar y sonrió. Avanzó en su humedad con los dedos preferidos y al rato se vio entera zambullida en el ritual de acariciar su entrepierna a una velocidad pasmosa mientras sentía cada una de los nervios en un intenso placer difícil de describir.

Nunca había llegado a estándares tan altos. Sintió como si algo se abriera en ella. Floreció. Otra vez algo en ella se abría. Su coño. Pero era tan placentero… Luego se dio cuenta de que no era el chocho. Era algo diferente, como dentro de él. Pero no podía dejar de parar.

Las puertas al cielo se le estaban abriendo y no estaba dispuesta a parar. Incluso si moría y nunca más estuviese con su familia. Sin duda aquello sería el cielo o lo que los budistas llamaban nirvana. Percibía todo con mayor exactiud. Percibía la verdad. A medida que ese algo se abría iba siendo más consciente de todo. Del mundo. Del universo. De la realidad. Cerrando los ojos de nuevo se concentó en lo que experiementaba.La sensación de lejos más feliz de su vida donde todo lo mundano lo dejaba atrás.

Su mente catapultó su consciencia frente a su cuerpo. Se veía a ella misma mientra se masturbaba y pudo ver claramente qué es lo que sentía abrirse en su vulva: un ojo. Se sorprendió pero no asustó. De hecho de alguna manera sabía qué era aunque no lo pudiese explicar por mucho que lo intetnar. Tenía esa intuición Era lógico de alguna manera. Después de eso ,al llegar al mayor orgasmo de su vida, le pasaron imágenes aunque claras demasiado rápidas para que pudiese interpretarlas.

En la albfombra con la mano metida en su vagina seguía impulsos de pura satisfacciónr agitando el cuerpo. Se contentaba con el placer. Este parecía no calmarse dando luego a una sensación donde estas alucianciones aumentaban su rapidez. La cabeza entonces  comenzó a darle vueltas y de repente todo se volvió confuso y extraño.  Era demasiado rápido para ella. Perdió el punto de apoyo con el mundo físico y psicológico mientras el placer la abandonaba. El ojo se cerraba. Llegó a un punto donde el cuerpo y la mente no respondían a sus órdenes. Un huracán de sensaciones la envolvió y arrastró por un mar de agiitación y desesperación que llegó tan pronto como el placer anterior.

Se asustó como nunca. Sintió el ojo cerrarse con la misma parsimonia como se había abierto.

A estas alturas ya no tenía claro nada y le surgieron tantas preguntas y tan pocas respuestas que sintió que existía y no existía a la vez.

Llegó al umbral  máximo  de dolor rprovocado por el mareque podía soportar y lo traspasó. Lo demás fueron gritos y sudores que se paseaban como calambres en su cuerpo y mente aunque no tenñia tan claro su distinción en ese momento

Algo produjo un estruendo en el cuarto. Entonces escuchó una puerta abrirse de repente y vió mientras su mirada se alejaba en una oscuridad total a su madre que acudía asustada al rescat con el semblante blanco y expresión de preocupación. Después de eso perdió la consciencia. Su cuerpo blanquecino se desmayó en la postura de luto y la mano en el coño demasiado húmedo que había mojado con su contenido lunos centñimetros alrededor

"Nooo… mamá.. qué vergüenza". Fue lo que pudo formular antes de desvanecerse.

La madre la cogió en brazos mientras sollozaba entrañada.

Se despertó en una cama de hospital recordando sus últimos momentos conciente y le asedió una verguenza increíble. Pero se sintió aliviada al no tener más sudores ni mareos. Estaba vestida con una bata blanca del centro de salud.

Como un aviso, algo en su interior le alertó de que alguien iba a cruzar el umbral de la puerta cerrada Momentos después asó lo hizo su una doctora. Aunque lo sintió natural, aquello era sorprente: ¿Habría predicho lo que iba a ocurrir?

La sanitaria le informó en su paseo rutinario de que no había nada que temer y de que nada habían encontrado. Su salud era perfecta.

-Verás... No hemos encontrado nada que indique enfermedad pero tampoco ningún indicio de lo que provocó aquel malestar.

Maana, aunque con el recelo que la caracterizaba, pues era bastante tímida(y más con aquellos temas), muy a su pesar y por el bien de su salud accedió por su parte a relatarle lo ocurrido. Al menos los detalles de aquel avergorzante suceso que su madre sin duda les habría trasladado.

Un grito melancólico pidió ayuda desde el pasillo. La doctora giró la cabeza en su dirección.

-Perdona... voy a ver. Ahora me lo cuentas con pelos y señales ¿vale?

Un par de minutos después algo entró por la ventana de una manera silenciosa. Maana la miró: Era una mujer desnuda. A la vez que se asustaba se preguntó con horror cómo habría escalado. ¿Acaso estaba en un psiquiátrico?

-¿Qué... qué eres...?- Interrogó la enferma mientras contemplaba con asombro y horror cómo esa cuarentona de flacuchos muslos y pelo corto se acercaba a ella.

Cruzó una mirada con ella antes de responder.

-Vamos. Debo llevarte a un lugar seguro. No te pueden descubrir.

-¿Qué estás diciendo? ¿Por qué?- Mientras retrocedía en su cama hacia la cabecera se aferró a una de las patas de hierra que la sostenían... Y la dobló.

-Esa es la explicación.- Expresó a modo de respuesta Rápido, que viene la médica.

FIN

Continuará...