Guerreras 4

La historia sigue

Guerreras 4

ARTEMIS

Desperté en una cama gritando el nombre de mi amada que no era otra que Hilda, lo último que recuerdo antes de perder el conocimiento fue a Hilda ensartada por la lanza de Ares, una angustia se empezó a apoderarse de mí y las lágrimas dificultaban mi visión.

Reconocí la habitación, era la habitación que se usaba después de utilizar el manantial curativo, en esa habitación se dormía hasta acabar el proceso de recuperación, no me había dado cuenta de que había más personas allí, una era mi reina y la otro Hermes, pero no reconocía a la tercera.

Yo- ¿Dónde está Hilda se encuentra bien?

Freya- Hilda tiene una herida de gravedad, pero su vida no corre peligro.

Hermes- Artemis te presento a la diosa Freya y reina de las valquirias.

Yo- Perdone mi falta de decoro diosa Freya(avergonzada).

Freya- No pasa nada y puedes tutearme, fuiste muy valientes enfrentando a un dios desarmada.

Yo- Gracias diosa Freya, ¿puedo ver a Hilda?

Hipólita- Si, pero esta dormida procura no despertarla.

Salí de la habitación aunque las heridas estaban curadas, todavía notaba el cuerpo dolorido, ¿cómo pudimos salir tan bien paradas de un enfrentamiento contra Ares?, llegue a la habitación donde descansaba mi amor, aunque dormida y un poco pálida estaba viva y eso me hizo sumamente feliz.

Yo- ¿Cuándo despertará?

Hipólita- No lo sabemos, la lanza de Ares tenía algún conjuro que le impide despertar, todo dependerá de ella y su fuerza de voluntad.

Me acerqué a ella y le di un tierno beso en la frente, después le dije al oído susurrando lo mucho que la quería y que ardía en deseos de volver a estar con ella, me quite uno de mis brazaletes de amazona y se lo coloque en el brazo izquierdo, ese sería nuestro enlace, así sabrá que siempre estará en mis pensamientos.

Me di media vuelta y les pregunté.

Yo- ¿Cómo pudimos salir con vida?, nos tenía a su merced.

Freya- Ares no quería mataros, solo quería información, no se habría atrevido a matar a ninguna de las dos, sabiendo que el Olimpo y Asgard se les echarían encima.

Yo- ¡Vi como Ares ensartaba a Hilda!

Hermes- Freya sujeto la laza de Ares impidiendo que se clavara más profundo en el cuerpo de Hilda, y yo utilice mi gran velocidad para golpear a Ares y provocar su huida, después os trajimos aquí.

Freya- Tenemos un grabe problema, Fenrir odia profundamente a los Asgardianos y a los forasteros más aún, con la única que tiene un vínculo es con Hilda.

Yo- ¿Cómo es eso posible?

Freya- Fenrir crió a Hilda, en Asgard en las familias nobles había una ley que prohibía tener gemelos, creíamos que ese hecho destruiría a la familia noble por las luchas que podían surgir entre los hermanos.

Yo- ¡Que hicieron con Hilda!

Freya- La abandonaron en el bosque a su suerte, habría muerto de no ser porque Fenrir la encontró, y la crió como si fuera su hija, y es la única que podía recuperar el fragmento de la lanza, no se lo dará a nadie más.

Yo- ¿Entonces como acepto custodiarla si os odiaba tanto?

Freya- Fenrir comprendió que esa lanza ponía en peligro a su hija, por ese motivo acepto custodiarla, tendrás que convencer a Fenrir que eres la pareja de Hilda, para eso llevaras su capa, de esa forma Fenrir al olerla sabrá que dices la verdad.

Yo veía que ese plan hacia aguas por todas partes, pero cualquiera le decía que no a esa mujer, si había sido capaz de igualar la fuerza de Ares no era moco de pavo, fui a la habitación donde descansaba Hilda y le dije que se reuniera pronto conmigo, antes de terminar en el estómago de su padre.

Freiya llamo a Heimdall y este activo algo a lo que llamaron Bifröst (puente de arco iris), con eso viajamos desde la isla de las amazonas hasta Asgard, cuando llegamos me quede maravillada, Asgard era como una isla flotante con una cascada que rodeaba toda la isla, tenía edificios de distintos tamaños, pero todos brillantes y muy bonitos, el más grande era el palacio de Odín padre de todos, también tenía partes con frondosa vegetación, yo tendría que ir allí para encontrarme con Fenrir.

Freya me llevo al campo de entrenamiento de las Valquirias para qué podría asearme y descansar un poco, mi recibimiento no fue nada caluroso, más bien fue extremadamente frió, no me importo en absoluto, yo no estaba allí para hacer amigos, sino para cumplir con la misión, pero no todas las valquirias fueron ariscas conmigo una de ellas se acercó y era la misma imagen de Hilda, pero con el pelo dorado, se puso en frente mía y me pregunto.

Flare- ¿Cómo se encuentra mi hermana?

Yo- Tiene una herida de gravedad, pero su vida no corre peligro.

Flare- Mi hermana es fuerte, ella vivió donde otros habrían perecido.

Me toco el hombro para darme ánimos y siguió con su entrenamiento, su calidez era igual al de Hilda, y eso me hacía pensar más en ella, no podía quitarme de la cabeza como estaría y cuando se despertaría, en ese momento que estaba absorta en mis pensamientos una mano toco mi hombro.

Brunilda- como te encuentras Amazona, tu reputación te precede muy pocos son capaces de enfrentarse a un dios y vivir para contarlo.

Yo- Tengo entendido que de no ser por la intervención de los dioses Freya y Hermes no habríamos salido con vida.

Brunilda- Pudisteis soportar el famoso estallido de guerra de Ares, esa es toda una hazaña, ahora procura descansar comer bien, Fenrir no será un adversario fácil.

Yo- ¡No mataré al padre de Hilda, intentaré razonar con él!

Brunilda- ¡Veo que no te lo han dicho!

Yo- ¿Decirme que?

Brunilda- Fenrir es un lobo gigantesco, capaz de comerse ejércitos enteros de un bocado, su pelaje es tan duro que ni las más afiladas lanzas y flechas puedes traspasarlo y su mirada es capaz de congelar de terror el corazón del más valiente de los guerreros, sin contar con sus patas capaces de aplastar edificios.

¡Si pensaba animarme lo había conseguido!, me metí en mi habitación y después de ducharme con agua fría porque decían que era bueno para cerrar los poros después de sudar, me tumbe en la cama y cogí la capa de Hilda, tenía su olor y gracias a eso no me sentí tan sola, prepare algo para cenar y prepare todas mis armas y armadura para salir en cuanto saliera el sol.

Dormí poco esa noche, me venía una y otra vez la visión donde veía a Hilda ensartada por la lanza de Ares, después de la última pesadilla ya no pude dormir más y le empecé a dar vueltas a la cabeza de cómo se encontraría Hilda y si pronto la tendría entre mis brazos.

Me levante y después de pasar por el baño me prepare un buen desayuno, para pelear lo mejor es tener el estómago lleno, después me empecé a equipar, según Brunilda las flechas no traspasaban su endurecido pelaje, pero yo no portaba flechas cualquiera, habían sido forjadas por los dos herreros más capaces del universo, alguna diferencia tendrían que marcar, aunque en mi interior deseaba no tener que utilizarlas contra ese lobo.

Los primeros rayos de sol empezaron a entrar por la ventana, yo ya estaba preparada y lista para partir a recuperar uno de los pedazos de la segunda lanza, tenía un caballo fuera del edificio esperándome para que lo montara, era un macho, en la isla de las Amazonas siempre montábamos yeguas.

La verdad que el caballo no puso ninguna objeción, me dispuse a tomar el camino que me habían indicado hasta llegar al bosque donde se encontraba la cueva donde vivía ese gigantesco lobo, dato que se le olvidó comentar a todo el mundo.

Durante el trayecto hacia el bosque me fui encontrando con personas que me miraban con desconfianza, yo no era Asgardiana y tampoco una Valquiria, pero llevaba la capa de una de ellas y de alto rango ni más ni menos.

De repente empecé a vislumbrar la entrada al bosque, era un poco oscuro comparando con los bosques que había en la isla de las amazonas, pero era bonito, al entrar de repente empecé a sentir una presencia totalmente intimidante y llena de ira y violencia, creo que me estaba acercando a la guarida de Fenrir, el padre de mi amada.

Más me valdría no hacerle nada si no quiero que Hilda no me vuelva a dirigir la palabra, estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no vi venir una enorme rama que había sido lanzada deliberadamente sobre mí, pude agacharme lo suficiente para esquivarla echando el cuerpo para atrás.

El caballo se asustó tirándome de encima de él cayendo al suelo, cogí mi arco y una flecha, no tenía intención de usarla, pero por si acaso, entonces escuche un rugido y una voz totalmente intimidante.

Fenrir- ¿Qué haces en este bosque mortal?

Yo- ¡He venido a por el pedazo de la lanza que tus custodias, Odín corre peligro!

Fenrir- ¡Muchos me han contado ese cuento, me tomas por tonto!

Entonces pude oír como Fenrir olisqueaba detrás de unos grandes árboles y me dijo.

Fenrir- ¡Que haces con la capa de mi hija que le has hecho!

Yo- No le he hecho nada, yo amo a tu hija y ella me lo ha prestado porque le han herido.

Fenrir- ¡Mientes mortal y esas mentiras te van a llevar a mí, estómago!

Yo- ¡No miento todo lo que digo es verdad!

Para ser tan grande se movía muy deprisa para cuando me di cuenta de sus intenciones, solo me dio tiempo a soltar el arco y desenvainar la espada sujetándola a lo alto, Fenrir lanzo un bocado con el que me atrapo entre su lengua y su paladar.

Fenrir- Estas a punto de terminar en mí estómago, tus mentiras te han condenado, as hecho daño a mi hija y te comeré como castigo.

Yo- ¡Si subes la mandíbula mi espada se clavara en tu paladar hasta llegar a tu cerebro, morirás!

Fenrir- ¡Antes te aplastaré entre mis dientes!

Yo- ¡Ya lo veremos!

Estuvimos un buen rato en esa postura, el que antes se cansara y bajara la guardia estaría muerto en el instante, de repente se escuchó un grito proveniente del cielo que decía, ¡no papa para Artemis es mi amor, no le hagas daño!

Fenrir movió la cabeza y es cuando pude verla, era Hilda montada en un caballo alado con la armadura reluciente y más guapa que nunca, no pude contener las lágrimas, en ese momento Fenrir bajo la cabeza hasta el suelo y me dejo salir de su boca, en cuanto tuve a Hilda en frente la abrace, ella también me abrazo dándole igual todas las babas que Fenrir me había depositado después de todo el tiempo que estuve dentro de su boca.

Yo- Como esta Hilda, estaba muy preocupada.

Hilda- Mejor, la herida no se ha curado del todo, pero ya no tengo fiebre, he despertado hace unas horas.

Yo- ¡Y que haces aquí y no en la cama descansando!

Hilda- Cuando me he enterado de que vendrías a donde papa tu sola me morí de miedo, sabía que no te creería y llevar mi capa agravaría todo mucho más.

Yo- ¡No te equivocas!

Yo- ¿Cómo has conseguido romper el conjuro de la lanza de Ares?

Hilda- Circe lo ha roto para que pudiera venir.

Hilda estaba muy débil y le fallaron las piernas, la cogí en brazos y la metí en la cueva de Fenrir, encendí un fuego y la tumbé cerca de él, de repente vi como el gigantesco lobo menguaba hasta tener el tamaño de un lobo normal.

Yo- Me gustas más así

Fenrir- Te debo una disculpa, he estado a punto de matar a la persona que mi hija ama, no me lo habría perdonado en la vida.

Yo- No te preocupes.

Hilda estuvo durmiendo un par de horas, tiempo en que me dedique a poner en antecedentes a Fenrir, después de escucharlo todo decidió que nos estregaría su parte de la lanza y que en la futura batalla lucharía al mi lado y al lado de la única Asgardiana que apreciaba Hilda, después salió a cazar algo para que comiéramos, la verdad es que yo tenía hambre.

Hilda despertó y se me quedo mirando.

Hilda- Nos fue de un pelo, si Ares llega a clavar la lanza unos centímetros a la derecha, no lo abría contado.

Fui a decir algo, pero no me dejo, levantando un poco su cuerpo se acercó a mí y me beso, ese beso me supo a gloria, al separarnos vi que Hilda tenía un brillo muy especial en sus ojos, nos empezamos a desnudar y entonces le dije.

Yo- Ya nos podemos dar prisa porque como vuelva y nos pilla con las manos en la masa esta vez me come seguro.

Hilda se partió de risa haciendo un gesto de dolor y agarrándose la parte donde Ares le hirió, la luz que proyectaba el fuego hacia que su cuerpo se viera más hermoso que nunca, entonces Hilda se tumbó en el suelo al lado del fuego y yo me puso sobre ella, empece a besarle la boca, después fui bajando por el cuello cosa que le arranco un suspiro y termine llegando a una de las partes de su anatomía que más me gustaban, sus pechos.

Tenía los pezones duros como piedras y cada vez que los chupaba ella emitía un gemido que me calentaba todavía más, mi mano se deslizó hasta llegar a su peludo coño, lo tenía totalmente encharcado así que no me costó nada meterle dos dedos en él, pego un grito que lo tuvo que oír hasta el propio Odín.

Mientras tanto yo seguía torturando sus pezones con mi lengua, con mis dientes y labios y con mi otra mano, los gemidos de Hilda cada vez eran más fuertes y su respiración más acelerada, no tardo mucho tiempo en llegar al orgasmo, decidí bajar a comerle el coñito a mi amor, después de lo que había pasado quería que sintiera todo el placer que pudiera proporcionarle, su olor y su sabor eran divinos.

Hilda quería comerme el coño a mí también así que decidimos hacer un 69, es una de las posturas con las que más disfrutamos las dos, recibir placer mientras le das placer a la otra persona es una sensación indescriptible.

Hilda llegó al orgasmo y lo grito, pero también vi un gesto de dolor en la parte donde tenía la herida, aunque yo no me había corrido no quería que la herida se volviera a abrir corriendo el riego de que cogiera una infección, Hilda no estaba de acuerdo y tumbándose en el suelo me ordeno que colocara mi coñito en su boca que quería comerse toda mi corrida.

La verdad es que tenía una boquita increíble y tuve que meterme la mano en la boca para no gritar, no quería acabar en el estómago de ese lobo, no tarde mucho en correrme, Hilda no me soltó hasta que sorbió la última gota de mis flujos, terminamos la sesión de sexo haciendo esa tijera que tanto nos gustaba a las dos, nunca me cansaré de sentir ese coño suave y esponjoso rozándose con el mío, estuvimos un buen rato jadeando mientras nos mirábamos la una a la otra con un deseo incontrolable.

Nos dormimos abrazadas la una a la otra con solo las llamas de fuego como compañía y fuente de calor, al despertar estábamos tapadas por la capa de Hilda, y Fenrir estaba sentado en frente nuestro mirándonos.

Fenrir- ¿Lo habéis pasado bien?

Yo- Fenrir yo.

Fenrir- No te preocupes, Hilda es feliz a tu lado y por mí está bien, eso es lo único que quiero.

A su lado tenía un trozo de cuero, al abrirlo apareció la mitad de la lanza de Gungnir, según nos dijo Hilda Brunilda pasaría a recogerla para llevarla al palacio de Odín, nosotras nos encontrábamos ablando y riendo, hacia días que no habíamos podido hacerlo.

Fenrir se encontraba dormido entre las dos, yo empezaba a dudar de que estaría dormido según por donde fuese la conversación movía las orejas, a mí me hacía mucha gracia y Hilda me tapaba la boca aduciendo que Fenrir tenía mal despertar.

Pasaron unas horas y salimos a esperar a Brunilda, esta apareció y le entregamos el trozo de la laza, nos felicitó y cuando se disponía a irse Fenrir salió de la cueva hecho una fiera adquiriendo su verdadero tamaño.

Hilda- ¿Qué pasa Fenrir?

Fenrir- ¡Esa no es Brunilda!

Yo- ¿Cómo lo sabes?

Fenrir- ¡Conozco el olor de todas las personas cercanas a Hilda y ese olor no lo conozco!

Brunilda- Así es chucho pulgoso, tienes razón.

La imagen de Brunilda empezó a desvanecerse y en su lugar apareció la de un hombre al que tanto Fenrir y Hilda nombraron como Loki, moviendo la mano despidiéndose desapareció llevándose el trozo de la lanza.

Continuará.