Guerreras 3

La historia sigue

Guerreras 3

HILDA

Me despertó una brisa que entro por la ventana y entonces lo vi, un pájaro negro con ojos del mismo color de la sangre que nos observaba enseguida desperté a Artemis.

Yo- ¡Despierte Artemis estamos en problemas!

Artemis- Que ocurre Hilda (medio dormida)

Yo- Uno de los sirvientes de loti nos vigila, pero noto algo raro en él.

Artemis- ¡Yo también noto algo extraño!

Yo- ¡Ese pájaro emite aura de combate y es el aura más violento y belicoso que haya sentido en mi vida!

Artemis- Solo existen unos seres que tengan esa clase de aura y si estoy en lo cierto estamos en problemas.

Yo- ¿Qué seres son?

Artemis- ¡Se llaman Berserkers y son los soldados del dios de la guerra Ares!

De repente vimos como ese pájaro se convertía en un hombre, pero no era un hombre normal, parecía estar en trance y sus ojos destilaban un odio extremo, justo nos dio tiempo a levantarnos de la cama y de un movimiento rápido cogió a Artemis por el cuello y la estampo contra la pared intentando estrangularla mientras emitía extraños gruñidos.

Intente hacer que la soltara, pero era imposible, desenvaine mi espada, sé la clave de esa forma conseguí que soltara a Artemis, pero lo más extraño fue que ese hombre se levantó como si nada y no sangraba, Artemis cogió su arco y lanzándole dos flechas lo clavo contra la pared, entonces de un corte de mi espada le corte la cabeza a ese ser.

El cuerpo dejó de moverse y se empezó a degradar enseguida, solo quedando los huesos y un poco de carne, mire a Artemis sin entender nada.

Artemis- Normalmente los guerreros de Ares son guerreros que han sido imbuidos con el poder de Ares de ahí esa aura belicosa y llena de ira, este sin embargo parece que ha sido un guerrero muerto que le han concedido una vida efímera para acabar con nosotras y recuperar el trozo de la lanza.

Yo- Pero nosotras no la tenemos.

Artemis- ¡Eso Ares no lo sabe, tenemos que ir a la isla de las amazonas, no nos lo han contado todo!

ARTEMIS

Los Berserkers son guerreros que al estar imbuidos con el poder de Ares tienen una fuerza sobrehumana, comparable a las de las Amazonas y por lo que he visto también comparada a la fuerza sobrehumana que tienen las valquirias, cogimos los restos de ese ser y nos dirigimos a la isla de las Amazonas para poder consultar a los dioses desde el templo de Zeus.

Con las sandalias llegamos enseguida Mi reina me estaba esperando y nos llevó al templo de Zeus, entonces la cabeza de una de las estatuas cobro vida.

Zeus- ¿Qué os trae por aquí?

Yo- Tenemos la sensación que no nos lo habéis contado todo, ¿por qué nos ha atacado un Berserker de Ares?

Hilda- Además de que la primera forma que ha adquirido era la de un pájaro de ojos rojos que son sirvientes de Loki el dios del engaño nórdico.

Entonces la cabeza de Zeus miro a mi reina y esta empezó a explicarnos que es lo que pasaba.

Hipólita- Según hemos podido averiguar Brunilda y yo, Ares y loti han colaborado para rescatar a Cronos del tártaro y devolver el poder a Surt con la condición de que les ayuden a conseguir el olimpo y Asgard.

Yo- ¿Y creéis que en cuanto Cronos y Surt obtengan todo el poder traicionaran a Ares y loti no es así?

Zeus- Creemos que utilizaran los cuerpos de Ares y Loki como receptáculos para poder volver, puesto que solo queda su esencia, el cuerpo físico de los dos fue destruido como forma de precaución.

Hilda- ¿Cómo podremos luchar contra dos dioses?

Yo- ¡Hilda tiene razón, somos una Amazona y una Valquiria, nuestra fuerza es superior comparado con la de los mortales, pero ni nos acercamos al poder de un dios!

Zeus- Para eso habéis sido obsequiadas con esas armaduras y las armas, las armaduras están hechas del mismo metal que la de los dioses, y blandís su mismo acero, sois las elegidas, a Odín y a mí nos están drenando la fuerza y no sabemos cuanto duraremos, la realidad es que habéis sido elegidas por la Lanza Trium y por la Lanza Gungnir.

Zeus se desvaneció y su estatua volvió a tener otra vez la cabeza esculpida en el mármol, mire a mi reina y esta estaba con un semblante serio, que loti y Ares estuvieran involucrados no era nada bueno.

Nosotras decidimos volver a nuestra casa de Atenas utilizando las sandalias de Hermes para descansar un poco, pero antes hemos pasado por la biblioteca de la isla de las amazonas para encontrar el plano del laberinto del minotauro.

Hilda- ¿Con este plano estaremos a salvo?

Yo- ¿Por qué lo dices?

Hilda- He escuchado que si te pierdes en ese laberinto no vuelves a salir nunca más.

Yo- Por eso nos llevamos este plano original de Dédalo, el creador del laberinto.

Al llegar a nuestra casa, las dos nos hemos duchado y preparado algo para comer, después de recoger todo me he tumbado en la cama para echarle un vistazo a ese plano la verdad que parece complicado, es el plano de un genio hecho para que solo lo pudiera entender él.

Hilda ha entrado en la habitación y me ha empezado hacer una especie de masaje, la verdad es que me estaba relajando muchísimo y apunto he estado de terminar dormida, hasta que la parte que ha empezado a masajear a continuación no era otra cosa que mis glúteos.

La sensación ha sido muy agradable no he podido evitar empezar a gemir, instintivamente he abierto las piernas para que Hilda pudiera acceder mejor a esa zona, de repente he notado como caía a mi espalda un líquido de la textura del aceite, pero caliente, Hilda ha bajado sus manos hasta la planta de los pies donde me ha dado uno de los masajes más placenteros que he recibido en mi vida.

Según subía por mis muslos yo he abierto todavía más mis piernas y cuando sus manos impregnadas en ese caliente líquido han hecho contacto con mi coño casi me corro, Hilda me ha hecho darme la vuelta, ha vuelto hacer la misma maniobra de antes echando el líquido caliente sobre mis pechos.

La sensación de notar en mis pechos ese líquido caliente y espeso como la miel ha sido increíble, pero mucho más lo ha sido cuando ha empezado a palpar y estrujármelos con un cariño y delicadeza que han conseguido que me emocionara, después de estar un buen rato masajeándome esa zona ha ido bajando despacito hasta llegar a mi coño, un coño poblado por un bello de color negro bien recortado y que a Hilda la vuelve loca.

Hilda después de echarse ese líquido espeso en las manos ha empezado a masturbarme de la manera más delicada y cariñosa el clítoris, nunca antes nadie me había proporcionado tanto placer con una caricias, ha seguido por un rato hasta que al palpar mi vagina se ha dado cuenta de lo encharcada que estaba, ha metido primero un dedo y después dos.

El placer de sentir siendo estimulada en las dos zonas a la vez ha hecho que explote en un orgasmo fuerte que ha hecho temblar cara célula de mi cuerpo, lo uncí que he podido hacer después es suspirar y sonreírle porque la vista la tenía borrosa por el placer recibido.

Hilda se ha tumbado a mi lado y poniéndose a mi espalda hemos hecho la cuchara.

Yo- ¿Hilda no quieres que te alivie yo a ti?

Hilda- No Artemis, descansemos ya tendremos tiempo para que me devuelvas el favor y me mates de placer.

La verdad que después de ese grandísimo masajito dormí como un tronco, al despertar Hilda estaba en la cocina preparando algo de comer, como ella dice no se puede ir a combatir con el estómago vació, las dos estamos tranquilas, comemos en un ambiente muy bonito, me siento muy cómoda a su lado, me estoy enamorando y me da mucho miedo porque esta misión es tan peligrosa que cualquiera de las dos podríamos morir y eso me aterra.

Hilda tiene una intuición prodigiosa y se da cuenta de que algo me preocupa y me anima a compartirlo con ella.

Yo- no sé cómo empezar, Hilda me estoy enamorando de ti a pasos agigantados y estoy sintiendo algo que no he sentido en mi vida miedo a perderte.

Hilda- Yo también siento ese miedo, llevo enamorada de ti desde el primer momento que te vi.

Entonces me he levantado y nos hemos besado, cuando nos hemos separado numerosas lágrimas recorrían mis mejillas y las suyas entonces me ha tranquilizado.

Hilda- mientras combatamos juntas no pasara nada.

Yo la sonreí y asentí con la cabeza, cuando esto terminara me gustaría estar con ella, pero no sé si nos lo permitirán, bueno ya nos preocuparemos de eso cuando llegue el momento.

Tenemos el plano y ya estamos vestidas, he cogido mi arco, las flechas la espada, cuchillos y el escudo, Hilda por su parte ha cogido cuchillos como yo el escudo y dos espadas, me ha mirado y me ha dicho que es mejor usando una espada que un arco.

Colocadas las sandalias nos hemos dirigido a Creta, más exactamente a la ciudad de Cnosos, según el plano allí se encuentra la entrada al laberinto, en el plano pone la posición exacta de la entrada, pero han pasado dos mil años y seguro que no esta a la vista.

Me temo que tendremos que bajar a las cloacas y buscarla allí, el olor es nauseabundo, Hilda me mira como si quisiera estrangularme, al fin hemos llegado al punto donde debería de estar la entrada, pero nos hemos encontrado un muro.

Hilda ha empezado a golpear el muro intentando encontrar una zona de este que estuviera hueco, pero el muro parecía ser grueso y no ha servido, entonces ha empezado a notar que a través del muro se notaba una ligera brisa, al fijarnos en esa parte del muro había un escudo grabado, pero estaba cubierto de moho y no se podía ver bien, al quitar el moho nos hemos dado cuenta de que era el escudo de Dédalo.

Hemos empezado a empujar y de repente se ha abierto una especie de puerta que nos ha llevado a un especie de pasadizo, al entrar había dos antorchas que hemos prendido y hemos empezado a caminar por ese pasadizo que parecía no tener fin.

Mirando el plano hemos decidido ir por la parte más larga, tardaríamos más, pero en ese camino encontraríamos menos trampas, llevaríamos unas cuantas horas andando cuando hemos empezado a oír unos gruñidos que venían del final del pasadizo, hemos empezado a correr y al llegar al final nos hemos encontrado en una especie de sala donde se encontraba el minotauro rodeado de Berserkers como el que nos había atacado a nosotras.

El minotauro parecía estar malherido pues estaba sangrando mucho, pero seguía luchando valientemente para defender el trozo de lanza que le correspondía defender, he cogido mi arco y he empezado a lanzar las flechas de modo que nos abriera paso a trabes de esa horda violenta y llena de ira asesina, de repente hemos visto como el minotauro ha hincado la rodilla en el suelo escupiendo sangre, cuando uno de los Berserkers ha intentando decapitarlo Hilda le ha cortado el brazo y de un corte ha hecho retroceder al Berserker.

Las espadas y flechas forjadas por Efesto y Sindri eran una maravilla, una espada convencional se hubiera partido al golpear la armadura gruesa que llevaban esos guerreros, Hilda y yo nos hemos puesto a cada lado del minotauro, este cogiendo su hacha se a dispuesto a luchar a nuestro lado.

Yo he guardado mi arco para ahorrar flechas y con la ayuda del escudo y la espada me he puesto a combatir, los Berserkers eran muy fuertes, pero ese estado de trance les hacía poco juiciosos y atacaban por instinto, descuidaban la guardia y eso aprovechamos Hilda y yo para ir acabando con ellos uno a uno.

Nuestras espadas traspasaban sus armaduras sin ningún tipo de problema, pero el handicap era el número desorbitado de ellos, el minotauro nos a señalado un pasillo que llevaba a otra sala, ese pasillo era muy estrecho y eso me trajo a la mente la batalla de las termopilas, donde un ejército reducido planto caro a un ejército muchísimo mayor.

Yo- ¡Hilda nos colocaremos aquí y no dejándoles pasar con los escudos les atacaremos con las espadas!

Entonces el minotauro apareció con dos lanzas que brillaban como si fueran de oro, ya estábamos preparadas para el envite, los Berserkers empezaron a chocar contra nuestros escudos y nosotras los acabábamos con las lanzas, pero las fuerzas empezaron a flaquear y nos iban ganando terreno.

El minotauro colocó su espalda contra la nuestra y de ese modo pudimos seguir aguantando durante un rato largo más, al final decidimos entrar en la sala pues era imposible acabar con toda esa horda, al entrar en la sala el minotauro hablo.

Minotauro- ¿Habéis venido a por el pedazo de la lanza no es así?

Las dos nos quedamos perplejas, no sabíamos que los minotauros pudieran hablar.

Hilda- ¿Hablas?

Minotauro- Si, pero nadie se ha quedado nunca a comprobarlo, siempre han intentado matarme.

Yo- ¿Aunque tengamos el pedazo de la lanza como vamos a salir de aquí?

Minotauro- Esta sala tiene un pasadizo que solo yo conozco y os llevara a la superficie.

Yo- ¿Y tú?

Minotauro- Yo me quedaré aquí conteniéndolos.

Hilda- ¡Morirás!

Minotauro- ¡Cumpliré con mi deber, marchaos rápido esa puerta no aguantará por más tiempo!

Con una tristeza enorme por saber que el minotauro moriría seguro salimos de ese túnel a la superficie, salimos a una especie de montaña y de repente se escuchó un estruendo y toda la montaña se vino abajo, sepultando a todo ser que se encontrara en el laberinto.

No nos dio tiempo para lamentarnos porque de todos los sitios aparecieron Berserkers, pareciera que tuvieran la capacidad para detectar el fragmento de lanza, nos rodearon, cuando pensábamos que había llegado nuestra hora, un rayo callo del cielo y una luz cegadora se abatió contra los Berserkers, la unión de esas dos fuerzas colosales incineraron hasta el último átomo de los Berserkers.

Una vez que la batalla termino gracias a la ayuda de Zeus y Odín, le hicimos un especie de funeral al minotauro para honrar su gran valentía, después usando las sandalias de Hermes nos dirigimos a la isla de las Amazonas para depositar el segundo trozo de la lanza, la lanza del Trium ya estaba completa, el poder que desprendía era magnífico.

Nosotras volvimos a nuestra casa en Atenas, teníamos que acabar lo que habíamos empezado esta tarde, le debía devolver a Hilda todo el placer que esta me había proporcionado.

Después de ducharnos, mientras Hilda se secaba ese escultural cuerpo, yo me acerque por detrás y le empecé a besar el cuello, pude notar ese escalofrío que le recorrió toda la espalda, mientras le basaba el cuello le empecé a meter mano en ese coñito que ya estaba encharcado y procedí a meterle primero un dedo y después el segundo, Hilda estaba con los ojos cerrados la respiración agitada y gimiendo cada vez más fuerte.

Con la mano sobrante me dedique a torturarle los pezones que los tenía duros como las piedras, Hilda hecho la cabeza para atrás y le di lo que andaba buscando, bese sus labios con todo el amos que mi cuerpo podía transmitir, Hilda derramo lágrimas de felicidad, hasta que le llego el orgasmo y lo grito sin ningún pudor.

Hilda se tumbó en la cama bocarriba levantando un poco el culo para darme mejor acceso a ese coñito peludo que tanto me gustaba, metí mi lengua en su vagina cosa que a Hilda le volvía loca, después empecé a estimularle el clítoris hasta que todo su cuerpo empezó a moverse como si le estuvieran dando espasmos con los ojos en blanco, reconozco que me asuste hasta que la volví a sentir que respiraba.

Con su última corrida decidimos descansar un rato abrazadas, de repente empezamos a notar un poder cuya presión era tan fuerte que no podíamos ni respirar, ante nosotras apareció una figura grande que bestia una armadura soberbia, su color era como el fuego, cubría su cuerpo entero y del yelmo en vez de salir una cresta de pelo, tenía una cuchilla igual que en sus dos hombreras, llevaba un escudo que le cubría de pies a cabeza y una lanza más alta que él, los dos eran del mismo color que la armadura.

Ares- Que falta de decoro para estar en presencia de un dios.

Ares nos cogió del cuello y nos lanzó contra la pared traspasándola cayendo hacia la calle, menos mal que vivíamos en un segundo y los containeres amortiguaron en parte la caída, adoloridas vimos como el dios de un salto se plantó en frente nuestra.

Ares- ¿Vengo a por la lanza del Trium donde esta?

Yo- ¡No te lo diremos!

Ares- Me lo imaginaba (sonriendo).

Hilda y yo nos levantamos con la intención de atacarle, entonces Ares grito ¡Estallido de guerra!, y una onda expansiva salió de el que nos estampó contra la pared del final del callejón, yo estaba perdiendo el conocimiento por el gran golpe recibido y lo último que vi fue a Hilda ensartada en la lanza de Ares.

Continuará.