GuarroMetalXXX: Cris
en serio: Rigurosamente basado en hechos reales.
Caía la tarde en la ciudad. El sol anaranjado teñía los altos edificios acristalados. Mis pies avanzaban cansinamente embutidos en unos zapatos que habían perdido el brillo inicial y se habían llenado de polvo. La corbata colgaba medioladeada y con el nudo derrotado. La camisa llevaba desabrochado un botón o más de aquello políticamente correcto y la americana semiarrugada se sostenía como podía encima de mi brazo. Hacía demasiado calor para una tarde de primavera y mi humor era pésimo.
Arrastrando aún las seqüelas de la entrevista de trabajo entré en la primera cafetería que se me puso a tiro. No había mucha gente, sólo unos cuantos comerciales de sonrisa estúpida y modales falsamente suaves, ejecutivas superwoman y algún qué otro engreído trajeado.
Iba a sentarme en una mesa cualquiera con una limonada a masticar mi tristeza, cuando una voz a mis espaldas me sorprendió.
-¡Ramón! ¡Hombre Ramón!.-
Me volví para indagar de dónde provenía la voz impertinente y me encontré con un tipo alto y delgado, con poco cabello y mucha perilla.
-¡Hombre Luís! Perdona, no te había reconocido.- Le saludé inmediatamente.
-No me extraña. Ya ha pasado cierto tiempo. ¿Qué? ¿Cómo te va? ¿Te licenciaste al final?.- Me preguntó sin tapujos.
Luís siempre había sido el típico engreído repelente de mierda que nunca falta en toda buena facultad y que siempre aprovecha para restregar sus éxitos ante las narices del prójimo. A pesar de todo no era mal tipo y siempre era bondadoso con los pobres gusanos que estaban por debajo de él. O sea, el resto del mundo.
-Pues sí. Me licencié.- Le contesté un poco picado.
-Vaya, está muy bién. Por cierto, ¿tardaste un poco más, no?:- Me preguntó inocentemente.
A cualquiera esto le habría sentado mal. Pero conociendo a Luís yo ya sabía que no lo hacía adrede. Simplemente era un tocapelotas de nacimiento.
-Hombre, un par de años sí... - Me excusé un poco avergonzado.
La verdad es que había tardado bastante más, pero no queria darle más comidilla.
-Y por cierto, ¿el trabajo qué tal?
Si el mundo fuera un lugar bonito y perfeto en ese mismo momento yo habría sacado un hacha, habría hecho una bonita carnicería con Luís y encima todo el mundo habría aplaudido. Pero el mundo es un extraño lodazal lleno de incomprensión.
-Hombre el trabajo,..... estoooo.....
-Ah, ya veo. Estás en el paro. Pobrecillo. Perdona, ¿eh?.- Me dijo compasivamente Luís.
-Bueno. ¿Y tu qué? ¿Eh?- Le dije un poco secamente y alzando un poco la voz para pasar al contraataque.
-Pues nada. Entré en un bufete. Pero pequeño ¿eh? Sólo somos 300 empleados. Y pues nada. Ahora soy asociado junior número uno en el consejo de administración. Pero no es nada. Sólo un cargo jerárquico más. Y, claro, co un poco más de responsabilidad.- Me soltó con una falsa modestia que haría enrojecer a más de una de vergüenza ajena.
Sonreí con cara de circunstancias.
-Vaya, felicidades.-
-De nada. Pero tu tranquilo, seguro que al final encontrarás algun trabajillo....- Me dijo dándome palmaditas en el hombro.
"La madre que lo parió...".- Pensé.
Hice un esfuerzo para sacudirme la sensación de ser un mierdecilla y volví a sonreír.
-Ah. Gracias.- Dije sin mucho convencimiento.
-Por cierto, ¿tienes algo que hacer esta noche?.- Me preguntó súbitamente Luís saltando a otro tema.
-Pues no, la verdad. Le dije cándidamente.
-Vaya. A casita temprano, ¿no?
-Hombre, pues sí.....
-Pués no, chaval. Tu lo que necesitas es distraerte. Además, ¿cuánto hace que no nos vamos de farra? ¿Eh?.- Al decir esto a Luís se le pusieron unos ojos grandes, redondos, y húmedos al recordar con melancolía y gozo a la vez cómo hacíamos el imbécil los primeros años de carrera.
Ni me inmuté. Yo siempre habñia sido el chaval más bién feo y poco enrollado que se quedaba en un rincón escuchando la música hortera que ponían en las fiestecillas de estudiantes. Como tampoco ligaba ni a la de tres (les daba grima a las tías: o ni me miraban o se asustaban cuando les decía algo), al final siempre me largaba más sólo que la una y hechando pestes.
-¡Qué tiempos aquellos! ¿Eh?.- Me dijo Luís con voz soñadora.
"Vaya puta mierda, chaval".- Pasó por mi cabeza.
-Pues esta noceh nos montamos una fiestecilla guapa en el piso de unas amigas. Venga, ¿te apuntas o qué?
-Pues no sé...- Le dije un poco desconfiado.
-Venga hombre. Seremos todos los colegas de la facultad. Y habrá nenas monas. ¿Eh pillín?.- Me dijo zarandeándome un poco.
No había cambiado mucho. El tío contiunaba ejerciendo el papel de principal protagonista de la película. El tío que habla más, el que liga más y el que te jode el invento con la tía que tenías en el punto de mira, si es que eras tan tonto como para hacerte ilusiones.
-Buenooo.- Accedí sin saber del todo porqué.
-Bién. No te arrepentirás. Dame tu número de telefóno y ya pasaré a recogerte con mi coche nuevo. Por cierto, es ése que está ahí ¿ves? Aquel de color plateado.- Me volvió a soltar.
-Ah. Muy bonito.- Dije mirando con cierto resentimiento un modelo de una marca alemana.
De buena gana le habría pegado fuego al puto cochecillo de las narices. Pero, claro, la civilización tiene ciertos inconvenientes.
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Cuando sonó el timbre yo ya llevaba rato esperando impaciente. El rostro rejodidamente jovial y sonriente de Luís apareció detrás de la puerta. Habia cambiado el impecable y sobrio traje negro de la tarde por una chillona camisa roja y unos tejanos descoloridos, tal como mandaban los cánones de la moda más "cool".
-Hola.
-Hola.
-Hombre, no me imaginaba que aún vivieras en casa de tus padres.- Fué lo primero que me dijo el muy impresentable.
Hice una pequeña inspiración y conté hasta cién.
-Eeeeeh... estooo.... yo ya estoy listo. ¿Vamos o qué?.- Tenia que hecharlo de casa como fuera.
-Sí claro. ¡Venga! ¡Venga! ¡Que nos vamos!.- Dijo entusiasmado Luís.
"Capulo"
Yo ya hacía rato que estaba preparado. No me hacía ninguna ilusión con el tema de ligar. Pero por si las moscas, y más como una arraigada costumbre, me había duchado, llevaba calzoncillos limpios y un par de condones (siempre había pensado que las cosas buenas podían venir de dos en dos).
-¿Qué? Se te cae la baba, ¿eh?.- Me dijo Luís en cuanto subimos en su coche. Y el muy pavo empezó a enumerarme los extras de su coche, la pasta que le había costado,... Yo ya estaba inmunizado. Es que uno se acostumbra a esas cosas.
Al llegar al sitio en cuestión ya hacía rato que había empezado la fiesta. Por supuesto Luís se plantó el primero ante la puerta por delante de mí. La músico y el ruidito de fondo de voces y risas llegaba hasta nosotros a través de la puerta. Luís llamó repetidas veces, hasta que se abrió la puerta.
-Holaaaa....
-Hola Cris.- Saludó Luís a la chica que nos había abierto.
Sería bonito decir que lo primero que ví fué la cara de una chica de unos veinticinco años, de facciones redondeadas pero atractivas, labios carnosos, mediacabellera color castaño claro y una gafas que le daban un aire morboso de chica inteligente y aplicada. Pero no, lo primero que ví fueron un buen par de tetas redondas y de buen tamaño que se apretaban bajo un ajustado jersey beige claro. Con un rápido movimiento de su mano izquierda la chica se hechó hacia atrás unos cabellos que le molestaban. Sus grandes ojos marrones me miraron calculadoramente una escasa fracción de segundo. Después nos hizo pasar inmediatamente.
-Por cierto Luís, ¿quién es tu amigo?.- Le preguntó la chica.
- Oh sí. Ahora te lo presento: Cris, éste es Ramón; Ramón, ésta es Cris.
Cuando nos besamos (en la mejilla) me imaginé el tipo de chica que podia ser: de sabor amilbarado, pero sofisticada.
-¿Y a qué te dedicas?.- Me preguntó la chica.
No quería quedar mal, pero estaba hasta las narices de mentir a todo el mundo.
-A vivir.- Le contesté mirándola diabólicamente, traspasándole las gafas y llegando hasta el fondo de sus ojos marrones.
Me devolvió una sonrisa también diabólica.
-Vaya. Me gusta el misterio.- Se rió la chica.
Se fué satisfecha y contoneando un poco las caderas.
Luís me dió una palmadita en el hombro.
-Chaval, lo tienes claro. Ésa no se conforma con cualquier cosa.
"Ya está aquí el imbécil sabelotodo".- Murmuré en voz baja.
-Perdona, ¿decías algo?.- Preguntó estúpidamente Luís.
-Perdona, pero no he dicho nada. Te lo habrá parecido.
-Ah, vaya. Es que con el ruido...
-Sí, el ruido.- Y le sonreí cínicamente.
-Oye, me voy a saludar unos colegas que veo por allí. Ahora vuelvo.- Luís ya volvía a recuperar su papel habitual de jodida estrella cojonera.
Y con toda su caradura se fué a por el primer grupo de chicas que estaban solas. Y una mierda que las conocía. Primero la clásica interpretació de chico un poco despistado pero simpático que pregunta la primera estupidez que le pasa por la cabeza. Y, hala, encima pican con esa táctica más sudada que los calzoncillos de los Rolling Stones. El muy imbécil, con esa sonrisilla, esa verbórrea totalmente intrascendente. Ellas se ríen. El capullo se cree gracioso. Se pone un poco nervioso con su inesperado éxito. Y, claro, un poco cachondo pensando en cual se va a pasar por la piedra.
Vaya mierda de fiesta.
Ya está. Ya me ha dado el día.
-Hola.
La voz femenina que suena a mis espaldas hace que me vuelva.
-Hola.
Me quedo mirando a la chica con gafas que me ha saludado. Sin ser despampanante, no está mal del todo, se puede decir que es mona. Se parece un poco a Cris, sólo que es morena, con el cabello muy corto y muy negro. También tiene los ojos negros, aunque su piel es bastante más pálida que la de Cris y de cuerpo más alto y delgado (y los pechos más pequeños). Parece bastante joven. No le hecho mucho más de veinte.
-¿Quién és tu amigo? Ése, el que se cree gracioso.- Me dice con voz que denota cierto fastidio.
-No sé. Un amigo de la facultad.
-Vaya, ya veo que os habeis encontrado.- Cris se ha acercado sin que nos demos cuenta.
La morena le suelta una mirada no muy tierna que digamos. Pero Cris o no se ha dado cuenta o no se inmuta.
-NO os conociáis ¿verdad? Ana, este es Ramón,... Ramón... Ana, mi hermanita del alma.- Cris la está mirando desafiadoramente.
Cuando vamos a darnos los corespondientes besuqueos de presentación, su boca toma una dirección inesperada y se pega a la mía. Sus labios me dejan un regusto un poco picante y especiado.
Ana se ríe en las narices de su hermana. Los músculos de la cara de Cris se ponen tensos.
El líquido de la copa que sostiene Ana se tambalea y está a punto de derramarse a consecuencia de la risa que convulsiona su cuerpo. El cigarrillo que sostenía con la otra mano cae en el suelo. Es evidente que está bebida. Lo raro es que no me haya dado cuenta antes.
-¿Que te parece?.-Le va diciendo Ana a Cris.
La mirada de Cris se ha vuelto asesina. Parece que va estallar, pero en el último momento se domina.
-Tendrás que disculpar a mi hermanita. Es evidente que no sabe comportarse. A veces no sabe controlarse, pobrecita.- Sus palabras gotean veneno por todos sus poros.
Ana ha dejado de reírse.
-A mi al menos no me pasa com algunas que necesitan ponerse silicono en las tetas para manejar a los tíos a su antojo.- Replica Ana.
Esto se pone interesante. Una pelea de gatas salvajes. No sé si quedarme o largarme antes de que me peguen un zarpazo.
-Perdona, ¿nos disculpas un momento?.- Nuevamente la mente ágil y calculadora de Cris se ha puesto en marcha.
Maldigo mi gafe. Cris se lleva aparte a su hermana. Me quedo mirando los vaqueros rotos y la camiseta un poco descolorida de Ana. Cris me gusta un poco más. Es más madura y calculadora que su hermana. Y más sofisticada. Pero sólo me gusta un poco más. No sé si Ana me está utilizando para tocarle las narices a su hermana. Pero parece un potro fácil de desbocar. Y encima es una descarada.
Las dos hermanas se han ido a la cocina, a discutir seguramente. La fiesta continua y yo continuo aburriéndiome. Luís continua creyéndose el rey de la fiesta, pero ha cambiado el anterior grupillo de chicas por otro grupo mixto. ¿Estará diversificando riesgos?
Pasan un par de horas. La fiesta empieza a agonizar. Cada vez hay menos gente. Las parejas son las primeras en irse.
-Otros que se van a joder a casita.- Me dice Luís sentado sólo en un rincón con la mirada perdida y medio borracho.
-Vaya.- Le digo como si nada. Apuro mi vaso. Tampoco sabía qué más decirle.
-No hay derecho.- Me dice amargado.
Como ya estoy acostumbrado, me importa una mierda. Y encima disfruto como un sádico viéndolo sufrir.
Por casualidad pasa Cris por allí.
-Me largo, no me encuentro bién.- Le dice Luís autocompadeciéndose asquerosamente y mirándole las tetas con ojos enrojecidos. Se le cae un poco de babilla por la comisura de los labios.
"Si vieras la pena que das ahora, mamonazo....".- Me congratulo.
He de reprimir las ganas de reír al imaginarme la calva de Luis perdiéndose entre las tetas del primer putón callejero que pase. Es que lo conozco y sé que lo hará. Entre otras cosas por qué yo también había hecho lo mismo.
-Vaya, ¿ya te vas? ¿Quieres que llame un taxi?.- Le pregunta Cris con fingida lástima.
-Ya conduciré yo.- Me ofrezco.
A lo mejor estrello su puto coche contra un árbol.
Cris me mira de reojo. Y no muy bién, por cierto. Me encabrono. Puede ser más inteligente que yo, pero no me dá la puta gana de que me dé órdenes.
-Llamaré un taxi.- Insiste ella.
-Pero....- No quiero darme por vencido. No quiero volver a patita a casa.
Cris me guiña un ojo. No creo que sea un tic nervioso.
Llama a un taxi. Luis se larga.
La casa queda en silencio.
-Bueno, alguién tendrá que ayudarme a limpiar todo esto.- Suspira cansinamente Cris.
Voy a protestar, pero ella adivina mis intenciones.
-No seas cabezón Ramón ¿Acaso no eres un caballero?.- Bromea.
-Hombre, pues no. Sólo soy un parado.- Y me acomodo en el sofá-
-Burro.
-Y tu listilla.
Se acerca. Peligrosamente. Corrijo. Veo a un par de tetas impresionantes acercarse peligrosamente (odio la hipocresía). Se aprietan contra mi pecho. Sus labios carnosos tienen un sabor dulce. Sensual. Sexual.
El ruido de la puerta abriéndose nos sorprende repentinamente.
Ana se está partiendo el culo de risa.
-Tendriáis que veros las caras.- Nos dice Ana totalmente alcoholizada y estallando en una risa escandalosa.
-Te estás comportando como una imbécil ¿vale?.- Cris tienen las mejillas encendidas y la mirada afilada.
-Tu si que das pena. Pareces una puta.- La insulta Ana.
Cris se levanta, se acerca a ella y le pega un sonoro bofetón.
-¡Hostia!.- No puedo reprimirme.
Creo que ha llegado el momento de largarme. Paso de malos rollos. Al principio Ana se queda sorprendida, sin aliento. Luego se desinfla y en una fracción de segundo todo su ánimo desfallece. Hasta el punto en que prorrumpe en sollozos como una chiquilla.
-Venga, venga.- Su hermana intenta consolarla, acariciándole el pelo y mostrándose súbitamente tierna con ella.
Estoy a punto de decirle que me voy, pero Cris me retiene con la mirada.
-No te vayas. Tendrías que ayudarme con ella.- Me suplica Cris.
No meg gusta meterme en asuntos de família, pero finalmente accedo. Me acerco a ella para ayudarle a sostenerla.
-La llevaremos al baño.-
La llevo en brazos siguiendo a Cris por el estrecho corredor. La noto sorprendentemente ligera entre mis brazos. Su rostro tiene un aire un poco infantil. Apoya su cabeza en mi hombro.
Cuando entro en el baño Cris ya ha abierto el grifo y la bañera a llenarse.
-Venga, ayudáme a desnudarla.- Me pide Cris.
-¿Cómo?.- Estoy realmente sorprendido.
-No seas tocapelotas. Ahora no me dirás que nunca has visto una mujer desnuda.- Casi me está pegando bronca.
-Vale, vale. Como quieras.- Desde luego no me voy a hacer rogar.
Su hermana le quita los zapatos y les desabrocha los pantalones, yo me encargo de sacarle la camiseta y el sostén blanco. Tiene unos pechos pequeños y blancos, aunque bien colocados. Cris tira del pantalón, la baja hasta los tobillos y se lo quita. Finalmente le baja la braguita de una sola vez. Es un acto desprovisto de toda emoción y sin miramientos. Una mata de bello oscuro decora la entrepierna de Ana. Tiene un cuerpo pálido, alargado y bien proporcionado, propio de una chica de su edad.
Entre los dos la levantamos y la depositamos en el agua helada. Parece como si despertase de golpe. Sus ojos se abren inmediatamente y suelta una exclamación se sorpresa al notar la carícia brutal del agua helada. Antes de que se recupere de su sorpresa, su hermana la agarra por el pelo y hunde totalmente su cabeza en el agua. La chica se debate un poco, pero de inmediato Cris vuelve a tirar de ella y la saca del agua. A mi se me empieza a poner dura.
Cris no tarda mucho en darse cuenta de mi inequívoca mirada.
-¿Qué?¿Te gusta mi hermanita, eh?.- No sé si me lo está hechando en cara o simplemente disfruta provocándome.
-Qué va. Qué dices....- Intento disimular.
-Al menos no seas hipócrita.-
-Hombre, no está mal....
Sin dejarme terminar la frase coge mi mano, la mete dentro del agua y la conduce hasta el sexo de la chica. Ana me mira turbiamente y no cont expresión del todo inocente que digamos. Resiste un poco, pero al final separa las piernas sin ningún pudor. Sabe que está librando una dura batalla contra su hermana y no dudará en utilizar todas sus armas.
Acaricia mi sién y acerca su boca a la mía. Es un poco inexperta pero muy fogosa. Noto algo que toca la tensada tela de mi pantalón. La mano de Cris aprieta mi paquete.
-Soys unos guarros.- Susurra mientras besa mi cuello.
Apuro el beso pegajoso, intenso y impúdico con Ana.
-¿Quieres que nos la follemos?.- Me propone Cris mirando al fondo de mis ojos.
Sostengo su mirada.
-Vale.
Cris pone su mano en el hombro desnudo de Ana. Como en un sueño veo como sus bocas se juntan. El beso de las dos chicas me deja un poco confuso. Por un lado me choca una guarrería semejante entre dos hermanas, pero por el otro me dejo llevar por una extraña fascinación. Desde luego no se puede decir que no sean jodidamente perversillas...
Ana sale tiritando del agua. Entre Cris y yo secamos amorosamente su cuerpo.
-Uy, chica. Esto necesita un repasillo urgente. Eres un poco descuidada.- Le dice Cris a su hermana fijándose en su entrepierna.
-¿Tu crees?.- Me pregunta ingenuamente Ana mirándome a los ojos.
Tengo un aliens cabreado en la entrepierna.
-Mujer, si tu hermana lo dice....
Ana camina hacia el bidet. Se sienta en él y separa las piernas, levantándolas un poco al mismo tiempo. Cris se acerca a ella, bote de espuma de afeitar en una mano y maquinilla en la otra. Hecha abundante espuma en el àrea púbica de Ana y la extiende con la mano con exasperante lentitud.
-¡Ah!¡Está fría!.- Se queja Ana.
Si tuviese quince años ya me habría matado a pajas. Lo que antes era negro, ahora es blanco y la maquinilla empieza a devorar campos enteros de vello púbico. Parece un trabajo limpio y fácil.
Acabado el afeitado y liberada la entrepierna de todo el bello, Cris la aclara con un poco de agua y la seca con una toalla blanca y limpia. Ana se levanta.
-¿Te gusta? Ha quedado suave como el culito de un bebé.- Me dice.
-Nunca he tocado el culo a un bebé.
-Pues tiene un tacto parecido a esto.- Me invita.
Naturalmente no me hago rogar. Cris sonríe, pero no es tonta. La situación se le está escapando de las manos.
-Vamos al dormitorio. Aqui hace frío.- Dice seriamente.
Me doy cuenta inmediatamente. Me he dejado arrastrar demasiado por su juego. Pero no es culpa mía del todo. Dicen que la ocasión hace al ladrón. Dejo que tire de mi hacia el cuarto.
Traspasamos la puerta. Un amplio dormitorio iluminado con luces bajas y amarillentas nos espera. En el centro se encuentra una ancha cama de matrimonio. Miro interrogativamente a Cris.
-Es la habitación de nuestros padres.- Se explica riéndose.
-venga, ponte cómodo, ¿no, tío?.- Ana empieza a desabrochar mi camisa.
Cris se desnuda con la ayuda de su hermana. De formas redondeadas y compactas, su cuerpo de tez morena y vagamente exuberante va apareciendo bajo el conjunto beige. No es tan alta como Ana, pero marca más cadera y sus senos son de mucha más envergadura y un poco más pesados. Las dos se estiran en el lecho, una al lado de la otra, cogiéndose por la cintura. Besándose sin rubor. Dándose mutuamente las caricias más sensuales que yo haya visto nunca. Ana me lanza miradas de chica mala.
-¿Qué?¿Te vas a quedar ahí todo el día?.- Cris me invita con la mirada.
Me quito los calzoncillos y me acerco más rígido que un poste de teléfono con el miembro en ristre. El calor suave de sus cuerpos no tarda en envolverme. Cris se pone encima mío y empieza a beasrme con la lengua. Su hermana -un poco más guarrilla- alarga la mano, coge mi miembro y lo recorre hasta los testículos. Está fascinada. Lo noto en su mirada soñadora.
Mi mano recorre la espalda de Cris y baja hasta sus nalgas. Tiene un culo redondo y suave que no está nada mal.
La cabeza de Ana aparece cerca de la de Cris. Aprovecha un descuido de su hermana y sus labios se pegan a los míos otra vez. Cris le mira un poco molesta. La aparta un poco. Gira sobre si misma, invirtiendo la posción de su cuerpo. Las dos hermanas se miran con complicidad. Cris separa sus piernas y acerca su sexo a unos pocos centímetros de mi cara. La cojo por las nalgas y la obligo a acercarse más. Paso la punta de la lengua por sus labios vaginales, que en pocos segundos se vuelven más prominentes y gruesos. Continuo con la dulce caricia buscando entre sus rosados pliegues el pequeño botoncito de su clítoris.
Cris mordisquea con dejadez los pezones de su hermana. Enseguida noto una mano que vuelve a recorrer mi miembro. Debe ser Cris, por que es un poco más experta que Ana.
-Metétela en la boca.- Oigo que le sugiere Cris a su hermana.
-¿Cómo?.-
-No te hagas la inocente. Si te mueres de ganas.- Le vuelve a decir Cris.
Un contacto húmedo y blando envuelve mi miembro. El cuerpo de Cris se pone en tensión. Mi miembro es un poco apretado y succionado.
-¡Mierda!¡Me corro!.- Acierto a decirle
La chica suelta su presa con una risilla. Me calmo un poco. Mordisqueo uno de los labios de Cris. Los dientes de Cris rechinan. Cuando se aparta de mí, veo a la pequeña intentando meterse todo el miembro entero en la boca. Pero tiene que cejar un poco en su intento. Cris la aparta suavemente.
-Venga, que me lo quiero follar.- Le dice Cris.
Ana se aparta sumisamente. Me mira un poco dolida des del fondo de sus ojos negros. Pero solo es un instante. Se aparta de nosotros y caminando un como una gata herida se sienta en un sillón que hay enfrente de la cama.
Cris coge mi miembro enfurecido. Lo maneja expertamente. Me masturba un poco, se abre de piernas, separa sus labios vaginales con la punta de los dedos y empieza a empalarse ella misma sin pìedad. La cojo por la cintura. No me había fijado, pero lleva un pequeño aro dorado que atraviesa su pezón izquierdo. Tiro de él con los dientes.
-¡Ay!.- Se queja Cris.
Empieza a recorrer todo i miembro con lentos vaivenes. El cuerpo de Cris me envuelve como una cálida marea. Se aprieta contra mí sin dejar de calcular ni un momento la intensidad con que ha de hacerlo, y manejando el ritmo de su vaivén a voluntad.
No puedo reprimir mi curiosidad y miro lo que está haciendo la hermana pequeña. Tiene las piernas uy separadas, cada una pasando por encima de los apoyabrazos del sillón. Se toca el sexo desesperadamente, hundiendo un par de dedos en él cuando hace falta. Trago saliva. Los dientes pequeños y blancos asoman como pequeñas perlas por su boca entreabierta. Cris acerca uno de sus senos a mi boca.
-No te corras aún , cariño.- Me susurra mientras aprieta más su cuerpo sudoroso contra el mío.
A pesar de que nos separa media habitación, mi mirada choca contra la de Ana.
Muerdo el hombro de Cris mientras empiezo a derramarme entre sus estertores de placer y sus rápidos vaivenes.
Cris cae exhausta encima mío. Sonríe como una niña mala.