Gris a-zu-lado III

¿Estaba enferma de amor?

Tengo que decir que me he ido puramente a lo personal con esta historia y es algo que me tengo prohibido, porque son historias que nunca termino. La verdad es que muy pocas ganas me quedaron de continuar esta, además del excesivo tiempo que me exige la universidad. ¿Qué puedo decir para que me perdonen por fallar esta vez? 3 capítulos de una historia que resumen tres meses de algo que no se si es bueno o malo, lo que he escrito ha sido en momentos de ira irracional y desbordante. Lo escribo como parte de la historia, porque de algún modo es continuación de la misma y porque, EN SERIO, necesitaba desahogarme.

El punto es que no tengo pensado continuar esto, no puedo y si en algún momento escribo algo más, es porque la ira ha vuelto y creanme, no quiero que vuelva. Es agotador, es deprimente y, sencillamente, me arruina momentos alegres.

Ah! y un consejo, valoren a sus parejas, por favor, no le den al mundo más personas infelices :(

Tengo la sensación de tener que dejarla ir, pero ella es de esas personas que uno no puede olvidar. Ella es de las que te apuñalan de frente y luego te sanan la herida, ella es así.

No es masoquismo, es algo más complejo que eso, es la curva de su sonrisa cuando haces algo bien, es la satisfacción de un beso por un cumplido honesto. Aunque luego abra una y otra vez esa minuciosa y perfecta herida. Ella es un dolor que vale la pena sentir.

¿Quieres verla? – Me preguntó y yo me levanté de un salto – primero iremos a un sitio – agregó.

Su dedo índice volvió a tocar mi frente y desaparecimos.

La primera pelea es la peor de todas – dijo cuando aparecimos en la sala de una casa que me parecía conocida.

¡Le estabas coqueteando frente a mí! – exclamó la otra Victoria sentada en el sofá.

Solo estaba bromeando con él – respondió Verónica a la defensiva.

Y supongo que a modo de broma también le diste tu número – y en ese instante su teléfono sonó.

De pie viendo la escena volví a llenarme de ira, justo como esa vez.

No debes darle importancia Victoria, solo estaba distrayéndome un rato – dijo en voz suave.

Si quieres distraerte hazlo estando soltera ¿no te parece? – escuché decirme.

Ella frunció el ceño – ahí está la puerta si te quieres ir – soltó y el dolor reflejado en mi rostro se duplicó.

Auch – dijo el chico a mi lado y yo giré a mirarlo.

Desde aquí todo empezó a ir mal – le confesé, mientras me miraba sollozar y Verónica salía de la habitación – Ella no tenía ningún derecho a hacerme sufrir tanto – dije.

Pero igual se lo permitiste – agregó el chico.

Suspiré.

Solo intentaba entenderla, pero ella hacía todo lo que me molestaba y parecía disfrutarlo – me recosté de una pared cercana y cerré los ojos – no es justo, lo sabes.

No es fácil, eso lo sabes tú – dijo en voz suave.

Quisiera solo por un momento saber que sería de mi vida si no la hubiese conocido, es desesperante, sentirse así, tan sola y alejada del mundo, teniéndola a ella cada día a mi lado ¿cómo es eso posible? Pues ya no importa ¿no? Estamos muertas y separadas, ella me terminó, ella se rindió y yo fui la única mortalmente herida. Nunca hice nada que la hiciera enojar, nunca le falté el respeto, nunca miré ni me fijé en otra persona que no fuese ella. Ella lo es todo para mí y estoy segura que lo seguiría siendo en cualquier otro lado después de la vida, después de esto – señalé a mi alrededor conteniendo las lágrimas – le perdoné sus faltas, sus iras, sus ataques de celos, quise con todo mi corazón hacerla lo más feliz posible, pero ella no parecía querer esforzarse un poco para hacerme feliz a mi ¿es por eso que he sido tan desdichada? Nunca deseé morir, tal vez solo a veces – dije apenada – cualquier dolor era anestesia para lo que ella causaba, una tormenta en mis pensamientos. No me importa lo que haya que hacer para que ella viva, pero debes hacer que regrese – solté de repente, esta vez mirándolo fijamente – ella debe regresar.

¿Y qué hay de ti? – preguntó confundido.

Ella va a estar mejor sin mí – y esa era mi rendición.

Victoria, te están dando otra oportunidad, pueden arreglar las cosas, pueden seguir adelante –

Me recuerdas mucho a un amigo – le dije distraída.

Él sonrió.

No te des por vencida ahora – dijo – te prometo que si superas estas pruebas… - pero no continuó.

¿No puedes revelar mi futuro? – Pregunté divertida - ¿Valdrá la pena? – y lo miré con curiosidad.

El volvió a sonreír – valdrá todo – dijo.

Tocó mi frente y las paredes a mi alrededor desaparecieron y revelaron otro lugar más iluminado. Una habitación de hospital.

Estaban dos camas separadas por una enorme maquinaria cuyo nombre desconocía.

En la cama de la izquierda estaba mi cuerpo, lleno de moretones y anclado a la maquinaria. Mi piel pálida salvo por las manchas moradas esparcidas. Y pude notar la dificultad con la que respiraba.

Mi corazón se encogió cuando vi el cuerpo de mi Verónica, magullado y con el torso vendado. No se veía tan mal como yo y eso me reconfortó un poco. Me acerqué a ella e intenté tocarla, pero solo logré atravesar su piel, apreté mis puños en señal de frustración y mis lágrimas empezaron a atravesar la sábana que la cubría.

¿Aun quieres rendirte? – preguntó.

Quiero que ella esté a salvo – dije intentando contener las lágrimas.

Victoria – dijo – debemos seguir, tú debes regresar.

Noté su tono de voz preocupado, mi cuerpo sobre la cama respiraba más lento cada vez. Él se acercó y su rostro se volvió más inquieto.

No queda mucho tiempo – anunció.

Y yo me encontré en una encrucijada ¿Y qué si ella no era feliz conmigo? ¿Cuál era la finalidad de regresar? Yo no podría estar sin ella. Pero tampoco con ella.

Me acerqué cuidadosamente a la salida, secando mis lágrimas con el dorso de mi mano. Y corrí.

A medida que avanzaba por el estrecho pasillo sentía desfallecer. Las piernas me temblaban, empezaba a hiperventilar y mi corazón se rompía en mil pedazos. La estaba abandonando, rindiéndome, o tal vez, solo estaba liberándome. Ella me había hecho sufrir de una manera impensable y yo aún buscaba razones para perdonarla. Aun quería morir y aun quería que ella viviera. El amor sí que nos hace cometer actos estúpidos.


- No podías tomar esa decisión tu sola .

Era la voz constante de ella.

No debería sentirme tan libre por abandonarte. No debería sentir que la tristeza se ha ido contigo, no debería sentirme como nueva. Eras como ese pesado objeto que me hundía en el fondo del mar y que no podía soltar, porque me había encariñado con su cadena.

¿Estaba enferma de amor?

Es inevitable sentirme sola ¿sabes?, contigo la soledad era distinta, era punzante. Sin ti, la soledad es fresca y alborota mi cabello. No podrás herirme ni una sola vez más ¿te das cuenta? Soy libre.

Lo lamento – dijiste.

No es cierto – dije – ¿cuántas veces he tenido que escucharte decir eso? Sin embargo, muchas veces me di cuenta de que no lo decías en serio. ¿Qué era yo para ti? Un objeto en una vitrina, tal vez, un premio por algún buen acto que hiciste. Decías que era una suerte tenerme, pero nunca me valoraste lo suficiente. Me asesinaste, de alguna forma, asesinaste lo que sentía por ti. Se ha acabado. No puedes estar con una persona muerta y esa persona ha muerto porque no quiere una vida sin ti, ni quiere una vida contigo.

No quiero perderte –

Y sin embargo, hiciste todo lo necesario para eso. Te excusas con que soy todo para ti, pero me echas a un lado cuando aseguras mi cariño, estoy cansada, estoy  harta de todo esto, de darte oportunidades, de ver como no las aprovechas, de ver como todo te da igual. Te daba igual incluso como yo me sintiera. He tenido que ocultar durante mucho tiempo que ninguna de las tonterías que hacías me afectaba, no quiero una vida así, no quiero tener que arrepentirme de esas decisiones que tienen que ver contigo, pero estoy segura de que así será. Lamentaría cada segundo estando a tu lado, no fui feliz y si lo fui, fue por muy poco tiempo y de recuerdos no se vive.

Te odio tanto como te amo, te odio.

Te odio por cada noche llena de lágrimas.

Te odio por cada noche llena de golpes a la pared.

Te odio por cada mal rato.

Te odio por aun querer buscar las cosas buenas que hay en ti y no encontrar nada y seguir buscando.

Te odio Verónica, te odio con todo lo que soy y lo que pude haber sido.

Odio amarte.

Odio pensar en ti.

Odié haber pensado en un futuro juntas.

Pero, nunca lo vas a saber, nunca vas a saber lo fuerte de ese sentimiento, nunca vas a saber cuánto te odio en realidad.

Me alegra morir y te odio por eso. Idiota.

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@MyLifeAsAl

http://ask.fm/Thundervzla

Mil disculpas a los que esperaban algo más, la verdad es que como Victoria, me he rendido, no se puede ser valiente siempre.

https://www.youtube.com/watch?v=T5RIBLJb5LA