Gringa de dos vías

Nunca pensé que iba a gozar de esa manera, a traves de dos vías, pero no me arrepiento.

¡Gringa! El grito me sobresaltó, salía de las oficinas de una comisaría de un pueblito de la selva, al que había llegado después de siete horas por una carretera estrecha y accidentada. Trabajaba vendiendo pesticidas y la comisión a ese pueblito era hasta ese momento la más difícil. El grito tenía que venir de un conocido, pues era mi chapa de secundaria, me lo pusieron por que era el más blanco de la clase y tuve que pelearme varias veces por que llegaban a joderme como marica. La vida me hizo más duro y la chapa no la escuchaba como en más de dos décadas. Pedro, el que me gritó salió de la comisaría, era policía, estaba gordo y con bigotes. Cuñao que sorpresa, que mierda haces por acá, fue el saludo de uno de los más vagos de mi clase. Le expliqué mi chamba, y después mientras nos tomábamos unas cervezas me contó que se había casado con una viuda que tenía plata y que pensaba dejar el uniforme, recién había tenido una hijita y le iba bien. Me invitó a su casa, conocía a su vieja como la llamaba y seguimos tomando mientras Laura, su esposa, cocinaba. Ella era una mujer madura, un poco gorda, morena y se notaba que había tenido recién un hijo. Le hizo recordar que tenía que salir de comisión, cuando eran las cinco de la tarde, ya un poco mareados, llegó su jefe en carro y salieron de comisión, le recomendó a su mujer que me prepara un cuarto para dormir esa noche y que al otro día llegaba al mediodía. La noté más atenta cuando estuvimos solos, nos tomamos unas cervezas más, la verdad que yo estaba bien cansado por la jornada y ella lo notó. Me gustaba así desarreglada, tenía un tipo exuberante y de vez en cuando notaba como le miraba el trasero y soltaba una sonrisa pícara.

Me enseñó el cuarto, la cama era angosta y en cuanto salió me recosté, note que desde el primer piso donde quedaba su alcoba, subía haciéndose notar, cuando pasaba por mi puerta que estaba entreabierta me di cuenta que estaba con una bata suelta y poco transparente, al ver su calzón largo y sus tetas sin sostén fui logrando una erección, cerré los ojos y me la imaginé de muchas formas, cuando noté que había entrado despacio, todavía entraba la luz del sol al cuarto, se acercó y me dijo despacio si ya dormía, te voy a quitar la ropa para que descanses, desabrochó mi correa y los pantalones sentándose a un lado de la cama con la respiración agitada, al bajar el pantalón, yo siempre con los ojos cerrados sentí como se agitaba más al ver mi verga bien dura, mi mano derecha suelta se posó despacio en su cintura, la noté fresca, se había duchado y con las dos manos estrujó mi miembro.

Apurado me bajé el pantalón y ella me empezó a besar golosamente, descompuesta y agitada me besaba el cuello la oreja y escuchaba que entre jadeos me decía: quiero que me hagas gozar. Sus tetas eran descomunales, mientras me chupaba la verga me las restregaba por las piernas, estaba muy excitada su concha me regalaba sus mejores jugos que embarraban mis dedos, sentía su lengua en mis huevos y abriéndome las piernas me mojaba el ano, no aguantó más se sentó en mi miembro dándome la espalda, teniendo a la vista semejante culo me provocó darle unas fuertes palmadas que le encantó y llegó a su primer orgasmo babeándome los pies.

Traté de serenarme, los tragos y el gusto de hacerla gozar como nadie me hicieron dosificar las fuerzas, sudada y despeinada se me tiró encima, le di vuelta y me encantó verle el culo, ella quería llevar el mando me echo de espaldas y se sentó ahora de frente, me besaba y mordisqueaba la oreja, diciéndome con su voz ronca: soy tu puta mi amor, hazme lo que tu quieras, eres mi dueño, se enderezó y cabalgando alocadamente se agarraba las tetas que se meneaban por su grana tamaño, con su mano derecha empezó a acariciarme los huevos.

Disimuladamente empezó a abrirme las piernas y su mano ahora buscaba mi ano, había bajado el ritmo y ahora me miraba a los ojos como toda una perra, se metió el dedo en la boca como su fuese un chupete y de nuevo buscó mi ano. Era la primera vez que experimentaba esa caricia y me gustaba, instintivamente abrí más las piernas y ella hizo mejor su trabajo, su dedo era grueso y no podía metermelo, se bajó comenzó a chupármelo y me puso su concha en la cara, un sesenta y nueve perfecto, ahora si me abrió las piernas y trataba de desvirgarme con su lengua, yo también hice lo mismo, ahora jugueteaba con su dedo y yo si le clavé el dedo, su ano estaba abierto y le encantaba mientras sentía que ya no era virgen, no aguanté más, fue una descarga inmensa y ella se atragantaba con mi leche y noté como ajustaba el culo llegando a otro orgasmo intenso, liberó mi cara, seguía chupando y haciéndome daño con su dedo, jadeando me mordía el pecho dejándome un poco de mi leche y diciéndome roncamente, te gusta gringuita, te gusta.

Un poco de pudor me hizo sacudirme y liberándome me fui rápido al baño, nunca había gozado tanto, lo hicimos de nuevo pero ahora me pidió que se lo hiciera por atrás, le encantaba, pedía más y más. Al otro día estuvo muy fresca cuando nos despedimos, ya no pude ver a mi amigo, salí rápido y extraño. Durante el regreso seguía experimentando cosquillas en el culo, recordaba el dedo y me excitaba, después de mucho tiempo en el volante, en un restaurante del camino mientras comía algo, noté que había un chico con algo más de 16 años a mi lado, era moreno con cara de sufrido, con ropa gastada y una mochila vieja y empolvada, tomando una gaseosa, le pregunté por el sitio más cercano y me ofrecí llevarlo, sólo por que el culo todavía me palpitaba por sentir algo parecido a la noche anterior. En el coche conversamos bastante, me contó que estuvo trabajando en una carretera de obrero pero no se acostumbraba y había dejado el empleo, llevaba poco dinero. Conversamos de la droga que había por esos sitios y me ofreció un pitillo de marihuana, nos soltamos más, en otro sitio tomamos unas cervezas y llegando a un motel ya de noche le ofrecí dormir allí, con el pretexto de ahorrar tomaos una sola habitación, ya dentro sentía que el culo se me hacía más sensible y empezaba una erección.

En el cuarto le dije que se bañara, entró un poco tambaleante al baño y yo entré después, le empecé a jabonar la espalda con el miedo del rechazo, se avergonzó un poco y se dio vuelta con el agua en nuestras caras lo besé, el me abrazó y sentí que también estaba empalado su verga era un poco más chica que la mía y estaba bien dura, se la enjaboné con dedicación y lo llevé a la cama, lo eché de espaldas y el cerró lo ojos, lo tenía a mi disposición y me gustaba, lo besé tiernamente, el me correspondía y me sentí como Laura la noche anterior, toda una perra. Le dije que era mío, que me gustaba, el me dijo que tenía que darle una propina, no te preocupes mi amor, eres mi dueño. Esto me salió normal, como si no fuera la primera vez, el me correspondía tiernamente y eso me ponía a mil por hora, bajé por su pecho y le mamé su miembro, me gustó un poco saladito pero la piel tierna y templada me gustaba, le pasé la lengua por los huevos como a mí me gustaba y lo puse bien parado, el seguía con los ojos cerrados y gozando, hice el intento de sentarme encima mientras lo besaba pero no logré que me lo introduzca, me dolía mucho y a el también, al oído mientras lo besaba le dije que el iba a ser el primero y el también me dijo que nunca lo había hecho por atrás y menos con un hombre, nos pusimos de costado y me encantaba que me lo roce y no quería pasar esa noche sin ser atravesado por esa hermosa criatura, le dije que me la metiera despacio, me puse como perrito y el me abrazó por la cintura, mordisqueándome el cuello, yo volteando la cabeza le buscaba la boca y sentía que su miembro buscaba mi orificio, con saliva y harto dolor y mucho más placer me la metió, despacio me dejé caer atravesado y sintiendo plenamente todo su cuerpo encima mío, nunca pensé que iba a soltar algunos gemidos de placer, no quería que termine nunca, pero el pobre ya no pudo más, acabó y no quería que se despegara, fuimos al baño y nos besamos mientras nos besábamos, saliendo nos fumamos otro pitillo y nos acostamos.

Al rato nomás sentí que su mano buscaba mi verga que a su contacto empezó a cobrar vida, ahora el era el que me buscaba la boca, te gusta me preguntó, no le contesté y empecé a acariciarle el culo. Me la mamó con delicadeza hicimos un 69 y después lo desvirgué. Siento muchas cosas, pero ahora soy otro, gozo por las dos vías y no me arrepiento. (marag_22@hotmail.com)