Gregoria

Pasión medieval.

A solas en su aposento Gregoria me suplicaba que le refiriese un cuento, del cual ya no me acordaba; "¡Piénsalo bién! me decía..." y te vendrá a la memoria..." Y al tiempo que me venía, También le vino a Gregoria.

Yá más calmada en el lecho asimiló mis palabras labradas con ansia plena y cuando ya estuvo llena con apretada pasión quiso repetir el hecho de mi entera narración.

Una y otra vez gritaba, exacervada de gozo: que me volviera a aquél trozo del cuento maravilloso que desató su pasión envolviendo con gemidos toda aquella habitación.

"Cultura expléndida dás" me repetía atontada cuando llegó la mañana de esa noche sin igual, abriendose a mi relato con denuedo y sin recato de nuevo una vez más.

Pero yo  vacío de letras sin poderme mover presto sin fuerzas para hacer texto me negaba a la aventura de repetir una a una las experiencias sin techo que colmaron su ventura.

Y dije: "Qué grande es el conocimiento amado que a los dos nos ha llevado a las cumbres de la gloria que nunca tuvo la Historia tales amantes del arte a sus lomos amarrados".

Y me despedí contento de haber cumplido mi sino, prometiéndole al destino volver la noche siguiente a otra vez hincar el diente, a este Cuento tan divino, si Gregoria lo consiente, y está ausente su padrino.

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