Grecia nos espera
Un ejecutivo comercial en una isla donde tiene una reunión de negocios. Su amante muy peculiar se cruza el camino con un jubilado con ganas de disfrutar la vida. Y un socio de una empresa colaboradora muy serio queriendo cerrar el trato. ¿Cómo acabará todo?
El roce de los labios en el lóbulo de su oreja le hizo excitarse. Con parsimonia y pesadez, levantó su mano derecha y dejó resbalar sus dedos por la oreja, como si quisiera tocar un beso, como si quisiera recoger el carmín cálido que en su imaginación había quedado en su piel, para quitar la mancha. Podía oler la esencia de rosa líquida alrededor de su cuello. Podía sentir otro tacto recorriendo su pecho, y podía oir suaves susurros que pedían silencio para no contar nunca lo que pasaba. Podía seguir imaginando, pero despertó y olvidó que su conciencia lo culpaba.
Simone abrió los ojos, vaciló un instante y se dio cuenta de que estaba soñando. Tenía bastante sudor en su cuerpo, las sábanas estaban húmedas y no sabía si era de pasar una mala noche o una buena velada. La luz de la madrugada comenzaba a desprenderse e invadir tímidamente el ambiente. Desde luego que la velada había sido buena, solo tenía que mirar a su lado derecho, junto a el en la cama, donde estaba Erick con los ojos abiertos. Sus veintitrés años no decían casi nada de el. Un metro ochenta, moreno de piel y cuerpo atlético. La cara era particularmente lisa, muy cuidada y con un aspecto de guaperas. El pelo corto, negro y un poco rizado. Parecía un chico artificial, y realmente lo era. Su boca y labios grandes, eran uno de los mayores deseos de Simone. ¿Quién no iba a perder la cabeza y la familia por un amante así? Sus ojos marrones y grandes solían quedarse fijos en un punto. Le daban un aspecto pensativo que no se merecía. Sus actos estaban por encima de su apariencia.
A los pies de la cama, medio tapada con la sábana enrebujada y cargada, asomaba el cuello de una botella de whisky. Estaba caída y destapada, el líquido que tuviera debió de caer por la cama durante la noche haciendo locuras. Locuras que se le ocurrían a dos traviesos en medio de la fantasía que los rodeaba. Simone se incorporó para alcanzarla, se apoyó con las rodillas y la cogió. Erick se quedó mirando su culo. La sábana le había resbalado de su cuerpo y ahora se le veía el trasero y se le veían los testículos colgando. Erick se llevó un dedo a la boca y lo cargó de saliva, luego fue directo a su ano. Lo penetró con todo su dedo y luego empezó a removerlo, despacio.
- Ouuhh, que cabronazo. Me doy la vuelta y ya estas dando por culo -. Dijo Simone, mientras deseaba mas placer. Encorvó la espalda hacia dentro y sacó el culo para facilitar el trabajo a su amante.
Erick metía y sacaba el dedo lentamente mientras observaba como Simone en aquella posición, remataba la botella de whisky. El líquido se le derramó por la mejilla y Erick se detuvo. Simone se dio media vuelta y destapó completamente a Erick. Su polla estaba erecta. Valía mas que si fuera un falo de oro macizo. Volcó la botella en la punta y resbaló un fino hilo, el último whisky que quedaba en la botella. Simone se mordía los labios y sentía dolor de cabeza, pero la bajó llegando a la punta del pene con sus labios y lo empezó a chupar, hasta tragárselo entero. Una amalgama de sabores se mezclaron en su garganta. El alcohol desapareció pronto absorbido en su lengua, y el sabor del sexo permaneció, inundando su boca. El ritmo de Simone fue aumentando, era experto en chupar pollas, era adicto a su amante. Los gemidos de Erick inundaron la habitación. Sentía por momentos que se venía para luego dejar de sentir y apretaba la cabeza de Simone hacia abajo con sus manos fuertes, para provocarse más placer y acelerar el ritmo. Simone abrió la boca y dejó que su vaivén acompañado por las manos de su amante marcaran el ritmo de su particular viaje. Erick sintió como si un tren de mercancías saliese de su vientre para acabar en la garganta de Simone.
Ninguno sabía que hora era. ¿Y que importaba la hora en aquel momento?. El silencio se hizo protagonista del entorno y se quedaron acostados juntos, abrazándose, para volver a dormir. El mareo estaba amartillando la cabeza de Simone y al final lo venció el sueño.
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10:00 de la mañana. Erick no conocía la isla ni su entorno. Estaba invitado por Simone a su viaje de negocios, solamente era un acompañante. El desayuno le gustaba a media mañana, un poco de fruta y una taza de té era la costumbre para un cuerpo tan sano. Lo tomó bastante caliente, y se apresuró a desplazarse hasta la playa, a treinta minutos del hotel, donde tenía previsto pasar la mañana. A la puerta del hotel tomó un taxi. La temperatura de 25º era agradable.
- Me dirijo a la playa por favor – dijo mirando a la mujer taxista. Era una rubia de unos treinta y pico años, con aspecto desaliñado y un poco gordita.
La chica era simpática, durante el trayecto le habló de su marido, de la plaza del taxi que compartían por horas y de cómo el destino había hecho que una chica de campo de una provincia peninsular, terminara en un taxi en aquella isla. Desde luego, todo el mundo cree que la historia de su vida es digna de una gran novela.
La playa no estaba precisamente llena, lo cual eran normal para esa fecha del año. La época turista no estaba en pleno apogeo. Se veía brillar la arena, el cielo se confundía con el agua en el horizonte y no se sabía si las gaviotas nadaban o los defines volaban. La magia envolvió a Erick y la brisa salada que venía directa del mar lo hizo sentirse bien. Cruzó la pasarela de caminantes donde pasaba un deportista corriendo y varios abuelos en el paseo matutino, se adentró en la arena y se sentó a observar. Parecía una sábana de terciopelo que acariciaba su piel. Al cabo de unos minutos, una sombra se acercó por detrás.
Te he visto llegar y no pareces muy acompañado – dijo una voz de hombre. Erick se giró y vio que le hablaba un señor de unos sesenta años, pelo blanco y un poco largo, algo revuelto y que le iba un aire con David Bowie.
No todos aquí están dispuestos a acompañarme monsieur – dijo Erick, acostumbrado a hombres de alto nivel. - ¿Con quién tengo el placer de hablar?
Me llamo Andrés, estoy de vacaciones y tengo todo el tiempo del mundo para olvidar cualquier tiempo pasado.
¿Vives aquí?
No solamente vengo a olvidar, me he jubilado anticipadamente y tengo que aprovechar el tiempo – Mientras hablaba, Andrés sacó un billete de 100 y se agachó, lo dejó en la arena un poco enterrado junto a la mano de Erick.
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La reunión era a las 11:00 a.m. Simone ya llevaba dos horas levantado previendo cómo iba a resolver el tema laboral. Había salido fuera del hotel a desayunar y solo tenía que tomar un taxi y desplazarse durante quince minutos hasta las oficinas de esta empresa, con sede en la isla. Una firma subyacente relacionada a nivel publicitario con la marca en la cual trabajaba, estaba a punto de entregar un nuevo proyecto que beneficiaría a ambos. El jefe comercial, compañero de Simone estaría acompañándolo durante la sesión de negociado. Estaba terminando el café y leyendo la prensa en su tablet, miró el reloj, para reafirmarse y se apresuró a recoger y pagar.
Su llegada al despacho fue bastante puntual. Desde recepción, Tatiana había acompañado a Simone hasta la planta quinta, donde tenía lugar la toma de contacto. Simone pasó al despacho que le indicó la secretaria, vacío, iluminado, de aspecto muy blanco y grande. Tomó asiento en una de las butacas y se limitó a esperar. Una mesa central ocupaba el protagonismo de la sala. Era típica de reuniones, con personas alrededor tratando de dominar acuerdos importantes. Simone sintió como la puerta se abrió bruscamente y tras de sí apareció un hombre bajo, con entradas en la cabeza que atentaban su pasada juventud. Sus ojos eran pequeños y azules, con mirada penetrante y calculadora. Caminaba con seguridad, tenía un ligero sobrepeso y las manos grandes, muy grandes.
Parece ser que somos los únicos colaboradores de nuestro deber -. Dijo, mientras se acercaba a la mesa y la puerta quedaba cerrada tras de sí. Su voz era fuerte, muy masculina y un poco tomada del tabaco, o quizá de la bebida. La sonrisa parecía haberla olvidado. Lo único que Simone admiraba de el era su traje, con muy buen corte, y sobre todo los zapatos: Pensó Simone sin preocuparle los defectos de aquel hombre.
Buenos días, Gerardo García, coordinador del plan empresarial que tenemos entre manos – Su enorme mano fue estrechada hacia Simone. Este se levantó y le extendió la mano en un gesto que resultó ser desagradable, Gerardo tenía demasiada fuerza y le provocó daño mientras apretaba. - Simone Andoni, de Marshall S.A.
Como parece ser que su colaborador tenía contiendas mejores que atender, hagamos nuestro plan a nuestra manera -. Dijo Gerardo. - Nadie más ha podido acudir a este encuentro, por lo tanto haremos lo que podamos -. Simone no había tenido noticias hasta ese momento, pero era un simple imprevisto, sería más fácil llegar a un acuerdo. La cifra que pedía la compañía de Gerardo era demasiado alta para una simple campaña publicitaria, pero confiaban en el trabajo de sus desarrolladores.
Se anticipó Simone a hablar de la materia. - Nuestras pretensiones son ambiciosas, pero creo que las vuestras con el precio lo son aún más -.
Gerardo se colocó la americana, hizo un gesto con la mano para indicar que iban a pasar a la sala del fondo. - La verdad que es una pena desaprovechar esta sala para una reunión tan simple, pasemos al despacho que hay al fondo -. Caminaron hasta donde había otra puerta que daba directamente con un pequeño despacho. Este era diferente, poca luz, colores apagados, y la misma inexistente decoración.
- Vaya, parece el cuarto de los castigos, ¿hemos sido malos? -. Dijo Simone haciéndose el gracioso, mientras entraba delante. Gerardo dejó dar un portazo y por detrás de Simone lo abordó agarrando sus glúteos con las enormes manos que abarcaban el culo entero, mientras le susurró por detrás de su cabeza: - Tú si has sido malo cabroncete, utilizando fondos para tus caprichos en un viaje de negocios -. Simone se quedó de piedra. El aire que estaba conteniendo parecía congelarse allí paralizado, dentro de sus vías respiratorias.
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¿Te apetece almorzar …? - Preguntó Andrés, suspendiendo la frase inacabada, sin conocer el nombre del joven apuesto no sabía como llamarlo.
Me llamo Erick, he desayunado hace un rato y no me apetece mucho la verdad.
¿Por qué no vamos a dar un paseo? - Andrés le cogió la mano para ayudarlo a levantarse.
Se dirigieron hacia la pasarela, pero en lugar de subir caminaron por debajo. La pasarela se dirigía hacia el mar, para verlo de cerca, y por debajo se caminaba por la playa como una especie de túnel hasta salir por el otro lado. Estaba un poco oscuro. Allí debajo parecía existir intimidad, se oía el eco del vaivén del mar y algún paseante hablando en la parte de arriba.
Andrés llevó la mano de Erick a su trasero para que se lo tocara y el empezó a sobarle los genitales. Se dirigió a su boca para besarlo. Los ojos de Erick estaban muy abiertos, parecía que brillaban allí abajo, lo besó en los labios, metiendo la lengua lentamente. Su mano ahora entraba por arriba del pantalón corto que llevaba Erick, y como no tenía nada debajo, se encontró con su polla. Erick se desabrochó la camisa y Andrés comenzó a besarlo en el pecho, bajando poco a poco. Le mordió un pezón y el otro lo zarandeó con la lengua en movimientos laterales. Siguió bajando mientras agarró el pantalón de Erick y lo empujó hacia abajo, hasta que la gravedad hizo el resto. La polla de Erick tiesa entró en la boca de Andrés en un movimiento coordinado por parte de los dos. Andrés tragaba, como si quisiera comerla entera, y movía su cabeza arriba y abajo.
- Tu polla vale más de lo que te he dado, si eres bueno tendrás más cariño de papi – dijo Andrés, cuando siguió chupando. Sacó el rabo y lo deslizó por su cara hasta que su la boca se topó con los huevos. Mientras comía los huevos, empezó a masturbarlo con la mano.
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- El espionaje empresarial funciona bien cuando se trata de cobrar sobreprecios por trabajos bien hechos -. Las palabras de Gerardo dejaron helada la sangre de Simone. Pero la de Gerardo no parecía estar igual. Simone empezó a sentir en su culo algo que se estaba abultando, cada vez parecía más grueso y más caliente. - Sabía que Tatiana no era especialmente tu tipo, no pensaba perder más el tiempo contigo – dijo Gerardo, que su voz parecía buscar la prisa que querían sus actos.
Soltó las manos del culo de Simone y las pasó por delante de la cintura, desabrochando su cinturón y dejando caer el pantalón hasta el suelo. Luego bajó los calzoncillos, y volvió a agarrar los glúteos con sus manos. Ahora el pene de Gerardo parecía más grande todavía y hacía como que quería entrar entre sus piernas. Gerardo se quitó el cinturón y los zapatos, bajó completamente su pantalón y sus calzoncillos y se quedó desnudo de cintura para abajo. Agarró con una sola mano a Simone por el culo y lo llevó hasta una mesa pequeña que había en la sala. Lo hizo agacharse sobre la mesa, para someterlo a sus caprichos.
Gerardo le abrió el culo con las manos y empezó a chuparlo. Movía la lengua de arriba hacia abajo con largos movimientos, desde la espalda hasta los testículos. Luego se centró en el ano. Acariciaba circularmente el agujero con su lengua y la metía y la sacaba jugando. Gerardo se incorporó y agarró su rabo para meterlo directamente en el culo de Simone. Este que no había visto la polla de Gerardo, estaba intrigado con todo aquello. Le había sorprendido mucho, pero ahora estaba disfrutando. Gerardo que estaba muy cachondo se la metió entera.
- ¡Ahhh! - Gritó Simone. Gerardo empezó a dar embestidas fuertes. Agarraba a Simone por la cintura y lo follaba con todas sus ganas. - Que cabrón, qué cabrón -. Decía Simone al sentir su enorme rabo. Debía de ser tan grande como sus manos.
Gerardo soltaba la cintura con una mano y le daba una cachetada en sus nalgas. Esto a Simone lo ponía a cien. Tras unos minutos, Gerardo se detuvo y pasó al otro lado de la mesa. Había una silla donde se sentó. Su polla enorme, quedó totalmente erecta y le indicó con la mano a Simone que era allí donde debía estar. Este no lo pensó, se acercó y ahora que la veía de cerca le apetecía aun más. Pasó las piernas alrededor de la cintura de Gerardo y agarró su polla con la mano derecha. Lentamente se fue sentando sobre ella. Gerardo mientras tanto no paraba de lamerle la boca, la cara y el cuello. Simone apuntó finamente la punta de la polla en su agujero y comenzó a bajar.
Ansssssss – Emitieron un gemido al unísono. Simone levantó un pie y lo puso sobre la silla, junto a la pierna izquierda de Gerardo y el otro lo dejó apoyado en el suelo. Se sujetó en los hombros de Gerardo y comenzó a cabalgar.
Cabalga vaquero, cabalga mi polla. Cabalga hasta que lleguemos a un acuerdo – decía Gerardo mientras le metía un dedo en la boca. Simone no paraba de cabalgar, arriba y abajo a un buen ritmo. El dedo de Gerardo en su boca la llenaba y la saliva le estaba colgando. Sacó el dedo de la boca, y lo empezó a besar magreando. Toda aquella saliva quedó como una fina película entre sus lenguas.
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- Dale a papi dale cabrón – gritaba Andrés mientras Erick lo follaba a cuatro patas. Andrés se sostenía de rodillas y los nudillos entrerrados en la arena y Erick detrás agachado, con sus manos en los hombros de Andrés y follándolo muy duro. Tenía un culo muy abierto, debía de estar trabajado durante mucho tiempo y se la podía meter muy dentro. Luego Erick sin sacarla de su interior, se arrodilló y Andrés se dejó caer hacia atrás. Erick se quedó sentado en la arena y Andrés encima dándole la espalda. Comenzó a cabalgar arriba y abajo, se sujetó con las manos encima de las manos de Erick que las tenía en el suelo y abrió las piernas a ambos lados. Movía las caderas como si fuera Elvis en Suspicious Mind, su miembro y sus huevos se tambaleaban al mismo ritmo, igual que una campana.
Tras unos minutos, Erick estuvo a punto de correrse y golpeó a Andrés en el culo. Este, sin dejar de parar el traqueteo de su polla, se la agarró y siguió meneando muy deprisa. Se masturbaba y se dio la vuelta mirando a Erick que seguía sentado.
- Aaaahhhh – soltó Andrés mientras exhalaba aire y no paraba de pajearse. Se agachó y apuntó con la polla en la cara de Erick. Comenzó a soltar toda la lefa. Tenía mucha cantidad y no paraba de escupir chorretones que cayeron en la cara y se colgaban hasta el pecho y hasta el pelo de Erick.
-Aaaahhhh – fue la respuesta de Erick que también se pajeaba, Andrés se agachó aún más hasta tocar con la punta de su rabo la polla de Erick mientras este comenzó a correrse. La lefa cayó en la polla de Andrés y en el suelo. Se volvieron a besar mientras los dos con sus manos agarraban ambas pollas para pajearse al unísono.
Eso es lo que yo llamo una gran follada – dijo Andrés mientras reía. - Eres un buen chico, creo que te llevaré de viaje a Grecia.
Andrés podemos ir donde quieras, para eso me has encontrado -. Se besaron hasta que el gemido de un hombre los alertó. Parece que alguien había visto de cerca la escena y estaba masturbándose contra la pared, mientras los miraba de reojo.
Como odio a los viejos verdes – dijo repipimente Andrés mientras no soltaba los labios de Erick con sus dientes, - se podía pelar la banana en otra parte -.
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Gerardo agarró con sus enormes manos el culo de Simone y empezó a forzarlo, haciéndolo cabalgar aun más deprisa. Simone gemía y se abrazaba a su amante. Gerardo daba azotes en el culo y empujaba para que bajara más deprisa. Bruscamente se levantó sujetando a Simone, se dio media vuelta y lo colocó tumbado boca arriba sobre la silla. Gerardo era de estatura baja, y aquí encontraba su altura ideal. Sin sacar aun la polla del culo siguió follando, muy duramente. Simone, entregado a los deseos, seguía gimiendo y de vez en cuando soltaba un pequeño grito, provocado por el dolor del pollón que tenía dentro. Levantaba las piernas y las abría todo lo que podía.
Ahhh, ahhh, ohhh – Gerardo frenó el ritmo de sus embestidas, pero aumentó la fuerza y la silla se tambaleaba. Sacó la polla y vino con ella a la cara de Simone. Este tuvo un acto reflejo de rechazo, pero Gerardo le sujetó fuertemente la cara con su mano enorme, por los mofletes. Le metió la polla y siguió follando, mientras se corrió. El semen caliente ataponó la garganta de Simone y le llenó la boca, cayendo por sus labios hasta su cuello.
La verdad que estoy satisfecho de haber llegado a este acuerdo – la voz de Gerardo parecía ahora más pausada.
Es un placer hacer negocios con usted – dijo Simone después de despejar su gaznate, acostumbrado a llevar la voz cantante siempre en los negocios, pero muy sorprendido esta vez, aunque también satisfecho.
Gerardo se puso la ropa y mientras se colocaba, dijo – estaremos en contacto para futuras puestas en marcha -. Salió de la sala con la energía que lo caracterizaba y dejó la puerta abierta, abandonando a Simone en la silla donde había sido follado y con el semen aun derramándose por su cara, sus ojos muy cálidos estaban empañados de lágrimas.
Simone se vestió, aun recuperándose de aquel acto desenfrenado y sin dejar de pensar en su amante. Salió del edificio, y sin parar volvió a coger un taxi y regresar a su hotel. Tras haber salido el acuerdo adelante, acababa de tener una idea. Ya no tenía relación con su exmujer, quedaban dos meses para sus vacaciones y Erick lo esperaba en la habitación. Al entrar al hotel encargó una botella de whisky y mandó que le colocaron una nota con una frase. La dejaron en el cubo de hielo y subió rápidamente con el cubo. Al entrar en la habitación se encontró solo. Llamó a Erick y no contestaba, ¿dónde se habría metido? Se sentó a esperar, puso la tele, se quitó la ropa, siguió esperando.
Habían pasado más de cuatro horas y todavía no contestaba Erick. Simone había bebido media botella sin hielo, su corazón estaba demasiado oprimido, pero no era por el alcohol. Dejó la Chivas a su lado y miró la etiqueta que decía: “Grecia nos espera”. Otra vez comenzaba a dar vueltas la habitación, tenía ganas de vomitar y se quedó allí paralizado intentando dormir de nuevo, para seguir soñando.