Granja de perversion 3

Las perversiones de la granja continúan. A la pareja de viejos se le unen otros. Logrará Sonia escaparse.

Habían pasado unas horas. Le expliqué a Sonia (mi mujer) lo que debía hacer para escaparse por la ventana del baño. Avisamos a Emilio y María que Sonia necesitaba ir al baño.

La soltaron de sus cadenas y se puso las chanclas. Esa era la única ropa que llevaba. Entró al baño y cerró la puerta. Abrió la ventana. Se introdujo y sujetándose en la ventana se dejó caer despacio.

Corrió despavorida hacia el bosque en dirección a la carretera. La desesperación le hacía correr como nunca.

Mientras tanto en la casa Emilio esperaba al lado de la puerta. Al cabo de unos minutos comenzó a preguntar. “Sonia, qué haces. Tanto estás haciendo de vientre. Como tardes más abro.”

Al no tener respuesta abrió la puerta.

_ María la puta se ha escapado. Voy a por el coche. Quédate aquí vigilando al otro. Gritó Emilio.

A mí la respiración se me agitó. Por favor que le dé tiempo a pedir auxilio.

El bosque servía de cobijo y Sonia corría desnuda despavorida. Como le indiqué, le dije que no fuera por la carretera porque la podían encontrar con el coche pero que fuera cerca a través del bosque por si veía otro coche acercarse. El matrimonio tenía un coche blanco y los blancos eran los coches a evitar.

De pronto, oyó un coche aproximarse. Era blanco. Se agachó y se tumbó en el suelo mientras las piedras se le calvaban en la piel y los pechos. El vehículo pasó como una exhalación.

Otra vez el silencio. Continuó avanzando.

En la casa maría se me acercó y me dijo. La puta de tu mujer ha escapado. Como la cojamos le vamos a dar un buen correctivo. La mujer estaba casi más nerviosa que yo. No paraba de dar vueltas por el dormitorio.

Mientras, Sonia avanzaba. Se oyó otro coche aproximar. Era verde. El coche era verde. Saltó a la carretera haciendo señales al coche que frenó en seco. Del vehículo salió un hombre de mediana edad, calvo, con barriga, pantalones vaqueros y camisa blanca.

_ ¿Qué le ocurre?

_ Por favor, ayúdeme. Unos locos nos han secuestrado. Necesito ir a la policía.

_ Suba al coche, suba.

Sonia subió al coche y el hombre arrancó.

_ ¿Qué pasa?

Mientras el coche circulaba Sonia le iba contando lo sucedido.

_ No tengo ropa. Paro y me quito la camisa.

_ No, no usted no pare. No se preocupe.

_ Conozco un bar de carretera aquí al lado. Paramos y llamamos a la policía.

Sonia estaba cansada pero feliz. Se iba a acabar este suplicio aunque estaba preocupada por José.

Llegaron al bar de carretera y se bajaron. Entraron en el bar. Dentro había 5 personas. Dos chavales jóvenes de veintipocos años, un señor mayor de unos 70 años, bajito y delgado, un hombre de unos cuarenta años muy fuerte, vamos muy cachas de gimnasio y el camarero que tendía unos cincuenta años.

Cuando entraron, miraron sorprendidos a Sonia. Normal, una mujer desnuda por completo con unas chanclas. Roberto que así se llamaba el hombre que la había recogido explicó el problema a estos.

_ Pase dijo el camarero. Siéntese.

Sonia insistía en llamar a la policía.

De repente, el cachas se acercó a la puerta y la cerró.

Los dos chavales jóvenes se abalanzaron sobre Sonia y la sujetaron de los brazos. Roberto y el camarero cada uno de una pierna.

_ Noooo, gritó Sonia.

Del interior del bar salió Emilio riendo. Chicos, dijo, estáis invitados.

La tumbaron en la mesa y la dijeron. Obedece o te pegamos y no queremos hacerte daño.

Sonia llorando desesperada asintió.

Los chavales tenían cara de ansiedad, de hambre al ver a aquella mujer desnuda, de pechos preciosos, de coño peludo y rizado y de buen culo. Se desnudaron a una velocidad increíble. Pero el fuerte dijo: “Primero por edad y en orden”

El señor mayor se bajó los pantalones y se sentó en una silla.

_ Chúpame la polla, guapa. Dijo.

Sonia se puso de rodillas y acercó su boca a aquel pene flácido y arrugado del viejo. No estaba muy limpio porque olí a 30 centímetros. Abrió la boca y se lo metió en ella. Aguantando las arcadas empezó a succionar. Le masturbaba mientras con la mano para que terminara lo antes posible. Mientras al viejo se le agitaban las manos y no podía contenerlas su polla creció pero sin llegar a ponerse muy dura. Los demás aplaudían y reían. El viejo se agitaba y empezó a correrse dentro de la boca mientras se la sostenía con las manos para que no se apartara.

_  Ugggg traga, traga, traaaaaagaaaaa

El pene comenzó a bombear. Sonia tuvo que tragárselo todo.

Se soltó.

Ahora tú, yo y Roberto, indicó el chachas mirando al camarero.

Se desnudaron por completo. El fuerte tenía un cuerpo exageradamente musculoso y su polla estaba dura. Tenía un capullo enorme para el resto de tamaño de su polla.

La tumbaron en la mesa. El camarero acercó su cara al coño y sacó la lengua. Primero pasó la lengua por el clítoris que haciendo caso omiso a la cabeza de Sonia se puso duro. Lo atrapó en sus labios y succionó. A Sonia se le escapó un gemido.

_ Mira como disfruta dijo Roberto.

EL fuerte acercó su polla a la boca y se la restregó por los ojos, cuello, mejilla, nariz y le dijo saca la lengua que quiero ver cómo me lames el capullo.

Mientras el camarero le comía el coño ya empapado le chorreaba saliva y jugos por los laterales interiores de los muslos, le lamía el capullo. Roberto chupaba las tetas y manoseaba su estómago.

Cambiaron las tornas y el fuerte se acercó y rozó con su capullo el clítoris. Fue bajando la polla apretando su vulva y cuando encontró el camino se la metió de golpe. Sonia lanzó un gran gemido. Este se movía a golpes extremadamente fuertes. Cada vez que entraba a mi mujer le salía un gran gemido. Mientras le manoseaba los muslos. Tenía las otras dos pollas en la boca. No podía respirar entre gemidos y pollas en la boca.

Chorreaban de saliva las pollas en su boca. El cachas aceleró los movimientos y Sonia empezó a correrse. Se convulsionaba como loca. Este tenía que sujetarla para que no se separase. Nada más terminar el fuerte la sacó. Ahora vosotros. Roberto se acercó y se la metió. Estaba tan excitado que nada más meterla se corrió. Le lleno de lefa el coño. Soltó una cantidad exagerada. Al sacarla, le leche se quedó en la puerta.

_ No pasa nada dijo el camarero que se la metió con leche incluida. Este se movía despacio como saboreando el momento. En círculos, de arriba abajo mientras le restregaba los dedos sobre el clítoris. A Sonia le venía otro orgasmo.

Verla así le excitó tanto que se corrió en las primeras convulsiones de Sonia y se corrió dentro también.

Ya tenía el coño inundado de leche.

El fuerte que quedaba por correrse le dio la vuelta. Le abrió el culo y soltó un escupitajo enorme en su ano. Acerco su capullo descomunal y se lo metió de golpe. A Sonia le ardía el culo. Mientras le cogía de la cintura empezó a moverse pero ya estaba tan excitado que se corrió enseguida. Al sacarla saltó el esperma del culo.

Los tres se retiraron.

Los jóvenes dijeron que no querían meterla en sus agujeros llenos de leche y le metieron las pollas en la boca. Sonia chupaba, lamía, tragaba su sabor. El primero se iba a correr y la sacó corriéndose en su cara, exactamente en sus ojos y nariz y manchó las manos del otro. EL que quedaba se corrió dentro de su boca.

Sonia quedó tendida en el suelo. Llena de esperma por todo el cuerpo. Emilio le abrió las piernas y le metió sus dedos dentro. De modo de ganzúa empezó a masturbarla y mi mujer empezó a gemir de nuevo. Los líquidos suyos y el esperma sonaba a chapoteo y se corrió de nuevo con espasmos. La ataron y la montaron al coche de Emilio.

Yo estaba desesperado en la casa y oí el ruido de un coche. Se abrió la puerta y apareció Emilio con Sonia en sus brazos. Estaba aturdida, cansada y ya no tenía ni lagrimas.

Emilio me cogió y me tumbó boca abajo. Sin lubricante y sin nada me metió la polla por el culo. EL dolor era brutal. Me follaba sujetándome la espalda. Cada vez más fuerte mientras me decía. Esto no es nada comparado a como se han follado a tu chica.

De golpe se corrió dentro mientras gemía. La sacó. Y me dijo mira.

Se acercó a Sonia que estaba tumbada y le meo todo el cuerpo.

_ Tenemos muchas sorpresas para vosotros. No os las podéis perder dijo María.

Se marcharon y nos quedamos los dos tumbados, doloridos en el suelo.

Continuará…