Gracias por no dejarme

A veces hay pocas cosas más gratificantes que la denegación

Te había prometido encontrarnos este finde más mentalizado que nunca. Se trataba de tu placer y solo de tu placer, y si en ese goce se incluía mi frustración, mi desesperación...incluso un dolor de huevos paralizante...era lo que me había buscado....y porque no...deseado.

Habíamos llegado a casa, después de encontrarnos en la estación y tras contarnos todas nuestras novedades y comernos a besos como dos recién enamorados (siempre seremos dos recién enamorados) me vendaste los ojos y me quedé sentado esperando.

“Quítate la venda” me dijiste por fin. La espera había merecido la pena, allí estabas tú sentada con ese vestidito tan corto, tus tacones de aguja y esas medias de rejilla que sabía a ciencia cierta que terminaban en un escueto liguero. Mi reacción no se hizo esperar, después de 1 semana en castidad, fantaseando 10 horas al día con estar a tus pies y conseguir mi orgasmo soñado, mi erección plena fue cuestión de segundos. Ya me sobraba toda la ropa.

“Desnúdate cariño, aquí solo puedo estar vestida yo. Y ni se te ocurra no ya masturbarte, sino tocarte la polla...es mía...solo mía entendido?? Si obtienes algún placer solo será porque te lo merezcas, o porque me apetezca. Como olvides esto te prometo que dejaré mis dientes bien marcados en ella...aunque a lo mejor te gusta...” Esa sonrisa que acompañó a esa última frase, esa sonrisa de maldad juguetona, de saber que te puedes permitir todo, que lo tienes todo en tus manos. Era la primera vez que te la veía hoy y ya me estaba derritiendo.

“Ven demuéstrame lo que me quieres, pero pon tus manos atrás, solo quiero tus labios delicados sobre mi piel, ya veremos si te ganas poder tocarme”

Me arrodillé y empecé a besar tus piernas lentamente, muy despacio, no me quería sobreexcitar y romper alguna de mis nuevas reglas solo empezar. Con un gesto tuyo fui subiendo y fui besándote tu tripa, tus costados, subiendo por tus hombros, alrededor del cuello, tu espalda...

Casi sin darme cuenta llevaba ya un rato adorándote y tú como no parecías encantada.

Mis manos había conseguido mantenerlas atrás pero inconscientemente me movía alante y atrás buscando algún roce con mi glande. A veces lo conseguía con alguna parte de tu cuerpo y ahogaba un gemido. A ti se te vislumbraba una mueca de satisfacción a cada intento de acometida y de repente noté tu dedo posarse muy suavemente en mi glande.

“Mmmm mira como está esto...qué mojadita ya...pero si no te he tocado...” Recoges mi preseminal y me lo acercas a mi boca para lamerlo “Gracias mi Diosa”.

“Eso es...te daría a probar tu propio semen pero es que no sé si eso lo vamos a ver en muuucho tiempo...jajaja” Clavaste tus ojos en mi mientras me decías eso a la vez que me escuchabas luchar por no gemir dada la mezcla de excitación y pavor que me producían esas palabras.

“Ahora quiero que acaricies mis pies, que los beses, que los lamas”

De rodillas y postrado ante ti empecé a lamer tus pies, los deditos que asomaban por el zapato como podía. Sabía que no te excitaba sobremanera que lamiese tu zapato, que lo veías poco personal y no te otorgaba placer, así que intentaba luchar con tus zapatos por besar los trozos de piel que me permitía.

“Quiero que sepas que soy muy consciente de lo duro que es para ti no poder tocarte ahora mismo, no poder tocarme, manosearme, follarme. No poder correrte, sentir esas contracciones en la próstata y sentir como un volcán de semen te retuerce de placer mientras sale...Sí, soy muy consciente.

Y por eso mismo no quiero dejarte tenerlo. Por mi. Quiero que seas muy consciente de que podrías estar ahora mismo sintiendo todo eso y no lo haces solo porque yo quiero. Quiero que cada vez que me corra seas muy consciente de que podrías estar sintiendo el mismo placer que ves en mi cara pero que no lo tienes solo porque yo no quiero... y quiero que estés agradecido por eso...

Pero, cariño...no es fácil...cuando te desvives por mi, cuando acaricias todo mi cuerpo sin nada a cambio, cuando me lo comes durante ratos eternos, cuando se te quedan los brazos dormidos de tanto masturbarme sin parar....no es fácil decirte que no...decirte que después de toda esa dedicación a ti te voy a denegar tu placer totalmente...por eso necesito que me ayudes...lo harás por mi??

A partir de ahora, cuando te deje besarme, acariciarme, lamerme...cuando me lo quieras agradecer...no quiero un simple gracias...quiero que me digas porqué me lo agradeces tanto. Quiero escuchar, Gracias por no dejarme correrme. De acuerdo?. Así me recordarás que lo quieres hacer por mi y seré fuerte...así estarás frustrado solo por mi...”

Lo habías conseguido, una vez más mi cabeza era un torbellino de ideas. De verdad iba a poder hacer eso? Una cosa estaba clara y es que solo la idea de agradecerte constantemente lo que más temía era increíblemente morbosa, pero también era un paso casi final...diría que sin vuelta atrás.

Siempre te había dicho que llegases hasta donde quisieses, que de eso se trataba, que podías estirar la cuerda mucho todavía...pero esto sentía que era definitivo, que normalizaba el que pudiese estar mucho tiempo sin mis orgasmos, y la idea me aterrorizaba y me excitaba a partes iguales.

También mentiría si dijese que de verdad me planteé ni siquiera un poquito desobedecer...no era algo así lo que tantas veces me había imaginado en la cama mientras me frotaba como un autómata?? Pues bien, había llegado el momento de la verdad.

Mientras que yo me debatía conmigo mismo tú te habías descalzado, y levantando tu pie me dejabas claro lo que querías que hiciese. “Aprovecha que te dejo ahora lamerlo en libertad, empápate de él...”

Y eso hice, empecé a lamerlo, a besarlo, a darle pequeños mordisquitos entre los dedos

“He dicho empaparte...qué pasa te da asco? Me voy a tener que lavar mis pies cada vez que quiera que me los lamas? A ver si va a ser que no me deseas tanto, y que la castidad tengamos que hacerla de un mes en vez de una semana...”

No me lo pensé un segundo y aspirando fuertemente su olor me introducí tus deditos enteros en mi boca, saboreándolos...sin duda tenían un olor y sabor característico...venías de un viaje y no sabían a jabón...y eso fue lo que me sobreexcitó. El verme entregado a tus pies cansados, sin importarme que te hubieses quitado el calcetín hace solo unos segundos...empapándome de ellos, empapándome de ti...esa clase de humillación que tanto morbo me daba.

“Gracias por no dejarme correrme” salió de mi boca casi sin pensarlo y vi esa cara tuya, de satisfacción y morbo a partes iguales, cuando aprietas los dientes, que normalmente significa que vas a ser mala, y que ahora mismo significaba : He ganado.

“ jajajaja, creo que nunca me cansaré de oír eso....”

Me empeñé tanto en hacer mi trabajo que no me di cuenta que te habías subido un poco el vestidito y sin quitarte el tanga te estabas masturbando...cuando alcé mis ojos y lo vi empecé a suspirar, no podía tener más sangre en mi polla ya, me intentaba rozar con lo que podía.

Tú te distes cuenta rápidamente “ Tienes prohibido mirar mi coño si no te doy permiso entendido? Sube y besa mis muslos además de mis pies, pero sin mirar un solo momento de acuerdo? Confórmate con oírme gemir jajaja” Estaba claro que hacerme esas putadas te daban tanto morbo a ti como a mi porque en ese momento empezaste a gemir cada vez más alto y no te faltaba mucho para correrte “Fóllame con tus dedos, vamos, fóllame fuerte, pero ni se te ocurra mirar”

Introduje dos dedos como pude, palpando para encontrar tu entrada sin poder mirar, estabas ardiendo, empapada, a mi me daba morbo la situación pero a ti..., según introduje los dedos de golpe gritaste de placer y podía notar en mi mano como taladrabas tu clítoris con tus dedos como a ti te gusta.

Sabía que estabas a punto, me afané en besar cada centímetro de tus muslos. Era frustrante tener tu coño tan cerca, casi sentirlo palpitar, y no ya no poder follármelo o comérmelo, si no ya no poder ni mirarlo...Tú con tu pie descalzo acariciabas muy someramente mi glande y a veces dabas pequeñas pataditas con tu empeine en mis testículos, lo que me hacía estar en guardia cuando....

Te escuché bramar, noté tus contracciones en mis dedos y tu orgasmo llegó, jadeabas, te retorcías, gemías, yo no podía más, necesitaba mirar, ver tus labios rojos, palpitantes, pero me había prometido que este finde iba a estar más mentalizado que nunca y quería complacerte, así que simplemente jugué con mis dedos en tu interior para proporcionarte los últimos latigazos de placer mientras me intentaba follar a tu empeine.

Te quedaste muerta, como sin vida, no movías un músculo. Yo seguí besando tus piernas y besé también tu tripa. Sentía gratitud. Gratitud por haberte hecho sentir ese orgasmo, por haberte oído gemir, por seguir manteniendo mi polla inhiesta a punto de explotar...por no dejarme venirme abajo.. Instintivamente casi sin querer me frotaba con tus gemelos o tus muslos mientras te seguía agradeciendo a besos ese rato.

“ufffff, espero que lo hayas disfrutado como yo, ha sido... No te preocupes que tú también tendrás placer. Esta noche me sentaré tranquilamente en el sofá y dejaré que me acaricies los pies, o me des un masaje en la espalda...ya sabes que ese es tu placer ahora “ mientras me deleitabas con esa sonrisa tan tuya que me vuelve loco.

“Gracias mi diosa por no dejarme correrme”

“Lo sé cariño, sé que me lo agradeces”