Gracias desconocido ii
EL DESPERTAR DE MARIANA: después de la aventura con su desconocido, Mariana descubre cosas de ella misma, que hasta ahora ignoraba, su lado salvaje...
….seguimos un par de horas de fiesta en aquella discoteca y cerca de las cuatro y media de la madrugada mis amigas y yo nos despedimos en la puerta, cogimos un par de taxis y nos fuimos a casa, felices y relajadas, unas mas que otras, después de la noche que habíamos pasado.
Llegue a casa, me mire al espejo y vi de nuevo aquella sonrisa complaciente en mi cara, en el dormitorio estaba Jorge, mi pareja, me asome un segundo y lo encontré dormido, abierto de brazos y piernas, ocupando toda la cama, desnudo, como a él le gustaba dormir, con una sonrisa en los labios me fui al baño.
Empecé a desnudarme, delante del gran espejo, lentamente, recreándome en cada curva de mi piel que quedaba al descubierto, me acariciaba, el encuentro con aquel desconocido y su forma de abordarme, me había dejado con ganas de más, así que al meterme en la ducha ya sabia lo que tenia que hacer, abrí el grifo y casi de un salto, me metí bajo el agua. Comencé a enjabonarme, la espuma y los chorros de agua caliente parecían acariciar mi cuerpo, lamerlo, poco a poco, volví a estar encendida de deseo, podía despertar a Jorge, seguro que no le molestaría, es más, uno en mitad de la noche casi de improviso, le pondría a cien, lo sabía, pero primero quería darme placer yo solita, después ya vería.
Cogí la alcachofa de la ducha y dirigí sus chorros hacia mi rajita, mis labios se hincharon al recibir el agua caliente y mi clítoris, empezó a revivir, cambie la posición de los chorros para concentrar el agua e incrementar su fuerza, me apoyé en los azulejos fríos y empecé a masturbarme, no lo puedo negar, mientras hacía esto pensaba en mi desconocido y en el placer gratuito que me había proporcionado, no conocía su nombre, ni su aspecto, pero imaginar sus manos en mi pezones hacía que estos se pusieran duros.
Los acariciaba, los amasaba y casi podía imaginar como me los pellizcaba, una y otra vez, rememoraba mi cuerpo apoyado en el suyo y como me deje hacer entre tanta gente.
De mis pechos baje la mano por mi cuerpo hasta llegar a mi ombligo y me ocupe de él, sabía, porque ya lo había experimentado, como se producía una especie de corriente eléctrica hasta mi bajo vientre al meter un dedo en mi ombligo y masajearlo, no lo podía explicar pero siempre me pasaba, era como si todas las terminaciones nerviosas empezarán en él.
Tras ese latigazo de placer, continué bajando mis manos ansiosa de acariciarme, de provocarme mil sensaciones, abrí un poco las piernas y con los chorros y mi dedos empecé a tocarme, primero lentamente, recree sus caricias, me acaricie el culo, puse un dedito en mi ano y experimente de nuevo esa sensación de placer. Mi caricia fue haciéndose cada vez más exigente, hasta que conseguí un orgasmo, más que satisfactorio, aunque un poco solitario.
Termine de ducharme, bastante más relajada, me sequé y empecé a recoger el rosario de prendas que había dejado por el baño, entre mis cosas vi un papelito doblado, que recogí, sería algo de publicidad que me habían dado. Al desdoblarlo leí dos líneas escritas a mano que decían;
“ ¿Más?, llámame” y un número de teléfono.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo.
¿Sería mi desconocido?, fue lo primero que se me vino a la cabeza, ya que, no recordaba en que momento alguien me podía haber pasado esa nota, de nuevo volví a encenderme, ¿Qué me pasaba?, yo siempre había sido bastante normal en cuanto al sexo y esta noche, no dejaba de pensar…, de excitarme. Era como si mi lado más salvaje, oculto hasta ahora, me hubiera poseído. Me miré al espejo y me asustó la imagen que reflejaba. Estuve tentada de llamar, pero eran las cinco y media de la mañana, Jorge estaba en el cuarto de al lado y tuve miedo de mi misma, lo volví a doblar y lo guarde…
Al llegar a mi dormitorio, allí seguía Jorge, en la misma postura, durmiendo placidamente, soñando…, no se con qué, pero le estaba gustando, ya que tenía una erección del quince. Lentamente me subí a la cama, me arrodille junto a él y con la luz del baño encendida, lo observe, sus brazos, sus piernas, su vientre, su pene erecto, todo eso unido a lo cachonda que estaba hizo que empezara a lamerlo, levemente, pequeños lametones, primero su brillante capullo, era como una piruleta que me llamaba, lamí sus muslos, sus rodillas y volví a mi piruleta , a estas alturas Jorge me miraba con una mirada entre sorprendida y lasciva, ¡¡¡Vaya despertar que estaba teniendo!!!, como yo no necesitaba más, me monte a horcajadas directamente y mi penetración calmo momentáneamente, el calor que estaba sintiendo, lentamente a mi ritmo empecé a cabalgarlo y Jorge se dejo hacer, supongo que le extrañó mi arrebato, pero no dijo una palabra.
Casi siempre había necesitado grandes preliminares para ponerme a tono y siempre empezaba con el misionero y poco más, ahora disfrutaba como una loca cabalgando mi semental. Algo salvaje se estaba despertando en mi interior, cabalgue como una loca, siguiendo mi ritmo, en un momento dado puse un dedo en mi ano, al principio solo una apoyo, pero con el movimiento cada vez se introducía un poco más. Estaba muy caliente y a punto del orgasmo, cuando empecé a pellizcar mi clítoris, fue el detonante de otro orgasmo maravilloso, el tercero de la noche.
Rendida finalmente, me quede dormida pensando en el mensaje que había guardado, ¿Más, llámame?.....