Gracias a las drogas me follé a mi madre VIII

Fin de la historia.

Vicente guio a Blanca a su casa, se escaparon de clase y anduvieron hasta la casa del muchacho. Allí se encontraron con una sonriente Lorena, que se sorprendió mucho al verlos a ambos allí. Lorena estaba sumida en sus pensamientos cuando sintió la puerta. Llevaba en la mano un predictor con resultado positivo, estaba feliz, pletórica. Cuando ambos jóvenes entraron la encontraron en el salón, vestida con un camisón que se notaba que no llevaba absolutamente nada debajo e iba descalza. Se le quedaron mirando a la mano que sostenía el predictor.

Vicente: Hola, mamá – dijo curioso.

Blanca: Hola, señora – dijo cordial.

Lorena: ¡Oh! Hola chicos – dijo levantándose del sofá - ¡Hola, amor! – dijo abrazándole fuertemente - ¿Qué haces aquí a esta hora? – dijo nerviosa.

Vicente: He venido a que Blanca entienda muchas cosas de mi vida – dijo serio - ¿Qué es eso?

Lorena: ¿Esto? Es un predictor, amor – dijo contenta y preocupada por su reacción, sobre todo al estar Blanca delante.

Vicente: Ya lo veo – dijo serio - ¿Estás embarazada? – dijo nervioso.

Lorena: Sí, amor, mamá está embarazada – dijo feliz.

Blanca: ¡Enhorabuena, señora! – dijo felicitándola - ¡Vas a tener un hermanito! – dijo agarrando la mano de un petrificado Vicente.

Vicente: No es mi hermano – dijo serio.

Blanca: ¿Cómo que no es tu hermano? – dijo intrigada - ¿No son tus padres?

Vicente: Sí son mis padres – dijo serio y nervioso.

Blanca: ¿Entonces? No entiendo – dijo curiosa.

Lorena: Lo que mi amado hijo quiere decir, es que somos sus padres, pero este hijo no es de mi marido, sino suyo – dijo señalando a su hijo, dejando a una sorprendidísima Blanca de piedra – Mi hijo es el padre del hijo que estoy esperando – dijo acariciando su vientre con suavidad.

Blanca: ¿Qué? ¿Estás de broma? – dijo estupefacta - ¡Tiene que ser una maldita broma, una de muy mal gusto! – dijo enfadada, celosa, iracunda.

Vicente: Te lo puedo explicar…

Blanca: ¡No me toques! – dijo apartándose de él - ¡Eres un depravado! – le acusó ¡Y usted también! ¡Con su propio hijo! ¡Se acuesta con su propio hijo! ¡Pervertida! – gritó a Lorena, que ni se inmutó.

Vicente: Blanca…

Lorena: Amor, déjame hablar con ella a solas – dijo cogiendo su mano y mirando fijamente a Blanca.

Ninguno se movía. Blanca respiraba muy rápido muestra del ataque de ira que estaba sufriendo en ese momento. Vicente, indeciso, dejó a su madre a solas con Blanca, no sin antes cerrar la puerta de la calle con llave por precaución de que Blanca huyera y se fuera de la lengua. Cuando se quedaron solas, Lorena se sentó en el sofá.

Lorena: Siéntate, no te va a pasar nada – dijo seria – Tienes que entender muchas cosas, y qué mejor que yo para explicártelas.

Blanca: ¿Qué me tienes que explicar? – dijo sentándose en la otra punta del sofá-

Lorena: Mira cielo, hasta hace poco más de un año, yo y Vicente solo éramos una madre amorosa y su único y mimado hijo – comenzó – Mi matrimonio iba bien, pero yo tenía un problema, no me excitaba sexualmente – explicó – Mi marido tenía que drogarme con una droga sexual para poder excitarme y tener sexo satisfactorio.

Blanca: ¿Y eso qué tiene que ver? – dijo confusa.

Lorena: Todo – dijo seria – Vicente, como la mayoría de los adolescentes, estaba ya con la hormona alterada y yo era la mujer más cercana que tenía, al principio solo se hacía pajas pensando en mí y me espiaba algunas veces, según me dijo luego, pero un día nos pilló a mi marido y a mí follando y dándome la droga – dijo seria – Mi hijo se aprovechó de eso y con ayuda de la droga y que me excitaba muchísimo empezamos nuestros escarceos – confesó – Solo toqueteos, pajas y esas cosas, pero pronto en mí surgió algo que nunca había surgido: excitación.

Blanca: ¿Por tu hijo? – dijo asqueada.

Lorena: Sí, por mi apuesto, varonil y fuerte hijo – dijo sonriente – El ver cómo se pajeaba, ver que era yo la que lo excitaba hizo que surgiera en mí el deseo, el morbo, la lujuria. Fui yo quién le pedí que me follara y desde entonces no dejamos de hacerlo.

Blanca: Pero, ¿y su padre? Es tu marido – dijo desconcertada.

Lorena: Su padre al principio estaba conforme, pues me follaba sin drogarme, pero luego yo me enamoré de mi hijo y él se buscó amor en otra, Rebeca, una chica maravillosa, y vivimos todos aquí como una familia – explicó - Mi hijo tenía miedo a que, si te lo decía, salieras huyendo y no quisieras saber nada de él.

Blanca: La verdad, estoy a punto – dijo seria.

Lorena: Y no te culpo, yo me sentiría igual, si el hombre que amo estuviera con otra, sentiría celos, ira, furia – dijo seria – Pero si no me equivoco, tú amas de corazón a mi hijo, ¿no?

Blanca: Sí – dijo cabizbaja y llorosa.

Lorena: Yo también, lo quiero como un hijo y lo amo como un hombre – confesó sonriente – Ambas podemos amarlo y hacerlo feliz, él te ama con locura, a mi me quiere como madre y mujer, pero a ti te ama – explicó – Conozco a mi hijo, y el deber de una madre es hacer a su hijo feliz – dijo tierna mientras le acariciaba los brazos a la muchacha - ¿Qué me dices? ¿Quieres ayudarme a hacerlo feliz y unirte a esta peculiar familia? – dijo sonriente.

Blanca: No sé, amo a Vicente, pero no se si puedo compartirlo con otra – dijo llorosa y frustrada.

Lorena: Te entiendo, pero hagas lo que hagas, deja que sea este el que decida – dijo tocando su corazón – Te dejo sola un momento, tengo que ir al baño – dijo divertida.

Blanca se quedó sola y llorosa en el sofá. No dejó de pensar en un solo instante en las palabras de Lorena, no sabía qué hacer, qué pensar de todo aquello. Lo que le proponían era una depravación. No entendía que una madre y un hijo tuvieran ese tipo de relación. Vicente entró al salón con sigilo después de un rato y la vio sola, llorosa, acurrucada en sus rodillas. No lo pudo evitar y se acercó a ella, culpable.

Vicente: Sé que me odias ahora mismo, y ya te he dicho que no vale la pena tener nada conmigo – dijo serio – No quiero verte así – dijo acariciando su cara con suavidad.

El muchacho pensó que le quitaría la mano o que le gritaría o pegaría, pero sorprendentemente para él, nada de eso pasó, simplemente se quedó quieta.

Vicente: Me gustaría ser egoísta, pero no quiero que sufras, te amo de corazón y prefiero que las cosas se queden, así como están a verte sufrir así por mí – dijo serio.

Blanca: ¿De qué hablas? ¿Me vuelves a echar? ¿Prefieres a tu madre? – dijo furiosa.

Vicente: Por mucho que te duela, es mi madre, no la voy a dejar nunca – dijo serio – Y no puedo obligarte a tener ese tipo de relación, por eso es mejor que te olvides de mí, que seas feliz sin mí, conocerás a alguien, y…

Blanca: ¡Deja de decir estupideces! – chilló - ¿Aún no lo entiendes? Te amo y te amaré solo a ti, te quiero solo a ti.

Vicente: Blanca, de verdad, yo también te amo, nena, pero no podemos tener una relación normal – dijo serio.

Lorena: En realidad sí podéis – dijo entrando al salón, sonriente.

Vicente: ¿De qué hablas? ¿Qué estás tramando? – dijo serio, conocía bien a su madre.

Lorena: Nada malo, amor, es simple – dijo sin perder la sonrisa – Tú, puedes estar con ambas, si ella accede, y de puertas para afuera ella será tu pareja, pero de puertas para adentro, tendrás dos amorosas mujeres que te mimarán y te harán el hombre más feliz del mundo, amor.

Vicente: Mamá, ella no va a…

Blanca: Acepto – dijo seria.

Vicente: ¿Qué? – dijo sorprendido - ¿Te has vuelto loca?

Blanca: Por ti, mi amor, loca por ti – dijo acariciando su cara tiernamente mientras lo besaba con amor, mientras ahora Vicente le limpiaba las lágrimas de la cara.

Vicente: Pero…

Blanca: No puedo vivir sin ti – dijo seria – Estar separada de ti estas semanas han sido una muerte en vida para mí, no quiero volver a separarme de ti – dijo seria – Te amo y así va a ser siempre, y si te tengo que compartir con tu madre, lo haré.

Vicente: Pero…

Lorena: Amor – dijo sonriente – ella ya ha tomado una decisión y no hay más que hablar – dijo separando a su hijo de la muchacha - ¡Bienvenida a la familia, cariño! – dijo abrazándola fuertemente, pero con cariño.

Blanca: Gracias – dijo sorprendida.

Lorena: Ven conmigo, tengo que enseñarte unas cosas – dijo entusiasmada.

Vicente no sabía cómo reaccionar, le gustaba la idea, pero no podía obligar a nadie a compartirle y Blanca se fue con Lorena dejándole con sus pensamientos. La muchacha no sabía qué quería la mujer, quizá cerciorarse de que en verdad amaba a su hijo. Pero estaba muy equivocada. Nada más entrar a la habitación que supuso que compartía cella con Vicente, Lorena la enseñó todo el repertorio de disfraces y juguetes sexuales.

Lorena: Relaja esa cara, cielo, no voy a hacerte nada – dijo divertida – Mira esto, porque de ahora en adelante será lo que más uses y esta habitación el lugar dónde más estés.

Blanca: ¿Por qué? – dijo curiosa.

Lorena: Verás, mi amado hijo tiene unos gustos peculiares, le gusta los juegos sexuales y la dominación. Pero quiero que entiendas una cosa, él nos ama solo a nosotras, por lo que te exijo total fidelidad y compromiso hacia él. Segundo, al igual que debes ser una señorita de puertas para afuera, de puertas para adentro debes ser la mujer más puta del planeta para satisfacerlo - enumeró.

Blanca: No se preocupe, lo seré- dijo seria.

Lorena: Imagino que ya habéis follado – dijo sonrojando a la muchacha – Me lo tomaré como un sí – dijo divertida – No te pongas así, es normal. Lo que quiero que te quede claro que tienes que entregarte totalmente a él – explicó - ¿Lo habéis hecho de manera tradicional?

Blanca: Sí – afirmó.

Lorena: Bueno, pues entonces te voy a preparar, para que nuestro amado te rompa ese culito tan sexy que tienes – dijo guiñándole un ojo.

Blanca: Me da miedo – dijo asustada imaginando la gran polla del muchacho abriéndole el ojete.

Lorena: Es normal – dijo riendo – Con semejante polla te rompe el culo, pero es lo más placentero que existe – dijo traviesa – Te gustará y te harás adicta al sexo anal.

Vicente estaba en el salón, esperando a que ambas salieran de la habitación, estaba ansioso, no sabía que estaba pasando- Lorena, le instruyó rápidamente a la muchacha y ambas se prepararon. El muchacho estuvo esperando varios minutos mientras pensaba en lo que iba a cambiar su vida de ahora en adelante. Lorena le llamó desde la habitación.

Lorena: Ya puedes pasar, cielo – le avisó desde dentro.

Vicente pasó desconcertado y se encontró una escena que no había soñado ni en sus mejores fantasías. Ante él, se encontraban su madre y Blanca, completamente desnudas, Blanca a cuatro patas en el suelo y Lorena de pie a su lado. Lorena llevaba una correa que estaba atada a un collar en el cuello de la muchacha. Vicente pensó que le había tocado la lotería. Lorena cerró la puerta cuando Vicente pasó.

Lorena: Tu nueva mujercita quiere que la hagas completamente tuya, amor – dijo pícara – Esta putita no se conforma con que le folles su precioso coñito, quiere que le folles todos sus agujeros.

Vicente: Por supuesto – dijo acercándose, aún vestido y excitado.

Vicente, con un notorio bulto en su pantalón, se colocó detrás de Blanca y empezó a acariciar su precioso culo al mismo tiempo que agarraba las tetas de Lorena que encantada, se acercó a Vicente y le besó apasionadamente. Lorena aprovechó el beso para desnudar manualmente al muchacho, que se dejaba hacer sin dejar de acariciar a Blanca, que suspiraba de placer al notar la mano de su amado acariciar su culo y su coño húmedo. Tenía que reconocer que la situación la calentaba, le daba morbo, ser utilizada sexualmente por tu hombre en presencia de otra mujer y que esa mujer sea tu suegra, le ponía mucho. Cuando estuvo Vicente totalmente desnudo, Lorena se agachó a quitarle los zapatos y al subir de nuevo observó la polla de Vicente. Se relamió.

Lorena: ¡Que pollón tienes! - dijo con lujuria y excitación.

Vicente: Pues cómetelo puta – le ordenó cogiendo su cabeza e incrustándole su polla en el fondo de su garganta – ¡Oh sí, que ganas tenía hoy de follarte esa boca de guarra que tienes, mamá! ¡Cómetela toda! – gemía empezando a follarle la boca.

Vicente estaba excitadísimo con la mamada que le estaba haciendo Lorena, que estaba encantada de tener el pollón de Vicente en la boca, y más de que fuera el mismo Vicente quien le estuviera follando la boca de forma brutal, se dejaba hacer gustosa. Vicente empezó a azotar a Blanca haciéndola gemir más fuerte. Vicente comenzó a tocar el cuerpo de Blanca con ansia, su culo, su espalda, sus tetas, su coño, sus piernas. Blanca estaba muy excitada, le encantaba el morbo que estaba sintiendo al oír a Vicente tener sexo con otra delante suya. Blanca se corrió entre gritos.

Blanca: ¡Oh sí, mi amor, me encanta lo que me haces, sí! ¡Amor, me corro, Vicente! – berreaba.

Vicente al notar que Blanca se corría y gracias a las enseñanzas de su madre, sacó la polla de la boca de Lorena y ella se levantó mientras recuperaba el aliento y miraba a Vicente con autentica lujuria en su mirada.

Lorena: ¡Mmmm! Me encanta que me folle la boca, amo – gimió mirándole mientras llevaba una mano a su teta para pellizcarse el pezón y otra a su encharcado coño.

Vicente: Eres un putón – dijo agarrándole ambas tetas con fuerza – Pero esta puta se ha corrido sin mi permiso y hay que castigarla – ordenó pervertido.

Lorena: Por supuesto, amo – gimió.

Vicente besó apasionadamente a Lorena, que contestó gustosa y lujuriosa al beso. Mientras la besaba apasionadamente, Vicente dirigió su mano a su coño para comprobar la calentura de Lorena, quién sin poder evitarlo, gimió ante el contacto, notando la fuerza de la mano de Vicente en su coño, mojándola aún más de la calentura. Blanca esperaba ansiosa su castigo mientras observaba ese lujurioso beso de su amado con su madre, jugando con sus lenguas de forma lujuriosa. Vicente rompió el beso con Lorena para volverse contra Blanca, sonriéndola lujuriosamente, sonrisa que Blanca pensó que era extremadamente sexy y arrebatadora.

Vicente: Ayúdame a adiestrar a esta puta para obedecer a su amo – dijo a Lorena.

Lorena: Por supuesto, amo, como deseé – dijo sonriendo.

Lorena se colocó al lado de la muchacha mientras que Vicente seguía detrás. Vicente empezó a acariciar el coño de Blanca y al observar que estaba empapada, que estaba disfrutando, la ensartó de una estocada violenta la polla en su coño, haciéndola gritar de enorme placer.

Blanca: ¡Oh sí, mi amor, sí, folla duro a esta puta, hazme suya! – gritaba de placer - ¡Oh sí, sí, no pares, sí, dame duro, sí, así, dame más!

Vicente: ¡Oh sí, puta, te voy a reventar el coño a pollazos, perra, sí, toma polla! – gemía - ¡Tienes prohibido correrte! – gimió agarrándola del pelo y tirando de ella para atrás, usándola como montura.

Lorena. Fóllatela, amo, no pares de follársela hasta que no pueda más esta puta – dijo empezando a pellizcarla los pezones, haciéndola gritar más de placer.

Vicente, aunque se había follado hacía menos de dos horas a ese bomboncito, comenzó a follar violentamente a Blanca como si nunca antes se la hubiera follado, propinándole estocadas muy profundas y rápidas, haciendo que la muchacha tuviera que hacer verdaderos esfuerzos por no correrse. Lorena no dejaba de pellizcarle los pezones, cada vez más violentamente, aumentando su morbo y excitación. Luego de unos pocos minutos de intensa follada, en los que ahora Vicente la azotaba fuerte su culo, Blanca no aguantó más y colapsó en un brutal orgasmo que le duró varios segundos.

Blanca: ¡Oh sí, amor, sí, me encanta, eres un dios del sexo, sí, dame más! – gritaba de placer - ¡No puedo más, me corro, amo, me corro, tu puta se corre, sí, sí, sí, me corro!

Vicente: ¡Calla la boca de esta puta desobediente! – ordenó a Lorena sin dejar de azotar a Blanca - ¡Oh sí, ahora escurre mejor mi polla, toma polla! – gimió.

Lorena. Como ordene, amo – dijo agarrando la correa y colocándose delante de la muchacha abierta de piernas - ¡Vamos puta, cómete mi coño, oh sí, que lengua tienes, sí, que bien lo comes, sí, sigue!

Blanca nunca había comido antes un coño, pero era tal su nivel de excitación que no le importó. Con una sensualidad innata, llevó su boca al coño que le ofrecía Lorena y mirándole a los ojos con lujuria empezó a lamer y comer el coño húmedo de la madura madre de su amado. Vicente siguió follándole el coño a Blanca mientras la azotaba, al mismo tiempo que Lorena le apretaba la cabeza contra su coño a Blanca y le sujetaba fuerte la correa para ejercer mayor presión, haciendo que le comiera el coño muy intensamente, llevándola a encadenar varios orgasmos seguidos a Lorena. Blanca nunca había comido un coño, pero no podía negar que, aunque prefiriera el sabor de la polla de Vicente, comerle el coño a su suegra delante de él la ponía muy cachonda.

Lorena. ¡Oh sí, que bien me comes el coño, puta, sí, me encanta, sí, me corro, me corro, sí, no pares, usa más profunda tu lengua, sí! – gemía dirigiendo a la muchacha con habilidad.

Blanca: ¡Mmmmmhhhhgggg! ¡Mmmmmhhhhgggg! ¡Mmmmmhhhhgggg! ¡Mmmmmhhhhgggg! – gemía.

Vicente: ¡Oh sí, puta, no voy a tardar mucho en correrme, perra, sí, toma polla! – gimió agarrándola del pelo.

Lorena. ¡Córrete en su coño, amo, riégale el útero con tu leche, sí, tú no pares de lamer! – gimió.

Blanca: ¡Mmmmmhhhhgggg! ¡Mmmmmhhhhgggg! ¡Mmmmmhhhhgggg! ¡Mmmmmhhhhgggg! – gemía.

Vicente: ¡Oh sí, puta, me corro en tu coño, sí, toma mi leche, sí, sí, sí tómala toda! – gimió azotándola fuertemente.

Blanca: ¡Mmmmmhhhhgggg! ¡Mmmmmhhhhgggg! ¡Mmmmmhhhhgggg! ¡Mmmmmhhhhgggg! – gemía.

Lorena: ¡Oh sí, me corro, sí, eso es, sí, así, sí! – gritaba.

Vicente se corrió bestialmente en el fondo del coño de Blanca, dando así una reacción en cadena, provocando que Blanca se corriera al sentir su leche inundándola su coño y que Lorena se corriera al notar cómo la muchacha presa de su propia excitación la mordía el coño con fuerza. Vicente salió del interior de Blanca y se dejó caer, extenuado, en la cama boca arriba. Lorena y Blanca, al verlo se tumbaron a su lado.

Blanca: ¡Mi amor, me has follado de nuevo! – gritaba loca de alegría besándolo.

Vicente: Sí – dijo entre besos, exhausto – Eres mía, solo mía – dijo agarrándola el culo.

Lorena cayó medio dormida a la cama. Vicente observó el culo de Blanca y lo vio rojo, muy rojo, muestra de los duros azotes que le había propinado. Aprovechando que Blanca se puso a hablar con su madre, Vicente se dirigió al baño y cogió unas cremas para volver a la cama. Ambas observaron a Vicente que, con sumo cuidado, extendió las cremas por el culo de la muchacha, haciendo que el leve dolor que sentía y el color rojizo de su piel, desaparecieran. Ambas miraron a Vicente con inmensa ternura y se miraron cómplices. Antes de que Vicente pudiera reaccionar, ambas lo empujaron a la cama, con Blanca encima de él.

Blanca: Espero que tengas fuerzas, porque aún te tienes que follar a tu madre – dijo rozándose con él.

Vicente: Siempre tengo fuerza para follar, nena – dijo agarrándola fuerte de las tetas.

Blanca gimió al notar el agarre de Vicente a sus tetas y ver cómo crecía la polla de Vicente entre sus piernas. Blanca besó a Vicente antes de bajar lamiendo desde su boca hasta su polla cada centímetro de su piel. Cuando llegó a su polla, la engulló con gula hasta los huevos, dejándola ahí unos segundos y volviéndosela a sacar para volver a repetir. Lorena le puso primero sus tetas para que se las comiera a Vicente, cosa que él hizo con gula, pero al ver a Blanca comerle la polla con tanta ansia a su hijo, le dio envidia y se colocó sentada encima de la cara del muchacho dándole a comer su coño mientras bajaba a comerle la polla a Vicente. Blanca, al ver a su suegra, se sacó la polla de Vicente de la boca y la dejo espacio mientras le lamía los huevos, Lorena aprovechó para incrustarse toda la polla entera en la garganta, chocando con los labios de la muchacha. Blanca la miró sorprendida, deseando poder hacer eso ella alguna vez.

Blanca: ¡Serás puta! Si que le tenías ganas a la polla de tu hijo – acusó lujuriosa cogiendo su cabeza y no dejándola sacarla - ¡Cómele la polla, putón!

Vicente: ¡Mmmmmmhhhh! – gemía.

Lorena: ¡Mmmmmhhhhgggg! ¡Mmmmmhhhhgggg! ¡Mmmmmhhhhgggg! – gemía intentando respirar.

Vicente comenzó a comerle el coño a Lorena al mismo tiempo que ambas mujeres le comían la polla y los huevos a él. Blanca y Lorena se turnaban para comerle la polla y los huevos, incluso a veces compartían lamidas a toda la polla de Vicente mientras ambas respiraban y se lamían sus lenguas, llegando incluso a besarse apasionadamente en varias ocasiones, dándole más morbo la situación. Luego de unos minutos en los que Blanca y Lorena no dejaron de comerle la polla ni un solo instante y de que Lorena se corriera un par de veces en la boca de Vicente, ambas se quitaron de encima, colocándose Lorena al lado de Vicente, abierta de piernas.

Blanca: Vamos, mi amor, folla a tu madre que lo está deseando – dijo besando a Vicente.

Vicente: Encantado – dijo mirando Lorena mientras besaba a Blanca.

Lorena: Vamos, amo, folla a tu puta, a tu esclava – gemía cachonda y expuesta a él mientras se colocaba Vicente encima suyo - No me hagas sufrir más – le pidió – Te deseo dentro de mí, en todos mis agujeros, ¡oh sí! – gritó cuando Vicente la penetró.

Vicente: ¡Toma polla, putón, oh sí, que buen coño tienes, sí! ¡Cómo me estruja la polla, sí toma, toma rabo, sí! – gemía empezando a embestirla con fuerza, rudo.

Lorena: ¡Oh sí, amo, hazme tuya, sí, folla a tu puta, sí, sí, me encanta, sí, qué polla tienes, sí, es enorme, sí, sí, sí, me llega muy profundo, sí, dame más, no pares! – gritaba loca de placer.

Lorena estaba disfrutando enormemente con la pasión y la violencia con que se la follaba Vicente. Blanca empezó primero a observar la escena mientras se tocaba el coño, pero pasados unos minutos se colocó detrás de Vicente y empezó a lamerle el culo y los huevos, por instinto.

Blanca: ¡Me encantan tus huevos, mi amor, y tu culo! – decía mientras se los lamía y agarraba.

Vicente: ¡Oh sí, no pares nena, no pares mientras me follo a la puta de mi madre, oh sí, toma rabo, guarra, sí! – gemía.

Lorena: ¡Oh sí, no pares, sí, así, dame más, más fuerte, sí, me encanta, me corro, sí, sí, sí! – gritaba.

Vicente: ¡Me encanta tu coño, zorra, pero quiero follar tu culo, oh sí! – gemía sacando su polla de su coño empapado y colocándola en su ojete – ¡Oh sí, toma polla en tu culo, puta, sí, que estrecho, sí, toma polla! – decía clavándosela en su culo despacio, pero profundo.

Lorena: ¡Oh sí, me encanta que me rompas mi culo, sí, no pares, hazme tuya, completamente tuya, oh sí, dame fuerte, dame más, sí, quiero tu polla en todos mis agujeros, sí! – gritaba.

Lorena estaba en el cielo. Vicente siguió follándole el culo a su madre mientras Blanca le lamía sus huevos y el culo, pero de pronto Blanca le agarró su culo y luego de darle un lametón a sus nalgas, metió su lengua en su culo, dándole un placer que hasta ahora no había tenido.

Vicente: ¡Oh sí, que me haces! ¡Nena! ¡Qué me haces, no pares, oh sí, sí! – gemía.

Lorena: ¡Oh sí, no pares de hacerlo Blanca, lo noto mucho más grande dentro de mí, sí, me encanta, dame más polla, sí, sí, me corro! – gemía.

Blanca: ¡Voy a comerte todo tu culo, sí, eres delicioso, sí! – gemía presa de la lujuria.

Vicente: ¡Oh sí, me encanta, no voy a tardar en correrme putas! – gemía.

Lorena: ¡No te reprimas, amo, danos tu leche, dame tu leche en mi culo, sí, sí, quiero más polla, sí, sí, me corro! – gemía intentando respirar.

Blanca: ¡Vamos, amor, córrete en el culo de mi madre, sí, me encanta tu culo! – gemía masturbándose violentamente.

Vicente: ¡Oh sí, me corro en tu culo, putón, sí, no pares de comerme el culo, puta, sí, sí, me corro, toma leche, sí, sí! – gemía.

Lorena: ¡Oh sí, me corro, sí, dame tu leche, sí, toma tu leche, sí, me corro, me encanta sentir como me inundas, sí, dame toda tu leche, me corro! – gritaba.

Vicente dio un par de embestidas bestiales y profundas en el culo de su madre y se corrió como un animal en el fondo de su culo, enterrando bien la polla, haciendo que Lorena gritara de placer, corriéndose al sentir su leche inundarla. Blanca se corrió al ver a su amado correrse dentro de su madre mientras se masturbaba. Cuando terminaron de correrse, Lorena besó apasionadamente a Vicente, que cayó a su lado y Blanca se colocó al otro lado de amado, de nuevo.

Blanca: ¡Eres todo un semental! – dijo sonriente.

Vicente: Sí, sois mías, y siempre os follaré – les avisó sonriendo.

Lorena: Con placer espero que cumplas esa promesa – dijo abrazándole.

Blanca: Y yo – dijo abrazándole por el otro lado.

Lorena: Bueno Vicente, yo me voy a preparar la comida – dijo levantándose de la cama – Folla a esta preciosa putita como se merece su culo – le dijo besándolo y colocándose de rodillas en el suelo – Amo – le dijo a modo de despedida antes de vestirse y salir de la habitación sonriente.

Vicente: Siento decirte, que mi querida madre tiene razón – susurró acariciando su culo de nuevo – Tengo y quiero romperte tu precioso culito, nena.

Blanca: Y yo quiero que lo hagas, amor – gimió ante el contacto antes de besarlo apasionadamente.

Vicente, llevó su mano a su ojete y comenzó a pasarle los dedos, uno a uno, por el culo de forma circular, pero sin llegar a metérselos al mismo tiempo que la besaba con ardor y sensualidad, aumentando su calentura. Blanca le agarraba la polla y le pajeaba suavemente, dándose mutuamente mucho placer. La muchacha gimoteaba esperando que le metiera algún dedo, pero en vistas de que él no hacía ningún intento por meterle ni un solo dedo en su culo, ella, aprovechando que colocó su dedo gordo en su entrada, ella solita de un movimiento de caderas se lo metió mientras se retorcía y engullía su polla de una sentada.

Vicente: Pareces ansiosa, puta – dijo al notar con que ansía se movía buscando su dedo.

Blanca gimió como respuesta. Vicente, al oír a Blanca gemir y viendo que cada vez ensalivaba más su polla y se la metía más a fondo, empezó a follarle el culo con su dedo mientras le escupía en el ojete y le masturbaba el coño. Al principio, Vicente la folla el culo con el dedo gordo, pero cuando pasaron unos minutos y notando cómo Blanca se excitaba más, le pedía más, le empezó a meter varios dedos en su ojete, ensanchándolo más. Cuando estuvo listo, para no hacerla daño, sacó su polla de su boca, la colocó a cuatro patas con la cabeza apoyada en la almohada y la colocó la polla en la entrada de su ojete.

Vicente: Espero que estés lista para esto, puta – dijo ensartando su polla de una estocada lenta en el fondo de su culo.

Blanca: ¡Oh sí, mi amor! ¡Rómpeme el culo, sí, no pares, me duele, pero me encanta, sí, dame más, más, sí! – gimió.

Vicente: ¡Oh sí, que culito tan estrecho tienes, zorra! – gimió azotándola.

Blanca: ¡Es tuyo, toda yo soy tuya, sí, me encanta, fóllamelo, sí! – gemía.

Vicente: ¡Eres muy puta, sí, me encanta eso! ¡Cómo me encantas tú, sí, toma polla por el culo, sí! - gemía.

Blanca: ¡Oh sí, amor, me encanta cómo me follas, sí, no pares, dame más, más! ¡Me corro, Vicente, me corro, sí, no pares! – berreó - ¡Vicente!

Blanca se corría brutalmente mientras Vicente la follaba por el culo. Vicente comenzó a follarla más salvajemente mientras la azotaba fuertemente y le pellizcaba sus pezones. Blanca le encantaba el trato que le daba su amado, le pedía más, mucho más. Luego de unos minutos en los que Vicente tanteó a la muchacha, la agarró de las manos y se las colocó en la espalda, pegadas, tirando de ella, haciéndola doblarse y que la polla le llegará aún más profunda. Blanca gritaba de inmenso placer.

Vicente: ¡Oh sí, puta, toma polla, te voy a reventar el culo! – gemía.

Blanca: ¡Oh sí, amor, reviéntamelo, así, más, más, así, sí, me corro, sí! ¡Vicente! – gritó de placer.

Vicente: ¡Me encanta follarte tu culo, perra, sí, eres mía, tu culo, tu coño, tu boca, tus tetas, tu entera eres mía, sí, toma polla! - gemía.

Blanca: ¡Oh sí, amor, soy totalmente tuya, sí! ¡No pares de follarme nunca así, me encanta! – gimió.

Vicente siguió follándole el culo con violencia durante unos minutos muy intensos en los que Blanca se corrió varias veces seguidas. Su suegra tenía razón, el sexo anal era tan placentero como adictivo. Luego de unos minutos, Vicente no aguantó más, y se corrió como un loco en el culo de Blanca.

Vicente: ¡Oh sí, toma polla puta, me voy a correr! ¡Tu culo me exprime la polla! – gemía.

Blanca: ¡Oh sí, amor, sigue, sí! ¡Córrete en el culo de tu puta! – gimió.

Vicente: ¡Oh sí, me voy a correr en tu culo, perra, sí! – gimió azotándola.

Blanca: ¡Oh sí, vamos Vicente, dame tu leche, sí! ¡Quiero tu leche! – gimió mirándolo.

Vicente: ¡Oh sí, puta, me corro, sí, toma mi leche! ¡Nena! – gimió corriéndose.

Blanca: ¡Oh sí, Vicente, dámela toda, sí! ¡Me corro, Vicente, sí! – gimió.

Vicente se corrió como un animal en celo en el culo de Blanca, que recibía la descarga de leche de su amado entre espasmos de un nuevo orgasmo, más brutal que los anteriores. Blanca se desmayó de placer. Cuando Vicente se corrió, soltó a Blanca, que cayó inconsciente en la cama. Rápidamente, Vicente salió de ella, saliendo con su polla restos de heces, semen y sangre, eso le preocupó. Vicente fue al baño raudo a por pomadas y se las echó a la pobre muchacha. Cuando ella despertó lo vio tumbado a su lado con cara preocupada.

Vicente: ¿Estás bien? – dijo preocupado.

Blanca: Mejor que nunca – dijo feliz y enamorada – ¡Me has hecho completamente tuya!

Vicente: Tranquila – dijo impidiendo que se moviera – Reposa, calma, no te muevas.

Blanca: No me pasa nada, amor – dijo tierna – Solo me sobrepasó el placer, eso es todo – dijo besándolo.

Vicente: ¿Seguro? – dijo dubitativo.

Blanca: Seguro – dijo acariciándole la cara con una sonrisa tierna.

Vicente: Entonces, ¿por qué te has desmayado? – dijo serio.

Lorena: Tranquilo, amor – dijo entrando a la habitación, sobresaltándolos – Solo tienes la polla muy grande y le has dado demasiado placer, por eso se ha desmayado, ha colapsado de placer.

Vicente: ¿Cuánto hace que estás aquí? ¿Es eso cierto? – les preguntó.

Lorena: Acabo de llegar, tranquilo – dijo divertida.

Blanca: Tiene razón, amor – dijo sonriendo enamorada.

Vicente: Me alegro entonces – dijo besando a ambas.

Blanca: Has estado fantástico, amor, mucho mejor que mis fantasías, eres único – le alabó feliz.

Vicente: Gracias, nena, tú también has estado genial – dijo besándola.

Lorena: Siento interrumpir tanto amor, pero tienes que irte a tu casa cariño, no querrás que tus padres te llamen preocupados y te interrumpan – informó divertida.

Blanca: Entonces me voy – dijo riendo – Adiós, mi amor, pronto nos vemos – dijo besándolo – Adiós, carió, gracias por todo – dijo imitándola y sorprendiéndolos a ambos con un beso en la boca a su suegra.

Vicente: Está loca esta muchacha – dijo divertido viendo cómo, luego de vestirse rauda, Blanca salía corriendo de allí.

Lorena: ¿Y la culpas? Tú nos vuelves así – dijo besándolo mimosa.

Entre risas y arrumacos, se levantaron de la cama, Vicente se aseó y tras regañarlo severamente por perder clases, aunque haya sido para follar con ella, se sentaron a comer tranquilamente. Blanca llegó a su casa andando raro, pues después de semejante follada no podía ni sentarse. Divertida, contestó las preguntas de su madre mientras comían y luego se fue a su habitación a descansar.

Por la tarde, Vicente le pidió que invitara a cenar a Blanca para darle la bienvenida oficial a la familia, por lo que Vicente la llamó y la invitó, cosa que aceptó gustosa y curiosa. Al llegar la noche, la muchacha se vistió con un coqueto vestido y llegó a la casa de su amado. Le abrió la puerta Vicente y nada más abrir se quedó obnubilado por la belleza de la muchacha. Blanca estaba encantada por su reacción y por eso, tras darse una vuelta enseñando su modelito se abrazó a su cuello mimosa.

Blanca: ¿Estoy guapa? – dijo sensual.

Vicente: Preciosa – dijo sin aliento.

Blanca: Me alegro que te guste, me lo he puesto expresamente para ti – dijo besándolo con amor.

Vicente: Pasa si no quieres que te haga mía aquí mismo – dijo divertido.

Entre risas pasaron dentro y Blanca se encontró con una escena poco peculiar. En un sofá estaba el padre de Vicente junto con una rubia más joven y con un abultado vientre agarrados ambos por la cintura, acurrucados mientras charlaban animadamente con Lorena, que les sonreía a ambos sentada en otro sofá. Nada más entrar al salón, Lorena los miró y se levantó a saludarla.

Lorena: ¡Hola, cariño! – dijo besándola suavemente en los labios para sorpresa de la muchacha.

Blanca: Hola – dijo sonrojada.

Lorena: Cielo, acostúmbrate, a nuestro hombre le gustará que interactuemos entre nosotras cariñosamente y, además, estamos en familia – dijo señalándoles.

Rebeca: Hola – dijo sonriente levantándose con ayuda de su amado – yo soy Rebeca, la novia/mujer de Felipe, el padre de tu chico – dijo mientras le daba un cariñoso abrazo y un par de besos en las mejillas.

Blanca: Encantada, yo soy Blanca – contestó.

Rebeca: Lo sé – dijo riendo.

Felipe: Hola, cielo, yo soy el padre de tu chico, Felipe, encantado – dijo dándole dos besos en la mejilla – Bienvenida a la familia.

Blanca: Gracias y encantada – dijo sonrojada, pero sonriente.

Luego de las presentaciones, Vicente se sentó en el sofá con su madre, con Blanca a su lado, quedándose él en medio. Siguieron hablando mientras Lorena se fue a por refresco en una conversación muy amena sobre los estudios, el embarazo de una feliz Rebeca y una exultante Lorena, y sus expectativas de futuro. Así, mientras terminaban de cenar, Blanca no aguantó más la curiosidad.

Blanca: Perdón por preguntar, pero no aguanto más la curiosidad – dijo nerviosa - ¿Cómo lleváis y aguantáis el vivir bajo el mismo techo?

Los tres adultos se miraron y sonrieron con cariño.

Rebeca: Ya sé que no es normal que un hombre viva con su ex y su nueva pareja, pero me parece muy tierno esta familia unida – dijo sonriéndoles.

Felipe: Sí, es raro, lo reconozco, pero tengo mucho cariño a mi ex y es la madre de mi hijo mayor – dijo sonriéndola – Me alegro vivir aquí para no perderme nada de la vida de mi hijo – dijo mirándolo con orgullo – y tener una relación más que cordial, cariñosa con mi ex.

Lorena: Opino lo mismo – dijo sonriéndole con cariño.

Blanca: ¿No sentís celos? – dijo curiosa.

Lorena: No, más bien alegría por ver feliz al otro – dijo mientras su ex asentía.

Blanca: ¿Y a ti te parece bien? – dijo mirando a Rebeca.

Rebeca: Me parece perfecto – asintió – En esta casa reina el amor y el cariño, además de que me parece precioso que Lorena tenga una relación incestuosa, sexual, amorosa y filial con su hijo.

Blanca: ¿En serio? – dijo escéptica.

Rebeca: Sí, ya sé que es raro, pero es la verdad – confeso sonriente – Una madre siempre quiere y ama a su hijo más que a nada en el mundo y un hijo ama a su madre y la idolatra – explicó sonriente mientras se acariciaba la barriga – No hay nada más bonito que un amor filial, pero solo cuando el amor es tan grande, es bonito que se lleve más allá y madre e hijo tengas seo, que es la máxima extensión del amor y romper el tabú social.

Felipe: Lo dices como si quieras hacerlo tú también – dijo divertido.

Rebeca: No lo sé, ya se verá, pero si pasara, no me importaría – dijo seria.

Felipe: Bueno, teniendo en cuenta de que cuando el bebé tenga unos  años yo tendré 60 años aproximadamente, te doy permiso para que nuestro hijo me releve y te satisfaga sexualmente – dijo serio.

Rebeca: Gracias, amor, te amo – dijo besándolo amorosa.

Blanca pensaba en lo que acababa de decir Rebeca, le daba vueltas y no podía negar que, aunque ella no lo haya experimentado, le gustaría estar en la posición de Lorena. La susodicha l miró leyéndola el pensamiento.

Lorena: No creo que a Vicente le importe que, llegado el caso, vuestro hijo te folle – dijo sonriendo divertida.

Vicente: Bueno, no me gustaría compartir a mi mujer con nadie, pero reconozco que me da morbo la situación – dijo riendo.

Todos comenzaron a reír. Y todos alzaron la copa para brindar por “ La familia tan bonita y peculiar del mundo ”, según Felipe. Todos rieron y brindaron, pasaron una velada muy divertida y al final, Blanca se fue a su casa con las ideas más claras y con el pensamiento de que hacía lo correcto, ahí es dónde quería estar y allí pertenecía.