Gracias a las drogas me follé a mi madre VI
La familia cambia con invitada incluida
Las cosas seguían igual después de unos meses. Vicente se follaba a su madre a diario y Felipe disfrutaba de su mujer sin drogas de por medio. Pero no le era suficiente. Empezó a sentir como si él tuviera el mismo derecho a tener a otra mujer al igual que ella con su hijo. Por eso se fijó en una trabajadora de uno de sus hoteles. Era la directora comercial. Rebeca, una mujer más joven, tan solo 26 años, rubia, alta, con curvas, voluptuosa, siempre con una sonrisa en la boca, simpática y siempre le hacía ojitos. Una noche la invitó a cenar aprovechando que tenían un negocio pendiente y saltó la chispa entre ellos. No le costó mucho convencerla, la rubia estaba loca por su jefe. Se acostaron y pasaron no solo esa noche juntos, sino muchas más. A Vicente le pareció raro y sospechoso el comportamiento de su padre, que desde unos meses atrás dejaba más solos a madre e hijo. Por esa razón, con la mosca detrás de la oreja, un día lo siguió. Lo esperó a que saliera de su despacho y vio como salía acompañado por una chica rubia, abrazados, sonriendo y acurrucados. Los siguió y vio que se metían a uno de los hoteles de su padre y se sorprendió al ver como la rubia besaba apasionadamente a su padre mientras él le agarraba el culo. No lo soportó la idea de que su padre le pusiera los cuernos a su madre. Se plantó delante de ellos.
Vicente; Hola, papá – dijo serio.
Felipe: ¡Hijo! – dijo asustado - ¿Qué haces aquí?
Vicente: Me preocupa que pases tantas noches fuera de casa, lejos de mamá – dijo resaltándole esa palabra.
Felipe: Ven, vamos a hablar – dijo conduciendo a su hijo a una sala vacía siendo seguidos por la muchacha – Mira hijo, esto tiene una explicación – dijo cerrando las puertas.
Vicente: Me encantaría escucharla, papá – dijo serio.
Felipe: Mira, yo me siento apartado en casa, mi propia mujer se folla a nuestro hijo – dijo sorprendiendo a la muchacha y a su hijo por airearlo – Al principio me gustaba, me follaba a mi mujer sin tener que drogarla para excitarla – dijo serio y alicaído – pero poco a poco me sentí desplazado, pues tu madre quería follar solo contigo – dijo serio.
Vicente: Papá… – dijo serio.
Felipe: No, déjame acabar – dijo armándose de valor – Mi mujer follaba conmigo porque tú se lo pedías no porque ella quisiera – dijo triste por ello – Me sentí mal y por eso empecé a irme por las noches, a trabajar más par evitar llegar a casa y sentirme rechazado por mi propia mujer.
Vicente: Papá, yo… - dijo sintiéndose culpable.
Felipe: No te preocupes, hijo, no es culpa tuya, es algo que ha pasado y ya está, no le demos más vueltas – dijo serio – Leticia me da la vida – dijo agarrando a la muchacha por la cintura siendo sonreído por ella.
Vicente: En realidad sí que la tengo, papá – dijo serio – Y creo que esto debería oírlo mamá también.
Felipe se puso blanco, pero después de mirar a su hijo y verlo tan serio, decidió que tenía razón. Con rostro serio, todos se dirigieron a la casa familiar, la muchacha los seguía pegada a su amado jefe, dándole apoyo emocional. Cuando llegaron frente a la puerta, Felipe entró primero seguido de la muchacha y Vicente entró el último. Lorena se sorprendió al verlos a los dos acompañados por esa jovencita. Pensó que era una amiga de su hijo, no noto como le agarraba la mano a su marido.
Lorena: ¿Qué pasa? - dijo mirando sus caras - ¿Quién es esta chica tan mona? – dijo algo celosa pensando que era una amiga de su hijo.
Vicente: Siéntate mamá – dijo serio – Tenemos que hablar, papá y yo tenemos muchas cosas que contarte.
Lorena se sentó sumisa ante la orden de su hijo para sorpresa de la muchacha, pero pensó que ella obedecía igual cualquier cosa que su amado dijera o pidiera. Vicente se sentó con su madre mientras Felipe se sentó en otro sofá, junto con la muchacha. Curiosamente, eso no le importó a Lorena. La mujer miró expectante a su hijo y marido.
Lorena: ¿Qué pasa? – dijo curiosa.
Vicente: Verás mamá, papá y yo te estamos ocultando cosas – dijo serio.
Lorena: ¿El qué? – dijo preocupada.
Felipe: Verás, cielo – dijo mirándola culpable – desde hace un tiempo, tengo una amante – dijo cogiendo la mano de la muchacha – Rebeca, trabaja como directora comercial para uno de mis hoteles y, no sé, surgió la chispa – dijo nervioso.
Lorena: Pero…
Felipe: Escucha cielo – dijo mirándola – esto no es por ti, es por mí – dijo serio y culpable – Desde que empezaste a tener sexo con nuestro hijo, tú y yo mejoramos en nuestra vida sexual, pero desde hace tiempo que solo te dedicas a él, cuando lo hemos hecho no disfrutabas, solo lo hacías porque él te lo pedía – dijo señalando a su hijo – Eso me fue matando, dejé de sentirme querido, amado por mi mujer – dijo triste – Pero encontré amor y cariño en brazos de esta maravillosa mujer – dijo sonriente.
Lorena: Yo, perdón por dejarte de lado – dijo seria y culpable – pero tienes razón, desde hace meses me he dado cuenta de que mi único anhelo es complacer a nuestro hijo y que me he enamorado de él – dijo seria mirándolos a ambos – Tú eres todo lo que siempre he deseado en un hombre – dijo mirando amorosa a su retoño – Siento por lo que te he hecho pasar – dijo seria mirando a su marido.
Felipe: Lo sé, me he dado cuenta, por eso he decidido irme a vivir con Rebeca – dijo mirándola serio – y dejaros solos a vosotros en esta casa.
Vicente: Pero papá…
Felipe: No hay peros, que valgan hijo, esto no es culpa tuya – dijo sonriéndole amable – la relación entre tu madre y yo siempre ha sido de amor, pero nunca le he podido dar lo que necesitaba sexualmente ni amorosamente, tú sí. Mejor tú que otro – dijo guiñándole un ojo.
Lorena: ¿Tú le amas? – dijo mirando seria a la muchacha.
Rebeca: Con todo mi ser – dijo mirándole enamorada – Desde la primera vez que lo vi supe que mi destino era ser suya, totalmente suya – dijo antes de darle un amoroso y tierno beso en los labios – Entiendo lo que siente por su hijo, yo siento lo mismo por Felipe – dijo cogiendo su mano con seguridad.
Lorena: Me alegro por vosotros, de todo corazón – dijo sonriente.
Vicente: Mamá, hay algo que tú no sabes y que tienes que saber – dijo serio y con miedo a su reacción.
Lorena: ¿Qué pasa? – dijo preocupada pensando que se había cansado de ella.
Vicente: Verás mamá, el culpable de tu fijación sexual hacia mí, fui yo – dijo serio – Yo vi a papá cómo te drogaba un día y siempre te deseé, así que inconscientemente pensé en usarla para aprovecharme de ti sexualmente.
Lorena: ¿Qué? – dijo sorprendida.
Vicente: Así es, lo siento, pero te deseaba mucho y quería saber lo que se sentía el hacerte mía, aunque fuera solo una vez – dijo arrepentido – Nunca pensé que se desataría todo esto, de verdad, lo siento – dijo mirando a sus padres.
Felipe: ¿Cómo sacaste la droga? – dijo sorprendido.
Vicente: Un día vi cómo metías la contraseña en la caja fuerte y la memoricé, solo tuve que esperar a estar a solar con mamá en una situación morbosa y darle la droga para aprovecharme de ella – dijo serio – Lo siento, si llego a saber que pasaría todo esto nunca lo hubiera hecho, de verdad – dijo arrepentido.
Felipe: No pasa nada, campeón – dijo reponiéndose de la noticia – Esto habría pasado tarde o temprano – dijo tranquilo – No es tu culpa.
Vicente: Sí lo es, por eso creo que es conveniente que deje la relación poco sana que tengo con mamá para ser solo una madre y un hijo normal – dijo mirándolos serio.
Lorena: En primer lugar, tu padre tiene razón, esto habría pasado tarde o temprano – dijo agarrando las manos de su hijo con fuerza, temiendo que se escapara – En segundo lugar, tú eres mi dueño, aparte de mi hijo, y así seguirá siendo – dijo sonriente – Te amo, hijo – dijo besándole con pasión.
Vicente: Pero yo…
Lorena: Asunto zanjado – dijo seria – Y, en tercer lugar, dado que Rebeca sabe lo que pasa en esta casa y dicha casa también es tuya – dijo a Felipe – podríais vivir aquí, hay sitio para todos.
Rebeca: No sé si es buena idea – dijo reticente mirando a Felipe.
Lorena: ¿Por qué? – dijo curiosa.
Rebeca: Porque vivir en la misma casa que su mujer no creo que sea buena idea, eñ ambiente puede…
Lorena: Por eso no te preocupes – dijo sonriente mientras le agarraba la mano con simpatía – Yo no amo a mi marido, sino a mi hijo, lo tienes todo para ti, y esta casa es grande, podemos estar todos sin enterarnos que los demás están.
Felipe: Eso es verdad – dijo serio.
Rebeca: En ese caso y si no es una molestia, me vengo aquí a vivir encantada – dijo abrazando a su amado.
Lorena: Ves, amor, todos contentos – dijo abrazando a su hijo.
Vicente miraba todo igual que su padre, sorprendido. Ambos miraban como ambas mujeres estaban locas de contentas mientras ellos pensaban que estaban viviendo el momento más raro de sus vidas. Rebeca y Lorena rápidamente hicieron muy buenas migas, ambas amaban a sus hombres con locura. Sin embargo, fue Rebeca la que tras charlar animadamente con Lorena, le dio la idea de hacer una especie de boda para unirse cada una a su hombre. Por eso, el fin de semana siguiente y teniendo como escusa la llegada a la casa oficialmente de Rebeca, Lorena les informó que la cena seria especial y que deberían ir vestidos de esmoquin. Padre e hijo esperaron con una cerveza en mano a ambas mujeres en el salón. Mientras, Rebeca y Lorena se vestían de una manera peculiar. Ambas llevaban un tanga blanco junto con un portaligas y zapatos blancos de tacón alto, un sujetador blanco que era una o dos tallas más pequeño de los que utilizaban y un velo blanco. Se sonrieron antes de salir. Ambas cogieron un ramo de flores y unos anillos y tras poner música nupcial, bajaron las escaleras que separaban los dormitorios del salón. Padre e hijo se quedaron boquiabiertos al ver semejante espectáculo. Dos bellezas de mujeres bajaban las escaleras escasas de ropa. Ambos se empalmaron nada más verlas. Ambas se sonrieron pícaras al ver los bultos de sus amados. Cuando llegaron a la altura de los hombres, ambas se colocaron junto a su amado, a su izquierda.
Felipe: ¿Qué es esto? – dijo con ganas de follarse a su nueva mujer ahí mismo.
Rebeca: Es una boca, mi amor, una muy especial – dijo traviesa.
Ambos se quedaron en silencio mirándose entre ellos. Las miradas se posaban en sus mujeres y volvían a mirarse entre ellos aún sin saber que pretendían con todo eso. Ese silencio fue roto por Lorena.
Lorena: Yo, Lorena, me someto a ti, Vicente, y te juro lealtad, fidelidad, amor, obediencia, respeto, veneración, sumisión, y, sobre todo, placer, por el resto de mi vida – dijo mirándole con todo el amor y el deseo que sentía – Así como juro obedecer cada orden y deseo tuyo, para toda la vida – dijo sonriente y devota - ¿Aceptas a esta humilde mujer como tu esclava, mujer y puta?
Vicente: Sí, acepto – dijo embelesado.
Lorena sonrió como nunca, plenamente feliz y sacó el collar que ya había encargado la vez anterior y que solo se ponía en ocasiones y se lo entregó para que se lo pusiera de nuevo, pero esta vez acompañados de dos pulseras de oro con sus nombres escritos y dos tobilleras de plata que ponían “ propiedad de mi hijo ”. Cuando se lo hubo puesto todo, Lorena no pudo contenerse y se abalanzó sobre su hijo, besándolo con pasión, ardor y amor. No se enteraron de que, a su lado, Rebeca hacía lo mismo con un sorprendido y excitado Felipe.
Rebeca: Yo, Rebeca, me entrego y someto a ti, Felipe, para amarte, venerarte, adorarte, mimarte, cuidarte, respetarte y obedecerte por el resto de mi vida – dijo embelesada en su mirada – Me entrego a ti como mujer, sumisa, esclava, futura madre de tus hijos y puta, por el resto de mi vida – dijo sonriente - ¿Aceptas a esta humilde mujer como tu esclava, mujer y puta?
Felipe: Sí, claro que acepto – dijo embelesado por esa diosa.
Rebeca imitó a Lorena y le entregó a su amado Felipe, su collar para que se lo pusiera con su nombre grabado, unas tobilleras que ponían “ Propiedad de mi jefe ” y unas pulseras doradas con sus nombres grabados. Felipe se abalanzó sobre una muy sonriente Lorena y la besó con ardor, pero fue Lorena quien profundizó el beso como si su vida dependiera de ello al notar las manos de su amado en su culo, amasándolo. Sin dejar de besar a sus hombres, ambas mujeres los llevaron al sofá y los sentaron, quedándose ellas de pie frente a ellos.
Rebeca: Poneos cómodos – dijo sonriéndole a su hombre.
Lorena: Sí, que os vamos a dejar secos – dijo relamiéndose mientras se agachaba y se colocaba de rodillas entre las piernas de su amado hijo.
Rebeca imitó a Lorena. Ambas agarraron la ropa de sus amados y se las quitaron lenta y sensualmente mientras se relamían al ver sus bultos bajo la ropa. Al desnudarlos completamente le agarraron las pollas con ambas manos, lascivas, pero sin llegar a lamerlas. Luego, para sorpresa de ambos hombres, ambas se miraron y comenzaron a besarse apasionada y lujuriosamente, dejando ver sus lenguas jugando, peleando entre ellas para ver quien era la vencedora. Esa visión los calentó a padre e hijo enormemente, sus pollas crecieron más aún, mientras veían como esos dos pedazos de hembras se metían mano. Luego, sonriendo traviesas, cada una se situó de nuevo delante de la polla de su amado y empezaron a lamerles las pollas y los huevos sin tocarlos.
Vicente: ¡Oh sí, mamá! – gimió.
Lorena: Como me pone que me llames mamá – dijo con deseo.
Felipe: ¡Qué bien usas tu lengua! – gimió - ¡Oh, joder!
Rebeca: Me encanta comerte la polla y tus huevos – dijo metiéndose ambos testículos en la boca.
Lorena y Rebeca siguieron lamiendo las pollas un rato más, ya toda dura. No dejaron de lamer hasta que Lorena dio el banderazo de salida a Rebeca guiñándole un ojo. Lorena se tragó entera la polla de su hijo despacio, mirándole a los ojos, mientras que Rebeca se tragó la de Felipe imitando a Lorena.
Vicente: ¡Oh sí, métetela despacio, sí, enterita, sí! ¡Cómo me gusta! – gimió acariciando su cabeza.
Felipe: ¡Oh sí, sigue así, puta, sí, me vuelves loco! – gimió imitando a su hijo.
Lorena y Rebeca siguieron comiendo sus pollas, metiéndolas y sacándolas de su garganta, cada vez más intensamente, llevando a sus hombres al límite, mientras ellos disfrutaban de una comida de polla espectacular. Al cabo de unos minutos Lorena se sacó la polla de su hijo de la boca y se la agarró empezando a pajearle con suavidad mientras agarraba la cabeza de una excitadísima Rebeca que acababa de sacarse la polla de su amado de la boca y la morreó con más lujuria que la vez anterior, poniendo aún más calientes a sus hombres y a ellas mismas, les encantaba ese juego. Cuando dejaron de besarse, Lorena volvió a guiñarle un ojo a Rebeca y se introdujo la polla de su hijo en la garganta, dejándola ahí alojada unos segundos, aguantando las arcadas, para luego sacársela y volver a repetir la operación una y otra y otra vez. Rebeca imitó a la mujer.
Vicente: ¡Oh sí, joder que buena come pollas eres, mamá, sí! – gimió agarrando con fuerza su cabeza e indicándola el ritmo de la mamada.
Felipe: ¡Oh sí, vamos puta, sigue, así, más rápido! – gimió - ¡Si hubiera sabido que eras tan buena mamona te hubiera follado antes, puta! – gimió mientras le azotaba el culo a esa rubia.
Ambas mujeres siguieron con la comida de polla un rato más, hasta que notaron como sus hombres estaban a punto de explotar y pararon para volver a besarse con más lujuria, intentaban llevarlos al límite. Pero por estar de calienta pollas, no vieron cómo sus amados se levantaban y agarraban a cada una del brazo para conducirlas a la habitación, solo que Vicente le indicó a su padre que las llevaran a la habitación principal. Así lo hicieron y nada más llegar, padre e hijo ataron a la cama de pies y manos a sus mujeres, abierta de piernas, indefensas.
Felipe: Ahora vais a saber lo que os pasa por ir de calienta pollas – dijo colocándose entre las piernas de Rebeca que le miraba con infinito deseo y amor.
Tras decir eso, padre e hijo se colocaron entre las piernas de su respectiva mujer. Felipe, más experimentado, siguió el juego de ambas y sin tocarla le empezó a lamer el excitado y húmedo coño de su mujer, haciéndola gemir y que involuntariamente moviera sus caderas buscando su contacto, pero cada vez que hacía eso Felipe se apartaba. Por su parte, Vicente no se anduvo con chiquitas y primero besó a su madre con pasión y le mordió el lóbulo de la oreja.
Vicente: Tienes prohibido correrte, puta – dijo mientras le mordía la oreja con sensualidad.
Lorena: Sí, amo – gimió.
Vicente le desabrochó el sujetador a su madre, liberando sus enormes tetas para lamerlas mientras con una mano le tocaba el coño. Lorena aguantaba su calentura. Poco a poco, Vicente fue bajando recorriendo el cuerpo de su madre con su lengua hasta llegar a su coño y no se entretuvo, empezó a comerle el coño con ansia, jugando con su lengua en su clítoris hinchado mientras sus dedos jugueteaban con sus agujeros anal y vaginal.
Lorena: ¡Oh sí, mi amor, sigue, así, me vuelves loca de placer! – gimió retorciéndose en la cama.
Rebeca: ¡Mi amor, no me tortures más! – pidió gimoteante - ¡Úsame!
Felipe se apiadó de la muchacha y con ansia, imitó a su hijo y comenzó a devorarle el coño a una gimoteante Rebeca, que nada más notar la lengua de su amado jugando con su clítoris no pudo contenerse y se corrió como loca, convulsionando entre las sábanas. Felipe y Vicente torturaban a ambas mujeres, jugando con sus coños y sus culos. Ambas mujeres se volvieron locas de placer en manos de sus amados, pero Rebeca quería algo más, por lo que, sin cortarse un solo pelo, le pidió a su amado que le cumpliera una fantasía.
Lorena: ¡Oh sí, cómeme el coño, amor, sí, me encanta como usas tu lengua, sí, sí, sí, me tienes loca, sí, sí, no pares, no pares! – gimió.
Rebeca: ¡Oh sí, mi amor, prepara mi culo, amor, sí, me corro, prepara mi culito para follártelo, sí, sí, por favor, prepara mi culito! – pidió berreando de placer.
Felipe no se esperó esa petición, le sorprendió, ya que nunca se habían planteado el sexo anal, aunque él estaba loco por follárselo. Por eso Felipe, tras darle un duro azote en el culo que la hizo gemir y pedir más, empezó a lamer su ojete y a jugar con sus dedos en su aún virginal agujero. Felipe y Vicente se esmeraban en comerle los coños y los culos a sus mujeres, mientras ellas no paraban de berrear de placer. Así estuvieron un rato, hasta que ambos hombres se apiadaron de ellas y las soltaron, pero no previeron la voracidad de esas calientes mujeres que los tumbaron en la cama boca arriba y se sentaron encima de ellos a horcajadas, para empelarse sin miramientos con sus duras pollas en sus coños empapados.
Lorena: ¡Oh sí, que polla tienes, mi amor, a mami le vuelve loca la polla de su macho, de su hijo, de su hombre, sí, sí, sí, me encanta! – gemía mientras su hijo le comía las tetas con voracidad y le azotaba su culo.
Vicente: ¡Qué buena estás, mamá! ¡Cómo me pone follarte, sí, córrete para tu hijo, sí! ¡Córrete con la polla de tu hijo clavada en tu coño, puta! – gimió.
Lorena: ¡Oh sí, me corro, me corro, sí, sí, sí, amor, tu puta se corre, mami se corre! – berreo, loca de placer y morbo.
Rebeca: ¡Oh sí, mi amor, abre mi coño con tu polla, sí, dame duro! – gemía loca de placer.
Felipe: ¡Toma polla, puta, sí, me encanta follar, perra, sí, toma rabo, guarra! – gemía azotándola y chupando sus duros pezones mientras con dos dedos hoyaba en el interior de su ojete, preparándolo.
Así estuvieron un buen rato, comiéndoles las tetas mientras ellas se follaban solitas el coño. Luego de unos minutos en los que ambas mujeres no paraban de correrse de placer, se levantaron, se dieron la vuelta dándoles la espalda a ellos, y con una parsimonia inaudita, se penetraron el culo de una estocada mientras jugaban cada una con las tetas de la otra. Sobre todo, Lorena, para darle placer a Rebeca que hacía muecas de dolor.
Lorena: ¡Oh sí, me encanta que me folles el culo, amor, me encanta sentir la polla de mi hijo, en todos mis agujeros, sí! – berreó sintiendo como la gran polla de su hijo le abría cada pliegue de su estrecho culito.
Vicente: ¡Me encanta tu culazo, puta! – gimió mientras no paraba de azotar rudamente a su madre.
Rebeca: ¡Oh mi amor, me duele, me duele, pero me encanta, me encanta sentirme sometida a ti, tomada por ti, sí, sí, es el dolor más placentero de mi vida, sí! – berreaba como loca.
Felipe: ¡Qué gustazo penetrar tu culito estrecho, puta! – gimió mientras le pellizcaba con dureza los pezones.
Durante los primeros minutos, Rebeca sentía mitad dolor, mitad placer, pero poco a poco solo sentía un enorme placer. Por esa razón comenzó a cabalgar con mayor ansia y lujuria sobre la polla de su amado. Luego de unos minutos, ambas empezaron a penetrarse ellas solas a la vez el culo y el coño.
Rebeca: ¡Oh sí, mi amor, sí, me encanta, sí, sí, me corro, me corro! – berreaba.
Lorena: ¡Oh sí, hijo, folla todos los agujeros de mami, fóllala bien follada, sí, me corro, me corro, sí! – berreaba loca de placer y morbo.
Padre e hijo eran cabalgados por dos amazonas mientras jugaban con sus tetas y culos, azotándolas y pellizcando sus pezones con lujuria, dureza y pasión. Después de unos pocos minutos, ambas se levantaron de nuevo y se colocaron a cuatro patas en la cama, abiertas de piernas y ofreciéndose a sus hombres. Padre e hijo se miraron y raudos atacaron ambos coños, penetrándolas de una estocada mientras se agarraban a sus tetas para empezar a montar a esas perras en celo. No aguantaron mucho, y tras una intensa follada, ambos hombres se corrieron como bestias en los coños de su respectiva mujer.
Vicente: ¡Oh sí, mamá, me corro, sí, te voy a llenar el coño de leche, puta! – gimió.
Lorena: ¡Oh sí, mi amor, córrete en el coño de mami, préñame! – berreó loca de placer uniéndose al orgasmo de su hijo, teniendo un brutal orgasmo.
Felipe: ¡Oh sí, me corro, puta, me corro! – gimió.
Rebeca: ¡Oh sí, córrete en tu mujercita, préñame, dame toda tu leche, sí! – berreó uniéndose a su amado en un brutal orgasmo que la hizo colapsar.
Padre e hijo se corrieron como animales en celo, provocando en sus mujeres tremendos orgasmos. Cuando terminaron de correrse, ambos sacaron sus pollas de sus mujeres y Rebeca yacía desmayada en la cama, Lorena la tumbó en la cama con mimo, antes de que Felipe y su hijo se dedicaran a ir a por una pomada para los maltrechos culos de ambas mujeres y de aplicárselas. Luego de un rato y de darse cuanta de cómo estaba de manchada las sábanas con una mezcla de semen, heces y sangre, Rebeca despertó con una inmensa sonrisa, y aún dolorida se abalanzó sobre su amado.
Rebeca: ¡Lo has hecho! – le dijo contenta abrazándole con amor - ¡Me has hecho completamente tuya!
Felipe: Debo complacer a mi mujercita – dijo mientras la besaba amorosamente.
Lorena: ¿Estás mejor? -dijo curiosa.
Rebeca: Estoy bien, descuida – dijo tierna a la mujer – Esto lo llevaba deseando meses, pero nunca me atreví a pedírselo.
Felipe: No creía que te gustara en sexo anal -dijo sorprendido.
Rebeca: Nunca lo probé, pero desde que te conocí, supe que iba a ser tuya, y que tú ibas a romper mi culito – dijo cariñosa besándolo – He esperado al momento ideal y creo que he acertado.
Vicente: Ya te digo -dijo riendo - ¿De verdad queréis que os preñemos? – dijo curioso.
Lorena: Sí, amor – dijo mirando cómplice a Rebeca – Ella y yo hablamos y creemos que lo mejor para demostraros nuestro amor, nuestra absoluta entrega y devoción a vosotros, es daros hijos - dijo sonriente.
Ninguno de los dos hombres contesto, estaban sorprendidos. Ambas mujeres se rieron y besaron a sus respectivos hombres con amor, con adoración, con pasión. Luego se abrazaron.
Lorena: Creo que deberíamos reponer fuerzas - dijo divertida.
Felipe: Sí, tienes razón – dijo entendiendo a su aún mujer legal – Aún queda mucho día y noche por delante y quedan cosas por probar – dijo agarrando a Rebeca por las tetas.
Todos rieron y mientras ambas mujeres cambiaban las sábanas sin quitarse aún los velos blancos que llevaban ni los portaligas, padre e hijo preparaban algo de picar. La nueva vida familiar no hacía nada más que empezar y prometía mucho placer, mucho amor y mucha perversión.