Gracias a las drogas me follé a mi madre II
Las cosas avanzan entre madre e hijo
Luego de aquella charla con su marido, siguió su consejo y durante tres días se exhibió sin complejos delante de su hijo: iba en tanga por casa, se duchaba con la puerta abierta, follaba con su marido con la puerta también abierta, incluso se cambiaba de ropa con la puerta abierta. Las relaciones sexuales con su marido mejoraron bastante, pero la de su hijo mejoró hasta límites insospechados, pues ambos se acercaron más cómo cómplices, cómo amigos, que cómo madre e hijo, llegando incluso a varias veces al día a pillar masturbándose uno a otro en ausencia de su marido y padre respectivamente. Un día, estando ambos solos en casa, Vicente estaba estudiando y fue a por un refresco a la cocina. Lorena estaba en el salón, en tanga planchando.
Lorena: ¿Dónde vas, cielo? – dijo mirándole descaradamente el bulto que se le formó en los calzoncillos al verla.
Vicente: Voy a por un refresco, mamá, hace mucho calor – dijo dándole un repaso a la anatomía de su madre.
Lorena: Y que lo digas - dijo frotándose los muslos para intentar calmar su calentura.
Vicente siguió su camino sin quitarle ojo a su madre y fue a la cocina. Una vez allí, no aguantó más la presión de su polla y se la sacó, se sentó frente a la puerta y empezó a pajearse. Cuando llevaba unos segundos pajeándose, asomó la cabeza Lorena a la cocina para ver que hacía su hijo, sin que él la notara. Se quedó sorprendida y muy cachonda al ver a su hijo pajearse, sabiendo que se había calentado al verla a ella. Entró decidida a la cocina e hizo como si nada, mientras Vicente paraba su paja, pero no se tapaba.
Lorena: No te preocupes, cielo, sigue con tu paja – dijo divertida y cachonda – Sé que la necesitas.
Vicente: Me da vergüenza contigo aquí delante.
Lorena: Cielo, ya nos hemos pillado mutuamente varias veces – dijo riendo – Ahora no vamos a ser mojigatos. Si quieres pajearte, hazlo, aunque esté yo, no me importa.
Vicente: Tú lo que quieres es ver cómo me hago una paja – dijo riendo.
Lorena: ¿Y si así fuera qué? – dijo lasciva viendo su oportunidad – Si eres un macho, háztela delante de mí.
Vicente: ¡Tú lo has querido! – dijo más cachondo por la idea de su madre.
Vicente, delante de su deseosa madre, comenzó a pajearse de nuevo. Sabiendo que si iba muy rápido y lo cachondo que le ponía la situación iba a terminar por correrse enseguida, decidió pajearse a un ritmo lento, disfrutando del momento. Lorena no se perdía detalle de la polla de su hijo mientras se pasaba su lengua por sus labios y se mordía el labio inferior con deseo, cosa que Vicente notó.
Vicente: ¿Te gusta mi polla, mamá? – dijo gimiendo.
Lorena: ¡Me encanta, cielo! ¡Es grande y gorda! ¿Te gusta que te mire? – dijo con una sonrisa cómplice.
Vicente: ¡Me encanta, mamá, oh sí! ¿Y a ti mirarme? – gimió mientras aumentaba un poco el ritmo de la paja.
Lorena: ¡Mucho, cielo! ¿Estás pensando en mí? – dijo pícara.
Vicente: ¡Oh sí, mamá, en lo buena que estás! ¡En cómo me pone que me mires! ¡En las ganas que tengo de tocarte esas tetazas! - gimió.
Lorena: ¡Tócame las tetas, cielo! ¡Así, sí, son tuyas! – gimió al acercarse a su hijo y sentir que con su mano libre le estrujaba su teta con fuerza.
Vicente: ¡Me encantan, mamá, son enormes, oh sí! – gimió mientras aumentaba más el ritmo de la paja.
Vicente aumentó el ritmo de la paja con su madre pegada a él, mientras le sujetaba una teta en la mano libre. Lorena lo miraba con auténtico deseo, deseaba que su hijo, ese macho que tenía delante, se corriera para ella.
Lorena: ¡Me encanta cómo te la meneas! ¿Qué más te gusta de mami? – dijo pícara.
Vicente: ¡Tu culo, oh sí! – gimió – ¡Me imagino azotándolo mientras te reviento el coño a pollazos contra la encimera de la cocina! – dijo caliente mirando a su madre a los ojos.
Lorena: ¡Oh, cielo! ¡Mami quiere que te corras para ella! – gimió al imaginarse la situación.
Vicente: ¡Oh sí, mami, me tienes ardiendo! – gimió intentando retrasar su corrida.
Lorena quería conseguir que su hijo se corriera así que se acercó a él y puso sus tetas en su cara mientras le miraba con lascivia.
Lorena: ¡Vamos, mi niño, sé un hombre y córrete para tu mami! ¿No le quieres dar tu corrida a mami? – dijo pícara.
Vicente: ¡Oh sí, mamá, quiero correrme en tus tetas, bañarlas con mi leche! – gimió aumentando el ritmo de su paja a un ritmo frenético.
Lorena: ¡Vamos, mi niño, córrete para mami, lléname mis tetas con tu leche! – gimió caliente de solo pensarlo.
Vicente: ¡Oh sí, me corro, mami, sí, me corro, te voy a llenar tus tetas con mi leche, sí, toma leche, oh sí, sí!
Lorena se agachó hasta quedar de rodillas y ofreciéndole las tetas a su hijo para que se corriera. Vicente se corrió como un animal en las tetas de su madre, sin creerse aun lo que estaba pasando. Lorena se corrió al notar la corrida de su hijo en sus tetas sin que Vicente lo notase. Cuando Vicente terminó de correrse, Lorena se levantó, restregándose sonriendo pícara a su hijo, su leche por todas sus tetas.
Lorena: ¿Te has quedado a gusto? – dijo pícara.
Vicente: ¡Mucho! – sonrió – Lo siento si te ha molestado.
Lorena: No te preocupes, cariño, lo necesitabas y a mí me halaga que un joven cómo tú te fijes en un vieja cómo yo.
Vicente: Tú no eres ninguna vieja, mamá – dijo rápido – Más de un compañero mío me ha dicho lo buena que estás y me ha pedido fotos sexys tuyas – confesó – Y varias de mis amigas te miran envidiosas pensando en tener tu cuerpo para que los hombres las miren más.
Lorena: ¿De verdad, cielo? – dijo sorprendida y halagada de verdad - ¿Y tú?
Vicente: Todas mis pajas han sido pensando en ti – confesó – Perdón si te molesta, pero es la verdad, me gustas mucho cómo mujer, mamá, te deseo.
Lorena: Tranquilo, cariño, no me molesta, me halaga – dijo contenta y caliente por la confesión – Puedes hacerte todas las pajas que quieras pensando en mami, o delante de mami – dijo guiñándole un ojo cómplice – No me va a molestar – se adelantó.
Vicente: Vale, gracias mamá – dijo dándole un pico y saliendo corriendo de la cocina mientras se subía los calzoncillos.
Lorena se sorprendió por la reacción de su hijo, pero tuvo el impulso de comerle la boca propiamente antes de empezar a engullirle esa polla que tenía. Con ese pensamiento se fue a su habitación, no sin antes cerciorarse de que su hijo estaba en la suya. Rápida se desnudó y se tumbó en la cama para comenzar a tocarse las tetas y el coño. No cerró la puerta, le ponía muy cachonda que su hijo saliera de su habitación y le devolviera el favor. Pensó que le gustaba sentirse deseada, pero solo por su propio hijo, le daban asco los demás hombres, unos babosos. Empezó con una mano sobándose las tetas y otra acariciándose el coño. Se dio cuenta de lo mojada que estaba, solo deseaba que viniera su hijo y se pusiera con su gran polla delante de ella.
Lorena: ¡Oh sí, me encanta, sí! – gimió masturbándose pensando en que la oyera su hijo - ¡Oh sí, sí, estoy cachonda por ti, sí!
Lorena se sentó en el borde de la cama. Siguió masturbándose mientras miraba a la puerta, cuando vio a su hijo mirarla fijamente mientras se agarraba de nuevo su polla erecta.
Lorena: ¡Oh sí, mírame cariño, mira a mami! – gimió - ¡Oh sí, sí, menéatela mirando a mami! ¡A mami le encanta tu polla, cariño!
Lorena siguió masturbándose más rápido al ver a su hijo entrar en la habitación y desnudarse, sacando su polla erecta y haciéndola gemir al pensar en tenerla en su boca. Vicente se empezó a pajear de nuevo, lento, provocador, sabiendo que su madre lo deseaba.
Vicente: ¿Quieres mi polla, mamá? – dijo meneándosela en su cara viendo cómo sacaba su lengua - ¡Dilo!
Lorena: ¡Oh sí, cariño, me encanta tu polla, gorda y grande! – gimió al verla tan cerca de su cara.
Vicente: ¿La deseas? – dijo impidiendo que la lamiera.
Lorena: ¡Oh sí, la deseo, la deseo muchísimo, no te imaginas cómo me pone tu polla!
Vicente: ¿Quieres chuparla, mami? – dijo volviéndosela a quitar de la boca cuando la iba a engullir.
Lorena: ¡Oh sí, dame tu polla, quiero comértela, sí! – dijo masturbándose más fuerte.
Vicente: ¡pues prepárate para que te folle esa boquita de puta, mami! ¡Toma rabo, perra!
Vicente le metió la polla en la boca hasta la garganta, haciéndola gemir de deseo y placer y atragantarse. La calentura de Lorena se elevó a límites insospechados y siguió frotando su coño mientras se metía varios dedos en su coño. Vicente empezó a follarle la boca mientras le agarraba las tetas y le pellizcaba los pezones.
Vicente: ¿Te gusta? – gimió - ¡Sigue comiéndomela, puta, así, trágatela entera! – dijo mirando a su madre a los ojos - ¡Mira lo puta que eres comiéndome la polla!
Lorena: ¡Oh sí, me encanta, dame más polla, atragántame con ella! – gimió con deseo cuando su hijo le sacó la polla de su garganta.
Vicente: ¡Oh sí, toma polla, puta, sí, trágate toda mi polla, la polla de tu hijo! ¡Qué buena chupa pollas eres, puta! – dijo pellizcándole sus pezones con fuerza.
Lorena: ¡Mmmmmmmhhhh! – gimió masturbándose más fuerte - ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh!
Vicente empezó a follarle la boca a su madre con mayor intensidad mientras le amasaba fuertemente las tetas y le pellizcaba sus pezones, haciendo que la calentura de Lorena aumentara tanto, que se corrió sin poder evitarlo entre estertores y convulsiones. Al darse cuenta de que su madre disfrutaba con la follada de boca que estaba recibiendo, Vicente le sacó la polla de la boca y la colocó tumbada con la cabeza colgando fuera de la cama y se puso encima de la cabeza de su madre con su polla apuntándola.
Vicente: Veo que te gusta que te folle la boca – dijo dándole pollazos en su cara – Veamos si te gusta esto – dijo incrustándole la polla en su garganta y llegándole hasta más a fondo.
Lorena: ¡Mmmmmmmhhhh! – gimió masturbándose más fuerte - ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh!
Lorena casi vomita al sentir la gran polla de su hijo atravesarle la garganta tan profundamente. Prácticamente le follaba el esófago. Nunca se había sentido con ganas de más en el sexo. Vicente estuvo un buen rato follándole la boca gracias a la paja que se había hecho en la cocina con su madre, pero tras unos minutos intensos en los que le dejaba la polla incrustada en la garganta a su madre, se corrió en su boca.
Vicente: ¡Oh sí, me encanta follarte la boquita, puta, sí, eres una buena come pollas, sí, traba polla, puta, sí, no voy a tardar en correrme! – dijo sacándole la polla de la boca y comenzando a pajearse.
Lorena: ¡Córrete en mi boca, cielo, dale a mami de beber tu leche! – le pidió cachonda perdida y deseando probar su leche.
Vicente: ¿Quieres que me corra en tu boca? – gimió cachondo por el ofrecimiento mientras se pajeaba frenéticamente.
Lorena: ¡Oh sí, cielo, mami quiere probar tu lechita! ¡Complace a mami!
Vicente: ¡Oh sí, prepárate para mi corrida, puta, aquí viene! ¡Abre la boca, puta, y trágatelo todo!
Lorena: ¡Oh sí, cariño, córrete para mami! – gimió - ¡Oh sí, mami se corre, sí, sí, sí, me corro!
Vicente le volvió a incrustar la polla en la boca a su madre y se corrió como un animal mientras que Lorena, cuando sintió de nuevo la corrida de su hijo en su boca se corrió como loca, como nunca antes se había corrido, gimiendo y gritando de placer mientras se retorcía en la cama. Cuando ambos terminaron de correrse, Vicente cayó hacía atrás y se apoyó en el mueble exhausto frente a su madre que, con una sonrisa pícara y una mirada de deseo absoluto, le enseñó toda su corrida en su boca para tragársela frente a él con auténtica gula y deseo.
Vicente: No sabía que eras tan guarra, mamá – dijo divertido.
Lorena: Lo soy con quien me pone así – dijo mirándole a los ojos dándole a entender que él la ponía así.
Vicente: ¿Yo te pongo así? – dijo sorprendido.
Lorena: Ni te lo imaginas – le confesó – No sé si es por el morbo de que seas mi hijo o por ser tú tan joven y yo una mujer ya mayor, pero me pones muy cachonda, cómo nunca nadie en mi vida.
Vicente: Tú también me pones muchísimo – confesó – Por el morbo de que seas mi madre y porque estás tremendamente buenísima, mamá.
Lorena: Gracias cielo – dijo mientras le daba un pico – Ya sé que te pongo, guarrete, sé que últimamente todas tus pajas han sido a mi salud, por verme casi desnuda.
Vicente: Todas mis pajas, desde que comencé, han sido a tu salud – dijo divertido.
Lorena: Me alegra oírlo – dijo halagada – Pero de ahora en adelante, se te acabó hacerte pajas.
Vicente: ¿Qué? – dijo sorprendido.
Lorena: Lo que has oído, de ahora en adelante, si quieres hacerte una paja me lo dices y yo me encargaré de ti – dijo pícara – Mami se encargará de vaciarle los huevos a su hombrecito.
Vicente: ¿En serio? – dijo anonadado.
Lorena: Nunca he hablado tan en serio en mi vida – dijo seria - ¿Trato?
Vicente: Trato – dijo sonriendo lascivo – Pero, ¿lo harás cómo yo te lo pida?
Lorena: Sí, seré tu puta, tu esclava, tu sumisa – dijo sabiendo por dónde iba su hijo y también porque era lo que ella deseaba.
Vicente: ¿Lo haces porque solo me deseas o porque me quieres cómo hombre? – dijo curioso.
Lorena: Lo hago por lo mismo que tú – dijo seria – Porque te deseo como hombre, aunque te quiera cómo mi hijo.
Vicente: Es verdad, yo te quiero cómo madre, pero te deseo cómo mujer – confesó a su vez.
Lorena: Bueno cielo, todo aclarado, ahora vete a estudiar, que papá está a punto de llegar.
Vicente recogió su calzoncillo y salió corriendo divertido, no sin antes darle un buen morreo a su madre que lo recibió gustosa. Lorena se aseó y se puso una bata de estar por casa, como siempre. Cuando Felipe llegó, cenaron como una familia normal y hablaron de sus cosas. Una vez en la cama, Felipe le preguntó a su mujer por las miradas pícaras y las sonrisillas que había compartido con Vicente durante la cena y ella le contó lo acontecido. Felipe, entre sorprendido, celoso y cachondo, se folló a su mujer salvajemente esa noche, mientras Lorena le complacía gustosamente por dejarla vivir aquello con su hijo.