Gracias a la motivación de mi suegra (parte 1)

Con la ayuda de mi suegra conseguimos nuestro sueño de ser padres.

Según las recomendaciones que nos había indicado nuestra doctora, debía de guardar unos tres días de abstinencia antes de entregar la muestra de semen con la que intentarían fecundar los óvulos de mi mujer en la clínica de fecundación. Como no era recomendable que mantuviéramos relaciones sexuales con penetración justo antes de la extracción de óvulos, me dispuse a meterme en la ducha y masturbarme una última vez antes del día clave.

Cariño, voy a ducharme y a “descargarme” antes de la punción ¿OK? - Le dije a mi mujer.

De acuerdo, pero no quieres que “te eche una mano”?

No te preocupes, te lo agradezco de todas formas. - Le contesté, y sin más me metí en el baño dispuesto a hacer mis deberes.

Cuando ya estaba en la ducha, escuché abrirse la puerta del baño. Suponía que Ana tenía que coger algo. Pero sentí que se acercaba y de repente descubrió la cortina y allí estaba sin ropa, mirándome con una sonrisa picantona:

Vaya vaya, ¿pero qué tenemos aquí? Parece que alguien se alegra de verme…

Al verla desnuda, mi polla reaccionó como un resorte y mostró sus 18 cm en su máximo esplendor rápidamente. Ana es una mujer de 38 años (uno más que yo), menuda (1,60cm), de piel muy morena, pelo largo negro y ojos oscuros. Tiene un cuerpo delgadito, con unos pechos pequeños y firmes y un trasero redondito y duro. Estuvimos jugueteando mientras el agua de la ducha caía sobre nuestros cuerpos desnudos. Nos besamos apasionadamente, ella acariciaba mi polla suavemente mientras yo pellizcaba delicadamente sus oscuros pezones, que se pusieron duros al instante. Ana empezaba a jadear y apartó sus labios de los míos para posarlos sobre mi tetilla derecha, al tiempo que pasaba su mano por mis testículos. Lamía de una forma deliciosa, haciéndome unas excitantes cosquillas en mis pezoncillos que me encantaban. Pasé mi mano derecha por su espalda y fui bajando hasta encontrar su maravilloso culo. Lo acaricié primero con la palma de mi mano, apreté y amasé sus cachetes, a la vez que la atraía hacia mi haciendo que nuestros genitales estuvieran en contacto. Avancé con una mano a través de su culo hasta encontrar su raja con la intención de comprobar su excitación. Rocé con la yema de mis dedos índice y corazón sus labios menores y me percaté que estaba mojada. Introduje un dedo en su interior y ella buscó con ansia mi boca con la suya a la vez que se agarraba a mi trasero y aceleraba la mano que me masturbaba. Mientras yo metía y sacaba el dedo en su raja desde atrás, mi otra mano descendió desde su pecho hasta su monte de Venus, donde mis dedos se detuvieron entre sus recortados vellos para, seguidamente, seguir bajando hasta sus labios mayores esquivando (por el momento) su clítorix. Ambos nos estábamos calentando bastante, a mi me encantaba que masturbara mientras acariciaba mis huevos y decidí agachar mi cabeza buscando lamer sus tetitas de adolescente. Acerqué la punta de mi lengua a su teta izquierda y empecé a hacer círculos alrededor de su pezón a la vez que mi mano repetía esta misma operación pero sobre su clítorix, que ya notaba que empezaba a asomar. Nuestras respiraciones se agitaban cada vez más, fruto de la excitación que experimentábamos bajo la ducha. En un mismo instante, posé mis labios en forma de “o” sobre su pezón dando golpecitos con mi lengua a la vez que apoyé toda mi mano sobre su vagina rozando su clítorix con la palma de mi mano. Ella soltó un gemido y se aferró con fuerza a mi polla agarrándola por la base como si quisiera estrujarla. Quise seguir hasta que alcanzáramos un orgasmo, pero entonces se separó de mi y se agachó lentamente mirándome a los ojos con una pícara sonrisa. Desde arriba veía su preciosa cara a la altura de mi polla imaginando lo que vendría a continuación. Ella pasó sus manos por detrás de mi agarrando mi trasero como si quisiera retenerme y acercó sus labios a mis partes bajas. Primero besó mi brillante glande y fue recorriendo todo el largo de mi polla hasta mis testículos. Sacó la punta de la lengua he hizo el camino inverso hasta llegar de nuevo a la punta, donde un rápido lengüeteo dio paso al comienzo de una sabrosa mamada. Introdujo mi falo en su cálida boca y me regaló un estupendo sexo oral. Podía sentir la calidez de su boca y su lengua juguetona. Yo cerré los ojos disfrutando del momento cuando sentí su mano sosteniendo mis huevos y de repente aceleró sus movimientos de cabeza a la vez que apretó su mano y supo que llegaba al punto de no retorno. Sacó mi polla de su boca y con la otra mano me masturbó rápidamente hasta que exploté en un magnífico orgasmo. El agua que caía de la ducha limpió el semen derramado sobre su pecho, mientras me recomponía de tanto placer recibido. La ayudé a levantarse, la besé en los labios y le dije al oído:

Gracias amor, pero ahora te toca a ti.

A ella se le escapó una leve sonrisa pensando en que había llegado su turno. Sin más demora, empecé a besarle el cuello mientras mis manos bajaban hacia sus pechos. En un primer momento, mis dedos hacían círculos alrededor de sus duros pezones. Era una de sus zonas erógenas más sensibles, así que fui acercando lentamente mis dedos hasta que los rocé con la yema de los índices y pulgares. Cuando sintió un leve pellizco, dejó caer un profundo suspiro de placer que se convirtió en un jadeo cuando estiré suavemente sus pezones hacia mi. Sabía que eso le volvía loca y que podría llegar a correrse sólo estimulando sus pechos. Descendí mi boca hacia ellos, alternando lametones, chupetones y succiones sobre cada uno de sus pezones. Ella estaba muy caliente y no quería que llegara al orgasmo aún. Así que me desentendí por un momento de sus pechos y la besé en la boca sintiendo su cálido aliento. Sin que se diera cuenta, agarré la alcachofa de la ducha y la dirigí a su vientre. Fui pasando el potente chorro hacia su Monte de Venus, me desvié por su muslo izquierdo rozando su cara interna y subí lentamente por su coño hasta que alcanzó su clítorix. Ante esta sensación, su cuerpo tembló como si hubiera recibido una descarga eléctrica y me abrazó fuertemente como si necesitara agarrarse a algo para no caer. Yo sabía que estaba a punto de correrse, así que decidí agacharme rápidamente y, sin más dilación, me dispuse a comérselo.Me agarró por detrás de mi cabeza atrayéndome hacia ella y, sin dejar de mirarnos, di rápidas lamidas sobre los labios de su coño mientras movía mi cabeza de un lado para otro. Sorbía sus jugos y mi lengua entraba y salía rápidamente de su cueva mientras mis labios se restregaban con los suyos vaginales. Todo esto unido al roce que ejercía la punta de mi nariz sobre su clítorix hizo que en muy poco tiempo le provocara un intenso orgasmo. Desde abajo veía su cara descompuesta, abriendo su boca en un ahogado grito de placer mientras no desviaba su mirada de la mía. Seguí degustando los jugos que destilaba su húmeda vagina y, cuando sentí que sus manos perdían fuerza sobre mi cabeza, me fui incorporando hasta fundirnos en un abrazo.

Pues no ha estado nada mal para no haber follado… - me dijo ella, y nos reímos los dos juntos.

Una vez relajados y recompuestos, terminamos de ducharnos y preparamos la cena.


Los siguientes tres días pasaron lentamente, con la vista puesta en el día de la punción. Este sería nuestro tercer y último intento de tener hijos mediante fecundación in vitro, ya no nos podíamos permitir más intentos.

Aquel día amaneció soleado y caluroso, mi mujer y yo salimos temprano hacia la clínica con bastante antelación para no llegar tarde a la cita. Apenas hablamos durante el trayecto, se notaba que ambos estábamos nerviosos ante el último cartucho que nos quedaba. Cuando por fin llegamos, nos hicieron pasar a una habitación privada y, en pocos minutos, Ana ya estaba lista para entrar en quirófano. La intervención para extraer los óvulos era sencilla pero aún así, requería de anestesia general. Al poco tiempo se la llevaron y regresó media hora después junto con la ginecóloga, dos enfermeras y el anestesista.

Todo ha ido perfecto, Héctor. Hemos podido extraer 10 ovocitos maduros, lo que significa que es el mejor ciclo de todos los que habéis realizado. Hay que ser prudentes, pero de momento son buenas noticias – me comentó la ginecóloga.

Después de dar las gracias a todos y mostrarles mi alegría contenida, todos marcharon excepto una de las enfermeras, que me entregó un bote para depositar una muestra de mi semen y poder fecundar en el laboratorio los ovocitos.

Avísame por teléfono cuando termines y vengo a recoger la muestra. Ana está aún adormilada, tardará un ratillo en espabilarse – Dijo la enfermera.

Ahora tocaba hacer mi parte, obviamente la más fácil. Entré en el baño de la habitación con el bote, me lavé las manos cuidadosamente y me dispuse a obtener la muestra. En el baño sólo había una silla bastante incómoda para mi cometido. Comencé a acariciarme e intenté concentrarme recondando el último encuentro en la ducha con Ana. Pero entre los nervios y la incomodidad del lugar no conseguía empalmarme. Pensé en utilizar mi móvil para buscar algo de porno, pero sólo llevaba encima el teléfono de empresa y no quería que quedara rastro de ninguna web de este tipo. Así que dejé el móvil encima del lavabo descartando esa idea y me dije a mi mismo: “Va, concéntrate y piensa en algo excitante”. Pero cuanto más lo intentaba, menos conseguía excitarme. Empezaba a ponerme nervioso y no podía demorarme demasiado tiempo para fecundar los óvulos cuanto antes. Intenté imaginar que estaba con una mujer de pechos grandes, ya que aunque Ana los tuviera pequeños y me encantaban, también me ponen mucho las mujeres con grandes tetas. De repente, me llegó una notificación de whatsapp a mi móvil. Con una mano seguía masturbándome y con la otra cogí el móvil para leer el mensaje:

Rosi (suegra): Avísame cuando Ana salga de la intervención y se despierte. Espero que salga todo bien. Un beso, cariño.

En ese momento, apareció el rostro de mi suegra en la cara de la mujer que estaba en mi imaginación. De repente, noté cómo mi polla iba creciendo un poco en mi mano. Parecía que me estaba excitando con mi propia suegra. Ella y yo teníamos mucha confianza y nos llevábamos estupendamente, pero yo nunca la había mirado con esos ojos. Rosi tiene 65 años y mide unos 1,65cm aproximadamente. De joven tenía la misma melena que su hija, ahora llevaba su pelo corto cubierto de canas. También tiene la piel muy morena como Ana y sus mismos ojos. Tiene unas piernas fibrosas que soportan algún kilo de más sin llegar a ser preocupante para su salud. Su trasero apenas sobresale, siendo más ancho su cuerpo de cintura para arriba donde sí que destacan dos grandes pechos que, obviamente, no ha heredado su hija.

Yo seguía intentando alcanzar una erección que no llegaba del todo, si bien sí que parecía que mi polla había reaccionado al imaginarme a mi suegra desnuda. Pero mis nervios seguían en aumento al ver que estaba tardando en masturbarme y entonces se me pasó por la cabeza una peligrosa idea, fruto quizá de la desesperación. Sin pensarlo demasiado, le envié un mensaje de voz a mi suegra. Primero le dije que Ana había salido de la intervención y que estaba aún dormida, que había salido todo bien y que era el mejor ciclo. Seguidamente, con voz nerviosa le comenté que ahora me tocaba hacer mi parte aunque me estaba costando, y que le escribíría en un rato. Ella me contestó: “De acuerdo, luego hablamos”. En ese primer mensaje no me atreví a pedirle lo que rondaba en mi cabeza, pero entonces esperé unos 5 minutos y le envié un segundo mensaje con la voz entrecortada:

Yo: Suegra, perdona si te molesta pero es que estoy muy nervioso y no consigo concentrarme para obtener la muestra. No sé por qué te cuento esto, pero estoy un poco desesperado, no sabía qué hacer y no puedo tardar mucho más...

Ví que le había llegado el mensaje y lo había escuchado y los dos minutos que pasaron hasta que me contestó se me hicieron eternos pensando en que se había escandalizado.

Rosi (suegra): Héctor, no te preocupes. Tú relájate e intenta pensar en cosas bonitas y concéntrate. Es todo lo que puedo hacer.

Entonces me atreví a dar el paso y hacerle una proposición:

Yo: La verdad es que sí que podrías ayudarme de alguna manera. Me da mucha vergüenza pedírtelo, pero no puedo demorarme mucho más para no perder este ciclo tan bueno que hemos tenido. ¿Estarías dispuesta a hacer una videollamada conmigo y mostrarte aunque sea en ropa interior para motivarme? Por favor, no quiero que pienses que soy un pervertido.

Por un lado estaba desesperado porque no era capaz de masturbarme y por otro lado me excitaba la idea de ver a mi suegra en paños menores. Ya le había soltado la bomba, no sabía cómo se lo iba a tomar. Pero esta vez no se demoró en su respuesta

Rosi (suegra): Está bien, no te preocupes. Sólo espero que realmente te ayude a motivarte. Llámame.

Supongo que ella tampoco pensó su respuesta y simplemente decidió actuar frente a la urgencia. Así que pulsé el botón de videollamada, esperando a que me la aceptara. Entonces pude ver la cara de mi suegra en la pantalla de mi móvil. Sin decir palabra, ambos hicimos el saludo con la mano y yo activé mi cámara trasera para no mostrarle cómo me masturbaba por si le molestaba. Ví cómo ella apoyaba su móvil en algún lugar y se alejaba hacia atrás hasta que pude ver todo su cuerpo. Lo único que evitó mostrar en cámara fue su cara, supongo que le daría vergüenza que la mirara directamente. Los dos seguíamos sin articular palabra alguna, yo permaneciendo atento a la pantalla esperando algún movimiento. Al principio se notaba indecisa pero entonces se puso de espaldas a la cámara, metió los dedos entre la cintura de sus pantalones y comenzó a deslizarlos hacia abajo al tiempo que se agachaba mostrando su pequeño culo en pompa cubierto por las típicas bragas de mercería de toda la vida de color beige. Cuando terminó de sacar sus pantalones por los pies, se incorporó y se quedó un rato de espaldas. Mi corazón empezó a latir más deprisa cuando empezó a girar hacia mi con las manos en su pubis. Finalmente quedó totalmente frente a mi y, lentamente, fue llevando sus manos hacia atrás hasta mantenerlas cruzadas. Me permitió observar su madura vagina apenas cubierta por la suave tela de sus bragas y que permitía adivinar una gran raja que yo imaginaba cubierta por algunos largos y oscuros vellos rizados. Poco a poco, mi excitación iba en aumento y así se lo hice saber acercando mi cara al altavoz de mi móvil para que pudiera escuchar mi agitada respiración. Ella permanecía de pie delante de la cámara, prácticamente inmóvil, sin saber muy bien qué hacer. Pero yo deseaba (y necesitaba) tener la oportunidad de contemplar su cuerpo con menos ropa. La situación me daba un morbo terrible: se podía decir que estaba teniendo una sesión de “sexo virtual” con mi suegra y eso me estaba calentando mucho. Ahora tenía que hacerle saber que yo necesitaba que ella diera un paso más para poder motivarme. En un momento en que ella decidió darse la vuelta para mostrarme su trasero, aproveché y activé la cámara delantera de mi móvil. Cuando mi suegra se puso nuevamente de frente a la cámara, pudo ver mi erección bajo mi slip. Hubiera dado cualquier cosa por ver su cara, en la pantalla sólo veía de cuello hacia abajo, pero sí que pude apreciar su reacción de asombro llevando ambas manos a su pecho. Yo no sabía si me avisaría que ella también podía verme, pero no fue así tal vez por la sorpresa. Empecé a acariciar mi polla por encima del slip e intuía que no apartaba la vista de ella. Sin embargo, permanecía inmóvil frente a la pantalla. Entonces decidí colgar la llamada para pedirle una cosa en un mensaje de texto (me parecía un poco violento pedírselo de viva voz)

Yo: Ups, se ha cortado la llamada… Creo que está funcionando, pero quizá necesite un poco de más motivación para poder terminar. Te lo agradezco mucho, suegra, de verdad.

Rosi (Suegra): OK

Con esa escueta respuesta, pensé que quizá me había propasado pero, acto seguido, me volvió a llamar y esta vez le permití ver mi torso desnudo desde el primer momento. De nuevo, ahí estaba ella con la misma ropa que antes. Después de dudar un poco, parecía que había algún movimiento. Cogió el borde de su camiseta y empezó a levantarlo poco a poco, mostrando primero su vientre, su ombligo… Cuando casi llegó al borde del sujetador, creía que se me salía el corazón. Finalmente, dejó a la vista sus dos grandes pechos dentro de un sostén a juego con sus bragas, incluso terminó de quitarse la camiseta quedando sólo en ropa interior. Sus pezones casi atravesaban la tela del sujetador y se adivinaban bien grandes y apetecibles. La gravedad hacía su efecto en esas maravillosas tetas naturales que me estaban volviendo loco de excitación. Aunque me hubiera gustado disfrutar de una mejor vista, ya era suficiente para motivarme en ese momento. Agarré mi polla y me masturbé aumentando cada vez más la velocidad mientras mi suegra veía el movimiento de mi brazo en su móvil. Pasados dos o tres minutos sentí que ya iba a acabar y entonces me recompuse en la silla dejando a la vista mi polla justo en el momento en que empecé a eyacular. Con las prisas de recoger la muestra en el bote no me di cuenta que mi suegra había podido ver cómo llegaba al orgasmo, pero reconozco que incluso me dio más morbo.

Eché un vistazo al móvil y noté que su respiración parecía también agitada.

”Puede que incluso haya disfrutado un poco del espectáculo a pesar de todo” - pensé para mis adentros.

Cuando puse a buen recaudo el bote con la muestra, finalicé la videollamada y le escribí un mensaje:

Yo: Muchas gracias, de verdad. Siento si ha sido un poco violenta la situación pero realmente me has ayudado.

Rosi (suegra): No te preocupes, todo sea porque me deis un nieto o nieta.

Yo: Eres la mejor, suegra

Y terminamos el intercambio de mensajes enviándome ella un cariñoso emoticono con un beso.

CONTINUARÁ…

Éste es mi primer relato, espero que os guste y subiré la continuación de esta historia si os apetece. Os agradecería que dejárais vuestros comentarios y opiniones para poder mejorar. Si queréis intercambiar ideas o sucesos que me puedan inspirar para escribir, podéis escribirme a destrangis83@hotmail.com