Gozando una verga enorme y varios consoladores
Quería sentir una buena verga y me dejaron el culo abierto.
Como todos los días, amanecí con ganas de mamar una verga deliciosa y sentirla después perforándome el culo. Decidí, entonces, ir a unos baños públicos en los que no hay divisiones entre los excusados para saciar mi calentura. Llegué, me bajé los pantalones y la tanga y me senté en uno de ellos esperando que alguien más llegara. En ese momento, llegó un muchacho y se sentó a cagar. Yo fingí también estar cagando para que no sospechara nada. El muchacho terminó, se limpió el culo y se fue.
Mientras esperaba, empecé a introducirme varios dedos en el ano. De repente, entró un hombre como de unos treinta años y me vio con los dedos en el culo. Se bajó los pantalones, se sentó en un excusado junto al mío y empezó a jalarse la verga. Tenía un pito enorme y se me antojó mucho mamarlo. Entonces, me arrodillé frente a él y empecé a tragarme su verga. Le chupaba la cabeza y los huevos y el hombre gemía de placer.
Después de la mamada, me inclinó sobre el excusado y empezó a introducirme su pollo en mi culo. Estaba muy cabezón, por lo que costó un poco de trabajo. Pero cuando lo tuve todo adentro, no quería que lo sacara. Se movía delicioso; me la metía y me la sacaba y yo gritaba como loco. Estábamos en eso, cuando entró un negro a los baños y me vio ensartado por el otro tipo. El negro se dirigió a uno de los mingitorios a orinar. Se sacó la verga, orinó, se la sacudió y se acercó a nosotros con la verga afuera completamente parada; una verga descomunal que empecé a masturbar.
El negro me dijo que quería penetrarme, lo que me dio mucho miedo porque su verga era verdaderamente enorme. Aún así, accedí a que me la metiera. Empezó a introducírmela y sentí que mi culo se abría como nunca. Me dolió un chingo hasta que sentí que me la había metido toda. De repente, empezó a moverse y sentí un placer indescriptible. Ese negro me estaba talandrando el culo tan rico que me sentía como una puta. Me avisó que se vendría, así que me voltée y me tragué toda su leche. El otro tipo también se vino en mi boca.
Ambos hombres estaban satisfechos por el placer que les había dado. El negro se subió la trusa y los pantalones y se fue. El otro tipo me invitó a su casa a tomar unas cervezas. Accedí a ir con él, me acomodé la tanga entre las nalgas, me subí los pantalones y salimos de los baños. Al llegar a su casa, me ofreció una cerveza y se fue a su recámara. Regresó con un consolador de dos cabezas y un frasco de lubricante. Se quitó toda la ropa, se puso lubricante en el ano, se acostó en el sofá de la sala y se metió el consolador.
Yo estaba viendo al tipo jugar con el consolador en su culo y me invitó a acercarme. Me acosté en el sofá en frente de él y empecé a meterme la otra cabeza del consolador. Nos movíamos frenéticamente cada uno gozando de su respectiva punta. Uníamos nuestras nalgas, las separábamos y las volvíamos a unir. Era delicioso estar así. De repente, él se vino y varias gotas de su leche cayeron sobre mí. Yo me masturbé y me vine en seguida.
Cuando terminamos, me di cuenta de que tenía el culo completamente abierto y guango; podía meterme cinco dedos sin ninguna dificultad. Pero estaba terriblemente satisfecho. Me quedé con este tipo toda la tarde bebiendo y jugando con los consoladores que tenía. Llegué a mi casa con el culo adolorido, pero con la intención de regresar otro día a visitar a mi nuevo amigo.