Gozando en el monte
Como gocé una tarde de vacaciones, al sol, desnuda entre los árboles
Joer, lunes, tengo vacaciones, pero con los niños en casa a comer, sin un duro, fin de mes y Leonor que viene a las tres (PM) hasta las cinco(PM) a limpiar, y.... ni siquiera puedo ver la novela de la 1. Porque como decía Agustín, no llevo bien esto de tener servicio doméstico y no puedo estar en el sofá mientras ella dobla la ropa que no pensamos planchar ninguna de las dos. Y... hala! ... un mensaje... Aggg ...Santi me invita a café con pastas... bien, pero en mi casa imposible, le aclaro. Me recoge en la esquina a y media. Vale, acepto ir a cualquier sitio, hasta a su bar/traspasado y cerrado ya tras las fiestas locales, que me imagino cómo estará... Niños me voy a tomar café. Tras las oportunas regañinas sobre platos, libros, reciclaje de las tapas de los danones del Eroski, el destino del lápiz nº 2, imprescindible para el nuevo curso, y tras la promesa de conseguir a Homero en no sé qué editorial (si Homero levantara la cabeza ...) bajo a la esquina y aprovecho para reciclar en el contenedor amarillo, que total no huele, y nadie me va a criticar aunque milite en los verdes
Uff, ya estoy en el coche de Santi, que pita como un descosido hasta que me ajusto el cinturón. Qué moreno y qué guapo está. Dónde vamos? A tu bar?No, que todavía no lo he limpiado y huele. Ok Vale pues vamos al monte? Pues sí.
Compramos de camino 4 latas de Ámbar. Paramos en una explanada al lado de la carretera. Por supuesto yo estoy encargada de la intendencia. Ahora no se lleva el cestillo con los cubiertos, el mantelito de cuadros, la fiambrera, los hielos ... pero cojo dos ámbar y el bolso que tiene de todo. Nos adentramos por el camino de la derecha. Monte pelado a un lado, monte pelado a otro. Las dos laderas monte mediterráneo con plantaciones de pino de los 70. Perdemos de vista el coche y la explanada al lado de la carretera. Una farca, la hago yo, como soy la del bolso... Recibo instrucciones sobre la dirección del viento. Enseño mi dedo recién sacado de mi boca. Ya controlo. Hago dos rayitas normales. En seguida, pillando todo lo que he sacado de mi bolso, Santi hace dos anchoas que dan sombra, y nos levantamos, caminando con su mano dentro de mi pantalón, midiendo mis nalgas. Apoyo la cabeza en su pecho y levanto la cara para que me bese y palpo su entrepierna, no la suelto. Nos reimos y entre piedra y piedra en el camino, vamos besando la boca del otro y midiendo el sexo ajeno con las manos, relajando los labios a los otros labios , hasta que parece que manos y labios están tan conectados que los dedos mojan y las bocas palpan. Claro, es tan fácil, es Santi.
Volvemos a la explanada donde està el coche. Cojo la tercera Ambar. La segunda la uso como cenicero y la primera ¡dejada en el camino! error imperdonable que perdono enseguida. Nos adentramos en el camino de la izquierda, y tras bajar por el sendero, absolutamente abierto al sol del oeste, en el que todas las sombras daban a la sombra de un bosque anclado en una pendiente llena además de arbustos y maleza, decidimos abrir camino entre la vegetación e ir monte a través buscando una zona de césped urbanitas que por supuesto no existe. Así que en una pequeña zona sin zarzas ni árboles jóvenes, en pendiente hacia el camino, llena de especies vegetales sin pinchos aparentes, decidimos sentarnos. Me besa y se acaricia, asumo desde todos mi sentidos dónde y qué estoy haciendo, decido comulgar con el entorno y levantándome exploro los dos metros más próximos que bajan delante de mí, y desabrochándome el cinturón y el pantalón, lo deslizo por mis piernas dejando a la vista de Santi mi culo y mis muslos, me agacho y meo sobre la maleza, balanceandome al terminar, y sintiendome mucho mejor que cuando hago lo mismo en el váter de un bar. Además el sol entre las hojas de esos árboles desordenados me calienta la piel del culo, de tal manera que cuando Santi se quita su ropa, comparto su decisión y dejando las prendas en una ramita le doy mi mano y desnuda sorteo ramas, zarzas, moscas y sintiendo el sol sobre la piel me arrodillo y le como la polla, parando de vez en cuando para que él se la acaricie y deje en mi boca un poquito de su leche. Me agacho de nuevo, el culo sobre mis tobillos, me abro y acaricio mi clítoris resbalando el dedo corazón hasta la entrada de la vagina, mientras Santi se acerca para dejar que chupe su polla. Uff, está rica. El se aparta sin dejar de tocarse, túmbate y ábrete, me dice, me tumbo, me abro y me acaricio allí en mitad de la maleza, bajo un enjambre de moscas, tomada por el sol, y prendida de sus ojos y de su boca, cuando me da la mano para que reciba su leche, su polla entera hasta mi garganta, corriéndose largamente entre mis labios, y me levanta, goteando mi boca, sus manos ya dentro de mí, abrazada a un árbol, me voy resbalando sobre su brazo, mi cara y mis pechos rozando la corteza del árbol, sin que me sostengan las piernas, me derrito entre sus dedos y me vuelvo hacia Santi, besando su cuello, me abrazo a él mientras gozo desnuda mirando su cara curiosa en el bosque desbocado a mis pies. Gozo como un animal y sus dedos y mano se mojan con mis jugos que gotean sobre las hojas mientras jadeo, feliz.