Gozando de las calenturas nocturnas de mi Madre.01
Descubri un secreto de mi madre. Del que aproveche para gozar de voluptuoso cuerpo.
Mi madre era una mujer gorda, pero no de esas gordas obesas que le cuelga la barriga, era de esas gordas lindas, con un culo enorme y redondo; con tetas gigantes y una cara hermosa. Tambien, tenia una pronunciada barriga, pero que no competía con lo voluptuoso de sus nalgas y sus senos. Media como 160cm, piel blanca, cabello rojizo, bien ondulado (de esos que dan ganas de tirarlo mientras la penetras desde atrás), ojos verdes y muchas pecas, en su cara, brazos, escote y culo; su cara era muy linda, con unos labios muy bien dibujados, pestañas largas y nariz angulosa, pero pequeña . No era una modelo, ni cumplía con los típicos y aburridos cánones de belleza; pero era atractiva, siempre risueña, con la broma precisa y una linda sonrisa.
Vivíamos en un pueblo al interior de la zona central de Chile, es decir, en el campo. Nuestra familia la componían, mi padre, madre, yo (el hijo mayor) y mis 2 hermanos.
La historia que les contaré ocurrió el último verano antes de ir a estudiar a la universidad en la ciudad más cercana. Yo tenía 18 años. Era un tipo normal, algo timido, delgado, piel clara y cabello oscuro, algo parecido a mi padre.
Llevábamos una buena vida campestre. Nuestra casa enfrentaba a un camino algo transitado, con una gran terraza hacia adelante, a modo de portal, con una baranda donde mi madre solía dejar algunas cosas para que se secaran. A veces la ayudaba en algunos deberes de la casa. Cómo fue aquel dia que estábamos ordenando la terraza, como muchas veces, y dejábamos cosas colgadas para secar. Entre las variedad de prendas, sábanas, frazadas, etc. Había un posapies rojo, o chopino, no estaba mojado, ni siquiera limpio. Pero ella lo dejó en la baranda junto al acceso de la vivienda, en el lado más visible.
- Oye mamá esto no está mojado - le dije sacándolo de donde ella lo dejo.
- Dejalo ahi nomas!! - me respondió en tono categórico.
Sin llevarle la contra le obedecí sin preguntar más.
El día había terminado, hacía calor, no recuerdo que dia de la semana era, siempre me pasaba eso en verano. Yo dormía en mi dormitorio plácidamente cuando algo me despertó, fue un ruido en el patio. Curioso miré rápidamente por la ventana y veo una sombra dirigirse al taller. El taller era una estructura básica de madera en el patio.
Sin más pensarlo me fui a ver que pasaba, tratando de no despertar a nadie. Me acerco silenciosamente al taller y la puerta estaba cerrada. Se escuchaban unos ruidos extraños del interior, como un golpeteo y una respiración agitada. Aún más curioso quería saber qué pasaba, pero mi intención no era interrumpir nada, para capturar el momento infraganti.
El golpeteo seguía, era un ruido suave y constante, mientras yo buscaba un espacio entre las tablas que componían el muro para mirar para adentro. De momento se escuchó un gemido femenino, “que raro” pensé; con mi inocencia de esos años no podía imaginar de qué se podía tratar todo. Sigo buscando hasta que logré mirar por una rendija por el lado opuesto a la entrada del taller.
Lo que vi cambio mi vida para siempre. Con los ojos abiertos como platos pude ver a mi madre, mi amada madre, siempre correcta, simpática y honesta. Apoyada en el mesón con sus codos, su camisa de dormir arremangada por sobre su cintura,dejando a la vista su enorme culo blanco, en pompa. Sus tetas estaban libres, grandes, balanceándose con cada movimiento. Y su cabeza echada hacia atrás. Por detras habia un hombre que no reconocía y que claramente no era mi padre.
El tenía sus pantalones en sus tobillos, sus manos agarrando fuertemente las caderas de mi madre, embistiendola fuertemente desde atrás.
“Estan culiando!!” pensé en se momento, sin perder detalle alguno del balanceo de las carnes de mi madre. Mi pene reaccionó de inmediato, no pude evitar empezar a pajearme de manera frenética. Me concentré en las tetas de mi madre, se veían exquisitas, se balanceaban con cada arremetida del desconocido follador. Había poca luz por lo que detalle de su piel no lo distinguía, solo veía a sus masas moverse en un erótico y apurado baile. Sus grandes nalgas se recogían en cada impacto, de hecho se escuchaban sus carnes chocar con la humanidad del desgraciado que se la estaba metiendo.
Ella gemía y resoplaba, sumida en la pasión de ese momento. Aprovechando que el taller estaba separado de la casa, podía hacer los ruidos que quisiera.
- Hay que rrriiiiico!!!... Metemela toda hasta adentro.
- Lo que tu…
- No me hables, no quiero saber quien eres, sigue culiandome. - Lo interrumpió mi madre… siii!! Dale papito!!! Llename llename!!.
No se que juego tenían, no lo entendí en ese momento. Yo me estaba pajeando como condenado, con mis pantalones abajo y pegado a la rendija. Mi madre estaba culiando como una puta a menos de 2 metros y yo disfrutaba como un voyerista cachondo.
Entre alaridos de marrana mi madre se corría y yo empecé a disparar mi descarga en las tablas. Fue un gran orgasmo, llegué a marearme y me duro unos segundos. Cuando reaccione el tipo estaba cargado sobre el culo de mama, seguramente acabando en lo más adentro posible. Mi madre con su cabeza abajo disfrutando su orgasmo.
Unos segundos después el tipo se lo saco, subió sus pantalones y se fue sin decir nada. Mientras mi madre permanecía inmóvil en la misma posición.
Me quedé un rato viendo a mamá recomponerse de la follada, creyendose sola. Se puso de pie, para luego tomarse su pelo con una moña. Sus tetas colgaban por fuera de su camisón de tirantes, era una vista hermosa, sus “redondeces” y el suave balanceo de estas, hicieron que mi excitación volviera. Mi pene, como fierro, volvió a levantarse y junto con eso mi mano a recorrerlo, en una paja lenta con un ritmo constante.
Recorrí con mi vista sus tetazas, que con la poca claridad de la luna, se veían blancas y rematadas en un pezón grande y puntiagudos apuntando impetuosos hacia adelante.
Luego de terminar de atar su prosiguió a bajar su prenda hasta tapar su enorme culo y luego subir a guardar sus senos dentro de su ropa. Cada una de sus masas de carne se adaptaba a la mano que la ordenaba, como señal inequívoca de su suavidad y blandez para luego quedar oculta por esa tela mezquina que terminó por privarme del deleite visual de esas tetas perfectas. Para terminar con la escena voyerista se dio media vuelta y se marchó por la puerta del taller, mientras yo clavaba mi mirada en ese culo, dibujandose bajo la delgada tela, y que a partir de ese momento, se convirtió en mi objeto de deseo.
Despues de verla ir, cerre mis ojos y me eche espaldas sobre el pasto, masturbandome mientras recordaba las hermosas, calientes y clandestinas imagenes de mi madre follando clandestinamente en el taller, mientras dormíamos en casa (todos menos yo), de sus carnes balancearse y gemir como poseída; hizo que se me pusiera el pene como fierro, no aguante mucho sin empezar a pajearme de nuevo. Lo hice con mi mano de manera rápida, un rato, sentía mis bolas contrarse y aumemte el ritmo de la paja. Seguían las imágenes de mi madre en mi cabeza, mientras yo seguía con mi masturbación, luego empecé a imaginarme a mi en el lugar del desconocido, agarrando su culo y ensartando mi pichula en su raja, una y otra vez, al momento en que ella me pedia mas y mas. Continue con mis movimientos, sin parar, con un ritmo fuerte, en un momento, sentí que me venia, mis cocos contrayéndose y mi pene mas duro que nunca. No quería parar y seguí con mi tarea, hasta que ya no pude mas y acabe abundantemente. Fue tan fuerte el clímax que permanecí inmóvil un buen rato.
Volví a mi habitación en silencio para evitar despertar a mi familia.
El día siguiente transcurrió normal, mi madre andaba igual que siempre, como si nada hubiese pasado. Estaba claro que lo que vi anoche, ella lo llevaba haciendo hace un tiempo y con cero remordimiento.
Esa tarde, ayudando con algunas cosas, ordenaba la terraza y tome el chopino rojo para dejarlo en la baranda. Cuando ella apareció y me dijo “ no dejalo abajo nomás”, yo le hice caso sin darle importancia.
Durante el día me detuve a mirarla, a mi madre. Su gran culo redondo y parado, y sus enormes tetas. Disfrute apreciando el menear de sus partes con su caminar; de hecho, en un momento empecé a exitarme mientras la veía ordenar unas cosas en el estar, o mirando su escote cuando almorzamos, etc. Sin duda era un espectáculo goloso del cual nunca me había percatado. La escena que presencié en la noche me hizo cambiar la forma en que miraba a mi madre.
Esa noche hice guardia desde mi ventana por si mi madre se escapaba al taller a follar. Pero nada, me dieron las 2 am y nada. Con lo excitado que estaba me masturbe antes de dormirme, ahora tenia papel higienico escondido en mi cuarto para ese fin. Recordar a mi madre se transformó en el principal estímulo para masturbarme.
Pasaron 4 noches sin novedades, 4 noches en las que me quedaba en vela esperando volver a ver la misma escena de la otra vez. Al quinto día entre las cosas para lavar estaba el chopino rojo. Luego de lavarlo, ella misma lo puso en la baranda para que se secara, quedando a la vista desde el camino.
Esa noche, a eso de las 1 am, vi a mi madre dirigirse al taller. “hoy le toca” pensé. Me quede en la ventana hasta que vi acercarse al desconocido. Al verlo, sentimiento de envidia y celos me invadieron. Espere unos minutos y me acerque al mismo lugar donde tenía la vista privilegiada para el show. Las sensaciones fueron las mismas, se repitió la misma rutina y yo acabe de la misma forma. Esta vez, volví a mi cama antes que ellos salieran del taller. Dormí plácidamente.
Después de esa noche pasaron 3 dias sin novedad. Hasta la madrugada del 4to dia donde viendo como madre se escabulle al taller ansiosa por ser penetrada, hice la relación. Ese día, al igual que las veces de sus aventuras sexuales anteriores, ella había dejado el chopino rojo. Era la señal, como le avisaba a su amante incógnito que estaba dispuesta a ser poseída una vez más en la oscura clandestinidad. Y por lo tanto, era también una señal para mi. Para poder seguir descubriendo un mundo pérfido y caliente.
Llegue a acostumbrada ranura para ver a mi madre ser penetrada a gusto por ese afortunado desconocido. A esas alturas los celos me dominaban, además de la calentura. Los veía fornicar mientras me masturbaba, era el mejor porno en vivo. Cuando de la nada ella ordena:
- Para! - Dijo mientras movía su culo para sacar al miembro sin nombre - hoy quiero que me rompas el culo, traje la vaselina está ahí encima.
Termino de dar su instrucción y apoyo su cara y tetas en el mesón, para con sus manos separarse las nalgas. Acto seguido puso más en pompa su enorme, blanco y pecoso trasero. El tipo sin miramientos escupió el ojete de mamá, untó 2 dedos en la vaselina y empezó a hurguetear el agujero en cuestión. Al mismo tiempo que con la otra mano estimulaba el clítoris. Ya con eso, mamá gemía y resoplaba. El tipo cada cierto rato volvía a untar sus dedos y el ano de mama para lubricar. Repitió el procedimiento varias veces para lograr la dilatación necesaria. En un momento y entre gemidos de puta, mi madre dijo “no aguanto mas…. Metemelo luego”, el hombre siguió en lo suyo sin hacer caso. Luego mi madre rogando dijo “por favor no aguanto quiero que rompas”. El la dejo sufrir un rato más, hasta que ella dijo “yaaa (rogando) meteme tu arma papi que no aguan….”, antes que terminara de hablar el tipo la tomó de las caderas, apuntó la cabeza de su verga a la cueva y empezó a taladrar fuertemente.
“si…. Ayy… más papito dale… que fuerte… rooooompeme el culo!!!” eran sus alaridos. El tipo la sujetaba firmemente mientras la penetraba lentamente. Ella en ese momento tenía una de sus manos metida en su concha estimulandose y la otra apoyada en el mesón. Sus tetas colgaban pesadas, maravillosas, blancas, iluminadas por la luz de la luna que entraba por una ventana. Sus grandes masas de carne, que tenía por nalgas, se adaptaban al cuerpo de su usurpador, acomodándose a la cogida que estaba haciendo.
Su ritmo penetración inicial fue lenta hasta que llego a lo que más pudo en el interior del recto hambriento de mi madre. Luego empezó a salir, ya no tan lento, pero no rápido. Para volver a arremeter. Fue aumentando el ritmo, hasta llegar a uno constante de penetraciones profundas y fuerte.
Mi mano recorría mi pene frenéticamente, me pajeaba como enfermo, con mi ojo (el que podía ver por la ranura) como plato sin perder detalle de la escena. Ella gemía y sus carnes se movían, era el espectáculo más erótico que podría existir. Me corrí como nunca, disparando incontables borbotones de semen, hasta que mi vista se nubló y mis piernas tiritaban.
Me quedé mirando un rato más, viendo como acababan. Ella tensó su cuerpo gimiendo largamente y luego relajándose, apoyando ambas brazos en el mesón y su cabeza apoyados en estos. El se mantuvo penetrandola un par de veces hasta que se detuvo en lo más profundo y tensando su cuerpo, acabó rellenandola con su corridas. Estuvo quieto unos segundos, se separo de mi madre, subió sus pantalones y se fue sin decir nada. Ella espero que su amante clandestino se fuera para pararse y marcharse solo con su camisa de dormir, caminando lentamente.
Espere un rato para que ella llegara a su dormitorio y se acostara. Para ir a mi dormitorio sin hacer ruido.
Acostado, mirando el techo de mi habitación, tomé una decisión. Yo tengo que ser quien se culee a mi mama, no un desconocido. Para lo cual debía elaborar un plan. Además, temiendo al posible rechazo de ella, debía tomar el lugar del desconocido sin que ella lo notara. Aprovechando que no tenían contacto visual ni verbal, no debería darse cuenta.
Así fue que esperé varios días hasta que ella porfin puso el chopino rojo en la baranda. Era la señal del deseo. Me prepare para esa noche. No me había masturbado desde la corrida de la última sesión voyeur, para estar cargado para ella. En mi closet guardaba un bate. Así que decididamente me escondí cerca de la media noche en el patio, cerca del taller, suponiendo la ruta acostumbrada del merodeador sexual de mi madre.
La escuche escabullirse hacia el taller. La ansiedad, la adrenalina y la excitación, hicieron que se me endureciera la verga al instante de verla saliendo de la casa en su acostumbrada camisa de dormir.
En eso escucho al desconocido acercarse, caminando lentamente tratando de no hacer ruido. Lo vi a unos 5 metros, el no me vio. Me acerque sigilosamente por detrás sin que me escuchara, y al llegar a la distancia precisa, le pegue con mi bate en la espalda. PAH! (sonó seco el golpe) y cayó al piso dándose vuelta muy rápido. No alcancé a verle la cara. Le dije, no muy fuerte para que no escuchara mi madre, “sal de aca ladron de mierda!”. El tipo se levantó rápidamente y salió corriendo por el mismo camino por donde había entrado a nuestra propiedad.
Ya había cumplido con la primera etapa del plan, eliminar al desconocido. Ahora vendría la mejor parte, porfin concretaría la principal fantasía, la principal inspiración de mis pajas desde hace un par de semanas.
Deje mi bate por ahí en los arbustos y entre al taller. La vista era perfecta por la pequeña ventana entraba algo de luz, la suficiente para contemplar ese hermoso culo grande y redondo. Mi corazon se acelero al ver esa anhelada gruta entre esas masas de carne blanca, y esas gruesas piernas semi abiertas. Ella estaba como todas las veces, de rodillas sobre un banco y apoyada en sus codos sobre el mesón. Dijo al escuchar la puerta “te demoraste un poco cariñito, démosle rapidito por mi conchita que aún siento que me arde el culo por lo del otro dia”.
Muy nervioso me acerque a su culo en pompa. Lo primero que hice fue tocarlo con una mano en cada nalga, la sensación fue exquisita, su suavidad y calor invadieron mis manos, las apreté fuertemente y sentí que su anatomía se escapa entre mis dedos. Ella respondió con respingón diciendo “que heladas tus manos”. Copiando a mi predecesor en estos menesteres, me chupe los dedos índice y medio, para luego tocar su raja. Primero suave y luego decididamente. La recorrí lentamente desde sus labios mayores, pasando por los menores, entrada de la vagina y luego camino a su ano. Estaba todo muy húmedo, todo muy jugoso. Con la caricia ella levanto mas su culo para facilitar el recorrido, asi que volvi a hacerlo de manera inversa, claro que ahora metiendo aún más mi mano, mis dedos estaban empapados con sus fluidos. “no me habías tocado así antes papito…. Que rriicooo…” dijo, acompañados de unos gemidos bien melosos. Después de hurguetear con mis dedos, me desabroche los pantalones con mi mano izquierda, no llevaba calzoncillos, para facilitar el proceso. Mi verga salió disparada y ansiosa por adentrarse en esas carnes.
Tome mi verga y con mi glande volví a hacer el mismo recorrido de mis dedos. Sentí su calor en mi punta. Casi me corrí en el lugar, logré controlarme y continúe. Refregué la cabeza del pene en su clítoris, cargando, luego en la entrada de su cueva, entre un poco y seguí de largo. “ahi ahi metemelo metemelo”, la hice esperar recorriendo su raja de vuelta, un par de veces más. Con cada pasada por su entrada ella soltaba un meloso “ahi ahiii!...”, se convirtió en un jueguito interesante, cada vez su concha estaba más jugosa, lo sabía porque sentía su humedad en la cabeza de mi falo. Y luego de varias pasadas, sin más, me ubique en su entrada, metiendo solo la punta, chapoteando en sus fluidos. La tomé de la cadera y de un solo empellón se la metí a fondo. “Aaaahhhh!!!!!!!!” grito. Estaba tan mojada que no costó entrar, nunca en mi vida había sentido algo así, hasta ese momento era virgen. El calor y suavidad de sus entrañas rodeo mi pene, causando en mi una sensación confortable y desconocida. Lo saque un poco, sintiendo a sus labios vaginales presionar a lo largo de mi herramienta, recorriendola mientras esta salia, para volver a entrar, ya más lento para disfrutar la suave sensación. Repetí los movimiento numerosas veces, de manera viciosa, hasta que comencé a bombear en la vagina de mama a un ritmo constante.
Con cada arremetida ella me pedía “más… maaaasss…. Más más más…”. De un momento a otro estaba sumido en un mete saca frenético, sujetándola fuertemente desde la cadera. Ella jadeando y yo disfrutando de la fricción de mi pene dentro de ella, del rebotar de sus carnes con mi cuerpo, de cómo sus nalgas se abrían cada vez que la empeñaba como recibiendome cálidamente.
Entre gemidos, resopladas y alaridos de mi madre, empecé a sentir los primeros signos de una pronta corrida. Cambie el ritmo, instintivamente, penetrándola fuertemente y tratando de llegar a lo más adentro posible. Mi punta chocó con su pared más interna, ella soltó un gemido fuerte, eso me motivo a repetirlo varias veces y cada vez más fuerte. “Ahhh” a la primera, “Ahhhhh” a la segunda, más largo y fuerte; “Ahhhhiiii” después de que embesti con todas mis fuerzas; “Ahhhiiii rompeme papito” luego de sentir como mi glande chocaba con sus entrañas y presionaba un instante; y “Asi asiiiiii” fue lo último que dijo luego de que la penetre con todas mis fuerzas y me mantuve dentro sin soltarla, ensartada,presionando con sus entrañas, en la entrada de su útero. Mis cocos se contrajeron y mi falo también, como tomando vida propia; comencé a liberar mi leche dentro. Cada disparo me provocaba un sin número de cosquillas al unísono con el orgasmo intenso. Me sentí mareado, falto de aire y con un hormigueo en los testículos.
- Estás distinto hoy, más grande, más duro - dijo eso mientras apoyaba su cabeza entre sus antebrazos en el mesón - fue… más rico.
Yo me salí de su vagina, ya flácido, guarde mi herramienta en los pantalones y me fui sin decir nada. Dejándola ahí apoyada apoyada en el mesón para que se recuperara. Rápidamente me fui al otro lado del taller, a mi punto de observación. La vi recomponerse en la misma dinámica, salvo que luego de atarse el pelo, llevo una de sus manos a su vagina, recogiendo el semen que ya botaba y llevárselo a la boca para lamerlo mientras que con la otra mano presionaba fuertemente una de sus tetas y apretaba su pezón entre sus dedos índice y medio.
- Que culion más rico, mi violador está como nunca - dijo en voz baja.
Espere que se fuera para volver a la casa. Al acostarme, con la sensación de satisfacción y una alegría desconocida, me dormí casi instantáneamente. Culiar con mamá en el taller fue la mejor experiencia de mi vida y quería que se repitiera lo antes posible.
Al otro dia todo funcionaba normal. Mi madre con su buen humor y linda sonrisa se preocupaba por todos nosotros en casa. ahora entendía a qué se debía su buen humor. Estaba satisfecha. Una hembra con su necesidad de sexo resuelta. Fornicaba con su amante cuando quería y la hacía gozar por montones. Más allá del placer propio del acto sexual, el hecho de tratarse de una relación clandestina lo hacía, sin duda, mucho más sabrosa.
Ese día no pude quitar los ojos de las carnes de mamá, me perdía mirando su culo y tetas, moviendose con su deambular cotidiano por la casa. En un momento la encontré leyendo el diario de pie, apoyada con sus codos en la mesa, con su culo en pompa; mientras todos estaban en el patio. Mis hormonas estaban vueltas locas, ya no podía controlarme más, el recuerdo de la noche recién vivida me tenía totalmente abstraído. Fue entonces que sin meditar consecuencias me acerque por detrás apoyando mi bulto, erecto, entre sus deliciosas nalgotas y abrazándola en la cintura. Apoye mi cara en su espalda.
Ella pegó un respingón al sentirme y me dijo:
- Vaya que estas cariñoso - dijo eso sin moverse y levantando su culo. - y estas durito ah… pero ahora no que pueden aparecer los niños.
Pensó que era papá. Sin decir nada empecé a masajearla un poco. Baje mi mano derecha hasta su muslo y la metí por debajo del vestido. Para luego amasar su culo, mientras ella lo restregaba con mi verga. Con el calor del momento comencé a cargar mi pene en su raja, simulando una follada. Mientras que mi otra mano subió a tomarle una teta. Su mamá, su masa de carne, era tan grande y suave que parecía rebalsar su sostén. La tomé fuerte de su Seno izquierdo y su nalga derecha para puntearla un par de veces más hasta venirme. Sentí brotar dentro de mi ropa chorros de semen, que en ese momento parecieron litros. La tome firme y hasta terminar de llenar mis calzoncillos con mi corrida. Ella solo se dejo hacer, no dijo nada.
Escuche una puerta abrirse y rápidamente reaccione. La solté y me fui a mi habitación. ella siguió como si nada hasta que se dio cuenta que quien venía llegando era mi padre.
- RUBEN! - grito sorprendida.
- ¿Qué pasa mujer?
- Ehhh… - algo confundida - nada, esque pense que estabas acá adentro y no en el patio.
- No, solo estabas con Juan (ese es mi nombre) acá en la casa.
- ahhhh - dijo disimulando.
Yo escuche el diálogo desde la puerta de mi cuarto. El miedo me invadió, no sabía que haría mamá ahora que descubrió que me aproveche de la circunstancia para manosearla y restregar mi sexo con sus nalgas.
No salí de mi cuarto ni para comer. Solo fui al baño, a limpiarme y cambiarme los calzoncillos, en un momento donde no escuche a nadie y a mirar a la terraza si ella había puesto el chopino rojo en la baranda. No lo puso ese dia. Tampoco al dia siguiente, ni al subsiguiente.
Las cosas siguieron con normalidad, la verdad es que con el susto de la última vez, al casi ser descubierto aprovechandome de mamá, no queria intentar nada. Solo me dedique a esperar que dejara la señal para llamar a su amante nocturno.
Ese día llegó una semana después del “incidente” en el comedor. Al llegar en la tarde, luego de haber pasado un rato con amigos, divisé a la distancia el elemento rojo puesto en la baranda. Seguramente, la idea de que esa noche volvería a follar con mi progenitora, disparo mis niveles de testosterona. Casi se me paro la verga en el acto. Me preparé, busque ropa negra y un pasamontañas, no quería que por algún descuido mi madre se diera vuelta y me viera la cara. Esperé que todos se durmieran me escondí en el patio por si aparecía el amante anterior.
Ya eran pasado media noche y nadie aparecía. seguramente con el último susto que le di al usurpador ese no volvería a acercarse. De pronto escucho a mi madre escabullirse de casa y dirigirse al taller. “Llegó el momento”, pensé.
Me acerque al taller un par de minutos de ella entrara, al abrir la puerta la vi en su posición acostumbrada, y entre; me concentré en su culazo, grande, blanco y redondo; en su raja, entre esas hermosas carnes, seguramente ya caliente y jugosa. Un solo pensamiento conducía mi actuar. Metersela. Queria metersela, entera, profundamente. Deseaba agarrarla fuerte y bombearla hasta soltar todo mi semen dentro.
Me acerque, luego de cerrar la puerta tras de mi. Caminé bajándome el cierre y sacando mi verga.
- hola mi amorcito, te demoraste un poco ah - dijo con un tono coqueto, mientras movía su culo.
Me posicioné detrás de ella, apunte mi arma a su cueva, y tomándola de sus caderas, se la metí a fondo, como un ariete penetrando las barreras de un castillo. Sentí la fricción de nuestras carnes. Ella aunque húmeda, no estaba totalmente lubricada. Su fuego envolvió mi miembro y sentí chocar con su fondo.
- AHHhhhhh!!!!!.... - liberó largamente al sentir mi verga estocarla - que riiiico.
Lo saque casi completo y nuevamente la penetre a fondo. Ya más lubricada, su concha recibió no tan bruscamente mi falo. Y asi una tercera, cuarta, quinta, hasta perder la cuenta. “Rompeme” decía entre estocadas. Seguí en esa dinámica hasta que de un momento a otro cambie el ritmo. Ya para disfrutar de su cuerpo. Era un metesaca continuo, un ritmo parejo mientras aprovechaba de recorrerla con mis manos. ella me acompañaba con sus movimiento levantando y empujando hacia atrás su raja cada vez que embestía.
Libere sus tetas por sobre el escote de su acostumbrada prenda de dormir, y para facilitar todo, ella pasó sus tirantes bajo sus brazos para darme más libertad. Al tomar sus ricas tetas, grandotas, pesadas y suaves, parecían rebalsar mis manos, como tratando, esas hermosas masas, de escapar en cualquier momento entre mis dedos. Sus pezones enormes y duros, como perillas, se movían entre mis dedos. Eso provocó que ella apoyase sus manos en el mesón levantando su torso para facilitar el magreo de sus mamas. Y yo tomando firmemente estas, seguia penetrandola.
Esa mujer resoplaba, gemia y pedia más y más. Estaba gozando como una puta ardiente. Al igual que yo; me sentía en el paraíso, poseyendo a esa mujer ardiente en una situación tan morbosa. El delirio sexual del momento iba en aumento, mi ritmo se hacía más frenético, que ella optó por mantenerse quieta y dejar que la penetrara, a destajo, que me sirviera de sus carnes, como si en ese momento fuese su dueño. Sentia sus fluidos mojar mis partes a medida que entraba y salía de esa gruta maravillosa. No se cuanto rato pasó, pero ya casi no me quedaba aire, pero no podía detenerme. Junto con mi arremeter repetitivo y constante, ella seguía gimiendo despavorida, como si nada mas le importara. Dentro de esa dinámica, las cosquillas, hormigueos y contracciones en mi miembro empezaban a manifestarse. El orgasmo llegaría pronto, por lo que aceleré aún más el ritmo. Hasta que ya no pude más y tomándola firmemente de sus tetas, casi reventandolas, la penetre a fondo, una y otra y otra vez; hasta no aguantar, y manteniéndome en lo más profundo de su sexo envuelto por sus ardores, comencé a invadir con mi esperma sus entrañas. Litros fueron disparados contra la pared finita de esa concha esa noche, casi sentí que la orinaba. Mis bolas se recogieron en el proceso, mi tronco se contraía, como bombeando. La tenía firmemente tomada mientras eyaculaba. Sus tetas luchaban por liberarse de las prisiones que eran mis manos. Manos que controlaban a ese ese hermoso cuerpo maduro que entre cosquillas, penetraciones, y respiraciones agitadas, se movía en un baile de lujuria desenfrenada. A pesar de estar sin aliento la mantuve clavada y agarrada de las tetas por un par de minutos luego de haber terminado de eyacular. Momento en que ella solo resoplaba y se dejaba, completamente entregada a su violador consentido.
Tras soltar sus tetas ella volvió a apoyarse con sus codos en el mesón, y su cabeza entre sus antebrazos. seguramente su orgasmo fue tan intenso como el mio.
Guarde mi miembro, empapado de nuestros jugos y me fui del lugar sin hacer ruido.
Como acostumbraba, el día siguiente fue normal en lo cotidiano. Salvo por algunas miradas intrigantes de mi madre. hasta la sorprendí mirándome el paquete mientras conversábamos en familia, sentados en el estar. Al notarlo, mariposas empezaron a revolotear en mi estomago. Seguramente ya había concluido que fui quien la magreo el otro dia y no dijo nada. Seguramente ella lo disfruto tanto como yo.
Me tenía caliente, mi deseo por ella aumentaba en cada momento. La veía caminar con sus partes balanceándose y no podía, ni quería, perderme ningún detalle. Con cada roce o cruce, mientras caminábamos en la casa, recorda el calor de sus carnes, su suavidad, sus humedades. Sin duda eran mis hormonas, también, las que hacían que toda esa energía sexual contenida tratara de liberarse en mi y se manifestara con esos impulsos y pensamientos. Inconscientemente, o quizás no tanto, trataba de encontrarla, rozarla, tocarla en donde fuera que anduviese por la casa.
En un momento, todos salieron, no se donde, no me importaba. La encontré en la cocina, lavando loza. Su culazo en pompa, sus senos colgando y sus manos en el agua. la mire un rato, sin que me notara. hasta que luego de un par de minutos, me acerque, mi objetivo era su culo. Mis ojos clavados en esas grandes masas de carne, guiaban mi trayectoria como a un misil teledirigido. Al estar a un par de centímetros, mi carpa de sus nalgas, la abrace de la cintura y cargue mi bulto entre sus cachetes. Sentí un hormigueo recorrer mi cuerpo, dije:
- Parece que estamos solo mamá.
- Así es cariño - levantando su culo para acomodarlo a mi verga dura - no sabia que te pones tan alegre cuando abrazas a mamá.
- Siempre me pongo alegre cuando tengo cerca a un monumento de hembra como tu - no sé de donde se me ocurrieron esas palabras, solo fluyeron.
- mmmmm…. bueno, al gordo culo de tu madre le encanta que le refriegues tu alegría… - decía eso mientra movía su culo arriba y abajo presionando hacia atrás contra mi miembro - como lo hiciste el otro dia.
Eso confirmo mis sospechas, ella sabía que yo la manosee y le gusto tanto como a mi.
Estábamos disfrutando nuestro juego erótico cuando escuchamos abrir la puerta principal. Rápidamente nos separamos y disimulamos, en cosa de segundo llegó mi padre con unos de mis hermanos a la cocina. No se dieron cuenta de nada raro. Yo salí de la cocina para evitar cualquier sospecha, salí al estar, miré hacia la terraza y lo vi; el ya muy apreciado por mi, chopino rojo estaba nuevamente en la baranda. Mi madre quería otra dosis de sexo, y yo estaba dispuesto a dársela.
Esa noche esperaba ansioso desde el mi escondite en el patio. Tenía una perfecta vista de la casa que me permitía ver a mi madre salir de esta para dirigirse al taller. Además de vigilar en caso de que el amante original apareciese. Estuve media hora esperando de punto fijo hasta que por fin pude ver a mamá escabullirse al taller, lo hizo vistiendo una bata. Algo raro ya que las temperaturas de esa época del año, permitian salir solo con la camisa de dormir ya que las noches eran calurosas. Me fijé de que no apareciera nadie más, y no fue así. Por lo que un par de minutos de que ella entrara al taller, lo hice yo.
Al entrar la vi espaldas a la puerta, iluminada con la luz de una vela; al escucharme entrar ella dijo.
- Me encanta como me tocas entera, por lo que preferí venir así y traje una vela para que me veas enterita - mientras abría su bata y la dejaba caer mostrando su hermoso cuerpo desnudo.
Con la tenue luz de la vela, podía ver con más detalles sus formas. El color de su piel, sus detalles, sus marcas, su gran culo con forma de pera. Me acerque lentamente desde atrás tocando suavemente sus glúteos con cada mano, para empezar a recorrerla. Mis manos tocaron su culo, luegos sus caderas, para pasar por su barriga y terminar tomando sus tetas. El tocar su piel suave y caliente hizo que mi pene se pusiera a mil. Apoye mi erecto pene entre sus nalgas y la presioné contra mi. Ella soltó un gemido suave y largo, para luego cargar su culo contra mi ingle. Esa noche no solo ella había pensado en sorprender, así que sin decir nada, solté sus tetas, y saque una venda de mi bolsillo, para luego tapar sus ojos.
- jajaja - rió - parece que no solo yo ando con ganas de jugar.
Luego de vendarle los ojos, la tome de la mano y la voltee. La visión de sus senos libres y a mi completa disponibilidad, me llevo al cielo. Comencé besando su cuello, con mis manos agarrando fuertemente su culo, ella puso sus manos en mi cuello. Besando su cuello y luego bajando poco a poco, llegue a uno de sus pezones, para chuparlo, besarlo, mamarlo y morderlo. Solté una de sus nalgas para tomar una de las hermosas tetasas y masajearla.
Sin dejar de chupar sus tetas y alternarme entre sus pezones, baje mis pantalones. Para luego sentarme en una silla del taller al mismo tiempo que la guiaba colocándola frente a mi con una pierna a cada lado y luego presionarla para que guiara su sexo hacia abajo con la idea de que me montase. Ella entendió mis intenciones de inmediato, por lo que apoyándose en mis hombros, comenzó a bajar.
Primero se sentó en mis muslos, para acercarse lentamente al encuentro de nuestros sexos.
- Que buena idea papito, esto no lo habíamos hecho. Estoy toda mojadita - decía a medida que acercaba su zorra a mi verga.
Ella liberó un gemido suave al momento en que su raja húmeda encontró a mi mástil. Comenzó a recorrerlo por la parte inferior, frotando sus labios y mojandome con sus fluidos ardientes. Recorría mi herramienta lentamente con movimientos acompasados, mientras yo la guiaba con mis manos agarrando su trasero fuertemente, separando sus cachetes. Y mi boca mamada sus deliciosos pezones como lo hice alguna vez, ya no para alimentarme, sino para gozar como un poseído degenerado, incestuoso y amante. Me sentía rebalsado por su cuerpo ardiente.
Su raja subía y bajaba por mi pene, sin penetrarla aun. Ella con su recorrido estimulaba su clítoris, rozando mi glande y frotando toda la extensión de mi barra de carne hasta mis huevos, y viceversa, subía lento y bajaba rápido. Yo, fascinado con su calor y humedad restregandome con su sexo. Fueron muchas pasadas, en no sé cuánto tiempo hasta que de un momento a otro agobiado por la excitación y la impaciencia, la tome de su culo y levantandola. Mi glande se alineó con su cueva. La dejé caer sobre mi. Sentí mi estaca penetrarla hasta lo más profundo.
- Ahhhhh!!!! Que rico papiiii!!!
Nos quedamos inmóviles unos segundos, disfrutando del mar de sensaciones. Ella abrazaba mi cabeza entre sus tetas, y yo la abrazaba fuertemente por la cintura. Mi pene palpitaba dentro de su cueva, presionado por sus paredes internas. Cuando ella empezó a cabalgarme como una verdadera vaquera, era una máquina de pasión, su raja subía y bajaba, sacando y metiendo mi verga. Sus tetas rebotaban en mi cara. Gemía y se quejaba, como si la estuvieran torturando de placer.
Sus jugos chapoteaban y mojaban mi ingle. Yo gozando con sus carnes opte por dejarme querer, estando quieto y levantando mis caderas, procurando que tuviera una disposición completa de mi rabo.
Mis manos recorrian su voluptuoso cuerpo, su culo, su espalda, sus tetas eran revisados por mis inquietas manos. Mi boca hambrienta chupeteaba, moria y mamaba de sus tetas grandes, suaves y sabrosas. Su piel era exquisita, su sudor era el más delicioso de los sabores. Tome sus nalgas desde abajo para separarlas aún más y la penetración se sintiera más profunda.
Repentinamente la tome de la nuca y la atraje a haci para fundirnos en un apasionado beso. Nuestras lenguas se enredaron, nuestras salivas se mezclaban. Y ella seguía con su frenético sube y baja. Nos besamos culiando un buen rato, parabamos para tomar aire y asi seguir entrelazados. Nos besábamos nuestras bocas, cuello, mejillas. Estaba tan excitado que chupaba su piel, su mentón. Podía tomar sus enormes tetas y poner sus pezones a la altura de su boca y lamer sus delicias a mi antojo.
Sumidos en ese humor pasional, ella cambió el ritmo por estocadas fuertes y profundas. Mi punta chocaba con su interior, cada vez que subía y bajaba con fuerza. Varias veces arremetió fuertemente, hasta que bajó a lo que más pudo, quedando mi ariete empalandola como lanza. Ella tensó su cuerpo y apretó sus piernas contra las mías. Yo la tomé de sus hombros para mantenerla abajo y meti mi cara entre sus mamas. De pronto empecé a liberar mi esperma en la cueva que me dio a luz. Disparé múltiples chorros en sus entrañas y con cada golpe de estos en sus ardientes paredes; ella soltaba más su cuerpo, entregándose al innegable orgasmo que la invadía. Era tanto el placer que yo sentía en ese momento, que no quería, ni podía, soltarla hasta que terminara.
Ella descansó su cabeza en mi hombro derecho hasta que mi pene ya flácido, salió de su ardiente cueva. Mis fluidos caian por gravedad desde su vagina cuando ella reacciono.
- Eso fue maravilloso papito, creo que nunca podremos dejar de hacer esto. Me encanta como me follas mi violador misterioso.
Remato sus dichos basándome en la boca. Fue un beso más calmo, más lento, pero no menos apasionado. Después de besarnos largamente, ella se paró diciendo.
- Ahora vete para que pueda sacarme esta venda y vestirme.
Salí en silencio luego vestirme y apagar la vela rápidamente, para evitar que ella tratara de sorprenderme sacando su vendaje antes que saliera.
Exhausto llegue a mi dormitorio antes que ella saliera del taller, seguramente quería recuperarse antes de volver a casa. Desde mi ventana la vi caminando de vuelta, tapando su hermoso cuerpo con en su bata.
Aún quedaba verano y hambre de sexo. Continuará.