Gotas de sangre

Mortal, antes de seguir, tienes que estar lista para mi, para que puedas leer estas lineas cumple estos requisitos: Nunca, nunca lo leas a la luz del dia, Duchate, aseate y perfumate, quiero que estés perfecta como la noche, Estate desnuda, solo cubierta con una sabana Y deja la ventana abierta.

“esta tierra empieza a aburrirme, las gentes que la habitan son demasiado temerosas como para alzarse contra mi, las miradas, antes llenas de terror y de suplica ahora son de resignacion”

“estas tierras que me vieron nacer y renacer, he de abandonarlas, quizás el nuevo mundo me reporte algo estimulante, eso espero”

Mejico D.F

La noche  iluminada por las luces de la ciudad, luces donde un callejon no llegan y los gritos de una mujer no llegan a salir.

Un hombre golpea a una joven cuyo pecado fue ser hermosa, con su navaja, arranca las ropas dejando a la chica a merced del frio y de la hambrienta mirada de su atacante.

-abre las piernas puta o te haré daño de verdad.

Ella, temblando, abrió sus piernas, sus suplicas no fueron escuchadas mientras el atacante se bajaba los pantalones.

-¿acaso es eso forma de pedir los favores de una dama? – dijo una voz de marcado accento Español.

El atacante sacó un revolver, pero se quedó paralizado un momento.

Envuelta en un hermoso vestido de seda, con collares de oro y diamantes, se presentaba una mujer albina de rojos labios cual rubí, su cuerpo era esbelto, con un pecho firme y hermoso, ni muy grande ni muy pequeño, cintura tan estrecha que cabria en dos manos, piernas firmes y sin inperfeccion.

Era palida, de largos cabellos blancos que llegaban hasta las rodillas y ojos azules cuales aguas cristalinas

-bien putita, de rodillas y comemela.

La albina se desnudó, las hermosas ropas que eclipsaban su bello cuerpo dejaban libre su piel mientras ella decia.

-me despojo de mis ropas porque valen más que su vida.

El atacante oyó esas palabras, pero no le importaba, la iba a hacer gritar, llorar, demostrarle quien era el amo y quien el agujerito que solo servia para dar gusto, ella, totalmente desnuda, se le acercó despació, los latidos del corazon del atacante sonaban excitados mientras que los de ella, eran calmados y serenos.

El atacante iba a agarrar uno de los senos de la albina de forma brusca y sin compasión.

Pero la mano de la albina agarró la mano del atacante, el cual, se sorprendió ante la fuerza que tenia, le apuntó con el revolver, pero ella se lo arrebató con una rapidez inhumana, sus uñas se clavaron en el brazo del atacante y olió la sangre que manaba en ella.

-¡corrupta! ¡contaminada! ¡no servis ni como esclavo ni comida! – dijo furiosa la albina -¡miradme a los ojos!

El aterrado atacante miró los ojos de la albina, unos ojos que se volvieron rojos cual sangre.

-de ahora en adelante, cada vez que cierres los ojos mil pesadillas os invadan, cada mujer que mireis el corazon de terror os llene, cada palabra que hableis un incendio os queme la boca.

El atacante empezó a gritar de puro terror hasta desmayarse.

La albina miró a la chica, que se alejaba de ella llena de terror, la europea, con una sonrisa, le dijo.

-mi lady, yo la marquesa Alba Cervantez os he salvado, quiero que mostreis vuestro agradecimiento acompañandome a mi morada.

Ella se negó en un principio, pero la fria mano de la albina acarició su rostro, calmandola.

Ambas se levantaron, Alba recogió sus ropas y caminaron hasta un coche negro.

-a casa Carlos – dijo Alba a su conductor.

Fueron a una antigua mansion que se estaba reformando, Alba hacia largo tiempo que no visitaba aquella casa, cuando aún las gentes creian que la sangre encendian el sol.

Ambas entraron desnudas, la chica miraba preocupada a Carlos que… sorprendentemente no la miró ni un momento.

Entraron en un cuarto de baño, ambas se metieron en la ducha, la joven temerosa hizo una pregunta.

-¿voy a morir?

-si mi lady, cuando, no lo se, puede que una enfermedad, puede que un accidente o puede que anciana rodeada de nietos y biznietos.

-me refiero si me vas a matar.

-no temais mi lady, no quiero atraer la atencion del publico, todavia.

-¿Qué me hareis? – dijo la joven mientras notaba que las calidas aguas de la ducha empapaban su cuerpo.

-mi lady, tengo hambre, pero tambien sois hermosa, os sacaré lo justo para que podais vivir, pero quiero que esteis llena de energia, porque he tenido una larga y aburrida travesia.

Puso sus manos a la espalda de la chica, la cual, notó los albinos pechos apoyandose tras ella.

-sois muy hermosa y la noche muy fria, aquel hombre tenia razon en una cosa, en que sois valiosa, pero al contrario que el, os permitiré escoger, decidme no y despertareis en vuestra casa.