Gotas de sangre 11

Eres mi presa, mi botin, mi recompensa

Alba se duchó largo tiempo después de deshacerse de los cuerpos y de borrar los rastros de la pelea, el olor de la sangre la excitó de sobremanera, la calida agua acariciaba su cuerpo calentando su piel, pero su interior, exigia calmar las ansias del animal que llevaba dentro, del depredador.

El mito de Abigor, un guerrero infernal que mataba ambos contendientes en batallas especialmente sangrientas surgia de los vampiros que habian caido en el frenesí y cortaban cuerpos con pasión desmesurada.

Ella se sentia así, el olor del miedo de sus presas, la sangre saliendo de sus cuerpos cuando las balas los atravesaban, como si las gotas bailasen en el aire junto a los huesos y los trozos de carne.

Cerró el grifo y se secó fugazmente, queria disfrutar de su botín de guerra.

Desnuda y sola por su mansion, se dirigió a los aposentos de Manuela, su olor no menguaba su frenesí, lo aumentaba, abrió la puerta de golpe.

Allí estaba, dormida, inocente, le sacó las sabanas de un tirón, su pijama elastico describia cada curva de Manuela.

Sus manos temblorosas se acercaron a la camisa del pijama y lo subió lentamente mostrando su ombligo.

-me perteneces – dijo Alba llena de excitación.

Lupe cargaba su arma en el almacén junto a su compañero, estaba en un superpetrolero donde se estaba preparando el envio del mayor cargamento de cocaina de la historia.

Directo a California, lo suficiente como para envenenar todo el estado.

Los disparo sonaban, pero Lupe ya tenia experiencia en los tiroteos, su corazon bombeaba calmadamente.

-ven chochito, sal que te vea – dijo uno de los traficantes.

Lupe sonrió, al menos ellos la veian como mujer, no como orangután como siempre decia “esa que tu sabes”, respondió al traficante disparandole tres veces.

Una de las balas acertó en el entrecejo del traficante.

El puerto y el petrolero eran una zona de guerra, policias con la DEA y los traficantes se enfrentaban entre si.

Lupe avanzaba a pasos agigantados mientras disparaba su arma, cualquier traficante que se cruzase con su mirilla era abatido sin piedad.

La batalla iba a ser larga y penosa.

Su compañero, apuntó su arma a la cabeza de la agente.

Los colmillos de Alba surgieron como nunca al ver los pechos de su invitada, aún dormida, sus manos temblaban excitados, cuando empezó a tocar esos blandos y suaves pechos, una corriente de placer atravesó la columna de Alba.

-maravilloso – dijo la marquesa.

Sus manos apreciaron esos simbolos femeninos, tan dulces, tan suaves, Alba desearia ser un bebé para poder beber la leche que pueden producir, pero su pensamiento se volcó en Guadalupe y apartó sus manos para no dañar esos hermosos pechos, ya que una inhumana rabia la llenaba, se imaginaba a esa agente ¡no! ¡esa orangután! Cometiendo blasfemia y profanando con sus simiescas manos los pechos de esa angel.

Sus manos se calmaron y agarraron los pantaloncitos de Manuela, que fueron forzados a abandonar su cuerpo muy lentamente.

-sabia que estabas comprado – dijo Lupe apuntandolo con su arma a su compañero.

Habia previsto la jugada y con una maniobra de aikido desarmó a su compañero y ahora lo apuntaba con su pistola.

-¡no me mates por favor!

-dame una razon – dijo Lupe.

-¡somos compañeros!

Lupe disparó y le dijo.

-solo eres una propiedad.

Lupe siguió con el tiroteo.

Alba jadeaba de deseo al ver la entrepierna de Manuela, su vello en forma de corazon, su concha cerradita como la de una virgen.

Dentro del cuerpo y de la mente de Alba se alzaba una bestia, una bestia hambrienta de mujer, una bestia que deseaba poseer sin compasion a aquella mejicana.

Sus manos temblororas, acariciaron la concha y la abrieron despacio, mostrando su hermoso color rosado.

Los ultimos tripulantes se rindieron, y encontraron el cargamento.

Mas de 400.000 toneladas de cocaina, una jugada maestra de Conde, pero que le salió fatal.

-seguro que los carteles de america del sur se tiran de los pelos al enterarse – dijo uno de los de la DEA.

Lupe sabia que era imposible que Conde solo pudiera disponer de toda esta cocaina, debió hacer un trato con los carteles de la droga, se necesitaban paises enteros para producir tanta droga.

Ya no hacia falta ir a por Conde, sino que los señores de la droga irian a por el por incompetente

Alba se alejó de Manuela, a pesar de que cada celula de su cuerpo le exigia tomarla, luchó contra su deseo, queria tomarla cuando ella se ofreciera voluntariamente, tomarla asi, cuando estaba inconsciente es demasiado facil, no, es demasiado cobarde, Kali no le enseñó eso, le enseñó a tener estilo, a ser tan carismatica que la gente deseaba morir por ella, Alba no queria ser como uno de esos vampiros modernos que solo atacan como animales, ella era quien gobernaba, era la luz que atraia a las polillas humanas, sin sus habilidades mentales, sin su fuerza, solo su intelecto y su estilo.

Se dirigió a la ducha, el chorro de agua fria sobre su ardiente y excitado cuerpo no surtia efecto, tenia que hacer algo.

Lupe se emborrachaba junto a los de la DEA, ellos la alababan por su trabajo y le propusieron trabajar para ellos.

Eso era serio, si, abandonaria mejico, pero, mejor sueldo, mejor equipamiento, menos posibilidades de que tus compañeros te peguen un tiro, pero amaba mucho su pais y uno de los frutos de su pais.

Manuela.

Laura cienfuegos se recuperaba, estaba aún debil por servir de alimento, pero habia recuperado el color.

Ella dormia, pero sus ojos se abrieron de par en par, se levantó rapido y fue hacia la puerta, la abrió y se arrodilló.

Ante ella estaba Alba, imponente, vestida solo con una capa que cubria su cuerpo.

-mi señora, vuestra esclava está deseando que la useis a voluntad.

-levantaos, bella Laura, quiero veros mejor – dijo Alba relamiendose los labios.

Laura obedeció, Alba aceleró su respiracion, sus manos se colocaron en el camisón y lo arrancó con fuerza, dejandola desnuda.

Acarició la marca que le dejó en la aorta, su sangre, tan deliciosa, tan dulce que parecia caramelo, su cuerpo seguia siendo atractivo, abrió su capa y la cubrió con ella, ambas estaban abrazadas dentro de la capa, sus pechos tocandose, sus brazos abrazandose suavemente.

Las miradas de ambas se cruzaron, unas miradas llenas de deseo.

Los labios se acercaron y se besaron con dulzura, una dulzura que poco a poco se sustituyó con pasión, las manos abandonaron la espalda para acariciar las nalgas, las piernas rozaban las conchas con suavidad, los labios eran mordidos con suavidad.

Alba sentia la bestia, tomala, tomala, tomala, le decia, agarró a Laura por la cintura y la llevó a la cama.

La miró, ella ofrecida, con las piernas abiertas y los brazos extendidos, la respiracion de Alba se aceleraba, agarró las piernas de su esclava y hundió su lengua dentro de ella.

-m-mi señora, me hace tan…. Feliz – dijo Laura entre jadeos mientras acariciaba sus propios pechos.

-tu miel es magnifica, veo que mejoras tu sabor – dijo Alba relamiendose antes de volver a hundir su boca entre las piernas de Laura.

-graaaaaaciasss miiii señorrraaaaa – dijo Laura poniendo sus ojos en blanco.

-¿tienes un juguete? – preguntó Alba.

Laura sintió vergüenza, abrió un cajon y le enseñó un vibrador de veinte centimetros de largo.

Alba lo agarró y lo introdujo entre sus piernas y siguió lamiendo mientras el aparato vibraba en su interior, su lengua se hundia más y más, recorriendo el suave y humedo interior de Laura.

-¡mi señora! ¡mi señora!

-aún no te corras, bella Laura, quiero usar tu juguete huntado en mi.

Alba se sacó el vibrador y lo hundió en el interior de su amante, la cual se retorció al recibirlo.

La vampira hundia, sacaba, giraba mientras veia el cuerpo de Laura retorcerse, sudando, clavando sus uñas en el colchon.

Alba recordaba las monjas que tentaba solo por aburrimiento y porque creia que una mujer no podia negar al mundo su poder.

El poder del placer, el poder de amar, el poder de dar vida.

Laura gritó con fuerza y su cuerpo cayó agotado, jadeando.

Alba la miraba satisfecha, sacó el vibrador del interior de su amiga y lo engulló totalmente, sus labios apretaron sacando todo el jugo que tenia el vibrador, el jugo de su amante.

tras sacarlo de su boca, se relamió los labios, recorrió con su concha una de las piernas de Laura, frotandose sensualmente.

Poco a poco, se acercó al muslo, luego a la cintura, luego al pecho, el pezon erecto de Laura acariciaba el clitoris de Alba, vió la cara de deseo de su amante y se colocó sobre su boca.

Alba se mordia los labios mientras Laura lamia el tesoro de la entrepierna de la vampira.

-Siiii Laura, sigue, bella Laura – dijo Alba mientras acariciaba los cabellos de su amante.

Durante largo tiempo disfrutó de esa lengua hasta llegar a la eyaculacion, Alba jadeando miró la hora, faltaba una hora para el alba, tenia tantos juegos pensados, entonces se le ocurrió una idea.

-llevame a la mansion, quiero que residas conmigo una temporada.

Laurá la miró ilusionada, fue a recoger sus ropas, pero Alba le dijo.

-solo llevan ropas las que llevan cuerpos horribles, el tuyo es hermoso, no me prives de la vision de tu cuerpo, meperteneces.

Laura obedeció fueron al coche y ambas condujeron hasta la mansion, Alba vió como la noche se aclaraba, maldijo al sol por no darle más tiempo para gozar de Cienfuegos.

Pero en casa… tenia muchos planes para ella.