Gotas de lluvia 2 - Densidad

...eres la persona en la que más confianza tengo, yo lo he pensado, necesito hacer el amor por primera vez con alguien en quien confíe de verdad...

Densidad

¿Qué puedo decir? Esa chica Gabriela estaba muy bonita, de verdad lo era y algo tenía en su mirada que yo sinceramente, no tengo idea de lo que sería. Tal vez era el tipo de chica que me gustaba. ¿Te digo como era yo? Hey que hasta ahora no lo dije verdad, así es difícil imaginarse quién rayitos estará hablando… Pues yo, Diana, soy una chica completamente normal, nada de ojos azules o verdes o color miel (como los de Gabriela .) o grises (como esa chica Leila de la otra historia ¬¬) o lilas O.O jaja… bueno mis ojos son marrones, cabello oscuro… tez entre morena y blanca O.O… de hecho es algo amarilla; pero no creas, no tengo rasgos asiáticos o algo parecido, soy así nada más, “normal”… jaja…

Mira qué gran esfuerzo fue describirme a mí misma.

Al día siguiente, luego de aquél encuentro en el bar. Aún pensaba mucho en esa chica, en Gabriela y tal vez de rato en rato pensaba en la chica rockera que le acompañaba. ¿Te preguntas si volví a casa esa noche? Pues volví a eso de las tres de la mañana, entré en silencio sin que nadie me escuchara. Entre abrí la puerta del cuarto de mi fallecida madre y vi allí durmiendo a esos dos pervertidos, a mi padrastro y a mi tía, desnudos con la cámara aun filmando. Qué asco verdad.

Ese día eran las… a ver déjame recordar, eran las nueve de la mañana y yo felizmente despertaba porque alguien había abierto la ventana de mi habitación. Sí, estaba destapada y me levanté de frío. Pero no había nadie en mi casa. Yo sola, desdichada, arrepentida, jaja… no lo creas que no es cierto; la verdad prefería estar así, solita en mi casa sin la presencia de nadie molesto.

Escuché el tono de mi celular, hey, esa canción me gusta mucho “High – James Blunt”, antes de contestar, como ya sabes que hago (por eso tardo en contestar y por nada más a veces no alcanzo), me puse a mover los brazos de arriba abajo como bailando graciosamente. Pero bueno ese día no bailé mucho tiempo pues vi el nombre en el identificador de mi celular (que por cierto, como ya sabes, es un celular chino), y era mi amiga Alejandra. Hey, esa chica siempre fue mi mejor amiga desde que andábamos en la escuela secundaria y no estudiaba la misma carrera que yo, como ya sabes, estudiaba Ingeniería de sonido.

Contesté muy animada.

-Hola!! – le saludé como si la estuviera viendo frente a mí. ¿No te lo dije? Siempre que hablo con alguien por teléfono, hago movimientos, caras y gestos como si de verdad estuviera viendo a la persona… incluso señalo.

-Diana, ¿cómo estás? Al parecer muy animada… - oí su voz al otro lado del celular.

-Sí, desperté de buen ánimo el día de hoy – le dije – a pesar de todo – me acosté de nuevo en mi cama – por cierto, ¿cuál es la razón por la que me llamas a tan tempranas horas de la mañana? – le pregunté cambiando de tono de voz normal por una cómica de ceremonia.

-Jaja – escuché su risa al otro lado – Sólo quería saber cómo estabas…

-Pues como oíste – respondí sonriendo – muy bien – recordé a Gabriela: la chica del supermercado y luego del bar – oye, tengo algo que contarte y un consejo que pedirte. ¿Estarás libre el día de hoy? Debemos charlar – guiñé para mí misma.

-Bueno – me respondió amigablemente – Hoy mis clases son sólo hasta las dos de la tarde, puedes recogerme de la facultad – de repente se quedó callada – espera – me dijo urgentemente – ¿no irás a tus clases?

-Naa… - le dije, muy tranquila yo – recuerda que yo no voy a la universidad, iré a recogerte a esa hora… ¡¡nos vemos!!

Eran apenas las 9:10 de la mañana, ¿qué haría hasta las 2 PM? Bueno sabes que me gusta salir y caminar vagando por allí sin rumbo, aprovechando que no estaban ni mi padrastro ni mi tía. Entonces me puse ropa decente, saqué algo de dinero de mi chanchito (que por cierto poco a poco se iba vaciando, me estaba quedando pobre) y salí a comprar algo de comer como desayuno. Ya luego me pondría a pasear (como el día anterior).

Pero te lo digo, era por algo que no me olvidaba de Gabriela, pues esa mañana fui a una cafetería muy pequeña de esas baratas que te dan un buen café por sólo cinco pesos. Entré muy tranquila al lugar, muy bonito, acogedor, luz que entraba por las ventanas. Era como esas clásicas cafeterías de paso que se muestran en las películas.

Te imaginas mi sorpresa cuando vi a la chica castaña allí sentada en uno de los taburetes frente al mostrador, tomando un café; y mi alegría cuando comprobé que estaba sola. Me armé de valor y me acerqué a donde ella estaba. Tranquilamente me senté y le miré, fingí un tono de sorpresa.

-Hey! ¿Gabriela? – le dije muy casual. Ella volteó y me miró. Tenía una mirada tan gentil, me sonrió y rió.

-Diana – se veía contenta – en serio, creo que sí nos encontramos en los mismos lugares.

-Sí, o tal vez sólo tenemos las mismas ideas – comenté, te juro que me sentía demasiado feliz por habérmela encontrado de nuevo; y el tenerme a mí tan feliz interiormente a pesar de todo no era normal.

-Es curioso e interesante – comentó dulcemente, qué linda se veía. Está bien, lo acepto, me gustaba; pero aun superficialmente pues en realidad no la conocía; sin embargo, me gustaban sus ojos, sus labios, su sonrisa, su forma de mirar tan amable que tenía - ¿Vas a pedir algo? – me preguntó sacándome de mi ensueño.

-Eh… sí – le respondí distraída. Pedí un café y un sándwich de jamón con queso de esos que te hacen en tostadora. Siempre pedía eso. Pero el silencio con Gabriela me incomodaba, ¿cómo podía gustarme y no podía entablar una buena conversación con ella? Así que comencé – Y… ¿qué te trae por estos lados? – ella volteó de nuevo a mirarme.

Sí, yo no tuve tanta suerte (como Leila la tipa de la otra historia ¬¬) pues Gabriela no daba señales de interesarse por mi o mirarme o cualquier acción que pudiera darme esperanza. La poca esperanza que tenía con ella fueron esos tres encuentros casuales que tuvimos: el supermercado, el bar y la cafetería. Luego de eso no había más de qué sostenerse. De todas maneras, puedo decir que me gustó sobremanera la gentileza con la que hablaba y la suavidad de sus movimientos. Era todo lo contrario a mí. Según yo era torpe en movimientos, tosca al hablar, distraída y demasiado “alegrona”; en cambio, ella era elegante en sus movimientos, gentil al hablar, concentrada y seria.

-Pues quedé de verme con una amiga a las nueve; pero me llamó diciendo que se le presentó una urgencia y que ya no podrá venir – resopló dulcemente – vi esta cafetería y vine a comer algo para pasar el rato, para que la salida no sea en vano.

-Entiendo – debías golpearme, no sabía qué más decirle y me quedé callada; pero aún le miraba.

-¿Y a ti? – Me preguntó - ¿Qué te trajo por aquí?

-Pues – me alegré de que hubiera continuado con la conversación – yo siempre salgo a desayunar por ahí en las mañanas – sonreí mientras levantaba mi taza de café hacia mi boca – no suelo quedarme en mi casa.

-Entiendo – me dijo, volviendo a su propio desayuno – a veces no dan ganas de ir a casa, ¿verdad?

-Eh? – Le miré sorprendida, lo dijo con un tono tan comprensivo como si entendiera o supiera por lo que pasaba en mi casa  – ¿Cuántos años tienes? – le pregunté muy curiosa – digo – me retracté divertida – si no te ofendo al preguntar… jeje…

-No me ofendes – rió - a mí no me da vergüenza decir que tengo veinticuatro años, ¿cuántos tienes tú?

Mi mirada----: O.O…. ¿Veinticuatro años? Era mayor que yo… por dos años. Era mayor que yo… tal vez si hubieras estado dentro de mi cabeza, me hubieras visto desmayarme gritando “QUÉ SEXY!!!!” Sí, es cierto. Siempre me gustaron las chicas mayores que yo, no rechazo a las menores; pero por alguna razón me atraen más las mayores, ¿será por su madurez?

-Yo tengo veintidós – le dije mirándole sonriente. Así de rato en rato, intentaba hablarle lo más posible, iniciar conversaciones. Me parecía sexy el que sea mayor; pero a la vez, me intimidaba un poco pues sabía muchas más cosas que yo, hasta había terminado la universidad y por las tardes trabajaba de traductora en una empresa de turismo. Yo con mi carrera a medias no tenía mucho de qué presumir, la verdad no tenía nada especial que contarle y eso me hacía callar en muchas ocasiones. Debía aceptarlo. A su lado me sentía ignorante, jaja.

¿Pero sabes qué me sorprendió de ella? Pagó mi desayuno O.O. Sin preguntarme ni nada, mira… estaba ella pagando el suyo y le dijo a la señorita del mostrador “de los dos cafés y el sándwich de jamón”. ¿ Sabes cómo terminan de conquistarme? ¿A mí en especial? Alimentándome. Pues, esa acción que hizo, me garantizó un día más en el que mi dinero del desayuno sobreviviría y podría desayunar un día más… ah… ¿Tú me entiendes verdad? Sabes que no soy buena escribiendo; pero creí necesario y urgente escribir esto para ti. Así me entenderás.

Bueno, como te iba diciendo, Gabriela terminó por conquistarme pagando mi desayuno. Mira, era linda, gentil, mayor que yo y encima me pagó el desayuno. Era perfecta para mí. Y ella se rió mucho cuando, en vez de decirle que no, que cómo va a pagarlo por mí, que no era necesario y todo lo que suele decir la gente cortés y bien educada; le dije “ ¿Lo pagarás por mí? Eeeeee!!!” ya me veía yo corriendo por allí de alegría. Ella me dijo “Oye, eres tierna” mientras seguía riendo.

Reía tan bonito.

Bueno y eso ya no quedó ahí. Salimos juntas de la cafetería y le acompañé cerca de su casa; pero en eso ella me comentaba que era hija única y que vivía sola… con su amiga Tania. Mira en ese tiempo en el que aún no sabía que ella tenía una relación con esa chica, no me causó mucha impresión ni celos ni nada. Yo le comentaba que era hija única también y que vivía en casa y no me gustaba estudiar la carrera en la que estaba. No, no le dije desde un inicio lo de mi padrastro, mi tía y tooodas las situaciones de mi casa, no, porque aunque me gustaba esa chica, no podía confiarme a ese nivel.

Mi alegría fue mucha cuando intercambiamos números de celular. Yo le sonreí muy feliz “Para cualquier cosa me llamas, yo aparezco en dos segundos y te ayudo” le sonreía levantando el pulgar y guiñando el ojo; para mi embelesamiento, una vez más rió “eres muy tierna… bien, te llamaré para que salgamos y seamos amigas, me agradas” me sonrió. No sabes lo feliz que me sentía.

Sin saber aún lo lejos que estaba de alcanzar a una chica como ella.

Luego de despedirme de ella. Sólo tuvieron que pasar dos horas más para ir a encontrarme con mi amiga Alejandra. Fui a la puerta de su universidad, en vez de ver a la gente que pasa y camina y pasa y camina y pasa y camina, como el día anterior; pensaba en Gabriela y mis esperanzas de aunque sea convertirme en su amiga.

-Diana!! – Oí rato después, me di la vuelta y vi a mi amiga, pelirroja (bueno es medio naranja su cabello… ojos azules… bueno tú sabes cómo es). Corrió hacia mí muy emocionada y me saltó encima. Bueno siempre hizo eso desde la secundaria. Corría hacia mí y me abrazaba y reía y se alegraba, muy eufórica ella.

-Hola Ale – le saludé tranquila respondiendo a su abrazo - ¿cómo estás?

-Bien!! – exclamó – ya me hacía falta verte Dianita!!! – ella es más alta que yo por siete centímetros.

-Seguro tienes mucho que contarme verdad? – le sonreí muy feliz. Fuimos a comer unos helados a uno de esos bonitos lugares. Y en ello aprovechamos de charlar sobre la vida y todo.

Me contó sobre su reciente novio Álvaro. Yo le conté sobre Gabriela. Bueno, ella supo desde siempre cuáles eran mis gustos y no me juzgó nunca por nada, más bien le parecía interesante y me apoyaba mucho en cuanto a mis gustos se refería. Estuvimos así, caminando y charlando de la vida hasta eso de las 6 PM, que fue más o menos la hora en la que nos despedimos.

Volví a mi casa y mi padrastro y mi tía aún seguían atendiendo el pequeño negocio de cyber internet y puesto de dulces. No estaban. Fui a mi habitación, la cerré con llave (siempre cierro con llave mi habitación para no ser molestada) y me eché en mi cama. Miré mi celular un buen rato y me atreví a escribirle un mensaje a Gabriela.

“Hola, ¿qué tal? ¿Qué haces? Yo inactiva por aquí, no hago nada ^^”

Pasaron como 15 minutos, bueno realmente no esperaba que me contestara; pero lo hizo.

“Buenas tardes Diana ^^, preparo unos folletos turísticos para mañana. Haz algo de esa vida eh? ^^”

No esperé y le respondí.

“Ya lo estoy haciendo ;) estoy aquí descansando. Eso es hacer algo ;)”

Y volvió a responderme y yo le respondía y así, era mucho más fácil charlar con ella por mensajes escritos. Créeme que hasta ahora tengo guardados todos los mensajes que me envió en aquella tarde. Creo que ya me había emocionado con esa chica verdad.

Fueron pasando los días, las semanas. Sin darme cuenta, pasaron alrededor de 2 meses.

Yo seguía viéndome cada semana con Alejandra. Habíamos aumentado la frecuencia en vernos pues, además de que yo tenía más tiempo (decidí darme de baja en la facultad), ella siempre me llamaba al celular para encontrarnos y andaba pidiéndome consejos sobre su novio, contándome cosas. Todo como siempre.

Todo iba increíble respecto a Gabriela, nos habíamos hecho muy buenas amigas, aún no hablaba casi nada con esa chica Tania. Creo que yo nunca le caí bien sabes, aunque creo que eso es obvio. Con lo que me enteré luego, ahora entiendo por qué siempre que Gabriela me invitaba a su departamento, esa chica me miraba con una cara de “¿Qué hace ésta aquí?” Eso siempre me puso algo incómoda sabes. ¿Gabriela? Pues nunca me miraba de otra manera que no sea de amistad, lo cual me puso límites muy marcados entre amistad y relación amorosa. Es decir, aunque yo seguía con la esperanza de que ella algún día se fijara en mí de otra manera, poco a poco iba acostumbrándome a la idea de que sea sólo una amiga a la que quiero mucho. Lo raro era que, ya no podía fijarme en ninguna otra chica más que no sea ella; eso era un punto de desventaja para mí, ¿verdad?

Todo cambió, y debes imaginarlo porque sabes lo que va a pasar; pero en esta parte quiero explicarte lo que sucedió en realidad, no quiero que creas que ando ocultando cosas. Además esto no tiene otro objetivo que contarte la verdad de los hechos.

Un día como siempre nos íbamos a ver con Alejandra, sí ya sé que lo sabías; pero cuando ella me llamó para vernos sonaba muy angustiada, muy extraña. Y quería verme en ese mismo momento, urgentemente. Cuando fui a la plaza principal, donde acordamos vernos, le vi y ella tenía los ojos hinchados, la cara roja… fue terrible verla así sabes.

-¿Qué te paso? – le pregunté alarmada antes de llegar a ella, en cuanto me vio corrió hacia mí y se lanzó a abrazarme y llorar en mi hombro. Yo era de O.O - ¿Qué pasa Ale?

-Dianita – parecía que no podía decir nada más que mi nombre durante una buena cantidad de minutos – Dianita… Dianita…

-¿Qué sucede? – le preguntaba yo, confundida y algo asustada. Pasó mucho rato hasta que ella lograse mantener la calma. Nos sentamos en una banquita y ella comenzó a relatarme lo que pasó, entre sollozos. Bueno, no recuerdo exactamente lo que dijo, por la cantidad de pausas que hacía; pero aquí te dejo una idea de lo que le había ocurrido.

Alejandra dijo que, luego de dos meses de relación, su novio quería acostarse con ella; sin embargo, a pesar de que ella también lo quería, no estaba preparada y le daba miedo, tenía miedo de decepcionarlo pues sería su primera vez (él tenía como veintiséis años así que lógicamente tenía mucha más experiencia; mientras que mi inocente amiga… sólo había tenido dos novios contándolo a él. A pesar de que era muy bonita). Bueno pero ella no estaba preparada para acostarse con su novio y dijo también que de un momento a otro, la situación comenzó a darse y ella comenzó a tener pánico, lo interrumpió y ya no quiso hacerlo. Lo cual molestó a Álvaro (su novio) y por lo cual no se hablaron durante unos dos o tres días; pero al final todo se resolvió. Lo malo de todo esto es que esa misma tarde que nos vimos, ella iba a la casa del sujeto en cuestión para darle una sorpresa por sus dos meses de noviazgo; pero lo agarró acostándose con otra mujer.

Mira, a mí sí me dio mucha pena y coraje que le haya hecho eso a mi mejor amiga; pero ella para colmo se culpaba a sí misma diciendo que tenía la culpa por no haber querido hacerlo antes.

He aquí donde comenzó todo… X.X… como ya debes imaginarte.

-Oye no! – le decía yo, negando su teoría que ella tenía la culpa – el que te haya hecho eso no es tu culpa, es culpa de él, él quiso hacerlo después de todo…

-Debí haber aceptado – replicaba ella – pero es que tengo miedo… no le tengo la confianza suficiente como para ello…

-Entonces él no puede culparte o nadie puede hacerlo – dije triunfante – él no supo ganarse tu confianza – Alejandra se quedó muda por un momento, como si pensara. Me miró - ¿qué sucede? – le pregunté yo, extrañada por su silencio.

-Diana – comenzó - ¿por qué te gustan las mujeres?

-Porque son lindas – le respondí – bueno aquellas con la que me he topado lo son, además…

-Diana – continuó ella, cortándome - ¿alguna vez yo llegué a gustarte?

-Eh? – te imaginas mi cara? ---: O.O… me quedé muda por un momento, sin asimilar la idea – Perdón?

-Si alguna vez te fijaste en mí – me dijo de nuevo. Yo le miré asustada.

-¿A dónde va esto? No tiene nada que ver con lo que hablábamos…

-Sí tiene… Diana… eres la persona en la que más confianza tengo, yo lo he pensado, necesito hacer el amor por primera vez con alguien en quien confíe de verdad, eso hará que… que ya pueda hacerlo con algún otro novio que pueda tener – explicó. Yo me quedé aún más sorprendida, asustada en realidad, no le encontraba la lógica a lo que me decía.

-¿Pero yo qué tengo que ver en esto…?

-Quiero hacer el amor por primera vez contigo…