Gota a gota

Control total

Maya lo controla. La naturaleza, la inercia, y los actos de reflejos del esclavo es incompatible en su presencia.  Maya lo trabaja a diario. Cualquier momento es aprovechado para su buen funcionamiento.

Su esclavo Nelson no necesita ningún dispositivo de castidad cuando está sólo en casa. Él se debe tanto a la obediencia, que ni siquiera osa estar excitado sin el consentimiento de su ama Maya. Tan sólo se ocupa de las tareas domésticas cuando su dueña trabaja. Bien sabe que no tiene ningún derecho al placer natural de su sexo. Simplemente es un objeto para el placer de Maya del cual sorprendentemente, siente hasta remordimientos por disfrutarlo también. Y es que Maya lo está entrenando a emitir su orgasmo al tiempo e intensidad de su capricho. No le vale en vencimiento natural de su aguante. Tampoco los accidentes. Si ella quiere su pene erecto, debe de tenerlo a la orden de ya. Si cambia de opinión, pues debe de esforzarse a tenerlo blando. Pero aún no conforme, el esclavo debe emitir su semen a cuenta gota a su orden. Y ese es el trabajo duro del cual entrena a diario.

Como casi todos los días Maya llega del trabajo a la dos del mediodía. Nelson la espera de rodillas frente la puerta. Su refuerzo por mantener una plena erección en el momento justo, lo libra de los pensamientos domésticos. Ahora está en otra tarea. La más importante de su adiestramiento.

Y si…, tan puntual llega Maya. Abre su puerta y lo ve. Tal como lo quiere. Su pene en arco hacia arriba casi apuntando su sonrisa. También  la gota transparente para depositarla en la puntera de unas bailarinas planas  que calza Maya.

Maya sólo tiene que tocar la parte inferior del tallo erecto con la puntera. Por el toque suave la gota cae sobre el cuero negro, y rápidamente Nelson absorbe esa gota chupando y besando la puntera y empeine al momento que ese pie vuelve al suelo.

Maya comprueba que su semental lo ha hecho bien y va su silla. Se sienta dejando los sobres de cartas  que había visto en su buzón

. Como siempre Nelson no necesita que le diga sus obligaciones. El se levanta del suelo del recibidor y sigue preparando la mesa para su dueña. Tan sólo cuida el detalle de no emitir ninguna gota, pero mientras Maya esté en casa, él debe estar erecto.

Maya abre los sobres y lee los recibos. Y así pasaron minutos hasta que se fija en su esclavo. Mira el arco de su pene y estudia posibles errores para castigarlo. Y lo cierto es que se sorprende… Nelson aguanta bien la forma para su dueña. Y ni siquiera hay rastro de jugos seminales en su glande. Entonces Maya chasquea sus dedos.

Nelson deja los platos y mira la mano de su ama señalando un espacio. No vacila y se pone de pié y firme al lado de Maya.

Maya lo quiere volver a entrenar.

Su dedo índice recorre la parte inferior del pene hasta el glande. Allí busca el error y no lo encuentra. Nelson se resiste y no emite gota de excitación. El arco sigue igual. Pero ella se lo quiere poner más difícil… Ahora toca el glande con el índice y pulgar. Lo aprieta… Nada… Nelson aguanta. Maya lo ha convertido en algo poco humano. Su voluntad de servir es más fuerte que su naturaleza.

Esto merece un premio, piensa Maya. Pero no lo expresa. Simplemente sonríe sastifecha, y de su voz sale las palabras mágicas….

“Dispara tu carga sobre

estás malditas cartas!”

Simplemente Maya deja de tocarlo, y el semental dispara su orgasmo en ruinas a su orden. Increíble!!!