Gorrinita

Cuando eran novios solo me dejaban mirar y tocar algo, hoy hemos follado como debe ser.

GORRINITA

En mi época de estudiante envidiaba a mis amigos porque ellos ya habían empezado a trabajar, disponían de ciertos recursos, y eso se notaba al ir con las chicas. Ellos tenían moto, podían invitarlas, hacer regalos era mucho más fácil, en fin… tenían ciertas ventajas para ligar de las que yo no podía disponer.

Un buen amigo, cuando me veía solo en las fiestas o en la disco, se acercaba y me decía:

-       "Ven conmigo, la chica con la que estoy no es muy lista, cuando yo la morree tú aprovechas para meterle mano, seguro que no se da ni cuenta".

Así lo hicimos algunas veces y al menos así yo tenía la satisfacción de tocar carne fresca aunque fuese de esta forma tan poco adecuada.

Tiempo más tarde empezó a salir con la que luego sería su novia y luego su mujer. Sin embargo la rutina que habíamos adquirido entre los dos apenas cambió.

Mi amigo cariñosamente le llamaba "gorrinita" cuando se refería a su novia, pues tenía la nariz respingona y un cuerpazo lleno de curvas voluptuosas.

Lo curioso de la cuestión era que ella entendiendo nuestra larga y antigua amistad siempre se dejaba hacer como si los tres formáramos parte de una única pareja.

Si íbamos a la playa me dedicaba algunas posturitas con su soberbio bañador; si íbamos atrás en el coche se dejaba apretar por mi cuerpo, en la disco se dejaba ir en el baile permitiendo que disimuladamente le diera algún golpecito que otro en el culo, o le diera algún que otro restregón en el pecho

El juego era diario y aparentando pequeños descuidos cada día me enseñaba las braguitas de una forma u otra. Incluso algún dia repitió la maniobra pero sin bragas que enseñar.

Mi amigo participaba del juego, y se sentía muy halagado por la actuación y dominio que su novia ejercía sobre mí. En una ocasión fuimos de acampada con el resto del grupo y tuvimos que compartir tienda de campaña. Todavía recuerdo aquella noche que se la pasaron follando como conejos, a sabiendas que yo estaba fingiendo que dormía.

Hicimos un triángulo, (muy desequilibrado pues yo me tenía que conformar con la autosatisfacción), mientras ellos disfrutaban por lo que hacían, y también por lo que me enseñaban.

Para devolverles “el favor” se me ocurrió hacer ver que me retiraba, y a escondidas me hacía un buen pajote. Yo sabía que “gorrinita” me estaba observando a escondidas y eso me excito mucho más por lo que tuve un gran orgasmo y una enorme eyaculación.

Esto lo mantuvimos en secreto y ella nunca me lo refirió, ni yo nunca le comente nada. Fue una pequeña venganza por el sufrimiento y placer que me causaba verla en los brazos de mi amigo sin poder hacer nada más que mirar o rozar.

Creo que la sorprendí tanto que debió buscar un lugar discreto para masturbarse recreando la visión de mi polla sacando leche sin parar.

A partir de entonces, sabiendo que me observaba la regale varias veces con la visión de mi bien dotado pene y la destreza de mi mano para masajear y estrangular. Cada vez que podía aprovechaba para darle un recital de cómo hacerse una buena paja, para lo cual  investigaba y practicaba todos los movimientos y maniobras posibles para terminar siempre con una corrida apoteósica.

Aquella época quedo en el olvido, pues cambie de residencia y perdí el contacto con ellos.

El sábado pasado coincidimos casualmente en una inauguración de una exposición de arte donde se congregaron las personas más influyentes y conocidas de la ciudad. Las mujeres lucían bonitos y atrevidos vestidos veraniegos rivalizando por conseguir las miradas de los hombres.

Allí estaban los dos, mi amigo y “gorrinita”, que en realidad se llama Julia, y por respeto así la llamaré.

Julia, era de las más admiradas, con su vestido escotado en forma rectangular que muestra sus hombros y el principio de sus voluptuosos pechos. Ceñido como un guante le sienta estupendamente y su escasa longitud deja a la vista sus bien torneadas piernas.

El acto se alarga y decidimos irnos a comer los tres juntos. La comida resulta excelente y durante la misma recordamos muchas divertidas aventuras de juventud. Estamos sentados en una mesa circular, y nuestras rodillas tropiezan con frecuencia. En honor a los viejos tiempos siento ganas de bajar la mano y tentar la suave piel de sus piernas, igual que habría hecho años atrás.

A medida que avanza la comida, los exquisitos platos y el buen vino hacen sus efectos, vamos recordando aventurillas cada vez más picantes. Ella permanece en un discreto segundo plano, pero sigue a su marido y a mí con gran atención.

En un arrebato después de comentar con gran alborozo de los tres el día que fuimos de excursión a visitar unas cuevas, Julia se echa en los brazos de su esposo Martín. Para ello, se inclina hacia él poniendo las piernas entre las mías y levantado parcialmente su culo del asiento.

Mientras ellos se besan yo extiendo la mano y le sobo discretamente el culo como hacia cuando éramos adolescentes. El morbo es de tal intensidad, que se me pone bien dura al instante.

Cuando Julia vuelve a la postura natural, trato de disimular, pero algo me delata y ellos dos se ríen mi pudor. Unos minutos más tarde la conversación sigue por los mismos cauces, pero con la diferencia de que le tengo puesta la mano sobre el muslo escondida tras el mantel.

Supongo que Martín le acaricia el otro muslo. Ella tiene una mano puesta por debajo de la mesa, y me imagino que su esposo está disfrutando tanto de la sobremesa como de sus caricias.

-       "Ahora una buena siesta, y después al despertar un buen polvo…eso es lo que me apetece", dice Martín mientras nos guiña un ojo a su mujer y a mí.

Con mucha excitación y sin saber lo que va a pasar después nos dirigimos a su casa. Martin se adelanta en su auto y Julia me acompaña de copiloto para indicarme el camino.

Al sentarse sobre el bajo asiento de mi coche deportivo, me enseña sus bonitas piernas. Ella se percata de mi interesada miradita y exagera un poco más la postura. No cabe duda de que tiene muchas ganas de jugar y recordar los viejos tiempos.

Al llegar, la casa está en silencio, sabemos que él ya llego pues el coche está en el garaje, pero no sale a recibirnos. Julia me acompaña y me muestra la habitación de invitados para que me eche un rato a descansar. Ella se va a su habitación.

Me disgusta que nuestro reencuentro acabe así y no entiendo bien que pretenden hacer mis amigos. Me armo de valor y vistiendo solo el pantalón, me voy directo hacia su habitación a averiguar que pretender hacer… no creo que hayamos llegado hasta aquí para echar una simple siesta.

La puerta esta entreabierta, la estancia en semioscuridad, ellos dos yacen desnudos sobre la cama, el boca arriba en un lado, ella de costado y espaldas a mí en el centro de la cama. Queda el espacio justo para que yo me acueste a su lado.

No me lo pienso ni un instante, vamos a revivir alguna de aquellas viejas sensaciones que tanto nos hacían disfrutar. Me desnudo y me acuesto junto a Julia. Ella se acomoda junto a su esposo y deja para mí su espalda, sus hombros, sus caderas y sus piernas.

A partir de este momento cada cual toma lo que más desea. Ella se afana en colmar de caricias a su esposo, mientras que yo disfruto con el roce sobre cada curva de su cuerpo.

Tanto Martín como yo tenemos una erección bestial, siendo Julia quién las va a administrar. Una,  la de Martin, con su mano y la otra moviendo el culo levemente para notar el contacto y el calor de mi polla.

Víctima de una excitación imparable, Martín toma la iniciativa y hace tumbar a Julia boca arriba. La besa muy apasionadamente al tiempo que juega con sus dedos en la entrepierna de ella. Una vez que ha vencido la resistencia inicial y el coño de Julia ya está deseoso e impaciente de carias más intensas, me toma la mano indicándome que le reemplace, quedando él libre para aventurarse en otras conquistas.

Tengo claro que nuestro objetivo va a ser combinar nuestras caricias para darle a Julia motivos para enloquecer, a lo que hasta ahora ella responde con cierta aparente pasividad, dejándonos toda la iniciativa para nosotros.

Sin embargo, su coñito húmedo y ardiente la delata, y sabemos que le gustan las cositas que le hacemos entre los dos.

Martín se sube encima de ella y de una rápida embestida se la mete hasta el fondo. Al fuerte gemido inicial, le siguen unos profundos suspiros que hacen que nos excitemos más todavía.

Bombea fuerte durante unos instantes, pero pronto se da cuenta que así nuestro goce terminará muy pronto, por lo que decide cederme el puesto para que yo continúe con la tarea antes de  él sucumbir.

Enseguida me encuentro dispuesto para sustituirle, ocupo su lugar, dirijo mi verga hacia su chochito y empujo suavemente pero con decisión. Ella, que permanece con los ojos cerrados, no pone ninguna objeción y lo único que espera es que no se interrumpa por largo tiempo el mete y saca que tanto placer le daba.

A mí me encanta sentir por primera vez como mi pene se hunde en su chocho dilatado, acogedor, húmedo y caliente. Martín ha preparado el camino y es excitante en extremo llegar a ponerla dentro de un coño tan bien preparado.

Trato de aislarme un poco de este alud de sensaciones, puesto que si sigo con esta excitación mental y física, no tardare en correrme. Bombeo con un ritmo pausado pero continuo, sin altibajos, esto me permite aguantar más rato. A Julia, se le acumulan las sensaciones y ya está a punto de correrse.

Con un poco de disgusto me retiro, pues no quiero ser el primero en quedar fuera de combate. Aunque estoy a punto de correrme, logro contenerme, me detengo un momento para sentir las palpitaciones de su coñito y luego la saco lentamente viendo cómo sale envuelta literalmente en sus fluidos.

Julia se resiste y trata de retenerme, pero suspira profundamente cuando se vuelve a sentir completamente llena con la pija de Martín. El retoma su frenético mete y saca, víctima de la excitación que le ha producido ver como yo comparto su esposa con gran pasión.

Ella gime cada vez con más fuerza, enloquecida por las acometidas de estos dos hombres que se turnan para darle todo el gusto del mundo, hasta que finalmente explota y se deshace en gemidos, besos y caricias hacia su esposo,

Este la saca lentamente y se echa a su lado. Julia víctima de un agradecimiento infinito, se lanza a comérselo a besos. Empieza por la boca, baja por el pecho y termina cogiendo su miembro con la mano para mantenerlo bien tieso mientras lame el glande con vehemencia.

Él, boca arriba deja que Julia engulla todo su miembro viscoso en su boca, que le de intensas chupadas y que maneje el pellejo arriba y abajo haciéndole sentir la maravilla del sexo oral.

Para mi han quedado a mi alcance las nalgas de Julia. Las chupo y mordisqueo con fuerza y busco entre sus cachetes, su coño dilatado y caliente. Con mis dedos, separo los labios de su vagina y llevo la lengua en medio de ellos para recocer en flujo que destilan.

Recojo también el que ya resbala por el interior de sus muslos y meto la lengua en el chochito. Extiendo la mezcla de sus flujos y mi saliva por el ano, y juego con mi lengua por toda la zona. Mientras ella sigue aferrada al miembro de Martín, chupándolo y pajeándolo como nunca hubiese imaginado, yo me pongo detrás de ella y penetro su vagina de certero empujón.

Al sentir mi pene dentro de sus entrañas, ella se detiene un instante para paladear la sensación, luego culea en círculo para darme la bienvenida. Un instante después se abandona a mis embestidas tratando de simultanear su placer con la mamada a Martín.

Aprovechando mis empujones, ella se traga una y otra vez la verga de su esposo hasta hacer tropezar el glande con su garganta. Martín también siente mis acometidas a través del cuerpo de ella y no puede aguantar la excitación, mandando una andanada de leche que se estrella con los labios de Julia.

Ella la recoge con vicio y relame una y otra vez para recoger cada gotita y que no se pierda nada.

Martín grita como un gorrino y yo no puedo impedir hacer mi propia descarga de semen dentro de la vagina de Julia, estallando en un orgasmo lleno de morbo.

De forma casi inmediata, Julia se voltea hacia mí y me busca apasionadamente. Me besa con pasión, pastosamente, apretando su boca contra la mía y hurgando con la lengua para encontrar los sabores del sexo.

Resulta delicioso besarla después de que ella ha estado chupando a su esposo. Sentir su boca tan húmeda por las caricias intercambiadas, sus labios inflamados y enrojecidos, su lengua con ese sabor tan especial y sobre todo esa pasión que la seduce y la mueve, me llenan de nuevo de placer.

Ha sido nuestra primera vez, pero estoy convencido de que esta relación va a continuar.

Durante unos minutos descansamos, exhaustos y adormilados, manteniendo una abrazo triple que nos une. El cuerpo de Julia se entrelaza con los nuestros y seguro que se siente tan agasajada, tan deseada y tan halagada como nunca antes imaginó.

Como fruto de la emoción que le provoca el hacer realidad la fantasía de compartir su esposa, con su viejo amigo, Martín recobra pronto el vigor y lo comparte orgulloso con Julia.

Ella, todavía envuelta en el velo del placer, frota mimosa su coñito con las piernas de él, mientras le besa y casi babea sobre su pecho.

Al ver su miembro otra vez erecto, le invade un deseo enorme por llevarlo dentro de sus entrañas para cobijarlo y llenarlo de mimos. Lo manosea y lo soba con devoción, recogiendo su pellejo en la base o estirándolo hasta la base del capullo para luego rodear este con la mano a la vez que lo retuerce suavemente.

Martín, orgulloso de su recobrado brío, la pone boca arriba, le separa una pierna con el antebrazo para que se abra bien y la penetra de nuevo dando una rápida embestida.

Instantes después resopla como un oso presa de una gran excitación; apenas se mueve pero debe estar sintiendo un gusto tremendo pues jadea y se convulsiona fuera de control. Julia algo sorprendida le sujeta y trata de acompañarlo en sus temblores.

Luego me explico que al meterla sintió como la carga de semen que antes había yo depositado, se pegó a su pene como si fuese miel caliente, y esto le produjo una estimulación bestial puesto que no lo había experimentado antes.

Antes de correrse de nuevo, Martín la saca bien mojada y brillante del hoyito de Julia, la pone de costado haciendo que le dé la espalda y empieza a restregársela por el culo.

Julia ha quedado mirando hacia mi pegada a su esposo. Él le pasa los dientes por el cuello y desde atrás le toca las tetas. Luego le soba el culo y le pasea la mano por la entrepierna. Ella levanta un poco la pierna y puedo ver con detalle como los dedos de su marido juegan con los labios dilatados, carnosos y jugosos de su almejita.

Mi amiga Julia resopla continuamente y de vez en cuando me sonríe. Martín disfruta metiéndole mano y enseñándome a mí como ella cada vez se estremece más y más con sus dedos.Parece que ambos disfrutan exhibiendo ante mí como los dedos viscosos de él entran y salen con facilidad del bonito coño de ella.

Vista la situación, no tengo ningún reparo en coger mi verga en la mano y empezar a pajearme a escasos centímetros de la cara de Julia. ¡Que imagen esta! Hacerme una paja para que ella me vea y disfrute al mismo tiempo que yo.

Esto termina por caldear los ánimos y la pareja empieza a jadear al unísono. Julia se vuelve a correr mientras Martín juguetea con su clítoris. Acompasadamente les acompaño con una paja lenta e intensa tal y como hacía en nuestra juventud.

Martín abre el cajón de la mesilla y saca un frasco de crema. Coge un buen pegote con los dedos y lo lleva hasta la rajita del culo de ella. Allí lo reparte bien y empieza a acariciar el ano de Julia muy suavemente, describiendo círculos y sin intención de penetrarla.

Deduzco que no es la primera vez que practican este juego, pues ella no se inquieta. Yo diría que pone cara de tranquila expectación pues seguro que llevara su tiempo. Yo continúo con mi paja solemne. Martín me ofrece la crema, meto los dedos y los unto bien. Luego lo reparto la crema embardunando todo el miembro y hasta los mismos huevos.

Parece como si los tres nos estuviésemos preparando para un asalto final. Julia empieza a gemir de forma llamativa. No puedo evitar la curiosidad y me asomo por detrás de sus caderas para ver cómo le está tratando el culito su marido.

Le tiene metidos dos dedos pues tiene el esfínter completamente dilatado y el sigue metiendo y frotando para que siga creciendo más y más.

Su cara es de auténtico vicio y se muerde los labios para no explotar en continuos suspiros. Julia encoge su cuerpo poniendo el culo en pompa para facilitar la manipulación de Martín.

Cegado por la excitación, Martín acerca su verga hacia el culo de Julia.

Tras unos empujones suaves que terminan con un grito ahogado de ella, ambos ponen cara de enorme felicidad y poco a poco le va colocando dentro su cipote. Ella cierra los ojos relamiéndose los labios presa de una gran excitación.

Aprovecho para unirme a la fiesta poniendo mis dedos en su súper mojada rajita para continuar lo que dejo Martin hace unos minutos.  Después de unos minutos de suaves empujones, y de acomodación del esfínter, Julia empieza a gozar del roce continuo de la verga de Martín sobre su punto de placer.

Para mi sorpresa, ella extiende sus brazos hasta abrazarme y atraerme hacia ella. Martín, cómplice de la maniobra se retira un poco hacia atrás para dejar más espacio. Julia levanta la pierna y la pone sobre las mías, dejando libre el camino para mi polla hacia su conejito.

Nos abrazamos muy fuerte los tres al tiempo que nuestras vergas se hunden simultáneamente en el vientre de nuestra dama compartida.

Unos suaves movimientos de balanceo los llevan a los tres hasta el séptimo cielo. Nuestros cuerpos reciben los temblores y sacudidas de los otros dos, y resulta imposible distinguir quién de nosotros produce unos y quien los otros.

Esta situación dura unos instantes maravillosos, y antes de que la postura empiece a ser incomoda nos separamos ahítos de placer.

Deverano.