GORILA. También con mi tío. Continuación

José "El Sevillano", escribe una carta de despedida a Silvio en la que le confiesa como le iniciaron en el sexo sus dos hermanos mayores.

GORILA: "José, El sevillano"

Continuación del "También con mi tío".

José "El sevillano" se enteró de la muerte de Silvio esa misma noche. La sangre le abandonó la cabeza y sintió que se mareaba, que las piernas no le sostenían y se dejó caer de rodillas en la seca tierra del desierto. Un grito que era un rugido surgió de su garganta y las lágrimas comenzaron a brotar. Sus compañeros, que sabían la unión que existía entre ellos, le consolaron y el médico de la compañía le suministró un calmante.

Al día siguiente comenzó a escribir en su tablet.

Querido y amado Silvio: Te escribo esta carta con la intención de que te entierren con ella.

Me has hecho el hombre más feliz y espero que tu lo hayas sido conmigo (estoy seguro de que ha sido así, hay cosas que no se pueden ocultar).

Te escribo porque no te he contado una parte de mi vida que deberías saber, no por ocultar nada, sino porque no ha surgido el momento, pero no quiero dejarte ir sin que me conozcas del todo. Si hay algo ahí arriba que te permita conocer mi vida, hoy quiero contártela.

Nací en un barrio humilde de Sevilla (eso si lo sabes), tengo dos hermanos mayores: Sergio y Raúl, dos hermanas medianas y luego...yo... que me llevo nueve años con el mayor y siete con el siguiente. Desde que cumplí un año, mis hermanos y yo dormíamos en la misma habitación. Ellos en una cama y yo en otra más pequeña y plegable. Insisto en que eramos muy humildes y vivíamos en una casa de protección oficial y el espacio no daba para más.

La verdad es que mis hermanos siempre se portaron de maravilla conmigo. Pasó el tiempo hasta que cuando tuve once años (más o menos). comencé a tener erecciones matutinas. Me levantaba todos los días con la polla tiesa. No sabía que me pasaba y me inquietaba, pero por otro lado me daba apuro preguntar que era aquello por si era una enfermedad, lo pasé francamente mal.

A partir de entonces, comencé a sentir y a notar cosas que antes no me daba cuenta. Me fijé que cuando mis hermanos se metían en la cama por la noche se movían mucho, se susurraban cosas, había movimientos debajo de las sábanas, les oía gemir o suspirar para luego caer en un profundo sueño. Cuando oía sus respiraciones acompasadas y con algún ronquido, me quedaba dormido. Anteriormente, nada de esto me había inquietado. ¿Porque ahora sí?.

Sergio y Raúl eran francamente guapos. En aquel momento tenían 20 y 18 años respectivamente. El mayor era algo más alto, de piel clara y pelo castaño, su cuerpo tenía una musculatura alargada y carecía de vello menos en sus genitales, sin embargo Raúl era un poco más bajo, moreno de piel y pelo, su cuerpo era más musculoso y ya lucía un corto vello moreno en el pecho y el vientre, sin contar la mata oscura que le arropaba la entrepierna. Desde siempre nos habíamos desnudado y bañado sin pudor por lo que conocía sus cuerpos a la perfección, pero jamás había sentido ningún deseo, ni nada parecido hacia ellos.

Aquella mañana de sábado me desperté, como todos los días con el desasosiego de encontrarme con una erección que hasta me dolía. Me levanté y me acerque a la cama de mis hermanos, me senté en ella y desperté a Raúl (sentía mas afecto por Raúl porque era más cariñoso, se ocupaba de mi cuando estaba enfermo, me dejaba sentarme en sus piernas cuando veíamos la tele mientras me acariciaba con cariño...en fin, era mi hermano preferido, aunque he de decir que le mayor siempre se portó maravillosamente conmigo, sólo que era más distante...era el mayor).

Le desperté - Raúl....Raúl...

Se sobresaltó y se incorporó- ¿Que pasa?...¿Estás mal?...¿Te pasa algo?...

  • Raúl...- le dije lloroso - mira...mira lo que me pasa...- y le enseñé mi "tienda de campaña"- Estoy enfermo...- y comencé a llorar.

Mi hermano comenzó a reír y me abrazó - No seas tonto...Mira - Y levantando la sábana dejó que mirara su entrepierna que mostraba otra tienda de campaña (mucho más grande que la mía). Me volvió a abrazar -Es normal...te estás haciendo hombre.

  • ¿Y que hago?...me duele...

  • Ven. Ven que te abrace. Vamos a despertar a Sergio y te vamos a ayudar.

  • No. A Sergio no, me da verguenza.

  • No seas idiota. Ya verás como te ayuda como yo.

Efectivamente, despertó al mayor y le contó lo que pasaba. Sergio me sonrió y me acarició la cabeza. Hablaron entre ellos en términos que entonces no entendí muy bien pero al acuerdo que llegaron fue que Sergio se haría una paja para que yo viera como se hacía, luego Raúl me enseñaría a mi a hacérmerla y al final yo se la haría a él para saber que se sentía el tocar y sentir una polla ajena porque desde ese día entraría en su "club privado".

Con las dudas de qué era una paja y qué era el "club privado", me dejé llevar por mi querido hermano y así comenzó mi bautizo sexual.

Sergio se quitó los calzoncillos, dejando al aire su pene largo y liso de color canela Mientras Raúl acariciaba el pecho del mayor, este se iba cascando una paja, en algún momento vi como el pequeño besaba los labios al mayor, incluso se lamieron las lenguas, y le acariciaba el vello pubital. Yo miraba extasiado un proceso que desconocía. Las caricias, el calor de sus cuerpos, el olor que despedían...todo me turbaba y me excitaba en mi ignorancia...pero me excitaba hasta que Sergio se tensó, Raúl le besó, y el mayor se corrió. Un líquido blanco salio despedido de su polla llegando hasta el pecho. Su cuerpo se tensaba y por la expresión de su cara parecía que le dolía, hasta que se calmó y se relajó.

Raúl me explicó que eso era una paja y que era la manera de bajarme la hinchazón de mi polla. - Te la puedes hacer tu, o te la puede hacer otro. Eso es lo que te voy a hacer yo. Te voy a enseñar.

  • Pero le ha dolido.

  • Que va, para nada.

-No, no le ha dolido. Es un inmenso placer que disfrutarás el resto de tu vida. Ven, yo te enseño.

Metió su mano en mis calzoncillos para calibrar el estado de excitación en que me encontraba, que era mucho y me acarició. Notar la mano caliente de mi hermano acariciando mis huevos y mi pito, me produjo una sensación desconocida pero excitante. Mi polla comenzó a ponerse más dura hasta que noté un dolor no exento de placer. Me deslizó los calzoncillos, me tumbó a su lado, cogió mi mano e hizo que me agarrara el pájaro. Su mano dirigía la mía para ir bajando la piel y dejar al aire el capullo. Sentí una sensación extraña, la sensibilidad que sentía hizo que me tensara. Raúl dejó caer un chorro de saliva para lubricarme y comenzó a subir y bajar mi mano por el manubrio. Me lo tapaba entero para luego descubrirlo. La sensación que tuve en aquel momento no la puedo descubrir fácilmente, (pero todos sabemos lo que es el primer despelleje y la primera paja). Lo único que fue diferente fue que no estaba solo , que mi hermano me daba calor con su cuerpo y su maravillosa mano dirigía la mía como si fuera un entrenador personal. De vez en cuando me besaba el pelo, la frente y...los labios...¡Dios mío!...aquello fue demasiado. El calor y la suavidad de sus labios en los míos mientras me masturbaba fue tal pasada que estallé. La sensación fue la hostia. Mi cuerpo se convulsionó mientras mi polla saltaba y escupía no sabía qué, pero era una sensación maravillosamente desconocida. Solté una cantidad pequeña de lefa casi transparente pero que me colmó de placer. Me quedé paralizado hasta que Raúl me comenzó a besar otra vez los labios y la pasar su lengua por ellos proporcionándome un placer supremo.

Noté como cogía mi mano y se la llevaba a su polla, que era más corta que la de Sergio pero más gorda, de piel oscura, alguna vena le trepaba por su longitud y la piel le cubría toda su extensión (me recordó un calamar). Cogió mi mano para que la agarrara y comenzó el mismo proceso que había utilizado conmigo. Se descapulló haciendo que su ciruela saliera de su escondrijo. Yo miraba extasiado el espectáculo que estaba viendo a la vez de el placer de sentir en mi mano la suavidad de la piel de mi hermano .

Sergio se incorporó, observó y luego se inclinó para besar a su hermano en los labios. Raúl abrió la boca y sus lenguas se lamieron entre ellas y luego continuaron con los labios mientras mi mano seguía pajeando aquella preciosa polla. El mayor me acariciaba el cuerpo y yo me atreví a acariciar con la otra mano el bosque oscuro del mediano que cubría sus huevos y su pubis.

Raúl descargó a lo bestia mientras gemía y se revolvía sobre las sábanas. Me empapó la mano con su lefa y Sergió se ocupó de lamerla y de limpiarla. Puse cara de asco. - Ya sabrás lo que es disfrutar del sabor de una buena leche como la de tu hermano- Sentenció.

...Y esa fue mi iniciación y mi primera paja.

A partir de ese momento supe lo que querían decir con lo de "el club privado" y yo pasé a ser "socio predilecto".

Poco a poco, mis hermanos me enseñaron todas las disciplinas amatorias que conocían. lo bueno de las iniciaciones es la sorpresa de sentir placer con algo que ni se te había ocurrido anteriormente porque cómo vas a pensar que se siente placer con una mamada si no te la han dado antes, o notar la excitación de otra persona en tu boca si no la has realizado nunca, lo mismo se puede decir de la sensación de excitación cuando te realizan un beso negro o cuando lo haces tu y notas como el culo de otro tío se estremece con el contacto de tu lengua. Cómo vas a querer tragar lefa cuando nunca la has probado ,y eso que a mi me costó aceptarlo, pero cuando lo hice me aficioné a ello y ya no consentía que se corrieran mis hermanos sin que después les lamiera su leche. He de decir que la que más me gustaba era la de Raúl, aunque no le hacía ascos a la de Sergio...y fue este último el que al final me desvirgó. Tardaron tiempo en hacerlo, no se si les daba pudor o pensaban que era demasiado pequeño y podían lastimarme. A veces se lo pedía y siempre lo demoraban.

Fue un domingo por la mañana, yo tenía ya catorce años, por lo que Sergio tenía veintitrés. Se había convertido en un hombre guapo de verdad, con un cuerpo perfecto sin exceso de músculos ni de vello. Con el tiempo y la intimidad sexual, nos habíamos acercado tanto que ahora era un hombre imprescindible en mi vida

Esa mañana, mis padres habían ido a misa y luego a tomar el aperitivo con unos amigos. Raúl había ido a jugar un partido de fútbol. Yo estaba sentado sobre los muslos de Sergio viendo la televisión en el sillón. Mi hermano llevaba un pantalón de chándal cortado por las rodillas y una camiseta sin mangas. Yo sólo llevaba unas bermudas y disfrutaba del calor que me daba su pecho en mi espalda. Veíamos la televisión y mi hermano me acariciaba la cabeza y se entretenía enredando el vello que me iba creciendo en el esternón, al rededor de los pezones y en el vientre. Me encantaba que me hiciera eso. Mientras, nuestras miradas estaban fijas en la pantalla (ni puta idea de lo ponían).Poco a poco noté como su bulto iba creciendo y como sus caricias iban cambiando de intensidad. Hice un movimiento para acomodar su creciente miembro en el centro de mis nalgas. Me besó en el cuello y fue metiendo la mano hasta llegar mi joven vello y acariciarme el sexo. Al notar que su polla iba creciendo, me acomodé mejor para que se situara en el centro de mi raja. Me giró la cabeza para besarme los labios y comenzó a pajearme lentamente y yo me bajé el bañador para que lo hiciera con más comodidad. Podía notar su plátano duro como una roca en medio de mi culo.

  • Sergio- susurre - cuándo me lo vas a hacer como os lo hacéis vosotros- Sergio guardó silencio. Me volvió a besar en los labios mientras me masajeaba los testículos. - Si quieres....podemos hacerlo ahora...no hay nadie en casa y tardarán en volver- contestó con voz susurrante en mi oído.

Cuando llegamos a la habitación, nos desnudamos, nos abrazamos para que nuestras pollas se saludaran nos morreamos y luego se tumbó en la cama boca abajo y me dijo que le excitara con la lengua el culo antes de follarme. Yo había visto como se lo hacían entre ellos, así que le abrí las nalgas y ataqué con mi lengua su agujerito.

Cuando estuvo lo suficientemente excitado, se volvió a mí, me dijo que me pusiera a cuatro y comenzó la lamida y la dilatación que tanto tiempo deseaba.

Tengo un ano especialmente sensible. Desde que comenzaron a lamérmelo y a introducir los dedos, mi culo respondía con autonomía dejando entrar lo que quería y dándome un placer desbordante. Por eso estaba deseoso de que me penetraran las pollas de mis hermanos. Se hizo larga la espera, pero esa era la ocasión.

Me lubricó son sus babas y con ellas me introdujo los dedos:- Tienes un culo muy hambriento- me dijo.

Tu me dijiste en una ocasión:- no he visto dos culos más hambrientos que los de mi hermano Chema y el tuyo.

Cuando estuve a punto puso su punta babosa en mi entrada y esta respondió con una contracción seguida de una apertura que hizo que su capullo entrara en mi. Esa sensación me hizo gemir de placer. Me habían dicho que la primera vez dolía, pero la primera estocada fue una gozada. Sergio se dio cuenta de mi estado y continuó introduciendo su miembro mientas mi ano lo iba absorviendo a bocanadas. Así fue entrando y entrando hasta llegar al final y entonces comenzó a follarme. Mi placer era inmenso y gemía y gemía mientras notaba la sensación de entrar y salir la salchicha de mi hermano...hasta que mi excitación fue tal que estallé y mientras me corría le comía el cipote con el culo y Sergio se corrió en mi interior.

Ese fue mi bautismo.

A partir de ese momento, mi vida cambió. Mi culo pedía folladas. Se ponía impertinente cada vez que necesitaba una embestida y tenía que pedir como una perra que me follaran.

Estábamos todavía en la cama, cuando llegó mi otro hermano. Se enfadó con el mayor diciendo que habían acordado que la iniciación sería entre los dos. Yo me quedé al margen de la discusión. Se fue a la ducha cabreado. El mayor me calmó y me dijo que lo arreglaría.

Cuando salieron del baño, la calma se había adueñado de ellos. La imagen de los dos desnudos, tan distintos pero tan hermosos hizo que me quedara mirándolos fijamente.

  • José - Me dijo Raúl sentándose en la cama a mi lado: - Esta noche me toca a mi. ¿De acuerdo?-. Mi culo dio un respingo, le miré, le sonreí, le besé y le contesté - Como si quieres ahora mismo. No hay problema.

  • No, mejor esta noche. Lo haremos con mas calma.

  • Vale.

Y esa noche le recibí por primera vez. Fue la hostia de bueno. Si la follada con Sergio había sido una pasada, la de Sergio fue lo más porque el grosor de su miembro me produjo un placer que no había sentido nunca. Esta vez hizo que me sentara a horcajadas sobre el y que fuera yo el que fuera introduciendo su morcilla a mi gusto. Así lo hice dándome placer como y cuando yo quería. Ver a aquel maravilloso hombre disfrutar de la follada, verlo sudar, gemir, aullar, morderse los labios mientras me penetraba me causó una de las impresiones más excitantes de las que había vivido. Me corrí sobre su pecho y su vientre y el, sin poder controlar el placer que le proporcionaban los espasmos de mi esfínter, se corrió en mi. Solo pensar que en mi organismo llevaba la lefa de mis dos hermanos me hizo reír.

  • ¿Que pasa?- Me preguntó.

  • Que soy feliz y estoy muy contento de teneros.

Después de ese día, todo fue distinto porque ya no había misterios entre nosotros, sino una complicidad absoluta. Detectaban cuando me ponía tenso a causa de mi lujurioso músculo y le saciaban.

Con el tiempo, ellos se fueron emancipando. A Sergio le destinaron a otra ciudad, Raúl se casó y yo (después de buscar sexo en locales, en lugares de cruising y en internet, decidí intresar en la academia militar (siempre me habían excitado los hombres de uniforme).

Nuestra relación no acabó. Siempre buscábamos alguna ocasión para encontrarnos y amarnos. Lo seguimos haciendo. Somos "El club privado" y siempre lo seremos.

Acabada la Academia, donde algún compañero había caído en mis garras, completamente desarrollado, con un cuerpo bien formado y con un físico muy atractivo me destinaron a Afganistán.

Tu eras el capitán. Mi capitán. La primera vez que te vi, me impresionó tu físico de tal manera que casi me mareo. Nunca había visto un animal erótico como tu. Tu enorme humanidad, tu cuerpo musculado hasta el límite, tu sonrisa blanca de medio lado perfilada con esos finos labios oscuros, todo tu cuerpo arropado de ese fino y corto vello negro... Tenías que ser mío me costara lo que me costara. Lo que no sabía era que tu también eras gay y mi juego de seducción fue una estupidez...o a lo mejor no.

Decidí pasearme en slips ajustados mostrando mi mercancía como si fuera una puta para llamar tu atención. Notaba como te fijabas en mi y como yo me fijaba en ti. No podía apartar la vista del tu paquete bajo esos pantalones ajustados, lo mismo que de tu culo y de tu pecho que hacía abrirse la guerrera para dejar a la vista tu erótica camiseta. Alguna vez rozaste tu paquete enfundado en tu calzoncillo verde militar con bragueta lateral que contenía el más preciado de mis tesoros con mi culo y eso me producía una excitación tan fuerte que tenía que ir corriendo a desahogarme.

Las sesiones de ducha de los oficiales, cuando acababa la tropa, era un suplicio para mi porque no podía disimular la erección al ver tu cuerpo desnudo cuando el agua barría el vello de tu cuerpo formando regueros de vello negro.

El día que tu verga acarició la mía tuve la sensación de caer en un abismo de placer. Solo pude cerrar los ojos y gemir.

Se que en ese momento supiste que sería tuyo pasara lo que pasara... y así fue.

Te quiero tanto que no se lo que va a pasar en mi vida de ahora en adelante. Tu ausencia se me hace insoportable. Intentaré que te entierren con esta confesión. Pero si no fuera así, que sepas que mi amor lo tendrás hasta el final de mi vida.

José.

Continúa en "Gorila y El Sevillano :el encuentro".