GORILA. También con mi tío

Mi tío militar me follaba como un tanque, tal era el tamaño de su cañón. Me tatué la marca del mordisco que me había dado en el cuello y le dije: "Esta es tu marca. Ahora soy tuyo".

GORILA. Y con mi tío también.

**Mi padre me había dejado una nota

: "He ido a recoger al tío Silvio a la estación. Me ha mandado un mensaje esta mañana. Vendremos a comer. Prepara algo. Se quedará a dormir. Luego nos vemos".**

El tío Silvio es el hermano pequeño de mi padre. Se llevan 14 años. Es militar y ha estado destinado en diferentes lugares por lo que no he tenido una relación continua con el. En aquella época estaba destinado en Afganistán y venía de permiso por las navidades.

El tío es un clon de mi padre como yo, pero más grande aún. Yo le recordaba como un gigante negro y peludo, pero se podía deber a que yo era más pequeño y los tamaños siempre se distorsionan con la edad. De cualquier forma, es grande, más que mi padre y, por supuesto, más que yo.

Cuando entró en casa no daba crédito; era enorme. Debía medir uno noventa, su cuerpo era el de un auténtico gorila, sus brazos, sus piernas, su cuello, su espalda e, incluso, las muñecas eran de un tamaño inusual. Conociendo a mi padre y conociéndome a mi, me podía imaginar su cuerpo cubierto de vello negro y la talla de pollón que gastaría y, además, iba vestido con el uniforme de camuflaje lo que le hacía más imponente todavía.

Me quedé mirándole sin reaccionar. Aquello que estaba en la puerta era un titán. Mi padre me hizo reaccionar al decirme que saludara a mi tío. Fui hacia él para darle la mano, pero el tío me abrazó entre sus enormes brazos y su inmenso pecho y me besó en la cabeza.

  • ¿Cómo está mi sobrino favorito?...Ya veo que bien...estás hecho todo un hombretón y además muy guapo.

Me ruboricé. No estaba acostumbrado a que me halagaran de esa manera.

  • Venga, vamos a comer- dijo mi padre.

  • Espera...espera que me lave y me ponga cómodo.

Cuando regresó, se había quitado la guerrera y la camiseta parda se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel haciendo destacar sus inmensos pectorales decorados con la punta de sus pezones. Las magas se ajustaban en sus hombros para dejar salida a los espectaculares bíceps. Y el portentoso cuello salía triunfal de la tela para acabar en su mandíbula cubierta de barba de dos días . El pelo rapado dejaba ver el contorno de su cráneo. Pero lo que más me llamó la atención fueron sus ojos negros perfilados de pestañas del mismo color y enmarcados por unas cejas espesas que le daban un aspecto de hombre duro. La camiseta desaparecía bajo un cinturón de lona que sujetaba los pantalones de camuflaje llenos de bolsillos que se le ajustaban al culo, a los muslos y al paquete como si fueran mallas. Mi mirada se calvó en aquel punto.

Se sentó a la mesa frente a mi y, mientras charlaba con mi padre, no pude quitar la vista de aquel macho que no se que ocurría pero que me excitaba a lo bestia. Había una química especial en él que me alteraba. La tensión de su mandíbula al masticar, el subir y bajar la nuez al tragar, el movimiento de sus músculos del cuello, el cuerpo embutido en esa camiseta que quería ser yo para notar el calor y la fuerza de ese cuerpo. Quería tocarlo, olerlo, lamerlo. Mi excitación me quitó el hambre.

Cuando acabamos de comer nos sentamos en el sofá para tomar café y copa. El tío se sentó en el centro y pasó los brazos por los hombros de mi padre y míos. Con solo notar el calor de su cuerpo en mi muslo, su pantorrilla en la mía, su costado en el mío y ahora su sobaco y su brazo...quise morir porque me estaba poniendo burro burro y decidí quedarme inmóvil.

Al cabo de un rato dijo que le gustaría echar un sueñecito porque estaba agotado. Mi padre le dijo que fuera a su habitación y que descansara, luego se dirigió a mi y me dijo que le acompañara y que hiciera la siesta con el porque a mi tío le gustaba hacerlo con alguien a su lado.

-Cómo te acuerdas, eh, cabrón. Anda, ven chavalote que vamos a descansar un rato junto.

Nos levantamos y fuimos a la habitación. Me quedé en la puerta mientras mi tío se sentó en la cama de espaldas a mi y comenzó a ponerse cómodo. Se quitó la camiseta y la visión de su cuello, espalda y brazos me dejaron sin respiración y toda la sangre fue a parar al sitio donde yo no quería que fuera en ese momento. Se fue desatando lentamente las botas. Luego se puso de pie, se desabrochó el pantalón y lo dejó caer a suelo dejándose puesto el calzoncillo color aceituna que le cubría su espectacular culo.

Mi ano brincó, se abrió y se cerró con un pequeño espasmo que anunciaba hambre...mucha hambre.

No pude quitar la mirada de aquel dios de la naturaleza cuando fue al baño para mear. Sólo oír el sonido del líquido que salía de aquella manguera me produjo un pequeño mareo. Me encaminé a la cama y me tumbé en ella sin quitarme las bermudas ni la camiseta. Estaba tenso, muy, muy tenso.

Ver el cuerpo de aquel hombre avanzar hacia la cama con el paquete banboleándose bajo el calzóncillo, hizo que cerrara los ojos y me girara hacia el lado opuesto. Noté el peso de su cuerpo al sentarse en la cama y luego tumbarse a mi lado. Despedía un olor y un calor que me turbaba.

-¿Duermes?- Me dijo en tono bajo

  • No, todavía no.

  • ¿Porqué no te quitas la camiseta?. Aquí hace calor.

(Silencio)

La cogió por el faldón y me la fue subiendo hasta sacarla por mi cabeza. Le dejé hacer sin moverme.

  • Me gusta dormir con el calor de un cuerpo a mi lado. Tu padre lo sabe, por eso te ha dicho que me acompañes.

Se abrazó a mi y la cabo de unos minutos noté su profundo aliento en mi cuello. Se había quedado profundamente dormido.

              • +

Me desperté y noté que mi tío ya no estaba abrazado a mi pro noté una presencia cercana. Me giré lentamente y le vi tumbado boca arriba, con los ojos cerrados y con los calzoncillos a media pierna mientras se acariciaba su polla...bueno...su pollón. Yo la tenía grande, mi padre más que yo, pero la del tío era espectacular. Era enorme, negra y gorda con unas venas del tamaño de un dedo meñique que trepaban por su tallo como si fueran raíces. Todavía no estaba a tope por lo que el prepucio todavía le tapaba parte del capullo de color morado.

Al notar mi movimiento abrió los ojos y, al ver donde tenía puesta la mirada, me sonrió -¿Te gusta?. Es la hostia, ¿verdad?. Bueno...tu también la tendrás grande, es de familia.

  • Si, pero no como la tuya.

Me cogió la mano y la llevó a su mástil - Tócala, acaríciala, te gustará. Tu padre ya me ha contado que estás iniciado. No te de corte. Te gustará.

Disfruté de la suavidad de su piel. Fui acariciando todo el contorno pasando mis yemas por todas sus protuberancias hasta llegar al principio donde se albergaba el capullo cubierto de piel (mucho más que el que teníamos mi padre y yo), lo fui bajando para desenfundarle hasta que quedó al aire, justo en ese momento un chorro de líquido se escurrió por su fruto, lo cogí entre los dedos y le masajeé su zona más sensible. Noté como se estremecía y como su miembro brincaba.

  • Espera - me dijo. Me bajó el bañador haciendo que mi tranca saliera como una lanza. - Así estamos en igualdad de condiciones -. Y mientras le acariciaba, el me acariciaba a mi.

Para mi, aquella situación era el colmo de la lujuria, la excitación, el placer, de todo... Estar acostado con aquel ejemplar de macho, notar como su calor entraba en mi piel, el tacto de mi mano en su polla y de la suya en la mía, cómo nos estábamos pajeando, cómo nos estábamos abrazando sintiendo nuestros peludos fornidos cuerpos, todo aquello era la excitación sexual llevado al límite (el éxtasis vino después). Sólo me faltaba una cosa para ser perfecta: besarle la boca, morrearme con el. Pero no sabía si eso le gustaba o no. Debía arriesgarme. Intentarlo.

Le lamí el capullo, me lo metí en la boca para succionarlo y luego fui subiendo mi boca por su cuerpo hasta llegar a sus pequeños y negros pezones y lamerlos y morderlos hasta que gimió de placer, luego le mordí las tetas con fuerza y el enorme cuello hasta marcarlo y así llegar a su boca, a sus labios. Paré, le miré, abrió los ojos, me miró y los volvió a cerrar. Sentí que era una señal de que me daba permiso y entonces los apoyé en los suyos. Solo un roce, luego otro y otro hasta que me apretó la nuca para hacer fuerza mientras abría su boca y metía su lengua en busca de la mía. La mezcla de nuestras salivas nos daba más vida, mis labios temblaban de placer cuando me los mordía.

Entonces la pasión animal se adueñó de Silvio, se puso encima a horcajadas, nuestras pollas se juntaron y se untaron de fluidos, la tensión de nuestros cuerpos emitían como pequeñas descargas eléctricas que nos excitaban más y más. Mi tío dejaba caer regueros de saliva en mi boca para luego lamerme con pasión.

Con una fuerza inaudita, me dio la vuelta, levantó mi culo y comenzó a lamerme el ano que ya boqueaba como loco abriéndose y cerrándose en busca del placer. Silvio comenzó a hurgar con los dedos para darle placer a lo que mi agujero respondió a su orden como un buen soldado. Cuanto más hurgaba, más se excitaba mi botón y se abría sin control para dar entrada a lo que quisiera entrar.

  • Lo tienes bien entrenado...

  • Es autónomo. Lo hace cuando quiere.

  • Es una locura este agujerito.

  • Pues juega con el y dale placer que es lo que quiere.

Continuó con el juego de los dedos y de los salivazos hasta que mi círculo se fue abriendo hasta que entraron cuatro dedazos de mi tío.

Con su fuerza y su estilo militar, me dió la vuelta, me levantó los muslos y, antes de penetrarme, me volvió a soltar un reguero de saliva en la boca para lubricarla y lamerla mientras notaba como su capullazo embadurnaba mi entrada.

Se colocó un condón King Sice que casi le estrangulaba el trabuco y me embadurnó de gel, luego se masajeó el ariete con el que iba a penetrar. Y se colocó en posición de ataque.

No quiero decir lo que fue aquello. Me dolió...claro que me dolió... pero pensar en la pasada que iba a suponer la gozada de esa boa metida en mi culo me hizo aguantar...y no fue una gozada...fue el éxtasis del que antes hice mención. Notar como entraba y salía ese monstruo dándome placer en los labios anales no se puede contar. La sensación de como pasaba la bestia por los esfínteres una vez dilatados era una pasada total, si a eso le unimos el calor y el olor de su cuerpo, el sabor de su sudor y de su saliva... que puedo decir...que puedo contar...

Mi polla estalló como un cañón y las salvas fueron muchas y cargadas. Mi culo se comía su bicha una y otra vez hasta que no pudo aguantar más, sacó toda su longitud proporcionándome más placer aún del que sentía y haciendo que un último chorro de semen me vaciara del todo. Entonces se corrió en mi boca...

Aquel capullazo apoyado en mi lengua comenzó a descargar leche mientras Silvio gritaba y se tensaba. Miré el espectáculo de aquel ser espectacular gruñendo como un león mientras su cuerpo alcanzaba proporciones exageradas y su bicha soltaba toda la lefa dentro de mi boca...y yo bebía, tragaba, saboreaba ...paladeaba el sabor de mi macho...porque a partir de ese momento Silvio sería mi macho...

El jefe de la manada...Sin duda.

              • +

EPÍLOGO. Confesiones de Silvio.

Primera confesión.

Nos acabábamos de duchar. Silvio se estaba afeitando y yo secándome cuando me dijo: - Me ha dicho tu padre que te portaste como un hombre el día de tu iniciación- Le miré a través del espejo, le miré y no respondí.

  • No es fácil soportar nuestras trancas.

  • Ya.

  • Te dolió mucho?

  • Al principio si. Luego me gustó... Bueno...ya lo has visto.

Se pasaba la maquinilla dejando surcos por su cara - ¿Sabes?... fui yo quien le inició en el sexo homo.

  • ¿Si?

  • Si - Continuaba afeitándose. Si. Tu eras pequeño. Tu madre había muerto y yo vine a vivir con vosotros una temporada. No se si te acuerdas.

Claro que me acordaba. Para mi era un gigante bueno que me subía sobre sus piernas mientras merendaba. Me acordaba del calor que me daba y de sus caricias. Me acordaba de que pensaba en él como un super-hombre al que llamaba para que se deshiciera de los monstruos de mis pesadillas y que siempre salía vencedor para que yo pudiera dormir. Era mi héroe...Pero eso no se lo dije.

  • Estaba muy mal, deprimido y triste. Un día le dije que tenía que rehacer su vida, que así no podía seguir, que tenía que pensar en que tenía un hijo y debía luchar por él. Me dijo que la única mujer que había soportado su sexo era tu madre y que ahora que iba a hacer con ese monstruo que tenía entre las piernas. Pues búscate un tío para desahogarte.

  • Estás loco.

  • Ya sabes que no. Yo lo hago y, a parte de que me gusten los tíos, son mucho más receptivos. Si quieres te inicio y luego decides.

Al cabo de unos días me dijo que por favor le enseñara, que por lo menos quería saber que se sentía para saber si era capaz.

Lo hicimos. La primera vez me la metió a mi para que supiera como hacerlo y la segunda se lo hice yo. Gritaba como una violada pero al final se vino gimiendo y pidiendo más.

  • El hizo lo mismo conmigo.

  • Lo se. Me lo ha contado, pero me ha dicho que aguantaste como un hombre sus estocadas. Me enorgullozco de ti.

Se aclaró la cara con agua. Me gustaba mucho mi tío. No es que fuera guapo pero tenía una fuerza y un atractivo que me dejaba sin respiración.

  • Me voy a afeitar los sobacos y los huevos. ¿Quieres que te los afeite a ti luego. El vello de la polla sólo me lo recorto. Para el calor del desierto es más higiénico.

Dicho esto se cubrió las axilas y se rasuró. Luego procedió con sus huevos dejándolos lampiños.

  • Mira. Toca.

No le hice esperar, se los toqué y en efecto aquellos huevos de piel oscura estaban suaves, muy suaves y me empalmé.

  • Ven chiquitín que te voy a iniciar en el arte del afeitado.

Cuando me rasuraba los sobacos me excité pero cuando le llegó el turno a los cojones me puse como una moto. Cuando terminó, me masajeó con after-shave. El calor que me producía en el escroto hizo que me empalmara cosa que solucionó con una maravillosa mamada.

Segunda confesión.

Después de una espectacular follada, la salida lenta y suave del pollón de mi tío de mi culo me produjo tanto placer que tuve una convulsión y eyaculé hasta la última gota de lefa que me quedaba.

Estábamos abrazados en la cama. De vez en cuando me besaba en los labios. El calor de su cuerpo se fundía con el mío.

  • ¿Silvio...cómo te lo haces en Afganistán?. ¿Cómo te...lo haces?.

- Al principio mal. Ya sabes como es esa civilización de cerrada... Ni putas...ni maricones...en fin...Menos mal que he conocido a José y nos lo montamos...pero con cuidado...en el ejército ya se sabe...

  • ¿Quién es José?.

- Es el alférez de la compañía. El de la foto que te enseñé.

Me había enseñando una foto en la que mi tío y otros tres militares vestidos de campaña lucían sonrientes. Dos de los compañeros no valían mucho, aunque vestidos de camuflaje con las guerreras abiertas y las braguetas ceñidas me hubiera ido detrás de cualquiera de ellos. Pero el que me llamó la atención fue un tercero por su sonrisa y sus ojos. Le pregúnté quién era y Silvio me respondió con un escueto: José.

Mi tío comenzó a acariciarme la espalda mientras me susurraba al oído...

- Es un sevillano encantador...guapo a rabiar, simpático, con una sonrisa preciosa y con un cuerpo perfecto cubierto de vello moreno en sus sitios justos...y tiene la puta manía de pasearse por la compañía con unos slips ajustados que le marcan un generoso paquete y hace gala de ello.

Yo me fijaba en él y el en mi. Pero no nos decidíamos a dar el primer paso. Al fin y al cabo yo era su superior...

(Noté como mi tío se iba poniendo burro)

- Cada vez nos mirábamos más y nuestros paquetes se endurecían...alguna vez se rozó conmigo y yo lo consentí... (la polla de mi tío iba creciendo sobre la mía)... un día en las duchas le rocé su polla con la mía y su reacción fue cerrar los ojos y suspirar...aquello fue el aviso de que me daba permiso... (se estaba poniendo muy cachondo). - José tiene el culo tan hambriento como el tuyo... (un espasmo cerró mi anillo y luego se abrió), - Como el tuyo ahora - me dijo ( me levantó la pierna para poner el capullo en el centro de mi placer y continuó susurrando), - Me acerqué a sus labios y le dije: esta noche te espero en mi tienda...y vino...claro que vino...con su slip blanco resaltando en su piel morena... Se cuadró ante mi y me dijo: "Mi capitán. A su disposición". Me levanté del catre, le cogí por el culo para que su paquete se apretara al mío, le abracé y le besé con lujuria (mientras me lo contaba, mi culo comía su ciruela, que entraba en mi suavemente)... El sexo se apoderó de nosotros...le bajé el calzoncillo: "Póngase en postura", le dije con voz autoritaria, se dio la vuelta y se agachó para enseñarme su botón hambriento que se abría y cerraba ...(iba metiendo su alimaña según hablaba y se excitaba pensando en José)... le lamí y le escupí en su peludo agujero mientras gemía de placer...le abrí el culo para jugar con mis dedos y luego le fui penetrando mientras le acariciaba su peludo pecho y vientre hasta llegar a su polla y a sus huevos... (la suya iba entrando y entrando dándome un masaje anal que me hacía estremecer)... Gemía mientras le taladraba...sus piernas temblaban por el dolor de mi penetración...pero aguantó como un hombre hasta que mi vientre acarició sus nalgas (Ahora su vientre acariciaba mi miembro)... y le fui follando con cuidado porque se lo que puede doler...pero le follé y el se estremecía, se rascaba su espalda en mi pecho y levantaba su cabeza para dejarme su cuello a mi disposición (hice lo mismo para que me mordiera mientras comenzaba a follarme).. .y fue una follada espectacular...el ayuno...el deseo...la excitación (y follaba y follaba mientras me mordía el cuello, las orejas, los labios...con una pasión que me dolía porque estaba follando a José no a mi).. .gemía con tal fuerza que parecía que aullaba...y me decía...seré suyo...seré suyo siempre...siempre...mi capitán...mi capitán... mientras se corría y me apretaba hasta que hizo que me corriera dentro suyo...Así...así...como tu ahora... (mi corrida empapó nuestros vientres mientras mi esfínter mordía su falo hasta ordeñarlo)

Me abrazó con fuerza, me mordió el cuello hasta hacerme daño - Yo también soy tuyo...yo también...- y caímos en un sopor somnoliento.

A la mañana siguiente me fijé que tenía la marca de sus dientes en el cuello y tomé la decisión de mi vida. Fui a un tatuador y le dije: Quiero que me tatúes esta marca.

Llegué a casa le enseñé el tatuaje a Silvio, mi tío, mi capitán y le dije: "Esta es tu marca. Siempre seré tuyo".

Al cabo de dos meses recibimos la notificación de su muerte a causa de una bomba que había destrozado el jeep en el que iba de inspección rutinaria.