Gordos de cabotaje (5)

Pasados los temores de su primera experiencia, como me había puesto casi insoportable y al final lograba todo lo que yo quería, Daniel pareció entonces disfrutar de cada momento en vez de resistirse continuamente.

GORDOS DE CABOTAJE (5)

PARTE V: LA PRIMERA ES LA MEJOR?

Pasados los temores de su primera experiencia, como me había puesto casi insoportable y al final lograba todo lo que yo quería, Daniel pareció entonces disfrutar de cada momento en vez de resistirse continuamente.

Ahora él hacía todo lo que yo le decía.

Le pedí que se acostara en el piso para que pudiera estar más cómodo, y cuando lo hizo, le quité los pantalones muy lentamente .

La luz de la habitación continuaba apagada, pero un reflejo de la calle entraba por la puerta entreabierta.

No era lo ideal, pero no me podía quejar.

Tuve especial cuidado de tener a Daniel lo más confortable posible. Ningún movimiento brusco, ya que se asustaba con mucha facilidad.

Ahora fui a bajarle los calzoncillos. No pude, y él me ayudó. Eso me terminó de convencer por fin de que estaba dispuesto definitivamente. Le quité los zapatos y las medias, y quedó completamente desnudo.

Yo aún tenía puestos mis pantalones, me los quité y lo mismo hice con el resto de mi indumentaria, quedando igual que él sin prenda alguna.

Se me ocurrió que debía tratar a Daniel como si el que estaba acostado en el piso fuera yo mismo. Le haría exactamente lo que me gustaría que me hicieran si estuviera en su lugar. Sólo con esa idea, mantuve a mi miembro con una dureza considerable todo el tiempo.

Me puse encima de él como cuando habíamos luchado y mi erección casi se quiebra contra su cuerpo.

Lo besé en el pecho, en ambos pezones, y fui por su boca.

Puse mis labios sobre los de él y susurré por primera vez: "Te amo."

Alcancé a ver cómo se le llenaron los ojos de lágrimas.

Lo besé. Me devolvió el beso. Y le rocé los labios con mi lengua. Él demoró en reaccionar, e hizo lo mismo. Sentí su lengua en la puerta de mi boca, se la atrapé con mis labios, y se la chupé.

Poco a poco, se podían escuchar los jadeos, y gemidos de mi amigo virgen. Virgen en cuanto a todo lo relacionado con el sexo. Virgen en todas esas sensaciones maravillosas que yo estaba dispuesto a hacerle sentir por primera vez.

Hacía unos años había aprendido todo lo que sabía gracias a mi profesor de inglés. Ahora era yo el que tenía la intención de enseñarle a mi amigo. Era consciente que aún me faltaba mucho por aprender, pero quería compartir todo lo que sabía con él. Hacerle disfrutar a él con todas las cosas que me hacían disfrutar a mi.

Me emocioné porque estaba aprendiendo a besar como se debe conmigo.

Le introduje mi lengua muy suavecito dentro de su boca, y lo dejé hacer.

Primero, me la tocó tímidamente con la suya. Luego me la apresó con los labios y me la chupó. Volvió a tocármela con su lengua, y me la lamió. Me la besó. Jugueteamos un rato largo con nuestras lenguas. Y todo volvió a empezar. Una y otra vez, hasta ganar un ritmo frenético. Se estaba excitando sobremanera.

Decidí que éste era el momento.

Me bajé de encima de él.

Fui hasta sus pies. Le tomé el derecho. Lo levanté y se lo acaricié. Grande, muy grande y sumamente grueso. Dedos muy gordos. Se los besé. Tobillo descomunal. Pantorrillas para ingresar al libro de los records. Nada fofo, todo gordo, pero fuerte. También recibieron mis besos.

Le bajé la pierna y llegué a sus rodillas. Una con cada mano. Nuevamente empezaron los temblores. Fui deslizando mis manos hacia arriba. Tenía ambas piernas juntas y un tanto apretadas. Al comenzar a acariciarlo, lo noté muy tensionado además de tembloroso. Pero lejos de cerrarlas, ahora las abrió generosamente resignado. Acaricié cada milímetro de esos exageradamente grandes muslos. Los besé ambos. Seguí recorriéndolos con mis dedos. Derecho e izquierdo, los dos al mismo tiempo. Externa e internamente. Hasta finalizar en la unión de ambos. También estampé un beso allí. Sostuve los pequeños pero muy firmes testículos con una mano, y con la otra le tomé suavemente la minúscula cabecita del pene bañada en "clara de huevo" y ya endurecido totalmente.

Me chupé el dedo.

Acerqué mi boca, lamí un testículo, y luego el otro. Seguí con el trocito de tronco que asomaba de su miembro, y finalicé en su pequeño glande. Nariz y boca me quedaron impregnados por ese delicioso néctar.

De más está decir que Daniel no sabía qué hacer.

Jadeaba, aullaba, respiraba como si le faltara el aire, reía nerviosamente, se movía para todos lados, tenía algún que otro espasmo, chuchos, escalofríos. Le sucedía absolutamente de todo. Con pasión, con excitación o con desesperación, me hacía sentir cómo estaba gozando por primera vez. Eso es algo que no lo puedo describir con palabras.

Me introduje su pene en la boca, y comencé a chuparlo como si fuera un caramelo. Los gemidos de placer de Daniel, dejaron paso a grititos en primer lugar, y luego alaridos que me hacían recordar a los de Tarzán. El placer que sentía al comienzo fue suplantado por la desesperación de sentirse en esta situación por primera vez.

Retiraba la piel del pene hacia atrás y apretaba el glande con los labios, y luego con los dientes, suave muy suave para no dañarlo, tironeaba como si fuera a arrancárselo de su cuerpo.

Lamía como si mi lengua fuera la de una víbora, toques cortos y rápidos. Estaba seguro que le brindaba aún mayores sensaciones y distintas.

Intentaba adivinar qué podía sentir Daniel en estos momentos.

Para él, que cada vez que estaba duro lo más normal del mundo era ir a orinar para bajarse la erección, ahora, muy lejos de querer disminuir ese estado, se lo estaba acrecentando aún más. Sencillamente no podía ponerme en esa situación. Pero estaba seguro que el placer que le estaba proporcionando escapaba a todo lo conocido por mí. Me alegré de ello.

Mi amigo seguía desesperado. Comenzó a moverse bruscamente y un par de veces su gordo miembro se me escapó de la boca.

Los aullidos y alaridos comenzaron a dejar paso a unos gritos bestiales. Tuve temor que alguien nos pudiera escuchar.

Gritaba como si lo estuvieran torturando.

Dejé de chupársela.

"Estás bien? Quieres que siga?" le pregunté.

"Si, si, si, por favor no pares. Me siento raro. Me arde. Me pica. Pero me gusta mucho. Haz lo que quieras pero por favor no te detengas. Estoy desesperado." Dijo, entrecortado por espasmos, agitación de la respiración, y alaridos sin saber como salirse de esa situación.

Estaba descontrolado totalmente.

Lo sabía.

Es algo que creo que sólo sentí la primera vez que me hice la primera paja, desconociendo cómo iba a finalizar hasta que senti mi primera eyaculación.

Estuve tentado a sacar lo perverso que hay en mí algunas veces, y casi lo dejo así por un instante más, pero realmente no lo quise hacer. No quería hacerlo sufrir en éste que lo bauticé "su día".

Continué con su pene. Lo lamí. Le pasé la lengua por absolutamente todo el pequeño largo y ancho.

Lo volví a meter en mi boca. Y comencé a masturbarlo con ella.

No paraba de masajearle los testículos con una mano, y con la otra uno de sus muslos.

Estaba convencido que iba a eyacular en cualquier momento. Si fuera yo el que estuviera en su lugar, ya lo hubiera hecho hacía un buen rato y posiblemente más de una vez.

Deslicé la mano que le acariciaba el muslo hacia la unión de ambas piernas por debajo de sus testículos. Masajeé allí, al borde de la raya del culo. Y comencé a ascender.

"Qué haces?" preguntó con sorpresa.

"Shhhhhhhh" le dije entre una chupada y otra.

Quería más nada poder incrementarle el goce con el rozamiento de la zona anal. Estaba decidido a no penetrarlo, porque estaba seguro que lo dañaría en varios sentidos.

Llegué a su agujero. Hermoso. Extremadamente pequeño y apretado.

La excitación de Daniel, se triplicó cuando comencé a rozarlo en círculos con uno de mis dedos. Haciendo una leve presión como queriendo introducírselo dentro, pero sin intentarlo realmente. Sólo quería que sintiera esa sensación.

Mi boca fue consciente de lo que se venía.

Su miembro creció de pronto aún más dentro de ella y comenzó a latir en forma vertiginosa. Se venía la erupción.

Espasmos descontrolados de todo el obeso cuerpo de Daniel casi hacen escapar nuevamente al pene de allí.

Mis labios sintieron recorrer el líquido caliente desde el tronco de su miembro, segundos antes de explotar, pasando por el glande hasta descargarse directamente dentro de mi garganta. No era líquido. Era muy espeso. Como una crema. Delicioso. Inolvidable.

Era su primera vez. Me emocioné por ser el causante de ello.

El manantial de esperma no dejaba de brotar. Y él no dejaba de gritar, entre espasmos salvajes e incontrolables.

Seguía sintiendo cómo le recorría el semen por los conductos de su verga antes de salir.

Era inacabable.

Sólo pensé en que este tierno obeso estuvo 18 años elaborando este delicioso esperma para mi.

Los espasmos disminuyeron.

Los gritos y alaridos, también.

El volcán apagó su erupción.

Su pene comenzó a encogerse dentro de mi boca, hasta que desapareció totalmente dentro de su abultado abdomen.

Me tragué hasta la última gota de su deliciosa primera vaciada.

Sólo escuché la acelerada y entrecortada respiración de quien termina de eyacular.

Volví a ponerme encima de él, ahora levantando mi pene duro como una roca. La cabeza me quedó a la altura del ombligo, y la apreté entre mi cuerpo y su pecho.

Me acerqué a su cara. Tenía los ojos bien abiertos. Nunca se los había visto así, tan grandes. Todavía no salía de su asombro por la experiencia vivida.

"Por Dios, qué fue lo que me hiciste?" preguntó asombrado.

"No, yo no te hice nada, bebé." Le dije. "Fuiste tú el que le hizo el amor a mi boca."

"Dios, mío. Fue realmente hermoso. Siempre es así?" Preguntó pensativo.

"No, no siempre es así. Solamente cuando es hecho con amor." Le dije recordando los consejos de mi padre.

"Fue maravilloso, Zesna." Me dijo y se le humedecieron los ojos.

Mis labios buscaron los suyos, y se apoyaron sobre ellos.

"Te amo, Daniel." Confesé.

Y nos besamos apasionadamente.

"Ahora me tienes que ayudar a hacerte el amor a ti." le dije.

"Qué tengo que hacer?" preguntó con ánimo de cooperar.

"Sólo bésame y yo haré el resto por esta vez" Le dije, mientras comencé a moverme hacia arriba y hacia abajo, acompasadamente, franeléandome contra él.

Sus labios mojaron los míos, y su lengua se introdujo en mi boca.

Definitivamente ya había aprendido a besar.

Y muy bien.

Con la mano me tiré la piel de mi miembro bien hacia abajo, para dejar al descubierto la cabeza y sentir más el roce contra nuestros cuerpos.

Sabía que no tardaría en acabar.

Así fue. Cinco o seis movimientos más y sentí estallar mi verga entre nosotros.

"Se siente mojado." Me dijo.

"Lo sé, mi amor." Le dije con ternura." Me acaba de suceder lo mismo que a ti hace un momento." Finalicé exhausto.

Nos acostamos ambos en el piso, apoyados sobre nuestros hombros de perfil, enfrentados cara contra cara.

Le saqué todo rastro de mi esperma de su pecho con el pañuelo. Seguí con lo que estaba encima mío.

Le toqué los genitales por última vez en ese momento, para conocer su estado.

Seguía durmiendo, y aún quedaban restos de su esperma allí. Lo saqué con dos de mis dedos, y me los limpié con la lengua delante de él. Volví a sus genitales. Jugué un instante con la piel de su desaparecido pene, y nada ocurrió. Introduje el dedo en el agujero, y tampoco.

Definitivamente no volvería a excitarse por esta vez.

Es que yo estaba muy mal acostumbrado por mis gordos anteriores.

"Se siente pegajoso." Me dijo refiriéndose a su pecho.

"Ya lo sé, amor. Vete a asear al baño."le dije.

Tomó su ropa, y entró al baño.

Prendí la luz.

Mire el reloj.

Oh, no. Dios mío! Eran las 6 de la mañana.

Cuando salió del baño, ya estaba vestido. Olí su agradable perfume otra vez.

Pasé al baño yo. Noté que ahora estaba colgada la camisa empapada, suponiendo que en ese mismo lugar había estado hasta hace un instante la remera que ahora estaba seca y volvía a vestir.

Me lavé, usé su desodorante, y me puse la ropa muy apurado.

Y nos despedimos hasta el lunes con un beso de lengua.

Me desperté el mediodía del sábado.

Desayuné y llamé a mi padre por si necesitaba algo en la tienda. Me dijo que no, pero que había llamado el padre de Daniel para ver si estaba yo, porque quería hablar conmigo.

"Mierda, qué sucedió? Habrá sospechado algo de lo que hicimos anoche? Habrá descubierto que el debut sexual de Daniel fue conmigo??? Por Dios, No!!!!"

No me pude contener por saber qué había ocurrido, y decidí ir a la librería lo más rápido que pude para averiguar de qué me quería hablar.

Fui todo el trayecto imaginando lo peor: "No quiero que te me acerques más a mi hijo."

"Eres un hijo de puta. Andar manoseando a un gordito inocente."

"Eso es ser amigo para ti? Jugando con sus genitales?" "Estaba rico el semen de mi hijo? Te voy a romper los dientes, hijo de puta."

"La concha de tu hermana, hijo de mil putas. Le voy a contar a tu padre lo que hiciste con mi hijo."

"Estás conforme con lo que hiciste, cochino de mierda? Manotearle los órganos sexuales a un gordo. Estás satisfecho del daño que le causaste?

"Te voy a denunciar a la policía por violar a mi hijo."

Bueno, eso sí que no. Ni siquiera le metí un dedo.

En verdad, no me sentía así, como un hijo de puta. Realmente me había portado muy bien con él. Pero la incógnita me llevaba a pensar esas cosas o aún peores: Talvez tuviera un arma en la librería, y me vaciara el cargador encima.

Finalmente y para terminar con la tortura, llegué a la librería.

Entré y pregunté por él.

Estaba en su escritorio.

Le avisaron y pidió que me dejaran pasar.

"Hola, Zesna. Cómo estás?" preguntó y me dio la mano.

Bueno, me tranquilicé, aparentemente no era lo grave que yo suponía.

"No era que hoy tenías el día libre? Por lo menos fue lo que me dijo tu padre cuando llamé preguntando por ti." Preguntó sorprendido.

"Sí, pero me dijo que usted quería hablar conmigo, así que me vine para acá." Dije, aún queriendo saber qué sucedía.

"Al final, debo suponer que lo que dice Daniel de que tú eres especial, debe ser así realmente. Aprecio mucho que hayas venido tan pronto."

"Bueno, no es para tanto. De qué quería hablarme?" fui directamente al grano, porque ya me estaba poniendo ansioso.

"Ante todo te tengo que agradecer lo que hiciste anoche por nosotros. Además de solucionarme el problema, sé que estuviste con Daniel aquí hasta tarde para ayudarlo."

"Sí." Dije, sin agregar más.

"Mira, él te tiene mucho aprecio. En realidad, te quiere mucho, y bien."

Ay, Dios. Pensé. Lo sabrá todo?

"Se pasa todo el día hablando de ti. No pasan cinco minutos sin nombrarte. Y no me pasó desapercibido que va a tu tienda a cada rato sólo para verte."continuó.

Ay, no. Definitivamente se dio cuenta de todo.

"Es por eso que te tengo que pedir un favor." Siguió diciendo.

????????????????????

"Tu sabes que no tiene ningún amigo más que tú. Es muy buen chico, pero tiene la autoestima por el piso por su gordura. Por eso mismo no se relaciona con nadie, y de pronto apareces tú, y entras en su vida de una manera que nadie antes lo había logrado. Él te considera su amigo, y eso es un mérito sólo tuyo. Nunca tuvo un solo amigo. Jamás fue ni siquiera un compañero de clases a nuestra casa a estudiar con él. Nunca lo invitaron al cumpleaños de nadie. Todos lo rechazaban sólo porque era el obeso de la clase. Debes imaginarte la infancia dura que tuvo por eso."

"Sí, pero..." dije aún sin saber cuál era el favor que me estaba por pedir.

"Sí, no te impacientes por favor. El tema es que siendo así, hubo cosas que se le escaparon. Por ejemplo, sabías que nunca tuvo una novia?"

"Sí, me lo comentó." Dije aún sin saber a dónde quería llegar.

"Si? En serio te lo dijo? Qué extraño. No habla de esas cosas con nadie. Bueno, lo que no creo que sepas, es que dentro de ese cuerpazo inmenso que tú ves, hay un niño que se niega a ser adulto a sus 18 años." Dijo y esperó mi reacción.

"También eso lo sé, señor." Contesté honestamente.

"También lo sabes? Tu te diste cuenta por ti sólo?" me miró y cambió enseguida la pregunta. "No me digas que él mismo fue el que te lo dijo?" Preguntó visiblemente sorprendido.

Decidí decirle la verdad, ya que odio las mentiras.

"Sí, señor. Él mismo me lo dijo." Dije deseando que no me siguiera preguntando, para evitar tener que mentirle.

"Bueno, mejor. Aunque realmente estoy sorprendido. No es común que hable de estas cosas con nadie. De todas formas, eso facilitaría aún más las cosas en caso que quieras hacerme el favor que te tengo que pedir." Dijo y ahora sí me calmé por completo.

"Usted dirá. Lo único que le pido es que no me vaya a pedir algo que me haga traicionar la amistad que tengo con él." Dije tras pensar un segundo.

"Por Dios. Debo reconocer que en verdad Daniel tiene razón. Eres un muy buen tipo. Me alegro, porque lo que te tengo que pedir es algo que lo va a ayudar mucho a él. Sólo te voy a tener que hacer prometer que nunca le vas a decir que yo te pedí esto."

"Dígame primero de qué se trata." Pregunté.

"No" me dijo."Tú debes prometerme antes."

"Bueno, si es algo que lo va a ayudar a él entonces se lo prometo." Y agregué " Con la única excepción de que si él me pregunta, se lo voy a tener que decir. Es que odio las mentiras, sabe? y yo nunca le miento a un amigo."

"Estoy más que convencido que tú eres la persona indicada. Él confía en ti y lo último que te pediría es que lo traiciones o lo lastimes. Nunca te olvides que estamos hablando de mi propio hijo. Por lo que me cortaría una mano, y hasta las dos, si fuera necesario, para evitar causarle el mínimo dolor. Bueno, voy al grano. Ya te dijo él que es como un niño. El asunto es que no sabe nada de la vida. De las relaciones sexuales. De la sexualidad en sí. Nunca ha visto un cuerpo desnudo excepto el suyo propio, y dudo que se haya visto y fijado bien. No sólo por la gordura, sino que me temo que muy difícilmente se haya visto en un espejo, porque odia su cuerpo. Ni qué hablar del cuerpo desnudo de una mujer, o de la sexualidad femenina en general. No conoce absolutamente nada. Creo que ni siquiera conoce la masturbación. Y mucho menos conoce acerca del coito. No te pido que lo lleves a coger con prostitutas o con alguna amiga o algo así. Sería muy traumático para él si lo siguen rechazando por su gordura. Pero lo que sí te pido, te lo ruego, es que le hables de sexo. Que despiertes a mi muchacho, por favor. Ya tiene 18 años, y ni siquiera se ha pajeado todavía. Lo has escuchado alguna vez que ni siquiera habla de orinar, él dice "pis" o "pichí" como los niños. No sabe que la verga se llama pene, lo nombra "la cosita" o "el pitulín"." Se le llenaron los ojos de lágrimas."Me da vergüenza pedirte esto, pero ya he intentado hablar con él en más de una oportunidad acerca de la educación sexual, pero él se pone mal y no me deja ni comenzar a hablar, se pone rojo del pudor, y no quiere ni siquiera que le mencione el tema. Ya no sé que hacer con mi muchacho, estoy desesperado. Y de repente noto que él te quiere, que te respeta, confía en ti. Estoy seguro que a ti sí te escucharía. Por favor, no quieres al menos intentarlo?"

Las lágrimas le caían sobre las mejillas a borbotones.

Yo también me emocioné.

"Me encantaría hacerlo. Definitivamente, si." Le dije honestamente y sin pensarlo.

"No sabes cuánto te lo agradezco." Me quedó mirando."Dios mío, tu padre debe estar muy orgulloso de ti."

"Creo que sí señor. Pero mire que Daniel tiene suficientes méritos para que también usted lo esté de él."

Ahora, directamente se quebró en un llanto y me abrazó.

"Gracias, Zesna. le voy a estar eternamente agradecido a Dios, por habernos hecho conocerte. Yo sí estoy muy orgulloso de mi hijo. Es un muy buen muchacho. Sano, no tiene maldad ninguna. Pero es muy inocente y es muy peligroso para él estar indefenso en la vida sin información. Toma la dirección de nuestro apartamento. Estoy seguro que Daniel va a estar encerrado allí todo el día. Hoy sábado cierro la librería a las 8 de la noche como siempre, no llegaré como hasta las 9 al apartamento. Así que pueden salir y hacer lo que tú quieras o creas conveniente. Quiero que sepas que a partir de hoy yo también confío en ti, y que si tú necesitas algo, y está a mi alcance no dudes en pedírmelo. Lo que sea, en realidad te lo mereces." Sacó algo de su bolsillo." Toma, este dinero es para que saques a mi hijo a divertirse, y que intentes hablar con él."

"No, qué hace?." Dije molesto."De ninguna manera. No puedo aceptar eso. No se lo tome a mal. Me sentiría pésimamente si le acepto algún dinero para ayudar a mi amigo."

"Esto es increíble. Es que vas a seguir haciéndome arrepentir de no haberte conocido antes?" dijo sacudiendo la cabeza.

"Jajajajaj, no es para tanto, señor." Dije para terminar." Hay algo más que deba saber de su hijo que aún no sepa?"

"No creo, parece que él ya te contó todo." Pensó un momento. "Hasta qué horas estuvieron anoche aquí?"

La mierda, se pudrió todo. Quién carajo me manda seguir preguntando?

"Hasta casi las 6 de la mañana." Dije disimulando mi nerviosidad.

"Hasta tan tarde?" Preguntó sorprendido.

Puta madre, se me está complicando la cosa.

"Sí, es que terminamos el trabajo entre la una y las dos. Luego Daniel me convidó con unas pizzas y refrescos, porque no habíamos comido nada. Y entre una cosa y otra, me comentó todo lo que le dije que me había contado. Cuando nos quisimos acordar, ya eran alrededor de las 6. Es que cuando estoy con él, el tiempo vuela." Respiré aliviado.

"No, te preguntaba, porque yo me levanté a las 8 de la mañana, y Daniel estaba en el baño. Me tuve que lavar la cara en la cocina, y oriné recién cuando vine aquí a la librería, porque sino llegaba tarde. Cuando salí de casa, seguía aún en el baño." Me dijo.

"Por qué? Él estaba bien?" pregunté sinceramente preocupado.

"Aparentemente, sí. Le pregunté y me dijo que estaba indispuesto."

"Posiblemente le hayan caído mal las pizzas de anoche." Le dije, intentando convencerme yo mismo de que todo estaba bien. "Lo extraño es que entonces, no durmió" agregué. " Usted tendría inconveniente en llamarlo ahora a ver si está despierto? Me gustaría invitarlo a almorzar, si usted no tiene inconveniente, y ya de paso aprovecho allí para hablar con él."

Tomó el tubo. Discó. Y tras unos segundos, habló.

"Hola, hijo. Estás mejor?...Dormías ahora?... Vas a dormir?....No?...Bueno. Ya almorzaste?...Ah, Bueno...Claro... Sí?... Ok....Bueno hijo, que te mejores." Y colgó.

Me miró, me hizo una guiñada.

"Bueno, listo. Puedes ir a almorzar con él ya que apenas tomó un desayuno muy liviano hace un rato. Dice que sigue indispuesto pero que ya se le pasará. Que no es nada grave." Y agregó."Dice que más tarde quiere comer las milanesas que le preparé anoche y que aún no las probó, pero que todavía no tiene apetito. Me va a volver a llamar para que le indique cómo freír las milanesas. Tú sabes cocinar?."

"No del todo, pero me defiendo con las milanesas y alguna cosita más, no se preocupe por eso."

"Bueno, siéntete en tu propia casa." Concluyó.

"Muy bien, señor. Que tenga un buen día."

"Gracias, otra vez, Zesna. Qué afortunado es mi hijo de tener como amigo a alguien como tú."

"No, señor. Usted no se imagina lo equivocado que está. No sabe realmente lo afortunado que me siento yo de conocerlo a él."

Llegué por primera vez al edifico donde vivía Daniel con su padre.

La puerta principal estaba cerrada, y no quería llamar por el portero eléctrico para que la sorpresa fuera aún mayor.

Esperé unos minutos, y en el preciso momento que salía de allí una pareja de ancianos, los saludé y entré antes que la puerta se cerrara.

Subí al segundo piso. Corroboré que el número del apartamento era el que me había indicado su padre, y toqué timbre dos veces seguidas.

Puse mi oído contra la puerta para escucharlo llegar hasta allí.

No oí nada. Me asusté un poco.

Le habría pasado algo?

Toqué dos veces más.

Escuché de pronto abrirse una puerta, y un portazo.

Oí los pasos pesados de Daniel, pero descalzo. Lo sentí del otro lado de la puerta.

"Quién?" dijo solamente.

"Zesna." Le dije, y hubiera pagado para verle la cara de sorpresa.

"Zesna? Mi amigo?" dijo incrédulo.

"El mismo. Me vas a abrir o me voy?"

"Si, si, por favor no te vayas." Dijo y escuché que destrababa dos pasadores y hacía girar la llave dos veces.

Abrió apenas la puerta para confirmar que era yo. Sólo le vi un ojito y cuarta cabeza.

Cerró la puerta para retirar la cadena corrediza, y abrió un poco más, aún escondido detrás de ella.

Entré.

"Por Dios santo, Daniel. Me quieres matar?" Dije y abrí los ojos de par en par.

No podía dar crédito a mis ojos.

CONTINUARÁ

Comentarios a zesna@lycos.com

Gracias por todos los emails ya enviados.

Si alguien desea una foto de alguien parecido a Daniel, no dude en pedírmela.