Gordo imprevisto (2)
CAPÍTULO II: DESESPERACIÓN. Te dejarías mamar por otro hombre? Pregunté en forma incisiva aprovechando la ocasión.
GORDO IMPREVISTO (2)
CAPÍTULO II: DESESPERACIÓN.
Sería realmente todo tan fácil como se me había presentado en esta oportunidad?
El teléfono sonó una, dos, tres veces... y alguien finalmente levantó el tubo del otro lado.
"Hola?" Contestó una voz femenina.
"Hola!... si fuera tan amable... yo quería comunicarme con La Pocha." Solicité terriblemente excitado.
"Un segundo, por favor!" Contestó.
Quién sería esa mujer?
No creo que fuera su esposa... O sí?
Sonaba joven por lo que descarté inmediatamente que fuera su madre. Tal vez, podría ser su hermana. Sí... era lo más coherente... Pero... qué bien!!! Debía suponer entonces, que ella sabía acerca de La Pocha? Sería posible que conociera las perversiones de su propio hermano?
Eso sí que sería increíble!
Yo estaba desconcertado completamente.
"Hola?" Dijo otra voz femenina.
Ufa!
Otra vez!
"Hola, estoy esperando por La Pocha." Insistí.
"Sí?" preguntó.
"Que quiero hablar con La Pocha." Repetí.
"Sí. Ella es la que habla."
"La Pocha???"
"Sí!"
Qué mierda estaba sucediendo aquí?
Le pregunté si el número que había marcado era el correcto.
"Sí!" Confirmó. "Qué desea?" Preguntó amablemente.
Seguía sin entender.
Ahora debía improvisar.
"Vea, Raúl me proporcionó su número telefónico y..."
"Raúl, el taxista?" Interrumpió.
"Sí!"
"Raúl, el gordo?" Insistió.
"Sí, efectivamente. Y me dijo que llamara en este horario. Era para... este... cómo le voy a explicar?"
"Ah,,, usted quiere coger? Jajajaja. Veo que es tímido. Llamémoslo entonces conseguir un servicio ya que de ese modo es como lo nombra él. Pero lamentablemente hoy se tendrá que quedar con toda la leche ya que tengo la noche ocupada... aunque podríamos arreglar para mañana... en qué horario le vendría bien?"
Pero... esto no era lo que yo pensaba.
Yo había malentendido toda la conversación con el gordo. Raúl me había estado hablando en todo momento de una prostituta!!!
La putísima...!
De todas formas tenía que aprovechar la llamada para sacarme algunas dudas que tenía y posiblemente también buscaría saciar mis bajos instintos de alguna forma.
"Podría ser después de las 10 de la noche?" Pregunté.
"Sí, claro. El horario lo pone usted." Informó. "Qué es lo que busca exactamente."
"Bueno, mire... en realidad me gustaría averiguar acerca de los servicios... este... mmm... digamos que me seduciría uno exactamente igual al que recibe Raúl."
"No, escuche... eso no va a poder ser, porque no puedo seguir haciendo canjes con todo el mundo." Explicó.
Yo cada vez entendía menos.
"Canjes? No entiendo... por qué?"
"Es que él no le explicó?"
"En realidad, no. Sólo me dijo que estaba conforme con el servicio, por eso hacía la recomendación." Le mentí.
"Ah... ya entiendo. Bueno, mire... yo tengo un convenio con él. Se encarga de repartir mis tarjetas a sus pasajeros y una vez por semana le hago un servicio gratuito, como lo llama él. No tendría ningún inconveniente en hacerle lo mismo a usted, pero por supuesto siempre y cuando esté dispuesto a pagar por ello. Gratuito, no... de ninguna manera!"
"No! No tendría ningún problema con eso. Estoy dispuesto a pagar." Dije y puse las manos a la obra. "Lo que me gustaría saber es a qué clase de servicio nos estamos refiriendo concretamente, ya que tampoco me lo comunicó."
"Bueno. Usted también es taxista?" Quiso averiguar.
"No, pero tengo vehículo." Informé.
"Mire... Él me lleva a un lugar reservado y nos vamos al asiento trasero del taxi..."
"Lo hacen en el mismo vehículo?" Interrumpí sorprendido.
"Sí, aunque si usted contara con un lugar más apropiado, sería mucho mejor. Bueno... le sigo explicando... Una vez que nos acomodamos detrás, me toca hasta que se excita, me siento de frente sobre su pecho y juega conmigo, me mete el dedo, la lengua y hasta la boca entera, chupándome mientras se masturba."
"... "
"... "
"... "
"Hola?" Preguntó. "Está aún en la línea?"
"Sí." Contesté.
La erección que ya tenía era monstruosa.
"Una vez que escupe, se limpia y nos volvemos a la ciudad." Concluyó.
"Tan sólo eso?" Pregunté insatisfecho.
"Bueno... ese es el servicio gratuito que él recibe." Explicó.
"Ah, entiendo. Una pregunta... este... y si él le pagara, podría recibir algo más que eso?" Pregunté con algo más de curiosidad.
"Usted es amigo de él?" Preguntó a su vez.
"No, no... tan sólo fui su pasajero." Contesté para que no se sintiera cohibida en hacerme partícipe de alguna cosa más que pudiera decirme.
"Ajá! Usted es también... Hum... digamos gordito?"
"No, para nada." La incomprensión continuaba en aumento.
"Mire... el tema es que el servicio que le hago, es tan sólo porque soy buena."
"No entiendo. A qué se refiere con que es buena?" Pregunté.
"Es que un día antes de conocernos, Raúl llamó por teléfono para hacer una cita con mi compañera de cuarto... y cuando ella lo vio casi le da un infarto... y como sabe que yo no le hago asco a nada, le dijo que volviera a llamar al día siguiente para contactarme a mi. En verdad que era más gordo de lo que yo misma me imaginaba y sinceramente no pude darle más servicio que ese que le acabo de describir, aún teniendo la posibilidad de cobrarle por ello. Eso me hizo sentir muy mal, porque tampoco quería robarle su dinero, por lo que le propuse lo del canje y él aceptó gustoso, aunque me encargué de aclararle de que él nunca recibiría más que eso de retorno. Lo acepta resignado y creo que disfruta lo mejor posible con lo que le doy." Dijo. "Oiga, usted en verdad no es gordo, cierto?"
"No, no!" Repetí.
"Ah, porque si es tan gordo como él, también tendríamos el servicio limitado."
"No entiendo..." Expresé en forma honesta.
"Claro. Si fuera gordo, entonces no habría ningún servicio extra tampoco para usted."
"Y por qué no?" Pregunté.
"Porque me daría el mismo asco." Confesó.
"Asco...?" No me esperaba esa palabra realmente. "Entonces... por qué lo hace con Raúl?"
"Pues... porque me da mucha lástima!" Explicó sin tapujos. "Pero sinceramente no podría soportar siquiera apenas tener que tocarle los genitales con mis dedos. Con sólo imaginarme en chupársela me dan ganas de vomitar; y por Dios... no puedo ni pensar en tener en cuenta una penetración con él."
"Eso es bastante cruel!" Dije con mi ira golpeando la puerta en forma desesperada para entrar en acción.
"No sé si cruel, pero es más fuerte que yo. Imagínese usted... ya tengo bastante sólo con ver a un tipo así sacudiéndosela a mi lado."
Tuve un impulso de decirle que yo hasta mataría para tener tan sólo la posibilidad de poder ver eso. Pero yo aspiraba aún a mucho más.
"Es que usted no lo entendería porque no es mujer." Prosiguió. "Si tan sólo pudiera suponerse de estar tocando un cuerpo así..."
"Pero... qué tiene de malo?" Interrumpí.
"No entiendo... Pero usted no me dijo que lo había visto?" Preguntó sorprendida.
"Sí, efectivamente... por eso no entiendo; y le repito la pregunta: qué tiene de malo?" Pregunté.
"Pero usted está seguro de que lo ha visto bien?" Dijo demostrando incredulidad.
"Sí... y no he visto nada anormal en él. Por qué me pregunta? Acaso tiene algún impedimento que no he podido ver mientras está vestido?" Pregunté para fastidiarla porque ya me estaba molestando su proceder.
"Pero usted no ha notado qué tan gordo está ese tipo?" Dijo furiosa.
"Ah... era por eso? Yo no creo que eso sea anormal?" Pregunté con la misma intención. "Ser gordo no es ser anormal, como tampoco lo sería si fuera flaco. O sí?"
"Pero por qué no se va a la mierda? Me está tomando el pelo? Por qué no va y tiene usted mismo sexo con él?" Dijo enojada.
"Bueno, gracias por la idea. Sinceramente haré todo lo posible por intentarlo." Contesté y colgué el tubo con violencia.
La puta madre que te parió!!!
Puse ambas manos sobre mi rostro y comencé a llorar como un idiota.
Los motivos eran múltiples.
Por mi frustrado plan que me tuvo en vilo durante buena parte de la tarde de ese domingo.
Por no haber entendido exactamente bien, a qué era lo que se refería Raúl con exactitud, con ese "Quieres coger?", pensando siempre que las cosas se me darían en forma sencilla, como si el genio de la lámpara tuviera un contrato de exclusividad conmigo como para otorgarme absolutamente todos los deseos en el mismo momento en que se lo solicitara.
Por ir siempre más allá de los sucesos. Ya me había hecho toda la película de estar encamado con ese obeso, de sentir su cuerpo desnudo pegado al mío, de lamer secándole todos los jugos y de chupar cada milímetro de su piel, aún en sus lugares más recónditos, ocultos y privados.
Y por último, porque otra vez la discriminación, y tan sólo por ser gordo!!!
De todas formas, debía reconocer que todo no iría a pasar más allá de mi frondosa imaginación, porque por más que posiblemente la actividad sexual de Raúl se limitara tan sólo a una paja con La Pocha como espectadora, nada hacía prever que yo tuviera alguna posibilidad de acceder a él de alguna forma. Todo me lo había supuesto creyendo erróneamente que él buscaba una relación homosexual; que sencillamente estaba buscando tener sexo conmigo.
En realidad era yo el que lo estaba haciendo.
Buscaba sexo con él, de cualquier tipo. Oral, anal o hasta manual. Todo junto o por separado, ya que no me importaba en lo absoluto; pero por favor, quería irremediablemente a ese gordote, aunque más no fuera por un par de horas exclusivamente sólo para mí.
Teniendo eso en mente, y sumado a que por un par de días iba a seguir en contacto con él, me puse a analizar la situación y a planificar mis acciones futuras, para poder intentar por lo menos acortar aún más ese contacto, hasta lograr acercarnos lo más posible y no me estaba refiriendo concretamente a pasarme al asiento delantero del taxi.
Por lo menos, mi intención sería de que él mismo fuera el que pasara al asiento trasero conmigo.
LUNES 7:45 AM.
Estaba en el taller conversando con el mecánico chapista. En realidad, el accidente había resultado aún menos grave de lo que me había imaginado luego de ver los daños.
De todas formas, tuve que agradecer que me hubiera ocurrido algo así, porque por lo menos conocí a Raúl, que en poco menos de 15 minutos me tendría que pasar a buscar para llevarme al trabajo.
La reparación de los daños era sumamente sencilla y tan solo llevaría un par de días. Con suerte, el miércoles ya tendría mi vehículo de vuelta, ya que la labor necesitada no exigía ningún trabajo de pintura.
Sonó la bocina de un vehículo y ambos miramos hacia la calle. Un taxi hacía notar su llegada y estaba detenido en doble fila. En su interior, el obeso conductor me hacía señas para saber si me demoraría más en el taller, en cuyo caso tendría que ir a buscar un lugar para estacionar.
Como no tenía más nada que hacer en ese lugar, me despedí del hombre con el mameluco y quedamos que nos comunicaríamos por teléfono para que yo no tuviera que ir por allí si no hubiera necesidad.
En forma inconsciente, me introduje dentro del taxi para ocupar el asiento delantero.
"Hola, Raúl!" Le dije dándole la mano.
Nuevamente tuvo que esforzarse para saludarme.
"Hola, loco!" Dijo con una sonrisa. "Disculpa, no es que sea antipático, pero me resulta raro que un pasajero me estreche la mano cada vez que sube al taxi.
Sonreí.
Conmigo tendría que acostumbrarse ya que no perdería la posibilidad de hacerlo en cada oportunidad, tan solo para no perderme la ocasión de tener un contacto corporal con él; aunque si él quisiera, estaría dispuesto a hacer alguna excepción al respecto. Me refiero a trocar ese saludo por un beso de lengua.
Mientras nos dirigíamos a mi destino, quise tener alguna conversación para matar el tiempo.
"Soy tu primer pasajero hoy, o ya levantaste algunos más?" Pregunté como al descuido.
"No, loco. Tengo un sueño que me caigo. Vine tan sólo por el convenio que tenemos. Te llevo, dejo el vehículo a mi empleado y me vuelvo a casa para seguir durmiendo. Luego retomo a las 5 de la tarde y te vuelvo a buscar por la dirección que me has dicho." Contestó.
"Uy! Perdona! No sabía que te estaba sacando de la cama tan temprano." Me disculpé.
Cómo me hubiera gustado estar allí para mantenértela calentita hasta que volvieras!
"No te hagas ningún problema, loco. Todo sea por un dinero extra, jejejeje." Dijo y observé que le desaparecían los ojos cuando sonreía.
Bajé la vista y noté que esa mañana también llevaba puestos unos shorts más cortos que las bermudas del día anterior y que dejaban aún más expuestas sus piernas gordas y peludas.
Claro, el calor ya era agobiante desde esa hora tan temprana. Él estaba completamente inundado en su propio sudor y me resultaba imposible de imaginar cómo podría estar al final de la jornada. Mi excitación no se hizo esperar.
"Te puedo hacer una pregunta?" Le dije de improviso.
"Claro, loco." Me alentó.
"Ayer llamé a La Pocha y no me quedé muy conforme. A ti te satisface completamente?" Quise saber todo lo posible acerca de ese servicio, sin dejar de ser perverso.
Por más que ya conocía la verdad, en realidad deseaba que me lo confirmara con esa voz terriblemente erótica. Necesitaba que me contara con sus propias palabras, de qué se trataba el servicio que se suponía que le daba la prostituta y quería confirmar si realmente quedaba completamente satisfecho con lo poco que ella hacía por él. Quería saber si ciertamente él la recomendaba en forma sincera o todo era tan sólo un negocio para obtener algo a cambio.
Si mal no había entendido, todo se suponía que era una simple cuestión de canje. Servicio por propaganda. Pero quería ahondar en el tema.
"Claro, loco... cuando estamos a solas me deja satisfecho."
"Disculpa la insistencia, pero me gustaría saber qué es exactamente lo que ella suele hacer, porque me gustaría que me realizara el mismo servicio." Le informé.
Lo que escuché a continuación, distaba bastante con lo que la prostituta me había dicho en confidencia la noche anterior y lamentablemente, el sentido común me indicaba que aquella me había dicho la verdad y Raúl era el que me estaba mintiendo.
"Bueno, me manotea el bicho hasta que lo endurece y me lo sacude..." Dijo y se me quedó mirando.
Obviamente sonaron muy burdas sus palabras, dejándome entrever que no estaba acostumbrado a mentir. Supongo que le dio vergüenza reconocer la realidad y la mirada que me dio era más bien para afirmar su mentira, como diciendo: "Necesito que me creas, loco, por favor! Créemelo!"
"Ajá!" Dije y me propuse ir hasta el siguiente paso para ver si lograba por lo menos despertarle la curiosidad. "Y...?"
"Y... qué?" Preguntó a su vez sorprendido.
"Te la chupa?" Insistí, sospechando casi con total seguridad que nunca en su vida había sentido un par de labios alrededor de su órgano genital.
Me quedó mirando con la boca abierta mientras de reojo veía hacia la calle para no provocar un accidente.
"Claro!" Contestó sin dejar de estudiar mis reacciones.
Una mentira detrás de otra.
Sin ningún lugar a dudas, seguro que le daba vergüenza admitir lo contrario.
"Y se traga tu leche?" Continué con mi incisivo hostigamiento.
"Eso es asqueroso!" Soltó como un ladrido como si fuera víctima de un impulso y sin poder evitarlo.
Sonreí.
Por lo menos no se había animado a mentirme con eso.
Sinceramente me dio pena que no supiera de las bondades de un servicio especial como los que yo solía darle a mis gordos. Aunque aún estaba a tiempo de poder recibirlo en persona. Con eso en mente, se me ocurrió una idea.
"Veo que el servicio de La Pocha es incompleto..." dije dejando deliberadamente la frase en el aire.
Demoró una eternidad en responder. Casi como cinco cuadras que condujo moviendo el volante de izquierda a derecha en forma casi imperceptible.
Sonreí nuevamente. Había logrado despertarle el bicho.
Literalmente.
"Es que yo me la llevo muy difícil para acceder a algo así, loco. Tú no tendrías problemas ya que eres un muchacho bien parecido... y agradable " Su mirada se entristeció.
"Tú también eres muy agradable." Dije para comenzar a intentar ahondar en el tema que me interesaba.
"Lo que quiero decir es que soy un tanto desagradable para pretender acceder a más de lo que me ofrecen." Dijo totalmente resignado.
Le regalé una mirada que pretendió ser cómplice, pero su postura me conmovió. Me vinieron unas ganas tremendas de lanzarme sobre él para besarlo en los labios.
Él tenía totalmente asumido a que todo lo que yo le había preguntado no era adecuado para él.
La gran duda que me inundaba ahora, era si a él le gustaría recibir ese servicio. Sin dejar en evidencia que sabía de la falsedad de lo que me acababa de decir y sin ningún ánimo de especular una respuesta que pudiera no concordar con sus deseos, se lo pregunté a quemarropa.
"Te gustaría que te la chuparan y se tragaran tu acabada?"
Su incomodidad era desesperante y decidí suavizarla.
"Quisiera saber si a ti te gustaría recibir ese servicio." Insistí.
"Yo..." Dijo titubeando sin la menor intención de continuar con la frase.
"Yo conozco a alguien que sí te lo haría." Y no quité mis ojos de su rostro que lo vi visiblemente perturbado. Tal vez debería mejor decir que había logrado ponerlo muy nervioso.
"A mi?" Preguntó más inquieto que sorprendido.
"Sí, por supuesto. A ti. Y te aseguro que lo haría totalmente gratis, sin pedirte nada a cambio." Confirmé.
"Quieres decir que no tendría ningún problema en hacerme todo eso?" Preguntó demostrando continuar bastante perturbado por la conversación, pero inequívocamente estaba muy interesado.
"Exactamente. La persona a quien tengo en mente, le gustan los muy gordos." Informé sin faltar a la verdad.
"Si?... en serio?" Preguntó, y un extraño y fugaz brillo pude vislumbrar como una ráfaga en su rostro.
"Claro! Tú tuviste la amabilidad de recomendarme a La Pocha, y yo quisiera devolverte el favor a ti." Dije en forma sincera.
Ahora tenía que decidir en ese momento, si debía decirle quién era esa persona que le daría esa mamada antes de seguir adelante con todo esto.
"No sabes cuánto lo deseo." Me dijo en tono de súplica. "Cómo me contacto con esa mujer?"
Maldición!
Por supuesto, él estaba pensando en una mujer.
Quería gritarle: "No, Raúl... esa persona soy yo!!!"
Deseaba no tener que dilatar el tema y dejar las cosas bien en claro, pero tenía un temor impresionante de que me rechazara. Estaba convencido de que este gordo no quería tener ninguna relación con un hombre.
"Me gustaría preguntarte algo, si no te molesta. Tú eres casado?" Pregunté para satisfacer mi curiosidad. "Pregunto, porque a veces los hombres casados fantasean con que alguien les chupe el miembro y se trague el semen, y no se animan a pedírselo a sus esposas. Tan sólo por eso tan estúpido de que nunca le pediría algo así a la madre de mis hijos. Es ese tu caso?" Pregunté y me quedé satisfecho por la excusa por demás coherente que acababa de inventar para acceder a esa respuesta.
"No, loco. Soy soltero." Confesó.
"Ni siquiera una novia?"
"No!" Contestó sin agregar más, pero su mirada pareció decir:
"Pero a ti, qué mierda te importa?"
"Muy bien. Yo podría contactarte con esa persona de quien te hablo." Dije aún sin convencerme totalmente de revelarle mi identidad, por lo menos por ahora para que no se me destruyera la ilusión tan temprano.
Llegamos a la esquina de la tienda.
"Escúchame, esta noche cuando me vengas a buscar, volvemos a hablar sobre el tema. Estás de acuerdo?"
"Muy bien, loco." Dijo entusiasmado.
Me despedí de él con otro apretón de manos.
Por Dios... qué mierda estaba haciendo?
05:58 PM
Estuve toda la jornada muy nervioso y sin poder decidir si continuar con todo o arrepentirme por completo y buscar una excusa para darle.
"Mira, Raúl... la persona que te nombré hoy temprano, no está disponible por ahora."
"Sabes que me fue imposible localizar a la persona que te iba a dar el servicio gratuito que te mencioné hoy por la mañana?"
Ay, mi Dios, me estaba volviendo loco!!!
Pero... me iba a rendir así tan fácilmente?
No iba siquiera a intentar estar a solas, aunque más no fuera por un momento con el gordo?
Eso no lo podía permitir.
Aunque en realidad no me animaba a forzar una relación de este tipo.
Quiero... pero....
No puedo hacer algo así.
Sencillamente no puedo hacerlo!
De pronto sonó mi intercomunicador.
"Zesna tienes una llamada!" Me informó la telefonista.
Tomé el tubo para atender.
"Hola... quién es?" Pregunté.
"Ah, ah, ah, ahhhhhhhhhhh!" gruñó alguien del otro lado.
Miré el reloj.
Eran las 6 en punto.
"Junior!!!" Dije en voz baja. "La puta que te parió!!!"
"Esas son formas de tratar a tu querido brother?" Preguntó riendo.
"Cómo me haces esto en un día como hoy?" Pregunté sin disimular mi enojo.
"Pero, por qué? Qué tiene de particular el día de hoy?"
"No, primero dime cual es la razón de tu llamado?" Le pregunté.
"Ah, disculpa... no sabía que para llamarte tenía que tener una razón. Por qué no me pasas con tu secretaria, entonces, para que me diga en qué horarios estás desocupado y puedes atender a tu hermano del alma que quiere saber tan sólo cómo estuvo tu día y si necesitas de un abrazo?" Dijo en un tono neutro, sin demostrar enojo, pero estaba seguro que había logrado enfadarlo.
"Ay, Junior. Perdóname, por favor. Es que hoy tuve un día muy complicado." Le comenté.
"No quieres que nos veamos hoy y me lo cuentas?" Preguntó.
"Qué sucede? Ya te peleaste con tu novia? Me vas a decir que hoy no la vas a ir a ver como todos los días?"
"Claro, pero si no la veo por un día, no se va a morir, o sí?" Preguntó con sarcasmo.
"Junior, pensé que la querías." Dije sin entender.
"Claro que la quiero, y mucho. Es que la tengo mal acostumbrada. No sé si es correcto que nos veamos todos los santos días." Explicó. "Además parece una ninfómana. Casi no salimos a ningún lado ya quiere coger conmigo todo el tiempo."
"No seas así, Junior. Qué quieres entonces? No temes que conozca a otro y se vaya a coger con él dejándote sólo?" Pregunté con honestidad.
"Ja! Eso no ocurrirá nunca." Dijo riendo.
"Cómo puedes estar tan seguro de ello?" Pregunté intrigado.
"Es que la tengo muerta, Zesna. Se muere cuando está conmigo. Y cada vez que la taladro, se transforma. Tiene orgasmos múltiples tan sólo con mi penetración. Sólo se la tengo que meter para que ya comience a ponerse loca y cuando estoy a punto de acabar, me detengo y se desespera. Estamos cogiendo durante horas y finalmente es ella quien me tiene que rogar que eyacule de una vez. Me encanta hacer eso... y se ve que a ella también. Estoy seguro que era virgen cuando lo hicimos por primera vez, pero tengo la certeza de que ..."
"Está bien, está bien..." Interrumpí. "Pero hoy no nos podemos ver, ya que tengo que resolver mi problema antes de la hora de salida de mi trabajo." Dije para dejarlo satisfecho.
"Ok, Cuéntame, entonces."
"Qué?" Pregunté sorprendido.
"Que me cuentes. Me gustaría ayudarte con tu problema."
"No lo sé, Junior." Dije pensando en una excusa para no decirle.
"Qué es lo que no sabes?" Inquirió. "No me vas a decir que es tu problema y que a mí no me incumbe... verdad?"
"No dije eso." Contesté.
"Pero lo pensaste."
"Y desde cuando me lees la mente?" Pregunté.
"Ok. No me cuentes si no quieres... pero después ni se te ocurra pensar que yo no haré lo mismo cuando tenga un problema que me tiene mal durante todo el día." Dijo en forma coherente.
"No es justo. Me estás chantajeando!"
"Bueno, tómalo como quieras. No te olvides que te conozco mejor que nadie. Tú mismo me hubieras dicho eso mismo para convencerme."
Debo reconocer que tenía razón.
"Junior, te quiero mucho..." Le dije sonriendo y contándole finalmente a continuación todo acerca de Raúl y de mis temores a que me rechazara con tan sólo intentar aproximarme a él.
Le conté lo que había sucedido esa mañana y que ahora tenía un intríngulis de difícil solución, ya que era más que probable que él no aceptara una relación homosexual con nadie.
"Y tú qué tanto quieres estar con él?" Preguntó sin pelos en la lengua y sin dar ningún tipo de rodeos.
"Mucho, Junior. No puedo dormir desde el sábado a la noche pensando en él." Le confesé.
"Y qué tan gordo es ese taxista?"
"Algo más que tú."
"La mierda!!!!" Exclamó simplemente.
"No sabes cuánto lo deseo, Junior." Le dije casi como un susurro.
"Y desde cuándo mi hermano es un cobarde?" Preguntó.
Sonreí.
Ahora estaba intentando darme valor.
"Sé lo que intentas, Junior... y te lo agradezco, pero no es cobardía, es que no me dio ningún indicio de querer algo con un hombre..."
"Lo sé, brother... pero estoy seguro que si tienes ese sentimiento hacia él, quiere decir que lo viste necesitado y desprotegido, y supongo que él no desaprobará que alguien se encargue de hacerlo feliz aunque más no sea por un par de horas, sin importarle en lo absoluto de estar completamente en manos y boca de una mujer o de un hombre."
"..."
"..."
"..."
"Hola? Estás allí, Zesna? No me dejes hablando sólo como un pelotudo."
"Oh, Junior. Me dejaste sin habla. Nunca voy a dejar de agradecer por haberte conocido como lo hice durante aquel fin de semana." Dije emocionado hasta las lágrimas. "Gracias, brother. Me sirvió mucho haber hablado contigo en este momento."
"Bueno, espero que sí. Luego me cuentas con lujo de detalles, eh?" Me dijo, reímos y nos despedimos.
Muy bien, terminaba de decidirme, pero ahora tenía una duda que me golpeaba en la nuca como un punzón.
Qué sucedería si arreglara una cita y en lugar de la mujer que seguramente él estaría esperando, me aparecía yo.
Seguro que me cagaría a patadas en el culo.
Sí, hasta podría jurar que reaccionaría de ese modo.
Definitivamente Raúl no era gay y no tenía ni la más mínima duda acerca de que a él ni siquiera se le pasaba por la cabeza la idea de tener sexo con otro hombre. La verdad era que este tipo no daba con el perfil de dejarse acariciar y mamar el pene por otra persona del mismo sexo.
Pero aún así, la conversación con Junior me había convencido por lo menos, de que yo debía hacer todo lo posible por intentarlo, ya que cada vez que veía a Raúl, me desaparecía todo a nuestro alrededor. Me estaba enamorando de este gordo en forma paulatina e irreversible... y sinceramente no quería.
Estaba en un alerta rojo! Sabía fehacientemente que hiciera lo que hiciera con Raúl, yo terminaría lastimado. Aunque en realidad y por esta única vez, eso me tenía sin cuidado ya que estaba muy acostumbrado a terminar de esa manera y mi excitación en este momento sobrepasaba todas las expectativas.
Cuando se hicieron las 8 de la noche, cerré la tienda y apenas salí a la calle, allí estaba el taxi del gordo estacionado en la esquina y esperándome.
Fui encaminándome hacia el vehículo, mientras iba rezando en voz baja.
Me volví a subir al asiento delantero y otra vez lo saludé dándole la mano; pero en esta ocasión, me sorprendió completamente, ya que él respondió de una forma que me hizo tener la certeza de que ahora se lo estaba esperando. Sin temor a equivocarme, le encantaba que lo saludaran así.
"Hola, Raúl!"
"Hola, Zesna!"
También era la primera vez que pronunciaba mi nombre. Yo había nombrado el suyo en varias oportunidades y él me había devuelto el saludo llamándome "loco". Posiblemente hasta se pudiera haber olvidado antes de cómo me llamaba, pero ahora parecía como que hubiera corregido ese pequeño detalle.
"Te llevo donde siempre?"
"Recuerdas lo que charlamos esta mañana?" Pregunté.
"Sí."
"Me gustaría hablar alguna cosa antes de ahondar en el tema. Por ejemplo, me gustaría saber adónde llevas a La Pocha para tener tus encuentros? La llevas directamente a tu casa? Pregunté.
"No, loco... a mi casa, no. Vivo con mis padres." Dijo como víctima de un susto repentino.
"Oh, disculpa, no lo sabía... tienes algún departamento para estar más cómodo?" Insistí.
"No, nada de departamentos. Lo hacemos en el mismo taxi..." Reconoció.
"Si, pero deberías encontrar un lugar para estar muy cómodo. Yo a veces me tiento a hacer algo así en mi vehículo, pero nunca encuentro un lugar apropiado para estar en privado." Comenté con doble sentido. "No lo podría hacer en plena calle, por más oscuro que esté."
"Pues yo lo he encontrado ese lugar. Es algo alejado, pero vale la pena el pequeño viaje." Confesó.
"Me encantaría conocer ese lugar, si no te molesta. Es que yo vivo sólo, pero no me gusta llevar gente que apenas conozco a mi departamento y no tengo otro lugar para un encuentro de este tipo." Expliqué.
"No sé..." Dijo dudando.
"No te preocupes que no interferiré contigo. Qué días sueles utilizar ese lugar?" Pregunté.
No contestó.
Creo que se me había ido la mano.
No tenía derecho a invadir su intimidad de este modo.
Soy un atrevido!
"Sólo los viernes..." Contestó sorprendiéndome completamente.
"Te juro que nunca te interrumpiría los viernes con tu servicio. Pero me encantaría por lo menos conocer ese lugar, por las dudas que se me presente la oportunidad." Insistí una vez más.
Volvió a dudar mientras me miraba en forma intermitente, compartiendo esa mirada con la calle.
"Por favor!" Rogué.
Sin volver a hablar, tomó por la primera avenida hacia la derecha, en clara prueba de que salíamos del camino que debería ser el trayecto habitual.
Condujo por varios minutos, hasta que nos vimos obligados a detenernos por un embotellamiento de tránsito. Alcanzamos a ver más adelante, a dos patrulleros atravesados en la avenida y que dejaban pasar a los vehículos muy lentamente.
Cuando quedamos detrás de dos automóviles para salirnos del embrollo, Raúl señaló un local que tenía a seis policías sacando a tres hombres por la fuerza.
"Ese es un local donde se reúnen los maricas." Dijo de pronto.
"Conoces el lugar?" Pregunté con la intención de que se me hiciera todo más fácil, si reconocía haber ido alguna vez a ese sitio.
"No, loco. Tan sólo he traído a algunos pasajeros en varias oportunidades." Explicó.
Mierda!
"Qué piensas de los homosexuales?" Le disparé a bocajarro.
"Nada... qué voy a pensar. Cada cual que haga de su culo un pito." Contestó. "Siempre y cuando no se metan conmigo."
"Te dejarías mamar por otro hombre?" Pregunté en forma incisiva aprovechando la ocasión.
Ya estaba entrando en un remolino que me succionaba y envolvía y se me hacía muy difícil el poder detenerlo hasta no lograr llegar lo más cerca posible de mi cometido.
"Por supuesto que no!" Dijo molesto. "Yo no soy puto."
"Nunca dije que lo fueras. Solo quería saber si te dejarías chupar la pija por un hombre." Insistí.
"No. No tengo nada contra los maricas, pero ni siquiera permitiría sentarse a un afeminado en el asiento delantero al lado mío." Explicó.
"Todo bien. Pero mira que no todos los gays son afeminados." Aclaré. "Te dejarías chupar la pija por un gay que no fuera afeminado?" Volví a insistir.
"Pero qué te sucede, loco? Por qué la insistencia con los putos?" Dijo sin disimular su molestia.
El tema es que no me contestó la pregunta que me interesaba conocer y no volví a tocar el tema otra vez.
Oh, Dios!
Cada vez estaba más convencido de que todo esto era una gran equivocación.
Logramos sortear el embotellamiento causado por el procedimiento policial, que aparentemente fueron alertados por problemas dentro del local gay, ya que había un escándalo tremendo en el frente del mismo, con gritos e insultos entre varios homosexuales.
Continuamos por la avenida hasta desembocar directamente en la ruta interbalnearia y condujo por unos diez minutos más hacia el este.
La noche estaba muy calurosa. Toda su camisa estaba terriblemente húmeda y también gran parte de sus bermudas. Éstas eran más largas que las que vestía esa mañana y le llegaban hasta las rodillas. El resto de sus piernas peludas, estaban totalmente desnudas. No llevaba medias y sus pies calzaban el mismo par de ojotas que ya le conocía.
Un par de hilitos de sudor le recorrían por la mejilla derecha hacia abajo.
Saqué la punta de mi lengua como para lamerle imaginariamente ese néctar salado a la distancia.
En ese momento, prendió la luz intermitente que señalaba que iba a girar hacia la izquierda. Detuvo la marcha. Permitió a un par de vehículos que lo rebasaran y cuando tuvo la certeza de que no venía nadie más por ninguno de los carriles, giró hacia un camino de tierra saliéndose de la ruta principal.
Yo había pasado por ese lugar una cantidad de veces anteriormente y nunca me había percatado de que había un camino por allí.
Condujo por unos tres minutos más y detuvo la marcha sin apagar el motor.
"Aquí es mi nidito de amor, loco." Dijo suspirando.
Miré hacia fuera.
Estábamos entre dos árboles y rodeado de arbustos. Los grillos habían detenido su canto apenas invadimos su territorio.
"A ver... por qué no apagas el motor para ver qué tan tranquilo se siente aquí dentro?" Le pedí.
No dudó un instante en cumplir con mi solicitud.
La duda que me quedaba ahora, era si siempre sería de ese modo. Estaría él dispuesto a cumplir con todas mis demandas sin hacer preguntas ni resistirse en ningún momento?
"Hay mucha luz aquí!" Exclamé.
Apagó las luces.
"Eso está bastante mejor." Comenté casi como un susurro. "Sí, efectivamente se ve bastante bien el ambiente."
Ahora estábamos casi totalmente a oscuras.
Tan sólo una tenue luz proveniente del satélite terrestre se introducía entre las ramas de los árboles y entraba tímidamente al vehículo, dejándome admirar el hermoso perfil de ese gordote amoroso que no se percataba de nada.
Me vino un fuerte impulso de lanzarme hacia él, de acariciarlo por todos lados y llenarlo de besos de pies a cabeza. Pero mi imaginación volvió a la realidad. El espacio allí era pequeño como para poder lograr hacer algo con él, casi atrapado entre su asiento y el volante que se perdía en su entrepierna.
"Y cómo logras hacer todo eso que me has contado antes, estando sentados aquí?" Pregunté para que me deleitara con su gruesa voz.
"Es que nos pasamos al asiento trasero." Contestó.
Giré para mirar hacia atrás.
Qué sucedería si le pidiera que fuéramos hacia allí?
No hablé, pero abrí la puerta, me bajé de mi asiento, miré hacia el cielo, oteé por todo el alrededor del lugar como asegurándome que nadie más iba a ser testigo de mi locura... y lenta y disimuladamente me introduje en la parte trasera del vehículo.
Él giró su cabeza para mirarme, sin sospechar absolutamente nada.
"Raúl, debo decirte que el lugar es perfecto. El ambiente sumamente adecuado. Por lo que no creo que haya alguna objeción para lo que te comenté esta mañana." Dije y caí víctima de una desesperación por no dejar pasar un minuto más sin sentir su trozo de carne destilando néctar en mi boca. "Por lo tanto, quieres en verdad que te la chupen como te expliqué hoy?"
"Claro!" Pensó unos instantes. "No veo la hora de que me presentes a la loca esa a la que te estabas refiriendo esta mañana."
Creo que había llegado el momento de revelarle la verdad.
"No, Raúl... no es ninguna loca..." Dije con mi voz comenzando a temblar.
"Oh, perdón!" Dijo en tono de broma y rió a las carcajadas. "No me digas que me vas a presentar a tu propia hermana, loco? Jajajajajaja!"
Como no acompañé su humorada, pensé que fue en ese preciso instante cuando él comenzaba a sospechar de que algo raro había en mi ofrecimiento, mientras yo no le quitaba los ojos de encima en ningún momento.
"Oye, loco... Qué me estás queriendo decir?" Preguntó cambiando el tono de su voz. "Que la persona a la que le gustan los gorditos es en realidad tu hermana?"
No pude ni siquiera sonreír por su completa inocencia, ya que un verdadero estado nervioso me tenía de rehén.
Dios, mío! Ya estaba amando a este tipo!
"No Raúl... lo que quiero decir, es que si quieres recibir la mamada de tu vida, vente aquí conmigo al asiento trasero." Le confesé sin poder soportarlo más.
Hubo silencio absoluto.
Estuvo con su mirada clavada en mí, por espacio de interminables minutos. De repente, miró a través de su propia ventanilla hacia fuera. Luego observó por la otra y finalmente me volvió a mirar. Nuevamente buscó mirando hacia la oscuridad, y terminó posando su vista sobre mis ojos.
"Estás bromeando, verdad?" Preguntó sin ocultar su sorpresa y una extrema seriedad se reflejaba en su rostro, lo que me asustó sobremanera.
"No, en absoluto!" Contesté ya siendo consciente que estaban echadas todas las cartas.
Volvió a mirar hacia fuera hacia los cuatro lados en forma desesperada para alcanzar a ver a alguna persona que por supuesto no vio.
"Jajajajaja!" Rió con ganas nuevamente. "Casi me lo creo. Esto es obra de mis compañeros, verdad? Dónde están escondidos?"
"No, Raúl... no hay nadie afuera." Contesté.
"Anda, loco. Estuvo buena la broma. Pero ya es suficiente." Dijo sin convencerse totalmente.
"No es ninguna broma, Raúl. Mi propuesta sigue en pie." Confirmé.
Ahora su nerviosismo se hizo más visible.
"Me estás hablando en serio, loco?" Preguntó con el último atisbo de duda.
"Sí!"
"Pero por quién me has tomado? Yo no soy un puto de mierda!" Dijo totalmente alterado, y se bajó violentamente del taxi preso de cólera, lo que me hizo asustar de una forma que casi me cago en los calzoncillos.
Dejó su puerta abierta, abrió la trasera y se abalanzó sobre mí.
Forcejeamos durante apenas quince segundos, donde levantó su pierna derecha y apoyó su rodilla sobre mi pecho para mantenerme totalmente inmóvil. Me sostuvo ambos brazos con su mano izquierda para evitar que me pudiera defender y me dio un par de bofetadas en cada una de mis mejillas con la derecha, mientras yo intentaba esquivarlo sin poder lograrlo. Puso mis brazos a disposición de su pierna izquierda, que me las presionó para mantenérmelas inofensivas., lo que liberó su mano zurda, que utilizó para tomarme la mandíbula con fuerza y finalmente alzó la diestra para pegarme un puñetazo en el rostro.
"No, no, no, Raúl... Por favor." Todo se me había descontrolado súbitamente.
Me sentí un verdadero estúpido.
"Te voy a matar, maricón de mierda." Dijo fuera de sí. "Yo no soy puto. Soy muy macho para dejarme coger por un marica."
"No, no..." Dije desesperado mientras algunas lágrimas ya salían de mis ojos tan sólo por haberme imaginado a ese tremendo puño estrellándose contra mi cara.
CONCLUIRÁ.
Si te gustó este relato, no dejes de leer INVASIÓN, del mismo autor: http://www.todorelatos.com/relato/33635/