Gordo imprevisto (1)
CAPÍTULO I: ACCIDENTE. No podía dar crédito a lo que habían visto mis ojos. El tipo parecía un oso. Y no me refiero a un osito. Quiero decir un oso gigante
GORDO IMPREVISTO (1)
CAPÍTULO I: ACCIDENTE.
VIERNES
10:45 PM.
La ciudad tenía un tránsito congestionado y mucho más aún por la ruta interbalnearia, donde una gran cantidad de automovilistas continuaban su éxodo hacia las ciudades balnearias, ya que el calor era agobiante aún a esas altas horas de la noche.
A tan sólo unos diez minutos de recorrido desde los límites de la capital hacia el este, un camino de tierra proveniente desde la penumbra de un bosque se incrustaba en la ruta principal.
A menos de 1 kilómetro de recorrido por ese camino improvisado y apenas iluminado por los rayos de la luna debilitados por ramas y hojas de los árboles, se ocultaba casi por completo el vehículo negro de techo amarillo que lo denunciaba como un taxímetro de alquiler.
Motor apagado, al igual que todas las luces externas e internas, y con tan sólo un movimiento de vaivén, que sus amortiguadores se encargaban de silenciar, quedaba en evidencia que el vehículo estaba ocupado y había alguna actividad dentro de él.
El movimiento era constante y el sonido proveniente de su interior estaba exclusivamente reservado a todo aquel que pudiera acercarse hasta tener contacto mismo con el automóvil.
Un jadeo continuo, sumado a una respiración entrecortada y fuerte similar a los bramidos de una bestia salvaje, lograban acallar los cantos de los grillos que comenzaban a huir despavoridos de los alrededores del taxi que no paraba de sacudirse. La voz gruesa de una persona se escuchaba por momentos a dúo con otros gemidos de placer, demostrando que el éxtasis dominaba a ambos ocupantes del transporte.
Las sacudidas del vehículo se tornaron cada vez más intensas y veloces, hasta que un interminable rugido, tal cual el de un león, logró que los pájaros que descansaban sobre las ramas de los árboles salieran volando súbitamente espantadas por el sonido atronador. Si no fuera por el grito de un hombre, se podría haber asegurado que en el transporte detenido, había un animal a punto de parir.
Unos segundos después, fuera del vehículo se escuchaba el silencio. Dentro del mismo, apenas una respiración potente pero muy espaciada, que fue perdiendo lentamente su fuerza hasta que se tornó normal y finalmente desapareció en forma completa.
Ahora los grillos tomaron más confianza y comenzaron nuevamente a hacer sentir su coro, para volver a romper la quietud absoluta que se había formado.
Por Dios... qué era lo que estaba sucediendo dentro de ese vehículo en medio de la nada?
6 DÍAS ANTES.
SÁBADO
23:55 PM
La luz roja de un semáforo detuvo nuestra marcha.
"Te gustó la película, Junior?
"Claro... Sobre todo me encantó cuando Robocop se queda con la cara al descubierto." Dijo y prosiguió comentando algunos otros pasajes del filme.
Estábamos en camino a su domicilio luego de una velada con cena y función de estreno, como ya nos habíamos prometido compartir hacía un par de semanas.
"Sabes que mi papá aún no puede creer que hayamos salimos vencedores del torneo de truco que organizaron tus patrones?" Dijo de pronto entusiasmado. "Y para serte muy sincero... a mí también me cuesta creerlo todavía."
"No te lo había dicho ya?" Contesté sonriendo. "Tú tienes el triunfo asegurado mientras los contrarios no puedan saber si estás mintiendo o no." Dije y puse nuevamente en movimiento el automóvil ya que la luz verde ya me lo estaba permitiendo.
"No te hagas el modesto." Dijo golpeándome el brazo. "Si apenas he aprendido a jugar... Tú eres el único hacedor de ese triunfo."
"No... cuando una pareja vence, el mérito es siempre de ambos miembros del equipo." Aseguré. "Pero cuando se pierde, la culpa es indefectiblemente del compañero, no de uno."
Ambos reímos a carcajadas.
Tuve que detener el vehículo nuevamente en la siguiente esquina porque la luz de otro semáforo me impedía el paso.
Disfrutamos durante unos minutos de esa risa que demoraba en extinguirse.
Siempre era así entre nosotros. Por más que muchas veces platicábamos acerca de temas variados, incluido los serios, siempre nos acompañaba una atmósfera jocosa y amena.
"Sabes que Coty y yo nos pusimos de novios." Confesó el muchacho una vez que nuestro festejo menguó y todo volvió a la normalidad.
"No sabía...! Oh, brother... me alegro muchísimo por ti!" Le contesté de corazón. "Realmente deseaba escuchar algo así. Parece que has encontrado a una excelente chica."
"Sí, en realidad lo es! No quieres saber los detalles de mi primera cita con ella?" Preguntó.
"No, Junior... tú sabes que jamás te preguntaría acerca de ello." Dije con franqueza. "Te agradezco la intención, pero no tienes por qué contarme cosas de tu intimidad."
"Lo sé... es que insisto en querer contarte. Acaso no somos hermanos?" Preguntó y asentí mientras continuamos la marcha.
"Bueno... Me queda claro que de todas formas, sé que no cejarás en tu empeño de hacer siempre lo que tú quieres." Contesté sonriendo nuevamente. "Así que, está bien... dime de una vez."
"Veo que me estás conociendo un poco más." Dijo satisfecho sin dejar de sonreír. "Es que tengo la necesidad de hacerlo porque quiero que no dejes de darme tu opinión, si ves que necesito de alguno de tus sabios consejos."
"Junior, no seas así! Aún hay veces en que no sé si me tomas el pelo o me hablas en serio. Eso último que dijiste fue una ironía, verdad?" Pregunté.
"No, absolutamente no. Sólo quiero que escuches y me digas si estoy haciendo mal." Dijo seriamente.
"Ok, te escucho." Dije y tuve que clavar el freno nuevamente ya que en el siguiente cruce, otra luz roja apareció de improviso impidiéndonos el paso. "La puta madre que lo parió al que programó la sincronización de estos semáforos. Parece que nos detendremos en absolutamente todas las esquinas."
"Parece que sí." Contestó y me informó acerca de su novia. "Sabes que desde el primer momento en que quedamos a solas insistía en querer chupármela?"
"Junior!!! Por favor, no me cuentes esas cosas!!!" Exclamé atónito.
"No me digas que te horroriza saber acerca de las relaciones con una mujer?" dijo sonriendo. "Qué? Te asustan las conchitas, brother?"
"Claro que no... Pero cómo me vas a contar lo que haces con tu novia en la intimidad?" Pregunté sin ocultar mi sorpresa. "Estás completamente loco!!!"
"Y... sí!... Por qué?... Qué tiene de malo? O acaso aún no te has dado cuenta de lo mucho que tú significas para mi?" Confesó. "No vayas a pensar que estoy ventilando mi intimidad por allí a todo el mundo. Zesna, es que no tengo a nadie más con quién hablar de estos temas."
"Ok, Junior ... tienes un poder de convencimiento tal, como no recuerdo haber conocido otro parecido de ninguna otra persona más con anterioridad." Confesé. "Está bien... anda... cuéntame!"
"Ja! Por eso te quiero tanto, Zesna." Comentó sonriendo. "Bueno te cuento... Resulta que me dijo que se había enamorado de mí desde que me había visto por primera vez en el cerro y quería que yo fuera su primer hombre."
"No me digas que ya te la cogiste?" Pregunté ahora con curiosidad.
"Zesna, tú no crees en realidad en todo aquello sobre lo que predicas, verdad?"
"No entiendo... por qué dices eso?" Dije sorprendido.
"No me dijiste que nunca había que coger sino que siempre había que hacer el amor? Pues , bueno... eso es lo que hemos hecho." Dijo complacido.
"Me sigues sorprendiendo, hermano." Dije honestamente.
Nuevamente seguimos camino por la avenida, pero increíblemente nos tuvimos que volver a detener por cuarta vez y por el mismo motivo.
"Pero la concha de ..." Comencé a decir, pero no pude terminar la frase.
Otro vehículo nos golpeó violentamente por detrás.
"La puta madre que lo parió!!!" Grité furioso, abriendo la puerta violentamente y saliendo de mi automóvil completamente alterado.
Junior salió también del vehículo y juntos fuimos a increpar al distraído conductor.
Era un taxi, y ante la furia en mi rostro y la enorme figura de mi amigo que me escoltaba, el pobre hombre, un tanto mayor de edad, salió de su asiento terriblemente asustado y me pidió mil disculpas.
Es increíble cómo un "Disculpe, señor", puede oficiar de calmante tan efectivo frente a hechos como éste. Lo cierto es que, tan solo eso, logró volverme al estado normal, lo que permitió que tomara nuevamente mi control. El señor me dijo que no me preocupara por nada y que la empresa de taxímetros a la que pertenecía se iba a encargar de absolutamente todos los gastos por los daños que me había ocasionado.
Tan sólo miré el baúl que había quedado un poco hundido hacia dentro y uno de los focos traseros se había hecho trizas. Nada de gravedad.
"Bueno, por suerte no ha sido demasiado." Advirtió Junior, viendo que el sonido estrepitoso que habíamos escuchado tras el impacto, había sido sencillamente bastante más espectacular y que no correspondía en lo más mínimo a lo leve de los daños visibles.
El conductor del taxímetro me dio una tarjeta en la que anotó sus datos particulares, me mostró su identificación y por las dudas, anoté todo lo necesario para darle la información a mi taller mecánico, en caso de necesitar hacer algún trámite con mi empresa de seguros.
"Por favor... haga una evaluación de los costos y pase por la oficina de nuestra empresa donde le abonarán la totalidad de los gastos sin ningún tipo de problemas. No se preocupe por su seguro ya que ni siquiera tendrá que tocar su póliza. Le vuelvo a pedir disculpas, es que parece que estos semáforos están descompuestos, no puede ser que hagan detenerse a uno en absolutamente todas las esquinas." Explicó.
"Efectivamente, tiene toda la razón, señor... Pérez... es lo mismo que estábamos comentando nosotros unos segundos antes... Dígame, hay gente en la oficina mañana domingo? Porque me gustaría tener todo resuelto cuanto antes, ya que yo necesito del vehículo para movilizarme." Dije.
"Sí, por supuesto. Allí hay gente las 24 horas del día, todos los días del año. Está ubicado en un lugar céntrico y lo encontrará muy fácilmente ya que siempre hay una larga fila de taxis en la puerta a la espera de pasajeros."
Nos saludamos con un apretón de manos y continuamos nuestro viaje hacia la casa de Junior.
"Qué tipo pelotudo!" Dijo el muchacho. "Están todo el día en la calle y se piensan que saben conducir. Lo del semáforo no es una excusa válida... debió mantener una distancia prudencial."
No debía dejar de reconocer que mi hermano tenía razón.
"Tienes razón... Ya sabes conducir, Junior?" Pregunté intrigado.
"Sí... papá ya me ha dado algunas clases prácticas. Algunos domingos por la mañana nos vamos por la carretera... Está bueno...!"
Mientras continuábamos el trayecto, le pregunté acerca de lo que me estaba contando antes del accidente.
"Ah, sí... Te decía que le hice el amor. Siempre con condón, eh? Ella quería también que le dé por el culo, pero no pude entrarle por allí. Soy muy grande para ella."
"Junior!!! Te lo agradezco mucho, pero no tienes por qué contarme absolutamente todos los detalles de las cosas que haces con tu novia en la intimidad." Le confesé, sin evitar soltar una sonrisa nerviosa. "Perdona, pero que me haces sentir incómodo..."
"Pero, por qué?" Dijo y me manoteó la entrepierna. "La mierda, Zesna, estás con la pija parada."
"Es que no creas que tu hermano es de piedra." Le dije obligándole a soltar mi erección.
"Pero no entiendo... a ti también te gusta Coty?" Preguntó con dudas en su rostro.
"No, Junior. Si tú sabes que el que me gusta eres tú. Sólo con suponer que ella te excita, se sienta encima de ti, te cabalga como si fueras un caballito y te hace disfrutar... e incluso imaginándome a ti haciéndole el amor hasta eyacular, me pone en este estado."
"La mierda, hermano. Estás hecho una roca." Apuntó.
No hice más comentarios, aunque la sonrisa la mantuve por el resto del trayecto.
"Espero que nunca te moleste que te cuente acerca de lo que hago estando en privado. Me refiero a la parte sexual. Es que me gusta hacerlo... realmente quiero hacerlo, Zesna! Si no lo comparto contigo, con quién crees que lo podría hacer?" Dijo en forma natural. "No tengo a nadie más con quién hablar de mis cosas íntimas."
Mi respuesta no llegó, pero mis ojos se humedecieron por la emoción.
Dejé a Junior en su casa. Tan sólo bajé para saludar a Eduardo y decidí que no debería esperar al otro día para hacer los trámites del accidente.
Antes que nada, fui a hacer la denuncia correspondiente del siniestro a la comisaría correspondiente y acto seguido, y sin perder más tiempo, me presenté directamente en la oficina que me había mencionado el conductor del taxímetro.
Me atendieron amablemente explicándome todo los pasos a seguir y sin complicarme en lo absoluto.
Tan solo tenía que pasar por mi taller, solicitar un presupuesto y llevárselo nuevamente a ellos y se harían cargo completamente de toda la parte económica, dándome un cheque para abonar los gastos del siniestro a nombre del mismo taller.
Cuando salí de la oficina, me topé con el señor Pérez, el que me había chocado, y juntos nos dirigimos hacia la salida mientras me hablaba.
"Te quería hacer una pregunta..." Me dijo. "Tú me habías comentado que necesitabas de tu vehículo ya que tendrás que detenerlo por un par de días, verdad?... Bueno... te comento por si te interesa, que puedes contratar el servicio con que cuenta nuestra empresa, tan sólo dándonos de antemano los horarios en que necesitarías transporte. Con eso te garantizamos un precio fijo bastante menor que el habitual y no tendrás que esperar por un taxi en esas oportunidades en que lo necesitas, ya que te pasamos a buscar por la dirección que tú quieras en cada momento y a la hora preestablecida." Explicó.
"Ah, ya veo... sería como un servicio de remises?" Pregunté.
"Efectivamente!"
"Bueno, muchas gracias por el dato. No lo sabía." Confesé. "Cualquier cosa me pongo en contacto con usted. Que tenga buenas noches." Dije y nos estrechamos las manos.
De todas maneras, si decidiera solicitar ese servicio, él sería la última persona en el mundo a quien acudiría. Si hasta podría haber causado el accidente en forma deliberada para luego ofrecérmelo.
Ja!
Ese soy yo, siempre con mis pensamientos paranoicos.
En el momento en que salí del edificio, algo llamó poderosamente mi atención y me obligó a fijar la vista en un vehículo que estaba pasando frente a mis narices: un taxi conducido por un hombre terriblemente obeso.
"Oh, Dios mío!" Exclamé entre dientes y me volví rápidamente y en voz alta en dirección al señor Pérez que había quedado rezagado. "Oiga... necesito hacerle una pregunta más, por favor." Le dije desesperado. "Cómo se llama ese gordito que va en aquel vehículo?"
"Raúl... por qué?" Preguntó sorprendido.
"Porque creo que es la persona que estaba buscando y necesito hablar con él." Dije sin faltar completamente a la verdad. "Él suele detenerse en esta parada?"
"Sí, aquí mismo. Su horario por lo general es de 5 de la tarde hasta las 10 de la noche, pero los sábados se queda hasta más tarde para recuperar el horario de los viernes, en que suele irse más temprano." Informó.
"Bueno, muchas gracias." Dije.
No podía dar crédito a lo que habían visto mis ojos.
El tipo parecía un oso. Y no me refiero a un osito. Quiero decir un oso gigante. O debería decir "el" oso gigante ya que parecía ser el más grande de todos.
Tan grande parecía el hombre, que me vi impedido totalmente de poder ver a través de su propia ventanilla para el otro lado. Sencillamente me tapaba toda la visual. Era como tres tipos de mi tamaño sentados en el mismo lugar frente al volante, uno encima del otro.
Y eso que no había podido verlo con detenimiento, ya que no estaba a la espera de que alguien así se apareciera de repente y de improviso en mi camino.
"Señor Pérez..." Le grité nuevamente haciéndolo girar sobre sus talones ya que se estaba alejando de mi lado. "Discúlpeme nuevamente. No sabe si Raúl regresa esta noche?"
Echó un vistazo a su reloj.
"Creo que no." Contestó. "Ya cumplió con su horario y ese debería ser su última salida por hoy. Pero seguro que lo encontrarás mañana en el horario que te dije."
"Él no tiene ningún día de descanso?" Pregunté con curiosidad.
"Muy rara vez, ya que es el dueño de su vehículo y tan sólo trabaja 5 horas por día." Dijo dándome alguna información más que necesitaba.
"Bueno. Muchas gracias, otra vez." Finalicé, y me introduje dentro de mi automóvil para irme a casa.
Noté que mi entrepierna ya estaba cargando con el amigo endurecido.
DOMINGO
09:20 AM
Esa noche me había costado una enormidad poder pegar los ojos y cuando finalmente lo logré, pareció como que ya había llegado la hora de levantarme.
Averigüé que mi taller permanecía abierto en esa jornada hasta medio día y fui raudo hacia allí.
Hice todo lo necesario y volví a mi casa con el presupuesto de la reparación en la mano, quedando que dejaría el vehículo en el taller al otro día temprano, para tenerlo de vuelta lo antes posible en el correr de la semana.
Fui a almorzar con mi madre y mi hermano, como era habitual en mis domingos.
"Ayer te ha llamado un ex compañero de clases, Zesna." Me informó mi progenitora mientras comíamos. "Dejó un número de teléfono para que te comuniques con él."
"Te dijo por qué asunto era?" Pregunté.
"Tan sólo me explicó que quería organizar una reunión de ex alumnos del liceo." Dijo y fue hacia la cocina para traerme el papel donde había anotado su nombre y el número.
"Gabriel?" Pregunté apenas leí el nombre. "Gabriel Pereira?"
"Sí, el mismo." Contestó.
Realmente había sabido muy poco de la vida de mis compañeros de clase. No es que no hubiera tenido interés, sino que la vida te suele llevar a veces por caminos distintos.
Me había ido para la capital argentina siendo un adolescente medio irresponsable y me había vuelto hecho un hombre, con mi mente totalmente cambiada tras toda la experiencia vivida. Y una vez que me adapté nuevamente a mi nuevo entorno, el trabajo casi me había absorbido por completo. Cuando había retornado de mi estadía en Buenos Aires, me vi sumergido en un mundo distinto al que conocía antes de separarme de mis afectos y amistades.
Bueno, ahora tendría la posibilidad de por lo menos recuperar el tiempo perdido con respecto a mis ex amigos de la juventud, muchos de los cuales los había venido arrastrando desde mi infancia.
Qué será de la vida de ellos?
El recuerdo me hizo emocionar.
Después de los postres, le conté a mi familia acerca del leve accidente de la noche anterior y apenas me vino a la mente el gordo sentado detrás de su volante, me quedé ansioso por todo el resto de la tarde.
Antes de que el reloj marcara las 4:30, estaba dentro del edificio de taxímetros para hacer todos los trámites necesarios antes de la hora de llegada de Raúl, ya que tenía la intención de sentarme en mi vehículo a la espera del gordote.
No me detuvieron mucho más de veinte minutos en las oficinas y me retiré del local con el cheque a nombre del taller.
Cuando salí, busqué a Raúl entre los conductores y cuando confirmé que aún no había llegado, volví a mi automóvil y decidí sentarme dentro, para no perderme el momento mismo de su arribo.
Recién a las 5:25, y ante mi total desesperación, ya que hasta había supuesto que él no iba a asistir en esa jornada, apareció el vehículo del urso por mi derecha y fue a ponerse al final de la cola de taxímetros.
Su camisa de manga corta, me permitió ver su brazo gordo y peludo que apoyaba sobre el marco de la ventanilla y tan solo eso, logró hacerme tener otra poderosa erección.
Iba a analizarle el rostro que veía desde allí, cuando con su mano izquierda acomodó el espejo exterior.
"La mierda... qué dedos gordos y largos!" Exclamé en voz alta.
También demasiado peludos.
Esos dedos no contenían ningún anillo.
Ahora sí, fui con la mirada hacia su rostro.
El hombre debía rondar los 40 años de edad y con tan sólo verle el rostro, uno se podía imaginar la gordura total de su cuerpo. De cachetes prominente, bigotes gruesos, barba sin afeitar de dos días, un poco pelado sobre la frente pero con bastante pelo sobre el resto de su cabeza y bastante despeinado.
Noté que una abundante transpiración, producto del caluroso día que estábamos viviendo, le caía por el costado de su oreja y toda su mejilla izquierda y casi como un reflejo habitual lo secaba con el dorso de su mano derecha una vez cada tanto.
"Papito, cómo me gustaría lamerte ese sudor." Dije, y aún con la fuerte erección que tenía, me salí del vehículo, sin importarme en lo absoluto que algún oficial de policía me pudiera detener ante la sospecha de que pudiera estar cargando con un arma oculta, sin tener la licencia correspondiente para hacerlo.
Crucé y fui en dirección hacia el taxi de Raúl, pero en vez de quedar parado en plena calle para hablar con él por su propia puerta, preferí hacerlo directamente por la vereda, como para poder verlo mejor desde el lado del acompañante.
Cuando me acerqué y me agaché apoyando mi brazo sobre el marco de la ventanilla, casi me muero de un infarto. El obeso llevaba puestas unas bermudas, dejando al aire libre una buena parte de sus imponentes muslos, las colosales rodillas y las gruesas y peludas piernas. Calzaba unas ojotas enganchadas entre su gordo dedo pulgar y el vecino, que parecían como dos pezuñas incrustadas en esos anchos tobillos. Todo se veía muy apetecible y casi me caigo de espaldas allí mismo, en forma literal y sin pecar de exagerar en lo más mínimo.
"Hola!" Le dije con una voz que me salió demasiado más temblorosa de lo aconsejable.
Tenía la radio encendida y se movió un tanto hacia delante alargando su brazo derecho para bajar el volumen y poder oírme mejor.
Menos mal que no me había escuchado correctamente, así me dio tiempo durante ese pequeño instante para controlar mis emociones, respirar hondo y volver a tener mi control habitual.
"Hola!" Repetí.
"Hola!" Me contestó.
Su voz era firme.
Muy gruesa. Casi como con eco. Aunque tal vez esa era una sensación estrictamente personal, ya que ese "hola", me quedó retumbando en los oídos por largo rato.
"Mira...!" Comencé diciéndole. "Resulta que uno de los conductores de taxis de aquí me ha chocado el vehículo." Le dije señalándolo al otro lado de la calle, lo que comprobó girando la vista hacia su izquierda.
La mierda!
Su oreja tenía los lóbulos más grandes que jamás había visto antes. Y mojados!
Me pasé la lengua por sobre los labios superiores en forma reiterada.
Y ese culo apoyado en su asiento terriblemente hundido sería sin ningún lugar a dudas, lo más sabroso que mi lengua hambrienta pudiera probar alguna vez.
Definitivamente, ese urso que había aparecido en forma fortuita en mi vida, no se me debería escapar de ningún modo.
Miré ahora a cada uno de los dedos de esa mano derecha que tenía apoyada sobre el volante y tampoco le vi allí ningún anillo de matrimonio.
Obviamente, y luego de ver sus falanges, adiviné que eso tampoco sería una garantía fehaciente de que no fuera casado. Es que la gordura de los mismos hasta podrían impedirle el paso de cualquier aro, por más grande que éste fuera.
Inmediatamente pensé en mi propio aro!
Deseé en ese momento sentir ese tremendo pulgar en mis entrañas y que me desgarrara totalmente moviéndolo para la derecha e izquierda, para arriba y abajo, y hacia fuera y hacia adentro, lo más rápido y violentamente posible y sin quitarlo de dentro de mi culo en ningún momento.
Literalmente, deseaba que me violara salvajemente con ese monstruoso dedo.
Mi miembro hecho piedra, comenzó a despedir ahora abundante líquido viscoso y casi instintivamente lo apreté contra la chapa de la puerta del vehículo. Eso hizo que me excitara aún más. Es que algo perteneciente a ese gordote estaba acariciando mi erección.
"Y yo qué tengo que ver con eso, loco?" Preguntó de pronto y con curiosidad, volviendo su mirada nuevamente hacia mí, cosa que me obligó a levantar la vista de sus tetas para verlo a los ojos.
Me gustó que me llamara "loco", ya que lo estaba en realidad, desde la noche anterior en que lo había descubierto como un habitante más de este planeta.
"Es que tengo que detener el auto por unos días y quería asesorarme por un servicio que me acabo de enterar que tienen ustedes, sobre el alquiler de los taxis por horarios fijos." Expliqué no dejando de observar que su camisa estaba totalmente húmeda de transpiración y que la vestía desabotonada hasta por debajo de sus pechos; aunque aún así, los cubría casi por completo.
"Ah, sí, loco... Y deseas que yo te dé ese servicio?" Preguntó.
"Y... sí... si fueras tan amable de aconsejarme acerca de ello, seguro que sí. Salvo que tengas algún inconveniente." Dije sin ocultar mi entusiasmo ante la posibilidad de ver a este gran oso la mayor cantidad de tiempo posible, y a solas.
"No.. cómo voy a tener problemas?" Dijo y ahora bajó el volumen de su voz. "Podemos hacerlo de dos maneras: legal en la oficina... o directamente de palabra entre tú y yo, lo que obviamente te saldrá bastante más económico."
La sola idea de tener algún tipo de complicidad con él, me excitó sobremanera, y obviamente no hubo una segunda opinión al respecto.
"Definitivamente prefiero hacerlo contigo de palabra." Contesté y en voz baja para que nadie más pudiera escuchar y no comprometerlo en esa pequeña transacción ilegal que estábamos a punto de cometer.
"Entonces sube al asiento trasero." Me dijo.
Cuando despegué mi entrepierna de la puerta, no pude menos que sonreír ya que había dejado allí una gran aureola de humedad.
Apenas abrí la puerta trasera para disponerme a ocupar el asiento, el conductor del taxi delantero le lanzó un grito.
"Hey, gordo puto. Hay que respetar la fila, eh?" Sin embargo no pareció un insulto en absoluto, sino tan solo una broma entre amigos.
"Gordo puto yo? Por qué no vienes a comprobarlo y me chupas la pija!" Le devolvió gritando con esa voz ronca y gruesa en tono jocoso y ambos se echaron a reír a carcajadas.
"Disculpe... si usted necesita a alguien que le chupe la pija, aquí me tiene!"
Por supuesto que ese no fue más que un deseo, pero que me moría de ganas de hacérselo saber lo antes posible como para ir ganando tiempo.
Miré su nuca y su cuello todo transpirado y casi me abalanzo por encima de los asientos para chuparlo todo.
No quise imaginarme la humedad que podría tener en esos momentos en su propia entrepierna ni tampoco en la raja de su culo.
La boca se me llenó de tal forma que casi me ahogo en mi propia saliva.
Por más que con anterioridad siempre me veía excitado por los gordos que veía, esta vez esa excitación venía acompañada de una desesperación casi incontrolable.
Desesperación tal vez producida por la abstinencia involuntaria de sexo a la que me había estado sometiendo últimamente, ya que no conseguía encontrar a algún gordote para menguar mis deseos y ayudarlo a satisfacer los suyos.
Esa misma desesperación, me inundaba de ganas de abrazar a ese oso, desnudarlo completamente rajándole toda la indumentaria con mis propios dientes, dejar trabajar a mis labios y lengua por todo su cuerpo y por el resto del día, incluida la noche, y permitirle a él, hacer conmigo todo lo que le viniera en gana.
Todo!
Absolutamente todo, sin excepción alguna.
Me refiero a transformarme en su exclusivo esclavo.
Tal vez hasta en su prostituto personal.
Cuando me vuelvo loco como en este caso, suelo decir algunas estupideces, pero puedo asegurar con plena certeza, que en este momento lo decía muy en serio.
Definitivamente quería ser su prostituto personal!
Y en ese preciso momento estaba dispuesto a hacer absolutamente todo lo que fuera posible para lograrlo.
Estacionó el vehículo a las dos cuadras.
"El tema es así, loco." Dijo una vez que apagó el motor y giró su cabeza lo máximo que su cuerpo apretado contra el volante le pudo permitir. "Tendrías que darme los horarios en que necesitas del taxi; más o menos el tiempo necesario para los traslados y obviamente los lugares de salida y de destino. Es casi como si alquilaras un remise. Yo te puedo dar el servicio particular porque soy el dueño del vehículo y no tengo que dar cuentas ni explicaciones a ningún patrón. Si no fuera así, tendrías que contratar indefectiblemente el servicio en las oficinas con los costos correspondientes que por supuesto son bastante más onerosos."
"Entiendo." Dije.
Me detuve en una parte de la frase que dijo: "Yo te puedo dar el servicio particular..."
Creo que yo estaría dispuesto a pagar cualquier precio para que cumpliera con su promesa sin importar a qué clase de servicio pudiera estar refiriéndose.
O mejor dicho, asegurándome con anterioridad de que ese servicio al cual hacía alusión, era en verdad un servicio oral, manual y/o anal.
Una culeada, una mamada, aunque más no fuera una lamida. A esta altura me conformaría hasta con un abrazo a pechos desnudos, refregando los míos en forma desesperada contra esas tetas que se adivinaban tremendas y que se veían pobladas de vello por doquier.
Tomó una libreta y una lapicera de encima de la consola del vehículo y comenzó a escribir.
Me estaba resultando sumamente difícil intentar mantener la concentración en lo que hacía. Toda mi mente se mantenía ocupada casi en forma exclusiva en desnudar esa anatomía que se veía sabrosa en grado sumo.
"Cuál es tu nombre, loco?" Preguntó.
Su pregunta me despertó de mi trance. En realidad me estaba resultando difícil poder focalizar mi concentración. Casi no lo escuché.
Debo reconocer sin embargo, que habíamos comenzado bien. Quiso saber en primer lugar cómo me llamaba. Sólo faltaba que él me dijera el suyo, para presentarnos oficialmente.
"Me llamo Zesna." Le informé.
"Yo me llamo Raúl." Dijo.
"Mucho gusto!" Le dije y le lancé mi mano para obligarlo a que la estrechase.
En realidad me hizo sentir algo incómodo, ya que su posición lo complicaba bastante para darme su diestra, simplemente la levantó y yo no perdí la oportunidad de tan sólo tocársela.
Casi quedamos electrocutados con el contacto. Mi mano se perdió dentro de la suya que era inmensa, y la sentí tremendamente cálida, a pesar de que sus gordos dedos estaban mojados y bastante ásperos.
Me doy cuenta perfectamente de la atracción física que me causa esa clase de contactos cuando estrecho una mano, pero en ese preciso momento, también tenía casi la absoluta certeza de que esa persona que tenía sentada en el asiento delantero, era un pan de Dios. Me refiero a que además de ser un tipo común y sencillo, no tenía maldad alguna. Tal vez inocente, pero que definitivamente era un buen tipo sin ningún tipo de dudas.
Me vino el impulso de hacerle mil preguntas.
Tenía la urgencia de conocer si era casado o vivía sólo. O más bien, para mantener mi coherencia de no mentir, la intención de esa pregunta era sencillamente para saber si él solía dormir sólo o acompañado por las noches.
Literalmente hubiera matado en ese momento por estar revolcado con él en su propia cama o de igual modo en la mía, pero sintiendo ese tremendo cuerpazo peludo, caliente y mojado apretado contra mi piel, probando y compartiendo nuestros respectivos jugos.
También me hubiera gustado conocer más acerca de sus actividades sexuales, si es que tenía alguna.
Raúl parecía un tipo calmo. Casi se podría decir que calmo hasta por demasía, lo que me confirmaba la primera impresión que me había causado acerca de que él era buena gente.
Su voz gruesa pero pausada hacía escapar de su boca alguna ordinariez de vez en cuando, como para hacerme notar que su nivel cultural no era el mejor, pero eso no tenía nada que ver con su conducta, ya que siempre me hablaba con respeto e invariablemente terminaba una de cada tres frases con la palabra "loco", que a estas alturas imaginé que lo utilizaba como un latiguillo para referirse a determinadas personas.
A continuación, me pidió que le diera la mayor cantidad de detalles que me fuera posible acerca de los momentos en que yo necesitaría del transporte.
Estuve a punto hasta de decirle que necesitaba que me llevara a upa desde mi cama hacia el baño cada vez que lo necesitara. Y no tan sólo por el par de días que el taller demoraría en entregarme de vuelta mi vehículo reparado, sino por el resto de mi vida.
Le di todos los detalles que me solicitó.
Debía pasarme a buscar por el edificio de apartamentos a la mañana temprano, salvo al día siguiente en que debía ir a encontrarme en el taller, ya que a partir de allí me quedaba sin el vehículo; y luego debía pasar a buscarme a las 8:10 de la noche por la tienda. Si surgía algún otro viaje extra se lo podría comunicar en el mismo momento en que nos encontráramos.
Disfruté ese perfil de oso peludo regordete que tenía la cabeza gacha mientras anotaba los datos en su libreta. Le recorrí todo el contorno de su cara. Casi pude saborear su oreja empapada de sudor y estaba tan concentrado en poder espiar más por dentro de su camisa desabotonada mientras él escribía, que no presté atención a sus palabras por unos instantes.
Es que la atracción que sentía por él era inaudita y mi mente estaba acelerada en cuanto a supuestos encuentros sexuales y futuros revolcones, teniéndolo a él mismo como acompañante.
Sólo me desperté completamente de mi hipnosis temporaria cuando pronunció la palabra "coger", como final de una pregunta.
"Qué?" Le pregunté totalmente sorprendido.
Levantó la vista de la libreta por primera vez y me miró.
"No estabas escuchando lo que te decía, loco?" Preguntó.
La mierda!
Posiblemente me estaba perdiendo de algún ofrecimiento que me hubiera hecho. Debía admitir que él tenía razón: yo no lo había estado escuchado.
Pero por mostrarle respeto no le podía decir la verdad, admitiéndolo.
Me habrá preguntado si yo lo quería coger a él, o era él mismo quien se estaba ofreciendo para cogerme a mí.
En realidad no me importaba. Para hacer honor a la verdad, haría lo que él quisiera en forma indistinta.
Zesna, estás totalmente loco de remate!!!
Cómo se te ocurre que este obeso te va a preguntar algo referente a tener sexo con él?
Deliras, Zesna!!!
Sin embargo, yo había escuchado la palabra "coger". No había ninguna duda al respecto.
"Sí, claro que sí." Contesté.
"Qué quieres decir con Sí? Que me estabas escuchando, o es tu respuesta a mi pregunta.?" Quiso saber y me dejó más preocupado todavía, por no saber absolutamente nada acerca de lo que se estaba refiriendo.
"Ambas... sí, te estaba escuchando... y sí, es la respuesta a tu pregunta." Mentí. "
"O sea que quieres coger, loco?" Reafirmó su pregunta.
"Si, sí, sí! Claro que sí! Definitivamente sí!" Contesté saliéndome de la vaina, ahora que se confirmaba mi suposición.
Finalmente Raúl era homosexual?
Debía reconocer que nunca lo hubiera sospechado en absoluto. En realidad no daba con el perfil.
"Jajajajaja. Veo que estás desesperado. No quisiera saber cuánto tiempo hace que no coges, loco."
"No sabes cuánto! Bastante!!!" Contesté entrando ya más en complicidad con él. No lo podía creer. Al fin se me estaba dando una. "Y las ganas se me acrecientan mucho más aún tratándose de alguien con un culo inmenso y con tetas muy grandes."
"Oh, veo que eres de los que no le importa en lo absoluto qué hay entre las piernas y por debajo del ombligo." Preguntó para calentarme aún más. "Sólo te importan tetas y culos?"
"No, en lo absoluto. Estoy dispuesto a comerme lo que sea..." Dije entrando en una excitación que se estaba tornando insoportable. "Si es chiquita, me gusta chuparla como si fuera un caramelo. Y si llega a ser grande, tampoco me importaría, porque puedo abrir la boca lo más grande posible para comérmela de un solo bocado."
"Jajajaja! Te aseguro que es grande..." Informó."Y muy jugosa."
"No importa. Me la como absolutamente toda. Me encanta secarla completamente con la lengua." Dije preso de éxtasis y a punto de tener una eyaculación involuntaria.
"La mierda, loco... cálmate porque me estás calentando." Dijo llevando su mano a la entrepierna
"Sí, sí." Dije totalmente fuera de mí. "Vamos ahora mismo, por favor."
"No, ahora mismo no. Por un problema de horarios, viste? Pero toma..." Y me dio una tarjeta. "Llama a este número entre las 8 y las 9 de la noche o entre la 1 y las 2 de la tarde, cualquier día de la semana."
Tomé la tarjeta.
No lo podía creer!
Todo esto estaba realmente demasiado fácil.
"Atienda quien te atienda, debes preguntar por La Pocha, entendiste?" Aclaró.
"La Pocha???" Pregunté sorprendido.
"Sí." Dijo sonriendo. "Nada de nombres verdaderos... eh, loco?" Y me hizo un guiño.
Sonreí.
Así que hasta le gustaba hacerse el marica?
Y supongo que hasta le gustaría vestirse de mujer.
No lo puedo creer!
Sólo imaginarme a ese gigante oso peludo en tanga hizo que juntara mis piernas lo más apretadas posible, para evitar la emisión de mi esperma que se hacía cada vez más inevitable.
"No me esperaba esto, Raúl. Sinceramente... No sabes cómo tengo el pene en este momento. Duro y totalmente bañado de líquido... Necesito una mamada urgente."
"Jajajajaja, Ya me pareció que estabas recaliente, loco. Eso de la mamada... creo que hasta podría ser. Todo es negociable, pero vas a tener que esperar por lo menos hasta la noche." Dijo y comenzó a mover el volante para la derecha y para la izquierda en forma lenta primero, y cada vez más rápidamente. "Yo me la tengo más fácil." Dijo.
"No entiendo . Qué quieres decir?" Pregunté sin disimular mi estado.
"Es que el volante me roza los genitales y cuando se me para la pija me la froto así." Dijo sin detener la sacudida.
O sea que también la tenía erecta!!?
"Y no tienes miedo de eyacular?" Pregunté para saciar mi morbosidad.
"No. Es que demoro una eternidad en lograrlo, loco. Pero se siente muy rico." Dijo y echó su cabeza hacia atrás apoyando la nuca sobre el respaldo del asiento, separando un poco más sus piernas y empujando su abdomen hacia delante mientras movía el volante en forma enloquecida para sentir la frotación sobre su miembro.
Sus ojos estaban cerrados y los graves sonidos guturales que sus labios cerrados impedían salir, eran todo el escenario y sonido que mis ojos y oídos podían encontrar dentro del vehículo.
"Ay, Raúl, por favor! No seas así... cómo me gustaría ir ahora mismo...!" Dije como un deseo que necesitaba satisfacer cuanto antes.
"No!" Dijo en forma terminante. "Te dije que no, loco. En este horario es imposible."
Lo cierto es que no cesó con esa paja improvisada por lo menos durante los siguientes cinco minutos y cuando finalmente se detuvo, me llevó de nuevo al frente del edificio de taxímetros.
En el trayecto, le pregunté si continuaba teniéndola dura y me contestó que sí; y que él también mataría por una mamada en ese mismo momento.
Ay, Dios!!!
Me despedí de él con un apretón de manos y me la impregnó de transpiración.
"Bueno, loco. Hasta mañana a la mañana, entonces, donde te paso a buscar por el taller." Me dijo.
"No entiendo. Quedamos en que llamaba a este número esta noche para coger." Dije mostrándole la tarjeta que aún tenía en mi mano izquierda.
"Sí. Claro. No te olvides de preguntar por La Pocha. Entendiste, loco?" Y me hizo otro guiño.
"Ah!" Exclamé. "Ya entiendo..."
Le devolví la guiñada y crucé la calle para introducirme dentro de mi propio vehículo.
Arranqué y doblé por la primera esquina hacia la derecha y apenas desaparecí de su vista, estacioné el vehículo.
Me lamí y relamí la mano derecha completamente empapada del sudor de ese terrible obeso.
Ahora entendía!
Raúl no aparecería hasta el otro día a la mañana.
Yo cogería con su otro yo. Con "La Pocha".
Me reí, porque no me podía imaginar a ese macho peludo vestido de mujer. Tal vez hasta dejara de lado su voz gruesa y masculina para hablarme en forma afeminada.
No pude bajar mi erección en todo el trayecto hasta mi departamento y cuando llegué, tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no caer en la tentación de masturbarme, así que me metí bajo la ducha fría, que finalmente me terminó de calmar, ya que aún faltaba bastante para las 8 de la noche.
Salí del baño y miré el reloj:
6:49:20 PM
La mierda!
La hora no transcurría más.
Me hice un par de emparedados, los devoré y volví a mirar el reloj:
6:59:52 PM
No lo podía creer!
Parecía como que se hubiera detenido el tiempo o en el peor de los casos el aparato tendría un desperfecto.
Volví a mirar el reloj para comprobarlo.
6:59:58 PM
6:59:59 PM
7:00:00 PM
7:00:01 PM
Bueno, por lo menos funcionaba correctamente.
A medida que nos aproximábamos a la hora señalada, mi miembro se percató de ello y comenzó a emitir líquido sin siquiera tomarse la molestia de ponerse duro.
Era como que estuviera concentrado. Tal como los jugadores de fútbol antes de los partidos. Si de partidos de fútbol se tratara, éste debería ser catalogado definitivamente como la misma final de un campeonato mundial, por la excitación y el deseo de tan solo poder llegar a estar con ese gordo.
Mi pene seguía sereno, descansando, pero sin poder contener el abundante líquido preseminal que me hizo sacarlo afuera para secarlo con mi dedo y llevármelo a la boca. Eso ocurrió en varias oportunidades a lo largo de esa interminable hora entre las 7 y las 8.
Encendí el televisor para distraer mi mente, pero mi miembro pensaba en forma totalmente acéfala. Bueno, aunque en realidad sí tenía una cabeza en forma literal.
Repentinamente recordé el recado de mi madre y saqué la tarjeta de mi bolsillo.
Marqué el número.
"Hola, Gabriel?" Pregunté apenas me atendió el teléfono.
"Zesna, que alegría escuchar tu voz!" Contestó y ambos nos emocionamos.
Estuvimos rememorando momentos vividos por más de media hora hasta que le pregunté acerca de la reunión de ex alumnos.
"Sí, me encantaría reunir a la mayor cantidad de gente. Sabes que no puedo ubicar a Martín. Tú podrías?" Preguntó con dudas.
"Martín Benítez? La verdad que no. Sabes que he perdido contacto totalmente con todo lo concerniente a mi época estudiantil. Es que me he ido para la Argentina luego de que desaparecí del liceo y cuando volví, no tuve más remedio que ponerme a trabajar y eso realmente, casi ocupa todo mi tiempo."
Le facilité los números telefónicos donde podría contactarme directamente para que me informara de los avances de su gestión y que me confirmara cuándo sería la reunión apenas lo supiera.
"Supongo que dentro de dos semanas, pero te lo confirmo apenas logre ubicar a más compañeros." Dijo. "Ya somos como quince."
"Qué bien!" Exclamé.
Miré mi reloj y ya pasaban de las 8.
Me excusé, diciéndole que debía hacer otra llamada; nos despedimos y corté la comunicación.
Busqué la otra tarjeta conteniendo el número de "La Pocha".
Sonreí.
Marqué el número.
Ocupado!
Volví a marcar.
Ocupado nuevamente!!!
Mierda!!! La desesperación me estaba abrazando lentamente.
Estaba empapado en transpiración. Fui al baño a asearme y de paso me volví a secar los genitales que ya los tenía inundados nuevamente.
Volví a tomar el teléfono. Disqué por tercera vez.
Ahora sí, sonaba!
Ay, Dios. Me moría por sentir la voz gruesa del obeso diciéndome: "Cójeme papito... Entiérramela hasta el fondo... Déjame chuparte la pija, loco"
Sería realmente todo tan fácil como se me había presentado en esta oportunidad?
CONTINUARÁ.
Si te gustó este relato, no dejes de leer TRAICIÓN, del mismo autor: http://www.todorelatos.com/relato/34703/