Gordo de las 6 en punto (5)

CAPÍTULO V: JUEGOS PELIGROSOS.Apoyé mi mejilla sobre su gorda teta, y sentí su pezón erecto por sobre su prenda que se apretaba contra mi pómulo izquierdo.

GORDO DE LAS 6 EN PUNTO (5)

CAPÍTULO V: JUEGOS PELIGROSOS.

Es muy difícil de explicar, pero el contacto de sus labios con los míos me hizo comprender muchas cosas.

Antes que nada supe con sólo sentir su beso, que Junior me quería de verdad.

No me estaba mintiendo.

No, por lo menos en el fuerte sentimiento que él decía que tenía hacia mí.

Muy pocas veces tuve la plena certeza, tan sólo con recibir un beso, de estar ante alguien a quien yo le importaba mucho.

Lejos de sentirme mal por ese beso, tuve un bienestar interior que respondían varias de las preguntas que me había formulado con anterioridad.

Junior era ante todo un amigo.

Nunca haría algo que me dañara.

Por ende, era una persona de fiar.

Debía suponer entonces, que tendría que admitir con más fuerza, la posible credibilidad de toda la historia que él había compartido esa noche conmigo.

Me estaba haciendo pensar muy seriamente que lo último que él quería era dañar esta amistad que tenía conmigo. Y no podría estar mintiéndome con esto.

No debería estar haciéndolo!

Me quedé tranquilo, porque fue tan sólo un beso lo que me robó. Pudo haber hecho lo que él hubiera querido conmigo. Estaba a su entera disposición y no podría haberme resistido si él hubiera querido hacer cualquier otra cosa conmigo. Pudo haberme acariciado y hasta jugado con mis genitales si se lo hubiera propuesto y sin haber hecho demasiado esfuerzo desde la posición en que se hallaba en ese momento, ya que yo estaba demasiado aturdido y me sentía débil, casi sin fuerzas, como para poder siquiera intentar evitarlo.

Sin embargo no lo hizo. Sólo me estampó un inofensivo beso en los labios.

Simple.

Un poco húmedo por haberlo hecho debajo de la ducha.

Sin lengua.

Pero cargado de erotismo y de amor.

Finalmente, se había sacado el gusto. Me había dado ese beso que lo obsesionaba y que yo le negaba constantemente.

Él lo disfrutó mucho.

Y para ser muy sincero, yo también.

Realmente no había sido tan traumático como yo pensaba.

En realidad no había dejado de ser más que un inofensivo beso.

La lluvia seguía cayendo sobre nuestros cuerpos y nuestra escasa indumentaria ya se estaba tornando casi invisible de lo tan mojada que estaba.

Sus caricias de afecto sobre mi rostro no cesaban.

Cerró el grifo de la ducha.

Se puso en pie y fue hacia el placard de donde extrajo dos toallas.

Verlo parado allí, mirándole esos imponentes pezones gigantes y oscuros , sumados a esos rollos deliciosos que se transparentaban a través de toda su camisilla mojada, me mataba de ganas de llamarlo para que apretara su cuerpo contra el mío nuevamente.

Me dio la espalda, se quitó la prenda para dejarme ver tan sólo por unos segundos la impresionantemente ancha espalda mojada, y se puso una de las toallas sobre los hombros que ocultó parte de su torso, lo que me impidió continuar deleitándome la vista; volvió a ponerse de frente y se acercó, para envolverme con la otra.

Me levantó con sus brazos sin esforzarse en demasía, me llevó y me depositó sobre la cama de una plaza en la que yo había intentado pasar la noche. Una vez allí, me frotó el pelo con la toalla, luego el resto de la cabeza, el pecho, los brazos y las piernas. Él hizo lo mismo con su propio cuerpo y se quitó los calzoncillos. Su gran vientre me impidió obsevar sus genitales, pero la forma tan natural como se desnudó completamente en mi presencia, me seguía haciendo notar lo mucho que este muchacho me quería y me reafirmaba lo tanto que confiaba en mí.

Lo hizo como si se hubiera tratado de algo rutinario, sin mediar nada extraño de por medio. Como si fuera lo más normal del mundo hacerlo delante de un amigo sin ninguna intención sexual.

"Quieres que yo te seque lo que falta, o lo vas a hacer tu mismo?" Preguntó sonriendo, refiriéndose a las partes ocultas por mis calzoncillos.

Me los quité, tapándome en todo momento con la toalla, pero Junior no dejó de observarme como para poder espiar lo que yo no le permitía ver.

"Tráeme unos interiores secos de mi bolso, por favor." Le pedí y fue hasta él para traerme lo que le solicité.

En su camino de vuelta hacia mí, llevó la prenda a su nariz y aspiró fuerte.

Él no tuvo empacho en realizar eso delante de mí y eso me sentir muy mal, porque cuando yo hice lo mismo con los suyos, no me animé a hacerlo en su presencia.

Se paseó delante de mí totalmente sin ropas y sin avergonzarse por ello. Pude comprobar que los hematomas los tenía en ambos glúteos. Realmente me entristecí con ese panorama.

"Junior, ponte los calzoncillos, no quiero que estés modelando delante de mí en pelotas." Dije como obligándole a hacerlo.

Fue a su dormitorio y cuando volvió, traía puestos unos slips ajustados de color blanco que me excitaban aún más que verlo desnudo.

Sus nalgas redondas, bien formadas y completamente paradas dentro de esa prenda, me volvían aún más loco ya que se veían totalmente apetitosas.

También se había puesto una nueva camisilla, que le quedaba más justa que la anterior, y que le contorneaba todo el ondulado cuerpo.

Dios mío!

Una vez que estuve seco, me puse los calzoncillos y sin darme respiro, y sin soltar palabras, el muchacho me alzó nuevamente trasladándome hacia su dormitorio donde me depositó sobre la cama de dos plazas.

"Me gustaría que te acostaras conmigo. Sólo para sentir tu cuerpo ‘calientito’ otra vez pegado al mío." Dijo como suplicando.

"Ni lo pienses!" Exclamé esperando que no insistiera ya que temía terminar rindiéndome a sus solicitudes.

"Zesna, tú no comprendes que a pesar de que me atraen los obesos, tú me excitas demasiado. Eso no debería impedir que podamos estar juntos, ambos completamente en pelotas, ya que quiero que sepas que la amistad que nos une es la única culpable de que me contenga y no te haga el amor violentamente y en este mismo momento." Dijo de pronto y para mi asombro, mirándome a los ojos mientras permanecía aún parado al costado de la cama.

Observé su rostro para ver una sonrisa que me indicara que estaba gastándome una broma. Por supuesto que la sonrisa no apareció, y caí en la cuenta de que su comentario fue extremadamente serio.

Miré su entrepierna para comprobar que algo estaba latiendo allí por dentro de su slip y haciendo fuerza desde adentro para levantar su panza hacia arriba.

Me repetí a mí mismo lo que acababa de escuchar, para evitar alguna mala interpretación. No conforme con eso, le exigí que me lo reiterara nuevamente, y lo hizo sin inmutarse, palabra por palabra.

"Eso no es cierto, Junior. No lo vamos a hacer porque yo no quiero." Le dije demostrándole que su dicho me había puesto molesto y para que le quedara bien en claro.

"No, Zesna. Si no fuéramos amigos, nada impediría que te violara salvajemente para satisfacer todos mis deseos sexuales." Replicó dejándome atónito. "Y si yo lo quisiera de ese modo, tú no podrías hacer nada para evitarlo."

"Pero quién te crees que eres?" Dije enojado. "Tú estás muy equivocado, Junior. Veo que estás muy mal acostumbrado. Por Dios, hasta diría que te estás comportando como un perfecto maleducado. Te piensas que todo el mundo gira alrededor tuyo y que tú puedes hacer lo que te venga en gana con todas las personas? Pues de diré que no es así. Yo no soy como tú piensas, no me puedes comprar como a los demás, y no lograrías que yo hiciera algo que no quisiera hacer."

"Está bien, Zesna. No te preocupes. Ya te dije que no te haré nada porque somos amigos." Dijo con una calma tal, que me irritaba aún más.

"Es que tú no entiendes." Dije aún más furioso todavía. "Tú no decides. Es mi decisión, no la tuya."

"Muy bien, pero sólo porque somos amigos." Dijo y sonrió.

Eso hizo que la ira me abrazara por completo.

"No estás escuchando, Junior. Si no fuéramos amigos, tampoco eso ocurriría." Dije.

Me miró y su sonrisa no se borró de su rostro.

"Zesna, si no fuéramos amigos, tú no podrías impedir absolutamente nada de lo que quisiera hacerte." No sabía qué era lo que me molestaba más, si lo que me estaba diciendo, o su sonrisa burlona, o bien su manera tan calma de hablarme. El único que había perdido la compostura era yo, no él.

"Pues, sólo inténtalo." Le espeté.

Me miró, ahora seriamente borrando la sonrisa de sus labios. Posiblemente no se esperaba mi reto.

"No... olvídalo. Es que no quiero perder tu amistad." Dijo al cabo de unos segundos, ahora con un atisbo de preocupación en su rostro.

"No te preocupes; tan sólo quiero una demostración de lo que me harías si no fuéramos amigos. Te prometo que eso no dañará de ningún modo nuestra relación." Dije ahora estando seguro de que

él estaba presumiendo.

Su rostro cambió instantáneamente. Ahora su preocupación dio paso a algo que traduje como parecido a la desesperación.

"Qué te sucede? Quiero que me lo demuestres. Tú no puedes gobernar al mundo, Junior. Quién te crees que eres? Darth Vader controlando al imperio y rigiendo el destino de toda la galaxia?" Dije sarcásticamente, y ahora el que sonreía era yo.

Dudó un segundo y noté su tremendo nerviosismo.

"Anda, demuéstramelo." Le dije sin dejar de alentarlo.

Seguía convencido de que el muchacho se había ido de boca y que estaba fanfarroneando.

"Zesna, olvídalo... Sí?" Sus palabras parecían más bien un ruego para que terminara la conversación allí.

Pero yo ya me había enfurecido totalmente. Quería darle un escarmiento que seguramente estaba necesitando y su padre no le podía dar.

"No, no lo voy a olvidar. Quiero que me demuestres qué harías si no fuéramos amigos." Repetí una vez más.

Ahora tan solo me miraba sin parpadear.

"Anda, qué sucede?" Decidí continuar retándolo para terminar de convencerlo a que tan solo hiciera un intento. "Te asustaste?"

"No... Es que si lo hago te enojarás conmigo." Contestó tímidamente.

Eso me convenció de que estaba buscando una excusa para disculparse.

"Está bien, Junior. Discúlpate conmigo y te perdono." Le dije.

"Me perdonas? ... Pero, por qué?" Preguntó y eso continuó enfureciéndome.

"Cómo por qué?" Dije totalmente fuera de mí. "Porque quieres tomarme el pelo y te das cuenta que al menos conmigo no lo puedes hacer."

"No... yo..." Balbuceó.

"Pues ahora te puedes liberar del embrollo en que te has metido, tan sólo con una disculpa." Le informé.

"Está bien, Zesna." Dijo y cuando pensé que vendría algún lamento de parte suya, o tal vez una súplica, o bien la disculpa que estaba esperando, simplemente se puso de costado encima de la cama, para quedarse enfrentado a mí de perfil.

"Qué haces?" Pregunté.

"No me pediste una demostración?" Preguntó, pero me seguía pareciendo a un ruego. Aún su mirada ocultaba implícitamente alguna súplica para que lo detuviera.

Cada vez estaba más convencido de que el muchacho había dicho algo sin pensar, y que nunca tuvo realmente las ganas de realizarlo.

"Estará todo bien, Junior. Sólo demuéstrame a qué te referías con eso que me dijiste que me harías." Insistí sin embargo para darle un escarmiento.

Me abrazó lentamente por el cuello.

No me resistí a eso.

Acercó su rostro y presionó sus brazos levemente como para sujetarme y ahora sí, ya no pude detenerlo.

Acercó su boca a la mía, la evité y él se apretó contra mi cuerpo hasta que me empujó para dejarme de espaldas contra el colchón y acto seguido se subió encima de mí.

Se me cortó la respiración al sentir todo ese peso apoyado sobre mi cuerpo.

Lo comencé a golpear sobre los muslos para que se saliera de allí. Primero suavemente y luego lo más fuerte que la posición me lo permitía.

"Recuerdas que me gusta el castigo?" Dijo con una sonrisa. "Sigue así que me estás excitando aún más de lo que estoy."

Me tenía a su absoluta disposición, y por más que yo me movía para los cuatro costados intentando evitar todo lo que me pudiera hacer, me sentía literalmente una víctima indefensa. Él permanecía inmutado haciendo totalmente caso omiso a mis empujones y golpes que lo molestaban menos que un mosquito.

Puso toda su humanidad apoyada sobre mi vientre, inmovilizándome las piernas con las suyas.

Sentía presión.

Sentía dolor.

Sentía placer!

Ahora con sus manos me sostuvo la cabeza para detener todo movimiento y que no intentara resistirme.

Acercó su boca hasta dejarla a milímetros de la mía.

Forcejeé para poder zafarme, pero todo esfuerzo era inútil.

Estaba de tal modo sobre mí, que lo único que me permitía mover eran los brazos, aunque estaban completamente impedidos de hacer más nada que aletear como un colibrí herido.

Miró detenidamente mis labios y luego dirigió su mirada a mis ojos que estaban poco menos que aterrorizados por estar en esa situación bastante incómoda.

Pasó su lengua sobre mis labios en forma reiterada para demostrarme que estaba en control total de la situación, hasta que adosó finalmente los suyos a los míos y me besó; primero suavemente, y luego entrando paulatinamente en un estado de desesperación que hicieron temer por mi seguridad, ya que hasta me mordisqueó levemente lo que hizo que la herida se volviera a abrir, y un fino hilo de sangre manchó uno de sus propios labios. Extrajo su lengua, me tocó la herida con ella, se la llevó teñida de rojo de nuevo para dentro de su boca y la saboreó.

Ahora sus movimientos eran como si él fuera un lujurioso obseso sexual, lo que posiblemente lo cegó por unos instantes y perdió el control total de sus acciones.

"Me haces daño, Junior." Le dije al no poder aguantar más tiempo sus 160 kilos de peso que estaban casi íntegramente descansando sobre mi cuerpo, descuido que atribuí tan sólo por verlo víctima de una ceguera, producto de esa excitación irrefrenable y que iba gradualmente en aumento.

"No te gusta?" Preguntó.

"No!!!"

De pronto sentí que su pierna se apoyó directamente encima de mi erección.

"Tu amiguito dice todo lo contrario." Dijo y sonrió.

Sin embargo, aflojó la presión, pero sin siquiera intentar salirse de donde estaba, por lo que eso me hizo percatar que todo estaba muy lejos de finalizar.

Ahora estaba en posición de sapo. Con sus rodillas apoyadas a ambos lados de mi cuerpo contra la cama, con ambas piernas arqueadas hacia adentro y con sus pies haciendo fuerza hacia fuera y hacia abajo, como si fueran dos garras impresionantes, inmovilizando fuertemente mis piernas. Su panza apoyada levemente sobre mi pecho, sus codos sosteniendo su propia humanidad, sus brazos inmovilizando parte de mis brazos y con ambas manos sujetándome la cabeza, y su propia boca y lengua maniobrando a gusto sobre mi rostro.

Todo me pareció terriblemente erótico, y no pude menos que imaginarme que él mismo estaba encima de mí con sus piernas bien separadas, y aunque con sus calzoncillos puestos, debería tener su agujero bien abierto por la posición en que se encontraba, apuntando directamente hacia el techo de la habitación.

Pasó su lengua por toda mi cara y luego lamió nuevamente mis labios llevándose nuevamente parte de mi sangre con su lengua.

Realmente me dio vergüenza por no poder defenderme. Nunca pensé que pudiera llegar a estar en tal situación con nadie, pero mucho menos que ese alguien fuera un chico de tan sólo 15 años.

En mi vientre sentí de repente una punzada fuerte que comenzó a presionar hacia abajo. Fui consciente que eso era su erección ya que la hizo latir un par de veces y permaneció apretándola contra mi cuerpo.

Después de que me humilló de la forma como lo estaba haciendo, y tras lamidas reiteradas que sólo finalizó cuando él mismo decidió hacerlo, echó todo su cuerpo hacia mi lado izquierdo, me tomó fuertemente del brazo derecho y sin darme cuenta siquiera ya estaba boca abajo contra el colchón con la cabeza enterrada en la almohada.

Fue increíble.

Me dio vuelta como quien hace lo mismo con la página de un libro. Sin esfuerzo, sin ningún tipo de obstrucciones ni interferencias. Me inmovilizó nuevamente con sus piernas y brazos y otra vez se me subió encima de la misma forma en que estaba anteriormente.

Ahora uno de sus codos me presionaba sobre la espalda para impedir mis movimientos y con sus piernas seguía manteniendo las mías prisioneras.

Sentí que apoyó su gorda lengua en mi nuca y que fue descendiéndola, lamiéndome toda la columna vertebral hasta el comienzo de mi trasero; me bajó violentamente los calzoncillos hasta las rodillas y con la palma de su mano me acarició una nalga, y luego de recorrerla en toda su extensión, tomó la otra e hizo lo mismo.

"Ya es suficiente, Junior." Le dije de boca para afuera, pero en mi interior realmente deseaba que ignorara mi demanda y que prosiguiera con sus acciones.

No satisfecho con lo que había hecho, ahora posó su mano en mis testículos por detrás y comenzó a acariciarme desde allí hacia arriba, explorándome toda la raja del culo en el trayecto con uno de sus dedos presionando levemente como para hacérmelo sentir. Por más que hice un esfuerzo por cerrar mis piernas, me fue totalmente inútil el poder tan solo moverlas. Cuando tocó mi agujero, se detuvo, lo rodeó y siguió hacia arriba por toda mi espalda hasta llegar hasta mi cuello. Una vez allí, comenzó el recorrido inverso, y esta vez el viaje de retorno tuvo como único destino mi orificio anal.

Me presionó el culo con uno de sus dedos y eso lo hizo excitarse aún más.

Ahora en forma desesperada, abrió aún más cada una de mis piernas con ambas suyas, y con la presión de ellas, me las mantuvo completamente inmóviles. Me tenía bien abierto y a su entera disposición y yo ni siquiera me podía mover por lo que todo intento de resistirme continuaba siendo inútil.

Tenía todo su peso sobre mis piernas, y con uno de sus brazos me mantenía inmóvil contra el colchón.

Volví a realizar algún tipo de forcejeo, pero cada vez que lo intentaba, sentía un dolor impresionante en las piernas, por lo que lo máximo que pude conseguir fue hacerlo reír y burlarse de mí en forma socarrona.

"Eso es todo lo que puedes hacer para defenderte?" Dijo entre una carcajada y la otra.

Estaba a su merced completamente, pero la excitación me ganaba en forma total. No pude dejar de pensar en que él mismo me había advertido que podría violarme. Tal vez en lo más íntimo de mi ser, era lo que yo buscaba en realidad. Que alguien como él terminara finalmente por romperme la virginidad.

"Está bien, Junior, te creo." Dije desesperado. "Me has convencido. Termina aquí tu demostración."

Ciertamente mi desesperación llevaba implícita la súplica de que no se detuviera. Estaba rendido inconscientemente a estar totalmente a merced de este chico.

Por suerte hizo caso omiso a mis ruegos; se acomodó mejor sobre mi culo y sentí que puso dos de sus dedos sobre orificio anal, me acarició el centro mismo y presionó con cada dedo para un lado distinto como para abrírmelo y mantenerlo así lo más posible. Sentí dolor. En ese momento, acercó su rostro a mis labios anales, y sentí algo húmedo y áspero sobre ellos, por lo que adiviné que fue su lengua la que arremetió contra mi agujero. La introdujo levemente y me estampó un beso. Acto seguido, volvió a la posición anterior, y me rozó el ano con el dedo pulgar que sentí extremadamente más gordo y áspero, y que no dejó de presionar fuertemente como para intentar meterlo en mis entrañas.

La puta madre, quería meterme el dedo dentro. Eso me causaba dolor, pero todos los que han pasado por eso, ya saben que ese dolor es sinónimo de placer.

"Ya basta, Junior. No quiero que continúes." Dije sin demasiada convicción, ahora haciendo fuerza para cerrar mi culo inútilmente ya que sus dedos allí me lo estaban impidiendo.

Comenzó el roce desesperado de su dedo gordo contra toda mi zona anal que invariablemente terminaba con una fuerte arremetida como intentando penetrarme, pero que nunca llegaba a consumar; y a continuación volvía a repetir el juego.

El dolor dio paso inmediatamente a la excitación y por más que le rogaba que no continuara, mi subconsciente anhelaba que finalmente realizara la penetración. A esta altura, hasta la estaba exigiendo desesperadamente.

Un par de presiones más y una ínfima cantidad de líquido proveyó una lubricación que humedeció mi ano. Seguramente se había salivado para poder lograrlo mejor.

Las presiones continuaban y ahora sentí cómo me humedecía toda esa zona con la yema de su dedo que intentaba ingresar dentro de mis entrañas. Y cuando creí que esta vez sí lo haría, inesperadamente se detuvo otra vez en el umbral.

Lo quitó completamente y comenzó a rozarlo en forma salvaje y desesperada alrededor de los labios para terminar presionando nuevamente sobre el agujero, pero ya no volvió a intentar introducirlo más adentro.

Acercó nuevamente su rostro a mi trasero y comenzó a lamer en forma eufórica, llenándome de saliva toda la zona.

Se incorporó otra vez y continuó su arremetida con la punta de su pulgar. A partir de ese momento, sólo me abría el orificio, pero sin presionar. Ahora todo su cuerpo se movía acompasadamente tal y como si me estuviera violando.

La puta madre!

No sólo me rozaba con el dedo, sino que simulaba culearme.

En determinado momento, sentí nuevamente la presión de su pulgar muy fuerte como queriendo introducirlo dentro mío y haciéndome sospechar que esta vez, sí se animaría a hacerlo finalmente. Apenas ingresó la yema de su dedo, cuando nuevamente desistió del intento, quitándolo y tan solo manteniéndolo mientras lo frotaba en la antesala de mi orifico.

Comenzó a mover su pulgar de arriba abajo y de derecha a izquierda y cada segundo que pasaba, sentía aún más húmeda toda la zona, por lo que adiviné que continuaba agregando continuamente más saliva todavía, para una mayor lubricación.

Frotó innumerables veces su gordo pulgar contra la entrada de mis entrañas, haciéndome desear desesperadamente ser penetrado de una vez por todas.

El placer que sentía no lo había experimentado nunca con anterioridad.

"Junior, haz algo con ese dedo." Rogué finalmente con un débil susurro que la almohada ahogó por completo. "Por favor! Entiérramelo de una puta vez."

Mi desesperación por sentir dentro mío aunque más no fuera su gordo dedo, era realmente intolerable, y eso mismo oficiaba de anestesia contra el dolor que me causaban sus movimientos.

De pronto un gran caudal de líquido comenzó a bañarme el culo y comenzó a descender cuesta abajo por la raja hacia mis testículos, y de allí hasta las sábanas. En un principio supuse que continuaba salivando para aún más lubricación, pero al no detenerse el flujo, supuse lo peor. El dolor de mi culo me hizo asustar, ya que supuse que finalmente me habría logrado desgarrar. A pesar de que no había consumado la penetración, estaba tan dolorido que tenía la certeza que estaba mojado de mi propia sangre, mientras el muchacho se movía en forma muy nerviosa encima de mi, como si estuviera temblando. Seguro que había visto la sangre y se había asustado.

Sus movimientos se detuvieron completamente.

Un "Lo siento, Zesna", me confirmó que estaba aterrado por el daño que me había hecho.

Se salió de encima mío y cayó rendido a mi costado derecho con su cara haciéndome percatar del tremendo susto que tenía.

Yo estaba con todo el cuerpo acalambrado como si me hubiera pasado una aplanadora por encima. Sus ojos me miraban fijamente y su expresión era indescriptible.

No había sonrisa en su rostro, pero estaba terriblemente mojado por la transpiración. Parecía haber salido recién de la ducha.

Tal vez se vislumbraba algo de cansancio por el esfuerzo, pero definitivamente demostraba haber caído preso de una travesura y posteriormente seducido por una vorágine de excitación, cayendo víctima de algo imposible de parar. Definitivamente su rostro denotaba también un grado alto de preocupación por haberme lastimado de esa forma, y en espera de no ser objeto de ninguna reprimenda.

"Por un momento pensé que finalmente me meterías el dedo dentro, Junior." Le dije.

"No era mi dedo, Zesna." Contestó simplemente sin dejar de mirarme directo a los ojos.

Lo único que atiné fue a llevar la mano hacia mi trasero. Aún con la cabeza apoyada en la almohada, humedecí mis dedos con el líquido espeso y llevé la mano mojada hacia mi rostro para terminar de darme cuenta que ese gran lago abundante que estaba mojando mi ano no era mi sangre como había supuesto, sino que era su propio semen.

Miré a Junior que me miraba fijamente sin atreverse a mover ni siquiera los párpados, y conteniendo la respiración.

"Sin rencores, verdad?" Me dijo muy seriamente, aún con la respiración terriblemente agitada. "Me prometiste que no te irías a enojar conmigo. Zesna, me lo prometiste."

"En verdad me hubieras violado si no fuéramos amigos?" Le dije ahora aterrorizado por ser finalmente consciente de lo que sucedió y lo que pudo haber sucedido en realidad.

"Casi no me puedo contener, Zesna. Casi lo hago, y ahí si que no me lo hubiera perdonado nunca. En verdad me hubiera gustado hacerte el culo ya que además tenía tu permiso. Pero no lo pude hacer, porque te respeto mucho." Sus ojos me estaba pidiendo disculpas por lo que había hecho. "Tú insististe, Zesna. No te enojes conmigo, eh? Nunca más me vuelvas a poner en una situación así, como esa."

"Por Dios, Junior. Debes controlarte. No puedes andar por el mundo cogiéndote a cualquiera que se te venga en gana." Dije aún con el agujero dolorido y latiéndome desesperadamente y mis testículos totalmente empapados y pegajosos por el esperma del muchacho, que continuaba goteando desde mi raja. "Lo único que falta es que me hagas sentir culpable por lo que acabas de hacer."

"Es que lo eres!" Dijo sin sonreír. "Tú insististe."

Lo miré nuevamente y su mirada me estaba pidiendo perdón. Noté por primera vez que su rostro se ensombreció. Estaba realmente triste.

"Ven aquí!" Le dije y arrastró su cuerpo hacia mí sin despegarse de las sábanas.

Lo abracé con un brazo y él completó ese abrazo con sus dos poderosos tentáculos que momentos antes me tenían prisionero.

Nos apretamos fuertemente el uno contra el otro.

"Junior, te voy a dar un consejo." Dije y como no me interrumpió, proseguí. "Quiero que sepas que yo nunca cojo. Simplemente hago el amor. Tampoco violaría a nadie..., jamás. Ni me acostaría con alguien que no estuviera de acuerdo en hacerlo conmigo. Prefiero hacerme una paja a tener sexo con una persona por la cual no siento algo especial cuando estoy con ella, y que el sentimiento no sea recíproco. Posiblemente haya alguna excepción, y hasta eso estaría bien, pero no es la norma general." Hice una pausa y tras varios segundos de silencio, le pregunté. "Entiendes lo que quiero decir?"

"Creo que sí." Contestó con su voz suave y acurrucándose aún más, para apoyar su cabeza contra mi hombro izquierdo, y apretando aún más fuerte su abrazo.

Por más que era yo el que intentaba darle consejos a él, no recordé cuándo había sido la última vez que alguien me había dado una lección a mí, como la que acababa de recibir de parte de él.

No era Junior el que se quería llevar a todo el mundo por delante, sino yo mismo.

Era yo el que creía que podía mover todos los hilos del resto de la gente como si fueran títeres.

Quién me había dado esa facultad? Quién me había asegurado que todos iban a hacer lo que yo quisiera y que podría persuadirlos siempre para que cumplieran todos mis deseos y caprichos?

Qué era lo que me llevaba a pensar que nadie podría enfrentarme como lo había hecho Junior?

Mejor dicho, qué me llevaba a pensar que nadie podía enfrentarme y vencerme como lo había hecho él?

No podía ser tan soberbio de siquiera suponer que yo era el que decidía el destino de todos los gordos del mundo.

"Zesna..:" Dijo interrumpiendo mis pensamientos. "Sabes que te quiero mucho, verdad?"

"Sí." Dije sin siquiera pensarlo y de una forma completamente instintiva.

Fui consciente en ese momento de que pudo haberme violado y hasta con mi permiso, sin embargo no lo hizo. Estoy seguro de que a último momento se arrepintió, ni siquiera intentó continuar penetrándome y eyaculó afuera.

"Te podré contar siempre las cosas que me suceden?" Preguntó dubitativo.

"Por supuesto! Qué clase de pregunta es esa?"

"Es que así tan grande como me ves, soy bastante inseguro y no tengo muy alta la autoestima. No sé, pero muchas veces no me gusta ser tan gordo, entiendes?" Su pregunta me sonó muy dulce. "Además soy sumamente miedoso."

"Claro, bebé. Claro que te entiendo." Dije y nuevamente apretó su abrazo y pegó su cuerpo más fuerte contra el mío. "Qué deseas hacer ahora?"

"Sólo estar así, Zesna. Abrazados bien fuerte. Sintiendo tu calor corporal." Dijo y repitió. "Sólo así... me gusta mucho."

Sólo lo convencí de apartarnos por unos segundos, para cubrirnos con las sábanas, y acto seguido retomamos la posición anterior.

No sé qué sucedió luego, pero cuando desperté, seguíamos rodeados mutuamente por nuestros brazos. Ambos acostados frente a frente, abrazados en forma muy fuerte y yo aún con los calzoncillos bajos hasta mis tobillos. Nada sexual, sólo irradiando afecto, cariño y amor.

Él estaba roncando y su aliento me daba de lleno en la boca, lo disfruté unos momentos y le estampé un beso sobre los labios.

Le miré el rostro dormido durante unos segundos.

Cómo quería a este muchacho!

Me escurrí de entre sus brazos, y aparté las sábanas que nos cubrían.

Su enorme cuerpo me excitaba sobremanera. Noté que sus calzoncillos también descansaban por debajo de sus rodillas. Su panza monumental me impedía ver más arriba de sus muslos, pero toda la visión me hizo ganar una erección poderosa.

Fui descendiendo hasta tener mi rostro pegado a una de sus rodillas, donde pasé la lengua, dejé un beso, y comencé a lamer hacia arriba, hasta que mi nariz chocó su panza.

Sus ronquidos no menguaban, por lo que me decidí pasarme al otro lado, para quedar por detrás de él. Vi sus glúteos golpeados y otro sentimiento de protección me inundó terriblemente, los toqué con mi mano y acerqué mi boca y le estampé un beso en cada nalga.

Miré el reloj y pasaban 10 minutos de las 6 de la mañana.

Volví a cubrirnos con las sábanas, y esta vez comencé a pasar mi mano derecha por debajo de su camisilla, acariciándole su inmensa espalda hasta alcanzar su hombro, que fue lo máximo que mi posición podría cubrir. Era increíble!

Su espalda no terminaba nunca!

Cuando llegué al límite, pasé mi brazo izquierdo por debajo de su cuello, y fui por su pecho. También introduje la mano por el interior de la prenda y me encaminé en la búsqueda de su pezón. Cuando lo tuve entre mis dedos, se lo acaricié en forma circular.

Me encantaba estar en esa posición de "cucharita" con él.

Con ese escenario, teniendo la orquesta sinfónica de sus ronquidos como fondo musical, y asiéndome de él fuertemente por detrás, con una mano en su espalda desnuda y con la otra sobre su teta, me aferré lo más firme que me fue posible, como quien toma un barril en forma muy fuerte evitando que se escape, y por más que me esforcé en llegar a tocarme una mano con la otra, sabiendo que sería inútil alcanzarla, terminé por desistir de mi intento y nuevamente me dormí.

Cuando desperté, lo fui haciendo paulatinamente. No abrí los ojos para disfrutar todas las sensaciones que estaba sintiendo en ese momento, lentamente.

Todo estaba igual a como lo recordaba.

Sentía el cuerpo hirviendo de Junior pegado a mi cuerpo. Mi cabeza apoyada en su inmensa espalda, mis brazos continuaban rodeándolo, mi mano derecha comenzó a moverse para percatarse que aún tocaba su hombro y la izquierda reconoció el pezón entre sus dedos.

Mis piernas se frotaron contra sus gordos muslos y mis pies rozaron los suyos.

Todo estaba igual al momento que recordaba cuando me dormí.

Excepto por una cosa.

Ahora un silencio absoluto inundaba el dormitorio.

Los ronquidos del muchacho no se escuchaban.

"Junior?" Pregunté con la voz casi como un susurro, por las dudas que aún estuviera durmiendo.

"Sí?" Contestó confirmándome lo que sospechaba.

"Estás despierto?" Le dije estúpidamente.

"Esta es la primera vez que dormimos juntos y amaneces a mi lado, por lo que te preguntaré tan solo para confirmarlo. Siempre eres tan pelotudo cuando despiertas por las mañanas, o sólo los domingos?" Cuestionó haciendo referencia a mi pregunta idiota.

Estaba inmóvil. Sólo sintiendo mis manos sobre su cuerpo. Tal vez disfrutándolas.

"Me quieres decir qué es lo que estás haciendo ahí detrás de mí?" Preguntó.

Comencé a retirar mi mano izquierda de su teta, pero él la tomó y la llevó nuevamente adonde estaba.

"No dije que quitaras las manos de allí. Tan sólo pregunté qué estabas haciendo." Insistió. "Estás detrás de mí y yo con los calzoncillos bajos... Uhm... Eso se ve terrible, verdad?" Su tono era serio.

Luego de estar así como diez minutos, se dio la vuelta para quedarse de frente a mi.

"Si no confiara en ti, posiblemente pensaría que estabas haciendo algo inapropiado. Pero confío ciegamente en ti, Zesna. Sólo me gustaría que tú también lo hicieras." Pidió.

Nos vimos a los ojos.

Se movió un poco más para quedarse aún más cerca de mi cuerpo.

"Ven!" Me dijo y con su mano me llevó la cabeza hacia su pecho.

Apoyé mi mejilla sobre su gorda teta, y sentí su pezón erecto por sobre su prenda que se apretaba contra mi pómulo izquierdo.

Como un reflejo, puse mi boca en contacto con esa protuberancia, y la besé.

Junior suspiró y con su mano se levantó la camisilla, dejándome su aureola gigante a milímetros de mis labios, y a mí mismo gratamente sorprendido ante lo inesperado de su acción.

Sin palabras, tomó por segunda vez mi cabeza que comenzaba a alejarse, y no cesó en su empeño de acercarme muy dulcemente otra vez a su seno, que tomó con la otra mano tal y como lo hace una madre para alimentar a su bebé, y sólo se detuvo cuando tuvo su terriblemente erótico pezón dentro de mi boca.

Cerré los ojos y totalmente decidido a no continuar resistiéndome inútilmente, comencé a mamar suavemente esa sabrosa parte de su cuerpo.

Me odié a mi mismo por ser tan débil. No era capaz de poder negarme a ninguna de sus invitaciones.

Esto era realmente inapropiado?

Quería hacer lo correcto, pero no podía distinguirlo de lo que no lo era. No podía separar el bien del mal. El muchacho me tenía realmente embrujado, hipnotizado. Él estaba decidiendo qué hacer y qué no.

Me vi asustado. Era la primera vez que algo así me sucedía.

O en realidad, no.

Pensándolo mejor. Siempre había hecho lo que los gordos me pedían. El tema era que siempre me pedían cosas que yo quería hacer.

Y cuál era la diferencia en esta oportunidad?

Acaso él no me pedía cosas que yo también deseaba hacer?

Sí!

Definitivamente, sí!

Sin ningún lugar a dudas, reconocí que me gustaba jugar con él. Casi diría que nada era totalmente sexual. Había mucho erotismo en esta relación.

Y cuál era el motivo.

Sencillamente, él mismo lo estaba evitando. Era él mismo el que no quería ir más allá.

Pero por qué?

Era como que yo no tenía ni voz ni voto en absolutamente nada.

Por más que había algo que me frenaba totalmente, me refiero al hecho de que él era menor de edad y eso me tenía en ese estado de desesperación conflictiva de no decidirme completamente a realizar lo que mi interior deseaba y me pedía a gritos, él mismo se encargaba de que yo no llegara a cometer mi pecado.

Mientras le chupaba el pezón, él descargaba innumerables besos sobre mi cabeza, sus pies ahora acariciaban los míos y sus manos me exploraban todo el rostro.

Por Dios! Si hasta pareciera que el que era un niño era yo, y era él quien me estaba cuidando a mí, y no viceversa.

Estuvimos así por más de media hora, y antes de que el reloj marcara las 7 de la mañana, determinamos de común acuerdo que ya era suficiente.

Fui al baño.

El semen de Junior se me había secado en el culo y en los testículos. Me higienicé, oriné y fui hasta la cocina para poner dos cucharadas de café en la cafetera antes de encenderla.

Cuando volví a la habitación, Junior estaba destapado y completamente despatarrado encima de la cama. Continuaba acostado, con las piernas abiertas, con sus calzoncillos bajos y sus genitales seguían estando completamente ocultos por su abundante panza caída.

.

"Buen día, Zesna!" Me dijo oficialmente.

"Buen día, Junior!" Le contesté.

"Zesna, sabes que nunca, pero nunca me voy a olvidar de este fin de semana?" Dijo con un suspiro mientras se desperezaba.

"La verdad es que yo tampoco." Dije llevándome la mano hacia el culo y poniendo cara de dolor.

Ambos reímos.

"Ven... dame un beso." Me pidió sin moverse de su lugar.

Como si fuera una orden, me apoyé sobre la cama con las rodillas y esta vez fui al encuentro de su boca con la mía.

Nuestros labios se juntaron y sonó un chasquido doble que rompió el silencio en la habitación.

Ambos sonreímos mientras volvía a separarme de su rostro.

"No estaba seguro que me lo fueras a dar, finalmente." Confesó.

Le pregunté si solía desayunar con café o prefería alguna otra cosa.

"Bueno habitualmente desayuno varios tipos de frutas y luego panqueques con chocolate bañados con caramelo, jugo de naranjas, medias lunas con jamón, tostadas con manteca y dulce de leche acompañado con leche chocolatada o café con leche." Me informó.

"Pues hoy te vas a cagar, ya que aquí no tenemos ningún chef que te pueda dar todos esos gustos." Le dije con una carcajada. "Te vas a tener que conformar con café con leche y galletitas."

"Pues entonces que sea el café con galletitas. Pero el café con bastante leche, puede ser?" Me dijo y él mismo lanzó otra carcajada cómplice.

"Muy bien. Quieres ducharte antes?" Pregunté.

"No, es que no puedo hacerlo sólo." Dijo resignado.

"Por qué no?" Quise averiguar.

"Una señora me ayuda en casa ya que no puedo llegar a mi espalda." Confesó.

"Yo te podría ayudar, si tú quieres." Dije como por impulso, sabiendo que lo peor ya había pasado.

"En serio?" Dijo entre contento y sorprendido, y le comenzaron a brillar los ojos.

"Sí, quiero demostrarte que ya confío en ti." Dije honestamente.

Junior abrió el grifo de la ducha y lo puso a la temperatura de su agrado.

Comencé a enjabonarle la interminable espalda muy lentamente, para que no me impidiera a mí mismo disfrutar con el trabajo inesperado; continué con sus axilas, para lo que me invitó a hacerlo sin soltar palabra, tan sólo con levantar sus gordos brazos y apoyarlos sobre su cabeza contra los azulejos. Sus piernotas se abrieron y se separaron de forma tal, que adiviné que también quería que le pasara el jabón yo mismo por entre los muslos. Descendí por su espalda, pasando por sus voluminosas nalgas; le enjaboné totalmente ambos muslos, bajé por una de sus piernas con el jabón en mi mano derecha, y con la izquierda fui masajeándolo hasta llegar a su grueso tobillo. Repetí la labor ahora con su otra pierna, también desde donde finalizaba su nalga hasta lograr llegar hasta su pie. Entonces lo levantó y me arrodillé sobre el piso; lo tomé con ambas manos enjabonadas previamente, y comencé a hacerle masajes mientras el agua de la ducha eliminaba la espuma. Los dedos de los pies eran terriblemente gordos, y me vino el impulso de metérmelos en la boca, cosa que pude resistirme con mucho sacrificio y terminé finalmente venciendo a mis tentaciones. Cuando su pie estuvo limpio de jabón, realicé la misma operación con el otro. Cuando hube terminado, me puse en pie, le dejé el jabón en su propia mano para que siguiera por el resto de su cuerpo y me dispuse a salir del cuarto de baño.

"Zesna, no te vayas." Me rogó. "Ven debajo de la ducha conmigo."

Ay, Dios!

Me moría de ganas de volver a abrazarlo, de sentirlo pegado nuevamente a mi cuerpo.

Dudé un instante y él mismo salió de la ducha, me tomó del brazo y me condujo bajo la lluvia. Yo vestía únicamente mis calzoncillos que ya estaban completamente empapados.

Me apretó suavemente contra los azulejos de las paredes con su panza y con el dorso de una de sus manos, me acarició el rostro mientras con la otra le pasaba jabón a mi pecho.

"No, Junior." Le dije como una última súplica. "Esto no está bien."

Como respuesta me tomó fuertemente con ambas manos por los hombros, como para inmovilizarme por completo.

Fue con sus labios a encontrarse otra vez con los míos y tampoco en esta oportunidad intenté resistirme.

No sé por qué.

Tal vez porque sospechaba que sería inútil cualquier intento que pudiera hacer para evitarlo. Tal vez porque me estaba siendo demasiado claro que Junior solía obtener finalmente absolutamente todo lo que quería.

Tal vez porque yo mismo quería hacerlo nuevamente y no me animaba.

Lo cierto es que me propuse hacérselo fácil y rendirme tan sólo a disfrutar el momento.

Sentí su beso suave y gustoso y me sentí cómodo.

Rozó mis labios con su temblorosa lengua un par de veces como solicitándome permiso, hasta que se lo concedí. Apenas abrí mi boca, su lengua se introdujo dentro en forma muy lenta y exploró con ella alrededor de mis dientes y sobre mi paladar. Noté sin embargo mucha timidez en sus acciones.

Abrí apenas los ojos, para comprobar que él los tenía cerrados.

Mi miembro comenzó a reaccionar al estímulo.

Apartó su boca de la mía, tan sólo por unos instantes.

"Junior, por favor." Dije sin siquiera mover la cabeza hacia uno de los lados. "No sigas."

Era inútil. Hasta yo mismo deseaba hacer algo más con él. Creo que ambos lo estábamos necesitando.

Finalmente pensé algo que nunca dije pero que creo que él tuvo presente desde el mismo día en que nos conocimos por primera vez: "Junior, haz lo que quieras conmigo."

Cuando lo volví a mirar, nuevamente juntó sus labios a los míos, y otra vez su lengua se metió en mi cavidad bucal.

Ahora su mano que aún poseía el jabón, se introdujo lentamente por dentro del elástico de mis calzoncillos. Tan sólo abrí un poco las piernas para finalmente permitirle que hiciera lo que él quisiera, y nuevamente me sorprendió, ya que cuando llegó a mi parte más peluda, detuvo su camino.

Nuevamente, sin explicación alguna, retiró su mano de allí, pero ahora fue su muslo derecho el que fue en busca de mi entrepierna y se detuvo un instante cuando se estrelló con mi erección.

Rozó mi miembro duro con su pierna, lo apoyó sobre él y comenzó a friccionarlo mientras notaba mediante sus jadeos que comenzaba a excitarse.

Sentí como se levantaba la panza con una mano y apoyaba sus propios genitales desnudos contra uno de mis muslos.

Su masa gelatinosa era bestial. Testículos inmensos y un miembro más grande de lo habitual en una persona de su tamaño, que mediante una fuerte presión logró nuevamente que me percatara de cada instante de su proceso de erección.

Por todos los cielos.

Era correcto todo esto que estábamos haciendo?

Quería resistirme, pero una fuerza superior me lo impedía.

Debía pensar por lo tanto que era yo quien estaba siendo violado, pero con mi propio consentimiento?

Estaba confuso y aturdido.

En verdad me sentía como estar acompañado de un amigo. Uno que me gustaba y me excitaba sobremanera.

Mis sentimientos estaban encontrados; un conflicto se había desatado en una lucha feroz en mi interior.

Y lo peor era que yo estaba impávido, dejando que los acontecimientos siguieran sucediéndose, que todo continuara su curso normal, que Junior prosiguiera con su cometido, y que fuera él mismo quien guiara completamente las acciones.

Me había quedado claro que el muchacho era prácticamente el director de toda esta extraña relación desde el comienzo. Estábamos haciendo absolutamente todo lo que él se proponía. Lo que le venía en gana. Todo lo que él quería. Y si todo no iba más allá de lo que ocurría, era sencillamente porque él mismo era el que lo estaba evitando.

Pero... por qué?

Yo estaba realmente como hipnotizado. Me sentía como un sonámbulo rindiéndome a todos sus caprichos.

Qué me estaba sucediendo?

Estaba literalmente fascinado con este muchacho.

En realidad y para ser honesto, no me estaba quejando ya que me gustaba, y mucho, estar literalmente en sus garras. La lucha que habíamos tenido antes y la violación fingida a la que me había sometido después, me habían excitado en una forma inusual.

Era una sensación diferente a todas las que había vivido con anterioridad, me refiero a sentirme forzado a hacer cosas que no estaba seguro de querer hacerlas con él. Simplemente me resistía a realizar esas acciones que inevitablemente sabía que me volvían loco y tan sólo por el hecho de que él era quien era.

Quién iba a pensar que el muchacho tranquilo y supuestamente inocente que conocía, era en realidad un malvado que estaba dispuesto a experimentar con toda clase de juegos y perversiones para hacerme caer en sus redes de seducción?

Me estaba seduciendo realmente?

En verdad, eso no era necesario pues ya estaba completamente seducido por ese chico, aunque él lo ignoraba.

Era realmente malvado este muchacho?

Tal vez mi imaginación me estaba haciendo ir en ese sentido. Mi imaginación y mi loca paranoia de estar siempre alerta con él.

Y si todo fuera tan simple como él decía y era yo el que buscaba un costado oculto inexistente?

Tal vez, y sólo tal vez, era yo mismo el perverso que quería participar de todo ese juego. Simulando resistirme a todo, pero disfrutándolo como la puta madre. De negarme a reconocer que me gustaba lo que él realizaba conmigo. Me refiero a absolutamente todo lo que había hecho hasta ahora, sin ninguna excepción.

O tal vez debería ir en otra dirección totalmente distinta y pensar que en realidad él se había enamorado de mí. No era de extrañar. No debería olvidar de que continuaba teniéndome sobre un pedestal.

Fuera de los forcejeos que siempre tenía conmigo para mantenerme inmóvil, que dicho sea de paso eso me excitaba sobremanera, él intentaba evitar lastimarme. Por más que me sostenía fuerte, no efectuaba movimientos bruscos que pudieran dañarme. Todo era muy firme pero extremadamente delicado.

Nuevamente mis pensamientos entraron en conflicto.

Volví a dudar una vez más del propósito de todo lo que sucedió ese fin de semana.

Habría sido todo tramado meticulosamente para tenerme en su cama y en su ducha?

Paulatinamente me estaba convenciendo de que tal vez nunca terminaría por saber la verdad absoluta de todo. Posiblemente me quedaría siempre esa gran duda que me golpearía indudablemente una y otra vez, y que cada vez que viera a Junior me haría la misma pregunta.

Verdad o mentira?

En esos momentos, sus besos me encendieron completamente y comencé a desesperarme por más. Él también sintió lo mismo y su pierna ya no se detuvo de frotarse sobre mis genitales, al mismo tiempo que sentía cómo él refregaba su propio pene y sus testículos en forma desaforada sobre mi pierna. Era consciente del grosor más monstruoso que había tomado su miembro y también de su longitud, ahora totalmente erecto. No era usual que un obeso de este tamaño tuviera un órgano genital tan largo ni tan grande. Notaba en forma fehaciente que toda vez que se le corría la piel del miembro y dejaba todo su inmenso glande apoyado sobre mi muslo, haciéndome sentir la total dimensión de su aparato reproductor, su desesperación se tornaba incontrolable y volvía a repetir los movimientos una y otra vez, y aún más rápido con cada embestida.

"Avísame cuando estés cerca de acabar." Me pidió.

"Por qué?" Pregunté.

"Porque me gustaría hacerlo al mismo tiempo que tú." Contestó.

Eso me excitó aún más.

"Puedes hacer eso?" Le pregunté con curiosidad.

"Sí. Puedo eyacular en este mismo momento, pero te esperaré para hacerlo contigo. Es más excitante hacerlo ambos, juntos y al mismo tiempo." Me contestó.

Si había algo en mi interior que aún se negaba a hacer alguna cosa con él, lo desdeñé por completo y terminé por aflojar mi resistencia para gozar lo más posible. Disfruté todo lo que pude, sintiendo en cada momento, y como ya era una constante, que él estaba al mando de todo.

No era increíble?

Por primera vez desde que era un adulto no estaba siendo el conductor de las acciones. Por primera vez estaba siendo el copiloto de alguien más que parecía que sabía en forma por demás concreta, lo que estaba haciendo.

Eso es extremadamente erótico.

Es inexplicablemente excitante.

"Estoy muy cerca, Junior." Le avisé.

No sólo evitó detener los movimientos de su pierna, sino que lo comenzó a hacer en forma aún más frenética contra mi zona genital, y su propia entrepierna reinició la frotación que se había detenido contra mi muslo, de un modo todavía mucho más salvaje y desesperado que antes. Su miembro no había perdido ni un ápice de su dureza en todos esos minutos de quietud.

En unos segundos más, comencé a sacudirme con los espasmos y al instante, casi simultáneamente, Junior me siguió con los suyos. Sin dejar de coger mi pierna, me apretó ahora con sus brazos despegándome la espalda de los azulejos y llevándome contra su pecho para hacerme sentir un afecto que era mutuo, al tiempo que nuestros sacudones nerviosos no cesaban, mientras ambos miembros continuaban descargándose sobre el muslo del otro, cuyos líquidos blancos, calientes y viscosos se hacían imposibles de distinguir a cuál de los dos pertenecía, pero que iban cayendo mezclados de la mano, inevitablemente empujados por el agua de la ducha hacia el piso y de allí sin detenerse en dirección al desagüe.

"Esto es muy fuerte, Zesna." Me repetía al oído mientras ambos continuábamos apretados, sintiendo las últimas sacudidas ocasionadas por nuestras sistemas nerviosos alterados.

Mientras desayunábamos, ahora vestidos, conversamos acerca de lo que había ocurrido hacía unos momentos.

"Junior, qué opinas de lo que ocurrió en la ducha hace unos momentos?" Pregunté para saber su opinión.

"No lo sé, exactamente. Creo que fui víctima de un momento de calentura." Dijo seriamente.

"Deberías tratar de controlar tus impulsos. No puedes andar por el mundo dejándote conducir por tus calenturas." Repliqué y agregué. "Junior tú tienes mucha materia gris dentro de la cabeza. Debes pensar con tu cerebro y no con la pija, para tomar las decisiones correctas. No puedes ser continuamente el rehén de tu miembro."

Cuando esperé algún reproche o alguna contestación de su parte tal vez como defensa de sus acciones, me vi con la sorpresa de que no sólo evitó decir palabra alguna, sino que, en lugar de ello, me miró fijamente a los ojos y asintió con la cabeza en señal de aprobación a lo que acababa de escuchar. Esperé alguna otra reacción y nuevamente me sorprendí cuando me sonrió.

Luego del desayuno, Junior recordó la partida inconclusa de ajedrez.

Volvimos al tablero.

Era su turno y me dio la certera impresión de que ya sabía qué ficha iba a mover desde la noche anterior, o tal vez tenía todo el partido planificado en su mente con anterioridad ya que apenas nos sentamos hizo su movimiento sin siquiera estudiar la jugada.

"Sabes qué?" Preguntó Junior mientras yo pensaba cuál sería mi siguiente movimiento. "Aún sigue vigente la oferta de subir al cerro Pan de Azúcar?"

Lo miré sin entender.

"Pensé que no querías subir." Dije sin ocultar mi sorpresa.

"Es que después de todo lo que pasamos este fin de semana aquí, qué otra cosa nos podría suceder?" Preguntó y sonrió. "Realmente no nos haría nada mal un poco de aire libre, verdad? Según veo

hoy tendremos un día soleado. Luego volvemos después del mediodía, almorzamos, dormimos una siestita juntos..." Ahora me miró con una sonrisa pícara en su rostro.

"Está bien. Si quieres vamos. Luego venimos, almorzamos, pero eso de la siestita juntos... realmente no estoy demasiado seguro." Dije sin perder mi concentración en el tablero.

"Por qué? Aún no confías en mí? Acaso no te he respetado? No te gustó dormir abrazados como dos amigos?" Preguntó y debí reconocer que tenía razón.

Bueno, de todos modos no contesté y efectué mi jugada.

Estuvimos jugando por algo más de media hora y en determinado momento, Junior reconoció que iba a ser imposible que cualquiera de los dos se llevara la victoria.

"No lo puedo creer. Esto es ‘tablas’! Ninguno de los dos puede vencer al otro con las piezas que nos quedan." Dijo lamentándose. "Es la primera vez que no le puedo ganar a alguien."

"Bueno, tampoco seas tan pesimista." Dije. "Deberías decir más bien que sigues siendo invencible, o bien que no has perdido el invicto, ya que veo que a mi también me resultaría imposible vencerte de acuerdo a como quedó el juego."

Me miró y sonrió.

"Era cierto cuando me decías que jamás habías perdido contra nadie, verdad?" Preguntó y asentí. "Sinceramente no te había creído."

"Bueno, ya te dije que no me gusta mentir a mis amigos. Y quieres saber algo? Yo tampoco te había creído a ti." Dije sincerándome.

"Zesna, te aseguro que puedes confiar en mí. Te juro que yo no te he mentido en nada de lo que te he dicho este fin de semana." Dijo una vez más.

"Muy bien. Entonces deberíamos ir en este momento para el cerro si es que realmente quieres subirlo, ya que luego será muy tarde." Le comenté para confirmar si seguía en pie su decisión de querer hacerlo.

"Sí!" Dijo.

"Muy bien. Deseas ir al baño primero? Mira que estaremos bastante tiempo sin poder ir después." Le informé.

"Sí. Tengo que ir a cagar." Contestó sin ningún tipo de rubor en su rostro, como si fuera lo más natural del mundo.

"Bueno, ve tú primero que después tengo que hacerlo yo." Le dije y fui a poner dentro del lavarropas, todos los calzoncillos que ambos habíamos ensuciado en el transcurso de todo el fin de semana, para que no tuviéramos que llevarlos de vuelta en ese estado.

Cuando volvía de encender el aparato, vi a Junior aún esperando debajo del dintel de la puerta del baño.

"Zesna. Ya te conté que me gustan algunas cosas chanchas, verdad?" Preguntó de repente, asombrándome por completo.

"Sí, ya me lo dijiste." Confirmé. "Por qué lo preguntas?"

"Me gustaría que vinieras al baño conmigo." Dijo mirándome fijamente.

"Qué?" Pregunté sin poder decir más nada, ya que me tomó completamente de sorpresa.

"Me encantaría que estés en el baño conmigo mientras cago." Dijo.

En un primer momento hasta había pensado que estaba siendo víctima de alguna broma suya, pero no. Él estaba hablando muy en serio.

"Dime la verdad...Tú estás para internarte en el manicomio, verdad?" Pregunté.

"No lo niegues, Zesna. Estoy seguro que tú lo deseas tanto como yo." Dijo sorprendiéndome.

Era como que él estuviera hurgando en mi mente en ese momento. Es que en ese preciso instante estaba pensando lo que terminaba de escuchar.

"Como todo lo que hicimos este fin de semana, Zesna. En forma inofensiva." Dijo en tono de súplica. "Tan sólo quisiera compartir un cago contigo." La forma en cómo me lo dijo, me hizo reír a las carcajadas.

"Sé por qué te ríes. Estás nervioso. Tienes miedo, verdad?" Preguntó como desafiándome.

"No." Contesté, sin acallar mi risa.

"Entonces?" Su sonrisa pícara me tenía completamente fascinado.

"Junior, no sé realmente qué hacer contigo." Dije evitando demostrar que sin embargo, su solicitud había logrado excitarme lo suficiente.

Sin decir más, me tomó de la mano.

Indudablemente este muchacho me seguía teniendo como víctima de alguna especie de embrujo, porque no me pude resistir ni negar a que me condujera hacia el cuarto de baño con él y cerrara la puerta con llave una vez que estuvimos dentro.

CONTINUARÁ.

Los comentarios serán bienvenidos.