Gordo de las 6 en punto (4)
CAPÍTULO IV: ANGEL O DEMONIO? Su confesión me cayó como un bomba inesperada.
GORDO DE LAS 6 EN PUNTO (4)
CAPÍTULO IV: ANGEL O DEMONIO?
Como única respuesta, quitó las sábanas que lo cubrían, se levantó la camisilla con una mano hasta dejarme ver ambos pezones, al mismo tiempo que levantó el culo que estaba hundido sobre el colchón y con la otra mano bajó el elástico de sus calzoncillos para dejar visible una de sus nalgas, y me horroricé con la visión que tuve en ese instante.
Sus pezones estaban terriblemente marcados, como mordidos y había sangre seca alrededor de ellos; y su nalga, inundada de moretones.
"Dios mío!!! Qué te está haciendo ese hijo de mil putas?" Dije a los gritos totalmente fuera de mí. Quería salir ya mismo a buscarlo para cagarlo a patadas. Estaba desesperado como cuando descubres que alguien le está haciendo daño a un ser querido.
"Está todo bien, Zesna. No te preocupes. A mi me gusta." Dijo dejándome aún más sorprendido.
"Tú estás demente??? Qué es lo que te gusta?" Pregunté sin ocultar mi ira.
"Que me maltrate, que me cague a puntapiés en el culo, que me abofetee el rostro todo el tiempo, que me pellizque y muerda los pezones lo más fuerte que pueda hacerlo hasta dejármelos ensangrentados, que me orine y me cague encima..." Confesó y posiblemente seguiría con la lista de perversiones de no haberlo interrumpido.
"Junior, estás completamente loco!!!???" Exclamé horrorizado.
"No sabes lo muy excitante que es todo eso, Zesna. Puedes entenderlo?" Su mirada me estaba obligando a creerle.
"Yo no puedo creer lo que me estás diciendo. Cómo puedes dejarte hacer todo eso por un hijo de puta? La persona que te hace todo eso, no te quiere en absoluto, Junior. No puede quererte alguien que te haga tanto daño." Dije para hacerlo entrar en razón.
"No me hace daño. Es todo un juego." Dijo inocentemente.
"No! Pero cómo es posible que no te des cuenta? Será un juego sólo para él. Pero para ti no lo es. Tú estás siendo víctima de algo que nunca había visto antes, pero sabía que existía y sinceramente nunca creí que podría llegar a verlo con mis propios ojos y menos aún en alguien a quien quiero tanto." Estaba rogando para que de una vez por todas recapacitara y no siguiera dejándose engañar.
"Es que tú no entiendes..." Continuaba diciendo.
"Qué es lo que tengo que entender? Que ese tipo está enfermo por hacerte lo que te hace? Debería estar preso por obligarte a someterte a su violencia." Dije enfurecido. "Lo que no entiendo es cómo una persona tan inteligente como tú no se da cuenta de lo que te está haciendo ese hijo de mil putas?"
"No. No es él quien quiere hacerme esto." Dijo de pronto, y ante mi asombro, continuó. "Soy yo el que le pide cada vez más castigos y más fuertes."
"Pero... estás completamente loco?" Mi cara de sorpresa era de no creer.
"Es que por más que me dejo chupar la pija por Javier y lo culeo, a mí el que me gusta es su padre." Explicó. "Me excita hacer todo lo que hago con él, y cada vez lo aliento a que me haga aún más cosas. Creo que no tengo ningún tipo de límites cuando estoy con él."
"Todo esto es una verdadera locura. Sigo sin entender el motivo. Por qué?" Insistí.
"Porque me calienta como la puta madre. Cómo puede ser que no entiendas que yo prefiero los hombres mayores como él..." Y cuando pensé que había terminado, agregó "... o como tú, aunque bastante más gorditos. Me he percatado que me gustan los obesos, Zesna. Siento una atracción impresionante por las personas muy gordas y mayores y me encanta que ellos me humillen y me maltraten."
Su confesión me cayó como un bomba inesperada.
"Qué estás diciendo, Junior?" No podía recuperarme de una sorpresa cuando a continuación otra aún mayor ocupaba su lugar.
"Te estoy diciendo la verdad. Como antes. Como siempre." Confesó. "Te juro que nunca te voy a decir una mentira a ti, Zesna, porque yo te quiero mucho. Será posible que aún no lo sepas? Me siento muy bien cuando estoy contigo, me excitas mucho, pero sexualmente prefiero a hombres gordos, aunque no descarto algún tipo de juegos contigo. Creo que hasta en eso somos parecidos. Tú te rodeas de gente gorda. Mi padre, Pedro, Gerardo, Juan y hasta yo mismo. De pronto, es por eso que siento alguna atracción hacia ti, ya que me siento con mucha seguridad cuando estoy contigo."
Sus ojos parecían sinceros.
Pero yo aún continuaba dudando.
Me estaba diciendo la verdad, o eran todas mentiras?
Estaba ante un ángel o un demonio?
"Zesna, te quiero tanto que yo sí te perdonaría una mentira que tú me dijiste una vez." Su comentario me dejó perplejo.
"Que yo te mentí a ti?" Dije con sorpresa. "Estás equivocado... A qué te refieres?"
"Me vas a seguir negando ahora, que el día de mi cumpleaños te estabas culeando a mi padre?" De repente cambió el aspecto de su rostro. Ahora me estaba desafiando.
"Eso sí que no es verdad!" Dije volviendo a montar en cólera.
"Insistes con esa mentira? Zesna, yo ya no soy un niño! Nunca me dijiste qué estaban haciendo juntos encerrados con llave en su dormitorio y encima de la cama. De acuerdo al estado en que ésta se hallaba, no me puedes seguir mintiendo, diciendo que estaban sentados sobre el borde de ella y conversando de lo mucho que se quieren."
"No seas impertinente, Junior!." Le ordené. "No hables así de tu padre!"
"Le estabas haciendo el culo, sí o no?" Preguntó inquiriéndome.
No contesté.
"No respondes. Por qué no respondes? Hubiera sido mucho más fácil decir que no. Niégalo si lo que te digo no es verdad, pero no me contestes con silencios que lamentablemente eso me hace suponer que te callas en lugar de admitirlo. Te das cuenta? Todos somos putos. Javier, mi mejor amigo es puto; Ernesto, su padre es igualmente puto; tú eres puto y yo también soy puto. Pero mi propio padre? Que mi propio papá también sea puto? Que se deje garchar, que se deje romper el orto, que se deje llenar de leche? Eso es algo que no lo puedo entender. El que puso su leche dentro de mi madre para que yo naciera. Ese hombre también es puto? Esto es increíble!" El volumen de su voz había comenzado a elevarse mientras su rostro lo mostraba como terriblemente enfurecido. "Además estoy seguro que él tuvo que estar de acuerdo con dejarse romper el culo. Tú no podrías violarlo porque él se hubiera defendido. Eso quiere decir que él se dejó. También te chupó la pija? Tú se la chupaste a él?"
"Basta, Junior." Dije irritado. "No le faltes el respeto a tu padre de esa forma."
"Yo faltarle el respeto a mi papá? Y él, qué? Que tu propio padre se deje coger por un hombre no es faltarle el respeto a su propio hijo?" Sus gritos ahora desesperados me quebraba el corazón. De pronto se calmó, me volvió a ver directamente a los ojos y continuó nuevamente con su voz controlada. "Pero de todos modos, no te preocupes. Está todo bien contigo. Si hay alguna persona a la que le permitiría que se coja a mi padre, ese eres tú."
Mi sorpresa me impedía soltar palabra.
"Si hubiera sido otro, le hubiera roto todos los huesos." Dijo muy seriamente.
Miré fijamente a sus pupilas buscando algún indicio que me indicara que ese último comentario había sido una broma.
No vislumbré ninguno.
Era inútil que negara la atracción sexual que había entre su padre y yo. Este muchacho era terriblemente inteligente y no debía subestimarlo intentando que cambiara su opinión acerca de algo que evidentemente parecía no tener la menor duda al respecto, aunque en realidad no era cierto que me estaba culeando a su padre en su cumpleaños.
Al menos no en ese día específico.
Le rodeé el cuello con mis brazos lo más fuerte que pude para que no siguiera hablando de ese modo, sin saber si realmente me lo permitiría. Para ser sincero me sorprendió por completo, ya que sus brazos terminaron rodeándome y apretándome contra su propio cuerpo fuertemente.
Estoy seguro que si yo estuviera en su lugar, sinceramente me habría negado terminantemente a aceptar ese abrazo del modo como él estaba aceptando el mío.
"Zesna, perdóname. No tengo nada contra ti." Dijo presionando sus tentáculos aún más fuerte.
"Qué quieres decir con eso? Me estás diciendo que tienes algo contra tu padre?" Pregunté apartándome de él, porque no quería que me quedara esa duda.
"Ahora no... Pero sí, no voy a negar que estuve muy molesto con él. Me pregunté por qué una y mil veces; por qué mi propio padre se dejaba manosear por otro hombre? Que se dejara llenar de leche. Por más que intento, no me puedo imaginar a mi papá chupando una pija. Qué hijo se podría imaginar eso de su propio padre? Pero no me puedo siquiera enojar con él. Ya te dije que es la persona que más quiero en el mundo. Es todo lo que tengo. Cuando lo vi rodando por las escaleras casi me muero. Si se hubiera lastimado..." Se interrumpió. "En verdad me asusté mucho cuando lo vi caído."
"Si se hubiera lastimado, qué? Qué quisiste decir con eso?" Pregunté.
"Zesna, yo daría la vida por mi papá." Confesó.
Su comentario me hizo emocionar sin poder evitarlo, y casi hizo evaporar la duda que tenía respecto a ese accidente.
"Junior, qué sucedió en ese momento? Cómo fueron los hechos que finalizaron con la caída de tu padre?" Pregunté tan sólo para corroborar lo que ya sabía.
"Habíamos estado hablando en su dormitorio, y nos llamaron para comer, entonces nos dispusimos a bajar hacia la planta baja y de repente se resbaló, se tropezó con mi pie, intenté agarrarlo, pero no pude y comenzó a rodar escaleras abajo." Dijo. "Por qué?"
Su expresión me pareció totalmente sincera, pero nuevamente no podría estar 100 por ciento seguro, aunque todo coincidía con lo que me había dicho Eduardo.
"Quieres contarme acerca de lo que estaban hablando antes de que sucediera el accidente?" Pregunté dudando acerca de que realmente él quisiera compartirlo conmigo.
"Por supuesto que sí. Por más que te resistes a confiar en mi, quiero demostrarte que lo puedes hacer sin ningún tipo de problemas. Tan sólo teníamos charlas referentes al sexo. Lo hacemos de tanto en tanto ya que se preocupa mucho por mí." Dijo sin tener la intención de ocultarme absolutamente nada, dejándome nuevamente desconcertado por su amplia disposición. "Él ya me había dado suficiente educación sexual... bueno, por lo menos la básica. Por lo general lo más importante lo aprendes siempre en la práctica. Ese día específicamente, me estaba alertando acerca del Sida. Me brindó toda la información que necesitaba con respecto a esa enfermedad. Cómo no voy a querer a un papá así que lo único que hace es preocuparse tanto por su hijo?"
Miré para saber si su comentario era sincero, o tan sólo lo estaba diciendo con alguna ironía.
A esta altura, ya me estaba odiando a mi mismo, por estar desconfiando continuamente de él. No estaría siendo injusto en no creerle por lo menos en algo?
El tema que me desconcertaba, era que su rostro siempre estaba impávido, sin emoción alguna. No podía saber con exactitud si sus palabras eran producto de una excusa para justificar su inocencia, o bien el sentimiento real de un hijo hacia su amado padre.
"Junior, él sabe lo mucho que lo quieres?" Obviamente no le iba a decir al chico acerca de la sospecha de su padre.
"No lo sé. A veces yo también me lo pregunto." Confesó suspirando.
"Es que nunca se lo dijiste?" Pregunté.
"No."
"Y por qué no?" Quise averiguar.
"Y qué sé yo? Siempre uno supone que tu papá ya sabe eso." Contestó en forma por demás coherente.
"Debes saber que a veces ese alguien a quien queremos, necesita saber que realmente lo hacemos. Muchas veces no alcanza solo con quererlo, hay que decírselo. Las palabras a menudo surten más efecto que las acciones." Aconsejé.
"Pero mi papá es muy inteligente. Ya se tendría que haber dado cuenta de que lo quiero hace bastante tiempo." Hizo una pausa. Pensó unos segundos y preguntó. "Te parece que él necesita que se lo diga?" Su pregunta me hizo hacer un gesto de bingo!... es lo que te estoy diciendo exactamente.
Volvió a meditar por unos momentos y echó un vistazo a su reloj pulsera.
"Puedo llamarlo por teléfono ahora mismo?" Preguntó, ahora demostrando algo de entusiasmo en su tez.
"A esta hora? Estás loco? En la madrugada de domingo?" Dije sorprendido mirando que al reloj aún le faltaban unos minutos para marcar las 3 de la mañana.
"Sí. Estoy seguro que aún no se ha dormido ya que acostumbra a leer acostado en su cama hasta altas horas. Me gustaría decírselo en este momento. No creo poder soportar un minuto más si no lo hago cuanto antes y él siga ignorándolo."
"Claro, por supuesto. Mientras lo haces voy a orinar." Dije y me levanté para ir hacia el cuarto de baño y no invadir su privacidad en un momento semejante.
"Zesna!" Me gritó antes de que yo saliera del dormitorio.
"Qué?"
"Gracias!" Esa única palabra suele tener unos efectos muy extraños en mí, por lo menos las pocas veces en que la escucho, y en ese momento hizo que me emocionara otra vez.
"A mí? Por qué? No tienes nada por qué agradecerme. Qué es lo que estoy haciendo yo por ti?" Su mirada me derritió.
"Me estás sirviendo de desahogo. Necesitaba hablar con alguien y no sabía con quién. Me hace muy bien poder confiar en alguien como tú." Confesó.
Me sonrió, y mientras salía de la habitación, vi cómo tomaba el tubo del teléfono y comenzaba a marcar un número.
Entré al baño, oriné, me lavé las manos y puse la cabeza por debajo de la canilla dejándome correr el chorro de agua fría durante varios minutos.
Luego me miré al espejo y sonreí.
En ese momento, tenía un fuerte sentimiento hacia Junior, pero seguía consciente de que ese sentimiento variaba de un momento a otro, oscilando intermitentemente entre lo bueno y lo malo, entre el amor y el odio, entre el afecto y la furia, entre el frío y el calor...
"Zesna!" Gritó Junior. "Mi papá quiere hablar contigo."
Salí deprisa del baño llevándome la toalla conmigo para ir secándome el cabello en el camino y fui a tomar el tubo del teléfono.
"Voy al baño, ahora tengo que orinar yo." Dijo el muchacho y salió del dormitorio, descalzo y en su ropa interior.
Cada vez que lo veía así, me venían ganas de abalanzarme sobre él y chuparlo todo.
"Hola!" Dije una vez que Junior cerró la puerta del baño tras de sí.
"Hola, mi niño! Después me cuentan qué diablos están haciendo aún despiertos a esta hora... pero me gustaría saber primero qué es lo que has hecho con mi muchacho?" Dijo Eduardo del otro lado del aparato.
"Nada. Yo..."
"Cómo que nada? Me acaba de llamar para decirme lo mucho que me quiere. Nunca jamás en su vida se le escaparon esas palabras de los labios." Dijo visiblemente emocionado y eso hizo que mi lagrimal se pusiera en funcionamiento.
"No fue nada, abuelo. Si hay algún mérito de alguien, tenga por seguro que es de él mismo."
"Yo no pienso igual." Insistió. "Tengo la plena certeza de que tú tienes mucho que ver con esto."
"Bueno, le agradezco, pero en realidad no fue nada... " Dije enjugándome los ojos con el dorso de la mano. "Sin embargo, me gustaría preguntarle algo. Necesito saber si Junior acostumbra mentir? Me refiero a que si él es adicto a inventar cosas... me refiero a historias o algo por el estilo."
"Mira, últimamente ha estado mintiendo un poco, aunque en nada trascendente. Por ejemplo me dice que los domingos a la tarde se va a casa de la abuela y eso no es cierto, ya que he llamado para confirmarlo en alguna oportunidad y en ninguna se había aparecido por allí. No creo que sea tan importante. Supongo que debe tener alguna novia por ahí y al menos por ahora, le debe dar vergüenza comunicármelo,." Dijo y me dejó algo más aliviado ya que eso podría corroborar parte de su historia. "Por qué lo preguntas, hijo?"
"No, por nada en especial. Es que me está contando algunas cosas íntimas que le suceden y tengo algunas dudas acerca de su veracidad." Le comenté sin entrar en detalles.
"Dices que él te ha contado cosas que le suceden?" Preguntó completamente sorprendido. "Te refieres a Eduardo? Junior? Mi hijo?... Zesna, debes saber que jamás de los jamases le escuché a mi muchacho decir algo acerca de lo que le pudiera pasar. No le gusta hablar de sus cosas privadas. Por ejemplo, cada vez que hablamos de sexo, él tan sólo escucha sin abrir la boca. Él mantiene todas sus cosas en forma celosamente reservada, me refiero a todo lo relacionado con su intimidad. Supongo que si lo ha hecho contigo, ten la plena certeza de que es porque confía realmente en ti. Puedes quedarte tranquilo en eso."
"Sí." Dije, aunque aún me quedaban dudas. "Suponiendo que todo fuera cierto, me sentiría realmente halagado y muy satisfecho." Opiné.
"Qué quieres decir? Piensas que mi muchacho te podría estar mintiendo?" Preguntó preocupado. "Por qué lo haría?"
Escuché correr el agua del inodoro.
"No lo sé, abuelo. Quisiera realmente creer que todo lo que me está diciendo es la verdad. Pero sinceramente no lo sé." Dije honestamente.
"A qué te refieres?" Preguntó con algo de preocupación.
"Bueno, no me pregunte porque le hice una promesa de que todo quedaría entre nosotros. De todas formas, no se olvide que sigue confiando en mí. Verdad?" Dije y escuché una carcajada.
"Sí, es cierto. De ninguna manera pretendo que rompas tu promesa. Sé que eres muy leal en ese sentido. Además, claro que confío plenamente en ti, mi niño. Confío sobretodo en tu criterio para hacer lo que creas debido. Ya me has dado claras demostraciones de que nos amas a ambos... Sabes cómo te quiero, verdad?" La pregunta hizo que algunas lágrimas más se despidieran de mis ojos buscando un futuro mejor, pero no contaban con que mi mano les impidiera seguir viendo la luz.
"Claro, abuelito. Por supuesto que sí. No lo dude ni por un segundo. Es una pena que no esté ahí ahora mismo, así lo lleno de los mimos que tanto me gusta darle." Dije y escuché que ahora Junior cerraba el grifo del agua de la pileta.
"Sí, esos que a mi me gusta tanto recibir de ti... Hace tanto frío que en realidad me gustaría que nos estuviéramos dando calor mutuamente dentro de la cama." Comentó.
"Cómo me gustaría eso. Debo colgar ahora, pero quisiera que dejara de pensar siquiera en la posibilidad de que Junior fue el culpable de su caída. Estoy convencido de que él sería incapaz de hacer algo así. Me ha dicho que hasta daría la vida por usted."
"...."
"Hola?" Pregunté porque pensé que se había cortado la comunicación.
"Me has dejado muy emocionado, Zesna." Dijo y su voz quebrada enfatizaba ese sentimiento.
"Tan sólo quería que lo supiera... Bueno... Tengo que colgar." Dije al mismo tiempo que el muchacho abría la puerta del cuarto de baño.
"Bueno. Te mando un beso." Su voz continuaba demostrando la emoción que lo embargaba. "Sigue cuidando a mi muchacho, sí?"
"Por supuesto... Ni lo dude." Dije y le envié otro beso antes de cortar la comunicación.
Junior esperó a que colgara el tubo para entrar al dormitorio, lo que me indicó que era educado y que no quería pecar de indiscreto y se dispuso a entrar nuevamente dentro de la cama.
"Qué es eso de tanto beso con mi padre?" Preguntó con una sonrisa. "Me voy a poner celoso si no me los das a mí también."
La mierda! La sola presencia de Junior me estaba excitando en forma inusitada. Cuando me disponía a responder su comentario, apoyó su culo en el colchón y puso una cara de que algo le causó una molestia bastante grande.
"Espera un momento. Muéstrame nuevamente la nalga." Le pedí.
Lo hizo sin reparos.
"Dios mío! Esto se ve realmente feo." Dije tocando suavemente sobre su glúteo y sin querer alarmarlo, pero debía ser honesto. "No te duele?"
"Sólo un poco cuando me apoyo en determinada posición. Al principio fue duro, pero ahora me acostumbré." Dijo resignado.
"Estás seguro que el padre de Javier no te obliga a hacer esto?" Pregunté para que me diera más información.
"No. En realidad Ernesto me propuso un día acerca de pequeños castigos. Me explicó que le gustaba fantasear con que yo fuera su hijo, y me alentaba a que me portara mal con él para que me pudiera dar algunas palmadas cada vez que lo hacía; y al principio comenzó a darme algunas leves en la cola que me excitaban bastante. Luego comencé a pedirle yo mismo que lo hiciera cada vez más fuerte y finalmente las nalgas me quedaban coloradas. Eso me excitaba muchísimo, ya que me recordaba a mi madre que solía pegarme cuando era chico."
"Desconocía eso totalmente." Le confesé.
"Sí. Ella me pegaba continuamente y una vez lo quiso hacer ya siendo yo más grande y le agarré el brazo y casi se lo parto en dos. Le dije que no iba a permitir que me volviera a poner una mano encima otra vez y se asustó tanto que ni siquiera lo volvió a intentar otra vez. Por supuesto que mi papá nunca lo supo sino se hubiera divorciado de ella mucho antes de cuando lo hizo. Mi madre nunca me quiso, pero con Ernesto es diferente. Siempre se preocupa por mí. El hecho con él es que me sedujo la idea de ser castigado por un hombre mayor estando ambos completamente desnudos. Eso me pone muy excitado. Las fuertes palmadas en las nalgas me obligaron a pedirle más y más, entonces dieron lugar a bofetadas en las mejillas y luego a puntapiés en el trasero que cada vez son más violentos."
"Oh, Junior. Me descompongo con solo escucharlo." Confesé. "Por qué te dejas golpear así de esa manera tan salvaje?"
"No, Zesna. No entiendes lo que te digo? Soy yo el que le pide cada vez más. Es que no lo puedo resistir." Dijo demostrando excitación. "Eso me pone recaliente, Zesna. Además me gusta que me apriete los testículos y me los golpee con fuerza. Que me humille. No lo puedo resistir, eso me pone la pija mucho más dura y luego me la chupa y eso me hace revolcar de placer en el piso, y posteriormente, además de acabar más cantidad de leche, el goce cuando lo hago es considerablemente más intenso." Dijo como para justificarse.
Sin embargo no me gustaba la idea de que a mi amigo lo estuviera usando un degenerado de esta forma.
Cuál sería la perversión de aquel tipo?
Supongo que aprovecharse del muchacho como seguramente le gustaría hacerlo con su propio hijo y no se animaba a concretarlo. Besarlo, mimarlo, sentir su cuerpo pegado al suyo, manosearlo, y luego maltratarlo a más no poder, castigándolo cada vez en forma más violenta para después dejarse culear por él, tragarse su semen y cometer algún que otro tipo de acto degenerado más. Qué mejor entonces, que buscar y encontrar a alguien hasta con un físico parecido a Javier, y dejarse seducir por la vorágine de su excitación desmedida para cometer absolutamente todas sus perversidades, sin ningún temor a poder verse descubierto por su esposa.
Lo que se dice "un enfermo", en el total sentido de la palabra.
"Déjame ahora verte nuevamente las tetas." Le pedí.
Lo hizo.
También se veían de una manera atroz.
"Qué te hace allí?" Pregunté tocándole los pezones que parecían literalmente masacrados.
El sentir esas inmensas tetillas entre mis dedos, me excité terriblemente y retiré la mano inmediatamente de allí sin poder evitar prestar atención también a todo el conjunto de su tremendo pecho. Era totalmente lampiño como el resto de su cuerpo..
"Me los muerde bien fuerte. A veces me los mastica." Dijo sin inmutarse, mientras se volvía a bajar la camisilla para volver a ocultar sus hermosos pechos otra vez.
Por más que yo estaba sumamente excitado, aunque sin habérmelo propuesto, no podía dejar de compadecerme por lo que veía.
"Tengo mucho frío, Zesna." Dijo de pronto tiritando y como para cambiar la conversación. "Ven a darme calor." Me pidió.
"A qué te refieres?" Pregunté sin estar totalmente seguro.
"Ven, métete dentro de la cama a mi lado." Pidió.
"No, estás loco?" Pregunté.
"Qué tiene de malo? Un contacto corporal entre amigos. Sólo eso." Su voz era más una súplica que un pedido. "Ven aquí dentro y seguimos conversando."
Cuidado, Zesna. Esto estaba entrando en terreno peligroso.
Levantó las sábanas que lo estaban cubriendo nuevamente como invitándome a acompañarlo allí, dejándome admirar toda su humanidad dentro de la cama y pudiendo ver únicamente sus calzoncillos y camisilla como únicas prendas que ocultaban todo el resto de su voluminoso cuerpo. Ahora estaba de perfil apoyado sobre su costado derecho, y sus piernotas descansaban una sobre otra. Sus muslos, rodillas y tobillos gruesos se veían aún más grandes estando apoyados contra sus mellizos.
Oh, Dios! Debo reconocer que me estaba tornando muy débil.
Como un sonámbulo, o mejor dicho como víctima de algún tipo de embrujo, acepté su invitación.
Allí dentro parecía el mismo infierno por el calor que hacía.
Sería eso una premonición?
Estaría cayendo en manos del mismo demonio?
"Nada de sexo." Le advertí para que le quedara lo más claro posible.
"Ni un beso siquiera?" Preguntó.
"No!" Dije en forma terminante.
"Pero no me puedes negar un abrazo, verdad?" Dijo e instintivamente se acercó a mi con el fin de atraparme entre sus potentes brazos.
Yo no ofrecí resistencia.
Luego de que su brazo derecho rodeó mi cuello y pasó su izquierdo por debajo de mí para tomarme por la cintura, me atrajo suavemente hacia él y terminó juntando su pecho contra el mío.
Mi cuerpo experimentó exactamente lo mismo que hubiera sentido de haber tomado a un cable pelado conectado a la electricidad. El calor corporal de ambos pechos pegados entre sí, no sólo hizo desaparecer como por arte de magia el frío que hasta hace unos momentos me hacía tiritar, sino que comencé a transpirar como si literalmente estuviera dentro de un horno encendido.
Su pie se apoyó encima de los míos.
Mi erección no se hizo esperar nuevamente.
Su aliento me daba de lleno en el rostro, y me tenía como hipnotizado.
"Junior. Estás hirviendo." Le dije luego de percatarme de la temperatura de su cuerpo. "Tienes fiebre?" "No, Zesna, es que estoy muy caliente." Confesó y casi al instante agregó. "Pero no te preocupes que te voy a respetar. No voy a intentar violarte. Jajajajajajajajajaja."
Su carcajada fue larga, como disfrutando de su chanza, pero cuando ésta se esfumó, hizo otro comentario que me perturbó.
"Aunque no te puedo jurar que siempre voy a poder mantener mi palabra." Y ahora no rió como esperé que lo hiciera nuevamente.
Inmediatamente me aparté de él. Estuve a punto de salir de la cama, pero preferí no hacerlo para que no se percatara de la dureza en mi entrepierna; tan sólo me mantuve allí dentro, pero alejado de su cuerpo.
El calor entre las sábanas, continuaba en aumento.
Nos miramos a los ojos sin emitir palabras.
Hubo una nueva pausa bastante prolongada.
"Zesna." Dijo de pronto quebrando el silencio que se había formado. "Por qué no me haces todo lo que me dijiste que me harías por teléfono ahora que estamos solos? Yo tampoco me resistiré al igual que mi padre."
"Por Dios, no!" Dije horrorizado. "Estás loco? Además no quiero que vuelvas a hablar de tu padre de ese modo."
"Pero tú dijiste por teléfono que me harías cosas cuando estuviéramos solos en la misma cama." Recordó.
"Es que nunca me imaginé que fueras tú el que hacía esos llamados." Confesé. "Además... no me dijiste que te gustan los obesos?"
"Eso no tiene nada que ver. No descarto jugar contigo de vez en cuando. Entre amigos...Anda, aunque sea obséquiame una mamada..." Me suplicó. "O mejor aún, chúpame el culito como me prometiste."
"Junior, estás loco?" Tuve un segundo de espanto. "Escúchame bien. Me encantaría ayudarte con lo que tú quieras, con todo lo que te pasa, pero nosotros nunca vamos a tener sexo de ningún tipo, entiendes?"
"Y por qué conmigo no, y con mi padre, si?" Preguntó nuevamente en forma de desafío.
Me dejó mudo, pero no dejó de enfadarme lo que dijo.
"Así que él te puede disfrutar y yo no?" Agregó alzando la voz.
Lo miré como para darle una bofetada que seguramente se merecía, pero no lo hice. Ni siquiera levanté la mano para hacerlo.
"Quieres pegarme? Anda, hazlo." Dijo como si hubiera leído mi pensamiento. "No te detendré; ya te dije que me gustan los castigos."
Decidí retomar la tranquilidad ya que de lo contrario no lograríamos arribar a buen puerto.
"Por qué me hablas así, Junior?" Pregunté. "No sabes que yo te quiero mucho?" "Sí, lo sé, pero me gustaría que me quisieras de otro modo." Dijo volviéndose a calmar. "Zesna, tú estás de novio, o tienes a alguien en este momento?" Me sorprendió, porque estaba fuera de contexto con la conversación que estábamos llevando en ese momento.
"No." Dije expectante a su siguiente pregunta.
"Y por qué no?" Estaba siendo enfático con su forma de cuestionar.
"Porque aún no conozco a nadie que esté disponible y se merezca mi compañía."
Esbozó una sonrisa por mi comentario.
"Y qué debería tener ese alguien para merecer estar contigo?" Ahora estaba siendo muy incisivo y no me estaba sintiendo demasiado cómodo con sus preguntas.
"En primer lugar, me tendría que gustar la persona. Ahí comienza todo. Luego tendría que sentir ganas de estar con ella. Me tendría que sentir confortable estando juntos, preciso sentir la necesidad de estar cerca, de ver a esa persona y estar seguro de que ese alguien necesita lo mismo de mi; y algo que ya deberías saber y que no me canso de repetirte es que no me gustan las mentiras."
"Zesna, tu eres bisexual?" Preguntó a bocajarro.
"Supongo que sí." Dije sin tener la más mínima intención de ocultárselo. "Siento atracción sexual por algunos hombres y también por algunas mujeres."
"Entonces todo lo que me acabas de decir, se refiere tanto a ellos como a ellas, verdad?" Quiso saber.
"Sí, para el caso, eso no tiene relevancia. Los ejemplos son válidos para ambos." Contesté.
"Y cómo tendría que ser el hombre exactamente, para que lo quieras?" Ahora me estaba poniendo en una situación harto comprometida porque no sabía si su pregunta tenía algo que ver con mi relación con su padre.
"Exactamente igual. Mira, primero debes sentir atracción por la persona, pero no siempre debes pensar en la parte sexual cuando quieres a alguien. Lo segundo que debes tener en cuenta es la persona en sí. Cómo es, si te corresponde en todo y te quiere de verdad, o sólo pretende jugar contigo. Yo tengo bien en claro que es mejor estar solo que mal acompañado." Dije siendo fiel a mis principios. "Debes pensar que si quitas toda la parte sexual, aún te deben seguir gustando muchas cosas de esa persona."
Se tomó su tiempo para asimilar y pensar acerca de lo que le acaba de decir.
"Yo te resulto apetecible?" Me dijo de repente y dando un vuelco inesperado a mis pensamientos.
"Qué estás diciendo?" Dije sin dejar de ocultar mi asombro.
"Sé que no vamos a tener nada serio tú y yo, pero como te dije hace un rato, me gustaría por ejemplo que jugáramos juntos de vez en cuando. Sabes que a pesar de que no eres obeso, estás terriblemente erótico?" Su mirada fija y punzante me exploraba el alma. "Me refiero que eres así mismo estando vestido."
"Tú estás loco, Junior?" Dije horrorizado por el giro que estaba tomando la conversación. "Sientes deseos por mí?"
"Sí, es que no te has dado cuenta todavía de lo mucho que me gusta estar contigo? Mira... Soy consciente de que siento una fuerte atracción hacia ti, aunque aún no logro determinar de qué índole es. Sabes que a causa de ello, no dejo de pensar en ti en ningún momento, y que cada vez que te veo con alguien, hasta me pongo un poco celoso?" Ahora su confesión era casi total, y antes de continuar hizo nuevamente a un lado las sábanas que lo continuaban cubriendo, y con una de sus manos comenzó a refregarse una de sus tremendas tetas por sobre la camisilla. "Estoy seguro que tú también sientes deseos por mí, Zesna. Sé que a ti te gustan los gorditos, pues siempre te veo rodeado por ellos. Pero tan sólo me gustaría que me dijeras si yo te gusto, si soy lo suficientemente gordo para ti"
Su comentario me descolocó, ya que me había dejado completamente desnudo con respecto a mis gustos, pero la visión de su pose terriblemente erótica mientras se manoseaba los pechos, me dieron unas ganas terribles de lanzarme hacia ellos con la boca abierta y que sucediera lo que Dios quisiera.
"Mira, Junior. Yo te quiero mucho, pero jamás va a haber nada sexual entre nosotros. Quisiera que lo entendieras de una buena vez." Dije sin embargo y para que se olvidara finalmente de ese tema.
"Tan sólo dime si yo te apetezco." Pidió en forma notoriamente inofensiva.
No contesté, pero tuve el impulso casi irrefrenable de confesarle finalmente mis sentimientos hacia él; pero aunque ninguna palabra se escapó de entre mis labios, estoy seguro que mis ojos se encargaron de todo el trabajo para hacérselo adivinar. Es que me lo estaba comiendo con la mirada.
"Dame un beso!" Me solicitó.
Me tenía como hipnotizado, ya que sin pensarlo siquiera, fui al encuentro de su mejilla para dárselo, pero puso la boca en su lugar.
"No, Junior. En la boca no." Dije.
"Pero qué tiene de malo?" Suplicó. "Estoy seguro que hasta te mueres por besarme."
"No!" Repetí.
"Por qué no?" Preguntó en forma por demás incisiva. "Yo me besaba con Javier en la boca antes de comenzar con los juegos sexuales. Sólo por el hecho de ser dos amigos verdaderos."
"No puedo hacerlo porque eres menor de edad." Dije finalmente como para sacármelo de encima definitivamente.
"Ah... Era por eso?..." Dijo ahora sonriendo maliciosamente. "Si es así voy a hacer un esfuerzo muy grande para esperarte 3 años más." Hizo una pausa y agregó. "Aunque no te puedo prometer que podré lograr hacerlo."
Lo miré a los ojos, y éstos se encendieron.
No tuve ninguna duda que apenas cumpliera los 18 años, me iba a recordar esta conversación.
"Zesna, hace un buen rato que yo ya dejé de ser un niño." Me advirtió.
"Creo que ya es suficiente por ahora. Intentemos descansar aunque sea por un rato antes de que se haga de día." Dije y miré el reloj. Ya habían pasado las 3 y media de la madrugada y aún no habíamos logrado pegar los ojos ni un segundo.
"Te puedo pedir un último favor?" Preguntó.
"Sí, aunque no sé si te lo podré cumplir." Dije para no despertarle falsas expectativas.
"Quédate a dormir a mi lado el resto de la noche, por favor?" Suplicó.
"Ni lo pienses. Ya te dije que no." Le recordé.
"No, no. No estaba hablando de nada sexual. Sólo quisiera que compartieras la cama conmigo. Sólo eso te pido." Me estaba rogando mientras me señalaba que la cama era lo suficientemente grande para compartirla juntos.
Recordando lo que había sucedido hacía unos momentos, volví a mi cama, quité las sábanas y las frazadas que había estado usando antes en ella y las llevé a la habitación donde estaba Junior. Las puse al lado del muchacho y me metí allí dentro. Estábamos en la misma cama pero ambos envueltos en sábanas completamente separadas.
"Ah, no era lo que estaba pensando..." Dijo un tanto frustrado. "Mira que aquí dentro está bastante más calientito por si quieres meterte conmigo." Insistió.
"Sí, ya lo he notado. Está demasiado calentito para mi gusto. Pero, no, gracias." Repetí una vez más.
Apagué la luz.
"Zesna, no me vas a negar que yo te gusto aunque sea un poquito, verdad?" Preguntó rompiendo el silencio en la oscuridad.
No contesté.
"Anda, contéstame. Qué te cuesta? Soy tan gordito como a ti te gusta?" Reformuló la pregunta.
Tampoco contesté.
"Dime de una vez. Soy lo suficiente gordo para ti?" Insistió.
"Ufa, Junior! Tu sí que sabes ponerte denso, eh?" Dije enojado.
"Pero no me contestas." Advirtió.
"No tiene nada que ver con tu tamaño." Contesté.
"Pero tendría alguna posibilidad? Yo te excito?" Volvió a preguntar.
"No seas pesado, Junior. Sí, me excitas y mucho. Pero eres menor de edad, por lo que olvídate de tener algo sexual conmigo." Le confesé finalmente, aunque sin dejar de demostrarle fastidio por su insistencia.
Presté atención a su respiración y la encontré normal; no podría asegurar lo mismo de su pulso y ni podría pensar siquiera en el estado de su entrepierna ya que la mía estaba caótica.
Mi erección amenazaba romper mis calzoncillos y el líquido que despedía ya dejaban de ser unas simples gotitas.
"Tú también la tienes parada, verdad?" Me preguntó de pronto rompiendo nuevamente el silencio que se había vuelto a formar.
Sería posible que este muchacho me estuviera leyendo la mente?
Cada vez que pensaba en algo, él hacía un comentario que me daba esa impresión.
No respondí.
"Anda, Zesna." Insistió. "Sólo dímelo así me puedo dormir de una vez. La tienes dura igual que yo?"
Tampoco le contesté.
"Tan sólo eso, Zesna. Dime si la tienes parada." Volvió a insistir.
La mierda que en verdad le gustaba fastidiar al muchacho. Si no le contestaba seguiría así por el resto de la noche.
"Anda, por favor. Está tu pija parada igual que la mía?
"Sí!" Le contesté para satisfacerlo.
"Qué tiempo precioso que estamos perdiendo tú y yo." Comentó resignado y sin siquiera tener la intención de recibir respuesta por ello. "Esperar 3 años más... qué ridículo... si podríamos empezar desde ahora mismo."
El comentario me hizo sonreír por su ocurrencia, sin embargo no le contesté.
No volvió a emitir palabra alguna.
Tampoco se movió.
Yo seguía muy excitado, duro y mojado.
En ese estado, logré finalmente quedarme dormido a causa del cansancio.
Un temblor fuerte y varios gritos me raptaron abruptamente de mi sueño.
"Zesna, Zesna!" Escuché mientras me sacudían unas potentes manos.
"Qué sucede?" Pregunté sobresaltado, pero aún sin estar completamente despierto.
"Discúlpame, Zesna!" Dijo Junior desesperado. "Te juro que fue sin querer."
Abrí los ojos y no entendí a qué se refería hasta que vi destapado el sector de la cama que él había estado ocupando hasta unos segundos antes.
Las sábanas estaban descubiertas dejando ver un tremendo charco de líquido blancuzco en el interior. También pude notar que la parte delantera de sus calzoncillos estaba igualmente mojada y apenas tres hilitos del mismo líquido blanco continuaban rodando con destino hacia su rodilla derecha dejando sendas estelas por todo el trayecto desde su muslo.
Su respiración estaba muy agitada y su aspecto lo denunciaba estar muy asustado, por lo que finalmente me convenció que efectivamente había sido un accidente nocturno lo que le había sucedido.
"Ni siquiera me toqué, Zesna." Decía para demostrarme que no se había masturbado. "Te lo juro, por favor, créeme."
"Está bien, Junior. Te creo. Aunque no fue una buena idea que yo estuviera compartiendo la cama contigo."
Fui a traer papel higiénico para secar la cama mientras él tomó otros calzoncillos de su bolso y se encerró en el baño para higienizarse y cambiarse la prenda.
El charco de esperma era impresionante. Había partes bastante espesas, y también mucho líquido. En vez de tomar el semen de las sábanas con el papel, lo hice con mis dedos índice y medio, y los llevé mojados hasta mi nariz y olfateé. Mi miembro se disparó nuevamente. El aroma era bastante fuerte.
Me vi tentado a probarlo con la lengua, pero finalmente no lo hice; en su lugar agregué el pulgar para acariciar repetidamente el líquido y dejarlo escurrir entre mis dedos. Una parte espesa quedó firme entre ellos e intenté desmenuzarlo, lo que me excitó aún más.
Dios!
Definitivamente, Junior me perturbaba como el mejor.
Sentía deseos por él.
Era grande, divino, hermoso y estaba seguro que sería muy cariñoso en la cama.
Además, gordo como los que a mi me gustan.
Estaba seguro que sería muy sabroso en caso de lamerlo y chuparlo. Tenía la certeza que su culo sería muy gustoso. Hubiera jurado que su esperma estaría igualmente delicioso.
Tenía el equilibrio perfecto entre juventud, inocencia, experiencia y morbosidad.
Pero sin embargo, me lo tenía prohibido.
No sólo por ser menor de edad, aunque eso me frenaba totalmente, sino por ser quién era.
Realmente lo consideraba como un miembro más de mi familia, al igual que a Eduardo. Mi amor era fraternal, pero no dejaba de excitarme terriblemente. Pero de ahí a tener sexo con él?
Nunca!
Jamás!
Aunque tenía muy en claro que nunca debería decir nunca, jamás.
No podía aprovecharme de este inofensivo y indefenso adolescente.
Dije inofensivo y indefenso?
Luego de ese fin de semana, debería ir corriendo al diccionario para tener la certeza de que la definición de "inofensivo" e "indefenso" eran apropiadas para Junior.
El muchacho era dulce, educado, hasta cariñoso. Me resultaba terriblemente erótico y posiblemente pasional. Era extremadamente inteligente y poseía una memoria prodigiosa. El contacto con su piel, me hacía hervir la sangre. Era simpático y amable. Pero inofensivo e indefenso?
No.
Definitivamente no!
Consejo: No te cruces con él si está en uno de sus días malos.
Volví a concentrarme en lo que estaba realizando.
Quité parcialmente el líquido que yacía sobre las sábanas, ahora con el papel higiénico.
La mierda... cuánto esperma había aún por allí! No recuerdo yo mismo haber eyaculado jamás, ni la mitad de ese líquido; ni siquiera aún en mis mayores vaciadas.
Junior salió del baño y me ayudó a cambiar las sábanas.
Su cara de vergüenza, me terminaron de convencer que ese hecho específico no había sido un acto deliberado.
Eso me revitalizó, ya que continuaba siendo paranoico con todo lo que acontecía. Sospechaba hasta de mi propia sombra.
Volví a pensar en todo lo que me había contado acerca de lo que había hecho con Javier y su padre.
Lamentablemente se me hacía muy difícil no seguir poniendo en duda absolutamente todo acerca de la veracidad de ese relato.
Todo parecía muy coherente, pero demasiado complicado y exagerado.
Pero por primera vez me pregunté si tenía realmente fundamentos como para seguir dudando, y si todo no sería realmente cierto, palabra por palabra.
Mientras me ayudaba con las sábanas presté atención a su cuerpo sin que me viera. Mis ojos disimularon las ganas que tenía de comérmelo a besos en ese momento. Es que estaba únicamente en ropa interior y descalzo, y por más que no era su intención, ahora su andar me resultaba terriblemente más erótico que antes.
"Zesna, por qué no me das un beso en la boca?" Pidió de repente.
"Otra vez! Te dije que no, Junior." Dije enojado. "Qué es lo que te sucede que insistes con eso?"
.
"Tan sólo un beso inofensivo!" Dijo y sus ojos estaban como rogándome.
"Ni lo pienses, Junior." Dije ahora aterrado, volviéndome fuertemente la sensación de que posiblemente estaba siendo víctima de algo que tal vez hubiera sido tramado casi como un artefacto de relojería. Todo muy minucioso, pieza por pieza, cada cosa en su lugar y para mi pesar, yo le estaba facilitando absolutamente todo.
Ya hasta me tenía en su cama!
De pronto y sin previo aviso, se abalanzó sobre mí buscando mi boca con la suya.
"No, Junior." Dije y forcejeé con él por un instante.
"Un piquito aunque sea." Dijo y nuevamente arremetió contra mi boca como si estuviera desesperado.
"No! Te dije que no!" Vociferé enojado. "Estás perdiendo la razón?"
"Uno sólo y no te molesto más." Insistió y otra vez se lanzó con sus labios en busca de los míos.
"Pero, qué haces? Estás loco? Te estás comportando como un..." Y me interrumpí.
"Sí, dilo. Como un puto. Como un gordo puto. Sé que lo soy, pero no tienes por que recordármelo. La reconcha de mi madre! La puta madre que me parió!" Dijo perdiendo por primera vez totalmente el control y poniéndose como loco mientras se apartaba de mí, dando puntapiés a todo lo que tenía a su alcance. Se puso a gritar como si ya no estuviera en sus cabales y se dispuso a abandonar la habitación. Estaba como loco.
Me abalancé sobre él para intentar calmarlo y evitar que se pudiera hace algún daño, ya que los golpes que daba a las paredes y muebles eran muy fuertes.
"Junior. No te pongas así." Dije desesperado.
"Déjame! Me voy a la mierda!" Gritó.
"Qué vas a hacer? A donde vas?" Dije mientras intentaba inútilmente sostener esa humanidad con mis brazos. "Suéltame!" Volvió a gritar y se sacudió sin mucho esfuerzo, pero eso tan sencillo provocó una reacción similar a un tremendo latigazo que me lanzó hacia su derecha con mucha fuerza y me hizo volar literalmente por los aires unos metros hacia el piso.
Mi labio inferior se dio de lleno contra el borde de una silla.
Quedé casi noqueado, alcé la vista apenas para lograr ver a Junior salir corriendo del dormitorio y caí irremediablemente rendido de cara contra el suelo y totalmente resignado.
Sentí algo húmedo en los labios y mi lengua se encargó de llevar el sabor de mi propia sangre al paladar.
Estaba totalmente aturdido por el golpe, pero mi orgullo estaba mucho más dolido todavía por todo lo que estaba sucediendo. Era ridículo, pero no podía manejar la situación con este muchacho. Peor aún, no tenía ni la más mínima idea de qué hacer para dominarlo.
Silencio absoluto.
De pronto sentí pasos de pies descalzos que se acercaban.
"Zesna?" Preguntó con voz temblorosa.
Levanté la cabeza sin poder distinguir más que una mole gigante atravesando la puerta de ingreso hacia el dormitorio.
"Zesna. Te has lastimado?" Preguntó y noté temor en su voz. "Tienes sangre!!! Zesna, por favor, no te mueras. Fue sin querer! No quise empujarte."
Sentí cómo me alzaban dos potentes brazos y me llevaban con desesperación hacia el baño.
Revisó mi cabeza para ver dónde había sido el golpe y cuando notó que la sangre salía tan sólo de mi labio, me sostuvo con su brazo izquierdo mientras con su mano derecha abrió el botiquín y buscó algo con qué curarme. Me llevó hacia la ducha, se sentó debajo de ella con las piernas cruzadas y apoyó mi cabeza sobre su regazo.
Vi cómo parte de sus calzoncillos se teñían de rojo.
"Estás consciente, Zesna?" Preguntó lamentándose. "Por favor, contéstame.
"Sí." Le dije. "Estoy bien, sólo que un poco aturdido."
"Fue sin querer, Zesna." Dijo sin disimular su miedo. "No quise lastimarte."
"Lo sé, Junior. No te preocupes, fue un accidente." Le aseguré para darle ánimos. Al fin y al cabo debo admitir que él no fue realmente el culpable de lo que sucedió. "Mira cómo te estoy dejando la ropa!." Exclamé viendo que la mancha roja seguía tomando más volumen.
"A quién le importa eso ahora." Dijo restándole importancia.
Abrió el grifo de la canilla y me lavó el rostro ensangrentado; tras cerrarlo, me aplicó un trozo de algodón humedecido con agua oxigenada.
"Esto te va a cortar la hemorragia." Me aseguró.
"Cómo sabes tanto, Junior?" Pregunté sorprendido. Aunque mi pregunta no se refería concretamente a este hecho específico.
"Es que fui jefe de boy scouts durante varios años y tuve entrenamiento casi militar." Dijo y le miré el rostro para vislumbrar algo que me indicara que me estaba tomando el pelo.
Su expresión no me daba esa impresión.
"Y qué aprendiste en esos cursos?" Pregunté ahora intrigado mientras él sostenía el algodón sobre mi labio herido.
"De todo un poco. Algo de supervivencia, lucha y defensa personal, que era lo que más me gustaba, y por supuesto primeros auxilios." Hablaba mientras ahora cambiaba el algodón totalmente embebido en mi propia sangre por uno nuevo, y me tranquilicé al percatarme finalmente que él sabía lo que estaba haciendo.
Me quedé mirándolo como atontado. Debía rever la impresión que tenía de él. Para ser sincero, estaba comenzando a admirarlo.
Me demostró ser muy seguro de sí mismo, obrando sin dudar en ningún momento, cosa que habitualmente no logran hacer la mayoría de las personas ante una emergencia de este tipo.
Una vez que quitó todo rastro de sangre de mi rostro abrió la ducha y nos quedamos bajo la lluvia caliente mientras ahora me sostenía la cabeza apoyada contra uno de sus muslos. Me vi sumamente necesitado de estamparle un beso allí mismo, pero me contuve, porque si lo hubiera hecho, nada ni nadie hubiera sido capaz de aventurar lo que podría haber sucedido a continuación.
La lluvia nos empapó completamente toda la ropa interior, y él comenzó a acariciarme el rostro con su mano.
El labio me palpitaba y me lo toqué con un dedo.
"Uy! Cómo se te ha hinchado, Zesna." Dijo viéndome poner cara de dolor. "Yo tengo un método para curarte lo más rápido posible." Dijo.
"Qué? También lo aprendiste con los boy scouts?" Pregunté.
"No!" Dijo simplemente y ubicó ambas piernas y brazos alrededor mío y ejerció una leve presión que le alcanzó para mantenerme inmóvil; prácticamente hizo el trabajo de una serpiente enroscando gran parte de mi cuerpo con sus miembros.
Algo me hizo sospechar que a él le constaba que yo no iba a aprobar en lo más mínimo lo que estaba a punto de hacer a continuación.
Es más aún, adiviné exactamente lo que pretendía.
"No, Junior." Le rogué.
"No te preocupes, estará todo bien, Zesna..." Susurró en forma casi inaudible.
"No, no." Le dije suplicando. "No lo hagas."
Me sentía casi como un muñeco de peluche apresado fuertemente contra sus poderosos tentáculos que evitaban que pudiera zafarme, o simplemente moverme.
Acercó sus labios a mi boca.
No me estaba resistiendo a su beso concretamente. Sinceramente hasta lo deseaba con toda mi alma, pero temía que el muchacho se terminara enamorando de mí y que yo no tuviera las agallas para mantener una relación seria con él.
Juntó sus labios cerrados contra los míos y los rozó repetidamente.
"Zesna, no temas! Te prometo que siempre estará todo bien entre nosotros." Continuó susurrando como para sí mismo, y nuevamente tuve esa extraña sensación de que tal vez este muchacho tuviera verdaderamente la facultad de leerme la mente.
"Por lo que más quieras, Junior." Dije desesperado y consciente de estar totalmente a su merced. "No lo hagas, por favor."
Sentí sus gordos labios abrirse apenas entraron nuevamente en contacto con los míos.
"Por favor..." Insistí a sabiendas que esa sería la última vez de intentar hacerlo desistir de su propósito.
"Lo siento, Zesna. Si en verdad tú no lo deseas tanto como yo, tan sólo dímelo." Dijo y sin esperar una respuesta que en ningún momento tuve la intención de emitir, su boca se engulló literalmente la mía mientras la ducha fue la única testigo de ese beso entregado con tanto sentimiento, a pesar de que mis labios apretados, obraban por cuenta propia y aún se resistían a recibirlo.
CONTINUARÁ.
Sus comentarios serán agradecidos.