Gordo de las 6 en punto (3)
CAPÍTULO III: NOCHE DE REVELACIONES. Dios mío! Veo que sueles hacer apuestas fuertes con tus amigos... Tú le pagaste 250 dólares para poder cogerla? Pregunté anonadado.
GORDO DE LAS 6 EN PUNTO (3).
CAPÍTULO III: NOCHE DE REVELACIONES.
"Junior, salte inmediatamente de encima mío." Le ordené gritando en forma desesperada.
Obedeció sin dudarlo y visiblemente muy asustado.
"Qué te piensas que estás haciendo?" Dije enojado mientras lo veía directamente a los ojos como quien mira a un chiquillo luego de haberlo sorprendido en plena travesura.
Su seriedad me indicó que el juego ya había finalizado hacía un buen rato.
Nos miramos a los ojos por unos instantes y decidí dejar pasar por alto lo ocurrido, no insistir en comentar el tema y haciendo un pequeño esfuerzo, me puse en pie.
Le permití pasar al baño en primer lugar, y apenas lo hizo, no me pude resistir a la tentación de husmear dentro de su bolso.
Realmente había logrado perturbarme
O debería decir más bien, alterarme?
En realidad, y pensándolo mejor, excitarme debería haber sido la palabra más adecuada. Notaba que mi ropa interior estaba húmeda y mi miembro estaba perdiendo lentamente la erección alcanzada.
Encontré unos calzoncillos suyos. Lo saqué, lo abrí sosteniéndolo bien estirado por los elásticos y me mordí el labio inferior al percatarme de lo tan inmenso que era.
Me lo llevé a la nariz y aspiré fuerte para sentí un suave aroma a enjuague de ropa.
Aún así, me resultó terriblemente erótico.
Besé la prenda.
Por Dios, no estaba haciendo lo correcto.
Cada vez que lo veía caminar con su andar pesado, me excitaban mucho los bamboleos de sus nalgas, sus gruesos muslos, sus anchas caderas, sus gordas piernas y brazos potentes, pero era un muchacho. Era el hijo de mi amigo y definitivamente no iba a hacer nada con él.
Apenas escuché correr el agua del inodoro, volví a guardar los calzoncillos en el mismo lugar de donde los saqué.
Ahora nuevamente se higienizaba en el bidet y me senté a esperarlo sobre la cama donde él iba a pasar la noche.
Acaricié la almohada donde unos minutos más tarde él iría a apoyar su cabeza.
Sin ningún lugar a dudas sentía un afecto muy grande por este chico, sin importar qué hubiera hecho o qué era en realidad lo que pretendía conmigo. Me hice el juramento de que yo iba a realizar todo lo que fuera necesario para evitar que se dañara de alguna forma.
"Qué te sucede?" Me preguntó tan pronto salió del baño.
"Nada, esperaba a que salieras para ir a orinar yo." Contesté y me levanté de la cama.
"Estabas llorando?" Quiso saber intentando mirarme el rostro que yo le estaba esquivando.
Sin contestarle, pasé al cuarto de baño, cerré la puerta tras de mí y abrí el grifo de la canilla de la pileta.
"Qué lo parió! No se le escapa nada a este muchacho." Pensé mirándome el rostro al espejo y quitando mis lágrimas con la mano.
Acto seguido me mojé la cara con ambas manos, me sequé y fui a orinar.
Cuando salí del baño, Junior estaba sentado con sus piernas bien abiertas, en el mismo lugar donde había estado yo unos minutos antes.
Se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla.
"Que tengas buenas noches, Zesna." Me auguró.
"Tú también, Junior." Dije. "Que descanses!"
Fui al dormitorio contiguo y me quité la ropa hasta quedarme en calzoncillos. Me senté sobre la cama. Estaba frío.
Me volví a levantar y fui al placard para tomar una frazada más.
"Junior!" Le grité. "Quieres más abrigo? Tengo alguna frazada extra por si la necesitas."
"Sí, bueno! "Tengo frío!" Confesó.
Tomé una de doble plaza para su cama y fui a llevársela.
Cuando entré a su dormitorio, Junior estaba en ropa interior de espaldas a la puerta.
Por Dios santo!
Qué trasero descomunal tenía este chico!
Y qué piernas!
Parecían dos gruesas columnas que salían de sus nalgas hasta enterrarse en el piso. Noté que todo su cuerpo visible carecía absolutamente de vellosidad.
Se dio vuelta de repente para dejarme admirar su silueta a través de una camisilla que me permitía espiar los gordos rollos de sus brazos y de la unión de estos con sus pechos.
"Hace mucho frío!" Me dijo tiritando.
"No tienes pijamas?" Pregunté.
"No, nunca usé en mi vida. Con esta ropa suelo dormir en invierno." Dijo y me hizo asomar una sonrisa por la comisura de mis labios pensando tan sólo en cómo dormiría en verano, aunque no me permitió librarlo a mi imaginación. "Cuando el tiempo está caluroso, duermo totalmente en bolas y completamente destapado. Sufro terriblemente el calor."
Mi miembro escuchó su comentario.
Disimulé lo mejor que pude, le coloqué la frazada encima de la cama, le pedí que me avisara si necesitaba más abrigo y salí de su habitación.
Volví a mi cuarto, pero con unas ganas tremendas de meterme en la cama con él, para tan sólo dormir abrazados y darnos calor mutuamente. Únicamente lo hubiera hecho para sentir ese gordo cuerpo pegado al mío y hacer entrar a mi sangre en estado de ebullición.
Definitivamente este muchacho me estaba perturbando por más que yo hacía un esfuerzo descomunal para distraer mi atención sobre él.
Zesna, por enésima vez: Tranquilízate ya que no es más que un niño!!!
La dureza que tenía en mi entrepierna no me permitía dormir con tranquilidad.
El saber que ese obeso muchacho estaba durmiendo en su ropa interior a tan solo unos pasos de donde me encontraba, me tenía en ese estado.
Estaba intentando inútilmente conciliar el sueño cuando de pronto escuché unos sonidos extraños.
Parecían maullidos de gatos.
Hice caso omiso, pero los sonidos felinos continuaban.
Prendí la luz.
Qué diablos era eso?
Supuse que posiblemente los animales estuvieran en el jardín dando una serenata a alguna hembra.
Sonreí imaginándome la situación.
Miré la hora.
Aún no eran las 2 de la madrugada.
Me levanté de la cama y fui sigilosamente hacia la puerta con el fin de escuchar aunque más no fueran los ronquidos de Junior. Continuaba con la tentación de meterme en su cama, que seguramente debía estar muy calentita, abrazarlo y darle todos los mimos que suelo darle a mis gordos.
Mayúscula fue mi sorpresa cuando noté que esos ruidos extraños que acababa de escuchar provenían de su habitación.
"Gatos dentro de la casa???" Pensé. "¿?¿?¿?¿?"
Me asomé al dormitorio y sentí que el muchacho estaba gimiendo, no podría asegurarlo pero tal vez hasta estuviera lloriqueando y sonaba como que posiblemente estuviera tratando de disimularlo, silenciándolo con la almohada.
"Junior...Aún estás despierto?" Pregunté preocupado hacia la habitación completamente a oscuras. "Qué te pasa?"
Se hizo el silencio instantáneamente, los maullidos desaparecieron y no recibí respuesta alguna a mi pregunta.
"Junior, te sucede algo?" Insistí sabiendo con certeza que él me estaba escuchando indefectiblemente.
Tampoco respondió en esta oportunidad.
Resignado a que no me iría a hacer partícipe de lo que le sucedía, giré sobre mis talones para volver a mi cama.
"Zesna." Dijo ante mi sorpresa y con una voz temblorosa, apenas puse un pie fuera de su dormitorio. "Por favor, no te vayas!"
Él mismo encendió la luz del velador.
Su rostro denotaba como estar asustado y sus ojos un tanto tristes, de forma tal que tuve la sensación que hacía un rato largo que estaba de esa manera y con ese aspecto.
"Qué te sucede, Junior." Dije muy preocupado. "Por qué estás así?"
"Zesna, tengo mucho miedo." Reconoció y un temor tremendo se podía ver en sus palabras y en ese temblor que lo estaba sacudiendo en forma constante.
"Miedo de estar aquí?" Pregunté desconcertado.
"No, Zesna. No soy tan pelotudo." Contestó y se incorporó, sentándose en el mismo lugar que ocupaba. "Me están sucediendo cosas que me dan mucho miedo y no tengo con quién hablarlas."
"Por qué no me cuentas? Me gustaría intentar ayudarte en lo que esté a mi alcance. Solo tienes que confiar en mí, Junior." Anhelaba que finalmente se sincerara conmigo.
"No lo sé con exactitud." Dijo.
"Qué es lo que no sabes?" Pregunté dudando.
"No sé si puedo confiar en ti." Dijo con franqueza.
"Ok. Te agradezco la honestidad." Me senté en la orilla de la cama. "Tú y yo nunca hemos mantenido una conversación. Dime tan sólo una cosa. Qué piensas de mi?" Quise finalmente saber por lo menos qué concepto tenía el chico de mi persona.
"Mira, Zesna. Sé que mi papá te quiero mucho..."
"No hablemos de tu papá en este momento." Le interrumpí. "Me gustaría saber qué piensas tú de mi."
"Tú no quieres que te hable de mi papá, pero él no sería tu amigo si no estuviera seguro que tú eres una buena persona." Dijo mirándome directamente a los ojos. "Yo también pienso igual."
"Entonces?" Insistí.
"Me prometes que no le dirás a mi papá si te cuento?" Dijo y me dejó expectante.
"Por supuesto que no. Escucha, quiero que sepas que yo te quiero mucho y ante todo me gustaría ser tu amigo y si tienes un problema, me gustaría darte toda la ayuda posible. Puedes confiarme tus secretos que sabré guardarlos como debe ser entre verdaderos amigos, y también me gustaría darte algún consejo, si es que está a mi alcance, para que tú mismo puedas resolver tus propios problemas. Junior, ten la certeza de que yo nunca te voy a defraudar." Dije y me acomodé mejor sobre el borde de la cama, preparándome por si se decidiera finalmente a compartir sus penas conmigo.
El gesto que tuvo en ese momento, me hizo emocionar nuevamente. Tomó la frazada extra que le había agregado antes y que lo estaba cubriendo hasta ese momento, y me la depositó sobre los hombros para cubrirme y protegerme del frío.
Me estaba cuidando!?
"Zesna, no me gustan las mujeres." Dijo mientras iba volviendo a su posición anterior.
Noté que en ese preciso instante estaba evitando verme directamente a los ojos. Reconocí que eso no era habitual en él, ya que siempre solía mirarme a la vista cuando me hablaba; de todas formas no descubrí en ese momento la total dimensión de su confesión.
En realidad, en una primera instancia, pensé que hasta podría estar refiriéndose a algo pasajero.
Claro, quién no ha tenido algún inconveniente o alguna pelea con alguna muchacha alguna vez, y como primera medida se ponía a todas ellas como rehenes, diciendo "no me gustan las mujeres".
Pero por si me quedaba alguna duda al respecto, me la quitó de un zarpazo.
"Es que me gustan los hombres." Continuó diciendo en tono tan bajo e inaudible que sus palabras se empujaban unas a otras para lograr salir de su boca.
Me dejó estupefacto.
No me pareció que estuviera bromeando ya que continuaba con la cabeza gacha evitando mi mirada y su aspecto ahora denotaba un pánico total. Supuse que hizo un esfuerzo tremendo para confiarme lo que acababan de escuchar mis oídos.
Finalmente estarían por atarse los últimos cabos sueltos que aún me quedaban con respecto a él. Ya sabía que se masturbaba con los llamados que me hacía, pero nunca me hubiera animado a asegurar que fuera homosexual.
"Zesna, tengo mucho miedo." Repitió una vez más.
"Y eso por qué? Por qué tienes tanto miedo?" Le pregunté para darle confianza.
Giró la vista por primera vez desde que comenzó la conversación, y ahora me vio directo a los ojos.
"Es que no has escuchado lo que te acabo de decir?" Preguntó enfadado y alzando la voz.
"Qué carácter que tienes, eh? ...Sí. Me dijiste que te gustan los hombres. Y cuál es el problema?" Pregunté sin apartar mi vista de la suya para poder ver su reacción y que supiera que eso no estaba del todo mal.
"Yo no quiero ser así." Me confesó nuevamente en tono normal.
"No hay nada de malo con ser gay, Junior." Intenté darle más confianza aún.
"Sí... no habría demasiado problema si solo pensara que soy gay... Posiblemente esa palabra suaviza las cosas, pero no me quiero engañar ya que lamentablemente soy consciente de que soy puto y no quiero serlo." Dijo nuevamente casi a los gritos. Se detuvo un instante y no continuó hasta que su voz se normalizó otra vez. "Si eres hombre y te gustan los hombres, sencillamente eres puto... No le dirás a mi padre, verdad?"
"Mira, ya te dije que eso no debe preocuparte. Jamás rompo una promesa. Todo lo que hablemos aquí hoy, quedará entre nosotros. Cuéntame ahora cómo sabes que eres homosexual." Intentaba sonsacarle toda la información posible, ya que yo mismo estaba en shock por su confesión y no sabía qué decir. "Has tenido relaciones con chicas en alguna ocasión?"
"Sí., sólo una vez. En el liceo hace como cuatro o cinco meses, mis amigos me hicieron una apuesta a que no me cogería a la chica más bonita de la clase." Dijo.
"Y?" Pregunté con más ansiedad que curiosidad por conocer su respuesta. "Cómo te fue con esa experiencia? Qué sucedió?"
"Aunque era consciente de que no tenía ningún tipo de posibilidades al respecto, finalmente gané la apuesta. Es que todo el mundo tiene su precio." Dijo sin cambiar la expresión de su rostro. "Acepté una apuesta de 500 dólares a que no lograría cogerme a Mariela, la chica que ganó el título de la más popular de la secundaria y la más linda. Tuve que invertir 250 dólares para que se dejara."
"Dios mío! Veo que sueles hacer apuestas fuertes con tus amigos... Tú le pagaste 250 dólares para poder cogerla?" Pregunté anonadado.
"Y...sí. No había otro modo para que ella accediera. De todas formas no fue tan mal negocio ya que yo me gané otro tanto." Dijo sin demostrar estar contento en lo más mínimo. "El tema es que no me gustó, lo hice sólo para presumir delante de mis amigos."
"Cuéntame por qué no te gustó?" Pregunté, ya que el morbo me estaba consumiendo y no me permitía no intentar por lo menos averiguar lo más posible acerca de esa cogida.
"Le dije a Mariela que le daría los 250 dólares, pero que debía hacer todo lo que yo le pidiera. Finalmente me decepcionó, porque terminó siendo una puta. Muy cara, pero una puta al fin. Me exigió el dinero por anticipado, y le dije que tan sólo le daría 50, y que los 200 restantes los obtendría una vez que se dejara hacer todo lo que yo quisiera y me dejara completamente satisfecho."
Junior me demostró con eso ser muy buen negociante.
"Lo hizo? Aceptó tus exigencias?" Pregunté con mis calzoncillos humedecidos al máximo.
"Claro, después me enteré que yo era el único de la clase que aún no se la había cogido... Bueno, nos quedamos en encontrar en el escenario del teatro del liceo, y cuando yo llegué, ella ya me estaba esperando allí. Cerramos el telón y lo hicimos sin sacarnos toda la ropa. La verdad es que me la cogí por la cotorra durante largo rato, le hice el culo hasta que me cansé y cuando finalmente le acabé en su boca, vomitó. Y a pesar de que no me dejó plenamente satisfecho, igualmente creo que se ganó su dinero, no?"
"Lograste acabar y no te dejó satisfecho?" Pregunté harto sorprendido.
"No." Dijo simplemente.
"La verdad es que no entiendo." Confesé.
"Mira, me excito bastante cuando me tocan ciertas partes, se me pone muy dura, pero eso no quiere decir que lo disfruto plenamente." Explicó. "Aunque no voy a negar que estaba bastante nervioso porque uno de mis amigos estaba escondido entre bambalinas mirándonos."
"Qué?" Pregunté anonadado.
"Y...sí...mis amigos no son estúpidos. Tenían que confirmar que me la cogía..." Explicó.
"Pero por qué no te gustó?" Insistí.
"No sé... posiblemente fue porque todo pareció que era una transacción comercial... No sé... Si ni ofreció resistencia alguna. Ni gozó, ni nada. Sé que tengo la pija muy gruesa y ni siquiera fue un impedimento para que le entrara por todos lados. Tenía todos los agujeros agrandados. Al principio tuve miedo hasta de lastimarla y a ella lo único que le interesaba era el dinero. Eso es asqueroso." Dijo con gesto de desprecio.
"Sí, pero no todas las mujeres son iguales." Dije para que no se encerrara en esa única experiencia solamente. "Muy bien. Lo que no entiendo entonces es por qué dices que eres puto." Dije sin ocultar que estaba desconcertado.
"Es que nunca sentí atracción física por ella ni por ninguna otra chica, y en cambio sí me sucede cuando veo algún tipo de hombres." Admitió nuevamente.
"Eso puede deberse a que aún no has encontrado a la muchacha adecuada. Como prueba fehaciente de lo que digo, veo que admites que tampoco te gustan absolutamente todos los hombres, al igual que yo." Intenté que tuviera en cuenta por lo menos alguna explicación posible. "Cuéntame acerca de ellos. Qué tipo de hombres te gustan?" Mi curiosidad era insaciable en ese momento.
"Por lo general mayores y bastante gordos, aunque hay alguna excepción. Siento mucha atracción por los obesos como yo." Confesó.
"Ya has tenido también alguna experiencia con ellos?" Mi pregunta lo hizo alterarse un poco más.
"Zesna, no quiero ser como soy." Dijo sin parar de lamentarse. Detuvo por unos instantes su relato, y cuando pensé que no seguiría contándome, hizo un visible cambio brusco de disposición. "Mira, tengo muchas cosas para contarte que me están mortificando. Por favor, no puedo seguir viviendo de esta manera."
"Qué es lo que te sucede? A qué te refieres? Cuéntame, Junior. Comparte conmigo eso que te tiene tan triste. Estoy seguro que sólo con intentarlo, te sentirás mucho mejor." Le aconsejé teniendo la certeza de que eso iba a ser así, aunque siendo plenamente consciente de que cada cosa que decía, me dejaba aún más perplejo.
"Prométeme que nunca le contarás a mi padre todo lo que tengo para decirte." Insistió con la solicitud.
"Otra vez? Pero qué es lo que te pasa?" Dije ahora a punto de enfadarme. No sabía qué era lo que iban a escuchar mis oídos a continuación, pero igualmente me agarró una tristeza enorme porque comencé a imaginarme lo peor. "Por Dios, Junior, alguien te ha violado?"
Hubo una pausa, y pensé por un segundo que se estaba arrepintiendo de haberse decidido a confiarme sus secretos.
"Junior, por favor, me quieres decir de una buena vez qué es lo que te sucede? Alguien ha abusado de ti?" Ahora tenía desesperación por saber.
"Zesna, me prometiste que no le dirías nada a mi padre, verdad?" Preguntó otra vez y en esta oportunidad, solamente asentí.
Hizo una larga pausa, y lo noté como luchando internamente, intentando animarse a comenzar a compartir conmigo lo que le sucedía. Finalmente, y tras un largo rato de silencio absoluto, sus primeras palabras salieron de entre sus labios carnosos.
"Es que es un poco largo de explicar." Dijo preocupado.
"No te preocupes, Junior. Tenemos todo el tiempo del mundo y ten la certeza de que te escucharé con atención. Qué es lo que te tiene en ese estado?"
Me miró varias veces y apartó la mirada en forma intermitente. Sin lugar a dudas, lo que tenía para decirme era bastante más que una travesura, ya que capté su aspecto totalmente nervioso.
"Zesna, me estoy viendo a solas con un señor casado en su departamento privado." Dijo finalmente y me dejó totalmente anonadado.
"Qué????" Pregunté sin ocultar mi sorpresa que iría a continuar en aumento a cada segundo que pasara.
Quién iría a pensar algo semejante de Junior?
"Viéndote con un hombre casado a solas?" Quedé totalmente desconcertado y negándome a aceptar lo que me indicaban los hechos, pregunté. "Para qué?"
"Es que te ha agarrado un ataque de estupidez? Cómo para qué? Para tener sexo?" Dijo demostrando estar irritado por mi pregunta totalmente idiota.
Mis labios estaban impedidos de separarse para permitir a las palabras salir de mi boca. Ahora eran mis ojos los que le estaban formulando mil preguntas.
Su mirada estaba muy triste y eso me hizo adivinar que estaba sumergido en algún remordimiento por lo que estaba haciendo.
"No le tengo que pagar para tener sexo con él." Comentó de repente como justificando sus acciones.
"Estoy seguro que muchos querrían tener sexo contigo sin cobrarte. Creo que te equivocas si piensas que no podrías tener sexo si no pagas por ello. Pero lo que no entiendo es por qué con un hombre casado?" Esa fue tan solo una de las tantas preguntas que tenía para hacerle en ese preciso momento.
Respiró hondo y comenzó a hablar sin que me atreviera a interrumpirlo.
"Este es el primer año que Javier, el gordito que va a casa todas las tardes, estudia en mi liceo." Comenzó a contarme, ahora como dejándose llevar por un impulso que le impedía detenerse. "No sé el motivo, tal vez sea porque él es tan gordito como yo, pero nos caímos bien desde el primer momento, comenzamos a ser amigos y como es un poco lento en los estudios, me ofrecí para ayudarle a repasar juntos las materias en mi casa. Todo estuvo bien hasta hace como tres meses, el día en que hubo la primera reunión de entrega de calificaciones del primer trimestre en el liceo, con reunión de padres incluida y allí fue donde vi a mi amigo junto a un señor bastante más gordo que él, quien supuse que era su papá. Ya desde que lo vi por primera vez, me sentí atraído por ese hombre. Estuve largo rato sin poder dejar de verlo, hasta que de pronto él me sorprendió con su mirada en el mismo instante en que yo la tenía fija sobre él. Desvié la vista disimuladamente y en determinado momento, cuando volví a mirarlo, noté que era él ahora el que me estaba viendo sin quitarme los ojos de encima. Al principio pensé que era porque me reconocía como el que estudiaba con su hijo, ya que su mirada iba acompañada por una sonrisa, pero después me pareció muy extraño que siguiera insistiendo, que no apartara su vista de mí y que no dejara de hacerlo en ningún momento. Me puse muy nervioso y me asusté. Dejé de prestarle atención por unos momentos, pero cada tanto volvía a mirarlo de reojo y en todas las oportunidades él continuaba viéndome sin parar de sonreír. Mientras tanto, la fiesta seguía su curso, ya que habían alumnos que cantaban, bailaban o intervenían en alguna obra de teatro en el escenario. De pronto, el señor gordo comenzó a hacerme señas con la cabeza señalando hacia la derecha y no entendí muy bien a qué se refería. Yo miraba hacia ese lugar y solo veía la puerta del salón. No entendía qué era lo que me quería decir. Entonces se puso en pie y se dirigió hacia la salida haciéndome señas con la mano para que lo acompañara. Me puse aún más nervioso y noté que me había quedado como atornillado contra mi asiento."
Hizo una pausa y estudió mis reacciones.
Yo estaba ansioso por saber qué había sucedido a continuación, por lo que no hice ni el más mínimo comentario, esperando a que continuara con su relato.
"Se quedó parado en la puerta a punto de retirarse del salón e insistía con hacerme señas para que fuera hasta allí. Le dije a mi papá que iba al baño y me levanté del asiento, al tiempo que el señor salía completamente del lugar. Cuando pasé la puerta de salida, él estaba allí esperándome. Se presentó como Ernesto y me confirmó que era el padre de Javier; le di la mano para saludarlo y él me la sostuvo con ambas suyas muy fuertemente y sin soltármela me dio un beso en la mejilla. Me dijo que tenía ganas de ir al baño y que deseaba que yo lo acompañara, y aún muy temeroso y sin estar completamente seguro de qué hacer, asentí con la cabeza. Me pidió que yo fuera primero y lo esperara allí. Fui temblando de miedo y lo aguardé hasta que finalmente llegó. Me dijo que me quería agradecer por todo lo que estaba haciendo por su hijo y me hizo entrar al compartimento privado; él me siguió y trancó la puerta. Imagínate, los dos obesos en ese lugar tan minúsculo, estábamos con nuestras panzas apretujadas una sobre otra y contra las paredes. Me preguntó si sabía besar y le dije que por supuesto que sí, pero no sabía que se estaba refiriendo a un beso en la boca. Cuando acercó sus labios a los míos, comencé a temblar y negué con la cabeza diciéndole que nunca había besado a nadie de ese modo, y me preguntó si quería aprender. A pesar del terror que tenía, sentía curiosidad, así que nuevamente mi cabeza fue la que le respondió que sí. Me abrazó, acercó nuevamente su boca a la mía y comenzó a decirme cosas lindas como que yo le gustaba mucho y que me quería comer todito. Juntó otra vez sus labios sobre los míos y me dio un toque. Me dijo que yo estaba rico."
Junior realizó otra pausa y volvió a prestar atención a mi mirada.
Yo estaba en conflicto conmigo mismo. No estaba seguro de si todo lo que me estaba contando era verídico, o tan sólo fruto de su imaginación. Si fuera así, no tenía la más puta idea del por qué me estaba haciendo esto. Si todo fuera mentira, quería saber realmente cuál era el motivo que lo impulsaba a hacer algo semejante.
"Jugueteó con sus labios sobre los míos por largo rato. Yo tenía los ojos completamente cerrados hasta que me dejó escuchar un par de besos, entonces los abrí en el mismo momento en que se apartó de mi boca y me sonrió. Me preguntó si me había gustado y me decía Eduardito a cada momento. Sin dejar de darme esos besos, comenzó a buscar mi entrepierna con su rodilla. Sentí miedo nuevamente y se lo comuniqué. Era la primera vez que otro hombre me tocaba por allí. Me aseguró de que no había nada por qué preocuparse, ya que él se encargaría de protegerme. Rozó mis genitales con su pierna y empezó a refregarme el muslo contra mi pija que ya la tenía parada. Sus ojos se encendieron apenas me tocó la verga, y me dijo que le gustaba así de inmensa. Sus brazos que hasta ese momento estaban rodeando mi cuello, se deslizaron hacia abajo, me manosearon los pechos, fueron hacia los costados y me levantó ambos brazos mientras me acariciaba las axilas y luego bajó hasta la altura de nuestras panzas donde sentí su mano que continuó el camino hacia más abajo. Sentí sus caricias por todas mis partes íntimas y por encima de mis pantalones. Al principio me dio mucha vergüenza, pero como me decía que quería chuparme por allí y que hasta juraría que yo estaría muy rico, me hizo sentir bastante más a gusto. Me exploró toda la entrepierna con sus manos y yo ya estaba casi desesperado de la excitación. De pronto escuché movimientos de hebillas. Se desabrochó su cinturón y sus propios pantalones cayeron al piso. Enseguida comenzó a tironear los míos hasta que logró el mismo resultado. Ambos quedamos en calzoncillos."
Su mirada ahora me exploraba el alma para descubrir un solo comentario mío, que seguía sin salir de mis labios.
"Elevó su rodilla desnuda y con el impulso me levantó los calzoncillos hasta tocar mis bolas, las apretó suavemente contra mi abdomen y comenzó a franelearme mientras ahora sus dos manos me refregaban las tetas. En ese momento, su beso fue más fuerte y comenzó a tocarme los labios con la punta de su lengua que era muy gruesa y áspera. Masajeó mis pelotas con su pierna y la terminó de apretar sobre mi pija dura, donde siguió frotándola sin cesar. De pronto se detuvo, llevó sus manos a ambos lados de mi cintura y tomó el elástico de mi prenda interior y fue bajándolo hasta juntarlo con mis pantalones caídos. Quedé totalmente desnudo y él arrodillado delante de mí. Su único comentario fue: la puta madre... que hermosa!... gorda y cabezona... Es una monstruosidad! De pronto sentí su lengua en mi rodilla y fue lamiendo hacia arriba durante todo el trayecto hasta mi entepierna. Cuando su lengua llegó a mis testículos, y estuvo allí por un largo rato moviéndola de un lado al otro, me desesperé rogando en silencio para que siguiera su recorrido. Entonces me tocó la pija dura, y casi me muero de placer. Me pidió que me sentara sobre el inodoro. Obedecí; entonces él se acercó y apoyó ambos codos sobre mis muslos. Sus ojos estaban como desorbitados. Llevó sus manos hacia mis genitales, cerró los dos puños alrededor de mi pija dura que estaba a punto de explotar en cualquier momento, me echó la piel lo más para atrás que pudo bruscamente, lo que me hizo doler, dejó libre toda mi cabecita mojada y cuando le pasó la lengua, todo el dolor se transformó en un placer indescriptible. Eduardito, estás muy sabroso me dijo."
Noté que mientras hablaba, Junior metió su brazo derecho por dentro de las sábanas que lo cubrían, abrió sus piernas y hurgó por allí durante unos segundos; y cuando lo volvió a quitar, toda la palma de su mano estaba mojada y sin hacer ningún tipo de escalas, ésta fue a parar a su boca, donde la chupó hasta secarla mientras interrumpía nuevamente su relato.
"Perdona, pero estoy terriblemente excitado." Dijo y siguió lamiendo sus propios jugos.
Cielo santo!
Me hubiera tirado de cabeza en su entrepierna con mucho gusto, tan sólo si me lo hubiera solicitado, para secarlo con mi propia lengua.
Por primera vez me detenía a mirarle los dedos de la mano. Eran monstruosamente gruesos. No deformes, sino como terriblemente hinchados, pero parejos. Por cierto muy apetecibles.
Sus uñas casi inexistentes, dejaban al descubierto que un estado nervioso lo atacaba de vez en cuando, ya que ése es exactamente el síntoma de quien se "come las uñas"; y eso me sorprendió realmente, ya que esa faceta del muchacho me había sido casi imperceptible hasta ese día.
Cuando hizo desaparecer por completo la humedad de su mano, y ante mi atenta mirada, continuó con su relato.
"Siguió lamiéndome la pija por varios minutos como un perro desesperado y de repente se la engulló con la boca sin previo aviso y con bastante dificultad. Tuvo que esforzarse bastante para que le entre toda la cabeza dentro. La tuvo allí durante varios segundos y sentí que la llenaba de saliva. Comenzó a juguetear con su lengua, rozándomela de arriba abajo y de derecha a izquierda. Entonces comenzó a mamarme y chuparme haciendo bastante ruido con desesperación. De pronto alguien más entró al baño y Ernesto me hizo señas con el dedo para que me mantuviera en silencio, sin embargo siguió mamándomela sin parar, ahora silenciando todos los sonidos. La humedad en mi pito y el roce desesperado de labios y lengua, sumado a sentir como que estaba penetrando una cavidad caliente y golosa hizo que llegara lo inevitable; no aguanté más y me vacié en su boca al tiempo que mis espasmos me hacían sacudir sobre el inodoro mientras escuchábamos al otro hombre orinar en el compartimento contiguo. Sentí como Ernesto se iba tragando toda mi leche calientita a medida que salía de mi pito y cuando terminé, me apretó la verga para no dejar de tomarme ni siquiera una sola gota. Cuando se calmaron mis espasmos, siguió lamiendo mi pija ahora encogida y me chupó ambos testículos hasta que el hombre de al lado hizo accionar el agua del inodoro. Entonces Ernesto se puso en pie, se bajó los calzoncillos y se comenzó a acariciar la entrepierna hasta que logró tener una erección muy fuerte. Una vez que el otro hombre se lavó las manos y se retiró del baño, me preguntó si se la quería mamar a él, pero le respondí que no. Me seguía dando miedo. Miró mi pija nuevamente, se volvió agachar y me lamió las últimas gotitas que había despedido. Entonces me tomó la mano y se metió mi gordo dedo índice en la boca. Lo chupó y lo llenó de saliva. Me hizo salir de encima del inodoro y me pidió que me parara a su derecha. Acto seguido, salivó su mano y se la llevó hacia el culo untándoselo con su propia segregación, mientras me decía que esta era la primera vez que hacía algo así, que era virgen, pero que apenas me vio en el salón, le vinieron deseos de perder la virginidad conmigo; fue entonces cuando se agachó, me tomó el dedo mojado y lo condujo directamente hacia la entrada de su agujero."
Hizo una nueva pausa.
Su mirada era impávida. Pensé por un instante que Junior bien podría ser mi nuevo compañero de truco, ya que en ningún momento denotaba emoción, ni se podría determinar con certeza si mentía o decía la verdad.
"Rozó su ojete con mi índice y lo fue introduciendo lentamente dentro de él." Continuó. "Como me costó bastante meter el dedo, y viendo la cara de dolor que ponía él a medida que iba ingresando dentro suyo, debo suponer que era verdad que esta era la primera vez que realizaba algo semejante. Me pidió que no sólo evitara quitar mi dedo, sino que aún intentara meterlo lo más dentro que pudiera. Ahora se tomó la tripa gorda y comenzó a sacudírsela con fuerza y desesperación. Me sorprendí porque nunca le había visto la pija a un adulto. Gorda, bastante gruesa, aunque no tanto como la mía, corta y cabezona. Era como una pirámide. Cabeza muy gruesa y se iba ensanchando aún más hacia la base en contacto con los testículos que también eran inmensos, todo poblado de una gran maraña de pendejos negros. Su puño cerrado alrededor de la pija me impedía vérsela con claridad, a pesar de que yo estaba fascinado con la visión. De pronto me pidió que moviera el dedo que tenía en su orto para donde yo quisiera."
Realizó otra pausa más.
Introdujo nuevamente su mano por dentro de las sábanas y continuó hablando mientras hacía movimientos que me parecía como que se estuviera masturbando.
"Me sugirió hacer movimientos en círculos al tiempo que pedía que se lo metiera y sacara, mientras me alentaba a que esos movimientos fueran cada vez más rápidos. Me preguntó si quería poner mi pija en lugar del dedo y le dije que no sabía. Entonces dijo que no me preocupara ya que de todas formas iba a ser imposible lograr hacerlo allí en ese espacio tan reducido, pero me prometió que si yo lo deseaba, me dejaría hacerlo algún día para que acabara dentro suyo todas las veces que yo quisiera. Empezó a mover su culo violentamente contra mi dedo, logrando que entrara todo lo más posible; lo sacaba casi hasta la punta y se lo volvía a enterrar hasta el fondo varias veces, al tiempo que me decía cógeme, hijito querido Cuando finalmente, comenzó a escupir una catarata de leche por su pija que fue a parar directamente al inodoro." Junior quitó ahora la mano de su entrepierna, y nuevamente se la lamió ya que estaba otra vez inundaba de su propio líquido preseminal. Mientras le pasaba la lengua, continuó con su relato." No paraba de salir, era interminable. Él se sacudía para todos lados mientras gemía y no dejaba de pedirme que lo siguiera cogiendo con el dedo al tiempo que apretó el culo muy fuerte y continuaba agregando la palabra Eduardito a todo lo que me decía. Cuando terminó, me mostró dos de sus dedos mojados con su propia leche, se lo llevó a la boca y se lo chupó. Luego cortó un poco de papel higiénico del dispensador y se secó la pija; él mismo extrajo mi dedo de su culo de un tirón y a pesar de que estaba sucio de caca, igualmente me lo limpió con su lengua. Me ayudó a levantar mis calzoncillos y los pantalones, y me pidió que yo le ayudara con los suyos. Cuando nos disponíamos a salir del privado, me tomó del brazo, me dio vuelta y se abalanzó sobre mí, apretándome con su cuerpo contra la puerta mientras intentó besarme nuevamente. Apenas sacó su lengua sucia de la boca, me dio asco y aparté mi cara de la suya, esquivándolo. No insistió con eso. Luego de unos momentos, me preguntó si me había gustado todo lo que habíamos hecho en el baño y le dije la verdad."
"Qué fue lo que le dijiste?" Pregunté interrumpiendo por primera vez.
"Que sí!" Dijo y continuó. "Él mismo me lavó el dedo y nos enjuagamos la boca, me convidó con una pastilla de menta y él tomó otra, y antes de salir del baño me dijo que si yo quería, nos podíamos ver todos los domingos en horario de la tarde, que era cuando se quedaba sólo en su casa ya que su esposa iba a visitar a la madre. Como yo ya tenía el número de teléfono que me había dado Javier, me dijo que lo único que debía hacer cada vez que quisiera que nos encontráramos, era llamarlo el mismo domingo después de las 2 de la tarde y que podíamos estar jugando juntos hasta las 7 que era cuando debía pasar a buscar a su mujer. Además me informó que tenía un departamento donde podríamos estar sin que nadie nos molestara y que no me preocupara tampoco por el transporte ya que él me pasaría a buscar con su vehículo por donde yo quisiera y luego me volvería a llevar."
Sentía impulsos de interrumpirlo a cada momento. Ahora tenía un millón de preguntas para hacerle, pero me contuve y seguí escuchando con atención.
"Entonces me pidió que saliera yo primero del baño para que no nos vieran hacerlo juntos. Cuando salí al pasillo y me disponía a volver al salón casi me da un infarto, ya que mi papá estaba en el corredor esperándome. Había terminado la reunión y estaba impaciente. Debido a que me daba vergüenza, supongo que por el remordimiento por haber estado haciendo lo que hice con otro hombre, me vi en la obligación de mentirle y le dije que había demorado porque estaba descompuesto y se conformó sin hacerme preguntas. Al rato vi salir del baño a Ernesto, que pasó a mi lado sin siquiera mirarme, como para disimular. Cuando estábamos a punto de irnos, sentí que me llamaban y al girar vi a Javier que se acercaba con sus padres para saludarme. Mi amigo me agradeció por las buenas notas que le habían puesto y que, según dijo, todo era gracias a mí por haber estudiado juntos, y nos presentó a sus padres. Ernesto le dio la mano a mi papá y le dijo que Eduardito es un muchacho muy amable, y me hizo un guiño sonriendo. Yo me puse todo colorado, porque estaba seguro que su comentario no era por las calificaciones de su hijo. Nos despedimos y cada cual nos fuimos para nuestras respectivas casas."
Hizo una pausa y me dijo que iba a orinar.
Se destapó y casi me desmayo. Alcancé a ver su erección a pesar de que realizó algún esfuerzo por ocultarla, y noté que toda la parte delantera de su prenda interior estaba húmeda.
Cuando salió de la habitación, fui hasta mi dormitorio, tomé una toalla de mi bolso, me bajé los calzoncillos y me sequé la entrepierna que estaba inundada de clara de huevo.
A los pocos minutos y una vez que Junior volvió del baño, se volvió a meter dentro de la cama y continuó con su relato.
"Estuve sumamente excitado el resto de la semana hasta ese primer domingo, el cual lo llamé a las 2 de la tarde para tener nuestro primer encuentro, y a los 15 minutos me pasó a buscar por la esquina de mi casa. Condujo por unos 10 minutos más y fuimos a un edificio de apartamentos. Subimos al tercer piso y el lugar estaba completamente vacío, sin ningún tipo de muebles. Me dijo que tenían ese departamento para vender y que hacía bastante tiempo que ni siquiera encontraban algún interesado. El dormitorio también igualmente vacío excepto por un colchón que yacía tirado sobre el piso. Me preguntó si ese día se la iba a chupar y le dije que no, que prefería hacer lo mismo que la vez anterior. Me explicó que no había ningún problema, que siempre haríamos lo que yo quisiera. Se quitó los zapatos y las medias, luego los pantalones y la camisa y se dejó caer sobre el colchón. Me pidió que hiciera lo mismo y que aún no me quitara los calzoncillos, al igual que él, ya que le gustaba mucho jugar con ellos puestos. Mientras lo iba haciendo, miré su cuerpo y me gustó. Tenía unas tetas inmensas, más grandes que las mías y eso que sé que las tengo gigantes, y sus pezones también estaban bastante más grandes. Noté que se metió la mano por dentro del elástico de su prenda y por debajo de su panza, mientras yo comenzaba a desnudarme, y jugueteó con su pija que ya la tenía bastante dura y eso logró que se parara la mía."
"Qué tan gordo me dijiste que era él?" Interrumpí para estar seguro de haber escuchado bien.
"Un poco más bajo de estatura que yo, creo que menos de 170 centímetros de altura y posiblemente algo más gordito aún, diría que unos 170 ó 180 kilos de peso. Por qué?"
"No, por nada. Continúa, por favor." Dije y en forma disimulada
cerré aún más la frazada que tenía encima mío para ocultar mi erección que apuntaba al techo de la habitación y estaba muy lejos de disminuir su potencia.
"Me quité los pantalones, mantuve puestos únicamente mi boxer, como él me había pedido, y me acosté a su lado. Continuaba llamándome Eduardito en todo momento y me volvió a preguntar si me gustaba estar con él y hacer este tipo de cosas. Le contesté que sí. La verdad es que me hacía sentir muy cómodo. Me trataba amablemente y siempre me preguntaba si quería realizar determinadas cosas antes de hacerlas conmigo. Nunca hizo absolutamente nada que a mi no me gustara. Me dijo que siempre le había sido muy fiel a su esposa, pero que yo lo había fascinado, esa fue la palabra que utilizó, y que yo le gustaba mucho. Me abrazó acariciándome todo el cuerpo y me besó como la primera vez, introduciendo su obesa lengua a través de mis labios y explorándome con ella todo el interior de mi boca. Ahora dejaba pasar su saliva y ésta se juntaba con la mía. Chupaba mi líquido y me inundaba la boca con el suyo, mientras sus tremendas manos me refregaban los pechos. Me dijo que hiciera absolutamente todo lo que yo quisiera, sin ningún tipo de límites, pero a pesar de que me sentía cómodo allí, seguía estando bastante tenso, por lo que preferí entonces seguir atento a lo que él me hacía con el fin de aprender y decidir qué me gustaría hacer más adelante. En determinado momento, se subió encima mío dejándome boca arriba y haciéndome sentir todo su peso, quedando su rostro a milímetros del mío, apoyó su muslo contra mis pelotas, y los comenzó a frotar de arriba abajo hasta que me tocó la pija, se dio cuenta que ya estaba muy dura y mojada y me lo hizo notar. Continuó refregándome la pierna como para pajearme con ella y luego de unos momentos me preguntó si quería meterle la verga por el culo. La verdad es que tenía curiosidad y le dije que sí. Fue deslizándose hacia abajo hasta llegar a mis genitales y se metió mi verga, con calzoncillos incluidos, dentro de la boca, humedeciendo toda mi prenda. Comenzó a mamarme en forma salvaje y de pronto me bajó los interiores de un tirón, y prosiguió mamándomela, ahora desnuda. Cuando le pareció que tenía la erección adecuada, se levantó, se paró con ambas piernas a cada uno de mis lados y mientras con una mano se abría una de las nalgas, se salivó la otra repetidamente, se la llevó a su trasero dejándome ver cómo se acariciaba el agujero y se metía su propio dedo para lubricarse lo más dentro posible y sin dejar de sonreírme. Repitió la operación un par de veces más hasta mojarse el culo exageradamente, se agachó de frente a mí en forma lenta y llevó una de sus manos hacia atrás sosteniéndome la pija con mucha fuerza. Tiró toda la piel hacia atrás dejándome la cabezota descubierta, igual que la vez anterior, y comenzó a rozársela contra su agujero. Me dijo que seguramente esto nos iba a doler a ambos ya que yo la tenía exageradamente gruesa, y me preguntó si quería seguir adelante. Como estaba desesperado por la excitación, y ante la posibilidad inmediata de enterrarla en algún lado, le dije que sí. Acto seguido empezó un movimiento de sube y baja tan sólo rozándomela con su orificio y con cada envión hacia abajo, lograba que su agujero se abriera un poco más."
Detuvo su relato y me miró desconfiado.
"Qué te sucede?" Me preguntó.
"Nada, por qué?" Dije a su vez.
"Tu no me crees nada de lo que te estoy contando, verdad?" Dijo a punto de enojarse. "Si es así, entonces dímelo de una puta vez y no me hagas perder el tiempo."
Ahora sí, lo notaba completamente alterado.
Pero cómo se había dado cuenta que estaba dudando de lo que me decía?
Tal vez mi mirada me había delatado. Será posible?
Debía reconocer sin embargo que el muchacho tenía mucho carácter.
"Junior, quiero que me digas la verdad. Todo lo que me estás contando es cierto, o es producto de tu imaginación?" Dije para estar totalmente seguro. No podía continuar más con esa incertidumbre.
Esta era la primera vez en mi vida que no podía distinguir una mentira de la verdad. Sinceramente estaba dudando de todo, pero a su vez me negaba a admitir que Junior estuviera inventando todo eso. Todo el relato parecía demasiado coherente. Demasiado perfecto. Aún no podía vislumbrar ningún hueco en su historia. Pero sinceramente no sonaba del todo verosímil.
No sabía con certeza si debía amar a este muchacho u odiarlo por lo que me estaba contando.
En respuesta a la pregunta que le había formulado, tan sólo puso cara de enojo, girando, dándome la espalda y ocultando su rostro contra la almohada. Más que enojado, parecía furioso porque yo estaba dudando de su palabra.
Eso no quería decir nada, de todos modos. También eso podría ser una artimaña para apoyar sus mentiras.
"Junior, necesito que me des una prueba de que todo lo que me estás contando, es la pura realidad. Quieres que te sea sincero? Es muy difícil de creer que todo lo que me dices sea verdad." No quería espantarlo, tan sólo necesitaba una prueba, aunque no tenía ni la más mínima idea de cuál podría ser, que me indicara que estaba siendo totalmente honesto conmigo.
"Qué clase de pruebas quieres?" Preguntó gritando, evidenciando seguir alterado.
"No lo sé. Tú dime algo que me haga confiar en ti." Dije simplemente.
Hubo silencio absoluto.
Al cabo de unos segundos, se incorporó para quedarse nuevamente sentado dentro de la cama, se volvió hacia mí y clavó sus ojos fijamente sobre los míos sin cambiar su expresión de enfado.
Por Dios santo.
Será posible?
Si hasta me daban ganas de llorar con sus expresiones. O estaba diciendo la verdad o realmente estaba actuando muy bien.
No podía distinguir si todo lo que me había dicho era cierto, o tan sólo parte de ello, o directamente me estaba mintiendo en todo.
En realidad, es espantoso cuando tienes esta sensación.
No encontraba la forma de saber el grado de lealtad que él tenía para conmigo.
Hubo un largo silencio que me dejó dudando si Junior estaba literalmente luchando consigo mismo para decidirse a revelarme algún otro secreto más que no tenía planeado compartir conmigo, o tal vez para seguir alimentando con más mentiras su historia.
Seguía mirándome a los ojos.
"Zesna. Soy yo el que te llama todas las tardes para pajearse escuchando tu voz." Confesó finalmente.
Ahora sí, me dejo completamente mudo.
No porque me hubiera revelado esa información que por cierto ya conocía, aunque él lo ignoraba, sino por haberme confiado ese secreto tan preciado que guardaba con tanto recelo.
Debería entonces convencerme definitivamente de que este chico me estaba diciendo la verdad en todo?
O era simplemente otra artimaña de revelarme algo leve como quien regala alguna cosa sin demasiada importancia para venderme algo pesado y de mucha más envergadura?
"Ya sabías que era yo el que te hacía esos llamados?" Preguntó ante mi total falta de comentarios a su confesión.
"Sí." Le dije.
Era increíble la forma como le funcionaba el cerebro a este muchacho. No se le escapaba nada. Estaba pendiente hasta de mis reacciones más imperceptibles.
"Y cuando lo descubriste?" Quiso saber.
"Esta tarde mismo, antes de dejar tu casa." Le dije.
"Y por qué aún no me lo habías dicho?" Quiso saber.
"Es que no me lo habías preguntado, y en realidad no estaba seguro de querer compartirlo contigo ya que tú no me lo confesabas." Contesté.
"Ajá! Y cómo te diste cuenta?" Preguntó.
Otra vez me vino la sensación de que estaba jugando conmigo.
La puta que lo parió!
Y si ya se hubiera percatado con anterioridad de que yo lo había descubierto y ahora estaba fingiendo todo esto?
Cuando pensé que estaba siendo totalmente sincero conmigo, me vino nuevamente la sospecha de que quizás estaba siendo otra vez la víctima de algún juego suyo. Uno muy perverso y que definitivamente yo no estaba dispuesto a jugarlo con él.
Siempre creí que lo peor que existe es estar frente a alguien que te miente siempre.
Craso error!
Ojalá fuera así, porque de esa forma sabrías que todo lo que te dice es mentira.
Mucho peor es cuando estás frente a alguien que te miente y te dice la verdad en forma intermitente.
Cómo haces de esa manera, para distinguir lo falso de lo verdadero?
Hasta casi había logrado convencerme con sus enojos.
Casi me creía que el padre de su amigo era el que le había enseñado a besar y que se había dejado ensartar por él.
Qué hijo de puta!
"Cuando dijiste calientito, te delataste." Le contesté con una furia interior que intentaba evitar por todos los medios de que saliera al exterior.
"Ahhh!" Dijo como viéndose completamente sorprendido. Pero eso sonó a actuación. "Te convences ahora de que te estoy diciendo la verdad, toda la verdad?" Dijo y lamentablemente todo me seguía pareciendo a un juego, en forma muy sospechosa.
"Junior, ya sé que tú eres muy inteligente. Por eso me dolería en el alma perder tu amistad. Por favor, no me mientas nunca." Dije mirándolo a los ojos que no apartó de mi vista. "Es tu última oportunidad de decirme si me has mentido en algo de lo que me hayas contado hoy."
Pensó unos momentos en que me pareció que estaba revisando mentalmente todo su relato para definir si algo de lo que había compartido conmigo no era cierto.
"No, Zesna. Te juro por lo más sagrado que tengo que todo lo que te he dicho hoy es verdad." Dijo.
"Y qué sería lo más sagrado que tienes?" Pregunté.
"Te lo juro por mi papá que es lo más sagrado que tengo en el mundo." Dijo y ahora me dejó aún con más dudas que antes.
Será posible que fuera cierto lo que me acaba de decir y que Eduardo estuviera equivocado en su suposición de que su hijo le hubiera hecho una zancadilla para que se cayera por las escaleras?
O por el contrario continuaba siendo víctima de una mente que intentaba manipularme?
"Zesna, cuando mi papá se cayó por las escaleras, me asusté mucho. Él es la persona que más quiero en la vida. Te juro por mi padre que todo lo que te estoy contando es verdad." Y noté que me estaba suplicando con la mirada.
O me estaba diciendo la verdad total, o sinceramente estaba ante el manipulador y mentiroso más grande de la historia del planeta.
La puta madre!
Todo esto me estaba poniendo en un estado de desesperación terrible.
"Está bien, Junior. Te voy a creer. Pero ten bien presente que una amistad siempre está basada en la confianza. Si una de las partes le miente a la otra, entonces esa amistad no tiene el menor sentido de existir." Dije y esperé a escuchar su comentario al respecto.
"No te preocupes, Zesna. Yo quiero ser tu amigo. Jamás te mentiría." Dijo y su mirada reforzaba sus palabras.
"Espero que no, porque sinceramente me dolería mucho." Dije "Yo también quiero ser tu amigo."
Esperé unos momentos a que se decidiera a continuar con su historia.
"Luego de tenerlo encima por varios minutos, se dejó caer sobre mi pija sin previo aviso, enterrándosela hasta el tronco de una sola vez. Ambos gritamos de dolor. Nos quedamos en esa posición sin movernos por varios minutos, y luego que pasó lo peor, lentamente volvió a animarse a reiniciar los movimientos. Cerraba su culito alrededor de mi pija y lo aflojaba en forma intermitente. Eso me volvía loco. Hacía como un sube y baja con mi verga enterrada en su orto. Mientras tanto, comenzó a masturbarse con una de sus manos y con la otra me apretaba uno de los pezones. Nuevamente su puño ocultaba prácticamente toda su verga y cuando llegó el momento, escupió un chorro de leche impresionante que saltó y me llegó a salpicar hasta la cara. Literalmente me bañó todo el cuerpo con su líquido. Toda mi panza, pecho, tetas, cuello y parte del rostro quedaron mojados con su semen. Entonces me rogó pidiendo que quería tener toda mi lechita calientita dentro..." Aquí hizo una pausa, se percató de lo que acababa de decir, me miró, le sonreí y continuó. "...quería tener toda mi leche en su ojete y comenzó a cabalgarme velozmente hasta que no pude más y exploté dentro de él."
"Quisiera preguntarte algo, Junior. Él alguna vez te penetró?" Mi pregunta no tenía clara una respuesta. En realidad no podía aventurar ninguna, sin tener el temor de equivocarme.
"No, por supuesto que no." Dijo sin quitar su mirada de mis ojos.
"Nunca jamás?" Insistí.
"No, Zesna. Te lo juro. Soy yo el que siempre se lo coge a él." Me aseguró. "Mi culito aún es virgen."
"Te ha obligado a que se la chupes?" Pregunté a su vez.
"No, en realidad, como ya te dije, él nunca me obliga a nada. Si yo no quiero hacer algo, directamente no lo hacemos." Contestó simplemente.
"Muy bien. Qué edad tiene él?" Quise saber.
"No lo sé, pero debe ser algo mayor que tú. Diría que entre 40 ó 45 años más o menos." Contestó.
"Debo entender que te has vuelto a ver con él después de esa primera vez, verdad?" Pregunté.
"Sí, Zesna. Nos vemos casi todos los domingos a la misma hora."
"Junior, eso no está bien. Lo sabes, verdad? No está nada bien."
"No está bien?...Y para quién no está bien?" Preguntó y me dejó sin habla. "Lo está para mí y también lo está para él. Para quién más tendría que estarlo?"
Abrí la boca para responder y sinceramente no lo hice porque sino pecaría de hipócrita. Yo mismo había tenido una relación similar con mi gordo profesor de inglés. Aunque aquél no me había seducido a mi, sino que la atracción que yo sentía por él era tan fuerte que me llevó a decírselo. Hasta nuestras edades de entonces eran parecidas a las de esta relación. Yo en aquellos momentos rondaba los 15 años, y mi profesor los 40. Era una coincidencia increíble.
Y qué debía hacer ahora, entonces?
No podía criticarlo, ni siquiera desestimarlo, ni desalentarlo, aunque tenía la obligación de aconsejarle ya que una de las pocas diferencias en esta relación que veía con respecto a la que había tenido yo, era que mi profesor era una persona libre y el padre de Javier, no.
Me dije a mi mismo, que debía estar agradecido nuevamente a la vida, ya que Junior podía confiarme sus problemas y contar conmigo para lo que quisiera. Ya me hubiera gustado haber tenido yo mismo a alguien en aquel entonces, para poder contarle todo lo que me pasaba y sentía por mi profesor y que me diera algún consejo.
Decidí que iba a tratar a Junior como si fuera yo mismo el que estuviera nuevamente en esa situación.
Qué debería hacer entonces? Qué debía aconsejarme si me contara a mí mismo la experiencia que él acababa de compartir conmigo.
Estaba en esos pensamientos, cuando Junior me los interrumpió.
"Puedo continuar?" Me dijo.
Me quedé helado.
"Hay más aún?" Pregunté anonadado.
"Sí." Dijo para mi asombro. "Te dije que tenía un problema, y ese no lo es."
"Qué?" Pregunté sin querer suponer qué otra cosa le estaba sucediendo.
"Zesna, Javier ya no está yendo a mi casa para estudiar conmigo." Confesó.
"Y cuál podría ser el problema con que él ya no vaya más a tu casa?" Pregunté. " Eso no es tan grave. Seguramente ya encontrarás a algún otro amigo que lo haga en su lugar para estudiar contigo."
"Yo no dije que ya no va a mi casa." Contestó. "Lo que dije es que no lo hace para estudiar conmigo."
"¿?¿?¿?¿?"
"Resulta que comencé a sentirme necesitado de sexo." Dijo y bajó la mirada. "Entonces tuve una conversación con Ernesto."
"Qué quieres decir?" Pregunté sin sospechar lo que vendría a continuación. Aún no entendía qué conexión tenía una cosa con la otra.
"Tenía la necesidad de estar más tiempo con Ernesto. Tal vez de irme a vivir con él." Confesó.
"Qué???"
"Me sentí fascinado con el padre de Javier. No es algo que yo quisiera, pero sucedió. Y le rogué para que hiciéramos algo más que vernos sólo los domingos." Dijo y volvió a verme al rostro. "Me explicó que eso no podría ser porque pondría en peligro su matrimonio y él no lo quería de ese modo. Entonces comencé a ver a Javier con otros ojos. Lo veía como el hijo de la persona con la que quería estar y con la que pensaba todo el tiempo, día y noche. El hijo que había sido concebido con la leche de esa persona que me estaba volviendo loco, y comencé a sentir atracción sexual también por Javier, cosa que no me había sucedido hasta ese momento."
Hizo una nueva pausa.
"El tema es que un día en que estábamos estudiando con Javier en casa, comenzamos a jugar de manos por primera vez y luego continuamos con las luchas. Al principio fueron toqueteos inofensivos en brazos, manos, rostros y casi sin darnos cuenta, nos estábamos acariciando los genitales. Paulatinamente seguimos haciendo más cosas, como quitarnos la ropa y explorarnos los cuerpos mutuamente. Por eso te dije antes que luchábamos en ropa interior. Seguimos con lamidas y chupadas por los pechos, tetas y pezones y ocurrió lo inevitable. Un día, notó mi erección y se la llevó a la boca; me chupó la pija por primera vez. A partir de ese momento, casi diariamente nos metemos desnudos en la cama, nos abrazamos, jugueteamos un rato y me la chupa o le rozo el culo con ella. Nunca lo penetré porque temo lastimarlo. Otras veces simplemente dormimos una siesta en mi cama apretaditos hasta las 5 ó 5 y media, que es cuando se va para la casa."
"Tú se la has chupado a él?" Pregunté por curiosidad.
"Sí. Con él no tuve problemas porque la tiene diminuta. Casi inexistente. Lo hice por simple curiosidad únicamente para saber que se sentía, pero no me muero por chupar una pija. Además no creo poder hacerlo nunca con una grande." Confesó.
"Has eyaculado estando con él?" Pregunté sin saber a ciencia cierta qué decir realmente.
"No, nunca. Él tampoco lo hizo, jamás. Sólo jugamos." Confesó.
"Por qué no?"
"No lo sé realmente. Supongo que no tengo necesidad de hacerlo con él. Me pone muy duro, me la mama como los dioses, está todo bien, pero no dejo de pensar en su padre cuando estoy con él." Dijo. "Durante la semana me saco la calentura pajeándome por teléfono contigo, y los domingos me desquito con Ernesto."
"Ok. Ahora por qué no me dices de una vez, cuál es el problema que te aqueja?" Dije para no dejarlo pendiente y que no se me escapara nada.
"Es que ahora es Javier el que tiene la necesidad de estar más tiempo conmigo. Quiere que nos veamos más de lo que lo hacemos, que estemos juntos la mayor cantidad de tiempo posible. Creo que se ha enamorado de mí." Dijo y estuvo atento a mi reacción.
Lo miré fijo.
Esto ya era demasiado.
Parecía el argumento de una novela de cuarta.
"Claro!" Le dije. "Entonces llegó la Cenicienta y te la cogiste y luego vino Blancanieves y te la chupó."
"Qué?" Dijo sorprendido totalmente.
"Junior. No puedo creerte todo lo que me estás diciendo." Le confesé. "Deja de mentirme de una vez por todas."
Ahora puso cara de estar furioso.
En realidad, ya no sabía qué creer.
Tenía una desesperación por hacer lo correcto.
Si me estaba mintiendo, el problema de este muchacho era más grave de lo que él pensaba. Ahora, para poder ayudarlo si todo fuera verdad, primero debería estar seguro de ello.
Para ser sincero, no sabía qué pensar. Cada vez que dudaba, él se ponía realmente mal, lo que me hacía volver a reconsiderar otra vez la credibilidad de todo el relato.
Pero la historia que me estaba contando era demasiada exagerada.
No podía ser verdad.
No debería serlo!
"Pero... por qué? Zesna, te juro por mi padre que todo lo que te estoy contando es cierto." Me suplicó nuevamente con la mirada con un cambio brusco de expresión.
Yo le clavé la vista en sus ojos y no apartó la mirada.
Me tenía realmente mal, el no poder distinguir acerca de la veracidad de la historia.
Era increíble como podía cambiar de expresión y de ánimo, en menos de un segundo.
No volví a hacer ningún comentario más.
"Creo que fue un error haber confiado en ti." Dijo de repente.
"No, Junior. Ese no es el error." Dije y busqué cuidadosamente las palabras que iba a pronunciar para no herirlo. "El error tuyo es que me estás subestimando y te crees que te voy a creer absolutamente cualquier cosa que tú me digas."
Siguió mirándome a los ojos pero su expresión ahora denotaba nuevamente enfado y posiblemente resignación.
"Eso quiere decir que no me has creído nada de lo que te he dicho, verdad?" Preguntó desafiándome.
"Te voy a ser lo más honesto posible. No sé qué creerte y qué no. Pero no me vas a negar que todo lo que me estás diciendo parece demasiado exagerado y por eso mismo es que supongo que todo, o a lo sumo gran parte de ello, es fruto de tu imaginación."
Su expresión cambió nuevamente, pero no dejó de verme directamente a los ojos.
"No sabes el dolor que me causa que aún sigas dudando de mi." Dijo y agregó. "Hay alguna cosa más que no te he contado de mi relación con Ernesto."
"Pues estoy dispuesto a seguir escuchándote, aunque sinceramente tampoco te podría asegurar que te voy a creer todo lo que me vayas a decir ahora." Estaba intentando ser lo más honesto posible.
"Recuerdas que una vez mientras me pajeaba por teléfono contigo, te dije que me gustaba que me castiguen?" Preguntó.
"Sí." Contesté.
"Pues Ernesto fue el que me inició con eso." Dijo y detuvo su relato.
Seguí atento a la continuación de su historia, pero su intención aparentemente había cambiado.
Ahora el muchacho comenzó a temblar de una forma casi imperceptible.
"Junior por amor de Dios, qué te sucede?" Pregunté realmente asustado.
Como única respuesta, quitó las sábanas que lo cubrían, se levantó la camisilla con una mano hasta dejarme ver ambos pezones, al mismo tiempo que levantó el culo que estaba hundido sobre el colchón y con la otra mano bajó el elástico de sus calzoncillos para dejar visible parte de una de sus nalgas, y me horroricé con la visión que tuve en ese instante.
CONTINUARÁ.
Gracias por los comentarios.