Gordo con pasaporte (2)

ÚLTIMO CAPÍTULO: CRUZANDO LA ORILLA. Volvió a apretar su cuerpo contra el mío, aprisionándome nuevamente contra la puerta del probador y la palma de su mano derecha se apoyó en mi erección.

GORDO CON PASAPORTE (2)

ÚLTIMO CAPÍTULO: CRUZANDO LA ORILLA.

24 HORAS ANTES.

SÁBADO.

11:00 AM

Tenía apretado el tubo del teléfono con el hombro izquierdo contra el oído, mientras prestaba atención al cadete que me estaba solicitando para que firmara una factura.

Del otro lado de la línea, Junior contándome sus peripecias sexuales. Creo que al muchacho le encantaba hacerme partícipe de todo lo que hacía con su novia. Estaba totalmente convencido de que él no estaba presumiendo en absoluto. Simplemente me quería fastidiar, ya que sabía que eso me ponía muy incómodo. Me refiero a que me contara las posiciones que adoptaba con su novia, o cómo ésta se la había chupado la noche anterior.

De pronto, sonó el intercomunicador.

"Junior, aguárdame un segundo que me hablan por el interno.... sí?" dije y sin esperar su contestación, apreté el botón del aparato que tenía la luz titilando.

"Zesna, tengo un turista aquí que habla español medio entreverado con inglés. Me podrías decir qué quiere decir: ‘fuck you, bitch?’. No entiendo lo que..."

"Te dijo eso?" interrumpí sorprendido.

"Sí, lo dijo en voz baja cuando me retiraba del probador luego de llevarle una prenda."

"Ah, entiendo... hmmm... eso quiere decir: ‘qué lindo culo que tienes, mi amor’. Se ve que le gustaste mucho", le mentí.

"Qué extraño... es que me equivoqué cuatro veces con sus prendas. Lo que sucede es que le entendí todo mal, Zesna.", dijo lamentándose. "Por más que se esfuerza en hablar en español, no se le entiende casi nada."

Finalmente comprendí la razón de por qué el tipo había mascullado un insulto a las espaldas de la muchacha.

"Necesitas ayuda con ese cliente?" pregunté.

"No, gracias, Zesna. Creo que ya he terminado con este gordo y está por salir del probador. Sólo le tengo que cobrar y supongo que ya se va" contestó y cortó la comunicación.

GORDO?

Me levanté del asiento para ir por lo menos a estrecharle la mano a ese hombre.

Cuando iba bajando por las escaleras, recordé que había dejado a Junior en la línea de espera.

"Mierda, lo dejé colgado" dije y volví corriendo a tomar el teléfono.

"Junior, sigues allí?" pregunté ansioso.

"Por qué lo preguntas? Sé que ya tendría que haber cortado la comunicación hace cinco minutos, pero bueno... mira las cosas que hago por ti" contestó.

"Brother, perdóname pero se me presentó algo y tengo que..."

"Qué tan gordo es el tipo?" interrumpió.

No puede ser... pero cómo mierda se daba cuenta siempre de todo lo que me sucedía?

"Es que hay un turista que no habla muy bien el español y está complicando a una vendedora" confesé sin mentirle.

"Sí... pero gordo, verdad?" insistió.

"Sí, Junior... gordo!" dije para dejarlo satisfecho.

"Ja!" dijo y colgó dejándome con el tubo en la mano.

"Pero..."

Maldición... juraría que esta vez se había enojado conmigo, por lo que marqué el número de su casa.

"Hola?" dijo la voz de la ama de llaves.

"Hola, cómo le va? Habla Zesna... me podría pasar con Junior, por favor? Recién estaba hablando con él y estoy seguro que de repente se cortó la comunicación."

"Un momento, Zesna." dijo y esperé unos momentos hasta que la misma voz volvió a hablar. "Lo siento, Zesna... el niño Eduardo dice que está ocupado y que no le puede atender en este momento... y agregó que la comunicación no se cortó, sino que fue él mismo quien le colgó el teléfono."

La puta madre...!

"Bueno, gracias de todos modos. Llamaré más tarde..." dije y sentí que lentamente venía una oleada de ira desde mis adentros.

Aunque me lo merezco... seguramente se sintió ofendido por lo que le dije...

Y... sí... a mi me hubiera sucedido lo mismo.

Bueno, supongo que no podré hacer nada por ahora... ya solucionaré eso más adelante. Entonces, volví a bajar las escaleras lo más rápido que pude.

Apenas aparecí en el campo visual del gordo, éste me vio y su mirada fue como un flechazo para mi. No pude quitar mi vista de la suya... y él tampoco la separó de la mía!!!??

"Oh, Dios..." murmuré entre dientes.

El tipo era un tremendo gordo de más de 200 kilos de peso. Bastante mayor, aunque se veía muy bien y apetecible; pelado y con anteojos.

Por lo general no me atraían tan mayores, aunque había algunas excepciones como Eduardo, por ejemplo.

Pero lo que me gustaba de esta persona era que había fijado la vista en mí y no la apartaba. Era como si supiera que me gustaban las personas como él. Eso posiblemente quisiera decir que a él también le gustaban las personas como yo?

Matemática pura!

Ambas miradas eran serias, estudiándonos en forma mutua y sin sonreír en absoluto.

No nos despegamos la mirada en ningún momento, hasta que finalmente llegué a su encuentro, lo que ese corto trayecto me pareció una eternidad.

"Good Morning!" le dije y le ofrecí la mano para saludarlo.

La estrechó sin titubear.

El cortocircuito que seguramente ambos sentimos, debe haberse visto hasta a dos cuadras a la redonda.

"Finally... thanks God... Someone who speaks English" comentó. "That girl is a fucking bitch."

Sonreí, ya que habíamos entablado un grado de complicidad instantánea.

"What can I do for you?" pregunté ofreciendo todos mis servicios sin intentar negarme a cualquiera que me pudiera solicitar.

A cualquiera!

"A lot... I wish..." dijo y un destello se escapó de sus ojos mientras sonreía por primera vez. "Disculpar... mi hablar spanish, pero poquititou."

"Don’t worry. We can talk in english" le informé para que se tranquilizara.

"Nou, nou... I prefer practicar my spanish... I think it sounds like spanglish, though" dijo y soltó un ‘jajajajajaja’, que le obligó a cerrar los ojos, y aproveché a bajar la mirada hacia sus tetas que se bamboleaban mientras duraba su carcajada.

"Como usted desee" dije y sonreí. "En qué le puedo ayudar?"

Quedó como hipnotizado, mirándome fijamente a los ojos sin hacer esfumar su propia sonrisa de los labios. En realidad me sentí un poco incómodo... Me sentí como que me estuviera desnudando con la mirada.

"Acabar de comprar, already... hmmmm... aunque... hmmm... just a minute... usted poder traer cualquier prenda al vestidor, please?" me preguntó en tono confidencial y comenzó a caminar hacia los probadores sin esperar mi contestación.

Tomé lo primero que encontré a mano. Como él ya conocía el camino, ingresó por sí solo abriendo la puerta de uno de los compartimentos y yo entré detrás de su tremenda humanidad. Su trasero era extremadamente grande. Como siempre... como a mi me gusta!

Qué no daría yo por husmear entre esas colosales nalgas!

Apenas entré y cerré la puerta, di la vuelta para ponerme de frente a él que comenzó a acercarse.

"Damn, you are fucking hot, guy..." dijo sin preámbulos y comenzó a rozarme el brazo con el dorso del dedo índice de su mano derecha.

Era imposible negarse a algo que estaba demasiado explícito. Debo reconocer que me puse muy nervioso, porque no estaba acostumbrado a que me pasara algo así. Por lo general era yo el que quería tener algo con un gordo, y no viceversa.

Nervioso, sí... pero pelotudo, no... por lo que levanté mi mano e hice lo mismo con su brazo.

"You too!" alcancé a exclamar.

Sentía chispas, mientras nuestros dedos exploraban la piel del otro. Nuestra respiración comenzó a agitarse.

"You like it, right?" preguntó para asegurarse.

Sólo asentí sin soltar palabra alguna.

"I want you so bad, baby..." dijo y mis jugos comenzaron a fluir.

"Podemos vernos luego de mi trabajo?" pregunté con timidez.

"Damn. I’m really so sorry, but I must go to the airport. My flight salir en hora y treinta" informó mientras su cuerpo me apretó contra la puerta del probador.

Lo miré como siendo consciente de estar siendo víctima de una broma. Sonreí en forma nerviosa y mi mirada debería haber sido de súplica.

"I’m so sorry, baby..." dijo al comprobar que mi rostro se había entristecido, acercó su rostro al mío y sin mediar palabras, me pasó la lengua sobre los labios y volvió a tomar distancia en forma repentina.

Vi que ahora el dorso de su dedo me tocó la mejilla y lo retiró muy húmedo. Toqué con mi propia mano en el mismo lugar y comprobar que algunas lágrimas habían abandonado mis ojos en forma incontrolable.

Llevó su dedo mojado a la boca y saboreó.

"You taste so good" dijo y volvió a sonreír.

Totalmente resignado a que nada iba a ocurrir con este gordo, me limité a observar su cuerpo ante su atenta mirada.

Sus dedos eran gruesos y cortos. Casi carecía de uñas, lo que lo revelaba como extremadamente nervioso. Ya conocía algunas personas que no podían evitar comérselas sin cesar. Hombros anchos y gruesos, al igual que sus caderas. Una panza prominente y demasiada voluminosa me impedía comprobar si en ese momento él pudiera tener una erección tan potente como la mía.

Los muslos exageradamente gruesos estaban apretados, por más que sus gordos pies estaban bastantes separados uno del otro.

Fue él mismo quien dio un paso atrás para tomar más perspectiva y poder ver toda mi figura. De la misma forma yo tuve la misma posibilidad... Más gotas de líquido salieron disparadas del orificio de mi glande.

"How much do you like me?" preguntó de improviso.

No pude contestar.

Nuevamente se acercó a mí.

"I’m sorry, no podemos hacer nada aquí... No quiero... es que estoy trabajando." dije con tristeza. Aunque realmente hubiera largado a la mierda en ese momento mi regla de oro.

Volvió a apretar su cuerpo contra el mío, aprisionándome nuevamente contra la puerta del probador y la palma de su mano derecha se apoyó en mi erección.

"OH, FUCK!" gritó sin poder resistirse, y casi al instante se controló, bajando la voz casi al volumen de susurro. "I’m sorry... usted tiene la polla como piedra... grande... seguro que deliciosa... usted permitirme verla?"

Negué con la cabeza.

Pensó unos segundos.

"Ok, usted estar trabajando... do you want to spend this night with me?" preguntó con una mirada que parecía como que me estuviera lanzando dardos.

Mis ojos se abrieron de par en par.

"Really?" dije y volví a la realidad. "Pero, no me ha dicho que usted debe viajar? Eso quiere decir que no lo hará?"

"Nou... I must do it! … pero usted poder viajar, if you like..."

Mi sorpresa me impidió hablar. No entendía realmente lo que me quería decir.

Introdujo su mano en el bolsillo y extrajo su billetera.

"Tomar!" Me dijo entregándome 200 dólares.

Negué con la cabeza.

"Take it!" insistió. "Mi alojar en el houtel Sheraton de Buenos Aires. There is a flight a las 7 de la tarde. Tomar ése e ir en taxi al houtel y preguntar por mi."

Puso una tarjeta con su nombre en mi mano.

"No, no puedo..."

"I insist!" interrumpió. "Please... mi también querer pasar esta noche con usted."

La tentación era indescriptible.

"Please?" volvió a insistir aún con el dinero en su mano extendida.

Qué tenía para perder?

15:30 PM.

Luego de almorzar con mi madre, ya que no lo podía hacer al día siguiente como ya era costumbre, fui a la casa de Junior para intentar hacerlo entrar en razones.

Sabía que continuaba enojado conmigo, porque tampoco me había atendido la segunda llamada de la mañana. En realidad, la forma en que se negó, hasta me causó gracia:

"El niño Eduardo dice que no está" había contestado la ama de llaves luego de hacerme esperar unos minutos mientras había ido a comunicarle acerca de mi llamada.

Ella pareció sorprendida con la respuesta que me dio; pero para ser honesto, yo no. Es que ya conocía la forma de pensar del muchacho y aunque siempre jugamos a fastidiarnos el uno al otro, por esta vez debía reconocer que finalmente había logrado enfadarlo de verdad.

Ahora había ido a su casa a intentar por lo menos, darle alguna explicación, siempre y cuando el muy guacho se dignara a recibirme.

"Junior está en su cuarto" me comunicó Eduardo apenas pregunté por él. "No sabes qué le sucede? Hoy no bajó para almorzar. Pidió que le llevaran la comida a su habitación."

"Creo que está enojado conmigo" confesé.

"..." sin decir palabras, me dirigió una mirada de sorpresa.

"Y sí... se ve que hoy no está en uno de sus mejores días. No soportó mi broma diaria" le expliqué.

Pedí que no le avisaran que yo estaba allí y subí a su dormitorio para darle la sorpresa.

Una vez que estuve frente a su puerta, golpeé dos veces con el nudillo de mi dedo índice.

"Quién?" preguntó.

"Yo."

"No te puedo atender ahora. Estoy ocupado!" dijo. "Habla con mi secretaria y que te haga una cita para dentro de dos semanas a las cinco de la mañana."

"Déjate de joder, Junior. Necesito hablar contigo." supliqué.

"Te dije que estoy muy ocupado ahora."

"Ajá... y qué es lo que haces que te impide atender a tu hermano del alma que se viene a disculpar contigo?"

"Estoy jugando al Nintendo."

No pude detener mi carcajada que explotó de improviso. Tomé el pomo de la puerta para averiguar si estaba trancada por dentro.

No, no lo estaba, y abrí lentamente.

Junior estaba sentado frente a su televisor y efectivamente estaba inmerso en su juego. Ni siquiera desvió la mirada ni un segundo hacia mi.

Me acerqué, tomé una silla, me senté a su lado y vi que mataba extraterrestres sin cesar.

"A qué juegas?" pregunté.

"Al basketball! Ay Dios... veo que ya comenzamos con las preguntas pelotudas!!!" dijo sin quitar la vista de la pantalla.

Realmente jugaba muy bien.

"Me dejas jugar?" pregunté para quebrar el hielo.

"No, déjame tranquilo que me vas a hacer perder!" dijo. "Estoy por batir mi propio récord."

Forcejeé con él para tomar el mando de disparo.

"Anda, déjame jugar!" le supliqué.

Puso la pausa.

"Sabes jugar a esto?" preguntó.

"Por supuesto!" mentí, pero no intenté disimular mi rostro que le estaba diciendo que yo jamás había jugado a eso en mi vida.

"Me estás mintiendo!" aseveró.

"Déjame y verás." Dije con una sonrisa. "Yo te puedo pasar esa pantalla."

Aún dudando, me dio los mandos.

Apenas reinicie el juego, perdí una vida.

"Qué haces, pelotudo? NO!!!!!" dijo realmente enfurecido. "Me hiciste perder una vida!!! La necesitaba para pasar la pantalla. La puta que te parió"! Ya no lo podré hacer por tu culpa. Me hiciste perder!"

Lo miré para saber si me estaba hablando en serio o era otra de sus bromas.

"Me hiciste perder una vida!" repitió.

Dejé el joystick sobre la consola y me puse en pie para irme de allí.

Me tomó del brazo.

"Ah, te estoy fastidiando, verdad?" dijo ahora sonriendo. "Te lo mereces!"

"Junior, no me vuelvas a hacer esto nunca más. Me tuviste preocupado durante toda la mañana." le informé.

"Y te piensas que yo no me enojé cuando me tuviste como un pelotudo esperando mientras atendías a tu gordo. Qué te piensas? Si alguien te hace lo que me hiciste a mí, cómo crees que tú reaccionarías? Qué es lo que te pasa? Cualquier gordo te viene bien?" dijo en tono burlón.

"Dame un abrazo, por favor."

"No! Aún estoy enojado contigo."

"Junior, no me hagas esto, por favor... te necesito mucho." le rogué.

"Te piensas que sólo vales tú? Y qué hay conmigo? Yo te necesité esta mañana y me pateaste el culo por un desconocido."

"No, bebé... no me digas eso..."

"Anda... niégamelo!" retó.

"Tienes razón. Pero algo ha sucedido..."

"Aún no escucho la palabra mágica." dijo en forma repentina.

"De qué estás hablando?" Pregunté sorprendido.

"Que debes decir la palabra mágica por primera vez en tu vida" insistió.

"?????"

"Nunca te escuché decir ‘perdón’, o en verdad te piensas que tú nunca te equivocas?" preguntó y sonrió satisfecho por hacérmelo saber finalmente.

Lo miré a los ojos y me abalancé sobre él para intentar abrazarlo. No se resistió, pero como siempre no pude más que pasarle mis brazos por detrás de su cabeza. Mi boca quedó a la altura de su oído izquierdo.

"Perdóname Junior." le susurré. "A veces me pongo un poco estúpido. Pero no deberías sorprenderte por eso. Creo que ya sabes de esos estallidos de..."

"Sí, ya conozco cuando te ataca la pelotudez" dijo sonriendo.

Alguien golpeó a la puerta repetidamente.

"Bueno, te salvó el gong, porque estaba dispuesto a hacértelo más difícil. Ahora apártate de mí, que ya sabes muy bien que a mi no me gustan las mariconadas en público."

Apenas lo liberé de mis brazos, preguntó quién era.

"Yo!" dijo Eduardo abriendo la puerta e ingresando a la habitación. "Hijos, está todo bien?"

Me sorprendí, porque Eduardo era la primera vez que nos llamaba así a ambos. En realidad nunca me había dicho "hijo" en presencia de Junior.

El muchacho no se sorprendió en absoluto, por lo que me tranquilicé. Lo único que me faltaba ahora era que éste me tomara celos. No creo realmente que los fuera a tener de mí, pero no pretendía que se fastidiara siquiera con eso.

"Sí, papá. Es que Zesna se comporta como pelotudo de tanto en tanto."

"Junior! No hables así de ..:"

"No se preocupe, él tiene toda la razón" contesté interrumpiéndolo. "Junior siempre tiene toda la razón."

"No, Zesna. No le digas eso que terminará creyéndoselo y luego se pone insoportable."

"PAPÁ!!!!" le gritó el muchacho lanzándole una mirada de desaprobación.

"Jajajajajaja!" rió Eduardo. "Veo que realmente hoy no estás para soportar ninguna broma."

Luego de solucionar el problema, bajamos para tomar el postre: frutillas con helado de crema de vainilla.

Eduardo se retiró a su despacho para finalizar un trabajo pendiente, y yo aproveché para contarle a Junior acerca del viaje relámpago que iba a hacer a Buenos Aires dentro de unas horas más.

"Estás loco, verdad?" preguntó sobresaltado. "Es que tú no aprendes más? Qué sabes de ese tipo? No te alcanzó como experiencia lo que te sucedió con aquel taxista? Cómo vas a viajar hasta otro país sólo para encamarte y sacarte la calentura repentina?"

"Junior, es que tú no entiendes. Es muy fuerte lo que ambos sentimos."

"Cómo? Ahora me quieres hacer creer que tú tienes un medidor para poder saber lo mucho que siente el gordo por tí? Pero déjate de joder... De qué me quieres convencer? Rectifico... ya estoy convencido de tu incesante y continua irresponsabilidad. Qué tipo más pelotudo que eres, por Dios!"

No podía dejar de mirar al muchacho admirado. Por más que debía reconocer que él tenía algo de razón, no podía resistirme a sonreír por sus comentarios.

"Encima te ríes? Me estás tomando el pelo?" dijo y le cambió el rostro.

"No, no, Junior... Es que sé que tienes razón... pero no puedo dejar de reírme de tus constantes consejos."

Su seriedad era total.

"Me estás tomando el pelo, verdad?"

"No, no... no te enojes. Sé que soy un poco irresponsable cuando estoy con un gordo, pero qué puedo hacer? algún defecto tengo que tener..."

"Vete a la mierda... hombre casi perfecto!" dijo y no pudo evitar reírse con mi comentario.

20:10 PM

AEROPARQUE JORGE NEWBERY.

CIUDAD DE BUENOS AIRES

ARGENTINA.

Tomé el primer taxímetro de una larga fila.

"Al hotel Sheraton, por favor" solicité.

Llevaba la ropa puesta y apenas un pequeño bolso con alguna muda de ropa interior y mis efectos personales.

No parecía un turista.

O sí?

Sí... supongo que sí, ya que el conductor pretendió pasearme por toda la capital.

"Oiga, siga por la costanera. Si mal no recuerdo, el hotel sigue estando en la zona de Retiro, verdad?" dije con una sonrisa. "Tengo prisa y sinceramente ya conozco la ciudad."

El hombre simplemente sonrió resignado ya que le había saboteado el plan.

En menos de diez minutos, estaba parado frente al mostrador de entrada del hotel.

"Mark Parker?" pregunté.

"Usted es el señor Zesna?" preguntó el conserje.

"Sí."

"Por favor, el señor Parker nos ha dado instrucciones explicitas de atenderlo como si estuviera en su propia casa" explicó.

"Oh!" exclamé.

"Por favor. Tome asiento unos minutos, que debo avisarle que usted ha llegado."

Mientras lo hacía, extraje la tarjeta del yanqui del bolsillo superior de mi camisa.

MARK PARKER

BUSINESS MANAGER.

Perteneciente a una conocida empresa multinacional.

Obviamente, el gordo era una persona muy importante.

"Señor Zesna. El botones lo acompañará a la habitación 202" informó el hombre que me había atendido hacía unos segundos.

El ascensor nos llevó al piso correspondiente y el muchacho me condujo a la puerta correcta.

Entramos.

Estaba vacía.

"Y el señor Parker?" pregunté.

El muchacho se encogió de hombros sin hablar.

Reí por dentro. Si el tipo hasta parecía un extra de una película a quien se le impide soltar palabra alguna.

Quedé sólo en la habitación y me senté al borde de la cama.

"Y ahora qué?"

Decidí tomar una ducha caliente.

Cuando salí del baño, pasaron tan sólo quince minutos más, hasta que alguien golpeó a la puerta. Finalmente, el obeso apareció.

Los demás hechos se sucedieron en forma vertiginosa hasta que desperté el domingo a la mañana.

En realidad estaba sólo en el cuarto.

Sería posible que hubiera soñado todo esto?

No!

Recordaba todo de una forma tan real...

Estaba completamente confuso...

La habitación!

La habitación no me era para nada conocida. Comencé a ordenar mis pensamientos.

Dónde estaba mi gordito?

EPÍLOGO

Fui a al baño para cerciorarme que él no lo estaba utilizando.

Vacío!

Ni rastros de su presencia, salvo por el desmesurado hundimiento del colchón de su lado y los restos de semen secos en las sábanas.

Eso me confirmaba que nada había sido un sueño, por más que todo se había esfumado en forma tan veloz.

Tomé una nueva ducha reparadora y bajé a conserjería para poder averiguar algo más acerca del gordo.

"Estoy buscando al señor Parker" dije al conserje.

"Él señor ya se retiró. Su vuelo hacia los Estados Unidos salió hace una hora" informó, "pero dejó un recado para usted."

Me extendió un sobre cerrado.

"Pero, apenas lo pude ver..." murmuré apenas para mí.

"Señor Zesna, no se preocupe porque él ya abonó las cuentas de ambas habitaciones."

"Ambas?" Pregunté.

"Sí. Él se estaba alojando con su esposa en la habitación contigua a la suya."

"Qué?" pregunté sorprendido.

No sabía que el gordo era casado... ni mucho menos que su esposa estuvo todo el tiempo en la habitación de al lado.

Mil y una preguntas se me antojaron en ese momento, muchas de las cuales sabía que nunca encontrarían una respuesta:

"Conocía su mujer las inclinaciones sexuales de su esposo?"

"Aprobaba todo lo que él hacía, o directamente el gordo se había escabullido por la noche para poder compartir en esa ocasión, la cama conmigo?"

Eso quería decir que el obeso no era totalmente pasivo como supuse en un primer momento.

"Se le ofrece algo más, señor?" interrumpió mis pensamientos el conserje.

"Sí, me permite una guía telefónica, por favor?" solicité.

Con ella en mano, volví a mi habitación.

Por suerte el apellido que buscaba no era ni González, ni García, ni Pérez... Si fuera así, me hubiera sido imposible poder encontrar la dirección. No tardé más de cinco minutos... allí estaba y la anoté en mi agenda.

Pedí el desayuno y me lo enviaron al instante.

Abrí el sobre que me había dejado Mark, y simplemente decía:

"Thank you for the last wonderful night. Si usted necesitar de mí alguna vez, no dudar en comunicar conmigo."

Y a continuación, un número de teléfono con todos los

respectivos códigos de larga distancia.

Realmente no me esperaba esto.

El gordo había sido totalmente honesto conmigo y muy bondadoso. Había disfrutado mucho de mi compañía, al igual que yo de la suya.

Sonreí.

Por una vez, los consejos de Junior no habían tenido cabida. Bueno, el muchacho siempre pensaba en mí... en que no me lastimaran. Lo valoro mucho, pero en este caso todo había sido sin fundamentos. No veía la hora de decirle tan sólo eso, de que todo había salido bien, tan sólo para que se quedara tranquilo. Estaba muy seguro que él se iba a poner contento con mi alegría.

Una vez que tomé el desayuno suculento, decidí abandonar el hotel, hacer lo que me había propuesto y finalmente retornar al aeropuerto para volver a mi querido país.

Tenía idea de donde quedaba la zona a la que me dirigía, por lo que le indiqué al taxista el camino que quería que tomar para evitar el "paseo obligatorio" al que seguramente también él me iba a "obsequiar" como a todos los turistas.

Llegué a la dirección, me oculté detrás de un árbol ubicado en la acera de enfrente y me acomodé para poder ver lo que buscaba.

Estuve toda la tarde en ese lugar, esperando.

La oscuridad se hizo presente, obstaculizada apenas por una tímida lámpara de luz a mercurio que colgaba de una de las columnas de alumbrado público, ubicado en la puerta del edificio vecino de la casa que tenía en la mira, cruzando la calle.

De repente, un automóvil se acercó y entró a la cochera de la vivienda que tenía anotada en mi agenda.

Un gordo descendió del lado del conductor y se dirigió a la puerta contraria.

Éste era el momento adecuado.

Salí de detrás del árbol y comencé a cruzar la calle en dirección al vehículo con el fin de sorprenderlo por detrás.

Comencé a sonreír mientras mis ojos despedían lágrimas de felicidad.

El hombre abrió la puerta del acompañante y un niño salió corriendo hacia la casa.

"No corras, Zesna... que te vas a caer. Cuántas veces te lo tengo que decir?"

Terminé de cruzar la calle y desesperado, me refugié detrás de un nuevo árbol.

No me esperaba esto!

Oculto en la oscuridad, seguí espiando.

La puerta de la casa se abrió y una mujer embarazada salió a recibirlos.

"Mami!" gritó el pequeño sin dejar de correr hasta lograr fundirse en un abrazo.

"Cómo está el abuelo?" preguntó la señora.

"Muy bien, te mandó saludos" contestó el gordo, al tiempo que le dio un beso en la boca. "Vamos, entra a la casa, amor, que está refrescando."

Miré el hermoso trasero que ingresaba dentro de la vivienda y mis lágrimas no se pudieron contener.

De pronto, el gordo se detuvo. Giró sobre sus talones y miró en dirección a donde me encontraba.

Era imposible que me viera ya que estaba oculto detrás del árbol y sumergido en la penumbra; sin embargo, el hombre movió la cabeza hacia todos lados en señal de búsqueda, como quien advierte la presencia de algo sin saber qué.

Por un instante hasta pensé que me había visto realmente.

Finalmente, negó con la cabeza y cerró la puerta definitivamente entre nosotros.

FIN DE ESTE RELATO REAL.

Si te gustó este relato y aún no sabes quién es el gordo que aparece en el final, no dejes de leer: "Gordos de Cabotaje":

http://www.todorelatos.com/relato/26520/