Gordita.... dulce gordita
Un masajista en un balneario, descubre el infinito goce que puede dar una chica gordita.
GORDITA.... MI DULCE GORDITA.
Hola, amigos lectores. Gracias de nuevo por molestaros en leerme.
Creo que la mayoría de vosotros estaréis de acuerdo que en estas sociedades desarrolladas donde vivimos se rinde auténtico culto al cuerpo. Dietas, gimnasios, masajes, cirugías...... Vivimos muy aferrados a la belleza corporal y a menudo despreciamos a quienes no cumplen ciertas reglas de estética dictadas no sabemos por quién. Podemos comprobarlo incluso en los relatos de las experiencias que plasmamos aquí: casi siempre son mujeres u hombres perfectos, jóvenes, triunfadores.
Yo mismo viví muchos años con estos tabús de estética impuesta. Y caí en esas redes publicitarias, también en parte debido a mi trabajo. Tengo ahora 37 años, aunque no soy un hombre realmente guapo, sí mantengo un buen cuerpo. He sido también cliente de gimnasios, aficionado al deporte. Y buen aficionado también a las mujeres. He mantenido mi soltería por eso. Y he fanfarroneado de tener relaciones con chicas guapas, de cuerpos esbeltos.
Vivo en una ciudad media española, con bastante ambiente turístico en verano. Soy trabajador de la sanidad pública, como ayudante en un hospital por las mañanas. Por las tardes, trabajo como masajista en un balneario privado, de bastante público.
Y el año pasado precisamente fue cuando viví una experiencia que me ha hecho cambiar, me ha hecho creo yo más humano, me ha proporcionado otra forma de ver y entender a las mujeres. Porque, me acuso sinceramente, de haber abusado de esa forma de verlas como un simple cuerpo, de haber buscado en ellas solo las medidas perfectas; cuántas veces me permití comentarios despreciativos, alardeando de ser un tipo que solo se acostaba con modelos: esa gorda que se la joda su padre.... esa otra mayorcita que se vaya a buscar a jubilados.
Esta experiencia que os cuento ocurrió el pasado verano. Al balneario acudió a pasar un mes un matrimonio de unos 55 años. Venían acompañados de una hija, de unos 25, con un cierto grado de obesidad. De estatura media, 1,65 aproximadamente, pero con unos .... 87 kilos. Sí, gordita, ya lo sé.
Pasaban el mes en el balneario para recibir ciertos tratamientos los padres. La hija seguía también un tratamiento, intentando bajar peso: baños, algo de gimnasio, largos paseos. Por la tarde, a la sala de masajes. Y entre varios compañeros y compañeras, me correspondió a mí atenderla. Ni que decir tiene que en estas ocasiones los comentarios jocosos entre nosotros se producían... te tocó la gorda..... Ufffff, la verdad es que nos entraba cierto disgusto, sobre todo a mí que siempre andaba aprovechando para buscan algún plan.
Ella llegó el primer día a mi sala. Las atenciones a clientes se hacen en salas individuales, muy bien acondicionadas. Era la última hora ya de la tarde. La señorita de control me avisó que tenía a la última cliente. Pasó a la sala, me saludó, lo hice también educadamente pero sin entusiasmo. Ciertamente apenas la miré. Aquella tarde cumplí con mi trabajo sin otros alicientes.
En los días sucesivos me fui percatando que la señorita era educada, amable, le gustaba hacer algunos comentarios durante la sesión. Era simpática, al menos. Para mí, claro, seguía siendo una cliente sencillamente.... gorda.
A los cinco o seis días me percaté que la chica tenía unos ojos realmente preciosos, grandes como platos, negros como una mina. Y también, menos mal por mi parte, me fijé que era agraciada de cara (después de esta experiencia, me estoy dando cuenta que la mayoría de las gorditas son guapas).
En fin, que fui cogiendo simpatía a la chica al cabo de la semana. Era ya más cortés con ella, la saludaba amablemente, la ayudaba a colocarla sobre la camilla de masajes. Le daba un tratamiento en espalda y piernas. Ella se colocaba boca a bajo, quedando una toalla extendida sobre sus glúteos. Fue cogiendo confianza para charlar sobre temas diversos, yo le seguía su animada conversación durante la hora que estaba en la sala. Y poco a poco la fui mirando con otros ojos. Me pude dar cuenta que a pesar de esos kilos de más, mantenía un cuerpo bien definido de mujer. Tenía mucha masa corporal, que duda cabe, pero se cuidaba e intentaba mantenerse en lo posible. No había presencia de la antiestética celulitis, los muslos eran fuertes, bien contorneados y a pesar de sus kilos, la cintura aún destacaba por encima de unas caderas opulentas. Me quedaba mirándola y yo me sorprendía a mí mismo.. me está gustando esta gordita, caray...
Especialmente me gustaban sus pechos. Uuffffffffffffffffffff..... harían la delicia de los hombres aficionados a pechos grandes. Que dos enormes senos... ¡. Claro está dos pechos así no se mantienen erguidos, su peso les hace caer. Pero ni mucho menos eran dos senos derrotados, aplastados. Mantenían bien su redondez, se movían de forma deliciosa cuando salía del vestidor tapada solo con la toalla y sin ropa interior. Me fueron entusiasmando. Especialmente sexy la encontraba cuando echada boca abajo en la camilla, los dos pechos se salían por los lados de su cuerpo. Al principio, pudorosa, mantenía los brazos algo pegados a su cuerpo intentando taparlos. Luego, se fue tranquilizando más, y colocaba sus brazos por encima de su cabeza en actitud de reposo.
Yo fui olvidando un poco mi deber profesional, cosa que pocas veces hacía. Y el masaje terapéutico fue cambiando hacia facetas algo más sensuales. Le proporcionaba una cantidad generosa de aceites hidratantes, que quedaban su piel tersa, suave y brillante. Presté mas atención a su cuello, a sus hombros, me atrevía a masajear también sus costados. Nunca hizo un gesto de malestar y me fue dando más confianza. También hablábamos ya algunas cuestiones íntimas. Le tiraba un poco de la lengua, vamos. Eres soltera? Tienes novio?, etc
Así me fue informando que residían en la capital, tenía un trabajo normal en una oficina y también un novio, aunque capté pronto su falta de entusiasmo en su relación de pareja. Pasado algún día más, me atreví preguntarle por su relaciones íntimas, con cierto tono de humor. Con pocas respuestas ya llegué a la conclusión de que no eran satisfactorias.
- Que tal se porta el novio, eh? , dime, dime....jajajaaja.
- Buenoooooooo..........- contestaba ella- aburrido, aburrido....jajaajaja
Reíamos ambos con estas bromas. Y mi interés por ella seguía creciendo. Ahora ya la encontraba sexy y no disimulaba mis miradas algo descaradas a su anatomía, que creo que ella captaba. En la camilla mis manos cada vez buscaban más las zonas erógenas. Cuando las pasaba por su costado, rozaba como sin querer los senos opulentos, que salían por sus laterales. Ella, de vez en cuando, se removía algo en la camilla...
- Estás incómoda...?, le pregunté.
- Los pechos....- dijo, ahogando una risita vergonzosa--.... Me molestan algo al estar sobre ellos.
- Intentaremos arreglarlo, le dije.
Busqué un cojín que había por la sala, de forma cilíndrica. La invité que lo colocara entre sus pechos, a lo largo, para aliviar algo su propio peso sobre ellos. Así lo hizo y aquel objeto entre sus dos senos, los hizo separarse aún más. Ella se sentía cómoda pero aquellos formidables pechos aparecían ya como dos enormes balones, uno a cada costado. Tuve una erección incontrolada.... Está chiquilla está buenísima, me dije. Unté bien mis manos en el aceite hidratante, las puse en su cintura y subí hacia arriba. Al llegar a sus senos no me detuve. Los unté, los froté con sumo cuidado, los acaricié. Ella que habitualmente tenía la cabeza de lado apoyada en una pequeña almohada, la levantó y hundió la cara de frente, como escondiéndose, pero nada dijo. Y noté su respiración más agitada. Seguí frotando...el contacto de aquella piel era realmente suave, la enorme masa del pecho me proporcionaba un tacto muy distinto al que estaba acostumbrado.
- Te molesta?, le pregunté.
- No, no... me gusta, respondió con voz suave.
Me puso la polla como un poste. Decidí terminar la sesión. La ayudé con cariño a levantarse, acomodé su toalla y la acompañé hasta el vestidor. Esa tarde se despidió con una sonrisa tímida, pero la notaba a gusto.
El día siguiente, seguí con el delicioso masaje a sus pechos. Esta vez incluso la hice colocarse un poco de lado, para poder masajear el seno entero. Tremendo.... Que precioso volumen, que mi mano no abarcaba. Las aureolas de los pezones enormes.... Le hice un comentario gracioso....No tienes pezones, cariño, en realidad tienes dos CD-rom.... Rió durante largo rato de mi comentario. Luego preguntó: es que no te gustan...?. Por supuesto que le dije que me encantaban. Ahora le daba el masaje quedando su cabeza cerca de mi cintura. Yo estaba otra vez totalmente a tope, con mi tranca bien señalada bajo el ligero pantalón blanco. Sin duda que ella lo veía bien.
Esa tarde la toalla resbaló de su cintura, sin duda por la falta de cuidado de los dos. Quedó con una braguita ligera, bueno digamos braga, caray, que leche braguita... Que manía con el diminutivo. Una braga, y ya está. Aquellas voluminosas caderas y ese trasero no podían entrar en una braguita cursi y ridícula.
Yo andaba ya más que excitado. Mis manos untuosas entraron un poco bajo su braga, acariciando los glúteos. Agarré la prenda por los laterales y ya más que lanzado, le pregunté:
- Será mejor que te la quite, que te parece...?
- Sí...
Solo dijo eso... Sí. Tiré de la braga hacia abajo. Ella levantó las caderas para facilitarme la labor. La retiré por sus pies, quedando ahora totalmente desnuda. Me quedé un rato mirando. Aquella chiquilla me estaba produciendo emociones que otras mujeres de cuerpos perfectos no me habían proporcionado. Que calentura, señor.
Mis manos tomaron ya su cuerpo sin pudor. Los enormes glúteos carnosos... Los muslos por su cara interior, finísimos, grandes, como columnas de Hércules. Cuanta piel, que delicia. Era tal mi deseo que notaba que me estaba mojando los pantalones, el líquido preseminal me salía ya sin control. Le separé suavemente los muslos... se dejó hacer. Suspiraba de vez en cuando. Le agarré con suavidad una pierna por su rodilla y la subí un poco, haciéndosela doblar sobre la camilla. De esta forma pude ya distinguir bien su coño, su coño, que alegría....No diré ahora como es, lo diré después. De momento, si os contaré que me encontré de golpe masturbando a aquella joven con todo mi entusiasmo. Mis manos estaban bien jugosas por el aceite, pero además se mezclaron con su humedad natural. Metí las manos entre sus nalgas, separándolas. Las froté, introduce los dedos en su chochito, con la otra mano busqué su orificio trasero y también lo estimulé.... Ahora de su boca solo salían quejidos continuos. Contraía el cuerpo, apoyándose un poco en sus rodillas, levantaba las caderas para seguir mi ritmo. Yo seguía palpando, tocando, acariciando.. Debió de correrse varias veces.
Cuando la noté ya relajada, la ayudé a vestirse, la despedí con un largo y cálido beso y la cité para el día siguiente. Pero en mi apartamento, claro está. Yo tenía la tarde libre y que mejor decisión que dedicarla a ella.
Se presentó a media tarde. Más arreglada que lo habitual. Había que reconocer que la chica era apetitosa, o al menos así la veía. No anduvimos con demasiados preámbulos. Una copa... besos en el sofá....botones que se van desabrochando, pasión que se desborda, calor, dulce calor de su humanidad.
Pronto estuvo totalmente desnuda en el sofá. Yo también, a su lado. La acaricié largo rato. Se dejó hacer en actitud relajada, dulce. Yo la miraba de vez en cuando... cerraba los ojos, sonreía...
Tumbada a lo largo, hice que doblara una pierna levantándola. La otra en el suelo, bien separada. Ahora la tuve así, bien abierta.
Habéis hecho el amor con una mujer así....?. No?. Procurad no perder esa experiencia, por favor. Quizás es que me he aficionado a las gorditas, pero de verdad, la escena de aquella mujer abierta, con dos muslos enormes uno para cada lado, no puedo olvidarla. Impresionante. Es algo que deja huella. Me resultó de una sensualidad que jamás había sentido. Os diré una cosa.....pero guardarme el secreto, por favor....jajaja. Tuve una eyaculación precoz.....¡ Sí, me corrí, antes de follarla. Increíble, como puede ser esto, me preguntaba. Nunca me había pasado antes, incluso con chicas despampanantes.
Aparte de los muslos fue el coño que quedó al descubierto lo que tanto me excitó. Era distinto...
Era carnoso, grueso. Dos enormes labios sobresalían desafiantes. Estaba muy bien depilada, salvo el triangulito del monte de venus. Los labios sonrosados, muy juntos, prietos, como de niña. Una delicada línea recta marcaba la distinción entre ellos. Me senté en el suelo, junto al sofá, entre sus piernas, como si más que su amante fuera su ginecólogo. Me dediqué a jugar con su chochito, no sé cuanto tiempo. Estaba cerradito y no se distinguía nada de su interior. Coloqué una mano en cada labio externo, apreté un poco al tiempo que los separaba. Oh, cielos........que sorpresa....¡. Era como si hubiera abierto las compuertas de un pantano...¡. El hecho de estar así cerrado, apretado, a consecuencia de tanta masa muscular, impedía salir sus jugos. Al separar los labios fue como un torrente. No quise dejar escapar ni una gota. Chupé, sorbí, lamí.... Enterrada mi boca y mi cabeza en aquella raja preciosa y con dos enormes muslos a cada lado, no veía nada....Solo respiraba su olor de hembra, y también la oía.... ahora gritaba sin descanso, en una corrida interminable.
Cuando acabó, descansamos unos minutos. Siguió tomando su copa, y algo avergonzada me confesó que nunca le habían hecho el sexo oral, pero que era algo que anhelaba hacía mucho tiempo. Sí que tu novio es aburrido, le comenté.
Volví a besarla. Estimulé de nuevo sus enormes pezones. Me gustaba levantar sus enormes pechos con la mano como si los estuviera pesando. A pesar de mi corrida involuntaria, mi polla seguía con ganas de guerra. Ahora se sentó de frente en el sofá, yo me quedé de frente a ella, de rodillas en el suelo y sentado sobre mis pies. Que excitación, cuanta mujer, cuanto cuerpo para tocar y poseer.... No sabía donde atender. Ella se fue resbalando sobre el asiento, bajando.... Los muslos bien abiertos y aquel lindo chochito como si fuera un estandarte. Lo veía venir hacía mí.... Yo la tenía super tiesa, levantada como si fuese de madera. Y siguió resbalando algo más... Y vi como colocaba una pierna a cada lado mío descendiendo algo más, hasta quedar clavada sobre mi estaca. Recibí su peso con gran satisfacción. Abracé su cintura. Su pechos se pegaron a mí y entré en ella hasta el fondo. La tenía de frente, los enormes globos de sus pechos entre los dos, el riquísimo calor de su interior y sus jugos llenándome. Los lindos ojos negros eran como brasas. Me vino una eyaculación pofunda y sentí que se perdía mi chorro en la más linda cueva. Ella al mismo tiempo orgasmaba con un entusiasmo propio de película porno. Que facilidad, aquella chiquilla, que potencial erótico.
Por supuesto que todo el tiempo libre durante el resto de su vacaciones fue una práctica descontrolada de sexo. La poseí de mil maneras. La hice gozar como nunca lo habían hecho y ella a mí también. Espero con anhelo el próximo verano.
Y ahora, claro, he comprendido que una mujer con algún kilo de más, o con algún año de más, puede dar y recibir mucho. Que importa un pecho algo caído, una piel con alguna arruga. El erotismo está en muchos sitios, no solamente donde la propaganda nos quiera hacer ver.
Por tanto, amigo y compañero, si tu esposa, tu amante, está algo gordita, no lo dudes, ámala, gózala. Tienes un tesoro que quizás no hayas sabido aún aprovechar.
Saludos y gracias por vuestra paciencia.