Gordi 2

-¿Me dejas que te la meta en el culo, Teri? Con la verga dentro de su coño, sonrió y me dijo: ¡Qué cochino!

Yo estaba reclinado en la bañera, bañera que estaba menos que mediada de agua. Gordí, sentada sobre mis piernas, me dio a mamar sus grandes y duras tetas, mojadas y llenas de espuma. Me puso el pezón de la teta izquierda entre los labios, después hizo lo mismo con la derecha... así unas veinte veces. Empalmado como un toro, mamé aquellas deliciosas tetas con areolas marrones y pequeños pezones y acaricié su trasero hasta que dejó de dármelas. Luego sus gruesos y sensuales labios me comieron la boca y besaron mi cuello.

Gordi era una chica especial. Su gordura no era tal, era todo fibra. Sus tetas, sus nalgas, todo su cuerpo, tocase lo que tocase, estaba duro.

Quería hacer ella y dejé que hiciera, dejé que se hartase de hombre. Cuando paró de besarme cogió la polla, la metió en la boca, y pajeándome la mamó. Un par de minutos más tarde, me preguntó:

-¿Te gusta? ¿Lo hago bien?

No sabía mamar pero no se lo iba a decir. Lo que podía era darle una idea.

-Sí, pero me gusta más que me la chupen como se chupa un chupa chups.

Me chupó la cabeza con lujuria. Lo hizo durante más de diez minutos y como al chuparla la meneaba, pasó lo que tenía que pasar. Que me comencé a correr. Sorprendida, quitó la polla de la boca, pero al ver brotar la leche, la volvió a meter y se tragó hasta la última gota.

Al acabar de correrme, le dije:

-Siéntate en el borde de la bañera y ábrete de piernas.

Se sentó en donde le dije, me arrodillé en la bañera. Su chocho era pequeñito y tenía muy poco vello. Se lo lamí lentamente de abajo arriba. Lo tenía empapado de babitas.

-¿Te gustan mis jugos?

-Me encantan.

-A mí también.

Se lo lamí más de una docena de veces. Gordi, se magreaba las tetas.

-¿Los pruebas después de correrte?

-Después y antes. Al hacer un dedo, a veces imagino que son los de otra chica, ¿Alguna vez te masturbaste pensando en mí, tío?

Le metí la lengua varias veces en el ojete y en el chocho, lamiendo entremedias su periné. y después le respondí:

-Muchas, bomboncito. Muchas veces pringué la mano con mi leche mientras imaginaba que te follaba.

Le lamí y le chupé el clit.

-Yo también me corrí pensando en... ¡Ostias, tío, si sigues me corro en tu boca!

Pare de jugar con su clit.

-¿Te masturbaste pensando en mí, Teri?

-Si.

Volví a lamer el coño. Le puse un dedo en un la entrada del ojete. Sentí como se abría y se cerraba cada vez que se lamía el coño y le metía la punta de la lengua en la vagina. Me tomé mi tiempo... Después, el dedo que tenía en la entrada del ojete se lo metí dentro del culo y se lo follé con él. Ahora la que se abría y se cerraba era su vagina. Gordi ya no paraba de gemir. Podía hacer que se corriese cuando quisiera, pero quería abrirle bien el chocho para poder follárselo sin que le doliera.

Le metí un dedo en la vagina y le entró como nada, luego dos, y casi se me corre. Le metí tres, le di vueltas alrededor y lo que no quería que pasase, pasó. Comenzó a mear por ella y a correrse mientras la sacudía el placer.

Yo ya estaba otra vez empalmado. Al acabar de correrse le quité los dedos. Gordi me cogió la cabeza y me llevó la boca a su chocho. Se lo lamí y segundos después se comenzó a correrse de nuevo, esta vez sin mear por ella. Fue acabar y comenzó a correrse otra vez.

Cuando termino de gozar, me dijo:

-No hay tres sin cuatro. Ponte como estabas antes.

Me recosté en la bañera y se volvió a sentar sobre mí, pero esta vez cogió mi polla y la puso en la entrada de su vagina. Metió el glande. Su boca buscó la mía y besándonos la fue metiendo hasta el fondo. Con toda dentro, me dijo:

-Parece que me entró un pino en el chocho.

-¿Te dolió?

-No, casi me corro mientras la iba metiendo.

-¿Quieres que te folle o me sigues follando?

-Te sigo follando. Mete un dedo en mi culo.

Salio el curioso que hay en mí.

-¿Te lo metes tú cuando te masturbas?

-¿Y tú?

-No.

-Tú te lo pierdes.

Gordi ya estaba desatada. Le pregunté:

-¿Qué pasó con aquella jovencita cohibida?

Follándome muy lentamente, me besó y después, respondió:

-La mataste con tu labia, tío.

Me folló a su aire y tengo que decir que jamás me habían follado con tanta dulzura ni con tanta pasión como cuando comenzó a mover su culo a toda pastilla de atrás hacia delante y de delante hacia atrás. Al parar, antes de derrumbarse sobre mí, me dijo:

-¡Me corro, tío!

Sentí como su cuerpo temblaba sobre el mío y como su chocho apretaba mi verga y la inundaba con una corrida calentita. Gordi era fuego. Acabó de correrse. Movió el culo de atrás hacia delante y comenzó a correrse de nuevo. Al acabar la follé a toda hostia y se volvió a correr tres veces más. Después, le pregunté:

-¿Me dejas que te la meta en el culo. Teri?

Con la verga dentro de su chocho, sonrió y me dijo:

-¡Qué cochino!

-El sexo cuanto más guarro, más placentero.

-Para ti. Eso tiene que doler.

-Si te meto sólo la puntita, no. Te va a gustar.

-No sé, no sé. Un dedo me gusta, pero esa verga...

-Anda, se buena. Deja que me corra dentro de ti.

-¿La tía no te deja?

-A tu tía la vuelve loca el sexo anal. Lo prefiere a los otros. Se toca y se corre como una loca.

-¡¿Se masturba con tu pepino dentro del culo?!

-Sí. ¿Quieres correrte así?

-No creo que me corra.

-Puedes apostar a que te correrás. ¿Te dejas?

-Vale, pero métela con mucho cuidado.

Se levantó y al sacar la verga de su chocho el jugo de sus corridas comenzó a salir de él. Le cogí el culo y hice que pusiese el chocho en mi boca. Bebí de ella hasta que dejó de echar babitas. Se puso otra vez a mil.

-Me haces sentir especial

-Es que lo eres, Teri, eres muy muy especial.

Eché champú en mi mano y unté mi polla con él. Gordí me dio la espalda y puso su ojete a tiro para mi verga engrasada de babitas y champú. Le metí la puntita y le follé el culo suavecito, al ratito, me dijo:

-No te corras aún, no te corras aún que me gusta. Métela un poquito más.

Le metí el glande.

-Me gusta, métemela un poquito más.

Se la metí hasta la mitad. Empujó con el culo y la metió toda. Con toda la verga dentro se echó hacia atrás, y con un brazo rodeando mi cuello, la cabeza ladeada para besarme y con la otra mano frotando el clit, me dijo:

-Me voy a correr como una loba cuando te corras dentro de mi culo.

Yo ya estaba tan maduro que al decírmelo, apretándole las tetas, le llene el culo de leche. Gordi movió sus dedos endiabladamente rápido sobre su clit y se corrió, diciendo:

-¡Me mueereeeeero!

No sé si se corrió una, dos, tres, cuatro veces, o más. Lo único que sé es que se retorcía con el placer que sentía, placer que le duró más de un minuto. En ese tiempo vi sus ojos en blanco media docena de veces, o sea, los cerraba, los abría, y gimiendo, me miraba con los ojos en blanco...

Después de esto tuve que descansar. Gordi, con la polla dentro del culo y su cabeza al lado de la mía, me dijo:

-Fue maravilloso.

Ciertamente lo fuera.

Quique.