Gonzalo, el ejecutivo definitivo

Final de esta historia en 4 partes

Os vuelvo a describir a Gonzalo, 190, bien formado, tonificado, pero no inflado, velludo y con el pelo entre castaño claro y rubio. Verlo pasearse en unos diminutos calzoncillos blancos que llenaba por completo era un espectáculo. Se pavoneaba delante de mí y se llevaba la mano para colocárselo más de lo necesario.

- No uso boxer porque con todo esto lo debo tener bien amarrado, je je.

Habíamos vuelto a pasar la noche juntos y había sido salvaje. Como le había pedido se había dejado los calcetines de dos días puestos y me folló fuerte mientras los tenía metidos en la boca permitiendome saborear su viril aroma. Para correrse se sentó encima de mi cara, me planto sus enormes cojones en la boca y se corrió mientras yo se los comía algo quien me confesó que le encantaba, igual que meterme la polla en la boca después de correrse para que se la dejase bien limpia.

Curiosamente, a mi no me importaba, yo era pasivo total. A lo mejor me la tocaba un poco pero solamente parecía estar interesado en mis agujeros y en dejarlos bien llenos. Tras una noche en la que volví a dormir pegado a su calor, se despertó con una erección brutal.

-          Quédate quieto, que voy a buscar una regla para medírtela

-          Je je, que sea de más de 30 centímetros que no llegas....

-          Fanfarrón, que eres un fanfarrón.

Cuando le puse la regla en la base…

-          Seguro que son 23 cm…, te digo yo que tengo un señor pollón.

-          No, 20.05 je je je, la tienes pequeña

-          No me jodas, son 23, (me cogió la regla y se la puso él) ¡Hostia tú! ¡Mi pollón ha encogido! Ja ja ja. Pero aún así la tengo más grande que Adrián, eso tendrás que admitirlo.

-          Y dale, obviamente yo pensé que él tenía 20 pero me equivoqué. La tuya es gigante, monsrtuosa, un prodigio, la polla entre las pollas (todo en tono burlón)

Y se puso a hacer el chulito y a poner poses. Yo le dije que no me podía creer el pavo que tenía para sus 38 años, pero él seguía moviéndose por la habitación ya con el slip haciendo posturas de modelo y marcando bien el rabo.

Pensé que iba irse a casa, pero se había traído una bolsa con ropa. Era viernes y podíamos ir a la oficina de casual, con vaqueros, chinos o polo he incluso en zapatillas. Después de ducharse, cuando casi me da un infarto viéndolo mojado y con solo una toalla, se vistió con unos vaqueros, una camisa y sus castellanos, pero sin calcetines, algo que me puso a cien.

- ¿vas a salir así?

-          ¿ Así cómo?, voy de lo más normal y pijete, ¿no te gusta?

- ¿Vendiendo carne? ¿Tu has visto lo que te marca el paquete ese pantalón?

- Te gusta ¿eh? lo sabía.

- A mi y a toda la oficina que te vaya a ver hoy (y puse la mano sobre su bulto)

- Pablito, no me pongas tonto que nos tenemos que ir….

La mañana de viernes tuve mucho trabajo, pero él estaba bastante ocioso y por un sistema de mensajería interna que teníamos, una especie de chat del correo, no paraba de mandarme guarradas. Cada poco tenía mensajes así.

10:30 Voy al baño, ven a darle un lametazo

11:15 Uf que calor tengo, me arden los pies, ¿me los limpias con la lengua?, hoy los tengo calentitos para ti.

12:00 Uf que calor, tengo los huevos ardiendo, ven a refrescarlos con tu lengua

12:05 ¿un café? (si, también había mensajes blancos)

13:00 Si vas al baño ahora, te bajas el pantalón y te la clavo solo bajándome la bragueta, el sudor de mi polla servirá como lubricante, estoy muy cerdo porque tu me pones muy cerdo.

14:00 Hoy vamos a mi casa, vale ¿pasamos por la tuya para que cojas ropa? Bueno, mejor no cojas nada, te voy a tener en pelotas todo el finde.

15.00 Bajo ya, te espero en el garaje, me duele la bragueta de lo dura que la tengo.

Así fue toda la mañana, yo trataba de concentrarme, pero era imposible, tenía literalmente un pollón atravesado de oreja a oreja. Reconozco que su brutal (como a él le gustaba llamarlo) miembro viril me empezaba a importar menos, me estaba gustando mucho como era, su actitud y una simpatía que empezaba a descubrir ahora. Lo sentía mayor y me sentía protegido por él. Mi pisito por entonces, ayudado por mis padres que vivían fuera, era muy cuco pero minúsculo, tenía suerte de vivir a mis 23 años sólo, sin compartir, pero pasar el fin de semana en el piso, mucho más grande, de Gonzalo se me antojó muy apetecible.

Cuando bajé al aparcamiento, a eso de las 15.30, hora en que el 90% de la gente había volado de la oficina, me lo encontré sentado en el coche. Cuando me subí su olor a tío me embriago, pero sobre todo el ver que llevaba toda la polla fuera. Se la había sacado y estaba como un mástil al que solo le falta la bandera.

Joder, cómo eres , es lo único que dije y me la metí en la boca. Me puso a mil el olor de su rabo y sus huevos y empecé a comerla frenéticamente.

- Chupa, chupa, joder como lo estás haciendo de bien, se nota que tenías hambre y mis mensajes han dados sus frutos. Quiero que me digas que te gusta mi rabo, que es el mejor que te has comido, que eres mío...

Estirando la mano, mientras se la chupaba, llegué a sus pies y metí un dedo en el zapato que llevaba sin calcetines. Lo saqué húmedo de su olor y seguí chupando y pajeando mientras olía. Como sintió mi gesto, se quito su enorme zapato y lo llevo a mi nariz mientras se la chupaba y soltó: " así huele tu macho" , pero no puedo decir nada más porque con un gruñido me llenó la boca de semen. Lo morboso que era me descolocaba, empezaba a estar loco por él, pero fue él el primero que lo dijo después de besarme en la boca:

- Estoy loco por ti.

Me desarmó y nos fuimos a su casa. Cuando llegamos había un paquete en su portería y él dijo que era para mí. No era precisamente un regalo, cuando lo abrí me encontré tres suspensorios blancos, de esos que te dejan el culo al aire. Agarré uno y lo miré con poca confianza y me dijo: " te quiero con eso a todas horas, quiero tu culito accesible para mí, hazme el favor, va, póntelos"

El se puso a hacer cosas en la cocina, ya descalzo y guapísimo con la camisa medio abierta y yo me fui a ponerme la cosa esa ( así lo llamaba yo). Cuando salí de la habitación y me planté en la cocina desnudo con la penda en cuestión se puso a tope " ¡mi Pablito! ¡te como!" Y empezó a morrearme a lo bestia mientras hurgaba mi culo limpito y de libre acceso.

-          Para, para por favor, que me haces daño con los dedos

Pero él no paró, bufaba, y seguía a lo bestia. Joder, no hacía ni una hora que le había hecho una mamada y ya quería otra vez. Mientras me sobaba estiró la mano, abrió la nevera y sacó la mantequilla. Hundió sus dedos en ella y sentí frio y placer hasta que me dio la vuelta, me apoyó contra la encimera y me la volvió a meter de una estocada.

Sus movimientos de pie eran aún más salvajes que en la cama, gruñía diciendo, toma, toma, toma polla, aun tengo leche para ti. Él estaba solo con los pantalones bajados y la camisa abierta, sentía su vello en mi espalda y su aliento en mi cuello. Me corrí dentro del suspensorio con un sonoro gemido que lo puso a cien acelerando las embestidas y corriéndose dentro de mí, empujando mucho para cerciorase de que todo su flujo quedeba dentro en mi interior. Cuando se separó me miró y pudo observar como su leche salía de mi culo y fluía hacia mis piernas…" no te limpies, quiero te quedes así, manchado, marcado por mí"

Así estuvimos todo el fin de semana y en una relación intermitente que dura hasta hoy. Hemos estado juntos y lo hemos dejado y vuelto muchas veces en los últimos 20 años. Ya tiene 58 (con canas está aún más potente) y yo 43 y no quiere pasar el tiempo con nadie más. Estamos muy bien juntos y fue, tuve aventuras después, mi mejor decisión hasta hoy. Espero que os haya gustado este relato sexual el 4 parte que podría ser más extenso pero que resume bien está ¿anómala? relación.