Golpe por Golpe XXXVI. Tiempo de Cosecha

No la quisieron cuando supieron que venía, no me quisieron a mi cuando supieron que me iba, ella es mía y tengo derecho a elegir.

No hay mayor placer que el de encontrar un viejo amigo, salvo el de hacer uno nuevo.

Rudyard Kipling

Desdé aquella noche las cosas no volvieron a ser iguales, ese latido se unió al mío, puso de cabeza mi mundo, desvaneció mis problemas, pero trajo otros...

Supongo que me estoy apresurando, no, no supongo, sé que lo estoy haciendo, pero las cosas se dieron tan rápido y ha pasado tanto tiempo.

Empecemos pues de donde lo dejamos, si alguien que vivió esto a mi lado encuentra esta historia, discúlpeme,  pero sabrás que desde el día que encontré a esa pequeña, el pasado dejó de existir, aprendí a dejar atrás y cerré todos mis ciclos.

No tengo que explicarles quién es esa pequeña, si has llegado hasta este punto conmigo, ¡lo sabes!

Yo por otra parte y aunque sentía una inexplicable atracción por la pequeña, me encontraba en un estado de penumbra permanente, estaba en paz, pero un extraño velo cegaba mis sentidos, fue un llanto lejano el primer sonido que llegó a lo más profundo de mi corazón, me levante con un terrible dolor de cuerpo, mis pies estaban sensibles y dar un par de pasos era un logro impresionante, pero con todo y esa sensación de electricidad recorriendo toda la longitud de mis piernas, logre seguir ese llamado que cada entre más me acercaba hacia latir mi corazón a gran velocidad.

Abrí la puerta del dormitorio de Diana y me la encontré sentada sobre su cama, con un gesto de desesperación en el rostro y tarareando una canción, mientras sostenía entre sus brazos a esa pequeña que antes había estado en los míos y si, apareció esa sensación en mí, deseaba reclamar ese cuerpecito como mío, mis brazos se sentían demasiado ligeros, de alguna manera sabía que el lugar de esa niña era conmigo y camine hasta donde Diana, tan concentrada en su ofició de hacer parar aquel llanto que no se dio cuenta de mi presencia hasta que estire mis brazos en su dirección, reclamando como mío el derecho de calmar aquella alma agitada que seguramente sufría por la ausencia de su familia.

  • Joven... ¡yo! - me miro con desesperación, sus ojos rojos rodeados por dos enormes círculos negros - no para, ya le di de comer, está limpia, revise su temperatura, no sé lo que le pasa

Tome ese pequeño montón de sabanas en mis brazos, descubrí su rostro y esos ojos, esa mirada que durante tantos años me ha hecho compañía, que fue un remanso de paz en mis momentos más oscuros, la misma que me siguió paso a paso en mi intentos de venganza; sonrió al verme, era la segunda vez que lo hacía y como la primera vez hace apenas unas horas el mundo dejo de girar a mi alrededor, sentí como los músculos de mi cuerpo se relajaban, mi toque alrededor de esa niña de ser aflojo. No podía tener más de dos años, su cabello era delgado, se pegaba a su cráneo formando pequeñas viboritas alrededor, estaba sudando... y lo recordé, se parecían tanto, no solo la mirada, ni el color del cabello o la piel, a su lado me sentía de la misma forma que me sentía cuando estaba a su lado, tal como la primera vez, cuando me dio la mano para ayudarme a levantar después de haber chocado.

Me senté en la cama con ella en brazos, mientras la miraba todos los días que vivimos juntos vinieron a mi memoria, pequeñas cosas, momentos que creía perdidos, uno a uno fueron llegando, recordé aquella carrera que tuvimos en el jardín cuando él me convencía de hacer ejercicio, las largas caminatas, las risas, los abrazos, las comidas, tantas travesuras, a pesar de que fue poco el tiempo que compartimos, no me quedaba duda de que él era mi hermano, lo fue desde siempre y para siempre.

  • Se durmió - su voz apenas audible me saco del viaje de memorias en el que me hallaba - será mejor que vaya a dormir un poco joven, dentro de pronto empezaran las clases, aún tiene media hora

Mire los parpados de la niña, se veía tan tranquila como yo me sentía.

  • Tienes razón Diana

Puse aquel tierno cuerpo en las manos de Diana y salí por la puerta directo a la cocina, busque dentro de la alacena y las encontré en el mismo lugar, palomitas de maíz, nuestras favoritas, las mismas que comíamos sin motivos, ya sea para hablar o para ver una película, para hacer la tarea, cualquier que fuera el motivo Guillermo y yo siempre teníamos palomitas; tome un paquete con extra mantequilla y lo metí dentro del microondas, puse el tiempo, mi hermano y yo habíamos descubierto la forma perfecta de hacerlas 1:30 apreté el botón y comenzó ese sonido que tanto nos emocionaba, terminado el minuto y treinta segundos empezaba la cuenta: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis el momento justo antes de volver a dar otro minuto con treinta segundos, botón para comenzar y listo, las perfectas palomitas estaban listas. Tome un tazón y serví las palomitas mientras ese olor impregnaba la cocina, el ultimo olor que llego a mi aquel día, cuando me escape de la casa para ir a la fiesta, subí hasta su habitación y me recosté sobre la que fue su cama, comiendo palomitas y esperando el momento de prepararme para irnos a la escuela, consciente de que él siempre estuvo a mi lado, que nunca me dejo

El sueño me venció por unos pocos minutos, por lo menos hasta que escuche a mi tío diciendo mi nombre - Alex, ¡despierta! - estaba mortalmente serio - tienes que acompañarme, en el camino te explico, ¡toma! ponte esto - me paso una sudadera y puso suavemente los tenis en mis pies.

  • ¿Qué pasa? - Su voz, sus movimientos, todo el estaban en tensión y mi corazón empezó a latir con fuerza, un presentimiento

Camine detrás de el hasta entrar en la camioneta

  • Don Alberto me ha explicado unas cosas Alex, pero no es algo fácil de procesar, pensé ocultártelo - no podía dejar de mirarlo, pero no me atrevía a levantar la mirada hacia su rostro, solo podía ver sus dos manos apretando fuertemente el volante, nudillos en tensión, todas las venas sobresaliendo

  • Me estas asustando

Por un momento el silencio y después el semáforo en rojo, sentí su mirada sobre mí y solo en ese momento tuve el valor de verle a la cara, pero era un Marcos diferente al que me había sacado de la casa hacia unos minutos, había ternura en su mirada, sonreía de lado y respiro profundamente

  • Es difícil - mire por la ventana y el cielo estaba clareando, aún era oscuro, pero ya no era de noche, volví a verle y - esa muchacha que encontramos, la mamá de la niña - lo vi apretar los dientes - está muriendo

Y entonces sentí una tristeza infinita, recordé la mirada de aquella bebe, por unos minutos viví la soledad que el destino le deparaba y quise llorar, porque ese sentimiento me era familiar.

  • ¿Qué le pasa? - Marcos continuo conduciendo, las manos un poco más relajadas, pero mirando al frente casi sin pestañear

  • Tiene cáncer en los pulmones, ni ella lo sabía, pero ya ha hecho metástasis, no le queda tiempo, unos días tal vez

  • ¿y la  niña? - no pensé, solo salió.

  • Eso es de lo que tenemos que hablar- entramos al estacionamiento y era la misma entrada, el mismo lugar donde había perdido todo, pero algo más fuerte que esos recuerdos me mantenían de pie, me preocupaba la niña, me preocupaba la madre, me preocupaba el futuro de ambas

Caminamos hasta el elevador y hasta que estuvimos dentro el continuó con hablando, y aunque sabía que sus palabras eran dirigidas a mí, me parecía más como un monologo entre Marcos y mi tío, mi amigo y mi familia - Su nombre es Cassandra, ¿te recuerda a alguien? - fue cuando todas las piezas encajaron.

  • ¿Es su hija?

  • Eso dice ella, naturalmente no podemos saberlo, la opción que podemos tomar no es muy recomendable, ella la propuso, pero dado todo lo que me ha contado el Don, pues la verdad, no queremos arriesgarnos a que esa mujer tome represalias contra nuestra familia, hasta ahora se ha mantenido al margen

  • Es su hija - no necesitaba pruebas - mi corazón lo supo siempre y si me quedaba alguna duda esta desapareció cuando vi en la profundidad de sus ojos, era hija de mi hermano, ese brillo en la mirada sin duda alguna lo había heredado de él.

  • Don Alberto también lo cree, aunque, debes entender, que me es difícil aceptarlo, las cosas van a cambiar, pero - salimos del elevador y me tomo del brazo para guiarme a la que supuse era su habitación - antes, ella quiere hablar contigo

Toque la puerta con Marcos detrás de mí, Fabiana fue la que abrió la puerta

Lo que vi me dejo impactado, la misma Cassandra que conocía desde pequeño estaba ahí, tirada sobre una cama, piel blanca como si toda la sangre le hubiera sido drenada, incluso su cabello rojo que tantas veces me llamo la atención, había perdido el brillo y volumen, me vio y sonrió una pequeña mueca apenas dibujada, pero la emoción en sus ojos era lo que delataba que aquel gesto era una sonrisa, intento incorporarse, pero fue Don Alberto quien acudió a ella y le ayudo

  • Los dejamos solos - Fabiana tomo su bolsa y junto con el Don que me apretó suavemente el hombro salieron detrás de Marcos que se había mantenido en la puerta sin llegar a entrar.

Me senté a sus pies, me miraba en silencio y después hizo un gesto con su mano para que me sentara más cerca, me moví a donde ella había señalado y casi pude sentir su débil aliento cuando empezó a hablar

  • Has cambiado - ladeo un poco la cabeza - no te pareces al chico que vi la última vez

  • Han pasado dos años, muchas cosas cambiaron- no sabía cómo llamarla, Cassandra no parecía ser apropiado para estos momentos, pero Cass tampoco me resultaba demasiado familiar, tanto que solo pensarlo, dolía un poco

  • No tantos, solo unos pocos meses - no entendía, pero su tono era seguro - claro que tu no lo recuerdas, estabas bastante intoxicado, pero nos vimos y me reconociste, no llegamos a hablar

Intoxicado, esa palabra describía perfectamente el momento por el que había pasado, pero no solo estos últimos meses como decía

  • ¿Cuando?

  • En la fiesta de Paulo, al parecer compartimos algunos conocidos- otra vez esa mueca, pero ahora era diferente, más amarga que la primera que me dedico al entrar al cuarto - Me queda poco tiempo Mario

Esas palabras cortaron dentro de mí, intente decir algo pero fui interrumpido por ella y sinceramente agradecí esa interrupción, por que no estaba seguro de su alguna palabra pudiera salir de mi boca

Se rio un poco, pero un ataque de tos acudió detrás de ella, quise moverme a pegar en sus espalda, pero permanecí, inmóvil, solo mirando como regresaba la compostura a ella

  • No lo sabía, ¿puedes creerlo?, vine aquí con una idea y... bueno, por algo pasan las cosas, ¿no? - al ver que no había respuesta continuo -  es de él, hubo muchos Mario - ese dolor en mi pecho otra vez - pero solo a él lo ame, Guillermo fue todo, antes de el solo vivía vacía y después de el - las lágrimas empezaron a salir - después de el... fue difícil, pero no me arrepiento, fui tremendamente feliz a su lado, seguramente fue esa felicidad la que me distrajo y no me di cuenta de lo que estaba pasando dentro de mi

  • ¿Cómo se llama?

Las palabras volaron entre nosotros creando una conexión

  • Gabriela

Y los dos sonreímos al tiempo

  • Es hermosa

  • Lo es, tanto como su padre, por dentro y por fuera

Asentí con la cabeza sin dejar de sonreír

  • No quiero que se quede con mis padres, ni con su madre

Su tono era firme y me veía fijamente

  • Sé que no me merezco nada, sé que esto es un castigo por todo el mal que te cause, sé que no debería tener cara para verte, pero ella me da valor, por ella soportare y luchare - apretaba las manos fuertemente - necesito saber que estará bien, mis padres son crueles y ella, la mamá de él, no puedo permitir que este en ese entorno

Decía la verdad, por lo menos con respecto a la madre de él y estaba seguro que si se expresaba así de sus padres, no era por nada bueno.

Ella pareció leerme por que

- No la quisieron cuando supieron que venía, no me quisieron a mi cuando supieron que me iba, ella es mía y tengo derecho a elegir con quien quiero que se quede, sé que tus papas eran buenos, sé que tú lo amaste y espero que la ames a ella

  • Yo...

  • Tu tío va a arreglar las cosas

- No soy una buena influencia, si me viste en casa de Paulo sabrás lo que he hecho, todos lo saben

  • No tienes idea de lo que yo he hecho tampoco, sé que Paulo no es malo, solo nació en la familia equivocada, además también la vi a ella, estaban bailando juntos como si el pasado no existiera, sé que la perdonaste y caminaron juntos, por eso - un pitido que me erizo los vellos empezó a sonar y recordé, pero ella continuo, lo que me hizo aferrarme a la realidad - te lo pido, si fuiste capaz de hacer las paces con ella, sé que serás capaz de enseñarle a Gabriela el verdadero valor de las cosas.

La enfermera entro - se acabó el suero - no tardare, sigan platicando, hagan como que no estoy.

Francamente era un poco difícil, nos había cortado la inspiración o al menos eso pensé hasta que escuche que ella seguía

- Te ves más como el hermano de Guillermo, que como aquel chico sin rumbo que encontré en la fiesta

Sonreí con Melancolía, porque eso quería, deseaba volver a ser aquel chico

  • Perdón Mario, sé que esta disculpa llega tarde y quizás no sirva de nada, solo no me quiero ir sin decirlo, de verdad lo ame, aun lo amo, nunca quise hacerte daño, el... tú, ustedes me cambiaron

Las lágrimas caían en mi regazo

  • Él te amo, estoy segura que hubiera sido muy feliz si...

Sus ojos estaban cerrados, sus parpados se movían intentando abrirse y solo escuche un débil - ¡Lo sé!

  • Debe dormir, su estado es alarmante, aun no entendemos cómo es que no presento síntomas pero sus pulmones van a colapsar en cualquier momento, me sorprende que sea capaz de hablar - La enfermera empezó a acomodarla - es una chica fuerte, apenas y se queja, pero en esta etapa el dolor es casi insoportable para la mayoría.

Salí de aquel cuarto sabiendo que nada sería igual, pero con la sensación de que podría enfrentarlo todo.

De alguna forma todo se estaba alineando a mi favor, me había reconciliado con mi pasado, no había más dolor.

La promesa de mi futuro parecía buena y aunque mi presente era un poco alocado...

En busca de un nuevo día sin prometer, ni jurar, sin pensar en caer, sufrir, lastimar, odiar simplemente en creer, amar, perdonar y olvidar...

Alessandro Mazariegos