Golpe por Golpe XXX. El principio del fin.

En el fondo entiendes que nunca te ha dejado de amar.

El tercer síntoma de la muerte de nuestros sueños es la paz. La vida pasa a ser una tarde de domingo, sin pedirnos cosas importantes y sin exigirnos más de lo que queremos dar. Pero, en verdad, en lo íntimo de nuestro corazón, sabemos que lo que ocurrió fue que renunciamos a luchar por nuestros sueños.

Paulo Coelho

Pasar el tiempo con Rósela y con Paulo era el escape perfecto a una realidad imperfecta, cruel y dolorosa; cuando estaba con ellos todo era más fácil, no había necesidad de máscaras, vivíamos el día a día sin poses falsas o tontos complejos, nadie juzgaba a nadie y no se esperaba más de lo que se daba en ese momento.

Con ellos siempre podía ser yo, la mejor o peor parte de mí, no importaba cual, solo interesaba que fuera yo.

Paulo solía decir que éramos tres almas cansadas y perdidas, que el destino junto.

No era solo el efecto del alcohol o cualquier placebo que pudiera ingerir, era algo real, nos entendíamos de la mejor de las formas, nos cuidábamos y fiesta con fiesta nos compenetrábamos más.

Yo casi no hablaba de mí y ellos no preguntaban, sin embargo en más de una ocasión Rósela embriagada de alegría y calma se animó a hablarnos sobre su vida, nos contó sus sueños tardíos, sus esperanzas rotas; con el trato diario comprendí que no éramos tan diferentes, más bien nos parecíamos bastante, seguramente más de lo que nadie podría imaginar.

Los días  comenzaban a ser más llevaderos, Rósela disfrutaba de toda la atención que le daban cuando salía conmigo, y a mí me divertía ver su reacción. El tiempo volaba cuando estábamos juntos y en un abrir y cerrar de ojos, ya estábamos a días de mi cumpleaños...

Este sería mi tercer cumpleaños sin celebrar y el que más dolía; los otros dos no habían sido importantes, el primero porque estaba en shock internado en un hospital y el segundo había pasado desapercibido entre el Glamour de NY, los intentos de sobrevivir, los planes de venganza y una falsa idea de que algo mejor me esperaba. Ahora y a pesar de que la tormenta aun no amansaba, mi realidad era más evidente, mi futuro incierto y lo único verdadero en mi vida era la conciencia de que ellos no estaban a mi lado, día con día, a pesar de que el dolor por la desaparición de Ian hace tiempo que se había ido, la angustia era mi sombra, no importaba que tan feliz pudiera estar, el miedo aparecía a arruinar el momento.

  • ¡Ya despierta!, ¿otra vez con lo mismo?

La voz de Rósela me saco de mis pensamientos

  • ¿Otra vez qué?

  • Siempre haces lo mismo, te estaba contando sobre Ramsés

  • Si te escuche, me decías que te regalo el brazalete que querías

- Si, eso mismo. ¿No sé cómo lo haces?

  • ¿Hacer qué?

  • No te hagas el tonto. Tu mirada te delata cuando no estas prestando atención, fijas la vista en algún objeto y te quedas callado, pensando, tu mente vuela. Pero... siempre te las arreglas para hacerme pensar que si me haces caso

  • jajajajajajajaja, ¡tonterías!, mejor sígueme contando, ¿qué te dijo cuándo te dio el brazalete?

  • Pues lo de siempre, que me ama, que nunca había sentido nada igual. Pero no sé si creerle, a veces pienso que es sincero, solo que...

  • Lo se, ¡te entiendo!

Y de verdad la comprendía, teníamos los mismos temores, nuestras heridas a pesar de haber cerrado, no dejaban de doler. Un dolor fantasma que aparecía cuando recordábamos.

  • Bueno, ya cambiemos de tema, ¿has pensado en lo que te dije?

  • Si, lo estuve meditando y creo que tienes razón, voy a celebrar este cumpleaños

- Me encanta cuando pones esa mirada, ¿Qué tienes en mente?, ¿irrumpiremos en la fiesta de alguien?

  • Creí que ya me habías perdonado por eso

  • Y lo hice, pero aún no lo he olvidado

  • ¿Y algún día lo vas a hacer?

  • ¿No se?, tal vez, si me consigues aquel vestido que vimos...

  • Esta bien, considéralo tuyo, pero a cambio tendrás que ayudarme a planear la fiesta del año, ¿Qué dices?

- ¿Quién más, si no yo, podría ayudarte?

Quería hacer esa fiesta, pero no por festejar, si por mi fuera, hubiera borrado del calendario ese día, pero por más que quisiera no podía, así que pensé, que la mejor forma de resistir esa fecha, era aturdirme con luces y sonido como venía haciendo desde hace algún tiempo, el alcohol y sus acompañantes eran el analgésico perfecto, aunque solo fuera momentáneo...

Diez días parecerían poco para organizar un espectáculo como el que tenía planeado, pero era más que suficiente si se contaba con dinero suficiente y las conexiones adecuadas. Las invitaciones fueron enviadas, más de doscientos invitados confirmaron en cuanto los sobres llegaron a su destino; candelabros, faroles y jarrones de metro y medio fueron el complemento perfecto para los sillones, taburetes y mesas. He de confesar que las cosas se me fueron de las manos, contrate a trapecistas, traga fuegos, contorsionistas y faltando cinco días para mi cumpleaños me di cuenta que había vaciado mi cuenta, me volví loco y no supe que hacer, no podía cancelar, así que lo único que se me ocurrió fue tragarme mi orgullo, rabia, desilusión, tristeza, tragarme mi dignidad y pedirle ayuda a Marcos, desde aquel día afuera de la escuela no habíamos hablado directamente, los dos evitábamos encontrarnos; al final logre dominarme y fui a buscarlo, lo encontré en la oficina, la misma oficina que alguna vez perteneció a mi padre, las manos me sudaban mientras esperaba que el elevador llegara al piso correcto y en cuanto las puertas de este se abrieron, estuve a punto de no salir, pensé en oprimir el botón del estacionamiento y regresar por donde había vuelto, pero, después de todo, ya estaba ahí.

Nada había cambiado, ni el color de las paredes, ni la secretaria de papá que me recibió con una sonrisa y corrió a abrazarme, Lupita me conocía desde niño, era una señora ya mayor, imagino que tendría más o menos la misma edad del Don, empezó como secretaria de mi abuelo y en ese lugar se quedó cuando mi padre tomo el control de la presidencia del corporativo; platique poco con la señora Lupita, no tenía nada que decirle y ella tampoco sabía cómo reaccionar, me dejo pasar a la oficina, mi respiración se hizo difícil al notar que Marcos no había cambiado nada, todo permanecía en su sitio, con excepción de un marco con la foto de Fabiana, casi hubiera querido que todo fuera diferente

- Siéntate Alexander, ¿quieres algo de tomar?

  • No, gracias. Yo...

  • ¡Discúlpame! En este último tiempo he pronunciado más esa palabra, de lo que lo había hecho en toda mi vida

  • Marcos

  • No digas nada, déjame terminar ¡por favor!, te he lastimado mucho, sin intención, pero te causado mucho dolor, yo no sé tratarte, no sé cómo reaccionar contigo, te veo y me recuerdas a mí, veo que empiezas a transitar por el mismo camino que ya una vez recorrí yo ¿y no sé cómo evitarlo? Creo que ya he dicho demasiadas veces este discurso, estoy seguro que te lo sabes de memoria Alexander, por favor ¡perdóname!... he sido demasiado duro contigo

  • No tengo nada que perdonarte, no te odio

  • Sé que no me odias, nunca podrías hacerlo porque eres demasiado noble, tan noble como tu madre que nunca se dio por vencida conmigo

  • No vine aquí para hablar de eso, no me gusta hablar de perdones y olvido, solo, demos vuelta página

No lo odiaba, pero me había lastimado mucho, demasiado, él era lo único que me quedaba y por lo mismo sus palabras me habían dolido más que las de cualquier otro.

- Supongo que quieres dinero para tu fiesta de cumpleaños, ¿no?

  • Si, ¿Cómo lo supiste?

  • Nuestro mundo es demasiado pequeño, todos conocen a todos y se rumora que estas organizando una fiesta a lo grande, dime ¿Cuánto necesitas?

- No lo sé, supongo que

  • Hagamos una cosa, voy a darte una tarjeta de la empresa para que no escatimes, solo un favor, invita a Fabiana, yo sé que no debo esperar demasiado de tu parte, pero ella te quiere mucho y ha resentido que por culpa de nuestra pelea te hayas distanciado

Los gestos de Marcos eran muy parecidos a los que hacia mi madre, no cabía duda de que eran hermanos, ella siempre lograba convencerme de lo que fuera incluso de las cosas más fantásticas, como cuando me decía que el ratón se llevaba mis dientes porque estaban hechos de leche y el necesitaba esa leche para dársela a sus hijos, que entre más blancos fueran, los ratoncitos crecerían más fuertes; pase semanas enteras cepillándome los dientes cuatro o cinco veces al día...

Algo extraño me paso mientras Marcos hablaba por teléfono con alguien, podía ser muy duro e insensible, pero en momentos así, cuando hablaba con el corazón, me hacía sentir que éramos una "familia".

Y estando así, perdido en mis pensamientos, por primera vez desde que empecé a planear esa fiesta, me hizo ilusión festejar mi cumpleaños, después de todo, podría ser el primero en el que el hermano de mi madre, mi tío, estuviera presente.

El día llego y los nervios me mataban, nunca me había sentido así, con esa mezcla de sentimientos tan opuestos, me emocionaba y estaba alegre, pero también la incertidumbre estaba presente acompañada de melancolía y mucho miedo.

Mi tío se había adelantado a la hacienda para asegurarse de que todo saliera como lo había planeado.

El lugar parecía un sueño, tal como lo había imaginado, en cuanto pise la hacienda Volopapilo supe que esa sería una noche especial.

Las antorchas se encendieron alumbrando el camino hasta el patio donde dos meseros vestidos de blanco esperaban a los invitados para ayudarlos a elegir máscaras y antifaces.

Las columnas fueron cubiertas por todo tipo de espejos reflejando las luces blancas que eran disparadas por los cuatro puntos cardinales, del techo colgaban candelabros de cristal, el ambiente con luces moradas hacia brillar los faroles negros que iluminaban las mesas.

Fui directo a cambiarme, se me hacía raro que Rósela no me llamara, habíamos quedado en que llegaría temprano para ayudar en lo que pudiera, aunque, después de todo quizás ya estuviera ahí, no tuve mucho tiempo para ver, ni sabia en donde andaría Marcos.

Fabiana llego minutos después con los tres trajes que me habían mandado a hacer, los puso sobre la cama y enseguida salió para ayudar.

Me mire al espejo y me gusto la imagen que este me devolvía, pero faltaba algo, había algo que no terminaba por convencerme, Fabiana había diseñado el conjunto tal y como se lo había pedido, color morado, franjas plateadas al costado del pantalón, solapas negras, era tal cual lo quería, sin embargo me desvestí y me probé el siguiente, un pantalón de color rojo con una camisa blanca y me volví a desvestir, solo me restaba un atuendo, puse toda mi fe en él, pero tampoco, a pesar de que el color hacia que mis ojos resaltaran, seguía faltando ese algo que no podía definir, en definitiva el azul tampoco sería el elegido.

Me quede viendo por la ventana durante lo que pareció una eternidad, la luna se veía hermosa, hacía mucho tiempo que no me detenía a mirarla como en esta ocasión, una extraña sensación se apodero de mí, sentía una fuerte presión en la boca del estómago, sutil pero poderosa, entre más atención le prestaba más fuerte se hacía, tanto que empezaba a doler; cerré la ventana y me empecé a cambiar, lo último que necesitaba ahora era ponerme más nervioso... opte por seguir el plan original usaría el traje morado, pero antes empezar Marcos entro para decirme que los primeros invitados ya habían empezado a llegar

  • ¿Por qué no te has vestido?, ya es tarde y la fiesta se está llenando.

  • Ya voy. Me distraje por que no estaba seguro de cual me pondría. ¿Que traes en la espalda?

  • Yo, pensaba darte la sorpresa justo después de las doce, pero, ¡te han traído muchos regalos!, me temo que el mío pudiera pasar desapercibido, por eso decidí subir a dártelo de una vez.

  • Dime, ¿de qué se trata?

  • Yo, me equivoco mucho, he vivido mi vida haciendo daño a las personas que más amo, pero que sepas, que siempre ha sido sin intención.

  • Tío, no digas más

  • Sé que mis palabras ya no significan mucho después de todas la veces que me has oído decirlas. Por eso esta vez he decidido actuar, después de la pelea que tuvimos, yo entre a tu habitación, estaba vuelto loco por que no sabía de ti, no me contestabas el teléfono y había caído en cuenta de las estupideces que te había dicho, me encontré con esto

Lo había buscado por todos lados, una hoja de papel con un dibujo, lo había hecho antes de Navidad, justo después de que Ian y yo regresáramos de Acapulco, en ese momento estaba tan feliz que empecé a dibujar y ese fue el resultado, un diseño que escapo del fondo de mi corazón, un pantalón verde agua que hacia un contraste agresivo con una camisa verde limón con franjas negras.

  • Gracias, pensé que lo había perdido

  • Pues no, no soy ningún experto en moda, pero me gusto, mucho, me recordó esta fecha

Me mostro una foto que nunca había visto. Tarde en reconocerla, era ella, mi madre

  • Se parecen, ¿verdad?

  • ¿Cuándo fue eso?

- Alessandra cumplía quince años. Mando a hacer ese vestido a escondidas de todos, cuando le preguntábamos sobre él, nos respondía poniendo su dedo índice en su boca y susurraba "es un secreto", a mamá casi le da un infarto cuando la modista lo llevo a la casa para la prueba final, casi se cancela la fiesta, tu madre logro convencerla de que le permitiera usarlo, diciendo que el verde, era el color de la esperanza, de la resistencia y no sé cuántas cosas más.

Una lagrima cayo por la mejilla de mi tío, pero extrañamente sonreía tal y como la hacía en aquella foto, donde ellos estaban juntos, mi mamá y mi tío

  • Me hizo gracia ver ese dibujo, por eso me lo quede, tenía la esperanza de que para cuando cumplieras tus dieciocho, ya me hubieras perdonado y en vista de que si... ¡pasa por favor!

Detrás de él, entro Don Alberto con una caja blanca

  • Mira

Era la misma camisa que estaba en el dibujo, exactamente igual, el mismo pantalón.

  • No espero que te lo pongas, solo que lo conserves

Pero me lo puse, eso era lo que necesitaba, lo que le hacía falto a los otros tres conjuntos, una historia, una razón de ser

Todo estaba listo, yo estaba detrás del escenario dispuesto a hacer mi entrada triunfal, la había planeado desde el primer momento que pise la hacienda.

La música empezó "one more time" de Daft Punk, las luces se encendieron cegando a todos los invitados que hace rato que estaban bailando y tomando, telas doradas cayeron del techo y los bailarines junto los traga fuegos hicieron su aparición, rodearon la fuente encendiéndola con el fuego que salía de sus bocas, los meseros vestidos de negro desfilaron detrás de ellos, yo observaba a todos los invitados, todos siguiendo el código de vestimenta que impuse en las invitaciones, hombres de azul y mujeres de rojo.

Las luces volvieron a apagarse, la única luz que había era la que los traga fuegos lanzaban por el aire, la pasarela se ilumino y enseguida aparecí yo seguido de los meseros que llevaban bandejas con copas de Champagne, el DJ apareció detrás de mí y un par de minutos antes de que pudiera decir algo Rósela le arrebato el micrófono, tenía una enorme sonrisa en su rostro, perfectamente maquillada y usando el vestido de sus sueños, rojo como la sangre, rojo como sus labios, tan rojo como el brazalete que Ramsés le había regalado hace unos días, era asombrosa, a pesar de llevar el mismo color que las demás mujeres en mi fiesta, se las había arreglado para destacar entre todas ellas, modestia parte gracias a mi ayuda...

Los recuerdos de aquella primera fiesta volvieron a mi mente, esta vez no fue como las anteriores, porque se esfumaron tan rápido como los fuegos artificiales empezaron a resonar junto con la voz de Rósela gritando ¡Feliz cumpleaños! los aplausos no se hicieron esperar y poco a poco todos salimos a ver como el cielo se iluminaba por esas explosiones de color que simulaban estrellas, yo no había contratado fuegos artificiales, pero supuse que era idea de Fabiana o de mi tío

  • Este es mi regalo, Rojito

Desde hace algún tiempo, Paulo me llamaba Rojito, según él, porque siempre que me embriagaba, las mejillas se me pintaban de rojo, al principio me enojaba muchísimo, pero me termine dando por vencido cuando me confeso que cuando me enojaba también terminaba ruborizado

  • Y bien... ¿te gustan?

  • Me encanta, ¡Gracias!

Entramos al salón, ya todos tenían los antifaces puestos, entre copa y copa, perdí la cuenta de a cuantas personas había saludado y cuantas se habían acercado a felicitarme, todos estaban ahí, Lilian, Michelle, el profesor Mariano, Amaia, Enrique y sus amigos, hasta Esteban con el que no había hablado en mucho tiempo, estaba ahí.

La fiesta era todo un éxito, y mis invitados más grandes comenzaban a retirarse dejando espacio a todos los jóvenes que no pensaban terminar temprano con esto, a pesar de que estaba haciendo frio nadie había reparado en ello, la pista estaba llena y los cuerpos se movían al compás de la música.

  • ¿Campanita?

Solo él podía salir con ese tipo de comentario

  • ¿Perdón?

  • Si, solo que ella es rubia, aunque en realidad yo prefiero a los morenos con ojos hermosos, así como tu

  • Muy gracioso Paulo

  • Ya, hablando enserio, me gusta cómo te vez, así quiero recordarte, feliz y disfrazado de campanita

  • ¡Hey! ¿De qué hablas?, no me gusta tu tono, suena a despedida

  • Es porque, esto es una despedida

Un nudo en mi garganta me impidió decir algo, las lágrimas se agolparon en mis ojos y de nuevo esa presión tan conocida en mi pecho, quería creer que esto era una de las típicas bromas pesadas de Paulo, pero en el fondo sabía que no era así, algo en su actitud, la manera en la que me miraba y el calor de sus manos envolviendo las mías, mi corazón palpitaba a gran velocidad y sentí miedo, mucho miedo

  • No te pongas así, he, mírame

No supe en que momento había bajado la mirada, pero Paulo me sostenía por la barbilla, obligándome a mirarlo a los ojos

  • Sabes a lo que se dedica mi padre, ¿verdad?

Claro que lo sabía, pero no me importaba y aunque intente decírselo, las palabras no salían de mi boca, sin embargo las lágrimas si de mis ojos

  • Claro que lo sabes, pues bien, las cosas se están poniendo muy feas por aquí, mi padre teme una traición y está tomando precauciones, una de ellas es esta, nos va a sacar del país a mi hermano y a mí, teníamos que habernos ido desde hace una semana, pero... quería estar aquí, contigo, con ustedes, necesitaba despedirme de ti porque... no sé cuándo vuelva

  • Llévame contigo, ya soy mayor de edad

No pensé en lo que decía, solo fueron las únicas palabras que salieron de mi boca

  • No seas tonto Rojito, no sabes lo que dices, tu vida está aquí, en este lugar están las personas a las que amas, deja de huir, por más que corras no vas a dejar atrás tu pasado, afróntalo; afrontémoslo, aunque ha sido maravilloso conocernos, en el fondo los dos sabemos que no estamos destinados el uno al otro, mi capitulo en tu vida termina aquí y deseo con todas mis fuerzas que no sea así porque me encariñe mucho contigo, pero por ahora esto es el adiós

Y tenía razón, siempre supe que Paulo y yo tarde o temprano nos separaríamos, es solo que, no quería perder a nadie más en mi vida. Limpio mis lágrimas con su mano y me dio un beso, suave, corto, fugaz

  • Sin lágrimas, recuerda que eres ¡Alexander!, eres una fiera ¿no?, mejor sonríe, dame ese último recuerdo, disfruta del resto de la fiesta como disfrutaste de tu regalo

Mi sonrisa salió algo forzada, caminamos juntos para buscar a Ramsés que seguramente también estaría despidiéndose de Rósela; los encontramos en el jardín

  • Vamos hermano, ya es tarde

Caminaron tomados de la mano hasta nosotros, Rósela tenía el rímel corrido por las lágrimas he intentaba limpiarse con la mano que tenía libre.

Cuando llegaron hasta mi ella lo soltó de la mano y le dedico una sonrisa de lado a Ramsés, el me dio un fuerte abrazo y solo me dijo "te voy a extrañar amigo", "gracias", dicho esto último me dejo con Paulo

  • Algún día volveremos a vernos, no me olvides

Y se marchó detrás de su hermano, sin mirar atrás

Rósela y yo nos abrazamos tan fuerte como pudimos y entramos juntos a la fiesta, estaba muy callada y no era para menos, aunque nunca me lo dijera, hace tiempo que yo sabía que estaba enamorada de Ramsés

  • ¿Sabes?, le pedí que me llevara con el

No necesitaba que me dijera más, después de todo, yo también se lo había pedido a Paulo. Quise decírselo, pero la pausa en sus palabras termino y ella siguió hablando antes de que pudiera fraguar algo coherente con que consolarla

  • Recuerdas lo que te conté de Andrew, mi exnovio

Claro que lo recordaba, cuando me lo conto la entendí, yo pasaba por lo mismo, entendía la decepción y el dolor en su voz

  • ¿Recuerdas que no quiso que huyéramos juntos?

  • Si, lo recuerdo

  • He cometido muchos errores y nunca he dejado de darle vueltas a esa noche, me gusta pensar que si él no hubiera sido tan cobarde y me hubiera llevado con él, podía haberme evitado mucho dolor, aunque eso ya es historia pasada. "Mario". Perdóname.

Por primera vez en toda la noche sentí frio

  • En todo este tiempo que llevamos siendo amigos, nunca te lo había dicho, ¿no sé por qué?, lamento todo el daño que te hice

  • No digas más, no me gusta, sé que lo sientes, hace tiempo que lo sé y hace tiempo que te perdone

  • Entiendes entonces, ¿verdad?

  • Creo que sí, pero

  • Siempre he buscado esto... alguien que se la juegue por mí, que conozca lo peor de mí y que no le importe. Es el. Ramsés, que en cuanto se lo dije no dudo ni un segundo en decirme que sí, es mi sueño, el que nunca pensé que se cumpliría, cuando estoy con el soy valiente, no hay dudas, me siento segura a su lado, sé que me ama tal vez más de lo que se da cuenta y yo, yo lo amo igual

Las palabras de Rósela hacía daño, lastimaban, yo también siempre soñé con eso, con una historia de amor tan real que...

- Nunca me voy a perdonar el daño que te hice, lo lamento, lamento haber perdido tanto tiempo siendo como era, cuando pudimos haber sido amigos desde antes, nunca voy a poder remediarlo.

Rósela desvió su mirada llorosa de mí y la dirigió a un punto a espaldas mías, para luego volver a verme

  • Ya es tarde, espero volver a verte algún día y que me cuentes como termino esta noche

Me tomo de la mano y caminamos hasta la salida donde Ramsés y Paulo la esperaban, la mirada que Ramsés le dedico era digna de fotografiar, un brillo muy especial se había instalado en sus ojos y este no se apagó, incluso cuando la tuvo frente a él.

Me emocionaban verlos juntos, la entendía, los envidiaba, me alegraba por mí que había sido testigo de su historia y por ellos, a los que les deseaba solo felicidad eterna

  • Buena Suerte Ró

  • Lo mismo para ti, gracias por este tiempo, de verdad que ha sido lo mejor de mi vida

  • Adiós

Ramsés bajo para abrirle la puerta y ayudarla a subir, pues con ese vestido tan entallado, era difícil doblar las piernas, cerró la puerta y antes de que Paulo arrancara, me susurro al oído algo incomprensible

  • ¿sabes que no te ha olvidado verdad?

  • ¿Quién?

  • ¡El! No es mala persona, es solo que, tiene miedo, no es tan valiente como tú. Siempre has estado en su corazón, desde que llegaste no hubo espacio para nadie más "en el fondo entiendes que nunca te ha dejado de amar"

El sonido del motor hizo que las lágrimas volvieran a mis ojos, vi cómo se marchaban y cuando estaban dando vuelta para salir de la hacienda escuche la voz de Paulo que gritaba a todo pulmón "Te voy a extrañar campanita", escucharlo me hizo sonreír a pesar de que las lágrimas cruzaban mis mejillas, me parecía verlo con esa sonrisa torcida, sabía lo que hacía, me hacía reír para que recordara que le prometí disfrutar del resto de la fiesta.

Adiós, mi amor querido. Gracias por todo lo que me diste, y gracias por cada vez que vuelvas a pensar en mí

.

Alejandro Casona

Chicos, de verdad mil gracias por llegar conmigo hasta este punto, lo que comenzo como un simple pasatiempo ha llegado al capitulo treinta, nunca me imagine todo esto, ya se va a hacer un año desde que comence con esta eventura y les puedo decir, que ha sido increible la aceptacion y los buenos comentarios que ha tenido esta historia. Como ya les mencione y podran darse cuenta estamos a punto de dar el Golpe final... espero que este capitulo sea lo que esperan y como siempre confio en recibir sus comentarios, valoraciones y correos. Con el pasado capitulo me retrase a responder, nunca me habia pasado, pero fueron causas de fuerza mayor, espero que nunca vuelva a pasarme, de verdad que ustedes, todos son una parte muy importante para mi, pues sin ustedes, nunca hubiera llegado hasta aqui.

  • S