Golpe por Golpe XXVll. Roto

De hoy en adelante mi estabilidad emocional solo dependería de mí.

Con los ojos de la despedida, la vida parecía una cosa perdida.

Alaide Foppa

La llamada nunca entro a su celular

En mi cuarto lo único que había quedado de el era un reloj dorado

Las horas pasaron su buzón de voz termino lleno de mis mensajes desesperados, Fabiana a mi lado intentaba hacerme pensar en todas las posibilidades, Don Alberto buscaba que me tranquilizara, Diana había preparado más de media docena de bolsitas de Té de tila, desafortunadamente sus esfuerzos por calmarme se vieron frustrados cuando Marcos habló

  • ¡Yo lo sabia!, ese maldito no te merece, seguramente lo único que buscaba era burlarse de ti y pensar que yo se lo permití, diablos, me las va a pagar.

Las lágrimas volvieron a correr por mis mejillas, sus palabras me dolían en el alma, porque era lo mismo que yo pensaba.

Fue Fabiana la única se atrevió a hablar

  • ¡cállate!, ¿no ves? tus palabras lo lastiman, aun no sabemos lo que paso

  • Le dolerá por un rato, tarde o temprano lo va a superar, a su edad las decepciones amorosas son el pan nuestro de cada día, es mejor que ahora ese imbécil se haya ido ahora que su partida causo pocos daños. Por algo nunca confíe en el, pero...

Esto último lo dijo poniendo se a mis espaldas y acariciando mi cabeza.

  • Tú te encaprichaste con el

  • No seas cruel Marcos, no te das cuenta de cómo esta Alexander, ahora necesita nuestro apoyo

  • Nuestro apoyo siempre lo tendrá, pero eso no quita que yo sabía que esto tarde o temprano, iba a pasar

  • ¡Basta!, por favor

  • ¿basta por qué?, ahora resulta que no puedo decir lo que pienso; Alex se equivoco

  • Por que no es el momento

Fabiana estaba comenzando a perder la paciencia, lo último que quería era, que por mi culpa ellos terminaran peleándose

  • Descuida tía, Marcos tiene razón, yo sabía a lo que me atenía cuando empecé a andar con él, nadie me engaño

Me levante de mi cama y entre al baño dejando a todos en silencio

Y es verdad, todo lo que mi tío decía era verdad, también lo que decía Fabiana.

Mi cabeza era un lio total, me debatía entre la realidad y mis emociones, no sabía que creer, ni que pensar, ni que hacer.

Cuando por fin deje de escuchar voces fue que me anime a salir del baño, todos se habían ido, por fin un poco de paz, aunque no sabía si agradecerla o maldecirla.

Volví a marcar el teléfono de Ian... esta vez la llamada entro y mi corazón se acelero tanto que me parecía que iba a salirse de mi pecho, entre mas sonaba más me dolía pensar y con el ultimo tono un suspiro enorme me hizo darme cuenta que había dejado de respirar, marque muchas veces mas todas, con el mismo resultado; no supe en qué momento, pero el sueño acudió a mi; desperté al siguiente día, lo primero que hice, fue tomar el teléfono que estaba a mi lado y volví a marcar lleno de esperanzas, pero estas se derrumbaron cuando sonó y después de varios tonos la llamada entro a buzón, eso solo podía significar que Ian había escuchado todos mis mensajes y aun así, no se había comunicado conmigo...

Me levante por la computadora y me apure a abrir mi correo, con la ilusión de tener alguna noticia suya en mi bandeja de entrada... tampoco paso, mi último recurso fue escribir un mail, suplique su regreso, mis lagrimas caían sobre el teclado y aun así mis dedos nunca dejaron de escribir mis ruegos, le demande un explicación y le dije de todas las formas y con distintas palabras cuanto lo amaba. Oprimí la tecla de Enviar y con ese mail se fueron todas mis plegarias.

Fabiana entro poco después a mi habitación, siempre sonriente se acerco a mí y me empezó a contar sobre los problemas que tenia con la nueva colección, iba y venía de un lado a otro en mi habitación y me convenció de hacer limpieza a mi armario pues ya no cabía nada, entre la ropa nueva que me había traído ella y la que yo tenia de este año que estaba por terminar.

Caí en cuenta que ya había pasado casi un año desde que con su ayuda cambie mi imagen, deje varias cosas sobre la cama y entre al baño a para verme en el espejo, mis ojos lucían bastante rojos e hinchados, se notaba la marca que habían dejado mis lagrimas sobre la piel de mis mejillas.

  • ¡Alex!, ¿Qué es esto?

Escuche como Fabiana gritaba desde el fondo de mi armario, salí del baño, para ver de que hablaba me encontré con un objeto que me dejo sin habla. Fabiana delante sostenía con su mano izquierda  un pantalón de gabardina color beige, estaba sucio...

  • Mira, estaba dentro de una bolsa junto con todo esto

Era mi ropa, la misma que me puse aquella noche, era la misma camisa cuadrada, estaba tiesa y sucia.

Me acerque a esas prendas, lentamente, como quien teme estar frente algún objeto radioactivo, ese chaleco...

Mis pensamientos volvieron a aquella noche en que mi vida se había trastornado, un asalto de rabia se apodero de mi y comencé a gritar y llorar, tome la camisa y comencé a rasgarla con furia, con tristeza... con un profundo dolor en mi pecho.

Fabiana se acurruco en el piso, junto a mí y suavemente quito los pedazos de tela que aun intentaba romper, me acerco a su pecho y me abrazo fuertemente

- Respira y sigue adelante, ¿recuerdas?, arroja el peso d tu corazón ahora o la carga te impedirá continuar

No pude evitar enojarme conmigo mismo, por segunda vez había sido engañado, de nuevo había vuelto a creer...

Las lágrimas ya no caían de mis ojos, pero los sollozos no dejaban de salir de mi boca.

Mi vista cayo sobre la bolsa y un pedazo de hule que salía del, era esa pulsera de caucho, me separe de Fabiana y la tome, todas la imágenes volvieron a mi cabeza, aquel callejón donde intentaron asaltarme, esa librería, la fiesta, Ian, todos siempre me mentían, sin embargo, la culpa no era solo de ellos, era también mía por haberles creído, tal vez mas mía que de ellos.

Me levante rápidamente del piso y tome toda la ropa. Fui descalzo hasta la cocina y eche la ropa a la basura.

Fabiana solo se me quedo viendo, en silencio. Con la cabeza le hice una señal de que me acompañara y juntos regresamos a mi habitación, donde continuamos con la limpieza de mi armario y cuando estábamos terminando

  • Eso... ¿no piensas tirarlo?

Con su dedo señalaba mi muñeca izquierda

  • ¡No!, ni esta, ni este

Tome del buro el reloj de Ian

  • Son recuerdos

Y lo eran, recuerdos necesarios para mi supervivencia, estos dos objetos me recordarían tener cuidado la próxima vez que alguien se acercara a mi vida, si bien estaba consciente de que no todas las personas eran como Ian, Rósela o León, también estaba decidido a no dejarme envolver nunca más, por alguien que se acercara a mi diciéndome palabras bonitas.

La decepción aun podía sentirla en mi pecho, seguramente esa sensación duraría bastante, pero esperaba que como Marcos había dicho, tarde o temprano lo superaría.

El cansancio me venció, pero me desperté varias veces en medio de la noche por que las imágenes en mi cabeza de nuevo habían vuelto y no me dejaban estar.

Desperté bastante temprano, afuera todo era obscuro, en la casa todos dormían aun, me puse un pants y llame a un taxi de sitio, necesitaba corren, despejarme, pensar claramente con iba a continuar mi vida.

Al final, ya conocía el placebo adecuado para este dolor.

  • Al parque hundido, ¡por favor!

En cuanto estuve en el parque, pague y le pedí al conductor que regresara por mí en una hora.

Hice algunos ejercicios de calentamiento, tal como me habían enseñado en NY, después de lo que calcule serian diez minutos, me dispuse a correr, el aire frio entrando por mi nariz y chocando contra mi cara, me sentía libre, ligero; pero ese sentimiento se perdió cuando tropecé con algo en el piso, me levante rápidamente y enseguida acudió a mi auxilio un joven que corría unos metros atrás

  • ¿Te encuentras bien?

  • Si, Gracias

El era un joven de unos 20 años, traía puesto los audífonos, no podía decirse que era guapo, pero algo había en la forma en que la sombra de los arboles caía sobre su rostro, llamaba la atención

  • Lo siento, estaba distraído

  • Si, lo sé, cuando pasaste junto a mí, vi que corrías con los ojos cerrados

Pensé que había sido solo imaginación mía, pero las palabras de aquel joven me hacían ver que no lo era,  esa sensación me había hecho cerrar los ojos y por eso había terminado en el piso

  • Me llamo Eduardo y tú

Estiro su mano hacia mí y yo la tome, un segundo después, una corriente de aire frio rozo mi espalda y me acerque instintivamente a él, me atrajo más hacia su cuerpo y cuando intente separarme puso su mano en mi espalda impidiendo que me liberara.

Era algunos centímetros más alto que yo, su respiración caliente choco contra mi nariz y pude oler su aliento, yerbabuena... cuando me di cuenta, ya no era solo mi nariz la que percibía ese sabor, era mi saliva la que se mezclaba con la suya, sus manos me sujetaban fuertemente, y poco a poco el calor se apodero de mi cabeza, sus manos comenzaron a moverse y me apretaba contra su cuerpo, frotaba su dureza sobre mí, y mis manos bajaron para dejar libre ese trozo de carne, sus besos se hacían cada vez más apasionados, a mi no me basto con sentir ese falo ardiente entre mis manos, tenía que verlo, necesitaba saborearlo, baje lentamente depositando besos sobre su pecho y su abdomen, en cuanto lo tuve frente a mi no dude en introducirlo a mi boca, su cuerpo vibraba al ritmo de mis succiones, comenzó  a mover su pelvis rápidamente, su miembro entraba y salía de mi boca.

De un momento a otro el detuvo sus embates, me tomo por la barbilla

- quiero estar dentro de ti, ¿puedo?

Su mirada me gusto, estaba llena de pasión y deseo, pero también parecía suplicante

  • Sin gorrito no hay fiesta, ¿tienes?

  • ¡Claro!

Lo jale hasta el árbol más cercano y cubiertos por su sombra y la de un edificio que estaba atrás reanudamos nuestra sesión de besos y caricias, su lengua acariciaba mi cuello y yo mordí sus labios un par de veces, me volteo y su aliento se encontró con mi nuca lo que provoco un escalofrío en todo mi cuerpo, sentí como bajo mi pantalón deportivo  hasta mis rodillas, beso y mordió mis glúteos en varias ocasiones, escuche como escupió y poco a poco introdujo su saliva, el tacto de sus dedos era bastante agradable, y alcance a escuchar como sacaba algo de su pants; me voltee rápidamente y arrebate de sus manos aquel pequeño sobre, lo abrí, me quede viendo sus ojos se notaba desesperado, con suavidad y sin romper nuestro contacto visual cubrí la cabeza de su pene con el condón y poco a poco lo deslice hasta abarcarlo por completo, voltee mi cuerpo de nuevo y me sostuve del árbol que tenía enfrente, escupió otra vez, pero sus dedos ahora no entraron en mi, poco a poco se fue recargando sobre mi cuerpo y comenzó a penetrarme suavemente; cuando mi cuerpo se acostumbro a aquel intruso, las embestidas se volvieron más rápidas y profundas, mis piernas comenzaron a debilitarse y él se dio cuenta, porque en ese momento salió de dentro de mí, me volteo a ver y entendí lo que quería, me sujete de su cuello y él me levanto, con una mano volvió a meter su falo dentro de mí y con la otra me sujetaba, sus movimientos eran bestiales,  por momentos me parecía estar cabalgando sobre un animal, sus labios luchaban por hacer contacto con los míos, pero el choque de nuestros cuerpos nos impedían besarnos, apenas nos permitía unos leves roces; de un momento a otro la fricción de mi pene con su abdomen me provoco una oleada de placer, y segundos después el lanzo un gemido que apenas alcanzo a reprimir, el agotamiento nos hizo perder el equilibrio, terminamos chocando contra el árbol, lentamente nuestro pulso volvió a la normalidad, y nosotros nos fuimos resbalando hasta tocar el suelo, sin soltarme salió de dentro de mí y bajo mi playera que no supe en qué momento se había levantado dejando al descubierto mi espalda.

El toque de la tela me ardió y él lo noto

- ¿Te lastime?

  • No es solo que

Su mano fría se poso sobre mi piel y fue cuando nos dimos cuenta que tenia raspada toda la espalda, seguramente el árbol había sido el culpable.

Se quedo callado, parecía asustado y enseguida me soltó

  • ¡vamos a un hospital!, me parece que hay uno cerca

Estaba muy nervioso

  • Descuida, seguramente son solo unos rasguños, nada de cuidado

  • Pero...

  • Nada, no te preocupes, en cuanto llegue a mi casa me limpiare y listo

Mientras hablábamos una pareja de señores paso justo en donde estábamos, por suerte para los dos, ya teníamos la ropa puesta, fue cuando regresamos a la realidad, el sol había empezado a salir y la gente ya iniciaba a salir de sus casas. Caminamos hasta la avenida y en el momento en el que llegamos a la esquina, el taxi que me había llevado estaba estacionándose, me despedí de aquel muchacho y me subí al taxi, el me cerró la puerta

  • Espero que no sea nada grave. ¿Nos volveremos a ver?

  • Seguramente

  • ¿Cuando?, aun no se tu nombre

Justo cuando iba a decirle mi nombre, mis ojos vieron la pulsera que traía en mi mano derecha

  • Mi nombre no es importante, solo debería bastarte saber que me la pase demasiado bien contigo

Iba a decir algo, pero un carro de policía se coloco atrás del taxi en señal de que no podíamos permanecer estacionados ahí, el taxista me miro y yo solo asentí con la cabeza. El taxi se fue y yo hice acopio de toda mi fuerza para no voltear y verlo.

Cuando llegue a casa, todos estaban consternados buscándome, pero al verme llegar bien se limitaron a preguntarme donde andaba y yo me limite a contestarles.

Subí a mi habitación y me metí a bañar, el agua caliente caía sobre mi espalda, el jabón me causaba un poco de ardor, pero después de un rato el agua empezó a surtir su efecto anestésico.

Salí de la regadera, en mi cuarto había un espejo enorme y me perdí en el, contemplando mi reflejo, era yo... pero, no me reconocía, mi piel lucia más clara, adornada con algunas gotas de agua, se veía suave y rígida a la vez, mi cabello caía suavemente sobre mi rostro y mis ojos parecían brillar, no pude reprimir una media sonrisa al verme así, un suspiro que había escapado de mi boca me hizo olvidarme de la imagen que veía, mis piernas se sentían pesadas, camine despacio hasta el tocador y tome una crema que empecé a esparcir por mi piel, algo en el movimiento de mis manos me empezó a relajar y comencé a sentirme cansado, los bostezos no se hicieron esperar, me puse una pijama y volví a mi cama a descansar.

Desperté en la noche, Don Alberto estaba sentado a mi lado, me acariciaba el cabello, mis ojos amenazaban con volver a cerrarse por lo en paz que me sentía, fugazmente mi mirada cruzo con la del Don, ver eso me hizo arder la sangre y mis ojos se abrieron para verificar en sus ojos que me estaba viendo con lastima, con pena; su mirada me rompió el corazón.

Las ideas que sobrevinieron a mi cabeza, el dolor en mi pecho, el nudo en mi garganta...

No podría explicarlo, pero mi cabeza empezó a dar vueltas de nuevo, otra vez había vuelto a lastimar a mi familia, a las personas que me amaban y todo ¿por qué?, porque había vuelto a creer...

Me levante rápidamente de la cama, abrace a Don Alberto y en un susurro le dije al oído

  • Perdón

El me devolvió el abrazo

  • ¿Quiere cenar algo joven?

- ¡No!, estoy un poco cansado, pero mañana prometo estar mejor

Don Alberto solo se me quedo viendo, me dio un beso en la frente y salió

Me quede bastante tiempo despierto pensando en ¿Cómo haría que mañana fuera un nuevo día?, al final el sueño termino por alcanzarme, las pesadillas eran abrumadoras, pero esta vez no pensaba permitir que me perturbaran, cada que despertaba me obligaba a no abrir los ojos y dejar de pensar. Al final desperté por última vez como a las ocho de la mañana y decidí levantarme.

Me arregle como acostumbraba y baje a desayunar con mi tío el siempre se levantaba temprano, en eso me recordaba a mi mamá que siempre era la primera en despertar y ver que el desayuno estuviera listo para todos.

  • Alex, nos invitaron a una cena de Año Nuevo, se que seguramente es demasiado pronto para salir, pero...

  • ¡Voy!, confirma mi asistencia

Marcos se me quedo viendo fijamente, no sé que esperaba pero lo que fuera, le sostuve la mirada para que encontrara lo que buscaba

  • ¿Estas seguro?, no me gustaría que te sintieras obligado, si prefieres podemos organizar algo intimo aquí entre la casa, solo Fabiana, tu y yo

  • Descuida tío, para nada me siento obligado, al contrario tengo muchas ganas de saber cómo son las fiestas en México, antes me quedaba en casa cuando mis padres iban y nunca tuve la oportunidad de asistir, ni siquiera a las que mamá organizaba.

  • De acuerdo, entonces ya quedamos

Los siguientes días fui varias veces al club a nadar, me encontré con Lilian en una ocasión y al parecer ella también iba a ir a la misma fiesta, pensé varias veces en ir a correr al parque hundido pero me detenía el pensar en que era probable que me encontrara a el chavo de la vez pasada.

El treinta y uno llegaron las estilistas que Fabiana había contratado, Don Alberto las hizo pasar al comedor y después se fue a pasar la fecha con su familia. En lo que se organizaban con Fabiana en como quería que la peinaran, Marcos aprovecho para que le cortaran el cabello y le delinearan la barba.

Cuando terminaron con Marcos le pedí a una chica que me cortara el cabello, me pregunto cómo pero me puse en sus manos, solo le dije que quería verme diferente, la joven puso manos a la obra y saco varios envases de peróxido

  • Tu cabello es muy negro, ¿te lo pintas?

  • No, es mi color natural

  • Oye, ¿seguro, no tienes nada en mente?

  • Es que, no sé que tanto quieras atreverte

  • Hazme lo que se te ocurra, quiero verme diferente

  • Es que podría pintarte el cabello, pero... Tengo una idea

La chica tomo un pequeño mechón de mi cabello y lo empezó a cubrir con una crema, lo envolvió en papel aluminio y comenzó a cortar el resto con tijeras, después de un rato bastante largo descubrió el mechón y lavo mi cabeza

Estaba frente a un espejo cuando me vi con un mechón plateado casi blanco, me sorprendió verme, pero la joven solo se limito a secarme el cabello y después moldearlo poco a poco con un gel.

Cuando por fin termino, vaya que me veía diferente como me había dicho la joven, me asombraba verme, era como si fuera otra persona.

Mi cabello negro con raya a un lado, peinado hacia la derecha… casi al final sobre la ceja derecha se formaba una suave onda de donde salía aquel delgado mechón platinado que hasta hacia unos minutos no existía.

De pronto todos los espejos me daban una imagen diferente de mi mismo.

Parecía ser yo, pero algo aparte de mi cabello era diferente, mis ojos brillaban más que nunca y hacían juego con mi piel morena.

Me gustaba ese reflejo que me devolvía el espejo.

Subí rápidamente a mi cuarto.

La ropa empezó a volar sobre mi cabeza, las horas pasaron y nada me satisfacía del todo.

Fue Fabiana la que entro minutos antes de las diez de la noche, parecía una diosa cubierta con un vestido rojo, el vestido iniciaba en su nuca dividiéndose en tres listones dos que caían al frente para cubrir su busto y uno que caía vertical sobre su espalda los tres se unían a la altura de la cintura a una faja roja de charol rojo de donde salía un largo faldón en forma de columna, se veía espectacular, pero me dejo con la boca abierta cuando camino hacia mí y sus piernas quedaron al descubierto por un corte en el faldón que al caminar dejaba libre sus blancos y torneados muslos. Su cabello estaba estirado en una cola de caballo de donde salía una trenza con forma de espiga.

A juego con su imagen y para rematar unos pendientes de diamante y los labios pintados de un suave color rosa.

Se veía fabulosa, seguramente esta sería su noche.

  • ¿Aun no estás listo?

  • ¡No se que ponerme!

  • Veamos...

Fabiana se puso quito los zapatos negros que traía puestos y se dispuso  a nadar entre toda mi ropa que estaba tirada sobre la cama

En segundos apareció con un porta trajes

  • Esto se verá fantástico

  • Pero, no es mi estilo

  • Recuerda que la moda es más que estilo, la moda es un medio de expresión, un reflejo de nuestras emociones, de nuestro carácter, de nuestra naturaleza; es como este mechón, a través de la ropa demuestras tu temperamento, la razón por la que nada de lo que te pones te agrada, es porque lo que buscas ponerte no refleja tus sentimientos, algo cambio en ti y tu eres el ultimo en darte cuenta, insistes en vestir como antes y lo que deberías hacer es reflejar quien eres de verdad.

La moda es como nosotros, está en constante evolución.

Sus palabras me dejaron inmóvil, Fabiana me guiño el ojo y salió de mi cuarto gritándole a mi tío para saber si ya estaba listo

Tome el traje, no era nada ni remotamente parecido a lo que usualmente me ponía, pero... Fabiana estaba en lo correcto, me vería impecable si decidía ponérmelo

Me puse aquel esmoquin negro, con solapas plateadas, es de la ropa que nunca me había probado, me lo había obsequiado un viejo amigo de Fabiana, según me dijo nadie lo había usado, el lo diseño para una línea que nunca salió a la venta, jamás lo vendió ni lo mostro a nadie, porque estaba hecho para una persona con mis medidas (la forma elegante de decirme chaparro).

Viéndolo bien, el esmoquin tenía un encanto abrumador, con las rayas laterales echas del mismo satén plateado que las solapas, la camisa era blanca con costuras en negro, la pajarita a juego era blanca cono la camisa.

Nunca me había visto así, generalmente me ponían colores brillantes, combinaciones estrambóticas, ahora me parecía tener un aire cruel.

Me ate los cordones de los zapatos de charol que jamás me había puesto. Me plante frente al espejo.

Me seguía pareciendo otra persona, pero a cada movimiento con la ropa puesta, me parecía que esta se ceñía a mí como una segunda piel.

Busque de entre todas mis cosas y encontré aquellos guantes de piel, eran blancos, solos había usado una vez en una sesión de fotos, pero parecía ser el complemento adecuado.

Cuando me disponía a ponérmelos vi en mi muñeca esa pulsera negra, no iba para nada con la ropa que traía puesta, pensé en quitármela, pero cuando estaba a punto de hacerlo caí en cuenta que era lo que necesitaba para avivar mi valor, mi coraje, para hacer que la furia que sentía por dentro no muriera, la necesitaba, necesitaba este enojo para seguir adelante y no volver a caer. En este momento, más que nunca necesitaba dejar mi pasado atrás, para seguir una nueva vida, pero para olvidar, necesitaba también recordar por que había tomado esta decisión de seguir adelante y si de algo serviría ese pedazo de hule, era exactamente para eso, para no permitirme olvidar las razones que me habían puesto en este camino.

Me puse los guantes en el momento justo en el que Marcos me gritaba para irnos.

La fiesta fue en el Hotel Ciudad de México. Nuestro arribo al lugar fue tranquilo aunque eran bastantes las personas invitadas.

El mezzanine del hotel estaba decorado perfectamente con ramas secas y follaje.

Habían cuatro pinos cubiertos por luces blancas y esferas de mecate, las mesas cuadradas de madera estaban distribuidas alrededor de una mesa circular de cristal y en el centro de dicha mesa había una escultura de hielo con forma de un ángel, habían ciento de flores de Nochebuena en color blanco.

Conocía a varias personas en esa fiesta, pase bastante tiempo platicando con ellas y dejándome fotografiar.

Los meseros pasaban y pasaban con sus charolas siempre llenas de champagne, entre copa y copa las cuenta regresiva llego, fui a donde estaban Marcos y Fabiana, pero no alcance a llegar hasta ellos cuando un mesero ya había puesto una copa llena con doce uvas verdes, empecé a comerlas pero los deseos no venían a mi mente, con la ultima uva en mi manos solo pedí que mi familia fuera feliz.

Cuando los abrazos empezaron me apure a llegar donde mis tíos y nos abrazamos deseándonos que este año fuera mejor que el anterior.

La cena empezó a servirse y el alcohol siguió fluyendo, Lilian y Michelle estuvieron un rato en la mesa platicando con Fabiana, Esteban no había asistido, al parecer había elegido quedarse a cargo del antro.

Me levante de la mesa, el alcohol hace tiempo que me impedía caminar bien, pero después de respira varias veces logre caminar en línea recta hasta un balcón desde donde se podía ver el Zócalo, una plancha de cemente en cuyo centro estaba un árbol de navidad, los edificios de alrededor estaban iluminados por cientos de focos que formaban imágenes, piñatas de cuatro picos, Nochebuenas, esferas, velas, y un hermoso nacimiento.

Hacia muchísimo frio, apure mi copa para entrar de nuevo al salón, pero algo en esa imagen me producía nostalgia, las lagrimas volvieron a mis ojos, caían enfriando mis mejillas, estas fechas siempre me recordaban a todas las personas que había perdido y ahora más que nunca me hacía sentir solo, vació... mi mano empezó a quemar, un tenue ardor, baje mi vista y me di cuenta que estaba sangrando, en algún momento entre mis reflexiones la copa se había ROTO, tal como me sentía!.

Respire profundamente, no mas, nadie más me volvería a herir. De hoy en adelante mi estabilidad emocional solo dependería de mí.

El secreto de la vida está en encontrar la fuerza, la energía o el amor necesarios para que la vida sea a la vez algo muy doloroso y muy pleno.

Verónica Forqué

Lamento que este capítulo sea tan triste, pero espero que las cosas mejoren para Alexander. Cuando termine de escribir este capitulo... extrañamente me quede con una palabra dándome vueltas, se me ocurrió escribirla en YouTube y la primera canción que salió fue Rota del grupo Pandora que describe perfectamente la esencia de este capítulo. Después, caí en cuenta que la palabra no era "ROTA", sino más bien "ROTO"... cambie las letras y salió Roto de  Leonel García.

En fin, no es mi estilo eso de poner links ni nada, pero pues si quieren escucharlas, como para complementar el capitulo ya saben cuáles son.

- S