Golpe por Golpe XX . Confrontacion
Te extrañábamos marita. Te fuiste de la fiesta sin despedirte, pero ahora te vamos a dar una bienvenida digna.
En la venganza el más débil es siempre más feroz
Honore de Balzac
Una puerta mas y en el momento en el que la cruzara un capitulo en mi vida comenzaría a escribirse.
Dentro de este cuarto estaban todos aquellos verdugos que se ensañaron con un joven inocente; culpable solo de su ingenuidad y responsable de haber querido vivir una historia de amor.
Levante la mano para tocar la puerta, ¿pero?, no creo que nadie dentro del salón se mereciera una cortesía así...
Empuje rápidamente y la luz del sol entro conmigo a iluminar la habitación, camine lento hacia la mesa del profesor que se encontraba sentado frente a todos, y observándome.
Un pie delante del otro, con calma... la calma que precede a la tormenta.
Extendí mi mano, deje mi hoja de datos encima de su mesa, gire mi cuerpo y vi una silla desocupada; me senté con suavidad y una inevitable sonrisa de satisfacción vino a mi cuando comencé a sentir las miradas a mi espalda, el silencio fue roto por los susurros y después por la voz del profesor que se dirigía a mí:
- Todo en orden, ahora ¡por favor!, levántese de la silla y haga y preséntese a sus nuevos compañeros
El descontento del profesor era claro, no le gustaba mi actitud y buscaba reprenderme, pero; antes de que continuara, lo interrumpí y viéndolo fijamente comencé
- No creo que eso sea necesario
Se le veía asombrado, no me dejo terminar de hablar y comenzó a alzar la voz
- Lo siento si no me explique bien o usted no me entendió, no era una sugerencia, ¡es una orden!
Sin duda este señor estaba acostumbrado a intimidar con el grosor de su voz, lamentablemente conmigo no funcionaba, al contrario, me hacía gracia ver el gesto en su cara, y ver una sonrisa en mi cara solo agravo las cosas, se que lo mejor era quedarme callado, pero no quise, no quería darle el gusto de pensar que podía controlarme
- ¡No!, el que lo lamenta soy yo, pero al escucharlo supuse que me pedía un favor.
Su cara se lleno de sangre, estaba muy enojado, pero antes que las cosas se complicaran preferí seguir hablando
- Sin embargo, ya que me aclara que es una orden, debo obedecer. Aunque no le veo el caso, pues mis compañeros y yo... hace tiempo que nos conocemos
Las risas y los murmullos se apagaron al escuchar mis palabras.
Me levante rápidamente de la silla, me pare frente a todos, el momento había llegado, el momento de enfrentarme a todos
- Soy Mario San Román, espero que no se hayan olvidado de mí, porque yo siempre me acordaba de ustedes
En los mismos lugares que antes, estaban ellos, los que directa o indirectamente tuvieron que ver con esa maldita noche en que lo perdí todo.
Ver sus rostros de asombro valía la pena, a Rósela mas que todos se le veía curiosa, no estaba segura de que fuera yo, Damián parecía pasmado y luego él, León, me miraba fijamente a los ojos sin expresar ningún tipo de sentimiento, parecía una estatua sin movimiento, su mirada no reflejaba ningún tipo de emoción. Estuve a punto de gritarle todo lo que pensaba, verlos tan tranquilos, me dolió, no eran consientes del daño que me habían hecho, pero debía controlarme, trague saliva y mezclada con ella mi rabia, mi coraje y todo el rencor que se había hecho presente con solo ver sus caras.
- Siéntese le dije, ya hemos perdido mucho tiempo por su culpa, encima que llega tarde, distrae a mi clase; le aviso que no me voy a retrasar por usted, así que tendrá que ponerse al corriente.
El profesor aun sonaba irritado, por ahora había sido suficiente, me sentía muy débil, en cuestión de segundos, todas mis fuerzas había mermado, me senté sin decir nada y procure enfocarme en aquel señor que se esforzaba por explicarnos como es que los mensajes subliminales afectan nuestros sentidos.
Un susto fue lo que afecto nuestros sentidos, un sobresalto provocado por el timbre del colegio, nuestro receso daba inicio.
Me levante de tranquilamente, aun me sentía muy débil, fui a la cafetería por un poco de agua, sentía lo boca seca, me parecía estar en un limbo, me sentía frágil y adormilado, estaba sumergido en un océano de pensamientos, caminaba despacio, era extraño, veía el camino y sentía el piso bajo mis pies, pero me parecía solo una ilusión óptica, como si en cualquier momento el sendero desaparecería y yo fuera a caer en un abismo profundo.
Tropecé con algo duro, y el poder del golpe me saco de mis pensamiento y me arrojo para atrás haciéndome tirar mi café, por poco y me cae encima, pero un rápido movimiento y solo unas pequeñas gotas cayeron sobre mi cuerpo y ardieron en mis manos.
Levante la vista y los mire, un ejército de ex compañeros, liderados por Rósela, Damián y... y el.
Estaba claro que no había chocado, me habían empujado, y con esa idea, mis orejas ardieron, mis manos se cerraron formando un puño, pero mi cuerpo se paralizo.
Fue Damián el que comenzó a hablar
- Vaya, nuestra mascota favorita ha vuelto. Casi no te reconocemos, pero se agradece que te presentaras. Te extrañábamos marita. Te fuiste de la fiesta sin despedirte, pero ahora te vamos a dar una bienvenida digna.
Se acerco a mí y me agarro del cuello de la cazadora, una corriente eléctrica cruzo desde mi espalda hasta mi cabeza. Mi voz se hizo presente en mi pensamiento, ¡Nunca Más!
El frio se apodero de mi cuerpo, con mi mano izquierda me solté del agarre de Damián, justo como había aprendido, lo veía todo en cámara lenta, tome su mañeca izquierda y con la mano derecha la sujete por el hombro, cuando lo tuve hincado, coloque mi pierna por delante de las suyas, listo, no podría liberarse.
Todos estaban viendo, el solo gritaba insultos de desesperación, en vano sus esfuerzos por soltarse, solo se lastimaba mas y mas se humillaba, el gesto de angustia y sorpresa en el rostro de todos me hizo gracia y me devolvió a la realidad, algunos de sus amigos se acercaron a socorrerlo, Iván, Arturo, Ángel, nos conocíamos desde niños...
¡Tonterías!, si continuaba con ese estúpido monologo en mi cabeza, esos tres se me echarían encima.
- No se muevan, si lo hacen, le rompo el brazo a su amigo.
Todos permanecieron callado a excepción de Rósela
- Ya suéltalo maricon, o te va a pesar
Siempre la líder, no esperaba menos de ella, pero si contaba con que sus palabras me intimidarían estaba muy equivocada.
Para demostrar que no estaba jugando, me toco hacer un poco de presión en su articulación, el grito ahogado de Damián, le había dejado claro que lo mejor era hacerme caso
Una cosa debía quedarles clara, si pensaron encontrarse a la misma oveja sumisa de antes, estaban en un error y así se los hice saber.
- No le hago daño a nadie... y no quiero que me lo hagan, no me busquen porque me van a encontrar.
La mirada de Rósela parecía brillar y estuvo a punto de decir algo, pero León se la llevo
Solté a Damián y este cayo sin fuerzas al piso, incluso me pareció verlo llorar
Me di vuelta, no me sentía bien. Pero antes, unas últimas palabras.
- Casi se me olvida comentarles, mi nombre es Alexander y me gustaría que así me llamaran, por lo menos si esperan una respuesta menos desafortunada de la que tuvo su amigo.
Y con esa frase final, el frio en mi cuerpo empezó a desaparecer.
Las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos, deseaba con todas mis fuerzas echarme a llorar, pero no les iba a dar el gusto.
Les di la espalda y emprendí camino al baño, donde tantas veces llore en silencio como Mario, esta vez lloraba como Alexander, no alcanzaba a comprender por el por qué de mis lagrimas, todo había salido de acuerdo a mis planes, les demostré que ya no era el mismo de antes, que ya no soportaría mas burlas y agresiones. Pero... esta victoria me sabia muy amarga, me dolía el pecho y las piernas me fallaron haciendo me caer al piso.
El tiempo se me hizo eterno, me levante con cuidado cuando escuche sonar el timbre, me lave la cara y salí del baño, la guerra continuaba en el salón, y a ella me dirigía, con la frente en alto; cuando el profesor me impidió el paso al salón.
Me comentan que se presento un altercado entre usted y varios jóvenes
¿altercado?
Si, una pelea
Tras de mí, venia Damián apoyándose ligeramente en Arturo
- ¿Qué le paso joven?
Damián me miro, tenía los ojos un poco rojos, su vista se clavo en la mía, no era retadora, más bien estaba extrañado, enseguida volvía su mirada al piso y fue Arturo el que hablo
- Estábamos jugando y Damián tropezó
El maestro me miro de reojo y enseguida pregunto
- ¿Eso es verdad?
No supe que la pregunta iba dirigida a mí hasta que me volteo a ver
- ¿Yo que se?, yo no estaba jugando con ellos
El maestro se veía confundido al igual que Arturo, en el fondo imaginaba lo que había pasado, pero no podía probarlo, se hizo a un lado y todos entramos al salón
No sé que había pasado, pero él se hallaba en silencio, un silencio raro, hablo por mi cuando digo que me perdí en las explicación de los maestros, todo esto duro hasta que mi celular comenzó a sonar, rápidamente todos me miraron y la profesora que estaba dando clase me ordeno apagar el teléfono, debía gustarle mucho el sonido de su voz, por que se soltó con un discurso del por qué la tecnología era mala para el desarrollo de relaciones sanas.
Las clases por fin terminaron y la primera en salir fue la maestra dejándonos a todos en el salón.
Me quede sentado viendo el mensaje que me había llegado...
Una extraña sonrisa vino a mí, pensé en responder, pero no sabía que escribir
Guarde la carpeta en mi mochila y salí del salón, sin miedo pero con la misma resignación de hacer años, feliz por escapar de este lugar, feliz por huir de ellos
En mi cabeza solo había espacio para posibles respuestas a aquel mensaje, cuando volví a chocar con alguien, con él, con el arquitecto de mis desgracias... con ¡León!
Su presencia seguía paralizando mi cuerpo, seguía tan guapo como antes, quizás un poco más maduro, la barba recién rasurada, solo se me quedo viendo sin decir nada, su mirada dolía, me recordaba todas mis ilusiones perdidas, me recordaba una vida que nunca fue
- ¿Puedo hablar contigo?
Fue él quien rompió el contacto visual y se animo a hablar
- No sé, dímelo tú, ¿puedes?
Se quedo callado, la verdad, no tenía fuerzas para hablar con él, había sido suficiente por un día.
Seguí mi camino dejándolo ahí...
Vi a Don Alberto esperándome afuera, me dirigí a él, pero ante mi apareció Rósela
- ¿A qué volviste?
Sin rodeos, así, sin más ni más, come me gustaba, enfrentándome, cara a cara, solo ella y yo, acompañados de las miradas de todos, como aquella noche
¿No lo imaginas?
En realidad no, por eso te lo pregunto
No pensaba descubrir mis cartas, no frente a ella
- Descuida, si piensas que vine a hacer algo para vengarme, puedes estar tranquila, no me interesa en absoluto tomar represalias, solo no te metas conmigo; ¡como habrás visto ya!, las cosas cambiaron, no me pienso dejar de nadie, ten por seguro que si me atacan voy a regresar golpe por golpe.
No supe lo que decía, no lo había pensado, simplemente salió de mi boca; incluso yo, ahí parado frente a Rósela, ignoraba si las palabras que salían de mi boca eran sinceras, o solo un engaño.
La tentación de la época es parecer buenos sin ser buenos.
Brennan Manning
Ahora sui mis fieles seguidores, los invito a todos a darme sugerencias de como continuar la historia, juntos hemos llegado hasta este capítulo numero veinte y me gustaría que juntos decidiéramos lo que va a pasar de ahora en adelante. Siempre hago caso a sus sugerencias, y de alguna manera, he buscado darles gusto, sin traicionar la idea original de la historia.
Últimamente los comentarios son menos al igual que los mails, así que me gustaría saber la razón.
En cuanto a eso de las valoraciones, ya le voy agarrando la onda, en el pasado relato, todos fueron favorables, excepto uno que me valoro como Terrible, y no es que me moleste, al contrario, me agrada que si algo en mi historia no les gusta, tengan el valor para expresarlo, el problema es que solo valoro y no se animo a hacerme externo el por qué de su valoración, me hubiera gustado que me dijera cuales fueron sus motivos, para darle replica y solucionar lo malo en este relato.
En fin, con esto no busco más que crecer como autor.
Que tengan excelente día
- S