Golpe por Golpe XVII. Nuevo Reino.

Curiosa pregunta, no tenía una respuesta, por lo menos no una respuesta que me complaciera a mi; ¿destino?, supongo que en busca de él, o quizás huyéndole...

Lamento la tardanza, pero hace poco fue mi cumpleaños, a eso súmenle que también se cruzaron las fechas patrias de mi país, la escuela y un temporal bloqueo; no sabía cómo continuar la historia, y verán, el problema es que como lo he dicho en múltiples ocasiones, esta pequeña historia, se escribe capitulo a capitulo gracias a sus consejos, recomendaciones y sugerencias; pero en el capitulo pasado fueron contados los que comentaron el relato e igualmente pocos los que me escribieron al mail, para darme su punto de vista. Precisamente eso fue lo que me hizo tardarme en publicar, pues  no sabía para donde dirigirme, sonara un poco cursi, pero ustedes mis lectores son un faro que me ilumina y alienta a continuar escribiendo. En fin, los dejo, espero que dicho esto, me comenten ¿que les parece?, tomen en cuenta que hice mi mejor esfuerzo por escribir…

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S

Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas.

Blaise Pascal

Últimamente, mis noches eran demasiado largas y tormentosas, traían consigo muchas sorpresas y hacían que me diera cuenta de muchas cosas que no había querido ver, Mario, poco a poco estaba desapareciendo y eso me daba miedo.

Una incertidumbre enorme por saber qué es lo que me deparaba el futuro.

Una mezcla entre furor y culpa por todo lo que había pasado en tan pocos días.

Marcos y Fabiana seguían de viaje y yo me sentía... ¡no!, solo no; me sentía abandonado, pero poco tenía que ver con ellos; aunque me esforzara por creer que ya había superado la muerte de mis padres y de mi hermano, en el fondo sabia que eso no era cierto, hoy más que nunca, sentía su ausencia.

De un tiempo para acá, evadir mi realidad se estaba haciendo costumbre, así que, resolví salir, donde sea que fuera, sin duda estaría mejor que aquí.

Decidí buscar algún colegio donde poder estudiar, no quería nada lejos, por suerte, había visto en ocasiones que en la calle 73, había un colegio, me parece que solo era para varones, aun así, opte por visitar The Buckley School; en cuanto entre, pude ver que el edificio que por fuera parecía una caserón, por dentro era una locura, cientos de padres con sus hijos, haciendo fila para poder entrar con la directora; ver a esos niños con sus padres, me removieron mas sentimientos, hace poco más de un año, yo hubiera estado en esa misma posición, mi hermano y yo, acompañados por nuestros padres, pero... un nudo se formo en mi garganta, y mi respiración se hizo cortada, mis lagrimas amenazaban con salir de mis ojos, di media vuelta y decidí huir lo más pronto posible de ese lugar; camine tan rápido como pude, evitando chocar con la gente que estaba ahí, pero antes de llegar a la puerta, choque con Darla; me miro sorprendida y comenzó a hablar

  • ¿Qué haces aquí?, ¿por qué te fuiste así del departamento?, cuando despertamos ya no estabas

Me jalo del brazo, apartándonos de la puerta, llevándome a un lugar más privado y casi en un susurro me dijo:

  • Ian se puso como loco, me corrió del departamento... a empujones, ¿puedes creerlo?

No sé si escuche bien, pero de cualquier forma, yo lo que deseaba, era salir de ese lugar y borrar de mi memoria todo, la muerte de mi familia, la traición, la burla, lo que había pasado desde hace dos noches con Ian.

Sin embargo, no podía dejar que vieran ni el más pequeño asomo de debilidad, por lo que sonreí de la manera más irónica que pude

  • jajajajajajajajaja, supongo que no le gusto lo que hicimos anoche. Lástima por él, porque a mí, para nada me disgusto, al contrario.

Darla, solo esbozo una mueca, lo más parecido a una sonrisa, y su mirada brillo con desesperación cuando me le acercaba de manera seductora. Se aparto rápidamente y

  • ¡Aquí no!

Cuando estaba a punto de responderle.

Un niño pequeño con ojos enormes, se acerco corriendo abrazando sus piernas y mirándome fijamente con recelo, como si quisiera protegerla de que yo me la robara o de que le hiciera algún daño.

Esta escena me resulto de lo más conmovedora, no necesitaba explicaciones, el niño, era idéntico a su madre, a Darla; me agache lentamente ante ese pequeño de poco más de tres años, tenía el mismo cabello ondulado y rubio que su mama, los dos blancos con las mejillas rozadas, ella con ojos café y los del pequeño color miel, grandes y brillantes, similares a los de Guillermo, mi hermano.

Me miraba con recelo, pero mis ojos llamaron mas su atención, giro la cabeza y miro para arriba

  • Mira mama, sus ojos son se parecen a los del tigre del zoológico

Darla lo miro confusa, pero antes de que pudiera hablar, el niño extendió su brazo hacia mí, y me acaricio la mejilla; su tacto era cálido, sus manos pequeñas y delicadas, me transmitieron una paz que hace tiempo que no sentía.

  • La diferencia entre ese tigre y yo

Mi voz se corto, porque la mirada de ese niño, me recordó tanto a mi hermano cuando me conto que andaba con Casandra, sus ojos tan felices y llenos de vida.

- ..., es que a mi si puedes acariciarme, pero a ese tigre podría lastimarte si lo intentas.

El niño me miro serio

  • no lo creo, el tigre también estaba triste, y cuando alguien esta triste no lastima a nadie.

Ahora entendía la razón por la que el niño me había acariciado, me había visto triste y con ese gesto quiso consolarme; las palabras se fueron de mi boca y solo sonreí tímidamente, como se le sonríe a aquel que logra penetrar tu intimidad y descubrir la realidad detrás de la apariencia. Y solo atine a preguntarle

  • ¿cómo te llamas?

  • Me llamo Jack ¿y tú?

  • Yo soy Alexander

Estrechamos nuestras manos y me levante para despedirme de Darla, que todo este tiempo había estado callada, atenta a la conversación que tenia con su hijo

  • ¿que haces aquí?

- En realidad no lo sé, quería pedir información para ver si me matriculaba aquí, pero al parecer es un poco difícil, el lugar está lleno.

  • Si, generalmente los alumnos de esta escuela entran desde pequeños, por eso es tan difícil, por eso y porque las familias que integran la mesa directiva, son un poco especiales como es una escuela tradicionalista, pocas veces admiten a jóvenes que no pertenezcan a las familias importantes de NY

  • ¡Entiendo!, bueno, supongo que no tengo nada que hacer aquí, yo solo soy, un joven extranjero y encima modelo

  • No, espera, yo puedo ayudarte; que de algo sirva mi apellido, mis padres ayudaron a fundar la escuela, así que es cosa fácil para mí, encontrarte un lugar.

Y así fue, Darla me consiguió en minutos la inscripción a The Buckley School; lo difícil de la situación, era que al día siguiente sería el primer día de clases, y Marcos no estaba para firmar como mi tutor, además de que comprar los uniformes y el material pedido por la escuela. Por suerte, Darla conocía todos esos movimientos y antes de las  cinco de la tarde, ya habíamos terminado con todos los preparativos.

Jack estaba muy cansado por haberos acompañado toda la tarde, por lo que me despedí de ellos y me fui al departamento, tan solo y frio como me pareció la primera vez que llegue aquí, me probé el uniforme, se veía horrible, bueno, en realidad no se veía tan mal, pero necesitaba otro pretexto para salir del edificio.

Le hable a una de las asistentes de Fabiana y emprendí el camino hacia el taller; un par de costureras estaban terminando un vestido de novia, les pedí de favor que me ayudaran a transformar un poco el uniforme, el pantalón beige, lo hicieron más estrecho, y corto, las camisas se hicieron más ceñida a mi cuerpo y el saco azul marino, el saco fue remplazado por otro del mismo color pero diferente material y modelo, hubiera sido una pérdida de tiempo modernizarlo, lo único que se hizo con él, fue quitarle el escudo del colegio y coserlo al nuevo, con la corbata no podía hacerse nada, azul marino con franjas diagonales en rojo.

Listo, era todo, el uniforme se veía mejor.

Salí del taller y fui a cenar, el tiempo parecía más lento cada vez.

Estaba cansado, y frustrado  por no tener nada que hacer, regrese ¿a casa?, comencé la rutina de mi vida, mientras los recuerdos venían a mí, un baño, mientras el dolor se hacía presente, ponerme la pijama, cuando el dolor se convertía en ira, meterme a la cama, con el dolor presente en mi pecho, la cabeza dándome vueltas y por fin, el sueño tardío que acude a mí.

Al día siguiente, una extraña emoción, alegría por escapar del departamento; tristeza y desesperanza al saberme solo.

El colegio hervía con los alumnos entrando, saludándose y buscando sus salones.

Por momentos volvía a ser ese chico tímido que llegaba a la escuela con temor y resignado a que este sería como los años anteriores.

Pero esta vez no sería como los anteriores, la luz que proyectaba mi recién descubierta y famosa imagen, no paso desapercibida para los compañeros, el fuego que ardía en mi corazón me dio el valor para caminar entre todos los alumnos como si estuviera en alguna pasarela, me abrí paso con seguridad hasta la pizarra, para saber donde tendría mi primera clase.

Me tope con cuatro jóvenes que había visto en distintas ocasiones, se interpusieron en mi camino, no necesitaba escucharlos hablar para saber qué es lo que querían, vinieron a marcar territorio, sin duda eran los capataces del instituto. Pero yo, no estaba dispuesto a ser ningún esclavo, por lo que no permití que hablaran y simplemente seguí mi camino pasando entre ellos empujando a el que estaba a mi derecha, sin mirar atrás.

Podía sentir sus miradas a mi espalda, pero no me importo.

El resto del día en la escuela, era más bien divertido, un duelo de maldades entre esos cuatro y yo, según me entere, eran descendientes de cuatro de las cinco familias fundadoras del colegio, el quinto debía ser ese pequeño, el hijo de Darla; el caso es que Max, Julián, Jacob y Noah, habían iniciado una guerra entre ellos, sus secuaces y yo, no lograban intimidarme como a los demás y eso los hacía enfurecer.

Me resultaba muy excitante adelantarme a sus planes, como cuando se acercaron a mí con un yogurt, era obvio que pensaban vaciármelo encima, pero ya había convencido a algunos de estar de mi lado y cuando vi que se acercaban a mí, estos les metieron el pie, provocando que los que estaban a los extremos del pasillo Julián y Noah, cayeran irremediablemente al piso echándose encima parte del yogurt y Julián jalando consigo a Jacob. Todos los que estaban en el pasillo echaron a reír y Max enojado y humillado se llevo a sus tres amigos.

En menos de una semana, me había ganado el respeto y la admiración de poco más de la mitad del instituto.

La semana, fue pesada y gratificante, me sentía de nuevo como pez en el agua, había olvidado la sensación tan anestesiante que solía provocarme estudiar, sumergirme en la explicación de los maestros y en los libros que usaba para las tareas, me hacían olvidar todos mis complejos, dudas y recuerdos.

Las cosas comenzaron a ponerse intensas a partir del viernes cuando se organizo una fiesta para celebrar el inicio del curso, en la fiesta en el departamento de Noah, tapizaron las paredes con fotos mías, de pasarelas o reportajes, obviamente estas fueron retocadas digitalmente para hacerme ver con cuerpo de mujer, con cuerpo de perro, ya imaginaran, esos cuatro dieron rienda suelta a su imaginación.

Mi cabeza parecía que iba a explotar, me fui del lugar y antes de salir los vi, los cuatro estaban esperándome afuera con una sonrisa de oreja a oreja. Sentía la cara hinchada, esto no se iba a quedar así, no más humillaciones, basta de juegos y falsos escrúpulos, esto ya no era un juego...

Deje que se me pasara el coraje para pensar lucidamente como me iba a cobrar esta burla.

Necesitaba algo lo suficientemente fuerte, para dejarles claro que no era un enemigo fácil de vencer. Como caída del cielo, una llamada entro a mi celular, era Darla que hablaba para saber cómo me había ido, quedamos para ir a desayunar y le conté todo lo que había pasado.

Prometió ayudarme con la condición de que le respondiera una pregunta.

No tuve dudas, en cuestión solo de unos días, mi relación con Darla había cambiado, la aborrecía, su sola presencia me hacía sentir un deseo enorme por despreciarla, y ¿ahora?, me caía mas que bien, realmente había llegado a considerarla una gran amiga, independientemente de que no supiéramos nada de la vida del otro, acepte su propuesta, no sabía en qué consistía la pregunta, pero escuche atentamente.

Me miro a los ojos con extrema cautela, pensando cada palabra que iba a utilizar y sin reparos, la lanzo:

  • ¿Qué sientes por Ian?

Sus palabras me dejaron helado, aunque hubiera querido responder de inmediato a su pregunta, no podía... no lo sabía, nunca me había cuestionado mis sentimientos hacia él; no es que hubiera tenido mucho tiempo, lo conocía apenas, mas bien, no lo conocía.

Darla debió darse cuenta, por que

  • ¿que sentimientos te provoca verlo?

Eso si podía responderlo, y se lo dije

- Sabes, es raro, Ian me confunde, cuando lo veo, me provoca ganas de golpearlo, su presencia me angustia, a veces tengo ganas de abrazarlo y otras quisiera salir huyendo de él; sin embargo, también me alegra verlo, me da esperanzas, hace que el color se me suba a la cara y que mis piernas se vuelvan débiles. En resumen, ¡soy bipolar!

Darla solo se comenzó a reír y se me quedo viendo

  • Gracias, no era lo que esperaba, pero supongo que es una buena respuesta. Ya se me hizo tarde, pero no te preocupes, un trato es un trato, en la noche te envió lo que te prometí.

Se levanto ágil de la mesa, tomo su celular su bolso, se despidió de mí, con un beso en la mejilla y salió del restaurante rápidamente.

Yo me quede ahí, no tenía planes y después de la pasada experiencia con Ian en aquel antro, ¿la verdad?, no me quedaban muchas ganas de visitar uno, por lo menos no por ahora; además, esa pregunta de Darla, aun seguía merodeando mi cabeza, ¿Qué siento por él?, tenía miedo de responder esa pregunta, había leído lo suficiente como para saber que sentía por el... mientras pensaba en aquello, esa escena se hizo presente en mi cabeza, e inevitablemente recordé las palabras de Rósela: despierta, la vida no se hizo para monstruos como tú.

No sé si tenía razón o no, pero sus palabras me habían marcado.

Salí del lugar y me encerré en mi habitación el resto del sábado y todo el domingo, entre música, tarea, libros y un poco de televisión, las horas se pasaron volando, decidí abrir el portátil y vi que tenia un mail de Darla, ¿asunto?, lo prometido es deuda; no sé cómo consiguió mi dirección pero abrí el archivo adjunto, entenderán mis sorpresa cuando vi que se trataba de varias fotos de esos cuatro en situaciones, más que escandalosas, Max completamente borracho en un antro gay muy famoso, bailando entre dos hombres, y besando a un tercero; un video de una famosa tienda, donde se veía claramente a Julián tomando unos lentes de sol, un cinturón, un pañuelo y salía de la tienda tranquilamente, por lo menos hasta que un par de señores lo detenían y lo escoltaban de nuevo hasta el interior de la tienda; la ficha policial de Noah, junto con una copia de su expediente donde dice que se le detuvo varias veces en el Bronx, especificando calles y hora, acusado por posesión de drogas y por conducir en evidente estado etílico. De Jacob no había nada, al parecer estaba limpio, pero con esto bastaba.

Cerré el portátil satisfecho y con una extraña sensación, algo que no podía describir, pero que me hacia sentir pleno, entero, muy fuerte.

Desperté antes que sonara mi celular, estaba ansioso por enfrentarme a ese cuarteto.

Llegue al instituto, y camine lentamente hacia Julián que esperaba sentado a que llegara el profesor, le sonreí y deje un USB en su mesa, lo mismo hice cuando encontré a Max frente a su taquilla y a Noah me toco buscarlo en el gimnasio, pues su primera hora era de deportes.

Entre un poco retrasado a mi clase, seguramente por su cara, Julián ya había visto el contenido, me senté frente al profesor  prestando toda la atención de la que era posible a la clase. El tiempo se fue en un suspiro y cuando me di cuenta, ya era el receso, salí por un café acompañado de algunos compañeros que me pedían que los ayudara con la tarea que acababa de dejar el profesor, cuando regresamos al salón, ahí estaban los cuatro, supongo que le habían contado a Jacob lo que sucedía, por que se le notaba la misma mirada de preocupación que a los otros tres, fue él quien se acerco a mi

  • ¿Qué piensas hacer con esto?

Abrió la mano y ahí estaban los tres pen drive.

Así mismo los tenía yo a los tres, tenía sus vidas, sus sueños, el prestigio de sus familias en mis manos.

Podía haberme aprovechado de eso, estuve muy tentado a hacerlo, ese sentimiento de supremacía, de poder de dominio, es muy fuerte, te inunda la cabeza y te hace sentir omnipotente. Pero de alguna forma, logre controlarme y tranquilamente respondí.

  • Nada, solo quería demostrarles que soy un formidable enemigo, no buco nada más que tranquilidad, ustedes no se meten conmigo ni yo con ustedes ¿entendido?

Las palabras sobraban, simplemente agacharon las cabezas y yo me fui a sentar con mis compañeros.

El resto del día, las cosas fueron muy raras, el rumor se corrió muy rápido y todos el el colegio me miraban para arriba, había cumplido mi objetivo, era yo el nuevo líder del lugar y así lo aceptaron todos cuando vieron que Max se acerco a mi junto con Noah, Jacob y más tarde Julián se unió a nosotros.

Las clases terminaron y me  despedí de todos. Un extraño arrebato vino a mí, impulsándome a correr al departamento, tome una maleta y la llene con algunos objetos, abrí la caja fuerte y tome mi pasaporte y papeles de identidad, salí veloz de la casa, pedí un taxi y en minutos, estaba en el aeropuerto, frente a aquel hombre...

  • ¿destino?

Curiosa pregunta, no tenía una respuesta, por lo menos no una respuesta que me complaciera a mi; ¿destino?, supongo que en busca de él, o quizás huyéndole... ¡destino!, el próximo reino, porque este ya lo conquiste y me aburrió.

  • Ciudad de México, ¡por favor!...

El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad.

Giovanni Papini