Golpe por Golpe - piloto

Estoy de regreso, y esta vez,las cosas seran diferentes.

Hola?, no sé si comenzar tan formal, estoy sumamente nervioso, puesto que es la primera vez que me animo a escribir… de mas esta decir que soy un asiduo lector de varios de los autores de esta página. No sé que tan bien o mal me vaya con esta pequeña historia, pero estoy dispuesto a correr el riesgo, realmente espero que les guste, no soy ningún escritor y por eso les pido disculpas de antemano por las faltas de ortografía y redacción que pudieran encontrar.

Sin más preámbulos aquí la tienen :

PROLOGO

De nuevo aquí… en esta ciudad de la que Salí huyendo, donde viví tantos años, donde lo conocí a él, mi mejor amigo, la ciudad donde mis padre se casaron, la misma en la que viven ellos, el.

-       Sean bienvenidos. Con una sonrisa cansada no despidió la azafata.

Tome mis maletas y emprendí mi camino. Las cosas parecían iguales, pero de alguna forma todo era diferente, ahora lo veía claro, no era el aeropuerto lo que se veía diferente, ¡era yo!, el que ahora veía el mundo con otros ojos.

El decorado sin duda era el mismo de todos los aeropuertos, frio, elegante…

Entre más caminaba, mas podía sentirlas, cada vez eran más las personas que me miraban, - justo lo que quería- hombre y mujeres de todas la edades, deseo, era lo que transmitían la mirada de todos, mujeres hermosas que en otra vida nunca me hubieran hecho caso y hombres de toda clase, algunos solos, otros acompañados; y no pude evitar una sonrisa de satisfacción al saberme admirado por ellos, hombres que a simple vista, parecían, tan heterosexuales como el que mas, sin embargo ese brillo que tenían sus ojos al verme, los delataba… no había dudas me deseaban.

El aeropuerto estaba lleno, aviones iban y venían, claramente las vacaciones habían terminado y mientras unos se iban otros como yo regresaban. Y ahí estaba yo en medio de ese mar de gente tan apresurada que me recordaba a los atletas, deportistas participando en una carrera con la mirada fija en la meta.

Hace poco más de un año que me había ido del país, y quien me hubiera visto, seguramente no me reconocería, ni yo me reconocía, había una diferencia abismal entre quien se fue y este nuevo personaje que regresaba ahora, he aquí la prueba todas estas personas me habrían paso, en ningún momento desde que tome mis maletas me había detenido, ni uno solo se atrevía a cruzarse en mi camino y eso me gustaba, me daba la seguridad de que las cosas saldrían como había planeado.

Pero algo me saco súbitamente de mis pensamientos, lo vi, un pobre muchacho tirado en medio del pasillo, con sus cosas regadas por todo el piso, seguramente su vieja maleta no había aguantado tanta presión y decidió romperse en el peor momento dejando expuesto todo su contenido; en otro momento hubiera continuado mi camino,- eso es lo que tenía que hacer, seguir adelante sin importarme- pero no pude, ¿y cómo hacerlo? Si habiendo cientos de personas a su alrededor nadie se acomedía a ayudarlo,- me recordaba a mí, yo sabía lo que se sentía ser invisible para las personas- clave mi vista en él, y al parecer mi mirada logro traspasar los cristales de mis gafas de sol, porque aquel  joven  volteo a verme fugazmente e inmediatamente bajo la cabeza; ojos verdes, lentes azul marino de pasta, cabello negro, largo y sin forma, piel blanca, labios delgados, parecía ser alto, -1.80 tal vez-, vestía con una sudadera gris con capucha sobre una playera negra con blanco a rayas, unos jeans desgastados, y un par de zapatillas blancas,-aunque por lo sucias que estaban, parecían ser gris-; era como echar el tiempo atrás y verse en un espejo, distraído, descuidado y completamente ajeno a la moda; llegue hasta él y sin decirle nada me incline a recoger  varias de sus cosas, en ningún momento mientras levantábamos sus pertenencias del piso alzó los ojos para ver quién era el extraño que lo estaba ayudando, lo ayude a levantarse ofreciéndole mi mano y un ligero rubor encendió sus mejillas.

-       Gracias. Fue lo único que atino a decir.

-       Descuida, no fue nada. Ten más cuidado.

Continúe hacia la salida del aeropuerto y repentinamente me detuve, una vez que cruzara esta puerta ya no habría marcha atrás; fue cuestión de segundos y ya estaba afuera con el sol pegándome de frente. Ahí estaba, ligeramente recargado sobre una camioneta negra.

Don Alberto no había cambiado nada, me observaba caminar hacia él con esos ojos de mirada serena tan característicos de los hombres de su edad, no parecía sorprendido de verme tan diferente, me acerque a él tranquilamente con unas ganas enormes de abrazarlo y echarme a llorar sobre su hombro como lo había hecho esa fatídica noche, lo estreche entre mis brazos y aspire ese olor tan característico, siempre usaba la misma loción con notas de anís, roble y sándalo. Don Alberto respondió el abrazo de manera segura, transmitiéndome la calidez de su cuerpo, este hombre era lo único que me quedaba de mi antigua vida. Don Alberto tenia cincuenta años y desde hacia treinta y dos trabajaba como chofer para mi familia, el me había visto crecer, había jugado conmigo a las atrapadas y había curado mis raspones con una bandita y un beso; si tan solo pudiera curar de igual manera mi roto corazón!!.

Nos separamos tranquilamente.

-       ¿a casa?

-       A casa don. ¡por favor!

Como te lo prometí amigo, estoy de regreso y esta vez las cosas serán diferentes.

De verdad que agradeceré todos los comentarios buenos y malos. Espero que les guste, es mi forma de relajarme por el estrés de la universidad y los exámenes, tareas y trabajos.

Díganme, si les gustaría que continuara la historia.