Golpe por Golpe. Nueva Vida XIV

Siempre tienes que mirar hacia adelante, pase lo que pase, no te detengas... tienes que seguir, arroja el peso de tu corazón. Tienes que volverte fuerte y forjar tu propio destino. Domina tu dolor.

Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio.

Paulo Coelho.

Mi arribo a la ciudad fue de lo más normal, sin más contratiempos que el de recordar la primera vez que estuve aquí con mis padres, hace ya mucho tiempo en navidad; aun puedo recordarnos a los tres emocionados mientras esperábamos en el Rockefeller Center para ver encenderse el enorme árbol.

El departamento de Marco era sumamente cómodo, tan confortable como lo podía ser el departamento de un editor de periódico e igualmente frio. Todo el tiempo desde que llegue, me la pase encerrado en las cuatro paredes que habían sido destinadas con la idea de que fuera mi cuarto, supongo que una cama, un tocador y un closet inmenso,  eran mejor que haberme quedado en... en casa. Varias veces estuve tentado a salir de aquel edificio, pero el miedo siempre detuvo mis pasos, por lo menos hasta ese día en, el que ella llego, sin duda era una aparición maravillosa, verla entrar por la puerta del departamento, llenando la habitación con el dulce olor de su perfume e iluminándolo con su presencia, era una mujer increíblemente hermosa, la había visto varias veces en fotos, pues el departamento estaba lleno de ellas, la mayoría ella junto a marcos. Era una mujer extraña, su belleza residía precisamente en esa extrañeza, los ojos negros, grandes y profundos, la piel blanca, tan blanca como el mármol y unos labios gruesos pintados de rojo, me recordaba un poco Blanca Nieves, imagino que si hubiera existido alguna vez, sin duda esa sería la imagen que tendría, con ese cabello tan largo y negro; aunque lo más impactante de ella, era su sonrisa, tan afable y cálida. Ya conocía si nombre, y obviamente ella el mío, aun así, se presento con todas las formalidades ¿su nombre?, Fabiana da Silva.

A partir de ese día y todos los que vinieron después, Fabiana estuvo conmigo, se convirtió en el faro de luz que ilumino mi camino cuando me encontró en la sala a punto de tomarme un coctel de pastillas; el dolor y la soledad eran insoportables, la única salida que vi en ese momento era, dejar de vivir y por consiguiente, dejar de sentir, dejar de sufrir. Aun puedo escuchar sus palabras...

  • Así que pensabas suicidarte

Lo dijo con una serenidad que me sorprendió.

  • Lamento decírtelo cariño, pero el suicidio paso de moda hace como veinte años, eso déjalo para las actrices consagradas de los sesentas, en ese entonces, vaya que fue un ¡boom!, siento decirte que ahora... olvídalo, lo de hoy... es morir a temprana edad por una sobredosis o sufrir un accidente de fatales consecuencias por culpa del alcohol.

Lo decía con un cinismo impresionante y con tanta convicción, que aparte de intimidarme, me hicieron soltar una carcajada enorme, hace mucho tiempo que no reía de esa forma, fue como respirar por primera vez. Después de calmarme, solo tomo los frascos de pastillas, volteo a verme y me dijo:

  • Vamos amor, que con esto solo te hubieras provocado una diarrea de aquellas... vale, ¡anda levántate! toma un poco d agua y arréglate, vamos a salir, estar en este lugar sí que es deprimente, le he dicho un montón de veces a Marcos que me permita cambiar un poco la decoración, pero es tan terco, y yo lo dejo ser, claro que ya me encargare de cobrarle todas esas negativas en cuanto logre echarle el lazo, por ahora ya he avanzado mucho logrando que me llame por teléfono cada que va a salir de la oficina. ¡Ya es algo!, ¿no? Pero anda, anda que tenemos mucho que hacer.

Esa mujer no dejaba de hablar, me perturbaba la manera en la que charlaba conmigo, sin duda debía gustarle mucho el sonido de su voz, pues hasta ahora ella era la única que hablaba; la verdad, a mi también... agradecía tanto que no parara de hablar, su voz me alteraba de una manera increíble, me impedía escuchar mis pensamientos.

Ese día por primera vez en un largo tiempo, logre no pensar; solo me deje llevar por Fabiana, sin duda conocía la ciudad, se movía como pez en el agua, en Manhattan todo mundo parecía saber quién era, perdí la cuenta del número de veces que nos detuvimos a saludar a alguien y a presentarme.

Me llevo a muchos lugares, cada uno más elegante que el otro, mis pies estaban a punto de estallar, no lograba comprender como es que ella parecía tan ¿cómoda?, llevaba una blusa negra y una falda a tablas amarilla, sobre un par de tacones de piel negra, debían ser por lo menos veinte centímetros o poco mas, en un intento fallido por lograr que descansáramos, le pregunte ¿por qué caminábamos, podíamos tomar un taxi o el transporte público?, solo me miro fijamente y con una sonrisa me respondió, ¡anda sobrino!, no seas remilgoso, es un pecado conocer Manhattan montado en un taxi, vamos, que ya nos falta poco, solo una parada mas y te prometo que regresamos al apartamento. Esa última parada se convirtieron en dos y luego en tres; el caso es que llegamos al departamento y yo estaba muy cansado, contrario a ella que se veía mas fresca que nunca. Cuando llegamos, Marcos nos recibió un poco asombrado de vernos juntos y nos invito a cenar, yo definitivamente rechace la oferta y me fui a mi habitación, donde por primera vez en años, no soñé... solamente descanse y esas pesadillas que me perseguían noche con noche desde la muerte de mis padres y Guillermo, esta vez, no se hicieron presentes.

Al siguiente día, me levante con mas energía que la normal, con dolor de piernas, pero extrañamente tranquilo.

Fabiana llego y sin decir nada, me arrojo a la cama un par de tenis, y un pantalón deportivo, debió leer la pregunta en mi rostro, porque antes de abrir la boca, simplemente me dijo:

  • Vístete rápido, porque tenemos mucho por hacer, te traje esto, porque es lo más apropiado, vamos a dar una vuelta por Central Park, anda, no te me quedes mirando así, mejor apúrate.

No pude negarme, algo en ella, tal vez su sonrisa o esa mirada tan dura, me intimidaban.

Mientras trotábamos en el Central Park, me animaba a hacerlo mejor, yo solo quería regresar a el departamento, los deporte nunca han sido lo mío y menos correr, pero había algo en aquello, correr sintiendo la brisa fresca sobre tu rostro me hacían respirar con menos dificultad de la normal de alguna manera, me hacía sentir libre.

Los días pasaron y correr a lado de Fabiana, se me hizo tan normal, como respirar... solía acompañarla todos los días a su trabajo, donde me entere de infinidad de cosas sobre ella, sobre Marcos, mi tío... y sobre mis padres.

Fabiana era hija de un padre portugués y una madre rusa, ambos magnates del acero, siempre en  eventos de trabajo y compromisos sociales, la pequeña princesa que siempre quiso una canción de cuna antes de dormir creció sola rodeada de lujos y acostumbrada a obtener todo lo que quería y a nunca fracasar, ¿sus modelos a seguir?, aquellas valientes heroínas de los libros que leyó cuando era una adolecente soñadora. Con el paso de los años le pareció el perfecto disfraz a usar, se convirtió en una mujer fuerte, arrojada, indomable, sedienta de éxito, pero que al final continuaba siendo igual de vulnerable que una flor en un desierto.

Fabiana logro lo inimaginable colocarse en la cima del mundo de la moda como una modelo de talla mundial.

Termino como aquellas mujeres que admiraba, terriblemente famosa y absurdamente sola, rodeada de un mundo de gente que solo la usaba para alcanzar el éxito y escalar posición, a sus 23 años según me dijo, en la cumbre de su carrera, conoció el sórdido mundo de las drogas del cual cayó presa, víctima del glamour y lo excesos. Siempre sedienta de mas, la adicción estuvo a punto de consumirla, hasta la noche en intoxicada choco su carro con el de mi tío, ambos fueron condenados por un tribunal a ser internados en una clínica de rehabilitación, pues al parecer el también conducía bajo el influjo del alcohol y las drogas; irónicamente esa noche se convertiría en el primer día del resto de su vida.

Marcos al parecer también se había convertido en una bala perdida al morir sus padres, mis abuelos; cuando mi mama se caso, llevarla al altar fue el último gesto de amor a mi madre, pues después de eso y poco antes de yo nacer, decidió abandonar su vida pasada, dejar de ser un dolor de cabeza para su hermana y evitarle más sobresaltos; huyo a donde nadie supiera más de él, se dejo morir lentamente y no fue hasta ese accidente con Fabiana, diez años después de abandonar a su familia, que volvió a ver a su hermana;  esa vez que mis padres me trajeron a Nueva York, al parecer no venimos solo a pasar las navidades, si no que Marcos estaba en el hospital convaleciente por el choque.

Fabiana y Marcos volvieron a encontrarse en la clínica, dos personalidades demasiado parecidas, dos fuerzas igualmente poderosas y toxicas que chocan, pero que al final terminaron por encontrarse.

Se enamoraron y se ayudaron mutuamente a salir de esa vida de la que ambos provenían, corrigieron el camino, y gracias a Fabiana, Marcos se decidió a terminar la carrera y emprender una nueva aventura, pero esta vez juntos. Fabiana se aparto durante un par de años de la industria de la moda y de los reflectores, sin embargo, su pasión por los colores, los zapatos y el arte, fueron más fuertes, y se dio la oportunidad de volver, pero su época como modelo había caducado, razón por la cual, llevaba varios años probando suerte como Diseñadora, al principio le fue difícil, pero después de varios años, logro posicionarse como una diseñadora conocida.

Sin embargo, dicho por mi tío, las cosas cambiaron cuando recibió la llamada de Don Alberto, notificándole de lo sucedido. Es de entenderse que llegue a sus vidas a trastornarla.

Mi tío comenzaba a ser mas cariñoso, supongo que yo también iniciaba a tenerles afecto a ambos, Fabiana me mostro un mundo completamente diferente al que estaba acostumbrado, entendí que la única forma sana para dejar de sufrir y evitar el dolor era haciendo ejercicio desmesurado, utilizándolo como un sedante natural a mi rabia, a mi tristeza; mi cuerpo comenzó a cambiar justo en el momento en el que la lástima que sentía por mi mismo comenzó a desaparecer, la confianza que le tenía a Fabiana llego al punto en el que termine por contarle todo lo sucedido; extrañamente, su reacción fue nula, simplemente se levanto de la sala donde estábamos sentados, con una sonrisa se despidió de mi... y no volví a saber de ella por dos semanas, hasta un día antes de año nuevo, cuando apareció ataviada de un abrigo blanco y un par de botas rojas, como si nunca hubiera desaparecido, me invito a desayunar, enseguida de eso, dimos vueltas por todo Manhattan de un lugar a otro, no me pedía mi opinión para nada, simplemente se limitaba a elegir montones de ropa de todos los colores, algunas veces titubeaba, y me pedía que me probara algunas cosas, después de verme, simplemente sonreía y continuaba comprando zapatos o accesorios. Estar de compras con ella era más cansado y desgastante que mis clases de box y natación juntas.

Nuestra meta después de esa carrera de obstáculos resulto siendo un salón de belleza en Lincoln Center a una cuadra del Met, entrar a ese lugar me produjo una ola de recuerdos, y me detuve en las escaleras, el lugar era demasiado parecido a aquella biblioteca en la que estuve con León... parecía una broma macabra, justo cuando los recuerdos dejaban de doler; Fabiana lo sabía y pude ver un brillo extraño en su mirada, me tomo de la barbilla, me dio un beso en la mejilla y enseguida se puso detrás de mi, empujando dentro del elevador.

La experiencia en ese lugar fue un poco desesperante, varias manos sobre mi cara y mi cuerpo, el ruido era terrible, voces por todos lados y el sonido de tacones, llego un momento, en el que mi desesperación comenzó a aumentar y a mi mente comenzaron a llegar imágenes de lo que me había pasado en aquel callejón, justo antes de que León llegara a salvarme de aquellos hombres que estuvieron a punto de violarme, todo había sido una mentira, me sentí tentado a salir corriendo, solo quería huir, liberarme de esos recuerdos que me hacían hervir la sangre, recuerdo haber bajado un pie de la silla, pero... cuando estaba a punto de bajar el otro y echar a correr, lo que vi me sorprendió, sin duda alguna sabía que era yo, pero solo reconocía en mi la ropa que me había puesto horas antes de que Fabiana llegara por mi; al final la espera había valido la pena.

Mi cabello, lucia asombrosamente negro y alarmantemente corto, los rizos que siempre caían sobre mi frente ahora eran mechones ligeramente ondulados, me habían depilado la ceja y el gris de mis ojos contrastaba con lo moreno de mi piel, sin duda aquella visión en el espejo me dejo sin habla, Fabiana se limito a tomarme del hombro y sonreír de lado.

  • ¿Año nuevo?, Vida nueva sobrino. Solo nos falta un pequeño detalle, un par de gafas nuevas, pero eso podemos hacerlo en otra ocasión, por ahora esto es suficiente, vamos a casa

No podía apartarme del espejo, incluso el cansancio había desaparecido, no podía dormir, temía que todo lo que veía fuera solo un sueño, y que al despertar todo continuara igual, que yo... fuera igual. No supe en qué momento el sueño me venció, pero al despertar mi primera reacción fue llevarme las manos a la cabeza, sentir mi cabello corto, me permitió respirar aliviado y poder levantarme más serenamente a verme en el espejo.

Año nuevo llego, seguido de un Marcos sorprendido de mi cambio y una Fabiana orgullosa por saberse artífice de aquella renovación.

Me fue muy fácil aprender a vestirme, solo me limitaba a ver a Marcos y Fabiana, analizaba los colores e incluso algunas veces me aventuraba a experimentar, mi tía decía que tenía un talento nato para la moda; lo cierto es que las cosas habían cambiado muy rápido, es de esperarse que mi seguridad aumento y que las personas comenzaron a fijarse más en mi, sin embargo, a pesar de todo aquello podía sentir un vacio en mi cuando pensaba en lo que pensarían mi padres al verme caminando por la calle 42 o por avenida Broadway en el corazón de Times Square, seguramente mi hermano se echaría a reír si me viera en el Gimnasio golpeando el saco y perfeccionando mis gestos, levantando pesas, haciendo abdominales, peor aún, sin duda le daría un ataque saber que yo el que aborrecía cualquier tipo de deporte, salía todos los días a correr con Fabiana al Central Park.

Las cosas habían cambiado, y yo apenas comenzaba a acostumbrarme a todo esto.

Mi tío era un gran hombre, las cosas entre nosotros eran más naturales, había aprendido a quererlo, a verlo como parte de mi vida;

Fabiana no se había aparecido en poco más de una semana, su nueva colección estaba a punto de salir y ella estaba muy apurada haciendo todo tipo de diligencias para que su pasarela en la semana de la moda causara furor entre los medios, estábamos a días de que los ojos del mundo se posaran sobre Nueva York y Fabiana no se daba abasto.

Una noche mientras llovía, Marcos entro a mi cuarto, se le notaba muy pensativo y parecía no saber cómo empezar, comenzaba a ponerme nervioso, así que fui yo el que rompió el hielo

  • La lluvia está muy fuerte, vienes un poco mojado, deberías ir a cambiarte

Mi tío suspiro aliviado de que hubiera sido yo quien comenzó la conversación

  • No me gustan las noches así, me recuerdan momentos muy dolorosos de mi vida

Escucharlo decir eso, inmediatamente, formo un nudo en mi garganta, una noche así, había sido la que marco mi destino...

Evidentemente, mi tío noto que mi semblante se había descompuesto con aquel comentario suyo, por que enseguida, saco algo del bolsillo interior de su saco y lo extendió hacia mí, era una pequeña caja azul rey atada con un listón negro

  • ¿Yo?... hace tiempo que la mande a hacer, pero se tardaron más de lo que pensé, hubiera querido dártela en año nuevo

Tome aquella caja y con curiosidad y delicadamente comencé a tirar del listón para abrir la caja.

Me encontré con una cadena de oro blanco, y colgando de ella un pequeño dije con forma de cruz

  • ¡Gracias tío!

- Lamento que no sea el original

No entendí a que se refería con "el original", pero me limite a escuchar sus palabras

- Cuando tus abuelos murieron, era una noche muy parecida a esta, mi hermana, ¡tu madre!, sufría tanto como yo de habernos quedado huérfanos por culpa de aquel avión; pero jamás lo demostró, siempre procuro que la viera fuere, yo la amaba ¿sabes?, siempre quise tener su fortaleza, pero el dolor de sabernos solos era más fuerte y no aguante, busque la salida fácil, por eso hui de México, yo era un estorbo para ella, su... su amor solo debía ser ahora para su familia, ¡para ti!, pasaron muchos años, pero nunca la olvide, siempre vivió en mis pensamientos, pero nunca tuve el valor de presentarme frente a ella, se que solo le hubiera hecho daño verme así, me mantenía al tanto de su vida, por los reportajes que le hacían las revistas de sociales, así te conocí, y supe que te había puesto Mario, eso me hacía ver que no se había olvidado de mi, te había puesto un nombre con la misma letra que el mío, supongo que eso pudo haberme ayudado a volver y  pedirle ayuda con mi adicciones, pero solo me sentí mal, al saber que no merecía ese gesto, yo que era una basura.

Tuve que chocar con Fabiana en una noche de lluvia otra vez, para que Alessandra supiera de mi, cuando desperté después de el accidente, la vi, estaba a mis pies, llorando, precisamente eso era lo que había querido evitarle, a pesar de todo, fue la navidad más feliz después de tanto tiempo en soledad, a pesar de estar en el hospital, tenerla a mi lado, fue recordar que no estaba solo; cuando mi castigo fue internarme en Saint Marie, Alessandra me dio un dije idéntico a este que te di, nuestra madre se lo había regalado cuando ella cumplió quince años, me dijo que cuando lo viera pensara en nuestros padres, en ella... en ti; tener este collar me dio el valor para salir adelante, después solo fue cosa del destino que puso a fabiana en mi camino.

Lamentablemente, una noche, me saltaron y se llevaron el collar, muchas veces intente regresar con ustedes, te quise conocer, convivir contigo y presentarles a Fabiana, pero me sentía mal, nunca tuve el valor para regresar con las manos vacías, ¡sin el collar!

Para este punto del monologo de mi tío, mis lagrimas salían sin cesar al igual que Marcos que apenas podía hablar.

- Tío, yo... ¡Gracias!

  • Permíteme terminar Mario... Necesito que sepas que, que te quiero, que siempre quise formar parte de tu vida, pero siempre fui un cobarde, y ahora ya es muy tarde para volver a abrazar a mi hermana, sin embargo, estas tu, eres la única familia que me queda y no quiero que olvides nuca que siempre voy a estar contigo, ese fue el deseo de tus papas, y es el mío.

Lo demás que paso, es irrelevante, solo decir que a partir de esa noche, el dolor que me asaltaba muy rara vez al recordar a mis padres y hermanos, nunca volvió a hacerse presente.

La semana de la moda era un show impresionante, la ciudad estaba atestada de reportero y fashionistas, todos buscando el lucir su mejor ropa, la mayoría muy exóticos; la semana comenzaba con Nueva York y continuaba según me decía Fabiana con Milán, Madrid, Londres, y cerraba con broche de oro en Paris.

El Marriott Marquis a un par de cuadras de la quinta avenida, fue la sede de la pasarela de Fabiana, todo estaba listo, mi tío y yo, estábamos sentados en primera fila, hasta que Karla, la asistente de Fabiana, se acerco a mí y alarmada me dijo que Fabiana me llamaba, me levante cauteloso como me pidió Karla, para que los invitados no se percataran de que algo sucedía, al llegar al backstage, Fabiana parecía una mezcla entre una loca de sanatorio y lo que realmente era, una mujer elegante, corría por todos lados con un traje sastre negro una corbata roja a juego con su cinturón, y un par de zapatos azul eléctrico, los ojos nunca se los había visto, delineados de negro, cosa que la hacía resaltar enormemente, sus labios solo pintados con un poco de brillo y su cabello recogido a modo de cola de caballo.

Ansiosa se acerco a mí, y con una sonrisa como las que acostumbraba me dijo

  • Gracias a dios que estas aquí, solo tú puedes ayudarme

Se dirigió a todas las personas que estaban alrededor igual de apurados que ella

  • Muchos ya saben quién es, pero para los que no, les presento a Mario, es mi sobrino, bueno... lo será en cuanto su tío deje de resistirse tanto.

Todos los presentes se echaron a reír, algunos se acercaron a saludarme y los demás, continuaron con lo que estaban haciendo.

-  Vamos corre a vestirte que esto está a punto de comenzar

No entendía a que se refería, y se lo hice saber

- ¡Ehm!, de que hablas

  • que tonta es cierto, no te he dicho, uno de mis modelos falto, al parecer está enfermo, seguramente bebió mas de la cuenta, ya me las pagara; pero ahora solo tú puedes salvarme, nadie puede ponerse su conjunto, porque a nadie le queda, la mayoría de mis modelos masculinos son muy altos y el traje está confeccionado para alguien de tu estatura, ¡por favor!, es un día muy importante para mí, si fallo ahora, no sé si tenga otra oportunidad.

Fabiana hablaba demasiado rápido, apenas y alcanzaba a entender todo lo que me decía, pero ¡yo!, no podía decirle que no, quería decirle que lo sentía pero que buscara a alguien más, salir allá afuera con toda esa gente, ni por equivocación, pero al parecer mi cabeza, como acostumbraba, nunca se ponía de acuerdo con mi cuerpo pues justo cuando le iba a responder con un NO rotundo, de mi boca salió un débil, SI.

En realidad no tuve tiempo de pensar mucho, apenas Fabiana escucho ese sonido salir de mi boca, cuatro personas me llevaron de inmediato a un reservado y a maquillarme, peinarme y desvestirme, ella se presento segundos después, con un traje blanco, con costuras amarillas. Cuando me di cuenta, ya lo tenía puesto, estaba caminando de mano de Fabiana a formarme detrás de ocho modelos, la pasarela estaba a punto de terminar, yo iba a cerrar, cuando los modelos regresaban, me besaban y deseaban suerte.

De pronto, fue mi turno...

Fabiana me daba indicaciones, pero no la escuchaba, solo veía su boca moverse, el salón que hasta ahora estaba elegantemente iluminado, de pronto , se obscureció y luces blancas intermitentes comenzaron a inundar el lugar, me parecía estar en alguna fiesta, apenas podía ver la pasarela, el movimiento de los últimos dos modelos parecía estar en cámara lenta, llego mi turno, estuve a punto de caer desmayado, pero Fabiana, apretó mi mano, y todo se hizo silencio, fue ahí, cuando por fin la escuche y me centre en su voz y sus palabras.

  • ALEXANDER, tienes que abrir los ojos, no mires hacia atrás, fija tu vista al frente, siempre tienes que mirar hacia adelante, pase lo que pase, no te detengas... tienes que seguir, arroja el peso de tu corazón. Tienes que volverte fuerte y forjar tu propio destino, domina tu dolor.

Sentí un empujón en mi espalda, y comencé a caminar, solo miraba hacia al frente como Fabiana me decía, y sus palabras no dejaban de darme vueltas en la cabeza...

ARROJA EL PESO DE TU CORAZON

Llegue al final de la pasarela, y vi como se acercaban varios hombres vestidos igual que Fabiana, el mismo traje con zapatos azules, corbata y cinturón rojo, sacaron de sus pantalones unas pistolas blancas y comenzaron a disparar...

TIENES QUE VOLVERTE FUERTE Y

El primer disparo cayó sobre mi hombro, me quede inmóvil al ver lo que era, las pistolas disparaban agua de color azul, enseguida, vinieron a mi mente los recuerdos de aquella fiesta, las caras de todos, escuchabas sus risas, las burlas e insultos se hicieron presentes de nuevo, todos ellos alrededor de mi lanzando me cosas, escupiendo.

Pero la voz de Fabiana los espanto como una parvada de pájaros que huyen de quien se acerca a ellos.

FORJAR TU PROPIO DESTINO

Las luces desaparecieron, y el salón del hotel volvió a iluminarse como originalmente habían estado, estuve a punto de correr como aquella vez, enseguida vi a todos levantarse y aplaudir, me fije en mi ropa y lucia una extraña mescla, del lado derecho estaba teñido de rojo y del lado azul, mi traje blanco era color azul, ambos colores se fundían creando un nuevo color en el centro de mi cuerpo, "morado".

Fabiana se acerco a mí, me tomo de la mano y en mi cabeza solo se repetía la última frase...

DOMINA TU DOLOR

  • Lo hiciste muy bien, los hemos cautivado... no nos olvidaran en largo tiempo. ¡Sonríe!

Y eso hice, sonreí, mientras cientos de Flashes eran disparados hacia Fabiana y hacia mí, alcance a escuchar como los periodistas lanzaban preguntas muy diversas, a las que Fabiana apenas lograba responder, cuando otra ya ocupaba su lugar. ¿Como se llama el joven?, esa pregunta me trajo a la realidad y una fuerza poderosa me hizo responder a aquella mujer

  • Alexander, mi nombre es Alexander.

Fabiana sonrió y por primera vez logre descifrar su mirada, satisfacción, eso era, estaba satisfecha. Se dirigió a los reporteros

  • Todas sus preguntas serán respondidas, por ahora, permítanos descansar un poco, y en breve nos reuniremos con ustedes en el salón. Gracias.

Dimos media vuelta y seguimos sin mirar atrás.

Para cambiar tu vida por fuera debes cambiar tú por dentro. En el momento en que te dispones a cambiar, es asombroso cómo el universo comienza ayudarte, y te trae lo que necesitas.

Louise Hay