Golpe por Golpe. El Inicio IX
No sé si estoy listo para gritar a los cuatro vientos que somos novios
Las grandes promesas son siempre muy sospechosas.
Juan Eusebio Nieremberg
Fue la noche más larga de mi vida; hasta entonces.
Mi cabeza no paraba de darle vueltas a todo lo que había pasado el día anterior, el sabor de sus labios aún permanecía en mi boca, podía sentir como su olor acariciaba mi cuello; a cada respiración el calor de sus manos parecía estar de nuevo sobre mi cuerpo y todos mis intentos por cerrar los ojos terminaban igual… es como si en mis parpados hubiera quedado grabado su rostro, esa sonrisa, el brillo en su mirada.
Irremediablemente, mi despertador sonó haciéndome salir de mis pensamientos. Me arrastre de mi cama al baño e hice todo lo que pude, pero, ¿la verdad?, estaba demasiado cansado, el día anterior me había dejado agotado tanto física como emocionalmente, mis piernas dolían y mis brazos mostraban varios moretones; mi único aliciente para ir a la escuela, era, ver a León,¿ no sabía que le diría?, de hecho ¿no sabía si tendría el valor para acercarme a él?,¿ no sabía cómo iba a reaccionar?, en conclusión no¿ sabía nada?; mis temores se iban acrecentando mientras pasaba el tiempo; cada prenda que ponía sobre mi cuerpo, aumentaba la desesperación.
¡Mario!, te estoy hablando, el desayuno está listo, ¿bajamos?
Guille me saco de mis pensamientos, no supe en que momento había entrado a mi cuarto, es más, no me fije cuando había terminado de vestirme. Él se dio cuenta, por que antes de yo responderle, se sentó a mi lado, en la orilla de mi cama.
- Tranquilo, todo estará bien, ¡ya paso!
Me abrazo, como solo la sabia.
Un abrazo que me hizo sentir fuerte y seguro.
- ¡Tienes razón!, lo peor ya paso. Vamos que me muero de hambre
- Yo también, ayer con todo lo que paso apenas y probé bocado
El desayuno no tuvo gran relevancia, tanto mis padres como mi hermano evitaron tocar el tema de lo acontecido ayer; lo cual agradecía de sobremanera, me sentía bien, y lo que menos quería era volver a pensar.
Terminamos y Don Alberto ya nos esperaba recargado sobre la camioneta, subimos al carro al llegar al instituto.
Todo empezó de nuevo, mis nervios, un calor abrazador que recorría mi cuerpo, baje de la camioneta y mi hermano se unió a mí, nos despedimos de Don Alberto y el emprendió el camino de regreso a casa.
Ahí estaba ella, Rósela se encontraba frente a nosotros, me miraba de una manera que en ese momento no podía descifrar, nunca nadie me había visto de esa forma, su ojos se desviaron de nosotros, de mí; seguí su vista por curiosidad y nuestras miradas se cruzaron, León estaba detrás de nosotros. Estuve a punto de paralizarme, pero mi hermano, que no se había apartado de mi lado, y también estaba viendo a león, hecho su brazo sobre mi espalda y tomo mi hombro, haciéndome caminar juntos.
El resto del día fue muy incómodo, entre Guillermo que me sobreprotegía y no se separaba de mí y las miradas insistentes de León. Nunca había agradecido tanto que las clases hubieran terminado.
Varios días pasaron y las cosas no cambiaron nada.
Hasta una semana después, cuando mi hermano volvió a ir al club, ese día Don Alberto fue a dejarlo y lo esperaría, para regresarse; fue en ese inter, mientras estaba en el jardín con Diana, a los rosales de mi madre le había caído una plaga que por no haber sido detectada, contagio a todas las demás flores, entre ellas a y un arbusto enorme de NO ME OLVIDES al cual siempre le tuve un cariño muy especial, pues según cuenta mi mama, mi papa lo sembró con sus manos el día que yo nací; cabe aclarar que mi padre no es ningún admirador de las flores, por lo mismo, cuando mama me conto aquello entendí que mi papa lo había sembrado para mí; el caso es que estaba en el jardín cuando sonó el timbre y como Diana era la que sabía de flores, la deje atendiendo mi arbusto, mientras yo fui a abrir la puerta. Me sorprendió verlo ahí, pero mi alegría disipo cualquier sentimiento
¡Hola!
¡Hola!, ¿Qué haces aquí?
¿Quieres que me vaya?
... ¡No!, claro que no, es solo que...
¿Te molesta que haya venido?
León dio media vuelta e hizo ademan de irse
-
Espera por favor, no te vayas
Cuando León se giró y me volteo a ver, pude apreciar una enorme sonrisa dibujado en sus labios
-
Lo siento, yo… en realidad, ¿no sé qué hago aquí?
-
¿Cómo supiste donde vivía?
-
La verdad, me fue muy difícil averiguarlo, tuve que seguir a tu chofer
Una risa nerviosa y un silencio incomodo después…
-
Yo… quiero hablar contigo
-
Pasa por favor
-
¡No!, yo, preferiría que fuéramos a otro lugar, ¿puedes?
-
Claro que sí, solo déjame avisar, voy por un suéter y me lavo las manos
Corrí como nunca hasta llegar al jardín, donde Diana se encontraba, le avise que iba salir un momento y después de un pequeño interrogatorio y un gesto de extrañeza, pues yo nunca salía de la casa, me dijo que me fuera, pero que no llegara tarde; corrí desesperadamente hacia las escaleras y subí a mi cuarto, donde me lave las manos llenas de tierra y tome el primer suéter que encontré, cogí mi nuevo teléfono y un poco de dinero, cabe aclarar que no suelo usar cartera, así que el dinero lo guardo siempre en un cajón de mi escritorio, el caso es que baje las escaleras visiblemente sobreexcitado por la carrera y la emoción que me daba de salir con León por primera vez
Apenas y podía hablar, estaba sofocado
-
¿Me tarde?
-
Para nada
-
¿Nos vamos?
-
Claro que sí, ¡vamos!
Salimos de mi casa y ninguno de los dos se atrevía a hablar, la verdad es, que aunque hubiera tenido el valor para romper aquel silencio, no sabía que decir… pero sobretodo el silencio, no era incomodo, al contrario, me sentía bien, era reconfortante saber que León me había ido a buscar y que se había tomado la molestia de seguirme hasta mi casa; en realidad fuera cual fuera la situación en la que me encontrara con León, siempre me sentía tranquilo por el simple hecho de estar a su lado.
-
¿A dónde quieres ir?
León fue quien se animó a hablar
-
¿No se?, a donde tú quieras, en realidad, no salgo mucha de mi casa, así que no conozco muchos lugares
Baje la cabeza apenado.
León pareció meditarlo un momento y enseguida
-
¡ya se!, tengo el sitio perfecto a donde llevarte, es aquí cerca, estoy seguro de que te va a gustar…
Yo no dije nada, y continuamos caminando, mientras el me describía el lugar a donde me llevaría
-
La primera vez que fui a esa cafetería, fue con mi mama, en realidad fue el primer lugar que conocí cuando llegue a la ciudad; si te soy sincero no había vuelto desde aquella vez, el lugar me gustó mucho, pero… ¿no se?, supongo que a ninguno de mis amigos les agradaría, no acostumbran frecuentar lugares así
Yo estaba callado, admirando a León, verlo así, tan emocionado y melancólico, era un dios
-
Sin embargo, algo me dice que a ti si te va a gustar
Y por fin llegamos… a una ¿librería?, era un edificio pequeño y antiguo con un enorme portón dorado, seguido de un pasillo largo y al final dos columnas de cantera labrada enmarcaban una puerta de cristal, cuando entramos mi nariz se inundó de un intenso olor a café y pude vislumbrar los tres pisos de una biblioteca enorme decorada con estantes de caoba, balcones de cantera con bordes cubiertos por azulejos y sillones tapizados en color café rodeando pequeñas mesas de madera labrada con cubierta de mármol.
El lugar era un sueño
Yo no podía salir de mi asombro al contemplar tal maravilla de decoración… el establecimiento era magnifico aturdía los sentidos.
-
Y bien, ¿te gusta?
-
Que… ¿Qué es este lugar?
-
Jajajajajajaja lo sabía, estaba seguro que te iba a encantar… pues te diré, según me conto mi mama, esta fue la primera biblioteca, fue fundada cuando esta ciudad apenas comenzaba a florecer, pero con el crecimiento de la ciudad y el paso de los años aunado a la aparición de nuevos establecimientos más completos y grandes, provoco que la gente se fuera olvidando de este, según se, estuvieron a punto de derrumbarlo para construir un fraccionamiento, pero los asiduos al lugar, convencieron a varias familias de que valía la pena rescatar este lugar porque era patrimonio de la ciudad por la arquitectura, decoración e historia del edificio, total que por alguna razón esto dejo de ser una simple biblioteca y lo convirtieron en una cafetería que se mantiene sola, además hay cientos de libros de toda clase, incluso primeras ediciones valuados en cientos de dólares, ejemplares de colección, además de nuevos números de gente que ha donado al lugar para enriquecer este lugar.
-
¡Vaya!, que historia… y tú, ¿has donado algún libro?, ¿no sabía que te gustara leer?
-
Hay muchas cosas que nadie sabe de mí, como te digo, eres la primera persona a la que traigo aquí
No sabía que decir, y un calor recorrió mi cara
-
Mira nada más, no sabía que aún había gente que se sonrojara, jajajajajaja vaya que eres especial io
-
Yo… yo… no contéstate a mi otra pregunta
-
Pues no, esta es la segunda vez que piso este lugar, pero cuando mi mama me contó la historia de que la gente aporta sus libros para que la biblioteca este cada vez más completa, me hice el propósito, de que algún día traería un libro a este lugar
-
A mí también me gustaría traer alguno, quizás pueda pedirle a mi papa que me regale uno de su biblioteca
-
No, eso no se vale, el chiste no es traer cualquier libro, la idea es dejar una parte de ti aquí, hay libros que llegan al corazón y que se hacen parte del alma, libros… que puedes leer un millón de veces y ese mismo número de veces encuentras algo nuevo, libros que te hacen vibrar a cada palabra y multiplican tus emociones. Esos son los libros que uno debe donar, debes de desprenderte de un pedazo de tu espíritu y compartirlo con todos los que en algún momento lo tendrán entre sus manos y reirán contigo y lloraran las mismas lagrimas que tu cuando lo leíste por primera vez.
No hubo más en el día, cualquier cosa que pudiera haber pasado después de las palabras de León, se borraron de mi cabeza, bebimos café y nos sentamos a platicar de cosas…
Entre ellas que le había llamado la atención desde la primera vez que me vio entrar con la profesora al salón, al parecer mis ojos tan azules habían robado su corazón, según sus propias palabras, pero que le parecía inalcanzable, tan inaccesible, que termino odiándome y desquitando sus frustraciones conmigo, además de ser el único medio que encontró para poder ¿convivir?, me pidió perdón por todas las ofensas y me aclaro que no soportaba a mi hermano, porque había logrado acercarse a mí y pensaba que Guillermo y yo andábamos y eso lo hacía arder en celos.
La noche cayo precipitadamente y aunque hubiera deseado quedarme en ese lugar con León para siempre, era seguro que mi hermano estaba por llegar y que si no me encontraba en casa lo preocuparía a él y seguramente también a mis padres, sobretodo, porque estaba muy reciente lo ocurrido con aquellos hombres y su frustrado asalto
Emprendimos el camino de regreso a casa y mientras íbamos platicando
-
Me alegra haber salido contigo Leo, no sabía que existiera un lugar tan maravilloso como ese
-
A mí me alegra que lo hayas conocido conmigo. ¿!Oye!?, ¿te parece si hacemos una promesa?
-
¿De qué se trata?
-
En realidad se trata de varias cosas, que dices, ¿aceptas?
-
Si no es nada malo, claro que acepto
-
Nunca te haría daño deliberadamente, así que por eso no te preocupes, pues no es nada malo, la promesa principal consiste en que ese lugar va a ser nuestro lugar secreto, siempre que queramos encontrarnos, será ahí, nuestro lugar especial, la otra parte de la promesa es que los dos donaremos un libro que sea parte de nuestra alma, no nos diremos ni el titulo ni el autor, solo el estante en el que esta, y así, leeremos uno a uno todos los libros hasta dar con el que creemos que es el libro que el otro dono, para entonces, nos conoceremos tanto, que es seguro que sabremos cual es, y así compartiremos un pedazo de nuestra alma solo entre nosotros dos. ¿Qué dices?
-
De acuerdo, ¡trato hecho!
-
Y para sellar la promesa, tomo mi mano izquierda y puso una pulsera negra de caucho en mi muñeca.
-
Pero yo no tengo nada que darte, no, espera si tengo, traía puesto un reloj blanco con azul en mi mano derecha, me lo quite y se lo puse.
Me dio un pequeño beso en la boca y puso su brazo sobre mi hombro para seguir caminando
-
io, te puedo pedir un favor
-
Dime, si esta en mis manos con gusto
-
No es nada imposible, la verdad me da pena, pero…
-
Anda cuéntame
-
Mira, ando muy mal en las materias y no me puedo dar el lujo de reprobar, mi padre me mataría. ¿Podrías ayudarme a pasar mis exámenes finales y el extraordinario?
-
¿era eso?, claro que si… ¿cuándo quieres que empecemos?, sería un honor ser tu tutor jajajajajajaja. Puedes venir a mi casa cuando quieras o quedarnos en la biblioteca de la escuela
-
Ese es otro problema, te quiero mucho Mario, pero no sé si estoy listo para que todos se enteren de que eres mi novio…
El escucharlo pronunciar esas palabras me borraron el disco duro y comencé a sentir como si flotara
-
Espera… ¿qué dices?
-
No te enojes io, por favor trata de entenderme, yo no sé si estoy listo para gritar a los cuatro vientos que somos novios
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No hablo de eso, buenos sí, pero solo de lo último que dijiste
-
De, de que hablas?
-
De que somos ¿NOVIOS?
-
Claro, que pensabas, que voy por la vida besando a todos los hombres que me encuentro ¿o qué?
-
No, es solo que
-
Lo sé, nunca te lo pedí, pero pensé que lo habías entendido desde que salimos del callejón
-
Yo… en realidad no lo había pensado, pero, tu…
Y decir esto me dolió amargamente
-
¡andas!, con Rósela
-
Lo sé, pero… dame tiempo, ahorita tengo muchas cosas en la cabeza, pero en cuanto todo se acomode, te prometo que yo la voy a terminar y tu yo vamos a poder andar libremente, ¡sin secretos! Lo prometo
-
Te creo Leo y sabré esperar
-
En cuanto a lo de mi tutoría, no me gustaría que fuera en tu casa, sabes que Guillermo y yo no nos llevamos para nada, y en la escuela no podemos porque todos sabrían lo nuestro, así que se me ocurrió que, tal vez podría ser en nuestro lugar secreto
-
Me parece y estoy de acuerdo, solo que… yo no sé cómo hacerle a donde decir que voy y que hago
-
Pues yo ya lo tengo calculado, por lo que pude ver, tu hermano va al club 3 veces a la semana durante esos días podría ser, solo diles a tus papas que vas a la biblioteca, de hecho no les mentirías del todo, porque si estaremos en una biblioteca
-
¡Está bien!
-
Bueno, pues ya quedamos, esto será solo nuestro secreto, no se lo diremos a nadie, será solo entre tú y yo
Sin darnos cuenta llevábamos varios minutos afuera de mi casa, y con desgano, tuvimos que despedirnos.
Mi corazón estaba tan alegre de que Leo y yo andábamos que nunca en ese entonces pensé en lo ocurrido durante ese día, si no hubiera sido tan ciego, quizá las cosas hubieran podido ser de otra manera.
Prometemos según nuestras esperanzas y cumplimos según nuestros temores.
François De La Rochefoucauld
Espero que les guste, disculparan las faltas de ortografia, espero con emocion sus comentarios.