Golpe por Golpe. El inicio

¡Eres mi hijo! Lo que más amo en este mundo y no me interesa en absoluto tus preferencias

Gracias a todos los que me animaron a continuar con la historia, la verdad es que no sabía a bien como continuarla, espero que les guste y sobre todo no decepcionarlos. Por ahora, las cosas irán un poco lentas, pues debo ponerlos en antecedentes de la vida del protagonista.los relatos igualmente por ahora son cortos, para no agobiarlos con tantos detalles que serán clave para el desarrollo de la historia; pero prometo que en cuanto las cosas se pongan buenas con GOLPE POR GOLPE los relatos serán más largos.

¿Qué opinan?


Mi nombre es Mario Alexander San Román tengo 17 años, y esta es mi historia

Sería fácil decir que todo comenzó un año atrás, pero lo cierto es que fue antes, mucho antes,  fui un niño esperado y muy amado. Hijo único de Federico San Román y Alessandra Brito.

Mis primeros años pueden resumirse con un par de palabras, perfección y alegría.

Fue hasta cumplir seis años que mi odisea por la vida comenzó, ahí los conocí Estela, Damián, Casandra, mis tres primeros verdugos, pero sin duda, no los últimos, ni los más fieros.

Cabe aclarar que al ser el único hijo y haber sido criado principalmente por mi madre, varias sirvientas y siendo participe de el interminable desfile de damas de sociedad que asistían a mi casa…, pues soy bastante afeminado, ¡peor aun!, el primer día en el colegio me presente como Mario y no como Alexander, lo que origino mi principal apodo mari – maricon etc. etc. La verdad es que no me importaba mucho, yo era feliz, y eso compensaba cualquier tipo de burlas; logre sobrellevarlos enfocándome lo mas posible en la escuela, siendo siempre un alumno modelo, ¿y cómo no hacerlo?, el amor que recibía d mis padres y de todas las personas que me rodeaban me hacia querer pagarles con lo único que en ese momento podía, mi buen comportamiento y excelentes calificaciones.

No sé exactamente si los Homosexuales nacemos o nos hacemos, lo cierto es que no quiero entrar en discusiones, solo hacerles saber que las mujeres nunca fueron de mi agrado, por lo menos no como debían; eran los hombres quienes ocupaban ese lugar en mis sueños. A los diez años cuando comenzaron a hablarme de sexualidad en mi escuela, fue cuando comenzó un debate interno en mi persona, hasta entonces no había caído encuentra que estaba mal visto que un hombre se fijara en otro hombre, solía creer que los hombres podían elegir entre formar una vida con hombres o con mujeres, era tanta mi confusión que una noche cuando mi padre recién llegaba de trabajar fui tras él y entre con él a su despacho, donde solía relajarse fumando un puro hasta la hora de la cena.

Papa, ¿puedo pasar?

¡Adelante cachorro!, ¿Qué necesitas?

Pu, pues yo, este, quisiera

Ven hijo siéntate aquí

Me sentó sobre su regazo y apago el puro.

Dime lo que tengas que decirme, ¿acaso no me tienes confianza?

No, es decir, claro que sí, lo que sucede es que… no sé cómo explicarte.

Pues me parece, que lo correcto es comenzar por el principio y siempre diciendo   la verdad.

Papa, creo que me gustan los niños.- así, sin poder respirar e incapaz de voltear a   verlo a los ojos.

Hubo un pequeño silencio, cuestión de un minuto, pero a mí me pareció una eternidad

Y dime cachorro, ¿Cuál es el problema?

Me sorprendió su reacción, sin duda no había entendido lo que quería decirle

Ese papa, que no se

¡Haber! Escúchame bien, ¡eres mi hijo! Lo que más amo en este mundo y no me interesa en absoluto tus preferencias, tu apariencia, ni lo que diga la gente,- tomo mi barbilla- mírame a los ojos,- para entonces ya no pude aguantar, y un par de lagrimas corrieron rápidamente por mis mejillas- mi principal y único interés es amarte, no importa lo que pase, desde que naciste y te vi por primera vez, con esos ojos grises, grandes y llenos de luz; me prometí a mi mismo hacer todo lo necesario para que tú fueras feliz, no llores y escúchame bien, te amo y daría mi vida por ti, lo demás no me interesa.

Papa, ¡yo!...

No digas nada,- con su pulgar limpio mis lágrimas- y mejor sube a arreglarte que pronto va a estar la cena y ya sabes que a tu mama nada la enoja tanto como la impuntualidad.